miprimita.com

Las dos chicas que mas placer me han dado

en Trios

Un sábado de final de verano, por la tarde, me encontraba corriendo como hago habitualmente por la calle. Es una zona de amplias aceras con zona para ciclistas. Eran sobre las ocho de la tarde, y luego había quedado con un amigo para salir a tomar algo. Poca cosa. No soy de noches movidas. Solamente en fechas puntuales y días puntuales.

Me considero un chico del montón. No creo que sea un chico que llame la atención, pero tampoco feote. Mido 1’77, unos 80 Kg de peso, moreno y ojos claros. Mi típica barriguita de los chicos que ya estamos en los 30, pero sin exagerar. Me intento mantener en forma corriendo. Creo que tengo unas piernas bien musculadas y unas espaldas anchas, que para no haber hecho pesas creo que están bien. Lo que me ha dado la naturaleza, vaya.

Pues llevaba ya unos cuatro kilómetros corridos, por lo que ya había empezado a sudar, en el momento que me sentía observado. A pesar de llevar los cascos e ir escuchando música, algo hacía sentirme más o menos incomodo. Transcurridos unos minutos aprecié que llevaba un buen rato con dos personas detrás de mí. No las veía pero oía ligeramente las ruedas de una bici, y al mirar de reojo también vi que alguien iba en patines. Eran dos chicas que estaban hablando entre ellas y riéndose. Estaba claro que estaban hablando de mí. Yo que soy un chico más bien tímido, no sabía muy bien cómo reaccionar, pero no quise darle importancia y seguí. Como la actitud de ellas seguía igual y ya me habían dicho un par de piropos, a los que realmente yo no solía estar acostumbrado, la verdad, me quité unos de los cascos del oído y me giré para ver si conocía a alguna de ellas y me estaban gastando una broma. No las conocía. Pero una vez girado, tampoco podía hacerme el despistado, por lo que pregunté muy educadamente si nos conocíamos. Ellas me contestaron que no, con una sonrisa amplia. Yo realmente no sabía dónde meterme. Entonces les pregunté que a qué venia que me siguieran desde hacía un rato, a lo que ellas, de una forma muy descarada me dijeron que les gustaba lo que veían, y que para tener vistas peores iban siguiendo mi culito.

Yo me quedé a cuadros. Pasaron unos segundos en los cuales yo intenté poner en orden las ideas para saber que iba a decirles ante aquella “declaración de principios” por parte de ellas. Realmente solo hablaba una de ellas, la que iba en bicicleta, mientras que la que iba en patines solo hacía que mirarme y sonreír. Me debí quedar con cara de tonto, pues estaba mirándolas sin saber que decir. Pude ver que las dos eran realmente unos pivones. La que iba en bici llevaba unas mallas hasta por debajo de la rodilla gris claro, y le marcaba unas curvas en las piernas espectaculares. Conforme pedaleaba se le formaba unos pliegues a la altura de la cadera y la ingle que era increíble. Debía practicar mucho deporte, pues esas piernas eran espectaculares. Además llevaba una camiseta anudada bajo sus pechos, dejando ver toda su lisa tripita y marcando las curvas de sus grandes pechos que me dejó boquiabierto doblemente. Además con los baches se le movían de arriba abajo marcando sus dos pezones en la camiseta blanca, que denotaba claramente que no llevaba sujetador. A pesar del tamaño las tenía muy pitas, y por el movimiento deduje que no eran operadas. Aquello me estaba poniendo realmente cachondo. Además tenía el pelito castaño claro liso por debajo de los hombros, que le hacía tener una cara angelical. La otra era una chica algo menos guapa, de pelito corto, casi a lo chico, pero con unos ojos grandes y unos labios carnosos. Llevaba unos pantaloncitos cortos y una camiseta de tirantes tipo baloncesto. La verdad es que la holgura que se le veía bajo el brazo era espectacularmente grande, por lo que se le debía de ver todo desde un ángulo adecuado.

Estaba yo turbado por la situación y por la visión cuando la chica que llevaba la voz cantante me dijo: “Eo, que estamos aquí!!! No se si te habremos asustado por la cara que pones”.

Yo volví a la realidad y me paré en seco. Me armé de valor para seguir hablando con ellas. Les dije: “perdonar, pero me parece una situación un poco rara”. Ellas se echaron a reír y me dijo la chica de la bici que no tenía nada de raro. Que habían salido a dar una vuelta y al verme habían querido conocerme. Yo me eché a reír. Vamos, pensaba yo. En la vida he tenido un éxito grande con las chicas y ahora va y se fijan en mi dos bellezones de primera. Para entonces había optado por dejar la vergüenza a un lado y me puse frente a ellas y les dije: “Pues conozcámonos”. Me acerqué a un banco que había a unos cinco metros y me senté en el. Ellas me siguieron con la vista y la chica de la bicicleta se bajó de ella y se acerco al banco llevando la bici con las manos y apoyándola en el seto de plantas que había. Pude verla andando, con las mallas súper apretadas y esas curvas prodigiosas, marcando cada parte de su piel y de su ropa interior. Al darse la vuelta para dejar apoyada la bicicleta le pude ver como marcaba el culo con las mallas. “Madre de Dios” me dije para mis adentros. Marcaba un pequeño tanga y era el culo más perfecto que jamás había visto. Reíros de la Beyonce y de sus curvas. Una pasada. Mientras tanto la otra chica se había sentado en el banco de enfrente y estaba quitándose una de las botas de patines. Pude ver entre sus pantaloncitos, que le venían bastante grandes, que no llevaba ropa interior. Increíble. Puede ver perfectamente un pequeño hilo de vello sobre su rajita durante un escaso segundo, lo cual me puso a cien pero a la vez pensar en donde me estaba metiendo. Al acacharse para quitarse la bota, y como la camiseta le venía también con bastante holgura, pude verle sus dos pechos, de tamaño medio y con una aureola espectacular. No me podía creer todo esto.

La verdad sea dicha, a pesar de lo que estaba viendo no me empalmé. Me recorrió un no se que por los huevos, pero mantuve el tipo. Entonces me levanté, y a pesar de ir todo sudado, me acerque a la chica de la bicicleta y le dije: “Hola, yo soy Oscar, encantado” y le di dos besos en la cara. Ella me los dio igualmente pero noté como se acercó exageradamente, lo cual me envalentonó. Ella se llamaba Rocío y su amiga me dijo que se llamaba Rosa. Me acerqué y le di dos besos cogiéndola por la cintura. A pesar de llevar ropa tan grande tenía una cintura fina y bien dura. Esta vez me acerqué yo y pude notar hasta sus duros pezones en mi pecho. Las dos eran altas, median alrededor de 1’70. Rosa no dijo nada, pero no me quitó los ojos de encima. En ese momento, dije yo, “pues ya nos hemos conocido…… y ahora que??”. Entonces dijo Rocío: “pues ahora es cuando nos conocemos mas todavía”.

Toda esta historia me estaba dejando sin palabras. No sabía dónde íbamos a llegar. Sin dejar de hablar me dijo que iba a hablar muy claro. Me senté para escuchar. Me dijo que eran dos chicas normales, que no me asustara. Que eran pareja. Que llevaban un tiempo hablando de introducir una tercera persona en la relación de forma esporádica, y que le apetecía mucho que esa tercera persona fuera chico. Me dijo que me habían visto alguna otra vez correr por aquí, y que les apetecía conocerme y si había conexión que quizás podía ir la cosa a más. Yo estaba a cuadros. Me froté la cara y les dije:

-A ver si lo he entendido. Me queréis conocer por que queréis hacer un trió, básicamente, y el elegido para ello soy yo, no???

-Si, contestaron.

-Anda ya., dije riéndome.

Ellas se quedaron serias mirándome. Lo que hizo que dejara de reírme. Y me dijo Rocío: “que no te gustamos?”.

-No, no. O sea sí. Si estáis muy buenas. Por eso me rio. Porque estáis demasiado buenas.

-Entonces, cual es el problema, preguntó Rosa, saliendo de su silencio.

Aquello fue lo que me hizo ver que iban totalmente en serio. Yo no daba crédito. Entramos entonces en una pequeña conversación trivial sobre mi incredulidad y que si no estaba seguro que no pasaba nada. Al final me explicaron con más calma lo mismo. Mientras hablaban yo me di cuenta que eran personas con estudios, que se expresaban muy bien y con seguridad, razonando las cosas. Ante aquello terminé por creérmelo y les dije:

-Muy bien. Me parece bien. Vamos, me parece perfecto. Pero ahora qué?

-Pues ahora que si no tienes nada que hacer mejor, te vienes con nosotras a nuestra casa.

-¿Ahora? Pero si voy sudado……

-Mejor- dijo Rosa. Hablaba poco, pero cuando lo hacía me dejaba sin palabras.

Me armé de valor, y pensé “adelante, a ver donde me lleva todo esto”.

Llegamos a una finca que estaba a unos 5-6 minutos corriendo. Era una finca con zona común. Entraron en un habitáculo en la entrada y dejaron la bicicleta y los patines. Entramos en el zaguán tercero por la derecha y pulsaron al ascensor. Se abrieron las puertas y entramos entre risas nerviosas. Observé que había nueve plantas y pulsaron a la última. En cuanto se cerraron las puertas Rocío se abalanzó sobre mi propinándome un mojado beso de tornillo mientras me la acercaba con la mano derecha que le había puesto en su increíble trasero y le metía los dedos entre las piernas para intentar acariciarle desde fuera de las mallas su sexo. Estaban increíblemente duras sus nalgas. Rosa lo estaba observando todo mirando el espejo del ascensor, por lo que estaba de espaldas a nosotros. Estiré la mano que me quedaba libre y se la metí a Rosa entre la camiseta y el brazo, acariciándole sus pezones bien tiesos, lo que hizo que se recostara hacia atrás apoyando su cabeza en mi pecho por el lateral que dejaba libre el cuerpo de Rocío con el beso que nos estábamos dando. Rocío hábilmente ya había metido su mano por el lateral de mis pantalones cortos y estaba sobándome los huevos, poniendo mi polla bien tiesa.

Nos despertó de este trance la parada del ascensor, por lo que mientras se abrían las puertas, volvíamos a un estado lo mas normal posible, dentro de lo anormal que es que se me notara una tremenda erección bajo los pantalones de correr que llevaba. Nos metimos en su casa donde actuaron de la forma lo mas normal posible. Me ofrecieron algo de beber y me llevaron de inmediato a una habitación, donde tenían una cama de dos por dos metros, inmensa. Rosa quitó la sabana de encima y extendió una especie de toalla grandísima, que abarcaba casi toda la cama. No lo entendí muy bien, pero a esas alturas ya no me parecía nada mal. Rocío me cogió de la mano y me acercó a ella. Cuando estaba frente a ella me siguió besando mientras me quitaba la camiseta y se acachaba muy sensualmente bajándome de una vez los pantalones y los calzoncillos que llevaba. Me dio algo de reparo pues todo estaba bastante sudado, y por lo tanto con un olor algo intenso, pero eso mismo parecía que la ponía más cachonda por momentos. Se inclinó con las piernas rectas, doblando el tronco e introduciéndose mi polla en la boca, haciendo unos sabios movimientos con sus labios que volvieron a ponerla rígida como el hierro. Yo me incliné hacia adelante sobre su espalda y le metí la mano entre mas mallas y el tanga, recorriendo su culo, pasando por su ano hasta recorrer su sexo húmedo. Era lo más sensual que me había pasado en la vida. Vi que Rosa ya se había desnudado por completo y estaba encima de la cama haciéndose un dedo de una forma muy delicada mientras nos miraba. Pude ver que aunque no era tan guapa como Rocío, tenía un cuerpo espectacular, no tan curvado como Rocío, pero muy excitante. Tenía dos senos de tamaño medio y con dos pezones que culminaban sus aureolas inflamadas y apuntando al cielo que eran una delicia. Su sexo era precioso, con una línea de vello que culminaba en sus labios del coño, que ya le brillaban por la fricción de sus dedos sobre ellos. Sus labios mayores los tenía totalmente salidos hacia el exterior, dándome unas tremendas ganas de chuparlos y succionarlos. Eran muy grandes y oscuritos. Sus piernas aun siendo más delgadas que las de Rocío, estaban muy bien perfiladas y perfectamente abiertas para poder divisar desde mi posición el espectáculo que me estaba ofreciendo.

Le empecé a bajar las mallas a Rocío, por lo que ella se incorporó dejando respirar durante un instante a mi polla. Mientras me arrodillé para quitarle las mallas y el tanga, ella se quitó la camiseta que llevaba, dejando al aire sus increíbles y grandiosas tetas. El movimiento que adquirieron de dejó hipnotizado. Desde mi posición, a ras de suelo, veía las curvas de sus tetas moviéndose, y no alcanza a ver sus pezones, de lo altos que los tenia. Pero acto seguido me fijé en su depilado coño, ya brillante de la excitación que llevaba. Tenía los labios mayores muy distintos a los de Rosa, más pequeños y no tan salidos, pero tenía un clítoris que de la excitación ya le empezaba a asomar, rosadito, que me abalancé sobre él para chuparlo mientras con una mano le recorría toda la longitud del coño hasta el ano, haciéndole en este punto un masaje circular e intentando meter el dedito en el, que debido a lo lubricado que lo tenía por las repetidas pasadas de mis dedos, casi no ofrecía resistencia. Todo ello venia favorecido por que ella estaba de pie y con una pierna subida encima de la cama, dándome una espectacular posición desde abajo. La cara de Rocío lo decía todo. Dejaba caer la cabeza hacia atrás dejando su pelo al aire, dejándose evadir por el placer que le estaba dando. Sus gemidos empezaban a ser muy sonoros, mientras Rosa, desde su posición aumentaba el ritmo de su autopaja, intentando acariciarle con uno de sus pies la pierna que Rocío tenía apoyada sobre la cama.

En ese momento me levanté y le di la vuelta a Rocío. Se quedó con los brazos apoyados en la cama, ofreciéndome todo su hermoso culo, mientras la veía toda su sensual espalda, y como remate de la misma, a medio metro, Rosa seguía en su labor. Al poner a Rocío en esa posición, Rosa se acercó abierta de piernas y le ofreció su palpitante sexo a su amiga, empezando ésta a succionarle el sexo y a jugar con uno de sus dedos en su coño, lo cual hizo que Rosa aumentara sus gemidos de forma significativa. Yo por mi parte, y ante aquel majestuoso culo le hice un repaso con la lengua a sus excitados orificios preparándolos para la embestida que le iba a dar. Me levanté, agarre mi pene, duro como una roca, y se lo inserté lentamente en su coño, mientras le agarraba por sus firmes caderas. Lo hacía en movimientos lentos, queriendo sentir cada centímetro de su sexo. Cuando se la metía entera, hasta los huevos, ella apretaba con fuerza sus músculos internos, produciendo un placer indescriptible. Mientras tanto dirigí mi dedo índice hacia su ano, introduciéndolo también lentamente, emitiendo ella un sonoro gemido, mayor que los que ya producía de forma casi constante. Ella empezó un pequeño movimiento de cadera que hacía más placentero el mete saca de mi pene, mientras ya le intentaba meter un segundo dedo por su culo. Aquello era increíble. Nunca me había podido imaginar algo así. No sé cómo sucedió pero fue como si estuviera ya escrito de antemano, ya que en el momento en que mis embestidas eran más rápidas,  mis dos dedos estaban en el interior de su ano, y Rocío le estaba chupando el coño a Rosa, y por la posición y movimiento de uno de sus brazos supuse que le estaba masajeando el preciado puntito de placer del interior de Rosa, me vino una oleada de placer interna que noté perfectamente como me recorría desde los huevos hasta la punta del pene y regué con tremendos chorros de semen el interior de mi Diosa. Lo mejor es que en ese preciso momento Rosa tuvo un espectacular orgasmo que la hacía temblar incontroladamente de cabeza a pies mientras emitía verdaderos chillidos de placer, que se confundían con los de Rocío y salía abundante liquido de su sexo, de forma que empapó entera a Rocío e incluso llegó a mojar mi pecho. Entonces comprendí el porqué de la gran toalla que extendieron en la cama. Fue algo espectacular y grandioso. Ni en las pelis porno había visto un panorama tan excitante. Yo me recosté sobre la espalda de mi Diosa particular mientras mi polla se resistía a ponerse flácida, y Rosa se tumbó sobre la cama aún en un estado de semitrance, con alguna convulsión esporádica en su pelvis, mientras Rocío me miraba y me guiñaba un ojo mientras me preguntaba si había merecido la pena. Lógicamente le dije que si, a lo que me contestó que aquí no acababa todo.

Nos tumbamos en la cama y empezamos a hablar de lo sucedido y poco a poco de la vida en general. Eran unas chicas de nivel adquisitivo medio-alto debido a sus puestos de trabajo. Una era medico y la otra secretaria de dirección con labores financieras en la empresa, pero ambas con estudios superiores. Eran muy cultas y conectamos  enseguida. Me sorprendió todo aquello. Nunca me pude imaginar que la medico “x” que te visita en la consulta, o que te hace una operación, sea tan morbosa y excitante. Pero si, cada uno tenemos nuestra vida normal y en privado cada uno es como es.

Me enseñaron la casa. Un ático con una terraza muy grande. Se lo podían permitir con esos dos sueldazos. Me dijeron que eran pareja, que llevaban cinco años juntas y dos en ese piso. Estaban rozando la treintena y una de ellas, Rocío, era bisexual y Rosa solo lesbiana, pero que últimamente lo habían hablado y querían incluir una tercera persona, hombre, a sus juegos sexuales. Pero que no querían que fuera a pasar de eso, juegos. Tenían las ideas muy claras, lo que me hizo respetarlas más todavía. Dos chicas jóvenes, con la cabeza muy amueblada y que en sus ratos de ocio se lo intentaban pasar lo mejor posible.

Me di cuenta que la habitación donde estábamos, tenía las paredes y el techo especial, distinto. Me dijeron que como ellas son muy gritonas, que habían forrado las paredes, techo y suelo con un material acústico, para no ser la comidilla de la finca. Hasta las ventanas de la calle eran dobles. Que chicas tan previsoras, me dije.

Después de un tiempo de conversación, nos duchamos los tres juntos en una ducha enorme que tenían. Fue muy excitante. Allí empezó un  nuevo asalto de los muchos que hubo ese fin de semana. Pero no voy a alargar más el relato. Quizás en otro nuevo.

A día de hoy mantenemos una relación excepcional los tres. Sin mayores compromisos, pero con roce cuando nos (mejor dicho “les”) apetece.

PLACER INFINITO

relatostos@hotmail.com