miprimita.com

Sexo, amor y lágrimas

en Hetero: Infidelidad

SEXO, AMOR Y LÁGRIMAS

Por: Horny

*******

Otra semana llegó a su fin, era viernes cultural y aunque al día siguiente debía trabajar no tenía que madrugar mucho por lo que decidí aceptar la invitación de Daniel de salir a tomar unas cervezas. Nuestra relación hasta ese día había sido estrictamente laboral pero en aquella ocasión noté que algo era diferente, que de un momento a otro las cosas habían cambiado. Teníamos en común que ambos éramos casados pero por cuestiones de trabajo vivíamos en otra ciudad, así que los dos estábamos solos y nadie nos esperaba temprano en casa, prácticamente como si fuéramos solteros.

La conversación fue fluida toda la tarde (ambos decidimos volarnos del trabajo un poco mas temprano), risas, música y un buen ambiente. Al anochecer optamos por ir a comer algo y luego a un lugar donde pudiéramos estar más a solas e incluso bailar un poco puesto que habíamos logrado un alto nivel de intimidad con el paso de las horas.

No se por qué pero solo me imaginaba estando con usted hoy – me dijo él – hoy estoy con "malparidez existencial"

Que expresión tan graciosa – contesté entre risas – pero sabe qué? Me siento igual, con un aburrimiento extraño.

Desde el mismo instante en que Daniel me invitó a salir sospeché que acabaríamos en la cama por lo que no me sorprendí cuando en medio de un vallenato nuestros cuerpos se acercaron automáticamente buscando en el otro el calor que tanta falta nos hacía por los días de abstinencia sexual (al menos de mi parte).

Un par de horas después estábamos retozando desnudos en mi cama donde me demostró que compensaba ampliamente las falencias de no ser muy atractivo físicamente y tener un pene por debajo del tamaño promedio con una manera especial de besar, acariciar... y muchas cosas aún más deliciosas que me hicieron vibrar de placer toda la noche.

Durante una semana no nos vimos, ni siquiera hablamos, pero no hacía falta, con lo de esa noche tuve material para recordar y fantasear todos esos días.

El viernes siguiente me llamó y hablamos en clave sobre lo bien que la habíamos pasado juntos.

Voy a pasar mi carta de renuncia hoy – le dije – conseguí un nuevo empleo en Bogotá y esta misma noche viajo para allá.

Y pensaba irse sin despedirse de mí? – me preguntó bastante sentido – mejor dicho, si no la llamo ni me entero que se va.

No diga eso Daniel – le contesté excusándome – pensaba llamarlo desde la Terminal de buses jejeje.

Al menos me permitirá pasar a despedirme? – preguntó él aunque la respuesta era mas que obvia – mire que ahora que estaremos a tantos kilómetros de distancia será muy difícil volvernos a ver.

Si – contesté – claro que quiero verlo, ahora estoy algo ocupada pero a eso de las 6 p.m. me desocupo. Pienso viajar a las 9 p.m.

No hay posibilidades que se quede hasta mañana? – preguntó él – le prometo que no se va a arrepentir.

Lo pensaré – le dije pícaramente – y estoy completamente segura que de quedarme no me voy a arrepentir.

A eso de las 5 p.m. volvió a llamarme.

Ya terminó lo que estaba haciendo? – me preguntó.

Aún no – le dije – y esto va para largo pues quiero dejar todos mis papeles al día para irme tranquila.

Yo la espero lo que sea necesario – me dijo – pero le advierto que estoy en el parque, a una cuadra de su oficina, con dos botellas de aguardiente frío que se muere por deslizarse por esa garganta tan bonita que tiene. Si no me cree que estoy acá asómese al balcón.

Me asomé y allá estaba él, sentado a la sombra de un árbol. Me saludó con la mano y sonrió.

Le pedí a Ángela, mi secretaria, mi amiga y confidente que fuera a buscarlo y lo convenciera de entrar mientras yo enviaba un e-mail a mi jefe. La oficina era una casa de dos pisos donde solo trabajábamos Ángela y yo.

Mientras ella volvía con Daniel me conecté a Internet y aproveché para entrar al messenger. No había nadie pero cuando me iba a desconectar ingresó mi esposo. Me alegré mucho al verlo y comencé a contarle las últimas novedades, que acababa de pasar mi carta de renuncia, que mi jefe lo había tomado mal, que posiblemente viajaba esa noche etc. Mis dedos se deslizaban rápidamente por el teclado, emocionada por todo lo que le estaba contando... lo malo es que mi elocuencia no fue correspondida, él estaba muy frío conmigo, más que de costumbre.

Qué pasa? – le pregunte – no te alegra saber que vamos a volver a vivir juntos?

Necesitamos hablar – me dijo simplemente – pero cuando llegues.

Me asustas – le contesté – dime de que se trata.

No quiero continuar con esta relación – me dijo escuetamente y sin anestesia – pero lo discutimos cuando vengas, el messenger es muy impersonal.

No, acaba de matarme de una vez – le dije en medio de mi desesperación.

No podía creer lo que estaba leyendo, me estaba terminando... y por messenger!! Tenía que ser una broma, las cosas no estaban tan mal como para separarnos, o por lo menos eso pensaba yo.

Simplemente quiero estar solo – me dijo – solo y tranquilo, no sirvo para estar casado, tengo 34 años y me he dado cuenta que no he hecho nada con mi vida, necesito estar libre para poder salir adelante.

En ese momento me recliné sobre el teclado, las lágrimas brotaron de mis ojos de manera incontrolada. Justo en ese momento entraron Ángela y Daniel.

Tan mal está por su partida? – me preguntó Daniel al verme llorar.

No es por eso – le contesté – es por esto, le dije señalando la pantalla.

Se acercaron ambos y leyeron.

Hijo de puta.... – dijo Daniel – todo lo que dice es pura basura, seguro tiene otra.

Si – le dije – eso mismo pienso.

De la tristeza total pasé a la rabia. Era como si ese hombre me hubiera clavado un puñal por la espalda. Tal vez era eso lo que más me molestaba, que era él y no yo quien estaba dado punto final a esta relación, arrojando a la basura casi 8 años de matrimonio.

Comencé a insultar a mi ex, pero obviamente le gritaba era a la pantalla mientras Daniel me miraba divertido diciendo que nunca me había visto así pero que me veía bonita enojada.

Que te vaya bien con ella – le escribí a mi ex.

No hay otra – contestó él – no se trata de eso y por favor no te pongas con reproches que me duele la cabeza.

Me refería a otra cosa, cuando hablo de ella me refiero a tu tranquilidad, que te vaya bien con ella – le dije para rematar.

De la rabia pasé a la risa, una risa irónica como para ponerle los pelos de punta a cualquiera; parecía una loca. Al otro lado de mi escritorio Ángela y Daniel me miraban asombrados pero comprensivos.

Permanecí unos quince minutos mas en el Messenger con mi ahora ex esposo y entre frase y frase amarga que escribía me apuraba un trago de aguardiente, cortesía de Daniel.

Me despedí de mi ex con un hasta nunca, él me escribió hasta siempre... y me desconecté.

A las 6 p.m. Ángela me dejó a solas con Daniel pues debía estar temprano en su casa; sus hijos la esperaban. Puse música de despecho y por espacio de una hora hablamos con él de lo que me acababa de ocurrir mientras brindábamos por mi nuevo estado civil. Mi vida había dado un giro completo, primero en lo laboral y ahora en lo sentimental, todo en menos de 24 horas.

Por un momento me sentí vacía, con la mente en blanco, no sabía cual iba a ser mi siguiente paso. Entonces Daniel, viendo mi embotamiento, me pidió que bailáramos ahí mismo, en mi oficina; yo por supuesto acepté. Estuvimos pegados mucho, mucho rato; más que un baile parecía un abrazo. Yo me apoyé en él como una niña desvalida y perdida, pero no lloraba, me limité a recostar mi cabeza en su hombro intentando mantener el ritmo, dejándome llevar por él, porque yo no tenía cabeza para nada. Me acarició la espalda, el cabello y la nuca proporcionándome un gran bienestar, una paz increíble que me hizo olvidar, al menos por un momento, el enredo que tenía en mi cabeza y en mi corazón.

Comenzamos a besarnos en los labios, suave y lentamente sin dejar de bailar hasta que fuimos interrumpidos por el anuncio de un mensaje de texto en mi celular. Era de Ángela y decía así: "una idea, métanse en la tina, rico ¿no?". Se lo enseñé a él sin decir nada, solo sonriendo, de modo que fuera una invitación muy tentadora.

No sabía que el baño de su oficina tuviera tina – me dijo él.

Si – le dije – y nunca la he usado acompañada.

Lo tomé de la mano y lo llevé hasta el baño; encendí solamente una vela que mantenía sobre una repisa porque me gustaba relajarme los sábados en la noche, a media luz, escuchando música suave mientras tomaba un largo baño de espuma.

Nos ubicamos frente al espejo que estaba sobre el lavamanos. Allí me di la vuelta de modo que quedé mirándome en él. Daniel se pegó a mí por detrás y comenzó a besar mi cuello mientras acariciaba mi abdomen por encima de la ropa. Ese día iba vestida completamente de negro, como para la ocasión, parecía de luto como una verdadera viuda: un pantalón y una blusa que más bien era un pedacito de tela que solo cubría mi pecho y abdomen.

Sus besos en mi cuello me excitaron mucho así que eché mi cabeza hacia atrás sobre su hombro. Él subió sus manos un poco más acariciando mis senos para luego halar hacia abajo blusa y sostén dejándolos al descubierto.

El espejo devolvía mi imagen relajada: senos al aire con un par de manos aprisionándolos, labios separados, ojos entreabiertos. Él se pegaba a mí como un perrito deseoso, presionando su miembro duro contra mis nalgas. Yo me encontraba deliciosamente atrapada entre Daniel y el lavamanos.

Me separé un momento únicamente para abrir la llave de la tina y que así se fuera llenando de agua fría, mientras nos desnudábamos muy lentamente. Me quitó un collar que llevaba puesto, los aretes, el reloj y luego la ropa prenda por prenda y yo a él, sin dejar de mirarnos, deseándonos y devorándonos con los ojos, acariciándonos como si nos tocáramos por primera vez.

Ya desnudos tocamos el agua y el frío nos apagó ligeramente, pero solo el cuerpo porque las ganas permanecieron intactas. Me senté de medio lado entre sus piernas, el recostado. Tomé el jabón y comencé a pasarlo por su cuerpo. Su verga hace unos minutos tiesa ahora reposaba relajadamente; comencé a enjabonarla, luego los testículos, de allí subí a su abdomen, luego a su pecho, bajé por sus brazos y sus piernas hasta llegar a los pies. Entonces Daniel me quitó el jabón y me pidió que me recostara en su pecho para proceder a enjabonar el mío. Fue algo indescriptible y duró mucho tiempo.

Mientras efectuaba esa maniobra giré mi cabeza y lo besé de nuevo en los labios. Comenzó a jugar con sus manos húmedas en mi pelo, le encantaba hacer eso, revolvérmelo hasta dejarme como una loca. Afortunadamente lo tenía bien corto.

Minutos después estábamos buscando la manera de que nuestros genitales se encontraran. Primero nos ubicamos frente a frente, luego de medio lado pero era difícil, por eso, en medio de risas nerviosas por parte de ambos, opté por colocarme en cuatro patas, instalando mi pecho cómodamente bocabajo donde el había estado recostado. Se arrodilló detrás de mí y comenzó a besarme las nalgas, a mordérmelas cada vez mas rápido y agresivamente, acercándose a mis orificios; allí me besó y lamió susurrando cosas ininteligibles haciéndome gemir de placer. Moví mi culito hacia atrás indicándole que me penetrara. Cuando lo hizo se aferró a mis senos para que no se bambolearan sin control halándome los pezones. Luego me tomó por las caderas para marcar mejor el ritmo. Gozaba como una loca y él no se quedaba atrás.

No pares Daniel – gemía – que gusto me das.

Estás muy rica – me decía él sin dejar de bombearme.

Cuando se corrió se derrumbó exhausto sobre mi espalda.

Permanecimos así, abrazados y agitados mientras recobrábamos la respiración. Nos sentamos de nuevo en la posición inicial pero esta vez me abracé a una de sus piernas mientras dejábamos que la tina se desocupara. Una vez estuvo vacía nos salimos y nos secamos. Cuando estaba terminando de secarme me incliné hacia delante, momento que él aprovechó para acercarse a mí por detrás y abrazarme fuertemente a la altura de mis nalgas. Me incorporé, él subió sus brazos hasta mi cintura y comenzamos a bailar nuevamente; me di la vuelta y continuamos bailando ahora besándonos por tanto tiempo y de una manera tan apasionada que tuvimos ganas de hacer el amor de nuevo. Le sugerí que fuéramos a mi cama para estar más cómodos; lo malo era que teníamos que vestirnos para salir y caminar unos pocos metros hasta el lugar donde yo vivía. Fue un suplicio vestirnos y tardamos una eternidad; pensé que no íbamos a poder aguantar y que terminaríamos arrancándonos de nuevo la ropa, cada prenda que nos poníamos encima implicaba un beso, una caricia, una mirada. Todo ese momento fue de un erotismo impresionante.

Salimos rápidamente de la oficina y al llegar al apartamento nos fundimos en un abrazo casi sin esperar a cerrar la puerta. Caminamos hasta la cama pegados, apretándonos y besándonos y al llegar a ella procedimos a la "difícil" tarea de desnudarnos nuevamente. Por obvias razones no tardamos mucho y una vez desnudos nos tumbamos en la cama de medio lado y frente a frente.

Él metió una de sus piernas entre las mías y yo froté mis genitales contra ella mientras nuestros labios se partían a besos. Estaba muy excitada, casi le hacía daño mordiéndole los labios, apretándolo con mis manos y uñas para pegarlo aún más a mi, aunque ya no se pudiera más.

Vamos uno a cero – le dije con voz entrecortada haciendo alusión a que yo aún no había tenido un orgasmo y el si.

Tranquila mamacita que eso lo resolvemos ya mismo – contestó él.

Se colocó encima de mi y comenzó a bajar por mi cuello hasta mis pechos. Se pegó a ellos pero no solo en el pezón sino lamiéndome de arriba abajo y de lado a lado, manejando la lengua y los labios como todo un experto.

Uffff Daniel, que rico me haces – gemía yo.

Que tetas tan buenas – decía él – me encanta chuparlas.

Nunca me habían besado así... era tan delicioso que me sentía a punto del orgasmo. Me moría porque me penetrara, por acabar de una vez con ese suplicio y correrme y me preguntaba por qué no lo hacía hasta que me fijé que a pesar de estar evidentemente muy excitado su verga no estaba lista, reposaba flácida en medio de sus piernas. No me preocupé por eso y comprensivamente fingí no darme cuenta y resolver el problema con mis propias manos. Fue así como comencé a acariciarme, a masturbarme mientras él seguía concentrado en lo suyo, con lo cual yo tuve doble estímulo en mis zonas más erógenas. Mi vagina estaba completamente encharcada, empapada con mi humedad más íntima. Mi clítoris tan inflamado que con solo rozarlo las sensaciones se multiplicaban por todo mi cuerpo. Parecía abstraída del mundo, como si solo existiéramos él y yo y esa cama y que todo lo demás hubiera desaparecido. La vista se me nubló cuando llegó el orgasmo, me estremecí chocando contra su cuerpo y gimiendo.

Ahora si vamos uno a uno – dijo él sonriendo – pero no me gustan los empates.

Entonces levantó mis piernas de modo que mis pies quedaran a lado y lado de su cabeza, para penetrarme en esa posición. Sumergió su verga en mi vagina que aún se estremecía. Mi canal de placer se cerró sobre él atrapándolo... y efectivamente lo atrapó en su deliciosa y húmeda red durante mucho rato más.

Al terminar me recosté sobre su pecho, acariciándolo y besándolo mientras él me hacía cosquillas en el cabello.

No quisiera soltarla – me dijo él – no quisiera dejarla ir.

Ya me fui Daniel – contesté.

No – dijo él – ya la dejó el bus jejeje. Hablando en serio, presiento que esta no es la última vez que nos vamos a ver.

Yo pienso lo contrario, que esta es la última vez.

Apenas Daniel se fue rompí a llorar, volviendo a la realidad. Mi cuerpo había logrado satisfacer las necesidades animales pero el corazón estaba vacío. Una cosa es el goce pasajero de una relación furtiva y otra el placer infinito de hacer el amor con el hombre de tu vida. Durante el acto sexual se puede sentir prácticamente lo mismo pero el verdadero problema comienza después de... o como me dijo un buen amigo: muchos pagan arriendo en el corazón pero solo uno está siempre.

Mas de Horny

Los Pecados de Victoria

Novicia

Cinco sentidos

Comiéndome su culito

Mi reputa… ción

En el instante justo en el sitio inapropiado

Orgasmo anal

Como se bañan los hombres y las mujeres?

No tengo novio

Lo que cuesta el amor verdadero

Secretos de alcoba (2)

El Closet

Secretos de alcoba

Lo que mi cuerpo dice

Arrodíllate y chúpamela

El profe de música

Un largo beso de buenas noches

No eres mi tipo

Más preguntas y respuestas

Doble infidelidad

Perra obsesión (5)

Naufragios: amantes en potencia

Nunca es tarde para ser infiel

Perlas de placer

Perra obsesión (4)

La puta y el cliente

Algo más que sexo

Juegos adolescentes (2)

Durmiendo con el enemigo (3)

La cobra y el tigre

Durmiendo con el enemigo (2)

Leche y chocolate

Durmiendo con el enemigo

Ama de casa infiel

Juegos adolescentes

Perra obsesión (3)

Leer, escribir, valorar y comentar

Doble Placer

Preguntas más frecuentes

Tormenta de lava

Camino a la perdición (3)

Camino a la perdición (1)

Camino a la perdición (2)

Buscando la mujer 10: las usadas

Explorando mis orificios

La leona de dos mundos

Perra obsesión (2)

40 grados bajo las sábanas

Tantrismo: sexo y espiritualidad

Del placer al orgasmo

Prostituta sentimental

Juegos infantiles

La perla de la Polinesia

Las etapas de un novio

Perra obsesión (1)

Mi mente vuela hacia tí

Esclavo sexual (11)

El amargo sabor de la venganza

Mi pastel se ha hecho un bollo (1)

Festival de cine erótico

Sus 9 botones de placer

Chantaje

Callejón sin salida

Culona, tetona y labiona

DULCE DESPERTAR

Sea un buen animal

Esclavo sexual (10)

Cesar de nuevo...

Tríos de amor: ¿la nueva moda?

Sábanas rojas de satín

Esclavo sexual (9)

Paloma mensajera

Reten ilegal

Cesar

Esclavo sexual (8)

Amigas y amantes

Una tarde húmeda

Esclavo sexual (7)

Mi reencuentro con diego

Reglamento de mamadas

Esclavo sexual (6)

Esclavo sexual (5)

Por partida doble

Esclavo sexual (4)

Jugando con fuego

Esclavo sexual (3)

Esclavo sexual (2)

A bordo del placer

Esclavo sexual (1)

Perdidos en el Amazonas

Dolor de concha (02)

Dolor de concha (01)

La última vez con Diego

Mis experiencias en el mundo gay

Su rica verga curva

Nueve lunes por camila

Mi primer trio

Las mieles de la lluvia

Mi primera vez por el culo

La Mecedora