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MATILDA, la guerrero del espacio (capitulo 6)

en Grandes Series

Capitulo 6

— Puente a capitán, —sonó el comunicador del camarote mientras se duchaba—. Acuda al puente inmediatamente. Es urgente.

A medio vestir, Matilda salio disparada del camarote seguida por Ushlas, que por el camino, la ayudaba a terminar de vestirse.

— ¿Qué tenemos? —pregunto cuando entro en el puente.

— Naves no identificadas nos cierran el paso capitán, —informo Moxi desde su consola—. Son 28, y estamos a dos horas de nuestro destino.

— ¿Has podido comunicar con ellos? —le preguntó, aunque sabía que la respuesta seria afirmativa.

— Si capitán, nos reciben pero no contestan, —respondió.

— Sus sistemas de armas están activados y fijan blanco en nosotros capitán, —intervino Neerlhix—. No son rivales.

— ¿Seguro que nos reciben?

— Afirmativo capitán, —afirmo Moxi.

— Soy Matilda, guerrero del Primer Círculo de Numbar, capitán del crucero federal Tharsis, comandante de la Flota del Consejo Federal Antiimperial, en este sector, —relató Matilda frente a la pantalla principal del puente—. Por favor, identifíquense.

— Han entrado en territorio de la República de Faralia, —una figura humana, pero con una protuberancia ósea en la frente apareció en la pantalla—. Tienen dos minutos para dar la vuelta e irse, o abriremos fuego.

— No se lo recomiendo, tendría que dar muchas explicaciones, —contesto Matilda mirando fijamente a su interlocutor, cuyo exceso de arrogancia, casi no entraba en la pantalla—. Deseo hablar con el príncipe Adry, regente mayor de la República.

— ¿De qué quiere hablar con el regente? —pregunto el faraliano.

— No tiene usted rango suficiente para preguntar eso, —contesto Matilda—. Le recomiendo que se lo pregunte usted al príncipe Adry.

Durante unos segundos, los dos se miraron a los ojos, mientras todos los tripulantes del puente miraban a Matilda.

— Permanezca a la espera, —contesto finalmente el faraliano antes de cortar la comunicación.

— ¿De qué cojones conoces a un príncipe regente? —susurro Ushlas acercándose a Matilda.

— Luego hablamos, —respondió. Ushlas comprobó que Matilda estaba muy tensa.

— Las naves de Faralia desactivan armas capitán, —informo Neerlhix. Matilda hizo un gesto resoplando.

— Tiene paso libre hasta Faralia capitán, –dijo el faraliano cuando reapareció en la pantalla—. Desactiven los campos. Cuatro de nuestras naves les escoltaran para que no tengan más contratiempos.

— Es usted muy amable comandante. Desactivamos campos de energía, —le contesto Matilda con una ligera inclinación de cabeza, y dirigiéndose a su hermano una vez cortada la comunicación, añadió—. No les quites ojo, no me fío.

Hizo una seña a Ushlas, y las dos salieron al pasillo de acceso al puente.

— Mi amor, sabes que te quiero… —la dijo abrazándola.

— Lo sé Mati, –la interrumpió—. No des más rodeos y dime que pasa.

— Conocí al príncipe Adry hace muchos años, cuando era un jovencito descerebrado. Se junto con unos cuantos amigos, igual de descerebrados que él, robaron una nave y salieron del Sector Oscuro. Durante más de un año estuvieron recorriendo sistemas, de juerga en juerga. Le conocí en una de esas fiestas enloquecidas, y nos enrollamos. Todo termino cuando su padre mandó a un vicecanciller a por el y se lo llevo encadenado a Faralia. Todos estos años he mantenido contacto con él, aunque no nos hemos visto en persona.

— No conocía esa faceta tuya de adolescente descerebrada, —la dijo Ushlas sonriendo.

—Nena, es muy posible que el príncipe quiera rememorar tiempos pasados, y tenga que abrirme de piernas, —y después de una pausa añadió—. Le necesitamos. Está muy bien relacionado y puede abrirnos algunas puertas. Sus naves operan por todo el sector, y nos pueden ayudar a encontrar al mariscal Rahoy. Además, necesitamos sus cartas de navegación.

— No te preocupes, lo entiendo. No me hace gracia, pero lo entiendo. Procuraré controlarme y no estrangularlo.

— Gracias mi amor, —la contesto acariciándola la mejilla—. Voy a hablar con Súm, quiero que este preparada por lo que pueda pasar.

 Se dirigió al hangar de infantería, donde la Princesa Súm se encontraba entrenando con su escuadrón. Todos se cuadraron nada más aparecer Matilda por la puerta.

— Quiero que tengas preparado, las 24 horas, un destacamento listo para entrar en combate, —la ordeno—. Quiero que siempre estemos preparados para lo inesperado.

— He oído que estamos en zona amiga… —comenzó a decir la Princesa, pero calló ante el gesto negativo de Matilda.

— No, no nos podemos fiar, y menos aquí, —la comentó—. Los faralianos tienen una manera de entender el comercio muy particular. Antes, cuando no podían conseguir algo, directamente lo robaban, en muchas ocasiones sus naves actuaban como corsarios. Las cosas han cambiado, pero…

— Entiendo. Estaremos preparados.

— Otra cosa. Cuando lleguemos al Palacio de Gobierno llevaré un escolta. Es la costumbre en Faralia. Digamos que la vida en las altas esferas de la República en un tanto… peligrosa.

— De acuerdo. Yo seré su escolta, —afirmo Súm.

— No, no, no puedo permitirlo. Si pasara algo…

— Si pasara algo, —la interrumpió—, el teniente Ramírez está perfectamente capacitado para dirigir el escuadrón, y cualquiera de mis chicos, o chicas, puede hacer de escolta. Pero yo me quedo más tranquila, capitán.

— Entonces de acuerdo. No lleves armas pesadas, solo una pistola y tus espadas.

Unas tres horas después, Matilda, ataviada con su traje de guerrero de Numbar, su espada a la espalda, entraba en el gran Salón del Consejo de la República de Faralia. La seguía la Princesa Súm, y cuatro guardias fuertemente armados. El príncipe Adry esperaba sentado en el trono sin mover un solo músculo.

— Saludo al regente mayor de la República, —saludó Matilda inclinando la cabeza, movimiento que también imito Súm.

— Saludo a Matilda, guerrero del Primer Círculo de Numbar, —saludó el Príncipe Adry—. Y mi amiga.

El regente hizo una indicación a los guardias que inmediatamente se retiraron, y a una indicación de Matilda, Súm hizo lo mismo, pero apartándose solo tres o cuatro metros.

— Hacia muchos años que no nos veíamos en persona, —Adry seguía sentado en el trono.

— Casi diez años, regente mayor, —contesto Matilda.

— ¿Cuánto tiempo vas a seguir llamándome regente mayor?  —la pregunto levantándose del trono y bajando las escalinatas.

— Hasta que usted me autorice a llamarle de otra manera, regente mayor.

— Vete a tomar por el culo, anda, —y la estrecho entre sus brazos.

— Si me mandas ahí, es posible que me guste y me quede, —le contesto riendo y abrazándole también.

— Por cierto, interesante color el de tu escolta, —dijo volviéndose hacia ella.

— Príncipe Adry, te presento a la Princesa Súm, miembro de la casa real de Mandoria y mi oficial jefe de infantería, —la presento al príncipe—. Y ni lo pienses.

— Todavía no me ha dado tiempo, —contesto Adry riendo—. Además, igual que te gusta a ti ese color, me puede gustar a mí ¿No te parece?

Adry sé hecho a reír al ver la cara de sorpresa de Matilda. Parecía que el príncipe sabía más de lo que Matilda suponía. Cogiéndola por la cintura, salieron del salón seguidos por Súm y parte de la numerosa corte de la República.

— No pienses que estoy aislado en el sector, —la dijo—. Estamos demasiado cerca de los limites del Imperio. Desde que ascendí al trono de la República, cree una red de informadores que me tienen al tanto de todo lo que me interesa. Y sabes que tú siempre me has interesado. Por cierto, es guapa, tienes buen gusto.

— No es ella, Adry, aunque es de la misma especie, —y añadió—. ¿Sabes a que he venido?

— Sinceramente no. Sé, que en el último mes has derrotado dos veces al Emperador y que casi te cargas a la heredera. Bueno, previamente él os ha dado un palo muy gordo en Rulas 3. Tengo noticias sobre una operación súper secreta de la que nadie habla nada.

Matilda puso al corriente de los acontecimientos al Príncipe mientras entraban solos en una pequeña estancia. Súm y los escoltas del Príncipe se quedaron fuera. Cuando cerro la puerta, inmediatamente se puso a desnudarla mientras Matilda terminaba de informarle.

— ¿Qué Rahoi esta en el sector con seis cruceros? —la pregunto interrumpiendo la operación de desnudarla—. ¿Y dices que se dirige al sistema Beegis? Creo que voy a tener que cortar cabezas en Inteligencia de la República.

Se dirigió con cara de mala leche a una consola de comunicaciones y se sentó en ella. Matilda, termino de desnudarse y se sentó en un extremo de la consola.

— Ya no recordaba lo preciosa que eres, —la dijo mientras seguía pendiente de la consola.

— Regente, —se oyó por el altavoz.

— Almirante, he recibido información sobre la presencia de seis cruceros del Emperador Zannar en el sector. Y al parecer van rumbo a Beegis.

— ¿Cruceros imperiales en Beegis? —pregunto el almirante—. Con su permiso voy a poner la flota en alerta. Es lo peor que podría ocurrir, Regente.

— Lo sé almirante. Transfiera naves de la reserva a la zona. Mas vale prevenir.

— ¿Reforzamos el destacamento?

— No, no quiero a darles excusas. Pero acerca infantería discretamente, para tenerla a mano.

— A la orden Regente.

— Te veo preocupado, Adry, —le dijo Matilda cuando corto la comunicación—. ¿Qué es lo que ocurre?

— Faralia y Beegis son las dos potencias hegemónicas en el sector, —comenzó a hablar mientras la sentaba sobre sus rodillas—. Nuestros ejércitos son similares en potencia, y la certeza de que una guerra seria larga y desastrosa para los dos, hace que mantengamos una paz con leves fricciones.

— Y la presencia de cruceros …

— Desequilibraría la balanza. Toda nuestra flota, no tendría posibilidades frente a seis cruceros imperiales, —y después de besuquear en el cuello a Matilda, añadió—. Dejémonos de charlas.

La cogió de la mano, se levantaron y se dirigieron a la cama. Se tumbaron sobre ella, y se acariciaron mientras sus labios se encontraban.

— Estas mucho más musculada que antes, —la dijo.

— Antes era una cría, y ya no, —le contestó—. ¿Qué pasa? ¿No te gusta que sea más fuerte que tú?

— No es eso, es que no estoy acostumbrado, —la respondió riendo—. Aquí todas estas putas cortesanas son delicadas como florecillas.

— Pero se abren de piernas ante el gran regente mayor.

— Si, y no sabes de qué manera. En eso no tengo queja, —dijo riendo. Luego paro de reír y con expresión triste, añadió—. Antes lo pasábamos mejor. Ahora todo son preocupaciones y problemas de estado.

Continuaron besándose un buen rato mientras las manos del príncipe recorrían hasta el último rincón de Matilda. Está. se deslizó hacia abajo al encuentro de la muy mediocre polla principesca, y es que el tener mucho poder no significa tenerla grande, precisamente. Se la introdujo en la boca chupo durante un buen rato hasta que finalmente se corrió en su boca. El príncipe la puso bocarriba y separándola las piernas comenzó a lamer con detenimiento su vagina. Estuvo mucho tiempo chupando. En ocasiones se incorporaba y se la metía en la boca mientras con la mano seguía estimulando la vagina de la muy excitada Matilda. Después volvía a su posición inicial y chupaba otro rato largo. Finalmente, la penetro y la estuvo follando con mucha tranquilidad mientras la besaba en la boca y el cuello. Hizo esfuerzos por sincronizarse con Matilda y finalmente se corrieron juntos en un mar de besos y caricias.

— Sigues follando como los ángeles, cabrón, –le dijo mientras le acariciaba la espalda—. Y a pesar de tenerla pequeña.

— Ya estamos como siempre, —poniendo cara de supuesto enojo—. Pregúntale a alguna de las pijas de la corte, seguro que te dicen que la tengo enorme.

— ¡Nos ha jodido! ¿Quieres que pregunte a tus fans? —pregunto Matilda riendo.

— Deberías, –la contesto poniendo una pose muy “real”—. Además, agradezco tus piropos teniendo en cuenta que ya no te gustan los tíos.

— Eso no es cierto, si me gustan los tíos, —protesto Matilda—. Lo que pasa es que mi pareja me gusta más.

— No te preocupes nena, no te voy a incordiar más. Tenía que aprovechar la circunstancia, de que venias dispuesta a todo para conseguir mi ayuda. Cuando no era necesario, te la hubiera dado igualmente sin que te abrieras de piernas. Por amistad hacia ti, y por razones de estado. Me doy perfectamente cuenta de lo que se nos viene encima. El emperador ha cometido un error pactando con los beegianos, y eso nos pone al borde de la guerra. Matilda, mientras los cruceros imperiales estén en Beegis, tus cruceros tienen que estar con nosotros, porque si no, nos arrasaran.

— Entiendo la situación Adry, —le contesto acariciando su mejilla–. Pero en el momento que Rahoi emprenda la marcha a Hirios 5, tengo que seguirle. No es necesario que te explique las consecuencias de que el emperador consiga el Aro de Luz.

— No, no es necesario. Significaría el fin de mi mundo y de mi reinado, —y bromeando añadió—. Y ya le he cogido gusto a esto. No me molaría nada.

Siguieron varias horas retozando, hasta que se oyó llamar a la puerta. Adry se levantó y la abrió después de ponerse un batín. Un oficial de alto rango entró en la estancia seguido por los escoltas de príncipe y de Súm.

— Regente Mayor, Nar esta siendo atacado por los beegianos, —comenzó a informarle después de saludarle respetuosamente—. Las transmisiones se han cortado, pero antes informaron de que las defensas planetarias estaban al limite. No hay ninguna noticia de nuestro destacamento.

— ¿Quién es Nar? —pregunto Matilda terminando de vestirse con la ayuda de Súm—. ¿Y donde están?

— Nar es un pequeño planeta estado en el límite del territorio de Beegis. No tiene ejercito y hace treinta años firmaron un acuerdo de defensa con nosotros, —comenzó a decir Adry mientras paseaba pensativo por la estancia—. Por la información que me has proporcionado, la Flota Imperial no puede haber llegado a Beegis. Eso significa que el acuerdo ya estaba hecho hace tiempo.

— ¿Necesitan ayuda para atacar a Nar? —pregunto Matilda.

— Negativo, —respondió el oficial faraliano—. A estas horas es casi seguro que el planeta está totalmente ocupado, y nuestro destacamento destruido.

— ¿El almirante general? —pregunto Adry.

— Le ha sorprendido dirigiéndose a la zona oriental, alteza, tardara en llegar al menos diez horas, —respondió el oficial—. A falta de que su alteza lo confirme, ha decretado estado de guerra en la flota.

— Notifique que el estado de guerra está confirmado, —dijo el príncipe Adry—. Convoque a las milicias.

— Príncipe regente, es vital saber donde esta la flota de Rahoi, —le dijo Matilda—. El ataque a Nar es posible que sea un primer paso para adelantar tiempo hasta la llegada de su flota.

— Que todas las naves rastreen con los sensores y que busquen seis cruceros imperiales en las proximidades de Beegis, —ordeno al oficial. Y dirigiéndose a Matilda, añadió—. Te necesito a ti, allí.

— Entonces, en marcha, —y dirigiéndose a Súm añadió—. Comunica con la Tharsis, partimos de inmediato.

— ¿Me llevas en tu nave? —pregunto el príncipe—. Así conozco a tu novia.

— Creo que es mejor que no… alteza, —respondió Matilda riendo.

— No te preocupes, no te la voy a quitar, —dijo Adry riendo también.

— No es eso lo que me preocupa regente mayor, —afirmo Matilda—. Es la estabilidad de tu cabeza sobre los hombros, lo que me preocupa.

— Ehhh, ¡Joder! ¿Tan celosa es? —acertó a decir el príncipe.

— Ni te lo imaginas.

— Bueno vale, me voy en mi nave, —afirmo resignado.

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