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Mi reputa… ción

en Confesiones

MI REPUTA… CIÓN

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Hace poco volví a Todorelatos y estuve revisando un poco lo que he escrito y publicado. Me di cuenta que esos escritos independientemente de su calidad, accesos o valoración, reflejan una parte importante de mi vida, más exactamente de los últimos 5 años. Primero comencé a escribir acerca de mis experiencias extramatrimoniales, posteriormente publiqué uno que otro encuentro sexual con mi esposo. También revelé algunas de mis fantasías más ocultas para después plasmar mi doloroso proceso de separación… cosa que me dolió más de la cuenta. En fin… algunos dicen que cuando una mujer te quita tu marido la mejor revancha es dejar que se quede con él. Sabias palabras, definitivamente no hay mal que por bien no venga.

Después de mi separación anduve de aquí para allá y de allá para acá durante varios meses especialmente en el aspecto sexual pues varios hombres pasaron por mi cama. La mayoría fueron relaciones que yo misma busqué, apurada por la soledad pues dicen que cuando uno ha amado mucho a una persona y la pierde de repente necesita aún con más urgencia llenar ese vacío. Ese fue mi caso. Intenté arreglar las cosas con mi esposo y cuando me di cuenta que no había caso tomé la decisión de divorciarme. Tal vez ha sido la decisión más dolorosa de mi vida pero a la vez la más acertada.

Este escrito no pretende ser una guía para cualquier mujer que acaba de divorciarse. Simplemente narra lo que yo hice. Si las decisiones que tomé fueron o no equivocadas pues… solo Dios lo dirá. Lo que si es claro es que entre más pronto uno se equivoque, más pronto puede enmendar.

Lo primero que hice para tratar de rehacer mi vida fue inscribirme en una de esas páginas de contactos, en los que la mayoría entra buscando simplemente sexo, un encuentro casual o en el mejor de los casos un amante temporal. Muy pocos buscábamos otra cosa. Mi anuncio a grandes rasgos decía:

“Recién divorciada, hijo de 7 años, me gusta escribir relatos y aunque sea utópico busco el amor de mi vida. No me interesa ningún tipo de relación con hombres comprometidos. Solo perfiles con foto”.

Publiqué una de mis fotos favoritas, donde según me han dicho me veo enigmática. Salía en ella con el pelo muy corto y los rasgos algo tenues por la luz pero era sin lugar a dudas una foto llamativa, solo de mi rostro. Si hubiera querido venderme como una mercancía no habría dudado en colocar una foto de cuerpo entero, mostrando mis atributos, pero no era eso lo que perseguía, realmente quería encontrar ese gran amor que en el fondo la mayoría buscamos, un cómplice, un amigo y que por supuesto fuera buen amante.

Cuando comencé mi aventura en esa página acababa de terminar una relación fugaz con mi mejor amigo. Él fue mi paño de lágrimas durante mi separación y como podía preverse terminamos enredados durante 3 meses. Ambos sabíamos que no era una relación seria, que simplemente nos dábamos aquello que tanto necesitábamos: sexo casual, sin compromisos, sin ataduras, sin promesas, sin exclusividad. Él, al igual que muchos otros pensaba que yo nunca podría “regenerarme”, es decir, que siempre iba a ser, no una mujer de un solo hombre sino un picaflor picando aquí y allá, robando néctar de un hombre a otro sin entregarle el corazón a ninguno. Yo pensaba muy diferente. Muchos tenían de mi esa imagen de mujer infiel que solo busca calentar a los hombres y desecharlos cuando no los necesitaba. Que había sido la causante de mi divorcio por ser una infiel sin remedio, que era incapaz de amar a nadie sincera y fielmente. Pero todos estaban equivocados. En el fondo y aunque estuviera mal decírmelo a mi misma, me consideraba  un ser incomprendido que simplemente aún no encontraba su media mitad, alma gemela o como la quieran llamar.

Yo soñaba con hallar en alguna parte de este universo loco a alguien que me hiciera poner los pies en la tierra, sentar cabeza y a la vez perder la cabeza. Que fuera tan especial y particular que no tuviera necesidad de ningún otro hombre. ¿Existía un ser así? Difícil tal vez… y no porque fuera demasiado exigente sino porque tenía la romántica idea de que cuando lo conociera iba a saber que él era ÉL HOMBRE.

En mi búsqueda tal vez un poco alocada y precipitada en un comienzo conocí varios personajes un tanto zafados. Para los que le tienen miedo a los encuentros reales con personas que han conocido por internet, mi especie de “reality” les parecía en extremo curioso. Lo llamé reality porque comenzó a escribirme mucha gente y yo los iba descartando uno a uno hasta dar con alguien medianamente aceptable para salir, inicialmente a tomar un café y luego mirar como se iban dando las cosas.

Algunos de los mensajes eran muy curiosos. Me escribían cosas como:

“Hola nena” (que falta de elocuencia y originalidad… )

“Hola cómo estás? quieres charlar con alguien al son de unas cervezas? estoy en Bogotá y busco nuevos amigos, este me parece un medio interesante, me considero una persona normal y muy sociable” (demasiado “normal” para mi gusto)

“Bueno, no se si yo califico, intentémoslo” (otro que no calificó…)

“Sabes? seria interesante conocerte y ver las cosas bellas que en tu alma se guardan que dices amigos? Quiero ser tu lobo feroz” (creo que… no… la idea de ser su caperucita roja no me emocionaba)

“Ya no busques más, soy el hombre que esperaste toda tu vida” (a este al menos le aboné el buen humor)

“Hola, eres asesora sentimental?, me gustaría conocerte, que dices?, chao...”

“Me gustaría ser tu pareja, no se si pueda, pero siempre quise una mujer madura y segura. Lo único que pido es mi libertad y una compañía en la noche y que solo se oiga el silencio de los grillos”

“Hola, quiero fornicar contigo, follarte toda la noche en todas las posiciones imaginables y hacerte gozar como nadie lo ha sabido hacer, anímate, no te arrepentirás”

“Hola, te gustaría estar en una película porno, aquí en Bogotá, te pagaré por escena que hagas en la película. Solo se hará sexo oral, por que de eso trata la película. Si quieres mas información solo escríbeme y te diré lo que quieras saber” (interesante pero demasiado peligroso para mi gusto)

“Hola mujer, la verdad vi tu perfil, y me llamo la atención tu mensaje.... pues... la verdad busco una mujer descomplicada, para relación liberal, basada en sexo seguro, sano y sin compromisos, no dinero, ni drogas, solo por placer... soy hombre de 26 años, buen físico,....te interesa? Por favor respóndeme. Espero no me tomes a mal, y por mi parte me gustaría charlar contigo y conocerte un poco si quieres después te envío mi numero de teléfono o me das el tuyo, y si quieres cambiamos más fotos para conocernos mejor, o si bien lo prefieres podríamos hasta conocernos ya... todo depende de ti. Me disculpo de antemano si fui muy directo y poco sutil, pero considero que este medio es objetivo, y además prefiero ser sincero y directo, en vez de ponerme a jugar con los sentimientos de una mujer, espero que me respondas y que podamos seguir en contacto. Mi email y msn es gatopardo33@hotmail.com” (el correo es real por si alguien se anima… yo no lo hice)

Hay que ver los errores que cometen algunos cuando quieren intentar algo con una mujer jejeje pero al menos era divertido leer esos mensajes. Supongo que la suerte también es parte del proceso. Yo evaluaba todo, desde la ortografía hasta la originalidad del mensaje y por supuesto la foto. En el perfil se podía ver sus principales rasgos físicos y eso también tenía un puntaje. Les contestaba a algunos, a otros los descartaba de plano y los que “sobrevivían” tenían el placer de conocerme jejeje. Bueno… al menos esa pequeña aventura me subió el ego enormemente… y me lo merecía pues lo tenía bastante maltratado.

Conocí a varios de ellos, por lo general los citaba en el mismo café, cerca de mi oficina… ya saben… por aquello de un lugar concurrido… Con el primero que tuve una relación que fue un poco más allá de una simple cita, me escribió lo siguiente: “Primero que todo un saludo muy especial, me encantaría que me dieras la llave mágica para entrar a tu mundo, me encantaría ser tu amigo. Soy un caballero total, listo para ser tu amigo se me lo permites. Andrés” .

El “noviazgo” o como se pudiera llamar duró algo mas de una semana. Literalmente me lo “comí” y lo dej酠 fue el peor polvo de mi vida. Pero no fue por eso que las cosas no funcionaron, simplemente no era lo que yo buscaba.

Posteriormente tuve una relación un poco más duradera pero peor de tormentosa que mi propio matrimonio (si cabe). Salimos varios meses y confieso que comenzaba a enamorarme. Pero en cuanto él se dio cuenta simplemente dejó de llamarme, dejó de escribirme, salió de mi vida tan fugazmente como había llegado dejándome de nuevo con el corazón destrozado.

A esas alturas me había cansado por completo y me sentía una basura. Mi “reality” no había dado resultado. Había conocido hombres de todas las especies inimaginables y ninguno se acercaba ni por asomo a lo que yo buscaba. Comenzaba a perder las esperanzas. Había salido con hombres altos, bajos, gordos, flacos, intelectuales, hombres de negocios, vagos, deportistas, sedentarios, guapos, menos guapos, hasta con un antiguo amigo de la Universidad con el cual me reencontré gracias a la página… y nada… me sentía más sola, vacía y desgraciada que nunca. Era como si el destino o una fuerza superior me estuviera cobrando uno a uno los errores del pasado. Y lo peor era que creía merecerlo. Tal vez el amor no es para mi… pensaba. O tal vez busco un imposible. Pero no era así y ese mensaje llegó… el mensaje soñado y anhelado… aunque en ese momento no supe o no pude verlo pues estaba cegada por la decepción.

“Hola Marcela, me inscribí no hace mucho en el portal de contactos. El formato que allí se ofrece para hablar de gustos y aficiones me parece deficiente, aunque si te mueve algo el interés de saber algo más de mí, podría recalcar algunos puntos de interés. Te cuento que nací en Vancouver, Canadá, pero mis padres son colombianos. Son profesor de literatura e inglés. En el estricto sentido de la palabra soy soltero, pero estuve casado durante tres años. Se acabó hace cinco, y desde entonces no he tenido a nadie que valga la pena mencionar. Tengo dos hijas, que viven conmigo por razones que te puedo contar… claro, si me contestas. Vivo en el centro, en La Candelaria.

Prácticamente siento que no tengo nada, pero poco me importa: no soy apegado a los bienes materiales. En varios períodos de mi vida en que he pasado solo generalmente el único menaje que me acompaña es una cama, unos libros y un piano. No quiere decir que me guste vivir en semejante austeridad y menos que pretenda obligar a una mujer a vivir así. Me gusta que haya cosas, comprar muebles, cuadros, adornos, electrodomésticos, pero para darle gusto a la mujer que viva conmigo. Todos esos objetos adquieren sentido como un gusto que puedo darle a la mujer que amo. Y me gusta que la casa donde vivamos se vaya armando a su gusto, que vaya expresando su personalidad, sus necesidades e intereses.

Dices que tienes un niño. La verdad, me gusta que haya niños revoloteando por todos lados. Nada mejor para sentirse vivo que estar cerca de ese caudal tumultuoso de vida que se agita en los pequeños. Creo que de nadie he aprendido tanto como de mis hijas, de cuyas lecciones estaré eternamente agradecido. No estoy precisamente interesado en tener más descendencia propia, pero sí me parece interesante aprender a querer a un niño que no sea mi hijo. Una gran ventaja es que está grandecito, o sea, ya ha adquirido algo de independencia y se puede dialogar y razonar con él. Queda el doble reto de gustarle a la mamá y al niño, claro, y si paso tan difícil prueba, que una vez nos conozcamos sintamos que una relación puede funcionar entre los dos.

La familia conforma mi ideal de vida. No ando en busca de aventuras ni de amores fugaces. Quiero algo estable. Tengo mucho afecto para dar, me siento lleno de energía, como para arrastrar un mundo, y busco alguien que quiera compartir el camino conmigo. He empezado varias veces desde cero, y creo que estoy nuevamente metido en ese remolino caótico de donde empiezan a conformarse las constelaciones.

A pesar de mi gusto por la libertad y espíritu un tanto anárquico, soy tremendamente responsable. No soy amiguero, rara vez bebo, no fumo, no soy infiel, mi contacto permanente con los libros me ha dado una cultura un poco rara —diversa y multiforme, aunque sin dejar de lado la especialización en ciertas materias—, la convivencia me ha enseñado el respeto que se merece la mujer, me ha hecho entender que la mujer es la forma más cercana a la perfección de entre los seres que ha creado la naturaleza.

Como a todos los hombres, me gusta el sexo. Entiendo que es una faceta de la convivencia clave para asegurar el éxito de una relación conyugal, pues es una modalidad de intimidad que a más de placer procura conocimiento, amor y confianza. Para mí, el cuerpo femenino es lo más parecido que puede haber al Paraíso. Por eso temo encontrar en una mujer tabúes, traumas o inhibiciones que atenten contra esa faceta del amor. No soporto las mentiras (ni enteras ni a medias), la pereza, la pobreza de espíritu, la mojigatería, la mezquindad. Tiendo a ser desordenado pero me gusta el orden. O sea, me esfuerzo por vencer mi tendencia y me disgustan las personas que se abandonan a vivir en un chiquero, que son completamente descuidadas y sucias. Detesto la violencia. Tampoco asimilo bien el ruido y el escándalo. Creo que todos los problemas se pueden resolver conversando... hablando, no gritando.

¿Y tú? ¿Puedo saber algo de ti? Me interesa alguien que se sienta joven y que pueda actuar como tal. Juventud de espíritu y madurez son dos tesoros invaluables para mí. Qué me gustaría saber de ti, si estás dispuesta a responderme: dices que eres divorciada: ¿cuánto duró tu matrimonio? ¿Has intentado una segunda vez? ¿En qué año va tu niño y cómo es: hiperactivo, tranquilo, introvertido, extrovertido…? ¿Qué le gusta, qué prefiere hacer en sus ratos libres? ¿A qué te dedicas? ¿Vives sola con tu hijo? Bueno, si quieres contarme más cosas, estaré encantado de leerlas. Antonio”

Wow… ese mensaje me dejó sin palabras y no solo por lo extenso. Siempre me han encantado los hombres que desnudan su alma, que no temen mostrar cosas de si mismos, que se muestran tan humanos y a la vez tan irresistiblemente interesantes. Pero debo confesar que en ese momento no me sentía preparada para tener una relación. Realmente y por primera vez en mi vida deseaba estar sola, pensar y rehacer mi vida si es que acaso era posible. Suena feo decirlo pero desconfiaba de los hombres, especialmente de aquellos que utilizaban las mismas tretas que yo alguna vez había utilizado… creía conocérmelas todas. ¿Enamorarme de nuevo? Lo creía ya un imposible…

Sin embargo le contesté… una parte de mi lo hizo con interés por saber más de él y la otra con el desgano de quien piensa que las cosas serán “la repetición de la repetidera” que terminarán de la misma manera porque es inevitable. Sin embargo en esa respuesta fui clara con él al decirle que no quería nada más que una amistad. Él lo aceptó así y sin embargo tardamos aún un par de meses en conocernos. Mucho tiempo ¿verdad? Lo que ocurrió es que yo le huía o tal vez lo hacía de mi misma y mientras más trataba de escabullirme, él más me buscaba con frases como “no se por qué pero no he podido sacarte de mi cabeza, tal vez porque no nos hemos podido conocer o hablar bien” yo tardaba por lo general bastante en contestarle y un par de veces,… - debo confesar – me olvidé que existía y que alguna vez me había escrito. Por suerte él volvía al ataque hasta que un día decidí llamarlo y eso nos acercó un poco más.

Por fin llegó el día cero, en el que por fin nos conocimos… 29 de septiembre. Antes del encuentro intercambiamos un par de mensajes de texto: “¿cómo te reconoceré?”  le pregunté “bueno… soy alto, moreno, delgado, visto traje gris a rayas y tal vez sea el hombre de tus sueños” contestó… Cuando hoy en día lo recuerdo jejeje cuanta razón tenía…

No esperaba mucho de aquel día… el encuentro a las 7 p.m. en la zona rosa de la ciudad. Cuando lo vi… parecido al de las fotos obviamente, aunque no sentí esa certeza que imaginé sentiría cuando conociera a EL HOMBRE si intuí que nuestra relación iba a ser muy especial. Esa noche nos dimos nuestro primer beso… o más bien nuestros primeros besos y fueron cálidos y más bien inocentes, cargados de promesas y también de miedo… ambos habíamos sido abandonados en el pasado, ambos buscábamos esa persona especial, ambos teníamos temor de entregarnos de nuevo a alguien y a la vez sentíamos urgencia y necesidad de amar con mayúscula, con todo lo que eso implica: pasión, entrega, alma y la vida entera.

Recuerdo también que esa noche yo tenía un “plan B” por si las cosas salían mal, por si no eran como las esperaba y poder escabullirme como era mi costumbre. Pero no fue necesario, la pasé tan bien que no me di cuenta del paso del tiempo. Pasada la media noche me dejó en mi casa, se despidió con un beso y se fue sin intentar nada más. “Que caballero” pensé yo… bastante sexo había tenido en mi vida y a veces por apresurarme las cosas no habían salido bien. Esta vez quería hacer las cosas con calma. Nos volvimos a ver una semana después y esta vez me vestí de modo más fresco y juvenil pues ya me interesaba gustarle mucho más. Él también estaba más informal, no de traje como la primera vez. Igualmente se veía muy bien.

Ese día formalizamos nuestra relación. A decir verdad, era la primera vez en mi vida que un hombre me preguntaba ¿quieres ser mi novia? Y eso me pareció sumamente romántico… muy dulce. Nuevamente me dejó en mi casa y luego se fue para la suya después de despedirse con un suave beso.

Así pasaron las semanas y ninguno se atrevía a dar el siguiente paso o pasar al “siguiente nivel” y no era por falta de deseo… tal vez por temor… no se… Creo que alguna vez se lo pregunté y me dijo que aunque me deseaba como nunca a nadie, también era cierto que era la primera mujer a la que conocía pero con la cual el sexo no era una prioridad. Un día de tantos cuando nuevamente se disponía a dejarme en mi casa le pregunté: “¿qué pasaría si yo te pidiera que te quedaras esta noche conmigo?” Me respondió con un beso muy apasionado que precedía lo que ocurriría más tarde. Yo había comenzado a desearlo y lo mejor de todo es que comenzaba a enamorarme a pesar que hacía un par de meses habría jurado sobre una Biblia que eso no ocurriría. Antonio me encantaba y yo pensaba que todo era perfecto. Solo podía pensar en cómo sería su verga y en mi mente suplicaba que fuera bonita (es decir, que fuera firme, de buen tamaño y circuncidada) y que él fuera buen amante. Era lo que faltaba para que las cosas fueran aún mejores. Yo no sabía que él esperaba lo mismo pues hasta el momento me había portado como la mujer tierna que era pero él no se había dado cuenta que también era supremamente apasionada…

Después de una ligera cena, nos fuimos pronto a la cama. Teníamos muchas ganas de nuestros cuerpos y prescindimos de tomar una ducha. Nos desnudamos rápidamente y nos abrazamos fuertemente, nuestras bocas se encontraron golosas y se besaron, chuparon, lamieron y mordisquearon con creciente pasión. Con una mano me sujetó una nalga, con la otra acarició mi espalda. Lo atraje hacia mí tirando de su culo, el calor que desprendía su pubis se pegó al que desprendía el mío. En seguida nos llegó el aroma animal del deseo y del amor. Que cuerpo tan espectacular… pensaba yo… se ve mucho mejor desnudo…

Sin saber como nuestros cuerpos se fueron reposicionando de tal manera que se encontró tumbado encima de mi espalda, sus brazos bajo los míos, su tórax contra mi espalda y su polla inflamada entre mis cálidas nalgas.  Se me escaparon pequeños suspiros de placer, y en ese momento ambos supimos lo que iba a pasar.  Hacía tiempo que lo deseábamos y todo sucedió de la forma más natural y bonita. La punta de su verga reposaba contra mi circulito carnoso, y bastó un poquito de presión para empezar a sentirse abrazado por mis estrechas paredes. Muy, muy lentamente su capullo se abrió camino mientras mis suspiros se hicieron cada vez más audibles.

“Estoy entrando”, me dijo. “Mmmmmmsssiiiii”, le respondí. Y entonces traspasó con su hermoso guardián mi tesoro y el goce fue absoluto. Nos quedamos quietos disfrutando el mágico placer del momento.  Le pedí que se saliera muy lentamente. Lo hizo, aunque con pena porque ahí él estaba como en ningún sitio. Gemí con cada milímetro. Me preguntó si me dolía y le dije que no, que saliera y que volviera a entrar… Una vez fuera mojó su dedo índice y con él acarició el agujerito palpitante, relajando un poquito el músculo.

El aire estaba impregnado de nuestro placer, más fuerte que hace unos  momentos. Su miembro estaba limpio, pero brillante en la semioscuridad.  Lo pude observar detenidamente y era más hermoso de lo que lo había imaginado, grande, firme, grueso y circuncidado… el mejor que había tenido el gusto de probar en mi vida. Volvió a chupar su dedo y repitió el masaje hasta que le pedí que me metiera “el dedo grande”. Me separó las nalgas y con una mano sujetó su verga y apuntó directamente a mi entrada. El contacto fue exquisito y me electrizó. Esta vez entró aún más fácil, yo empujando facilité la inserción. Estaba completamente relajada y mi chocho estaba encharcado. Mientras con una mano acariciaba mi pubis, se iba enterrando hasta más de la mitad en mi interior. Hinchó y deshinchó su polla, lo cual provocó placer inigualable para ambos. Empezó un leve movimiento de mete y saca y mi respuesta fue cada vez mas audible. En ese momento ya tenía dos dedos dentro de mi chocho babeante. Me preguntó si quería que terminara así. Le pedí unos minutos más dentro y luego por delante. Se que le hubiera gustado llenarme el culo con su leche, pero también se moría de ganas de sentir la humedad y el calor de mi chochito envolver su polla.

Unos instantes de dulce placer y sintió que su llegada estaba próxima. Me lo dijo y le pedí salir, lentamente, pues me encantaba. A él también, claro. Una vez fuera invertimos posiciones y fui yo quien se ubicó sobre él, mi chocho mojando sus nalgas, mi pubis frotando su coxis. Mientras buscaba un condón, fui yo quien lo sodomizó; levantó su cuerpo para que pudiera acariciar su ano al tiempo que le ponía la goma. Nos ubicamos frente a frente, mis piernas dobladas sobre las suyas, sus manos en mi culo, su polla entró en mi cueva y que placer!!!  Fue delicioso. Su dedo exploraba mi agujero dilatadito y palpitante, mientras su cuerpo entraba y salía del mío. Al cabo de unos minutos, explotamos…

Nos tumbamos uno frente al otro, exhaustos y sudorosos, mirándonos como dos idiotas y dándonos besos muy suaves, de esos que quitan el aliento. Por fin había pasado… creía que nunca iba a volver a hacer el amor en mi vida, que nunca más iba a dejar el alma en cada beso y había ocurrido.

Nunca he sido una santa – le dije – y lo sabes, por todo lo que te he contado de mi vida… lo sabes todo de mi y aún así no me juzgas… me encanta poder ser yo misma y que me sigas queriendo, me quita un gran peso de encima no tener que inventar un papel, o fingir ser alguien que no soy para agradarte, me encantas tu y todo esto que está pasando.

A mi también – me dijo sonriendo – me encantó que me sedujeras, que fueras tu quien tomara la iniciativa. Un viejo amigo me dijo una vez que iba a reconocer a la mujer de mi vida el día que me encantara charlar después de hacer el amor… sabias palabras… Además no me interesa que no hayas sido una santa, yo tampoco lo he sido… pero eso es bueno porque nos hace valorarnos más.

Si, como dice la canción, no es dama la que se abstiene sino la que se detiene cuando encuentra lo que yo encontré en ti… algo así… - le dije – Y lo mejor de todo es que el sexo fue delicioso, fue como la cereza del postre, lo que me faltaba para terminar de darme cuenta que eres con quien siempre soñé.

Nos abrazamos muy estrechamente, pues a mayor el sentimiento mayor el temor a perder lo que se ama… y ese abrazo expresaba que temíamos perdernos después de haber pasado toda una vida buscándonos.

“¿Repetimos?” – me preguntó con una sonrisa pícara y guiñándome un ojo – por cierto, me encantó que me acariciaras el culito, nunca nadie lo había hecho…

Cuando quieras – contesté yo sin saber que ese tema iba a procurarnos bastante tela para cortar en nuestros futuros encuentros.

Lo tomé por el mentón y lo besé de nuevo metiendo mi lengua hasta el fondo, como si yo quisiera con mi lengua compensar la falta de una verga y penetrar en su boca para sentirlo muy mío.

Me siento tan tuyo… – me susurró él como si adivinara lo que yo estaba pensando – puedes hacerme lo que quieras, no hay límites, quiero cumplir todas mis fantasías contigo y que tu cumplas las tuyas conmigo.

En próximas entregas espero contarles, poco a poco como comenzamos a cumplir esas fantasías y ¿saben que? ha sido delicioso.

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