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Las vacaciones con mi hermano

en Amor filial

Soy una chica de una ciudad de España cualquiera. Tengo 28 años y vivo independiente desde los 22 años. Tengo un hermano de 30 que por estas fechas se había ido de vacaciones al pueblo. Pero como allí no hay mucho que hacer, me llamó para decirme si podía pasar una semana en mi casa. Yo acepté encantada, pues últimamente no nos habíamos visto mucho y de siempre nos habíamos llevado genial.

Llegó un Sábado de Agosto y se iba el Domingo de la otra semana. Yo aunque trabajaba el lunes y martes, a partir del miércoles tenía vacaciones, por lo que pensé que nos lo pasaríamos bien visitando la ciudad y saliendo a comer y de copas.

Ese Sábado me lo llevé de fiesta con mis amigas. Nos lo pasamos bien, cenamos con dos amigas mías y salimos a un lugar de copas de la playa. Hablé mucho con el, estaba algo cambiado. Desde que dejó su última relación lo veía mas asentado y maduro. Con una amiga mía pasaron largo rato de risas mientras yo bailaba y me divertía por mi cuenta. Se le veía feliz, con ganas de vivir. Me dio buenas vibraciones.

El Domingo fue un día de estar tirados en el sofá sin hacer nada. Hablamos mucho de todo, su vida, la mía, el futuro, el presente. Me lo pasé muy bien, pues a mi una buena conversación es de lo que mas me llena.

Ese día fue muy caluroso. Yo iba por casa como siempre, con una batita super corta de gasa, para estar fresquita, y unas braguitas, que un día podían ser normales, y otro tanga o culot. Me gustan de todas las formas. Ese día eran una braquitas normales, de tela transparente por la parte de atrás. Muy sensuales la verdad. Y sin nada más en mi cuerpo. Las tetas no las tengo muy grandes, aunque de buena media, pero eso si, lo que se dicen “bien puestas” y apuntando al cielo mis rosados pezones. No estoy gorda, pero tampoco delgada, con buenos muslos (como me decía mi ex), y un culo muy bonito (o eso me decían mis amigas). No soy excesivamente guapa,  pero tengo unos labios muy carnosos, ojos verdes y pelo largo liso negro.

Mi hermano tampoco es que sea un mister, pues ya le está saliendo esa barriguita que se les marca a los chicos a los treinta, pero se mantiene bien, con buenas piernas, pues hace footing normalmente, y un culito muy chulo. Hombros anchos y ojos verdes “amarronados” muy bonitos. Lo mejor, su forma de hablar y de expresarse. Y yo en eso me fijo mucho.

Como hacia calor, el llevaba unos pantalones piratas y se había quitado la camiseta. Cuando vivíamos en casa siempre iba sin camiseta. Como me vio a mi tan fresquita, me preguntó si me importaba si se quitaba los piratas, pues tenía mucho calor. Para nosotros eso era muy normal, pero hacia tiempo que no compartíamos vida en casa de mis padres, y por eso seguramente lo preguntó.

Llevaba unos bonitos calzoncillos, apretados por la pantorrilla, que marcaban ligeramente la “dirección” hacia donde tenía su pene. Hacia abajo y la izquierda.

Así transcurrió el día. Nos vimos 3 pelis y ya no nos cabían mas palomitas en la tripa. Estábamos sentados uno en cada lado del sofá, con los pies sobre el sofá, por lo que se que de vez en cuando me lanzaba miradas a la entrepierna. Al igual que yo. En el fondo somos humanos. Lo que le pillé varias veces mirando es a la altura de los pechos, pues yo soy muy sensible, y ante cualquier cambio de temperatura, susto, roce, etc, se me ponen de punta mis pezones. Lo cual pasó en varias ocasiones, por lo que se me marcaban en mi bata, duros como garbanzos. En una ocasión me di cuenta que los miraba y a continuación se le “removió” algo en sus calzoncillos, que aunque sin llegar a ponerse erecta, si se le notaba algo morcillota.

El pene de mi hermano no es algo descomunal, la verdad. Lo se por que de jóvenes, con 18 años, jugamos un día a desnudarnos, desde nuestra inocencia. Se le puso tiesa. Y le debía medir unos15 cm, pero era muy muy gruesa. Cosa que me sorprendió y se lo hice saber. Provocando risas. Se la toque, con su permiso, y no podía cerrar los dedos cuando la cogía. Le hice dos movimientos de sube baja para verle el glande, inmenso. Me entraron ganas de chupárselo, a pesar de que nunca lo había hecho. Con el tiempo comprendí por que, ya que mis novios siempre me habían dicho que la mamaba como nadie. Pero volvamos a ese momento inocente para los dos. El tras mi tocamiento fugaz, se percató de mis pezones, duros y en punta. Me los tocó muy suavemente, en círculo, y de repente se acercó y me los chupó, cogiéndomelos con los dientes de forma tierna. Estaba que me moría. Noté como se me humedecía toda la vagina. Que sensación de excitación!. Pasados diez segundos se separó. Nos reímos mucho, pero yo le dije que como el había chupado, me tocaba a mi. A lo que me agaché y me introduje su polla en mi boca. Le bajé la piel y quedó todo su glande en mi boca. Le pasé la lengua en círculos y succione levemente mientras me la sacaba de la boca. Noté una suavidad en el glande y un sabor distinto, sería su líquido preseminal (aunque eso lo averigüé con el tiempo). Le vi con los ojos fuera de si. Nos reímos un rato mas y nos vestimos. Fue la única vez que sucedió algo parecido, y posteriormente siempre lo hemos comentado de forma chistosa y sin importancia. Ese fue mi primer acercamiento a un hombre.

Volviendo a la historia: Así se pasó ese día de Agosto. Como yo tenia que trabajar al día siguiente nos fuimos pronto a la cama. Estábamos cansados de no hacer nada. Le había preparado la habitación del ordenador con un sofa cama muy cómodo.

Al día siguiente me despertó mi hermano, pues me quede dormida tras oir el despertador. Se metió en mi cama, y empezó a hacerme cosquilla que mas se parecían a caricias. Hasta que pegué un bote en la cama al darme cuenta de la hora que era. Salí pitando a ducharme, no sin antes darse cuenta mi hermano de lo duro que tenia mis pezones. Lo supongo porque mientras me duchaba lo vi pasar frente a la puerta del baño en calzoncillos, y le vi como marcaba un tremendo paquete. Sería el despertar que tienen los hombres, o sería la visión de mis pezones y mi culito a través de la bata. No pude evitar dedicarle unos segundos a mi clítoris con el agua a presión de la ducha, inundando un escalofrío toda mi espalda, notándomelo duro y con ganas de placer, pues en unos segundos me palpitaba y me humedecí tremendamente al recorrer con mis dedos mis labios vaginales. Pero no me podía acabar pues llegaba tarde al trabajo.

Desayuné en dos segundos y me fui, no sin darle un besazo a mi hermano en la mejilla, aunque casi en la comisura de los labios. Me dedicó una mirada pícara. El lunes y el martes se pasaron como el domingo, cuando llegaba a medio día de trabajar. Ganduleando y sin hacer nada, viendo pelis.

El Miércoles, pese a tener ya vacaciones me desperté pronto. Me vinieron los pensamientos del fin de semana de mi hermano, de las caricias de la mañana, y de mi ducha “sin acabar”, y me empecé a acariciar mis senos, mi cintura, hasta llegar a mis depilados vellos del pubis. Me quité el tanga que llevaba. Empecé a acariciarme los labios mayores, los menores. Ya estaba súper húmeda. Me estaba dando un placer como hacia tiempo que no me daba. Me acaricié el clítoris, a conciencia, en círculos, de arriba abajo, lo que me hizo soltar un pequeño suspiro. Lo tocaba directamente con mis húmedos dedos. Lo presionaba por la zona exterior. Me ayudaba con una mano, lentamente, bajando la piel que lo rodea, y con la otra, con los dedos mojados y suaves de mi propia humedad interior, lo acariciaba, lo recorría, lo cogía con suavidad. Me estaba dedicando un tiempo que hacia mucho que no lo hacia. Que placer. Me metía dos dedos en mi raja, me invadía una ola de placer. Pasados unos segundos estallé en un mar de placer y convulsiones increíbles. Me había corrido de forma salvaje y exagerada. Había quedado una manchita en las sábanas de mis líquidos internos.

Cuando aun me estaba recuperando, tocó mi hermano a la puerta y se me metió en la cama. Empezó a hacerme cosquillas como el lunes. Yo me estaba poniendo cardiaca. Empezamos una lucha entre risas, que nos llevó, de forma voluntaria o involuntaria a tocarnos por todos los lados. Yo me di cuenta que estaba empalmado, lo que se lo hice hacer entre risas, a lo que el me contestó que mis pezones estaban a reventar, y me preguntó si era normal en mi que durmiera sin braguitas. Yo me quedé un poco parada y no le contesté, dejando el tema en el aire. Me había encantado notar sus manos recorrer mis muslos, por el exterior y por el interior, notando como rozaba con la muñeca mi pubis. Como pasaba sus bonitas manos por mi espalda hasta llegar al culito. Notar sus firmes pectorales entre mis manos y esa dura espalda palpada palmo a palmo por mis manos. Pasados uso minutos nos sentamos en la cama, tirando las sábanas hacia atrás. Por lo que pudo ver claramente, mi tanguita suelto en media de la cama, y esa pequeña mancha en la sábana fruto de mis flujos. Se hizo unos segundos de silencio. Yo vi como me miraba de reojo, y mis pezones se iban poniendo cada vez mas duros. Y conforme pasaba esto, vi  como en sus calzoncillos, su pene pasaba de ese estado intermedio en que estaba, a una erección que me pareció descomunal. Pero no nos tapábamos ninguno de los dos.

Fue en ese momento cuando me preguntó si hacia mucho tiempo que no hacia el amor. Yo le contesté que por el curro casi no salía, y que hacia casi 10 meses que no me comía una rosca. El me confesó que desde que lo dejó con su novia, hace 8 meses tampoco. Empezamos a recordar nuestro momento “porno” de adolescencia, y a los 5 minutos estábamos como aquel día, desnudos el uno ante el otro. Nos dijimos que ya éramos mayores, que si estábamos seguros. Los dos lo estábamos deseando.

Empezamos como aquel día, yo te cogí el pene y le pasé el dedo por el glande, y el se acerco a chuparme los pezones. Luego me acerqué y le empecé a chupar su polla. Pero esta vez sin retroceso. Me la metía hasta la garganta. Le llegaba a tocar con los labios los huevos. Yo le miraba la cara de placer que ponía. Me encantaba verle. Me dijo que era una experta chupándola. Me la saqué y me metí en la boca un huevo, y luego otro, para seguir con su tremenda polla, con su sabor especial, apreciando como se hinchaba dentro de mi, lo cual me excitaba sobremanera- Empecé a notarle esas palpitaciones en el glande previas a la corrida. Aceleré el ritmo. El me avisó. Que majo. Pero yo me la metí hasta el fondo, hasta que noté como sus chorros de semen rebotaban en mi garganta. Me tragué todo, fueron unos segundos interminables, gloriosos. No recordaba nunca haberme tragado tanto semen en una corrida. Luego empecé a chuparle el glande, como si me fuera la vida en ello, pues veía que se retorcía de placer. Le recorría con la lengua cada rincón, en círculos, succionando, la puntita; me encanta hacer una buena mamada.

Tras esto solo me dijo: ahora te toca a ti. Me tumbo en la cama, de culo, me hizo el mejor masaje que nunca me han hecho. Cuando me masajeaba los pies notaba un cosquilleo en mi sexo que me hizo humedecerme por completo. Cuando subió por las piernas hasta los muslos ya estaba como un mar de húmeda. Lo de la espalda fue majestuoso. Me dio la vuelta. Y empezó a besarme por toda la piel. Hasta que llegó a mis pezones. Me dolían de los duros que los tenia. Pero era mayor el placer. Cuando empezó a chupar mi sexo, tuve dos convulsiones seguidas. Había tenido dos orgasmos seguidos nada mas tocarme con su lengua mi sexo. Estuvo palpando con su lengua cada rincón. Empezó a chuparme el clítoris y yo sentía que se me iba el sentido. Me vinieron tres orgasmos mas seguidos. En ese momento me di cuenta que era multiorgásmica. Nadie me lo bahía conseguido descubrir salvo mi querido hermano. Ni yo  misma masturbándome.

Tras esto ocurrió algo increíble. Mientras me chupaba el clítoris, introdujo un dedo en mi interior, buscando el llamado punto g. No tardo ni dos segundos en encontrármelo. Empezó a masajeármelo de una forma que me vinieron tres orgasmos, distintos a los anteriores, pero mas intensos si cabe. Estaba gozando como nunca. Me retorcía de placer como una perra en celo. Estaba fuera de mí. Gozaba sin parar, sin vuelta atrás. En ese momento me percaté de que con la otra mano me estaba acariciando el ano. Era un placer distinto, pero placer también.

Así estuvo casi diez minutos. Yo estaba agotada. Me temblaban las piernas. Estaba como en una nube. Cuando levantó por fin la cabeza de mi entrepierna, tenía toda la boca super mojada de mis flujos. Le vi su polla. La tenía totalmente tiesa. Me acerqué de forma dulce y con ojos de gata en celo empecé a besarle intensamente. Con una mano le sujetaba la cabeza, y con la otra me introduje su polla en mi interior. Me palpitaba mi sexo increíblemente. Lo tenía rojo e hinchado. Que festival me estaba dando!. Me subí encima de el. Saqué fuerzas de no se donde, pues un minuto antes me temblaba todo. Y empecé a cabalgar salvajemente encima de el. Notaba cada centímetro de su gruesa polla dentro de mi. Lo que hizo que me viniera un nuevo orgasmo. Daba saltos sobre ese falo espectacular. Y en cada embestida notaba un placer mayor al anterior. Mis líquidos inundaron su polla, notándolos bien calientes, poniéndolo a tope, pues solo le dio tiempo a decirme en el oido, mientras me lo lamía: que me corro hermanita. Noté todo su semen en mi interior, mientras hacia movimientos musculares internos para exprimir hasta la última gota. A lo que el me miraba con cara de placer, como si fuera algo nuevo para él esa sensación.

Tras esto, permanecimos mudos en la cama y nos duchamos juntos, acariciándonos como si de unos recién novios fuéramos.

Ni que decir tiene que el resto de semana nos lo pasamos follando como locos. Ahora las pelis las veíamos yo tumbada sobre su vientre, y cuando me venía en gana, le hacía una de esas mamadas salvajes que como me dicen, sé hacer como nadie.

Tras estos días de gran placer cada uno volvió a su lugar de trabajo y no volvimos a comentar nada. De esto hace un año.

Este fin de semana viene mi hermano a mi casa dos semanas de vacaciones.

PLACER.