miprimita.com

MIS MOMENTOS CON LA CAMARERA.El poseerse.-3de3-

en Hetero: General

MIS MOMENTOS CON LA CAMARERA

CAPITULO 1. EL ENCONTRARSE

Contado en el anterior relato. Publicado el 15/02/2012. Es continuación pero pueden leerse independientes.

CAPITULO 2. EL DESCUBRIRSE

Contado en el anterior relatos. Publicado el 16/02/2012. Es continuación pero pueden leerse independientes

CAPITULO 3. EL POSEERSE

Entramos en la habitación, y lo primero que hicimos fue desnudarnos de los pies a la cabeza. Nos metimos en la ducha los dos juntos, pues queríamos despejarnos del pequeño mareo que llevábamos. Dejamos caer el agua por nuestras cabezas mientras nos fundíamos en un apasionado beso. Yo le acariciaba toda la espalda y culo, esa espalda y culo que sin ser perfectos, aun estando entrados en carnes, me ponían extremadamente excitado, y no solo por sus formas, insinuantes y rollizas, sin ser obesos, ni mucho menos, sino por portarlas la persona que las portaba, por su forma de hablar, de expresarse, de moverse, de reírse, de follarme, de chuparme, de tocarme, de acariciarme, de besarme, de olerme, de llamarme niño, de ser en definitiva, ella. Y mientras ella seguía besándome por el cuello, pecho ombligo y polla. Estaba ya arrodillada frente a mí y había colocado mi polla entre sus tetas, entre aquellos dos enormes pechos rematados por dos aureolas y pezones que me parecían los mas bellos del mundo. Me estaba haciendo una cubana impresionante. Pero no quería correrme ahora, quería que estos momentos fueran para nuestras manos, para nuestras caricias, para nuestra excitación, para el morbo que nos provocábamos y para las palabras tan bonitas que sabia decirme, palabras que me sonaban a poesía salidas por su boca, aquella boca que tanto placer me había dado, y seguro que me seguiría dando esa misma noche.

Nos secamos el uno al otro, de una forma erótica, que hacía que mi polla no bajara ni un ápice su hinchazón. A ella la observaba detenidamente, mirando cada movimiento que hacía, cada bamboleo de sus tetas, cada gesto con su boca. Pasamos a la zona de la habitación y nos tumbamos sobre la moqueta del suelo, frente a un espejo que había que llegaba al suelo. Yo estaba frente al espejo y ella de espaldas, tumbada sobre mi polla, dándome besitos en ella y alrededores, mientras podía ver a través del espejo la humedad de su sexo. Esa humedad que ya le recorría del clítoris hasta el ano. Aquella visión me hacía ponerme más excitado todavía. Ella no se daba cuenta, y la dejé hacer. Se puso arrodillada con sus piernas abiertas a ambos lados de mi cuerpo y se introdujo mi falo poderoso en su interior, soltando un suspiro de placer. Se apoyaba con sus manos en mi pecho, empezando un sube-baja hasta lo más profundo de sus entrañas, rebotando sobre mi bajo vientre, y haciendo de vez en cuando círculos con su cintura, cuando la tenia incrustada hasta el fondo que me hacía ver las estrellas de placer. Yo por mi parte le acariciaba sus hermosas piernas y muslos y le intentaba abarcar sus tetas con mis manos, esas manos que me decía que tanto le gustaban como eran, como tocaban, como palpaban. Permanecimos casi casi cinco minutos. Nos incorporamos y le dí la vuelta, haciéndola apoyarse con las manos sobre el espejo, lo que hizo que soltase una de sus sonrisas picaras, abriéndome automáticamente más sus piernas, para facilitar mi labor. La visión de toda su espalda desnuda sobre mi, acabando es ese hermoso culo, y de sus tetas y cara a través del espejo, hizo que me entraran unas ganas de taladrarle el coño como nunca. Me posicioné detrás, ella me ayudó con su mano y cuando la tenia totalmente dentro, empecé un movimiento de penetración intenso y sumamente acelerado que hacía que mi dulce Deisy no dejara de emitir jadeos, corriéndose en repetidas ocasiones. Yo tenía mis manos apoyadas en su culo, y el dedo pulgar de mi mano derecha metido por completo en su ano, por lo que podía comprobar en cada corrida como lo apretaba inconscientemente a la vez que entre jadeos le oía decir de forma repetida “joder, joder, joder, joder, joder, que corrida!!”.Estaba exhausta y yo a punto de reventar. Aceleré el ritmo mas si cabe mientras le cogía por las tetas, momento en que ella me decía casi de forma salvaje “lléname de leche por dentro”, lo que hizo que me corriera salvajemente en su interior, regando su útero de mi semen. Cuando paré, ella se salió y se arrodillo para limpiarme bien mi polla, tragándose cualquier resto de semen que quedara, mientras veía a través del espejo, como le empezaba a caer un hilo de mi semen por la parte interior de su muslo. Se pasó la mano para recogerlo, y llevándosela a la boca, se tragó todo lo que pudo.

Aquella situación tan sucia pero erótica, me hizo ponerme nuevamente a mil. Además ella me susurraba al oído que me repusiera rápido que me tenía reservada una sorpresa.

Nos tumbamos en la cama mientras charlábamos y nuestras manos no paraban de darnos caricias y placer, buscando cada poro y terminación nerviosa para excitarlo. Poco a poco mientras hablábamos mi polla se fue poniendo más y mas dura, fruto de sus caricias, de su forma de hablar y de sus gestos. Ella al vérmela así, la cogió dulcemente con sus manos y se la introdujo en su boca, haciéndome una increíble mamada, succionando cada rincón de mi polla, desde la punta del glande hasta los huevos. Aumentaba el ritmo a cada momentos, engulléndola en su totalidad, proporcionándome un placer extraordinario. Pasados unos minutos, y viendo que ella ya se empezada a tocar su coño con la mano, nos pusimos en un sesenta y nueve, entando yo debajo, por lo que asía sus nalgas con ambas manos mientras abría el nido de su sexo para mi sabia lengua, recorriendo cada rincón, desde el clítoris hasta el ano, embadurnando de saliva y flujo todos sus orificios, a la vez que los estimulaba con lengua y dedos, notando como iba en aumento su excitación por el sonido de sus gemidos y por su agitado respirar. Mientras ellas me estaba comiendo la polla de una forma salvaje y como si de la alumna mas aventajada de la escuela se tratara. Le vinieron dos orgasmos casi seguidos, bañándome de flujos mi cara y manos, lo que me facilitó mi labor en su culito, al cual ya le había insertado dos dedos de una mano, y le empezaba a introducir otro, abriéndolo poco a poco. Ella se incorporó y me dijo que me estaba adelantando a su sorpresa, pues como había visto que por la tarde me había gustado tanto encularla, me iba a ofrecer nuevamente el orto para su placer y mi deleite. Dicho y hecho. La puse a cuatro patas, y por detrás al observar que ya tenía suficientemente dilatado la entrada a su cueva, direccioné mi hinchada polla hacia allí, metiendo con gran facilidad el grande, y mediante pequeños movimientos rítmicos, me iba abriendo paso en su interior, logrando darme un placer descomunal, por lo estrecho de sus entrañas, por lo caluroso de la estancia. Ella estaba como loca, ya que empezó a moverse agitadamente, mientras se masturbaba el clítoris y el coño con una de sus manos. No pude aguantar mucho, pues todo aquello, sus gemidos, sus movimientos, el olor a sexo, mis envestidas, todo, hizo que me sumiera en un trance de placer cuando me vino un tremendo orgasmo que no pude mas que gritar mientras me incrustaba mi polla hasta los huevos en su interior, para bañar de semen todo su intestino.

Fueron una serie de polvos salvajes, placenteros y excitantes, fruto de dos almas con una magia especial, con ganas de disfrutar del sexo sin complejos, y como si no nos fuéramos a ver en la vida, por lo que intentábamos exprimir hasta el último hilo de placer que teníamos en nuestro interior. Tras esto, nos quedamos en la cama abrazados, mientras nos invadía el sueño..

Descansábamos ya de una dura y placentera tarde-noche de sexo y desenfreno en el hotel. Estábamos dormidos los dos, desnudos, nuestros cuerpos pegados, tal cual nos habíamos acomodado instantes antes del sueño. Mi cuerpo, de lado, totalmente pegado al suyo. Mi pecho tocando su espalda, mi mano en su cadera, mis piernas tocando cada parte de la parte interior de sus muslos y piernas, y mis pies rozando la planta de los pies de los suyos. No tenía ni idea del tiempo que hacía que nos habíamos dormido, pero en esa posición, y como a nosotros nos pasa muchas veces durante la noche y la mañana antes de despertarnos, mi pene esta erecto y palpitante, dando pequeños golpecitos, como queriendo llamar a la puerta del placer, placer que había experimentado a raudales hace escasas horas. Estaba alojado en la entrepierna de Deisy, y a cada golpecito que daba se posicionaba de mejor forma. Estaba ya tocando los cortos bellitos de su sexo. Yo no quería moverme mucho por no despertarla, pues habíamos acabado exhaustos. En un momento dado, ella bajó su mano a su entrepierna, tocando la punta de mi polla que ya asomaba ligeramente por delante de su pelvis. De una manera muy delicada liberó al glande, grueso, tenso y palpitante de su escondrijo, y favorecido por el líquido preseminal que ya había salido al exterior, comenzó a acariciar el círculos mi glande. Estaba produciéndome un placer inmenso. Yo no decía nada, pues quería ver aquello adonde llegaba, y ella no sabía que yo estaba despierto. Empezó a presionar mi polla contra su cuerpo. Notaba todo su sexo ya muy humedecido. Ella con pequeños movimientos en mi polla, se la estaba sobando contra su clítoris, lo cual le debía estar produciendo un gran placer, a juzgar por su respiración. Tras varios minutos con esta maniobra, que a mi ya me estaba llevando al límite, emitió un ahogado gemido profundo y alargado, que claro está, lo identifiqué con su orgasmos particular que se había dado a costa de mi erecta polla. Además, hizo ese inconfundible movimiento de pelvis tan típico en ella que me aclaró lo sucedido. En ese momento llevé una de mis manos a sus pechos y los acaricié, los palpé, los pellizqué, los agarré, mientras ella seguía tocando mi glande, la punta, el frenillo. Dirigí mi mano a su boca y se introdujo dos dedos chupando con hambre y con sed, con ganas y con lujuria. Se los metía y se los sacaba, los besaba y los succionaba, como si de la mejor mamada que pudiera hacer se tratara. Yo ya no podía mas, y con un pequeño movimiento de mi cadera, posicioné mi polla en la entrada de su coño y la inserté hasta el fondo, hasta que no podía presionar mas. La humedad de su sexo facilitó el momento. Empecé un mete saca profundo y lento, disfrutando de las paredes de su vagina, intentando hacerla disfrutar del contacto de mi grueso pene en su interior. No se puede decir que tuviera una polla de 18 cm, que le vamos a hacer, pero si que es gruesa, y eso supongo que era ahora lo que estaba disfrutando. Tras escasos dos minutos notaba que me venía mi orgasmo interior, por lo que le susurré al oído: “mi niña, hubiera preferido durar mucho mas en tu interior, pero me vengo de un momento a otro”. A lo cual ella sonrió, y sacándose mis dedos de su boca, me contestó: “no te preocupes, lo he disfrutado mucho, ahora solo quiero que me bañes por dentro con su sabroso semen, quiero notar esos potentes chorro en el interior de mi excitado coño. Dámelo ya!!” Aquel “ya” desencadenó una convulsión interior, lo que hizo que mi cuerpo se tensara, mi esfínter se apretara y mi glande se hinchara más si cabe soltando un sinfín de chorros de semen que golpeaban en las paredes interiores de su vagina. El orgasmo fue intensísimo y largo, aferrándome a mi ninfa del placer, mientras ella me tocaba el tronco de mi polla a la vez que se sobaba su clítoris. Fue algo espectacular. No nos movimos. Permanecimos nuevamente abrazados, pero ahora con mi polla todavía en su interior. Así nos volvimos a quedar dormidos.

Noté una tremenda erección, casi me dolían los huevos. Se veía un hilo de luz a través de las cortinas de la habitación. Y el placer que estaba experimentado era descomunal. Veía como las sabanas se movían, notaba como mi polla estaba aferrada por sus manos y mi glande humedecido por su saliva. Era insaciable. Yo estaba todavía cansado de lo ocurrido el día anterior y ella ahí estaba, dispuesta a continuar una dura mañana de batalla y desenfreno hasta que me tuviera que ir de la ciudad. Pero ella estaba dispuesta a no perder ni un segundo de la corta mañana. Ella ya estaba tragando mi semen con ansia, fruto del orgasmo mañanero que me había regalado aquella diosa del erotismo y del placer. Aquella camarera que conocí un día cualquiera, en una ciudad como la tuya.

Mis gracias más sincera a d.V.

 Mi pequeña diosa Voraz y morbosa.

Mi musa en este relato.