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Como está la cuñadita!! – (versión cuñada)

en Amor filial

Este relato es la visión desde el punto de vista de la cuñada, del relato publicado el 10-Oct-11.

Yo soy Susi, una chica joven sin compromisos amorosos y con muchas ganas de fiesta y de disfrutar de la vida. Tengo dos hermanos, un chico más joven, y una chica mayor, Berta, que tiene un novio, Alberto, que no siendo excesivamente tío bueno, al tenerlo cerca desde hace tanto tiempo, me da un morbo especial. No quiero ser vanidosa, pero sé que estoy buena. Seguramente no soy la más guapa del mundo, pero tengo un cuerpo que a los chicos les hace mirarme. Eso lo sé y lo quiero aprovechar.

Me compré semanas atrás un camisón muy especial, por lo bonito y sobre todo por lo corto y por las dos tallas menos de la mía que es. Todo ello lo hace especial, pues es la forma de que mi cuñadito sepa que existo. Aquella mañana del fin de semana bajé a desayunar, sabiendo que mi hermana y mi cuñado ya estaban abajo. Me pasee por delante de él, sabiendo que era imposible que no se fijara en mí. Me ponía mucho saber que me estaba mirando, y creo que incluso mojé mi pequeño tanga con aquella sensación. Sentía su mirada posado en mis muslos, y un escalofrío recorrió mi cuerpo llegando hasta mi ya húmedo sexo. Se me erizaron los vellos y se me pusieron mis pezones duros como roca. Se marcaban desafiantes en mi ajustado camisón. Me dieron ganas de subir a mi habitación y hacerme un dedo increíble, imaginando como me poseía mi cuñado.

Cuando me subí me metí en la ducha. Oía en el baño de al lado correr el agua. Mi cuñado estaba duchándose. Recorrieron mi cabeza fantasías increíbles y acerqué el chorro de agua a mi sexo excitado. No podía hacerme un sonoro dedo por que los baños no tienen cancela y podía ser pillada por mi hermana, aunque tampoco pasaría nada, pues mi relación con ella en estos asuntos era muy cercana. Mientras mi imaginación volaba y el agua acariciaba mi sexo me vino un orgasmo espectacular que ahogué  mordiendo la toalla que tenía más a mano. Fue increíble.

Esa noche, en la soledad de mi cama, empecé a maquinar un plan para poder acercarme a mi cuñado, más allá de indirectas y tocamientos ocultos entre juegos inocentes y bromas. No sabía muy bien cómo hacerlo, pero esa mañana, estando los dos duchándose, me dio una idea que lleve a cabo a los pocos días.

Estaba duchándome mientras tenia la mente en quien subía la escalera. Ya había dejado la puerta sin cerrar para poder oírlo. Ya habíamos desayunado y no tardaría en subir Alberto a ducharse. Mi hermana se había subido antes pues tenía que ir a no sé dónde. Ya llevaba diez minutos en la ducha y no había subido, cuando oí unos pasos en el pasillo. Era él. Me volví a enjabonar ya por segunda vez. No sé si él estaba observándome desde el otro lado de la puerta, pero solo ante esa posibilidad me excité enseguida. Noté como mi sexo se mojaba sin tocarme, por lo que lleve de inmediato la esponja por los alrededores de mi pubis, de mi sexo, de mis pezones duros. No sé si me estaba mirando Alberto, pero solo con la posibilidad de ello, casi tuve un orgasmo. Pasados unos segundos, disimulé llamando a mi hermana para que me diera una toalla. Me alegré cuando a quien oí era a mi cuñado. Le pedí la toalla y a los pocos segundos lo vi entrar con todo el morro, viéndome completamente desnuda. Tenía una perfecta visión de mi culo. No pude girarme para verle, para observar si me miraba, para comprobar si estaba empalmado. No me esperaba esto, pero era posible que mi plan estuviera surtiendo efecto.

Oí que mi cuñado se había metido de inmediato en la ducha. La sola posibilidad de que se la estuviera cascando pensando en mi cuerpo me hizo estremecer. Entonces quise comprobarlo. Me sequé rápidamente, me lié la toalla en mi cuerpo y me dispuse a entrar en su baño. Así lo hice, asomé primero la cabeza, y vi sus formas detrás de la mampara, sin poder identificar bien las formas. Parecía que estaba de espaldas, y estaba moviendo un brazo. Igual estaba enjabonándose,…… o igual estaba cascándosela. Eso me envalentonó y entre dentro del baño. Me puse a rebuscar en los cajones del armario del baño. Podía ver desde el espejo la puerta de la mampara. Dijo algo Alberto, a lo que le contesté que estaba buscando una toalla más pequeña para la cabeza. Tras esto vi como se movían las puertas de la mampara, por lo que entendí que las iba a abrir. Entonces me agaché, sabiendo, a conciencia, que dejaba a la vista todo mi culo y mi depilado coño.

Fue entonces cuando oí nítidamente a Alberto preguntarme si la había encontrado. Supe que había abierto la mampara, y me moría de ganas por saber si se estaba mostrando totalmente desnudo o no. Vi a través del espejo que había asomado la cabeza, y apenas podía verse nada detrás. Me di la vuelta y le dije que sí. Era cuestión de segundos. Disimuladamente mientras respondía hice un pequeño movimiento hacia uno de los lados, lo cual me permitió ver por un instante parte de su cuerpo a través de la abertura de la mampara. Le estaba mirando a los ojos, pero no pude evitar bajar la vista, y pude comprobar, aunque fueron decimas de segundo, su mano asida perfectamente al tronco de su polla empalmada, dejando ver el glande rosado mezclado con jabón. Me dio un latigazo el cuerpo que hasta me puse nerviosa. Le dije que me iba a secar el pelo y salí.

Me fui a mi habitación, muy excitada. Estaba segura que se la estaba cascando por mí. Pensando en mí. Me abrí la toalla e hice unos círculos alrededor de mi clítoris que me supieron a gloria. Fue entonces cuando me dije que era el momento. Que iba a intentar algo casi a la desesperada. Me puse mi tanga más pequeño y mi sujetador a juego más sexi. No me lo abroché, para que, aunque si pareciera puesto, ante cualquier movimiento pudiera verse parte de mis enormes pechos.

Tardó bastante en salir Alberto. No sé si para que se le bajara el hinchazón o porque. No miré cuando andaba por el pasillo. Yo estaba sentada en mi cama, y lo llamé diciéndole que entrara. Yo estaba de lado y giré la cabeza y lo vi entrar, con su torso descubierto y la toalla medio arrugada a la altura de la cintura. No podía saber realmente si llevaba los calzoncillos puestos o no. Aquello me estaba volviendo loca. Le reproché haciéndome la tontita que entrara en mi baño cuando estaba duchándome. El por su parte me recriminó lo mismo y con razón. Fue entonces cuando pensé que iba a por todas, por lo que le contesté alegando lo empalmado que iba cuando yo entré en su baño. El se rió y siguió con el juego con una tremenda huida hacia adelante, hablando de mi cuerpo desnudo, de lo buena que estaba, de la suerte de los chicos de mi pandilla. Me hice la tontita, solo como nosotras sabemos hacerle, entrando en una conversación que se subía de tono a cada momento. Entonces se acercó y me cogió de la mano y me levantó de la cama. Mi corazón iba a mil. Me dio una vuelta sobre mí misma. Que morro que tenía mi cuñadito. Mi sujetador se descolocó, por lo que seguramente me vio perfectamente mis tetas, mis pezones duros. Ya me daba lo mismo, estaba deseando que se abalanzara sobre mí, porque si no lo iba a hacer yo sobre él. Me hice un poco la indignada y me abroché el sujetador. Tampoco le podía poner las cosas tan fáciles. Le recriminé, sin mucha consistencia, su actitud. Entonces le cogí la toalla que tapaba sus partes bajas y pude verle como estaba completamente empalmado. En ese momento supe que todo iba a salir bien.

Tenía unas ganas tremendas de verle la polla. Sabia por mi hermana que aun no siendo muy larga, era bastante gorda, y por lo que podía notar del bulto, no le faltaba razón. Sería de unos 15-16 cm pero tremendamente gorda. Y con un glande enorme. Me estaba mojando por momentos. El tiró la toalla a la cama y se acercó lentamente,  mientras se bajaba el bóxer. Salió como un resorte su polla majestuosa. La tenia frente a mí, a apenas un palmo, notando como palpitaba y crecía. La cogí con la mano y bajé la piel dejando al descubierto su glande enorme, rosado y palpitante. El olor a jabón, a limpio, hizo que me dieran unas ganas irrefrenables de metérmela en la boca. Le acaricié con el dedo la punta del glande, apareciendo un liquidillo por su orificio. Me llevé dos dedos de la otra mano a la boca, y seguidamente los llevé aquel ferro de lujuria que iba a ser mío. Me lo metí en la boca todo lo que podía. Le cogí por el culo y me lo acerqué notando como su polla tocaba mi garganta. Le sorbía con ansiedad su miembro, intentando tocar con mi lengua sus huevos cuando la tenía totalmente en el interior de mi garganta. Como me gustaba comer pollas. Y si son como esta más todavía. Estaba ida, mojada, salida, ardiente, cachonda y solo pensaba que en sacarle toda la lefa a esta polla para tragarme sus líquidos de amor.

Mientras estaba borracha de lujuria, me desabrochó el sostén, y me acariciaba mis sensibles tetas. Lo tumbé en mi cama, haciendo un perfecto 69,  mientras con una mano, como pude le cogí de la cabeza y me lo acerqué a mi sexo. El primer contacto de su lengua en mi clítoris hizo casi que me corriera al instante. Noté como jugaba con mis labios mayores, que llaman la atención por lo grandes y salidos hacia fuera que los tengo. Además mi clítoris en estado de excitación es muy grande. Sabía que eso le hacía ponerse más cachondo. Que placer que me da este hombre. Me vino un orgasmo que ahogue con su polla en la boca. La cogía en la mano y me metía en la boca solo el glande, absorbiendo y haciendo círculos con la lengua,  mientras oía como se retorcía de placer.

Me estaba acariciando con el dedo desde el ano hasta el clítoris, y me estaba volviendo loca. Me estaba viniendo otro orgasmo, empezando a mover mi pelvis como es habitual en mí, cuando me metió un dedo en el culo. Fue increíble. Nunca me lo habían hecho, y fue el detonante de mi orgasmo. Creo que tuve uno de esos que tren consigo un montón de flujos, pues fue una explosión de placer desde el interior hasta mi sexo. Este tío me estaba dando más placer que en mi vida.

Tras esto noté como su grande si hinchaba y palpitaba, por lo que entendí que se iba a correr. Me preparé para su corrida. Cogí bien su polla por el tronco, me metí el glande entero en mi boca, y empecé a hacer movimientos rápidos de sube-baja con la mano, mientras con mi lengua le recorría todo su glande. Conforme su respiración se hacía más intensa la mía también, sobreexcitándome, deseando que soltara el manjar en mi boca, para tragar cada uno de sus chorros. Cuando me vino el primero, fue directo a  mi campanilla, y casi sin poder reaccionar el segundo y el tercero. Me afanaba por tragármelos mientras con la lengua le acariciaba el frenillo tenso por la hinchazón. Me tragué todos, no dejé nada, mientras seguía succionando en su glande, que sabía que al estar sensible, les da mucho placer. Todo aquello me puso muy cachonda, pues mi cuñadito no dejaba de chuparme el clítoris, lo que hizo que me viniera un último orgasmo para rematar la sesión de placer que habíamos protagonizado.

Yo estaba agotada. Me dejé caer en la cama. Tras unos instantes, se levantó y se fue de mi habitación dándome un cariñoso beso en la boca.

PLACER

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