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Feliz conejilla de laboratorio. ( 2 )

en No Consentido

El negocio iba viento en popa. Hacia tres años que el producto se había comercializado, eso si clandestinamente, pero no había sido un problema. Nadie estaba dispuesto a levantar la perdiz, en un asunto en el que todo el mundo salía beneficiado. Por supuesto, los seis miembros del núcleo duro del laboratorio, los que más. Con la mayor parte del poder mundial, nacional, empresarial, regional, local, policial, y judicial en manos de hombres, nadie quería tirar de la manta. Cuando se rumoreaba algo, por ahí aparecía inmediatamente un cofrade, que era como Juan, el director general llamaba a los intermediarios que distribuían el producto. Automáticamente, la vida familiar del político, juez o policía de turno mejoraba sustancialmente. Los costes de producción del producto eran ínfimos y se podían distribuir como pago para tapar bocas. Pero siempre en ampollas de un uso, las cápsulas subcutáneas, recordad que sus efectos duraban dos meses, solo se distribuían a los clientes VIP, mejor dicho, súper VIP.

Así las cosas, el consejero y Juan se habían convertido en hombres verdaderamente ricos. Y con ellos, el núcleo duro del laboratorio, que estaban al tanto del negocio. La última incorporación al núcleo duro levantó cierta controversia, era una mujer. Allyson, atractiva para su edad, buena presencia, de unos cuarenta y cinco, encargada de las delegaciones en la zona de Asia pacifico, vitales para el desarrollo del negocio. En los tiempos de crisis que corren, la mayor parte de las grandes fortunas emergían de esa zona y de Rusia. Resulto ser lesbiana, y como el resto de jefazos habían aportado a sus propias esposas, con sus capsulas correspondientes debidamente implantadas, ella hizo lo mismo con su pareja, una preciosa japonesita de 28 años, llamada Naoko. Era el pago imprescindible para poder acceder al harén. Desde que se instaló en la planta noble de la torre del laboratorio, se había fijado en Ana, la servicial esposa de Juan. Si la quería a ella, tenia que entregar lo que tenía a cambio.

— ¿Se han realizado ensayos sobre como funciona con mujeres? —pregunto Allyson a Juan, en la reunión donde se trató el tema.

— La verdad es que no, todos los ensayos se han realizado con hombres, —respondió Juan—. Por cierto, la conejilla de laboratorio fue mi querida esposa, Ana, —y después de una pausa añadió pensativo—. Pero en principio no debería haber problema.

— Me interesaría mucho estar segura, —insistió Allyson.

— En el cuerpo de la mujer, la sustancia hipnótico-afrodisíaca, se forma al juntarse el producto de la ampolla, o la capsula, con las hormonas femeninas. Después se activa al percibir el olor del otro producto, y da igual quien lo lleve encima.

— Si es así de acuerdo. Yo aportará a mi japonesa y tendré libre acceso a todas las demás, —y desafiante añadió—. Quiero garantías claras de que ninguno de vosotros intentara meterme algo entre las piernas… o por otro sitio.

— Querida Allyson, si hubiéramos querido hacer algo así, lo hubiéramos hecho hace tiempo, —intervino Harry, el consejero delegado—. Si tienes interés en alguna del harén, no hay problema, puedes disponer de ella, aunque creo saber en quien estás pensando.

— Por cierto, ¿Tu japonesa se depila? —pregunto otro de los consejeros riendo—. Normalmente, tienen unos pelazos de medio metro.

— Es japonesa pero nació aquí en EE. UU. No tiene las costumbres de allí. Os gustara, aunque nunca ha estado con un hombre.

— ¡Una virgen! —exclamaron los consejeros haciendo coro.

—No tan virgen, —intervino Allyson arrogante—. Ya me encargue yo de desvirgarla, y por los dos agujeros. Lo que no ha hecho nunca es chupar pollas.

— ¿Cómo puedes estar tan segura? —la inquirió otro de los directivos—. A saber lo que se habrá comido por ahí.

— La tengo conmigo desde que cumplió los 16 años. Yo la he enseñado todo lo que debía saber.

— Pues no se hable más, nosotros la enseñaremos el resto, —intervino Juan, y ante es coro de carcajadas, añadió—. Te aseguro que de chupar pollas se va a hartar.

Inmediatamente Naoko entro en el harén y la prepararon una, especie de fiesta de bienvenida. Previamente, la tarde anterior la colocaron la capsula. Para ello, Allyson la administro un sedante que la dejo dormida unas horas y Juan se acercó a su casa. Una vez colocada la capsula en la cadera, solo había que esperar a que empezara a hacer efecto.

— ¿Cómo sabré que funciona? Naoko es muy receptiva y sumisa conmigo, —preguntó Allyson.

— ¿Habla mucho?

— Lo normal.

— Ahí tendrás la prueba. Casi no podrá hablar, a no ser para responder ante una pregunta insistente. Es uno de los efectos secundarios del producto, y por cierto, muy valorado por los clientes, —y mirando detenidamente el cuerpo desnudo de Naoko, añadió—. Es una preciosidad. ¿Te has cansado ya de ella?

— En absoluto. La quiero mucho y la seguiré queriendo, —y sonriendo añadió—. Pero digamos que me apetece probar chochos nuevos, en especial el de Ana, tu mujer.

— Todavía no entiendo que veis en esa gilipollas. Da igual, toda tuya. Puedes hacer con ella… y con las demás, lo que quieras, —y levantándose de la silla donde estaba sentado, añadió—. Tengo curiosidad ¿Cómo conseguiste un piboncito de 16 años?

— Es delicado hablar de eso, —contesto después de guardar silencio durante unos segundos—. Digamos que la compre.

— ¡No jodas!

— Sus padres me pidieron un favor muy importante, y me ofrecieron a su hija pequeña. Por supuesto acepte, después de poner muchas pegas. Ya sabes, —respondió con expresión picara—. Pero os he mentido, no tenia 16 años, tenía 12.

— ¡Que jodía! Como decimos en España, te gusta trabajar la cantera, —exclamo Juan riendo, y mirándola con ojos maliciosos, añadió—. ¿Y con 12 ya empezaste a “adiestrarla”?

— Bueno… ya la enseñe algunas cositas.

 A día siguiente, a primera hora, Allyson llevó a Naoko a la casa de Oceans Blvr. Para tal fin, la vistió con una especie de uniforme de colegiala. Faldita roja de cuadros escoceses que a duras penas escondía un exiguo tanga también rojo, una camisa blanca anudada a la cintura que dejaba transparentarse un sujetador negro y que dejaba el ombligo al descubierto, calcetines blancos hasta la rodilla, zapatos con cordones, y la tapo con una capa hasta los pies. Cuando entraron al salón de la casa, todos los directivos, estaban esperándola sentados en los sillones y el sofá. Las cinco esposas del harén, el consejero era viudo, estaban recluidas en una habitación, debidamente atadas con las manos a la espalda. Esperaban a que los “amos” requirieran su presencia. Inmediatamente, Naoko reacciono al intenso olor del producto, y noto incluso que se le aflojaban las piernas. El consejero delegado se levantó para hacer los honores. Después de admirarla con detenimiento, haciéndola girar sobre sí misma para que todos la pudieran ver mejor, la levanto la faldita. Naoko miró a Allyson desconcertada, sin entender lo que pasaba, pero se dejó hacer. Desde su sillón, Allyson, con una leve inclinación de cabeza, la tranquilizo, consciente de que en breves instantes su mente ya no seria capaz de preguntar que estaba ocurriendo.

— ¡Arrodíllate! —la ordeno, y metiéndola un dedo en la boca, preguntó dirigiéndose al resto de directivos—. ¿Votos a favor? —y ante las seis manos levantadas, incluida la suya, añadió—.  ¡Aceptada!

Se sacó la polla y se la metió en la boca. Naoko comenzó a chupar como si lo hubiera hecho toda la vida. La polla de Harry fue aumentando de tamaño en su interior, mientras la japonesa seguía chupando.

— ¡Trágatelo! —la ordeno cuando se corrió—. Y mueve la lengua, zorra.

Naoko siguió acariciando con la lengua el capullo del consejero, hasta que este, agarrándola del pelo, la saco.

— El siguiente. Pero si os parece, vamos a ponerla más cómoda. Desnúdate.

Inmediatamente obedeció, y desnuda fue aproximándose de rodillas, uno a uno, a todos los consejeros. A todos les chupo la polla, de todos se tragó el semen sin rechistar, y tuvo tanto éxito, que decidieron que diera otra vuelta.

— Yo creo que tiene el culo demasiado blanco, —dijo Juan cuando Naoko se disponía a seguir chupando—. ¿No os parece?

Como todos asintieron, la coloco un collar de cuero en el cuello y unas muñequeras. Después sujeto estas con un mosquetón al collar por delante. La agarro por el pelo y la inclino hacia delante pegándola la cara al suelo. Su erecto trasero mostraba nítidamente sus orificios anal y vaginal.

— ¡No te muevas! —la ordeno, y seguidamente la dio un violento azote con la mano. Fue tan fuerte, que los cinco dedos y la palma quedaron claramente mancados en la blanca piel de su trasero. El resto de los consejeros se levantaron para participar en los azotes, mientras se iban desnudando. Al término de los azotes, Naoko tenía las dos nalgas completamente enrojecidas con un color intenso. En ningún momento se quejó, al contrario, parecía que disfrutaba. Comenzó la segunda vuelta que fue mucho más larga porque los consejeros tardaron más en correrse, además de que se dedicaron a besuquearla y a meterla mano.

Juan observó que Allyson permanecía sentada en el sillón mirando lo que ocurría. Cuando se acercó a ella vio como una lagrima estaba a punto de caer por una de sus mejillas.

— ¿Te arrepientes? —la preguntó sentándose en el sillón contiguo.

— No, pero no estoy acostumbrada a verla sufrir. Ya te dije que la quiero mucho.

— Te aseguro que no está sufriendo…

— ¡Venga Hombre! ¿Cómo puedes decir eso? —le interrumpió.

— Porque es la verdad. ¿La has oído quejarse?

Sin esperar respuesta, se levantó y se dirigió al cuarto del harén. Cogió a su esposa del pelo y tirando de ella de mala manera la saco de la habitación y la arrodillo entre sus piernas cuando volvió a sentarse al lado de Allyson. Era la primera vez que la veía desnuda. Observo como estaba atada con los brazos cruzados por la espalda. Sus preciosos pies con unas sandalias de tacón súper alto. Juan la volvió a agarrar del pelo y la dio un sonoro bofetón que la tumbo en el suelo y la hizo sangrar un poco la nariz. Ella se incorporó y siguió con la misma cara feliz que antes.

— Cariño, chupamé la polla muy, muy despacio. Ya sabes, —la dijo mientras miraba fijamente a Allyson y Ana comenzó a chupar—. ¿La ves sufrir?

— No, no la veo sufrir, —y después de una pausa, añadió—. ¿Es que no entiendo como es posible?

— Ya sabes que todo lo referente al producto es alto secreto, y solo lo conocemos Harry y yo. Pero te voy a decir algo, que si puedo contarte. Esta puta zorra que me chupa la polla, es sin ninguna duda, la mujer más estudiada de la historia. Tenemos imágenes de ella, de su exterior, que ya ves que es esplendido, —Allyson asintió con ojos golosos—, también de su interior. Esta totalmente radiografiada, escaneada y analizada. Ya te dije que ella fue el conejillo de laboratorio. Incluso ahora seguimos haciéndolo. Tiene instalado un dispositivo que monitoriza constantemente su actividad cerebral. Por casualidad, hicimos un descubrimiento que no esperábamos. El producto, además de ser un hipnótico y un afrodisíaco poderoso, tras una larga exposición actúa decididamente sobre los genes TPH-1 y TPH-2 que regulan la serotonina. Ya sabes que la llaman la hormona de la felicidad. A esta zorra la hemos hecho verdaderas brutalidades, agujas, descargas eléctricas, solo nos ha faltado descuartizarla. Sus ondas cerebrales jamás cambiaron. Naoko ya lleva veinticuatro horas expuesta al producto y ya es feliz. Dentro de una semana, su felicidad será total, como la de esta zorra.

— Asombroso. Sé que hay laboratorios gastando millones en investigación…

— Que sigan. Nosotros también lo hacemos y les llevamos años de ventaja. Pero te aseguro que nunca darán con un producto como este.

Mientras hablaban, los dos miraban a Naoko que iba por el tercer consejero. Juan se entretenía sacando la polla de la boca de su mujer y restregándosela por la cara mientras esta sacaba la lengua intentando atraparla.

— Toma. Quédate con ella, —la dijo mientras se levantaba y la entregaba a su mujer—. Creo que ya me toca.

Allyson miró de arriba abajo el escultural cuerpo de la esposa de Juan. Subiéndose la falda, al tiempo que se quitaba los zapatos, se sacó el tanga y las medias, dejando al descubierto su vagina, coronada por un pegotito de pelo en la parte superior del clítoris. La indico que se acercara de rodillas haciendo un gesto con el dedo. La coloco entre sus piernas, y comenzó a subir lentamente un pie hasta alcanzar la vagina Ana que con docilidad separo las piernas para facilitarla la labor. Inmediatamente exhaló un gemido de placer, y la cara de Allyson se iluminó. Siguió frotando la vagina con el empeine de su pie hasta que la respiración de su nueva “amiga” se empezó a hacer más agitada. Saco el pie y siguió subiendo hasta los pechos, donde se entretuvo acariciándolos y pellizcando sus pezones, siempre con los dedos del pie. Siguió subiendo acariciándola los hombro, el cuello y la cara, hasta que finalmente la introdujo los dedos del pie en la boca. Notaba como su lengua lamia sus dedos y entraba entre ellos. Cuando no aguanto más, la atrajo hacia ella cogiéndola del pelo y la morreo con mucha pasión.

— Que bien sabes, puta, —exclamo.  Se sentó en el borde del sillón sin soltarla del pelo, y echándose hacia atrás, dirigió la cabeza de Ana hacia su vagina. Rápidamente empezó a chupar y a introducir su activa lengua en la vagina de Allyson. Desde donde estaba, podía ver perfectamente como Naoko seguía chupando pollas sin descanso. Allyson se sentía bien, ver a Naoko así la excitaba mucho, y la lengua de la esposa de Juan era maravillosa. Cuando noto que la llegaba, apoyo los pies sobre la espalda de la esclava y tuvo un orgasmo intenso y largo. La mantuvo la boca en su vagina para que siguiera chupando mientras miraba como Harry, terminada la segunda vuelta se disponía a penetrar por el ano a Naoko, que sumisa, aguardaba a cuatro patas. El segundo orgasmo de Allyson se sincronizó con la corrida del consejero y los gemidos de placer de Naoko. Se levantó y sentando a la mujer de Juan en el sillón, la empujo hacia atrás y se puso a chuparla la vagina. Como suponía, estaba deliciosa y la exploró concienzudamente. Estuvo mucho tiempo chupando, agarrándola las tetas, mientras la esposa se retorcía exhalando gritos de placer. Cuando se apartó un momento para descansar, observo como ya habían sacado a las otras cuatro mujeres, y como a Naoko la habían puesto el arnés. Interesada las estuvo repasando una a una. No había dudas de que la mejor era la mujer de Juan, la tenía ella y no pensaba soltarla en todo el día. De las otras cuatro, tres estaban muy delgadas, y recordó que antes estaban más rellenitas. Claramente las habían hecho adelgazar, al mismo tiempo que las habían hecho crecer las tetas, al menos a dos de ellas. También recordó que eran tres pijas insufribles, por cierto, que en esos momentos a dos de ellas las estaban dando por el culo mientras chillaban como perras salidas. La otra era más gordita, como siempre había sido y le estaba chupando la polla a Harry mientras otro la azotaba el trasero.

— La tienes acaparada, —la dijo Juan sentándose en el sillón de al lado con la polla enrojecida por el uso.

— No me gusta que chupen donde yo chupo, —respondió riendo—. Parece que Naoko es un éxito.

— Ya lo creo. Para no haber chupado pollas nunca, ha aprendido echando hostias.

— Por curiosidad ¿Por qué a esa no la habéis hecho adelgazar?

— Porque a todos nos caía bien, y nos sigue cayendo. Salvo a su marido, que solo se acerca a ella para pegarla. Ya le hemos puesto un límite para que no se pase. Además, gorda no está. Tiene un ligero sobrepeso y es muy… follable. A mí me gusta llevármela a solas, posiblemente es la que más uso.

— ¿Me vas a prestar a tu mujer? —le preguntó con tono meloso.

— Llévatela esta noche a casa, y yo me llevo a Naoko. Nos las devolvemos el domingo por la noche. ¿Te parece?

— De acuerdo. Es preciosa.

— Si, pero…

— Sí. Ya sé que es gilipollas, —le interrumpió riendo—. ¿Por qué las tenéis atadas?

— Porque cuando están por la oficina, el espacio está muy abierto y ventilado. Aquí hay mucha concentración, seis hombres y ahora tú, y si no las atamos se masturban. Y no queremos que lo hagan.

La actividad siguió hasta media tarde, cuando todo se paralizó para ver por la tele el partido de los Knicks, que recibían a los Lakers, en el Madison Scuare Garden. Después del partido, se despidieron hasta el lunes y todos regresaron a sus casas con sus respectivas esposas, salvo Harry, que era viudo, y Allyson y Juan, que se cambiaron las parejas. El tiempo era de perros y un violento temporal azotaba la costa de Long Beach

Juan, no tenia que ir a ninguna parte, puesto que la casa de Oceans Blvr. era suya. Cuando se quedaron solos, subió a Naoko al piso superior y se metió con ella en la ducha después de retirarla el arnés. Sus manos se deslizaban suavemente por el cuerpo enjabonado de Naoko. Físicamente estaba bien, porque aunque no tenia un pecho abundante, era suficiente. Eso si, un poco enana, escasamente alcanzaba 1,55 y a duras penas llegaría a los 45 kilos. Con esos pensamientos siguió deslizando las manos por el cuerpecito de la japonesita. Cuando termino de ducharla, la envolvió en una toalla grande, y en brazos la llevó a la cama. Se roció con el producto, ya que empezaba a notarla un poco apagada, y efectivamente su reacción fue inmediata. Mientras preparaba las cuerdas con las que la iba a atar, la dejó acariciarse la vagina. La coloco sobre la cama, bocarriba y con la cabeza colgando por el borde de piecero. La flexiono las piernas y se las ato pasando la cuerda por debajo de la cama, dejándola totalmente expuesta. Finalmente, la ato las manos a los laterales de la cama. Se sentó en el borde y con suavidad la acaricio la vagina pasando un dedo a lo largo de ella. Estuvo así un rato hasta que notó que Naoko estaba a punto de tener un orgasmo. No la dejó, se levanto y arrodillándose frente a su cara la introdujo la polla en la boca. Empezó a follársela mientras con los dedos la pellizcaba los pezones. Sus movimientos eran lentos, recreándose en la fascinante visión de la oriental desnuda, atada y entregada. Después de un buen rato de juguetear con su polla y la boca de Naoko, cogió cuatro pinzas que tenía preparadas, y que utilizaba con su esposa, y se las puso en los pezones y en el clítoris. La cuarta, que era especial, se la puso en la nariz para que no pudiera respirar por ella. Volvió a introducir la polla en la boca de Naoko y siguió fallándola con parsimonia. Naoko se ahogaba, se atragantaba, tosía y babeaba, mientras la polla de Juan seguía entrando y saliendo con lentitud, mientras girando las pinzar con los dedos la retorcía los pezones. Finalmente, se corrió mientras presionaba con su polla el fondo de la garganta de Naoko. Las contracciones de la garganta de la japonesa, en contacto con su glande, le proporcionaba un placer descomunal. Cuando se la saco, un líquido viscoso formado por semen, babas, saliva y mocos, salio por su boca como un torrente, mientras tosía con fuerza intentando recuperar aire. La quito la pinza de la nariz y con una toalla húmeda la limpio la cara con mucha ternura. Después la morreo un ratito mientras la acariciaba la mejilla, y con cariño la colocaba el flequillo. Ella respondía a sus besos pidiendo más. Juan se preparó una copa y se sentó en la cama, donde mientras la apuraba estuvo acariciando con una mano el inmovilizado cuerpo de la oriental. Cuando llegaba a sus tetas, las pinzar de los pezones se colaban entre sus dedos, para luego bajar en busca de su vagina. Naoko estaba nuevamente al borde del orgasmo, pero cuando termino la copa, dejo de estimularla. Encendió un cigarrillo y se acercó al ventanal de la habitación. Fuera, la nieve caía con fuerza en el primer temporal, al final del otoño.

— A lo mejor tenemos que quedarnos aquí más tiempo del previsto, —comento como si eso le importara a Naoko que prácticamente estaba es su nube particular. La miro, y sonriendo añadió—. Seguro que contigo no me voy a aburrir.

Apago el cigarrillo y se tumbó en la cama. Comenzó a chupar su vagina sin quitarla la pinza del clítoris, mientras con las manos la acariciaba las tetas. Cuando Naoko, por fin alcanzo el orgasmo, la quito las pinzas de los pezones y se los retorció con los dedos. Su vagina comenzó a gotear liquido blanco mientras berreaba descontrolada.

— Seguro que con Allyson no tienes orgasmos tan fuertes, —la comentó sonriendo, y añadió—. Pues todavía no hemos terminado. Cariño, te vas a cagar.

La empezó a estimular introduciéndola un vibrador de los gordos por la vagina a máxima potencia. Naoko se retorcía sin poder evitarlo. Cuando Juan vio que estaba nuevamente al borde de otro orgasmo, la quito la pinza del clítoris y se puso a chuparlo con fuerza. La oriental aullaba mientras su cuerpo se contraía marcando sus músculos y su vagina volvía a expulsar como si fuera una fuente. La dejo tranquilizarse unos momentos mientras de rodillas se embadurnaba la polla de lubricante. Ella seguía sus movimientos con ojos lujuriosos. Se tumbó sobre ella y la penetro por el ano de forma decidida. Naoko comenzó nuevamente a gemir cada vez con más fuerza mientras Juan la seguía follando el culo la morreaba y la mordía el cuello. Hasta que Juan se corrió, tuvo dos orgasmos más. Cuando se vació en su culo, y se retiró, comprobó que tenía un poco de sangre en el ano. La limpio la herida y comprobó que era una pequeña grieta. Lógico, teniendo en cuenta que durante el día transcurrido, seis pollas habían entrado por ese culo, y varias veces. La puso una pomada, la desato, la dio un par de pastillas para dormir, se tumbó junto a ella y se arroparon con la manta. Apago la luz, y mientras apretaba su paquete contra el trasero de Naoko se quedaron dormidos mientras el temporal seguía rugiendo en el exterior.

Mientras tanto, Allyson y la esposa de Juan estaban atrapadas en el descomunal atasco provocado por el temporal a la estrada de Nueva York. Entre parada y parada, se entretenía en sobetear la vagina de Ana, forzándola un par de orgasmos. A eso de las dos de la madrugada, llegaron al apartamento de Allyson, en la zona acomodada de Harlen, junto a la opera. Nada más entrar en él, la ordeno desnudarse mientras ella entraba en el vestidor y cogía una bolsa con juguetes. Se sentó en un sillón y la coloco de rodillas entre sus piernas. Estaba ansiosa por hacer algo que la daba vergüenza hacerlo en público, aunque lo había estado viendo hacer todo el día. La puso unos grilletes en los tobillos y un collar de cuero en el cuello. Con unas esposas forradas de terciopelo rosa, la sujeto las manos a la espalda. La colocó una bola es la boca y lo sujeto con la correa. Estuvo un rato besándola con la bola puesta, mientras la baba de la mujer de Juan comenzaba a resbalar por la comisura de sus labios. La inclino sobre sus piernas y empezó a azotarla el trasero. Primero con la mano, y luego con su cinturón. Cuando comprobó que tenía las nalgas totalmente rojas, estuvo un rato pasándola la uñas por el trasero, dejándola líneas blancas que desaparecían al instante. La incorporo y colocándola de frente, la sujeto por el pelo y con la otra mano comenzó a abofetearla. Cuando se lo vio hacer a Juan una punzada de placer la atravesó los genitales y quería probarlo. Comprobó que la gustaba y mucho. Con cada bofetón, su vagina se encharcaba más. Cuando vio que tenía los dos carrillos muy enrojecido, y sangraba nuevamente por la nariz, la empujo y callo al suelo. Se desnudó rápidamente y se colocó un arnés que tenía un consolador doble. Soltó los tobillos de Ana y con dos cadenitas se los sujeto al collar, y la penetro pasándola las piernas por sus hombros. Unos minutos después, con los cuerpos brillantes de sudor y oyendo los gemidos de placer de la conejilla, tuvo un orgasmo como nunca lo había tenido con Naoko.

Definitivamente, este cambio en su vida la estaba gustando.

Mas de calvosexxx

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Paraiso tropical.

Mi madre, mi amante, mi esclava

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Su primera vez.

Feliz conejilla de laboratorio (y 4) Final

Feliz conejilla de laboratorio (3) Carol

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ESTHER (capitulo 42 y ultimo)

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ESTHER (capitulo 20)

Una tarde de putas.

ESTHER (capitulo 19)

ESTHER (capitulo 18)

ESTHER (capitulo 17)

ESTHER (capitulo 16)

ESTHER (capitulo 15)

ESTHER (capitulo 14)

ESTHER (capitulo 13)

ESTHER (capitulo 12)

ESTHER (capitulo 11)

La portera de mi casa

ESTHER (capitulo 10)

ESTHER (capitulo 9)

Antonia, o nadie es perfecto.

ESTHER (capitulo 8)

ESTHER (capitulo 7)

La abducción de Servanda

ESTHER (capitulo 6)

ESTHER (capitulo 5)

Mi amante es fria

ESTHER (capitulo 4)

ESTHER (capitulo 3)

ESTHER (capitulo 2)

ESTHER (capitulo 1)