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Increible follada con mi padre-2

en Amor filial

En el ultimo y primer relato sobre lo ocurrido con mi padre, explicaba la primera vez que tuve sexo con él. Han pasado más de 5 años y no había ocurrido nada, pero a día de hoy, puedo decir que hemos tenido nuevos encuentros, casi casuales, y muy recientemente, lo cual hace que todavía esté confundida.

A continuación paso a explicaros como ocurrió la “recaída” después de esos 5 años desde la primera vez que lo hicimos.

Eran principios de Diciembre, y yo hacía tres meses escasos que había vuelto a vivir en casa de mis padres, pues había estado casi dos años viviendo con mi novio en su casa. Habíamos tomado la decisión de vivir juntos tras más de un año de noviazgo, y ciertamente los inicios fueron estupendos. Los dos nos acoplamos y pasamos sobre un año siendo tremendamente felices. Compartiendo cosas, situaciones, vida, amigos, etc. Y como no, sexo. Mucho sexo. Reconozco que cuando estoy a gusto con la otra persona soy casi adicta al sexo, y el tenia una especial potencia, por lo que me aguantaba todo lo que le pedía, e incluso me daba mas. Era común entre nosotros tras haber tenido una noche de sexo, con 2 o incluso 3 polvos, despertar a las 5 de la mañana y empezar a comerle la polla a mi chico o él el coño a mí. Nos iba la marcha. Éramos jóvenes, el tenia un cuerpo de infarto, y por lo que le provocaba yo en él, creo que yo también.

Pero pasado el año de compartir responsabilidades, no sé qué ocurrió pero nuestra actitud fue cambiando. Nos convertimos más irascibles el uno con el otro. Empezamos a ser, creo yo, más posesivos con nuestros espacios y manías. Lo cual llevó a un deterioro de nuestra situación personal, que se trasladó como es normal a todos los terrenos. No hacíamos por coincidir en las comidas en casa, no hablábamos tanto y por supuesto, no hacíamos tanto sexo como antes. Me hacía yo mas dedos pensando en cómo follábamos antes que las veces que follaba con él. Se había convertido casi en una situación de compromiso. Lo hablamos y como personas adultas que éramos y decidimos dejar de vivir juntos y de ser pareja. Por lo que yo volví a casa de mis padres.

No voy a decir que me pasé meses apenada, sin salir, llorando, etc. No. Había pasado ya suficiente tiempo desde el deterioro de la situación que ya nos habíamos mentalizado. Habíamos acabado de forma civilizada, y nos hablábamos como amigos sin problemas. Incluso follamos un par de veces tras la separación, pero decidimos que no se repitiera porque no nos llevaba a ningún sitio.

El caso es que en casa de mis padres todo seguía exactamente igual que antes de irme. La convivencia allí era muy fácil, pues todos te dejaban tu espacio, y mi hermano además, se acababa de pillar un pisito con unos amigos y llevaba casi medio año sin vivir con mis padres.

Como con mi ex yo viví en su casa exactamente igual a como había vivido en la casa de mis padres, no noté cambio alguno. Es decir, el ambiente era muy liberal, cada uno iba como quería, todos nos habíamos visto desnudos desde siempre y no había problemas por ello, por lo que empecé a hacer lo mismo que hacía cuando vivía allí dos años antes.

Lo ocurrido con mi padre hace cinco años, era algo pasado y ni siquiera lo hablaba con mi padre. Por su puesto mi madre nunca se enteró. Si salía el tema con mi padre lo comentábamos como algo normal y sin dale especial importancia.

Pero llegaron los días festivos de primeros de Diciembre. Habíamos coincidido en casa en tener todos puente de jueves a domingo. Nos íbamos a ir a la casita que teníamos de verano, pero surgió un imprevisto, y mi madre se tuvo que ir al pueblo esos días. Nos convenció para que nosotros siguiéramos la marcha prevista y nos fuéramos a la casita. Así lo hicimos. Nos hicimos una maleta entre la ropa de mi padre y la mía y nos fuimos a pasar el puente, con la condición de que el Sábado por la tarde vendría mi madre para compartir al menos un día juntos. Nos fuimos con mi coche, mientras mi madre se llevaba el coche familiar.

Todo fue estupendamente, llegamos el miércoles a la hora de cenar. Dejamos la maleta en la habitación de mi padre y sacamos una camisa de mi padre y un vestido mío para que no se arrugara. El resto ni lo tocamos. Encendimos la estufa del comedor y la calefacción de la casa, y mientas aquello iba calentando nos fuimos a la cocina a prepararnos algo para cenar. Tras la cena, el comedor estaba ya calentito, y nos pusimos mi padre y yo a ver la tele acurrucados bajo una mantita. Como hubiéramos hecho en el caso que se hubiera venido mi madre. Yo me quedé dormida apoyada en el pecho de mi padre, mientras recuerdo que me acariciaba los tobillos hasta la rodilla. Todo normal y habitual. Cuando se acabó la peli, me despertó y nos fuimos a dormir. Yo me lavé los dientes mientras mi padre se puso el pijama y se vino a lavárselos también. Yo acabé, vacié mi vejiga y me fui a mi habitación y empecé a desvestirme, casi a golpes por el sueño que aun tenia. No había cogido el pijama, por lo que fui a la habitación de mi padre a la maleta para buscarlo. Ya me había quitado prácticamente toda la ropa, y medio sonámbula por el sueño entré en su habitación, solo con un tanguita negro y los calcetines. El todavía estaba en el baño. Me incliné sobre la maleta a buscar el pijama, por lo que dejaba mi culo en pompa hacia la entrada de la habitación, en el momento que oí que entraba mi padre. Tardó unos segundos en preguntarme qué es lo que buscaba, por lo que entendí que se había quedado contemplando mis aposentos desde su posición privilegiada. Eso me hizo despertarme un poco, esos segundos que se hicieron eternos me hicieron entrar en un trance de seducción, al sentirme observada por él tan detenidamente, y al notarme tan libre de ropa, con mis senos bamboleando mientras buscaba en la maleta y el hilo de mi tanga rozando mi ano y casi introduciéndose en mi vulva, por la tensión que había en la prenda por la posición que tenía. Mis pezones ya se habían puesto duros cuando oí sus pasos acercándose, y yo ya me había espabilado del todo, cuando mi padre se puso detrás mío, pegado, su pecho contra mi espalda, y su sexo (no la noté empalmada, todo hay que decirlo) pegado a mi culo, y diciéndome al oído que le dijera lo que necesitaba, que estaba todavía medio dormida. Aquello erizó todos los vellos de mi piel. Notarle tan cerca, su aliento en mi cuello, sus manos sobre las mías, hizo que me saltaran todas las alarmas en la cabeza y entrara en un semitrance que me hacia volar. Le dije que buscaba el pijama. O más bien el blusón de dormir. Una prenda única que me llegaba hasta mitad muslo, y con una gran abertura en su parte delantera, que podía cerrarse con un nudo en dos pequeños trozos de tela, pero que nunca cerraba, por lo que dejaba ver todo mi canalillo y gran parte de mis senos.

Lo encontró mi padre. Lo cogió con una mano mientras que con la otra me rodeaba la cintura para ayudarme a incorporarme. Noté como rozaba uno de mis grandes senos con un dedo suyo, teniendo que cerrar los ojos por el calambre interno que me dio ese tocamiento. Ya os dije en el otro relato que tengo unos pezones muy sensibles, y con nada me pongo a cien. Nos terminamos de incorporar y me di la vuelta para coger la prenda. Mi padre ya estaba poniéndola en posición para ponérmela. Me dijo que levantara los brazos, que él me la ponía. Me podía contemplar entera, con mis pechos todavía desafiando a la gravedad, mis curvas creo que bien proporcionadas y mis piernas bien formadas. Mi padre me acarició la cara con la parte exterior de la mano y bajó por mi cuello, pasó sus dedos entre mis dos senos, llegando a mi ombligo y posándola finalmente sobre mi cadera, mientras me decía lo hermosa que era, acabando como no con la palabra “pequeña”, tan habitual en él. Pero no notaba lujuria en sus palabras. Si las tenía yo a esas alturas en mi cabeza. Pero sus palabras eran de padre orgulloso de su hija. Tras eso me introdujo la prenda y la dejó caer sobre mi cuerpo. Mis pezones se marcaban espectacularmente en esa prenda tan fina. Me dio un beso en la mejilla y me dio las buenas noches. Yo lo abracé con fuerza, apretando mis senos en su pecho, acariciando su espalda desde el cuello hasta el inicio de su apretado culo, y me fui a mi habitación.

Me metí en la cama con un calentón increíble, apagué la luz y no pude hacer otra cosa que empezar a acariciarme mis senos, mis pezones, recordando el contacto que había tenido hace apenas dos minutos. Bajé por mi vientre hasta mi tanga e introduje la mano bajo ella, recorriendo mis labios vaginales, humedecidos por la reacción que mi cabeza había provocada a aquella situación. Me estorbaba hasta el tanga. Me lo quité y mientras con una mano me daba pequeños pellizcos en mis tetas, con la otra, abierta ya de piernas todo lo que podía, se dedicaba a hacerme una tremenda paja al honor de mi padre. No podía remediarlo, me retorcía de placer, por mis tocamientos pero también por mi mente volando sobre la figura de mi padre mientras nos hacíamos toda clase de obscenidades, tocamientos y penetraciones, que solo tenían lugar en mi lujuriosa cabeza. Me vino un tremendo orgasmo que no sé como acallé o si lo acallé, pero acto seguido no podía parar y me introduje primero dos dedos y luego 3 en mi vagina, haciendo un mete saca que muy pronto me llevó a mi segundo orgasmo, este más lento y prolongado, el cual lo disfruté de una manera muy especial.

Cuando acabé, estaba empapada, y me vinieron sentimientos de culpabilidad, pues había creado en mi mente una situación que creo que mi padre no llevó a ese extremo. El había dicho cosas pero desde el punto de vista de padre, no se le notaba excitación en ello. Además, en ningún momento comprobé que se había empalmado, y sin embargo yo, había usado la situación y su figura como fuente de mis pensamientos para regalarme dos orgasmos brutales. Ensimismada en esos pensamientos me quedé dormida.

Me desperté sobre las diez de la mañana. Me levanté al servicio. Estaba dentro mi padre, duchándose. Me lavé la cara, mientras el recorría la mampara, desnudo, depilado totalmente, con su pene colgando, hermoso, y me pedía que le acercara la toalla. Para entonces yo ya estaba marcando mis grandes pezones en el pijama. Mientras se secaba me senté en el urinario. Como no me había puesto el tanga después de mi movida noche, mi padre me vio perfectamente mi sexo totalmente depilado y con una pequeña línea de bello. Lo sé porque me hizo un comentario jocoso al respecto, mientras yo le reía la gracia y pensaba que si él supiera por qué no llevaba el tanga igual no habría vuelta atrás.

Me quedé unos segundos contemplando el cuerpo bien formado y musculado para su edad de mi padre. La verdad es que estaba bueno. Y yo ya me estaba calentando. Me levanté del inodoro y me quité el pijama, quedándome totalmente desnuda delante de mi padre, y me metí en la ducha. El tuvo que hacer un paso hacia atrás para que pudiera pasar mientras no perdía detalle sobre mi cuerpo. No sé como lo hacía, pero su pene se mantenía igual, sin visos de excitación. Mientras se secaba el pelo, con la toalla, yo ya me había enjabonado, y con la mano llena de jabón se lo empecé a tirar hacia donde él estaba, entre risas, como empezando una batallita de las que hacíamos cuando era pequeña. La verdad es que lo puse perdido, por lo que fue la excusa perfecta para decirle que entrara conmigo para quitárselo con el agua. Pensé que se iba a negar, pero tiró la toalla al suelo y se metió en la ducha. Nos reíamos por la situación, mientras yo estaba detrás de él y le vertía agua con la regadera por su espalda, mientas con la otra mano le barría toda su espalda para terminar de quitar el jabón. Le di la vuelta e hice lo propio por delante. Pero en este caso, le llevé mi mano hasta la base de los huevos, y levantándoselos, junto a su pene, le echaba agua a su sexo, sin excusa alguna de jabón, pues este ya había desaparecido. Nuestras risas acrecentaron cuando él hizo un comentario al respecto. Yo estaba súper excitada, los pezones me reventaban y mi sexo estaba más húmedo que el chorro de agua que salía por el grifo. Su pene empezó a coger algo de forma morcillona, por lo que la rodeé con la mano y le bajé el prepucio, dejando su glande al descubierto. Yo creía que a esas alturas ya lo tenía que tener lo suficientemente caliente como para dejarse ir y empezar a follar como locos, pero él de una forma muy natural, hizo otra broma al respecto, y me quitó la regadera de la ducha y empezó a quitarme el jabón de mi cuerpo, primero por delante, imitando mis movimientos, y acompañando con su mano cada centímetro de mi anatomía, pezones incluidos, y después por detrás, dándome la vuelta y quitándome el jabón de la espalda. Noté en un par de momentos que algo me tocaba mi culo, lo que debía ser su polla erecta, pero cuando acabó, cerro el grifo y se salió de la ducha, diciéndome que se iba a preparar el desayuno, mientras cerraba la puerta del baño a sus espaldas. Por supuesto que lo vi que tenía un empalme de escándalo, pero se debió hacer el duro, o el padre responsable, y salió del baño envuelto en su toalla. Yo por mi parte, me quedé con un gran calentón dentro de la ducha, mientras le decía, no sin mostrar un tono de semienfado, que no tardaría en ir. Por supuesto que me hice una tremenda paja con el chorro de agua, a máxima potencia y encarado a mi palpitante clítoris, sin cortarme en mis gemidos de placer. No sé si estaba más enfadada conmigo misma por no conseguir lo que ansiaba o con mi padre por su actitud responsable. Me quedó claro que aquello no iba por buen camino, pero pese a ello no podía dejar de intentar provocarle, por lo que no me puse ropa interior y si una camiseta ancha, hasta por debajo de mis cachetes y con unas grandes aberturas bajo los brazos.

El desayuno transcurrió de lo más normal. Trascurridos diez minutos sin conseguir que mi padre mostrara el mas mínimo interés por mi provocante atuendo, desistí en mi actitud, mientras nos enfrascamos en una conversación de tintes políticos que nos llevó a otra sobre la economía global, para acabar en las necesidades del tercer mundo no sin tocar el malogrado protocolo de Kioto. Vamos, lo mejor para que se estrellara contra el suelo cualquier indicio de sentimiento de lujuria en cualquiera de nosotros dos.

Durante el día casi no nos vimos pues yo salí con unas amigas y organizamos la salida de por la noche. Volví a casa con el tiempo justo para darme una ducha rápida y vestirme para salir. Me puse una minifalda, mas mini que falda, con unas finas medias (demasiado finas para el frio que hacia) y una blusa muy abierta por el pecho, con un sujetador que realzaba mi canalillo. Encima un buen abrigo.

Volví a casa sobre las 4 de la mañana, bastante chispa, pues habíamos cenado con vino, y luego tras una serie de chupitos me habría tomado cuatro o cinco gin-tonics. Vamos lo suficiente para llevar una borrachera evidente, aunque no para ir por los suelos. Cuando entré en casa la verdad es que hice bastante ruido, debido a mi estado. Me encaminé a mi habitación, con el abrigo en una mano, las medias con varias carreras y el rímel corrido. La verdad es que estaría para verme. Mi padre salió de su habitación y empezó a descojonarse literalmente delante de mí. Yo no sabía como tomármelo, por lo que pasé delante de él dedicándole un cariñoso “idiota”, y me introduje en mi habitación y me derrumbé de cansancio, y de dolor de pies por los tacones, sobre mi cama. Dejé caer lo que llevaba en mis manos al suelo mientras me llevaba las manos a la cabeza y me decía a mi misma: “que castaña que llevas”.

Mi padre se asomó a mi habitación pidiéndome perdón por si me había ofendido por las risas, pero que estaba muy graciosa con ese aspecto. Me reí yo también de la situación, aunque no estaba para muchos movimientos. Me debió de ver en un estado algo perjudicado, por lo que se acercó a ayudarme a incorporarme, y me llevó al baño. Me cogía con sus fuertes manos y yo me dejaba llevar, entre otras cosas porque no podía con mi alma. Me desvistió sentada en el inodoro, y me dijo que me iba a meter en la ducha para que se me pasara el pedo. Poco a poco me iba quitando las prendas, mientras yo, la verdad, me hacia si cabía un poco más la borracha para disfrutar de la situación. Me quitó la blusa y el sujetador, dejando mis duros pechos al aire. Cuando se arrodilló para quitarme la falda observé cómo se quedó mirando mis erectos pezones rosados. Fue entonces cuando le noté que algo se movía en su pantalón del pijama. A continuación me hizo levantar el culo del asiento del inodoro y me quitó de una vez la minifalda y las medias. Me cogía las piernas con tremenda suavidad mientras hacía salir mis prendas por mis ya desnudos pies. En ese momento estaba solamente vestida con mi tanga rojo. Al sacarme las medias por los pies se quedó mi padre sentado en el suelo, perdiendo un poco el equilibrio, pudiendo observar clarísimamente que estaba muy empalmado. Aquello me animó, y haciéndome la borracha, empecé a jugar con mis pies sobre su pecho, mientras estaba sentado en el suelo. El se reía a la vez que me decía que si no paraba de jugar no podríamos acabar nunca. A mí me estaba divirtiendo la situación, mas aun con la alegría que llevaba en mi cuerpo fruto de la bebida y además estaba excitándome sobremanera. Me dijo mi padre que me pusiera de pié para poder quitarme el tanga y meterme en la ducha. Me incorporé, aun él estando en el suelo, me acerqué, dejando sus piernas debajo de las mías, por lo que yo tuve que abrirme un poco, y por la posición suya, su cara se quedó a escasos centímetros de mi coño. Desde ahí abajo, me miró a los ojos, mientras sin levantarse, cogió el finísimo hilo de los laterales de mi tanga y tiró hacia abajo, muy despacio, casi acariciando mi piel, mientras dejaba al descubierto centímetro a centímetro mi ya húmedo sexo, deleitándose de la visión, recreándose en su posición de privilegio. Yo por mi parte veía como su polla daba continuos movimientos bajo el pantalón, fruto de la excitación que llevaba el pobre. Cuando ya llevaba mi tanga por la mitad de los muslos de la pierna, paso su mano por mi vientre, bajando hasta el hilo de pelos de mi coño, y rodeando mis caderas hasta palpar cada centímetro de mi respingón culo. Fueron unos eternos segundos, pero como si el saliera de un trance, terminó de bajar mi prenda intima, se incorporó y me cogía del brazo dirigiéndome a la ducha. Yo ciertamente no entendía nada. Me estaba volviendo loca este hombre. Y seguramente el también, pero supongo que su cabeza en esos instantes pudo más que su polla. Aunque ésta estaba con una gran “tienda de campaña” puesta bajo sus pantalones.

Me introdujo en la ducha y me hizo acacharme para poder echarme agua en la cabeza. Estaba más bien fría, por lo que era lo que le faltaba a mis erectos pezones. Se arrugaron aun mas, mostrando un empitonamiento brutal. Estábamos poniendo todo perdido de agua, incluso los pantalones de mi madre, que debido al agua marcaban perfectamente la forma de su polla. Yo le insistía que se quitara la ropa y se metiera dentro conmigo para hacerlo bien, pero él se negó. Tras unos escasos dos minutos, salí de la ducha y mi padre me secaba de una forma muy delicada. Yo supongo que se recreaba para tocarme bien, lo cual no me disgustaba ni mucho menos. Después de unos minutos me llevó a mi habitación y me ayudó a meterme en la cama. El se había quitado su empapado pantalón y camiseta del pijama, por lo que estaba solo con unos calzoncillos secos puestos. Le dije que se quedara a mi lado, porque todo me daba vueltas. El accedió, no sin decirme que ya no era una niña para eso. Pero se quedó a mi lado. Le cogí una mano y la metí bajo las sábanas, con mis dos manos y ubicándola entre mis tetas. El con la otra mano me acariciaba la cabeza. Yo estaba en la gloria. Cuando él creía que yo estaba dormida, pues había dejado de apretar su mano con las mías, empezó a acariciarme por debajo de las sábanas. Lo hacía de forma muy delicada, por el cuello, por el brazo, por mis pechos, de uno a otro, palpando cada uno de mis pezones puntiagudos, bajando por mi vientre y mis caderas, para recorrer todos mis muslos, por delante y por detrás, ya que estaba colocada de lado, para luego subir desde mis rodillas hasta mi pubis, pasando su mano por mis vellos arreglados, y llevando la mano a través de mi cadera hacia el culo, recorriendo la unión de ambos glúteos, hasta donde se unían mis piernas, notando la gran humedad que existía en mi sexo. Yo con una hábil movimiento terminé de destaparme más de lo que ya lo había hecho él con sus caricias, poniéndome boca arriba, con las piernas separadas y mis brazos sobre mi cabeza. Podía contemplarme toda, y me estaba poniendo a su disposición, ofreciéndole mi cuerpo para lo que él quisiera hacerme. Yo no observaba nada porque no quería abrir los ojos y romper el momento, pero debió observarme durante un largo rato, pues no aprecié movimiento alguno, y tampoco me tocaba. Entonces noté como su boca se posaba en mis pezones y hacia estremecerme casi de forma espontanea. En ese momento bajé una de mis manos hacia donde suponía que se encontraba su polla. Así fue, le pude tocar su enorme polla con mi mano. Todo ello supongo que le hizo bajar de su nube y se levantó dándome un beso en la mejilla mientras me tapaba con la sábana, y salió de mi habitación.

Yo no daba crédito. No sabía que se podía tener un poder de autocontrol tan grande. De todas formas, para aquellas alturas, a mí ya se me había pasado toda la borrachera, y no estaba dispuesta a quedarme otra vez con el calentón. Dejé pasar unos minutos mientras intentaba evaluar la situación y pensaba en si dormirme y mañana seria otro día, o levantarme y montarle un pollo de cuidado. Transcurridos casi veinte minutos más, decidí salir de mi cama, notando todo el ambiente en mi desnudo cuerpo, el olor a sexo en el ambiente y la humedad del baño por la ducha. Me acerqué a la habitación de mi padre, y lo vi dentro de la cama, por la luz que entraba de las farolas de la calle a través de las rendijas de la persiana. Estaba de espaldas a la puerta, por lo que no me vio entrar. Me acerqué sigilosa, levanté las sábanas y me introduje tal cual iba, desnuda como una ninfa, llena de lujuria y húmeda de excitación. El no se movió. Me pegué a su desnudo cuerpo, cosa que me sorprendió, pues pensé que se habría puesto algo, pero más aún me sorprendió darme cuenta que tampoco llevaba calzoncillos. Mis pezones estaban pegados a su espalda, y mi mano izquierda ya le había recorrido su pecho, había pasado por su ombligo y estaba asiendo su polla, creciendo cada segundo dentro de mi palma, al compás de los latidos de su corazón. Pasó su brazo hacia atrás. Acariciándome mi culo, diciéndome muy despacito que eso no estaba bien. Yo me acerqué a su oído y le susurré que lo que no estaba bien era no hacer lo que nuestros cuerpos nos pedían, no dejar evadirnos de lo supuestamente correcto para caer en un mundo de placer asegurado, excitación y sexo a raudales, para llegar a sentir increíbles orgasmos como ya habíamos sentido años atrás. Mientras le ponía en situación, le cogí la mano que había posado en mi culo y la llevé a mi sexo, para que pudiera notar el nivel de excitación que llevaba acumulado desde horas, casi días.

Se dio la vuelta, me miró a los ojos, y mientras se pegaba a mi cuerpo hasta no dejar pasar el aire, y notaba su polla intentando perforar mis apretados muslos, separándolos yo levemente para albergarlo y acurrucarlo en mi calor, me dio un profundo, largo y cariñoso beso, que fue el principio y el punto de partida de una de las mejores noches que he vivido en mi vida.

Pero si no os importa, y como ya se ha extendido demasiado el relato, lo dejaremos para una tercera entrega, si es de vuestro interés-

Saludos y mucho placer para todos.

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PLACER