miprimita.com

Las hormonas de la juventud 5

en Amor filial

           Nos dirigimos los cuatro a la zona del laguito, pusimos las toallas en el suelo en una zona de sombras y nos tumbamos. Tras una pequeña conversación banal caímos rendidos en una profunda siesta. María se quedó leyendo un libro, apoyada contra un árbol, mientras que yo estaba todo lo largo que era sobre mi toalla, y mi hermana había apoyado su cabeza en mi tripa, tras poner su toalla perpendicular a la mía. Sonia la puso paralela a la mía, y creo que se durmió incluso antes que yo.

                                                                                                                              

           Me desperté sobresaltado, miré a mi lado, seguía Sonia durmiendo, y vi como mi hermana me estaba chupando la polla. Con su cabeza sobre mi estómago, había sacado la punta de mi polla del pantalón y estaba succionándola, de la forma que ella tan solo sabe. Con la mano dentro del pantalón me acariciaba los huevos. De repente me acordé de María, y lentamente fui girando la cabeza había el árbol donde se había quedado leyendo, pensando “tierrar trágame” en el caso de que estuviera observando toda la situación. Por suerte estaba dormida. Estaba en posición fetal, con el libro caído.

                                                                                                 

           Acaricié la cabeza de mi hermana mientras le decía un “eres insaciable hermanita”, lo que hizo que acelerara sus movimientos, estrujando con mas fuerza mis huevos y pajeándome fuerte, hasta que solté todos mis chorros de semen en su boca, mientras ella se afanaba por recoger cada gota y tragarlo acto seguido. Cuando acabó me miró y susurrando me dijo: “hermanito me encanta tu semen y lo gorda que tienes la polla”. Se acurrucó a mi lado y creo que no tardó ni dos minutos en quedarse dormida. Yo hice lo propio tras la relajante mamada que me había regalado mi hermanita.

                                                                                      

          Ni se el tiempo que pasó cuando me volví a despertar. Me había quedado solo, solo estaba Maria todavía durmiendo. Sonia y Mar no estaban en sus toallas. Me pareció oír ruido del interior de la piedra donde por la mañana habíamos practicado sexo los tres. Pero para entrar tenía que meterme en el agua, y la verdad es que no me apetecía mucho. Me quedé en silencio para ver si oía algo. Estaban hablando de mi, de mi cuerpo y de mi polla. No me lo podía creer. Estaban riendo y hablando de lo dura que la tenia, que si tan larga nunca la habían visto, que si cuando entraba en su coño era una sensación increíble.

                                                                                           

          A pesar del día que llevaba, me empecé a excitar. No sabía si ir, porque si entraba en el agua y salía al otro lado de la roca, seguro que aquello acababa en sexo, y con mi otra prima allí, no se si sería lo mejor. Pero tras comprobar que seguía dormida como una marmota, me quité la camiseta y me introduje lentamente en el agua. Buceé los escasos metros que había y aparecí al otro lado, de forma muy silenciosa, detrás de unas piedras en uno de los extremos para ver si no me oían llegar. Así fue. Salí del agua lentamente. Oía como en ese momento estaban hablando de sus sensaciones y de sus cuerpos. No me pude resistir a mirar. Lo que vi fue magnífico. Ahí estaban las dos, totalmente desnudas, con los biquinis a un lado, abiertas de piernas y tocándose sus sexos. Estaban diciéndose como les gustaba tocarse y como sentían mas placer. En ese momento mi hermana le estaba diciendo a Sonia lo duro que se le ponía el clítoris cuando estaba bien excitada, y llevándose las manos a él, se retiró la piel y dejó al descubierto un grandioso clítoris. Era rosado y brillante. Y daba la sensación incluso que palpitara.

                                                                                        

-          Joder prima, pedazo clítoris que te gastas, -dijo Sonia riéndose.

-          Ya ves, y aun se puede poner más gordito, no te creas,- le respondió mi hermana. Y prosiguió, -a veces me da hasta vergüenza, por que se pone tan gordito y salido que es casi una exageración.

-          ¿Pero tan grande se te hace?- dijo Sonia

-          Si, si. Mira, me lo voy a tocar un poco. – Y empezó a acariciárselo con dos dedos, previamente humedecidos con su boca. –Mira, mira como está ya –le dijo a Sonia.

-          Que pasada, tía. -Dijo Sonia. A lo que añadió, -me dejas?

          Sin dejarle responder se acercó a su coño y empezó a chuparle el clítoris. Mi hermana tiró la cabeza hacia atrás emitiendo gemidos de placer diciendo de forma casi inaudible la misma frase: “ay!! Que me haces prima, que si sigues así, me corro”.

                                                                                                      

          Yo no podía ver exactamente como se lo chupaba, pero por los sonidos de saliva, de succión y los gemiditos de placer de mi hermana estaba bastante claro. Pasados un par de minutos mi hermana se vino totalmente, con una corrida increíble, con movimientos incontrolados de cadera y de pelvis, mientras Sonia se retiraba mirándola con admiración. Entonces pude ver el clítoris a mi hermana, grande, potente, imponente, brillante y totalmente al aire. Era increíblemente grande. Fueron pocos segundo para admirarlo, porque ella cerró las piernas y como continuando un masaje con la parte interior de sus muslos, le vino lo que parecía un segundo orgasmo. Fue brutal. Yo tenía mi polla que me reventaba. Cuando acabó, mi prima Sonia la miró y sin decir media palabra, se abrió de piernas y le enseñó su coño chorreante a mi hermana. Ésta no necesitó más. Se acercó y le dio un largo beso en la boca, mientras que con la rodilla le frotaba su sexo. Fue bajando lentamente, chupando y masajeando los grandes  senos de Sonia, hasta que llegó a su sexo. Le apartó la pelambrera que tenía y empezó a jugar con el con sus dedos y su boca. Sonia se retorcía de placer. Tras unos momentos así, levantó el culo de mi prima y ésta, apoyándose solamente en el suelo con la parte alta de su espalda, y sus piernas sobre los hombros de mi hermana, disfrutaba de una mamada impresionante en su coño. Mientras con las manos,  mi hermana sobaba a conciencia las tetas de Sonia.

                                                                         

           Yo ya no podía más y salí del agua. Estaban en tal trance que no se percataron de mi presencia prácticamente hasta el momento en que le metí mi polla en la boca de Sonia, que la acogió con verdadera gratitud, y pese a la posición un tanto acrobática, con un perfecto movimiento de cuello me hacia una mamada espectacular. Además con una mano estirada llegaba a tocar el coño de mi hermano que estaba súper húmedo y caliente, pudiendo tener entre mis dedos aquel maravilloso clítoris que le sobresalía duro y sensible, lográndole sacar unos gemidos ahogados por la comida de coño que le estaba dando a nuestra prima.

                                                                                          

          Sonia se corrió bastante rápido, apretando mí polla en sus labios con más fuerza en pleno orgasmo, mientras mi hermana no se separaba de su coño, dándole un placer mayúsculo. Cuando se recuperó, volviendo a una posición más normal, pudo cogerme la polla con ambas manos, mientras continuaba con la felación, momento en que mi hermana se acercó para darme un intenso beso de tornillo. Supongo como agradecimiento a mis tocamientos en su coño. Tras un buen rato así, apartó a mi prima y se sentó mi hermana Mar sobre mi polla, introduciéndosela totalmente en su interior. Debido a lo húmeda que estaba resbaló hacia en interior totalmente. Empezó a dar botes sobre ella con una gran agilidad. Yo me recosté en el suelo, apoyando mi cabeza sobre la piedra. Entonces mi prima se posicionó sobre mi cabeza ofreciéndome su poblado coño.

                                                                                                                

          En apenas unas semanas habíamos pasado de conocer el erotismo, el sexo y a ser unos auténticos viciosos del sexo. Aquello se estaba convirtiendo en un no parar, y debido a nuestra juventud, poderosa juventud, nuestra actividad sexual era altísima. Estábamos todos súper salidos y con ganas de experimentar cosas nuevas.

                                                                                        

Me estuvo cabalgando mi hermana más de diez minutos seguidos, sentada mirándome, de espaldas, de lado. En ese tiempo se corrió dos veces, y yo duro como una roca. De la cantidad de corridas que llevaba ese día aguantaba un montón. Tras ella le tocó el turno a mi prima, sentándose sobre mí, cabalgando de forma más lenta pero apretando sus músculos internos o quizás era porque estaba más cerradita, pero me daba un placer increíble. Mi hermana tomo el relevo de Sonia y pude chuparle su gran clítoris directamente. Que impresionante que era. Que jugoso, y como se corría sin parar la tía. Increíble. En un momento que coincidieron los gemidos de placer de las dos no me pude contener más y regué de semen todo el interior de mi prima. Cuando se salió de mi le chorreaba por los muslos mi maná, mientras ella me limpiaba a conciencia mi polla con su boca.

                                                                                                                                

          Nos quedamos tumbados los tres en la roca, exhaustos y bien follados. Pasados escasos cinco minutos oímos a Maria llamarnos. No quisimos descubrir  nuestro lugar secreto, por lo que nos vestimos y salimos de allí buceando hasta que salimos fuera del agua lejos de la entrada a la pequeña gruta. María ya se estaba poniendo nerviosa y había salido al camino cercano a buscarnos. La llamamos entre risas y apareció echándonos la bronca. Pero al vernos en el agua, como le apetecía se calló y se metió dentro con nosotros.

                                                                                                    

          Pasamos el resto de tarde como unos primos cualquieras, riéndonos y jugando en el agua y la zona de merendero cuando fuimos a reunirnos con nuestros padres.

                                                                                                                      

          La vuelta a casa fue sin novedad, pues nos dormimos todos en el coche, fruto de la gran actividad que habíamos desarrollado ese día. El resto de fin de semana no hubo nada reseñable, salvo la noche del lunes, que fue otro momento importante de aquel verano.