ESCLAVO SEXUAL VIII
Por: Horny
CONTINUACIÓN DEL RELATO ESCLAVO SEXUAL VII
Al pasar mi lengua por sus labios el dio un pequeño brinquito hacia atrás y se me quedó viendo mientras yo me relamía como una gatita tomando leche. El continuaba arrodillado ante mí, los dos desnudos, yo concentrada solo en mi propio placer, sintiendo un calorcito delicioso por todo el cuerpo debido al orgasmo que mi hábil chofer me había provocado con su pequeña lengua.
Marcela: Has pasado la primera prueba Alex. Quiero hacerte unas preguntas y espero sinceridad en tus respuestas.
Alex, aún con la cara brillante y pegachenta debido a mis flujos, contestó que si, que le preguntara.
Marcela: Por qué has hecho todo lo que te he pedido sin protestar ni opinar? Acaso es porque soy tu jefe y no quieres perder tu empleo?
Alex: No es por eso doctora, de modo alguno me siento obligado, es algo que yo también deseo. Mi único anhelo en este momento es estar pendiente de todo cuanto usted pudiera desear.
Marcela: Estas seguro Alex? Ni siquiera alcanzas a imaginarte que podría llegar a desear, ni las cosas que se me pueden antojar en un momento determinado, estas dispuesto a correr el riesgo?
Alex: Si señora.
Marcela: Eres conciente también que entre tu y yo no hay ningún tipo de relación sentimental, que no te es permitido tocarme a menos que yo te lo diga y que tus necesidades de todo tipo quedan en un segundo plano con respecto a las mías.
Alex: Si señora.
Con estas palabras quedó cerrado una especie de pacto entre Alex y yo en el cual quedaban claros nuestros papeles en esta relación.
Marcela: Tiene sueño Alex?
Alex: No mucho aún doctora.
Marcela: Yo si Alex, trae una almohada y algo para arroparte, de ahora en adelante dormirás junto a mi cama en el piso pues igual como se me puede antojar un vaso de agua a media noche podría querer que repasaras mi coño con tu lengua, nunca se sabe.
Alex: Si señora.
Obedientemente fue por sus cosas y se acomodó en un tapete junto a mi cama. No es que fuera incómodo dormir allí pero si era un poquito humillante mas no para el que gustoso y casi feliz se acomodó mirando hacia mi cama con los ojos bien abiertos.
Marcela: Deja de mirarme así Alex que detesto sentirme vigilada, mas bien voltéate y duerme que si te necesito te aviso.
A partir de esa noche donde con el abrebocas de la mamada de mi chofer habíamos iniciado una relación con bastantes altibajos el durmió en el piso junto a mi cama. Por lo general esperaba a que estuviera dormido para despertarlo siempre de una manera diferente, unas veces acariciando sus bolas con mis pies, otras casi sentándome en su cara para que me comiera el coño y correrme en su boca. A veces me limitaba a ver su cara de asombro al ser despertado de esa manera y yo me deleitaba utilizándolo como una especie de vibrador humano al cual tomaba y desechaba cuando quería.
Durante el día usualmente no teníamos ningún contacto físico, solo una relación laboral aunque en ocasiones al despedirme de el antes de entrar a alguna reunión lo besaba apasionadamente en la boca y lo dejaba desconcertado y excitado esperándome en el carro.
Un día de tantos, semanas después me pidió permiso para ir a su casa a la que hacía días no iba pues prácticamente se había mudado a la mía y mas exactamente a mi cuarto. Yo le permití irse una noche de sábado con la condición que regresara al día siguiente a las 6 p.m.
Ese domingo lo aproveché para hacer algo diferente y antes de las 6 p.m. estaba de nuevo en casa esperándolo. Dieron las 6:30 p.m. y el aún no llegaba. Fue entonces cuando me dirigí a mi alcoba y saqué el pequeño látigo que había comprado para este tipo de ocasiones. El estúpido de Alex ni se imaginaba lo que le esperaba al llegar a casa, si es que llegaba.
Llegó casi a las 7 p.m. y trató de darme una explicación pero le indiqué que se abstuviera de hacerlo levantando una mano y acercando mi dedo índice a sus labios.
Alex: Doctora yo mi mamá
Marcela: No digas nada Alex, no hace falta. Creo que he sido paciente y complaciente contigo, es o no es así?
Alex: Si señora.
Marcela: Repite después de mí: usted ha sido buena, paciente y complaciente conmigo y merezco un castigo por mi demora.
Alex: Usted ha sido buena, paciente y complaciente conmigo y merezco un castigo por mi demora.
Marcela: Muy bien Alex y sabes cual es ese castigo?
Alex: No señora.
Marcela: Eres conciente que has abusado de mi bondad y tendrás que pagar las consecuencias?
Alex: (pasando saliva) Si señora.
Entonces le enseñé el látigo que tenía en la otra mano y sus ojos se abrieron desmesuradamente conciente ahora de lo que le esperaba.
CONTINUARÁ