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Experiencias morbosas 1

en Hetero: General

EXPERIENCIAS  MORBOSAS 1

Todavía tenía el aliento entrecortado cuando vio a Ana, a la vez que tocaba en la puerta, asomar su cabeza preguntando si estaba despierta. Hacía breves segundos que Mabel se había proporcionado otro momento de los suyos, y se encontraba con uno de sus senos por fuera de la blusita de dormir y una pierna por fuera de la sábana. Tuvo la suerte que el resto de sabana le tapaba el resto de cuerpo, pues si no la hubiera visto perfectamente con su mano derecha metida dentro de sus braguitas de fina tela transparente negras, y algo humedecidas.

Recompuso como pudo la voz para preguntarle a su compañera de piso, ya dentro de su habitación, qué es lo que quería. Para el final de la pregunta Ana ya se había sentado en el borde de su cama. A poco que se percatara, en el ambiente había un aroma al sexo de Mabel bastante evidente, o por lo menos así se lo parecía a la propia Mabel. Procuró no sacar la mano derecha de debajo de la sábana para no aumentar ese olor en el ambiente, mientras disimulaba con la otra mano recomponiéndose la blusa y el pelo, mientras bostezaba haciéndose la recién despertada.

Ana le contó sus planes para ese fin de semana. Que iba a pasar su novio la noche del sábado en casa y que saldrían de fiesta y haría una cena en casa para los 3, o incluso para algún amigo más si se apuntaba. Mabel no quería alargar mas aquella situación y le decía a todo que sí, que no había ningún problema. Ana la abrazó dándole las gracias por ser un cielo con ella. Se despidió con un besito al aire mientras salía por la puerta.

Mabel la verdad es que llevaba pensado pasarse un fin de semana de gandulitis total, tirada en el sofá, viendo películas, waseando con sus grupos de whatsapp y comiendo pizzas pedidas a domicilio. De todas formas, realmente, el plan de su compañera de piso, y amiga, le parecía perfecto. Tenía muy buen feeling con Ander, el novio de Ana, y se lo pasaban muy bien cuando salían juntos: risas, bailes y más risas. Además con un poco de suerte podían volver a encontrarse con Iker, el amigo de Ander que tan impresionada dejó a Mabel la última vez que salieron de fiesta.

Se levantó de la cama, se miró sus piernas y su entrepiernas, y decidió que no hacía falta ningún retoque. Se cogió unas braguitas limpias, y su ropa de estar por casa y se pegó una ducha.

Era la mañana de un sábado de Mayo, caluroso y luminoso. Había tenido una semana agotadora y estaba en sus dos días de merecido descanso.

Cuando salió de la ducha no estaba Ana. Se hizo el desayuno y se sentó en el balcón a tomarse el tazón de café. Le gustaba relajarse mientras desayunaba, observando las ventanas y balcones de las fincas de alrededor. Había de todo, inquilinos mas pudorosos y menos. Ya los tenía bastante controlados. La vecina del segundo era un poco descuidada, y aunque solía cerrar las cortinas, no lo suficiente, y desde donde ella estaba podía verla cuando pasaba. Sabía la hora de la tarde que se duchaba, por que solía verla pasar desnuda, o con una toalla en la cabeza, sobre las 8 y cuarto, cuando venía del gimnasio o de hacer deporte. La pareja del tercero unas ventanas más a la izquierda si no eran exhibicionistas poco le faltaba. Ya los había visto más de una vez haciendo el amor, y la verdad le había sorprendido el tremendo falo del marido. Dos pisos más arriba vivía un adolescente que se pasaba las tardes mirando por la ventana, supone que desde su mesa de estudio. Lo había pillado más de una vez observando a Mabel. Ésta, que no es muy pudorosa, y le pone un poco la idea de ser observada, aprovechando su camiseta con amplias aberturas y sus pantaloncitos cortos que dejan ver más allá, sabía cómo moverse en el balcón para poner al crio a cien. Desde su posición no podía asegurarlo, pues no podía verlo exactamente, pero juraría que alguna paja se había hecho mirándola. Y luego está la vecina del tercero de un patio mas a la izquierda, que tiene sensaciones extrañas con ella. No sabe si la observa a ella, o es ella la que observa a la vecina. Se tienen un rollo morboso a la vez que precavido, pero Mabel, que por otro lado se considera muy hetero, al sentirse observada por la vecina, se ha llegado a poner algo cachonda y se ha refregado su sexo mientras la observaba, de forma disimulada,  mientras la vecina, no sabe si queriendo o sin querer, se cambiaba de ropa de una manera muy sugerente. Todo va por momentos, por horas, por días. Pero observar toda aquella amalgama de ventanas y balcones, observar la vida de los otros, sus actitudes, sus comportamientos, de siempre le había gustado. Supongo que por eso estudió psicología, para intentar comprender un poquito mejor la mente humana.

Esa mañana se estaba acabando el café y cuando se disponía a entrar, vio a la pareja del tercero en lo que parecía una discusión. Podía llegar a oír levemente las voces. Se quedó disimulando que bebía, observando cómo se recriminaban cosas mutuamente. Ella se sentó en la cama llevándose las manos a la cara, llorando desconsolada. Él permanecía de pie frente a ella. Estuvo así casi dos minutos, con cara de enfado. Ella no paraba de llorar. Se sentía mal Mabel de presenciar aquello. Entonces él se acercó a ella y la abrazó, pasándole los brazos por la cabeza mientras se la atraía ante sí consolándola, acariciándole el pelo. Estuvieron así un buen rato. Ella parecía que dejó de llorar. Fue entonces cuando Mabel, empezó a sentir cosquillas en su bajo vientre, mientras no separaba la taza de su boca como escondiéndose tras ella, mientras presenciaba como la mujer le desabrochó el pantalón y se los bajó junto a los calzoncillos y se metió su polla en la boca. Dicen que lo mejor de las discusiones, son las reconciliaciones, pensó Mabel. Vio perfectamente como crecía su falo en la boca de su mujer, mientras le masajeaba los huevos. El se separó, le dio un beso en la boca, y se dirigió a la ventana para, suponía Mabel, cerrarla. Pero desde la posición privilegiada de Mabel, y con la taza todavía en la boca, su mirada se cruzó con la del marido empalmado, levantó los brazos para correr las cortinas, pero estas no las movió ni veinte centímetros. El corazón de Mabel le iba a mil, sabía perfectamente que había dejado las cortinas abiertas para que ella pudiera observar todo perfectamente. La polla del hombre era enorme, y le subía bastante más por encima del ombligo empalmada. Se dio media vuelta el marido y desnudó lentamente a su mujer. Tenía un cuerpo bonito, muchas caderas para su gusto, pero bien proporcionado con sus grandes y vigorosos senos. Cuando la tenía totalmente desnuda le dio la vuelta y la puso a cuatro patas en la cama, y él de pie, desde los pies de la cama, sin más, le taladró el coño en un certero movimiento. Las embestidas fueron cada vez más fuertes y a mayor velocidad. Mabel estaba empezando a humedecerse, y cruzaba las piernas intentando darse un tímido placer acorde a lo que sus ojos veían y éstos enviaban a su cerebro. No pudo evitar mover una mano y tocarse sus duros pezones, para luego acariciarse por encima de las braguitas, pero por debajo del pantaloncito su sexo.

Ella no se percató que el vecino adolescente del quinto estaba observándola. Éste llevaba un rato mirándola y percibía que algo pasaba. El corazón se le aceleró cuando vio como se tocaba las tetas con una mano, mientras observaba muy atenta algo. Cuando vio que se metía la mano bajo el pantaloncito corto él se bajó la cremallera y sacó su ya hinchado miembro. Oculto por su escritorio y por la altura de su piso, empezó a menearse la polla lentamente mientras observaba a su vecina hacer movimientos bajo el pantaloncito. Se estaba poniendo verdaderamente cachondo. Con poco los adolescentes se ponen como motos, más todavía si desde su visión voyeur observaba perfectamente las maniobras de Mabel.

Mabel estaba ya muy cachonda, muy húmeda y excitada. Veía perfectamente como su vecino embestía por la retaguardia a su mujer, mientras esta dejaba escapar cortos y sonoros grititos mientras con una de sus manos se daba palmadas sobre su clítoris. El punto álgido vino cuando su vecino, con esas poderosas embestidas, mientras la tenía asida por las caderas para golpear más fuertemente si podía contras su culo en pompa, junto a los gritos que emitía su esposa, giró noventa grados su cuello y miró fijamente a Mabel. Ésta no te percató en un primer momento porque estaba observando el bamboleo de los pechos de la mujer y cómo el lateral de su cara estaba estrujado contra la cama, con los ojos cerrados y roja por los calores del momento. Pasado unos largos segundos se percató que le estaba mirando. No supo cómo reaccionar. Se quedó petrificada. Él no podía observar como Mabel ya tenía dos dedos metidos dentro de su húmedo coño, con la braguita apartada a un lado, dejando su depilado sexo semi al aire, cosa que su vecino adolescente podía observar a la perfección, aumentado el ritmo de su paja. Mabel se quedó quieta, no movía un pelo, solamente sus dedos rozaban sus labios vaginales lentamente, mientras sus ojos se clavaban en los de su vecino. Mabel estaba sentada, abierta de piernas, por la perspectiva su vecino follador solo podía verla medio cuerpo superior y la cabeza, a través de la barandilla de barrotes. Fue entonces cuando reconoció perfectamente dibujado en su boca como su exhibicionista vecino se decía “¿te gusta?” mientras taladraba una y otra vez a su esposa. Mabel se puso roja, pero como sabia que hablaba directamente a ella, se semiincorporó, poniéndose de rodillas, de forma que pudiera verla de cintura para arriba. El corazón le iba a doscientos, pero le pedía el cuerpo hacer eso. Estaba cachonda, se sentía perra y sucia. Su vecino podía ver perfectamente cómo se estaba haciendo un dedo, con la braguita recorrida y como con la otra mano, ya liberada del vaso de café, se tocaba los pechos por encima de de la camiseta. Estaba tan absorta en la mirada de su vecino que no se percató que podía ser vista por otros vecinos. Entre ellos estaba su vecino adolescente, que tras ese movimiento, no aguantó más y explotó en un orgasmo de abundante semen esparcido por debajo de la mesa de estudio, mientras golpeaba con fiereza el mástil de su falo, sacando hasta la última gota que le quedaba en su interior. Se recostó a un lado, para seguir observando a su cachonda vecina tocarse.

El vecino al comprobar que su vecina se estaba masturbando a su costa, por momentos sacaba su larga polla del interior de su esposa y se la ofrecía mientras se la masturbaba, para a continuación reanudar las embestidas a su mujer. No dejaba de observar a Mabel. Sacó su polla del coño de su esposa, le dio la vuelta y esta sentada al borde de la cama le introdujo su miembro en la boca. Era capaz de tragársela toda. Lógicamente estaba acostumbrada, pues introducirse semejante falo no se antoja trabajo fácil. El vecino tenía cogida la cara de su mujer mientras le follaba la boca, y mientras seguía mirando a Mabel. Esta estaba absorta observando la maniobra, e hipnotizada por esa enorme polla. Mientras había vuelto a meterse dos dedos en su chorreante sexo y pellizcándose sus duros pezones por encima de la camiseta. Fue entonces cuando se percató de la situación. Estaba es una posición que cualquier vecino de enfrente podía verla, y ella se estaba pajeando. Hizo un rápido visionado de las fachadas, y no observó nada, salvo moverse una cortina de la ventana de al lado de la vecina descuidada del segundo y la cara de su vecino adolescente mirándola con cara de vicio. Entonces sacó las manos de sus lugares prohibidos y volvió a mirar a los esposos. En ese momento vio como la mujer estaba arrodillada con la cabeza hacia arriba recibiendo gustosa la corrida del marido. Mabel vio perfectamente como cada chorro de semen era introducido en su boca, salvo un par que acabaron en la cuenca del ojo y en su pelo. Mabel se dio media vuelta y se introdujo en casa. Cuando estaba dentro, se giró y al ver a su vecino, el esposo pollón mirándola, le hizo un gesto de OK con el dedo pulgar hacia arriba mientras reía juguetona.

Era lo más excitante y morboso que había hecho nunca, pero le había gustado, y como no había podido acabar su paja y aprovechando que estaba sola, pues su compañera de piso se había ido a por su novio, se fue la ducha y recreándose previamente en su cuerpo, acariciándose lentamente sus pechos y su culo, acabó en su palpitante sexo, mientras dirigía el chorro del agua ya templada a su clítoris. Una sensación de placer recorrió su cuerpo, dejando volar gemidos tras gemidos mientras iba subiendo en un éxtasis de placer, apoyada en el cristal de la mampara de la ducha su cara y sus pechos, mientras el fuerte chorro de agua lo dirigía hábilmente a su sexo, hasta que pasados unos minutos le sobrevino un orgasmo increíble, acelerando la respiración y soltando unos gemidos graves de placer y mientras le flojeaban las piernas al poseerle unos espasmos incontrolables en sus piernas, llegando a conseguir un placer se esos que pocas veces se consiguen, fruto de la excitación y del morbo acumulado en el balcón de su casa.

Tras un par de minutos de respiración agitada, apagó el chorro de agua y se dio una ducha para eliminar cualquier rastro de olor corporal-genital y relajarse bajo la ducha. Apagó el grifo y cuando se disponía a salir se dio cuenta que había alguien más en el piso. Ana y Ander debían haber llegado ya. Entonces se percató que había dejado la puerta de su habitación y del baño abiertas. No sabía cuánto tiempo hacía que habían llegado, por lo que si habían pasado por el pasillo delante de su habitación, es posible que la hubieran oído e incluso visto tras la mampara de la ducha. Se secó y como no se había preparado unas braguitas, y al tener las anteriores totalmente mojadas de sus flujos, se puso una camiseta de las de tipo baloncesto largas para ir a buscar las braguitas.

En ese momento entró en la habitación Ana, con un sonoro “¿se puede pasar??....estás visible?”, sin esperar respuesta, seguido de su novio Ander. Antes de que pudiera contestar Mabel se encontraba saludando a Ander con dos besos, con una camiseta por momentos empapada que se le pegaba a su cuerpo y con sus braguitas empapadas escondiéndolas en la mano, mientras iniciaban la típica conversación banal sobre el viaje y el calor que hacía en esas fechas, al tiempo veía como a Ander se le iban los ojos a su camiseta, pues la tenía totalmente pegada al cuerpo marcando perfectamente la geometría de sus senos y sus dos pezones duros luchando por rasgar la tela de la camiseta.

Tras estas breves palabras, Ander salió de la habitación, seguida de su novia Ana. Pero ésta, antes de salir, se acercó al odio de Mabel y le dijo: “tia, menuda corrida te has debido de dar, se oían tus gemidos nada más entrar en casa”.

Mabel se quedó un poco a cuadros, sin saber qué contestar, pero en su interior le gustaba la idea de ser vista por su amiga y su novio. Salió de la habitación tras Ana, olvidándose ponerse las braguitas que iba a buscar cuando entró su compañera de piso en su habitación. Ayudando a poner la mesa para el desayuno, observaba como Ander no le quitaba ojo. Observaba cada uno de sus movimientos. Mabel era una chica muy desinhibida y no se daba cuenta que la amplia camiseta de baloncesto que llevaba puesta dejaba ver sus pechos moviéndose libres al hacer cualquier movimiento, tanto por la zona superior como por los huecos que se quedaban bajo sus brazos. Mabel no era una chica muy alta, y estaba delgadita, pero pese a ello tenía un buen volumen de senos, que junto a su juventud y por lo tanto sus carnes bien tensas, el espectáculo que presenciaba Ander era muy gratificante. Además le remataban sus dos grandes senos unos pezones rosados muy excitantes, todavía apuntando al cielo, realmente bonitos. Y si a eso le sumamos que no se había puesto las braguitas, un par de veces Ander pudo ver fácilmente los cachetes de su culo. Supuso que llevaba tanga de hilo, pues no vio tela de braguita; no podía ni imaginar que no llevaba nada debajo.

Se sentaron en la mesa a desayunar. Fue en ese momento cuando Mabel se percató que no se había puesto ropa interior. Sonrió levemente. Jugando mientras acompañaba a sus amigos en el desayuno, sentada, abría las piernas y las cerraba, dejando al aire su sexo, imaginando que Ander se agachaba a coger algo que se le había caído y la veía de esa guisa. Pero no podía ser vista por nadie, pues la mesa era de madera, no transparente.

Acabaron de desayunar y se fue Ana a cambiarse para ponerse algo mas cómodo, mientras Mabel se sentaba en un extremo del sofá y Ander en el otro. No podía verla de frente, por lo que solo veía las piernas de la compañera de piso de su novia. Mabel se había sentando de forma que ocultaba perfectamente su sexo tras la camiseta, pero era evidente que le estaba gustando este rollo exhibicionista. Comentaron que se iba a quedar hasta el domingo, y que no tenían planes prefijados, por lo que admitían sugerencias por parte de Mabel. En ese momento salió Ana. Llevaba una braguita (le gustaba ir por casa en braguitas de siempre) y una camiseta de tirantes atada con un nudo en la barriga de forma que se le convertía en top. Ander la miró y recordó por qué le volvía loco esa mujer. Tiene un culo y unas piernas espectaculares, fruto de sus años de gimnasio, un vientre liso y cintura fina. No tiene mucho pecho, pero si muy bien puesto. Es más alta que Mabel, y esos andares que tiene y esa mirada profunda de ojos, le vuelve loco a Ander. Le preguntó a su novio si no se ponía mas cómodo, que tardarían un rato en salir. Por lo que se levantó y se dirigió a la habitación de su novia a cambiarse. Salió a los pocos minutos con un pantalón cortito de correr y con el torso al descubierto. Estaba totalmente depilado, pechos, piernas, axilas. Aunque no tenia tableta de chocolate, si marcaba bien sus pectorales y músculos de los brazos y piernas. Mabel se imaginó como tendría la polla, dejando volar su imaginación y quitándole con la mente ese mínimo pantaloncito que llevaba. El volumen de su paquete se lo pudo imaginar cuando su compañera de piso hizo un comentario jocoso del cuerpo de su novio y le cogió con una mano el paquete del chico. “No estaba mal” pensó Mabel.

Ana se pasó la siguiente hora encima de su novio, mientras hablaban los tres en el sofá. Ana según la posición que adoptaba encima de Ander, se restregaba su culo en su paquete más o menos, mientras cualquier excusa era buena para darle un abrazo o un beso. Mabel juraría más de una vez en uno de esos movimientos de su compañera de piso sobre su novio verlo empalmado, por el volumen del pantaloncito. No habían pasado ni media hora de tertulia, cuando Ana se levantó diciendo que iban a tumbar un poco en la cama a descansar, pues Ander estaba un poco cansado. En ese momento Mabel si se dio cuenta de lo empalmado que estaba en chico, pues aunque se levantó inmediatamente después de Ana y se pegó a ella, el bulto en su entrepierna era bastante evidente. Mabel no pudo disimular y clavó los ojos en el paquete del chico, para levantar la vista y cruzarse con la de él. Ander sabía que Mabel había visto su paquete, por lo que se pegó más al culo de su novia para no dejar más en evidencia su hinchazón de polla.

No habían pasado si diez minutos, cuando, y a pesar de que habían cerrado la puerta de su habitación, Mabel oyó gemidos provenientes de la habitación de su compañera de piso. Mabel no pudo más que sonreír y se fue a su habitación a ponerse unas braguitas y a terminar de hacer la cama y recoger un poco el baño.

Se vistió y dando una pequeña voz, sin estar segura de que la habían oído, dijo que se bajaba a comprar al súper y salió de casa. Cuando estaba en el súper, para comprar cuatro cosas básicas y algo de picoteo y un par de botellas de vino, alguien se le acercó por detrás y le puso una nota en la palma de la mano, mientras le decía al oído, con voz profunda y varonil: “cuando quieras solo o con mi mujer”. Mabel se quedó petrificada. Se miró la mano y vio una nota con unos números, que serían de un teléfono móvil. Se dio la vuelta y vio entre la gente la espalda de un hombre que por el aspecto debía ser su vecino casado de enfrente. Lo confirmó cuando éste, a lo lejos, se giró la cabeza y le hizo un gesto de OK con el dedo pulgar hacia arriba, similar al que pocas horas antes le había hecho ella desde su casa a él. Se le pusieron unas hormiguillas en el estomago a la vez que se puso muy nerviosa. Se guardó el papel en el bolsillo de atrás del pantalón y se dirigió a las cajas.

Todavía le retumbaba en la mente las palabras del hombre de la polla grande cuando entró en casa. Se dirigió a la cocina a dejar la compra y a su habitación a ponerse su camiseta de baloncesto de estar por casa, ahora sí con braguitas. Ana estaba en el salón. Ander suponía que se había quedado en la habitación. Ana vio a Mabel con una cara rara, por lo que le preguntó si ocurría algo. Esta dudó en contárselo, pero finalmente y por la insistencia de Ana lo hizo. Se lo contó en voz baja, para que no lo oyera su novio. Le contó todo, como vio la escena desde el balcón, como se empezó a excitar, como follaba el tío, la polla que tenia, como se masturbó ella. Todo. Hasta el OK desde la ventana y, por supuesto, la nota que le había dado. Ana se quedó de piedra. Le comentó jocosamente que se había excitado con su relato, y le hizo la broma de que lo llamara y se lo follaban las dos, con esa polla que decía Mabel que tenía.

En ese momento salió Ander, y Ana se dispuso a contárselo, cuando Mabel le dijo que no con un sonoro grito. Eso hizo que Ander insistiera mas y mas, cosa que hizo que Mabel le dijera a Ana que le contara lo justo. Ésta, para alivio de Mabel, solo le contó que en el super un vecino le había dado su móvil para que lo llamara cuando quisiera tener algo. Ander no entendía muy bien la situación y el contexto por lo que hizo más preguntas. Para zanjar el tema, Mabel le dijo que desde la ventana se habían cruzado las miradas alguna vez y suponía que era por eso. A lo que añadió que era un hombre casado, y que le había dicho que le llamara para lo que fuera solo o con su mujer. Ander flipaba en colores.

-       Pero vamos a ver. ¿Alguna vez has hecho un trio?-preguntó coqueto Ander a Mabel.

-       Joder tío, vaya preguntas, -contestó Mabel.

-       Mira aquí el listo, -dijo Ana.- ¿Y tú, listillo? –añadió.

-       El tema no va por mí, es por Mabel, -se defendió Ander.

-       Si, ya –dijo Mabel, a lo que añadió-: pero hablas con tanta seguridad que parece que lo hayas hecho.

-       ¿Y eso importa?- dijo Ander.

-       A mi si, -dijo Ana sonriendo.

-       Pues sí, si que he hecho un trío, -dijo el chico.

-       ¿A siiiiii?? ¿Cuántas veces?-le preguntó Ana.

-       Pues mas de una, -dijo de forma enigmática Ander.

-       ¿Y siempre con dos tías mas o con tio-tia?, -preguntó intrigada Mabel.

-       Buena pregunta –dijo Ana-. Contesta churri.

-       Ehh, bueno, deja que piense…… -se hizo el interesante él.

-       Joder con Ander, -dijo Mabel-. Ahora tiene que pensar todas las veces que lo ha hecho y todo. Qué campeón estas hecho!!!

-       Jajaja –rió-. A ver, tres veces fue con dos chicas y una vez con chica-chico. He de decir que depende de la situación y el momento. Me gustó más con dos chicas, pero la vez que fue con otro chico, fluyó todo muy bien y estuvo también genial. ¿alguna cosa más quieren saber las señoras? –añadió el joven.

-       Si, si quiero saber mas, -dijo Ana-. Pero ya me lo contarás solo a mi…..

-       Jajajaja –rió Mabel-. De eso nada, si tiene que contarlo que lo cuente ahora, que me entere yo.

La siguiente hora Ander fue el centro de atención. Les contó con pelos y señales todo. Les contó que todo ocurrió en apenas dos semanas, cuando estaba de intercambio en Dinamarca. Una situación llevó a la otra. Una noche de juerga, con dos danesas, lo tenían como el españolito bravo, y con la castaña que llevaban, se enrolló con una y a la que se dio cuenta, ella estaba enrollándose con su amiga, por lo que todo acabó en un trío. Les gustó tanto que al día siguiente repitieron, y el día de antes de volverse a España se les presentaron las dos en su habitación a por su trío de despedida. Les contó que ese fue espectacular. Se pasaron más de seis horas follando por todos los lugares posibles y de todas las maneras posibles. Perdió de cuenta las veces que ellas se habían corrido, con él, entre ellas, con objetos. Les dijo que fue increíble.

También les dijo la vez que lo hizo con otro chico. Que fue con una de ellas, y su amigo danés, que ya se había enrollado con ella alguna vez, y sabía muy bien de qué iba el rollo.

Ana y Mabel se miraron tras todo el relato y fliparon en colores. Eso si, estaban excitadísimas. Fue Ana la que en broma, acercándose a Mabel y mirando a su novio dijo:

-       Osea, que si yo me enrollo ahora con Mabel, te podemos follar las dos, ¿no?.

-       Jajajaja –rio nervioso Ander-. Como te rayas!!

Mabel se quedó a cuadros, cuando vio a Ana acercarse, y cogiéndola con sus dos manos por la cara, le estampó un morreo con lengua de veinte segundos a su compañera de piso, mientras que, para mas asombro de ella, Ana le empezaba a acariciar sus pechos por encima de la camiseta. Cuando se retiró Ana, Mabel estaba con cara de alucinada, pero reconocía que le había gustado. Así lo sugirió en voz alta Ander, señalando los pezones marcados en la camiseta de Mabel. A lo que Ana le dijo un “¡te ha gustado golfa!” mientras le tocaba uno de los pezones marcados en la camiseta.

-       Me gustaría más seguro si hacemos nuestro particular trio –dijo Mabel embargada ya por la excitación y la morbosidad.

-       Que? –dijo Ander.

-       Te ha gustado, guarra!! –dijo Ana.

Se levantó Mabel y sin responder a Ana la cogió y le estampó otro morreo tremendo mientras le metía la mano entre la braguita y el culo, sobándoselo ostensiblemente. Ana se dejaba hacer, por lo que Ander se acercó dubitativo. Casi a la par, Ana empezó a sobarle el paquete y Mabel el culo al chico. Éste flipaba, pero ante aquello empezó a sobar a las dos chicas que todavía se encontraban fundidas en un beso lésbico espectacular. Ander ya marcaba un bulto ostensible bajo si pantaloncito. No le costó apenas a Ana saca su hinchado capullo al aire para masajearlo, mientras Mabel le había metido su mano bajo el pantaloncito y le estaba sobando el culo y le llegaba a tocar los huevos por detrás. Ander no se quedaba atrás y como estaban los tres de pie, le metió la mano bajo la camiseta a Mabel tocándole su culo, apartando ligeramente la tela de la braguita. Mabel, que se excita sobremanera con unas buenas caricias, soltó un gemido de aprobación ante la maniobra de Ander. A su novia le sobaba su espectacular culo por encima del pantaloncito, pero metiendo los dedos entre las piernas hasta rozar su sexo. Sabía que eso la excitaba mucho. Y todo ello era respondido con mayor energía en el beso húmedo y lésbico de las chicas. Ander no podía dejar de mirarlas de disfrutar de la situación. La paja que le estaba haciendo ya su novia era monumental. Tenía ya los pantalones por los tobillos y Ana le estaba haciendo una dura paja, mientras Mabel había dejado de sobar su culo para centrarse en sus huevos.

Se separaron Ana y Mabel, y ésta se arrodilló y se introdujo la polla del novio de su amiga en la boca, mientras su amiga se fundía en un beso profundo con su novio. Éste le quitó la camiseta y dejó al aire sus preciosos senos, momento en que él, acariciándolos con las manos los lamió con ganas.

Ahí estaban los tres, de pie, en medio del salón. Ander lamiendo los senos de su novia, Mabel arrodillada succionando la polla de Ander, y Ana dejándose hacer. Momento en que estiró la mano para coger la camiseta de su amiga, haciéndola que se levantara de su posición, sin dejar de chupar la polla del chico, pero dejando su culo a la altura de la mano de Ana, por lo que esta, bajándole la braguita con una mano, empezó a insertarle dos dedos en su húmedo coño. Por lo movimientos y sonidos de Mabel le estaba gustando bastante. Su nivel de excitación era brutal, por lo que no tardó ni dos minutos en esa posición en correrse. Tras unas embestidas con los dedos en su coño, éstos se dirigieron al clítoris ya hinchado y tras dos caricias fue cuando le sobrevino la corrida. Se quedó sin fuerzas en las piernas y volvió a su posición inicial, arrodillada. Entonces fue cuando Mabel giró y levantando una pierna de su amiga, tras bajarle el pantaloncito y el tanga, se zambulló en su sexo mojado y le empezó a recorrer desde el clítoris hasta el ano todo su sexo con su lengua, mientras Ana apoyaba sus manos en la cabeza de Mabel, degustando el placer que le estaba dando.

Ander se separó de la escena. Quería presenciarla bien, a dos metros de distancia, mientras se seguía masturbando su polla. La cara de placer de su novia era evidente. Le ponía tanto la situación como los sonidos a coño empapado. Ana tuvo que asegurarse en una silla para no caerse, al tiempo que le invadía un orgasmo tremendo fruto del trabajo bucal de su amiga y de la excitación del dedo índice de su amiga insertado en su ano, aprovechando los movimientos de cadera suyos para introducirlo poco a poco más en su interior.

Cuando se corrió Ana, Mabel aprovechó los segundos de respiración agitada de su amiga para terminar de desnudarse, y apoyándose en la mesa con los codos, decirle al novio de su amiga que ahora le tocaba correrse a él, ofreciéndole su coño. Éste no lo dudó y se la insertó por detrás, golpeando con fuerza su cuerpo contra el culo de la joven. Entró fácilmente. Estaba muy excitada y húmeda Mabel. Ana se posicionó detrás de su novio, en contacto total con su espalda, sus pechos estrujados contra su firme espalda, besándola y con sus manos rodeándole la cintura y cogiéndole la base de su polla y los huevos, mientas el chico embestía enérgicamente a Mabel.

Pasados apenas cinco minutos fue Ana la que recibía las embestidas en la misma posición que lo había hecho Mabel, mientras esta acariciaba el pecho de Ander y la espalda de Ana, a la espera de ver como se corría el chico. En apenas cinco minutos más la respiración de Ander se aceleraba, por lo que Mabel se arrodilló y desde abajo miraba a Ander como suplicándole que la regara con su lefa. El chico ante su cara de salida excitada sacó la polla del interior de su novia, y dirigió su polla a la cara de Mabel. Ana se puso al lado de su amiga con la boca bien abierta. Ander se agitaba la polla para que saliera su corrida lo antes posible. Ana no pudo evitarlo y se metió el glande en la boca. Succionaba notando el glande terso y por momentos más hinchado. En joven sacó la polla de la boca de Ana y le estampó los dos primeros chorros de semen uno en el interior de la boca de su novia y otro en la frente. Luego giró y acertó los dos siguientes chorros en la boca de Mabel. Ander sostenía su polla desde la base para ejercer mayor presión y que los chorros salieran enérgicos. Los siguientes tres o cuatro chorros de semen, ya con menos fuerza, se los repartieron a partes iguales Ana y Mabel, las cuales se besaban compartiendo el semen de Ander, mientras éste a escasos milímetros regaba sus caras unidas por los labios con los restos de semen que le salía de su interior.

Tras unos breves segundos, Mabel solo acertó a decir entre sonrisas un “pues no ha estado tan mal”, mientras Ana y Ander se miraban y asentían riéndose.

Se sentaron exhaustos en el sofá dos comedor, semidesnudos, sudando y con cara de satisfacción. Había realizado algo que es un sueño para muchas personas, y más a sus cortas edades. Pasados unos minutos en los que pudieron recuperar el aliento, Ander que estaba sentado en medio de las dos chicas, las abrazó con sus brazos por la espalda mientras se las acercaba a su cuerpo, y las tenía bien cogidas por sus pechos por debajo sus brazos, mientras ellas se recostaban en su pecho acariciándole una el bajo vientre y otra jugaba con sus huevos y su pene ya flácido.

Hablaron de lo ocurrido, se rieron y llegaron a la conclusión que no había estado nada mal. Decidió Mabel que ya estaba preparada para follarse al vecino con o si su mujer. Ana de reía con envidia, por lo que le propuso que le mandara un Whatsapp y le propusiera un encuentro. Y si aceptaba le podía proponer que estuvieran los cinco. Ella y Ander podían actuar solo de voyeur si no se sentían cómoda la pareja vecina. A Mabel le pareció bien la idea, pensando que con la excitación del momento seguro que se unían y podía acabar aquello con una gran juerga.

Pero estaban adelantando acontecimientos. Primero debían plantearle el tema al vecino pollón y luego ya se andaría el asunto. Estaban muy cansados y antes de mandarle el mensaje, decidieron pensar bien como se lo planteaban, por lo que pidieron pizzas para comer y esperaron a que viniera el repartidor.

Ana que estaba especialmente excitada con lo sucedido, propuso que dependiendo de quién trajera las pizzas, chico o chica, salieran a recibirlo en pelotas una de ellas o él. Ander no objetó nada pues normalmente eran chicos los que repartían, por lo que sería una de ellas las que abrieran a calentar al joven.

Efectivamente fue un chico el que habló por el telefonillo, por lo que Ana se dispuso a abrir, con una escueta toalla rodeando su cuerpo, simulando que salía de la ducha. Todavía mantenía el olor a sexo del trío realizado hacia escasamente una hora. Habían quedado en que simulando que no tenía cambio, acudiría Mabel totalmente desnuda a llevarle el dinero a Ana. Se iban a echar unas buenas risas a costa de la cara de alucinado que pondría el repartidor.

Cuando Ana abrió la puerta, había un chico de apenas diecisiete años con una gorra corporativa y la caja de la pizza en la mano y una bolsa con otras cosas y la bebida que habían pedido. Se le abrieron los ojos como platos cuando vio a Ana, con una minúscula toallita anudada sobre el pecho derecho y la abertura de la misma conforme llegaba a la parte baja de la toalla, la cual apenas tapaba los cachetes del culo y su sexo, dejaba ver la cadera desnuda de la chica, apreciando que no llevaba ropa interior. Cuando le dio la pizza y la bolsa y se dio la vuelta Ana para dejarla en el mueblecito del recibidor, al inclinarse levemente el joven pizzero pudo ver en su totalidad su culo y el inicio de los labios mayores de su coño. Se estaba empezando a empalmar. De todos es sabida la revolución de hormonas a esa edad. Y más cuando al volverse Ana para pagarle, ésta dejo caer su toalla a sus pies, como en un descuido, dejando a la vista del joven toda la escultura de su cuerpo, pechos y coño incluido. Ella, como si de lo más normal se tratara, contaba las monedas que llevaba en su mano, sin hacer el más mínimo gesto por taparse. Todo estaba siendo grabado por el móvil de Ander, que lo había dispuesto de forma estratégica en una zona del pasillo que da acceso al recibidor.

Ana llamó a Mabel con la excusa de que no tenía suficiente dinero, mientras se acachaba a coger la toalla, de forma que, aunque un poco exagerado, mostraba su culo en pompa al chico, el cual ya mostraba un ostentoso bulto en la entrepierna.

El joven alucinó más todavía cuando vio aparecer a Mabel, totalmente desnuda, bamboleando las tetas al aire y con un billete de diez euros en la mano mientras preguntaba a Ana si con eso sería suficiente. Ana le dijo que si mientras cogía el billete y le estampaba un pico a su amiga delante del repartidor. El chico no sabía dónde meterse, pero no perdía ojo de todo, repasando como un escáner el cuerpo de ambas mujeres. Mabel cuando parecía que iba a irse, se giró, y se colocó al lado del repartidor y mientras le decía a Ana: “parece que a nuestro repartidor le gusta lo que ve”, dirigió su mano al paquete el chico sobándole su empalmada polla por encima del pantalón. Mabel solamente iba a pasar la mano e irse, pero le sorprendió gratamente el volumen del aparato que tocaba. Mas exactamente su grosor. No le pareció especialmente larga con el breve tocamiento que hizo, pero si muy gruesa, cosa que hizo que volviera a palpar otra ver la polla del joven. Éste permanecía inmóvil, como no dando crédito a lo que ocurría, mientras Mabel alababa las virtudes del miembro que estaba tocando. El chico no despegaba palabra. Estaba rojo como un tomate, pero se dejaba hacer. Ante la inoperancia del chico, Mabel se arrodilló delante del joven, mientras Ana le preguntaba su nombre. Éste le respondió diciéndole que le llamaban J, mientras observaba como Mabel ya le había bajado la cremallera del pantalón y estaba sacando su polla por la abertura que dejaba. Ana abrió bien los ojos cuando vio el grosor de la polla que se gastaba el muchacho, a la vez que soltaba un “guau” de sorpresa. Mabel la sacó entera, dejando fuera hasta los huevos, masajeándola e intentado abarcar toda su circunferencia con las manos. Cuando le retiró el prepucio dejó a la vista un glande verdaderamente espectacular. El chico tenía todo el glande brillante, pues por lo que fruto de su excitación, ya había salido su líquido preseminal. Cierto es que al tener aquel miembro tan cerca a Mabel le dieron ganas de metérselo en la boca, pero le pareció excesivo y además, el olor que deprendía no le era agradable, mezcla de orín y de alguna paja que se habría hecho el joven esa mañana, por lo que enseguida desechó la idea. En cualquier caso, ante los tocamientos de Mabel, la imagen de las dos chicas desnudas y las palabras de alabanza de su miembro de las dos jóvenes, el chico no pudo remediarlo, y en la misma posición que había estado desde el principio, pues estaba totalmente estático fruto de la sorpresa de la visita, empezó a soltar chorros de semen por su polla, engrosando todavía más el diámetro de la misma con cada sacudida de semen que le salía, mientras las chicas observaban incrédulas aquello, y mientas Mabel masturbaba suavemente la polla desde la base, tirando la piel del prepucio mas todavía hacia atrás, tensando si se podía más aun la piel de la gruesa polla. Tras ocho o diez chorros de semen, a cada cual más potente, el chico dejó de eyacular mientras despertaba del “pequeño sueño” en el que se encontraba y se metía su pene dentro de la bragueta y recogía el dinero que llevaba en la mano Ana. Se dio media vuelta y salió del rellano veloz, fruto de la vergüenza y excitación a partes iguales. Ana y Mabel se miraron y soltaron unas sonoras carcajadas mientras cerraban la puerta. Desde la puerta de enfrente del vecino del rellano notaron pasos y el sonido de la mirilla, pero no se quedaron a comprobar mas, y cerraron la puerta. En ese momento apareció Ander con su cámara y con cara de sorpresa vio el reguero de semen en el suelo, por lo que paró la cámara y se dispuso a ver las imágenes que le había grabado con su móvil. Mabel recogió las gotas de semen del joven del suelo con papel higiénico y se sentó junto a Ana y Ander que ya estaban viendo el video, mientras Ander solo acertaba a decir por su boca: “que guarras que sois y lo que me gusta que lo seáis”.

Tras comerse las pizzas se echaron una pequeña siesta. Mabel en su cama y Ana y Ander en la habitación de Ana. Se despertó Mabel a eso de las cuatro, pensando que tenía que citar a su vecino para un encuentro sexual. Entró en la habitación de su compañera tocando suavemente en la puerta. Estaban todavía dormidos. Los dos yacían desnudos en la cama. Observó los cuerpos de sus dos amigos. Ander era un chico con un cuerpo bonito, proporcionado, ni excesivamente musculado ni raquítico. Ana era una chica con un cuerpo muy bonito, terso y duro como una joven de veintipocos años. Pensó en lo ocurrido hacía pocas horas y le parecía como un sueño, como algo que había ocurrido en un sueño erótico, pero no real. Pero lo cierto es que si había ocurrido, y si fue real.

CONTINUA EN LA PARTE 2