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MATILDA, la guerrero del espacio (Capitulo 1)

en Grandes Relatos

La cosa estaba jodida. A pesar del apoyo de varias naves federales, lo cierto es que a la Tharsis, la estaba costando trabajo penetrar el bloqueo planetario impuesto por la Flota Imperial sobre Rulas 3, unos de los bastiones rebeldes en el perímetro del sector 23. Aunque a duras penas los escudos de energía aguantaban. Los impactos de la artillería enemiga zarandeaban la nave provocando que los tripulantes perdieran el equilibrio, en medio de un mar de chispas, provenientes de los sobrecargados sistemas eléctricos de la nave. Desde el puente, Matilda, la capitana, dirigía la batalla con ordenes rápidas y claras. Sentada a su lado, Ushlas, su azulada primer oficial, daba también ordenes sin interferir en los comandos de batalla. Desde la estación táctica, Neerlhix, hermanastro de Matilda, disparaba las poderosas armas de la nave, atento a sus ordenes.

— Matilda, —dijo Neerlhix—. Estamos dentro del radio de acción de las defensas planetarias. Los cruceros imperiales se retiran.

— Alto el fuego, —ordeno la capitán—. Informe de daños.

— Brecha en el casco en sección 16, daños importantes en cubiertas 2, 3 y 4. La contención aguanta. El núcleo místico está intacto. No hay bajas, la enfermería reporta 27 heridos, —contesto Ushlas.

— ¡Joder!, los informes decían que habría menos cruceros. Se supone que esto iba a ser fácil, —se notaba que Matilda estaba cabreada—. Hay que salir cagando leches, cuando el Emperador se entere de que estamos aquí, nos va a mandar toda la flota.

— No te preocupes, descargaremos los suministros rápidamente, pero recuerda que un enviado del Consejo Federal tiene que hablar contigo, y parece que es importante.

Matilda es de Numbar, pero es medio humana, y eso la hace muy especial. Su padre, Mírador, el último gran forjador de espadas místicas de poder, se casó con una preciosa humana que, algunos años después de darle una hija, murió a manos de las tropas imperiales durante la ocupación de Numbar. En secreto, Matilda se preparó en el Monasterio de Konark en las artes místicas y cuando estuvo preparada, su padre volvió a forjar la hoja de su milenaria espada, Eskaldár, con los genes místicos de su hija. Hay cinco espadas de poder, que son necesarias para abrir la cámara que guarda el Manuscrito Sagrado, donde se relata la llegada de los ancestros desde otra dimensión a Numbar, y la forma de abrir el portal. El Emperador Zannar II, controla toda la galaxia salvo dos pequeños sectores, y tiene en su poder cuatro de las espadas.

— Estamos en aproximación automática, capitán, —se oyó la voz de A2D2, el avatar de la computadora de la nave, que ocupaba el puesto de copiloto—. Diez segundos para atracar en el Centro de Mando.

— Matilda, informan de que el enviado del Consejo Federal, no llegara hasta mañana, —la comunico Ushlas bajando la voz—. Hay muchos combates en la zona de donde viene.

— ¡Mierda! ¿Qué cojones querrán? No quiero estar aquí ni un segundo más después de que me haya entrevistado con él, tenlo todo preparado, —la susurro al oído inclinándose hacia su lado. La pasó la lengua por la oreja y añadió—. ¿Quieres pasarte esta noche por mi camarote?

— ¿Qué pregunta? Sabes que siempre quiero. ¿Llevo una botella?

— Mejor no, no quiero estar resacosa mañana con el enviado del Consejo. Podría mandarlo a tomar por el culo.

— ¿Necesitara de mis servicios capitán? —pregunto la impersonal voz de A2.

— Mejor no A2, —respondió Matilda—. Hoy no tengo ganas de orgías desenfrenadas. Y por favor, intenta ser más discreto.

Las dos rieron y vieron como por la puerta entraba la imponente figura de la jefe de ingeniería. Camaxtli era una hembra de Maradonia y desde luego su presencia llamaba la atención. Dos metros de altura, cuatro brazos, tres voluminosos pechos que colgaban hasta casi la cintura, y en su totalidad de un color rojo intenso. Hay que aclarar que en su planeta es una belleza, pero solo en su planeta. La voracidad sexual de las maradonianas es legendaria, pero ella lo controla con un dispositivo electrónico adosado en su sien izquierda. Cuando se rumorea que se lo ha quitado, se produce una autentica desbandada en la nave.

— ¡Jefa! Me dijiste que casi no entraríamos en combate y tenemos reparaciones para…

— Mañana nos vamos a toda costa de aquí, —la interrumpió—. Te dije lo que la Inteligencia Federal me dijo a mí.

— ¿Mañana? Imposible, hay una brecha en el casco, necesito una semana mínimo, tal vez más, —vocifero Camaxtli.

— Si nos quedamos aquí una semana… o tal vez más, el Emperador se nos echará encima con todo lo que tiene, –dijo Matilda poniéndose en pie y cogiéndola dos de sus cuatro brazos—. Te lo repito, mañana nos vamos de aquí como sea, aunque tengamos que empujar; y no será fácil, va a ser jodido.

— ¡Vale! Me has convencido, pero cuando coja a los de Inteligencia, los voy a ahogar de cuatro en cuatro, —y dando media vuelta se fue rezongando—. Y se llaman de Inteligencia. ¡Te cagas!

Matilda y Ushlas se miraron, resoplaron y se echaron a reír.

— Seguro que primero se los follaría, —dijo Ushlas sin dejar de reír.

— Pobrecillos, no sé que será peor, que los ahogue, o que se los folle, —corroboro Matilda—. Voy a reactores a pasarla la mano por el lomo e intentar calmarla. Acuérdate de esta noche.

— A la orden capitán, —la dijo Ushlas llevándose la mano a la frente.

Ya anocheciendo, la puerta de su camarote se abrió y Ushlas entró ataviada con una tunica mandoriana de color negro. Su color azul claro resaltaba con fuerza en contraste con la prenda negra. Matilda, de lado sobre la cama y apoyada sobre el codo, mostraba sus poderosos músculos, completamente desnuda. Ushlas se acercó a la cama y durante unos instantes contemplo la desnudez de su amante. Por la abertura de la tunica, apareció su azulada cola prensil con la que se puso a acariciar la pierna de su amiga. La cola fue subiendo hasta alcanzar su entrepierna. Matilda separó las piernas para permitir el acceso del apéndice de Ushlas. Se tumbó bocarriba mientras su respiración se agitaba. De pie, Ushlas se desabrochó la tunica, que resbalo hasta el suelo dejando al descubierto su esplendida desnudez celeste. Se arrodilló sobre la cama y se inclinó juntando sus labios con los de ella. Su cola seguía estimulando la vagina de Matilda que presa de la excitación respiraba cada vez más profundamente expandiendo su caja torácica y marcando sus costillas. Las dos mujeres se abrazaron mientras se besaban con pasión. La cola de Ushlas comenzó a internarse en el interior de Matilda, mientras esta con su mano hurgaba en la entrepierna de Ushlas. Los besos comenzaron a ser más apasionados y sus cuerpos a frotarse con más decisión. Matilda se giró para alcanzar con su boca la vagina y el doble clítoris de su pareja mientras la ofrecía la suya. Ushlas comenzó a encadenar orgasmos mientras con su cola acariciaba el costado de Matilda. Unos minutos después, Matilda llegó también al orgasmo gracias al fantástico trabajo con la lengua de su lugarteniente. Durante mucho tiempo las dos amigas se mantuvieron abrazadas mientras sus manos, y una cola, recorrían sus sudorosos cuerpos.

— Estas muy tensa Mati, —la dijo Ushlas—. Te ha costado correrte.

— Cariño, estoy preocupada, no ha sido buena idea venir a Rulas 3.

— Pero tienes que hablar con el enviado del Consejo, parece ser que es muy importante.

— Estoy hasta las tetas del Consejo, del Emperador, de la guerra, de todo, —se quejó Matilda, y sonriéndola añadió—. Menos de ti mi amor.

— No te preocupes cariño, seguro que al final será una chorrada, como siempre, —la respondió mientras la acariciaba la mejilla—. Ya sabes que a veces el Consejo exagera las cosas.

— Como sea una chorrada, entonces sí que los estrangulo. No, lo que me preocupa, es como vamos a salir de aquí.

— Ya saldremos. Como siempre.

— Esta vez es distinto, se lo hemos puesto al Emperador a huevo. Solo le falta mi espada para tener las cinco. Si puede, intentara aprovechar la oportunidad.

Volvieron a besarse y la cola de Ushlas regreso a sus andanzas. Cuando se saciaron mutuamente de besos, juntaron sus vaginas y comenzaron a frotarlas con ahínco. Después, Matilda colocó a Ushlas bocarriba e introduciendo los dedos en su vagina fue estimulando sus dos clítoris, el interno con la punta de sus dedos y el externo con la palma de la mano.  Un par de minutos después, tuvo un orgasmo tan fuerte que la crispo el cuerpo, arqueo su espalda y chillo mientras Matilda la besaba y respiraba su aliento. Quedo inerte, mostrando su sonrosada línea vaginal que resaltaba sobre el fondo azul de la piel. Empapada en sudor, complacida movía la punta de su cola como una gata feliz.

A la mañana siguiente, Matilda inspeccionaba las reparaciones cuando se le acerco su hermano Neerlhix y la tendió una tableta electrónica.

— Hermanita, he ideado una estrategia para poder salir de este jodido planeta, —la dijo mientras Matilda revisaba los datos de la tableta—. Es muy arriesgada, pero no veo que podamos hacer nada más.

— ¿Quieres saltar al hiperespacio dentro de la atmosfera del planeta? —le pregunto con suspicacia—. Podemos tragarnos alguna de las naves del bloqueo.

— No si usamos el deflector principal a modo de cañón. Los cruceros imperiales se apartaran para no recibir el impacto, y nos dejaran salir, para atacarnos de flanco.

— Pero no podemos saltar sin el deflector, cualquier cuerpo extraño que nos alcance nos atravesaría de un extremo a otro.

— Si, pero a 30.000 metros lo conectaríamos de nuevo y saltaríamos. Ya he hablado con Camaxtli, solo hay que instalar unas células de energía adicionales. Por cierto, casi la da un ataque cuando se lo he comentado.

— No me extraña, también me lo está dando a mí, —y después de meditar unos segundos añadió—. No se Neerlhix, no lo veo claro. De todas maneras tenlo todo preparado, cuando me reúna con el cabrón del Consejo, lo hablamos con Ushlas y decidimos.

Un par de horas después, un numbarita del consejo llego a la Tharsis para entrevistarse con Matilda. Le conocía, y no traía los ropajes típicos de los miembros del Consejo. Traía una coraza militar y un rifle de particular colgaba de su espalda. Se abrazaron afectuosamente y se sentaron.

— Sé que ha sido una decisión arriesgada traerte hasta aquí, pero la información que te voy a entregar es de suma importancia. El ataque imperial me cogió aquí y ya no pude escapar. La situación en Rulas 3 es más que desesperada, es insostenible, —comenzó a hablar el delegado—. El planeta está perdido, en menos de una semana, intentaremos evacuar las tropas que podamos, pero va a ser difícil. Este va a ser el fin de la 3.ª Flota Federal.

— ¿Tan grave es la situación? ¿Algo se podrá hacer desde el exterior …?

— Tenemos asumidas estas perdidas Matilda. No ha habido tiempo de consultar a todo el consejo, ni a ti. La batalla se va a trasladar a otro lugar, —Matilda le miró sin entender—. El Emperador está formando una flota de naves de Numbar, con tecnología mística. Quiere atacar el Sector Oscuro.

— ¿Qué? ¿Pero que pretende? Aunque tenga naves tecnomisticas, no tiene tripulación, y sin ellos, son inservibles … —le espeto Matilda fuera de sí.

— Ya está reclutando la tripulación en nuestro planeta, está reclutando esclavos, —la interrumpió—. Apresa a sus familias y si no colaboran, los asesinan a todos. Están haciendo desaparecer estirpes enteras.

— No me entra en la cabeza que organice una cosa así solo por el cristal, por el Aro de Luz, —intentaba razonar Matilda cuando se serenó un poco—. En el Sector Oscuro casi no hay rutas comerciales, ni planetas que quieran comerciar. Es una zona sin ley, y los Capitalistas no querrán apoyarle sin sacar tajada.

— Ahí esta la cuestión Matilda, lo está haciendo a espaldas de las Familias Capitalistas. Si consigue le Aro de Luz …

— Pero es que no puede conseguirlo, —le interrumpió con vehemencia—. Primero tiene que llegar a Hirios 5, asaltar una fortaleza inexpugnable defendida por monjes hirionitas fanáticos armados hasta los dientes, y por último, tiene que tener dos doncellas, dos jóvenes vírgenes de Numbar, cuya mística genética, concuerde con un poseedor de espada de poder, y ya sabemos que la única disponible es la mía, es Eskaldar. Y mis dos doncellas están bien guardadas, junto al Ojo de Universo, en el Santuario de Konark. A no ser que lo haga el personalmente. Me sorprendería que el emperador se arriesgara tanto.

— El Conde Nirlon está vivo, —la revelación del enviado del Consejo dejó sin habla a Matilda. Si era cierto, todo quedaba patas arriba. Él, era el legítimo poseedor de una espada de poder, Surgúl, ahora en manos del emperador.

— Pero yo le vi morir en la batalla de Las Colinas Doradas.

— Sobrevivió. El Emperador lo tiene enchufado a una maquina en coma profundo y con la mitad del cuerpo destrozado. Suficiente, solo tienen que hacerle empuñar a Surgúl, que una de las doncellas guíe su mano y cortar el bloque de piedra donde esta el Aro.

— Y seguro que tiene las dos doncellas.

— Las tienes, y si consigue el Aro, no hace falta que te diga que su poder místico aumentara. Solo le quedara centrarse en este sector. Y no quiero ni pensar en lo que pasaría si consigue también el Ojo y tu espada.

— ¿Se sabe cuando comenzara el ataque al Sector Oscuro? —pregunto Matilda.

— No, ni sabemos el estado de las naves y sus núcleos místicos.

— ¿Cuáles son las ordenes del Consejo? —Matilda se daba cuenta perfectamente de la gravedad de la revelación del enviado del Consejo.

— Cuando salgáis de aquí, os acompañaran todas las naves tecnomisticas que tenemos en el planeta. Desgraciadamente son fragatas, no tenemos ningún crucero, ya sabes que no estamos muy sobrados. Te dirigirás al sistema Telis donde te espera la 4.ª Flota Federal, asumirás el mando de todas las fuerzas e iras al encuentro de la Flota Imperial y la destruirás. No podemos esperar a que estén preparados. Si destruyes esa flota, con un poco de suerte se aflojara la presión imperial sobre Rulas 5 y tendremos alguna posibilidad de salir. Pero es difícil.

— Entendido.

— Matilda, en esas naves habrá compatriotas nuestros y amigos. No pienses en ello.

— ¿Vienes con nosotros, o te quedas?

— Me quedo, no voy a abandonar a mi gente.

Se despidió del enviado y se dirigió al puente de mando. Llamo a Ushlas y a su hermano, y les puso al corriente de la situación.

— Neerlhix, cuando abramos el pasillo con el deflector, detrás de nosotros saldrán las fragatas numbaritas. Coordínate con ellos y organízalo todo, —ordeno a su hermano.

— No me puedo creer que el Conde Nirlon este vivo, —se sinceró Ushlas con los ojos brillantes—. Yo estaba en su estado mayor hasta Las Colinas Doradas. Un guerrero tan formidable como el no merece acabar así, como un puto despojo enchufado a una maquina.

Sin más salio del puente en dirección a Ingeniería para supervisar el estado de las reparaciones. A la hora fijada, la Tharsis abandono la zona portuaria y se colocó en posición. Detrás 19 fragatas numbaritas esperaban la señal. Es resto de naves rebeldes iniciaron un ataque de distracción a más de 300 kilómetros de su posición. Cuando parte de la Flota Imperial se movilizó para neutralizar el ataque federal, la Tharsis disparo con su deflector e impacto en unos de los cruceros imperiales partiéndolo por la mitad. El resto se separó poniendo distancia con el haz de partículas, momento que aprovecho la Tharsis para saltar al hiperespacio seguido por las fragatas. Durante el salto, dos de estas se tocaron y quedaron destruidas, pero en la explosión alcanzaron a un crucero imperial que quedo dañado. Por lo demás, la evasión fue un éxito. En el puente, Matilda miró a su hermano y este la guiño un ojo.

— ¿Tiempo de llegada al sistema Telis? —pregunto Matilda.

— 23 horas capitán, —respondió Daq el timonel, un macho de Tardania que era como una bola de pelos con brazos y piernas. A pesar de su aspecto rechoncho era uno de los mejores de la galaxia en su puesto.

— Moxi, ¿Qué sabemos del sistema Telis? —pregunto a su encargado de la estación científica de la nave.

— No hay mucho que saber, capitán, —respondió Moxi, un ente Morlón asexuado e informe, que para mantener el aspecto humanoide se metía dentro de una estilizada escafandra plástica—. Es un sistema binario con siete planetas sin soporte de vida. Entre el cuarto y el quinto planeta hay una zona de escombros que distorsionan el espectro. Un buen sitio para esconder una flota.

— Me voy a mi camarote, ¿Vienes? —le pregunto a Ushlas con un susurro.

— No capitán, tengo muchas cosas que hacer antes de llegar a Telis, —y después de una pausa añadió—. No se me va de la cabeza lo de Nirlon.

— Entonces me llevo a A2, —la dijo, y volviéndose le hizo una indicación a A2, que se levantó de su puesto y siguió a Matilda.

A2D2 es el avatar de la Tharsis, una unidad robótica que depende totalmente del computador de la nave y como tal tiene conciencia propia supeditada a su comandante, por la que siente devoción. Cuando Ushlas no podía, A2 ocupaba su lugar, aunque en ocasiones estaba con las dos.

Nada más entrar, Matilda se desnudó y su tumbo en la cama mientras A2 lo hacia a su lado.

— ¿Cómo van las reparaciones? —le pregunto dándole unos golpecitos en su vientre metálico.

— Bien, como estaba previsto. Camaxtli y su gente está trabajando a destajo, pero cuando lleguemos a Telis, habrá que parar para reparar la brecha del casco.

— ¿Cuánto tiempo? —le pregunto mientras con la mano comenzaba a acariciarse la vagina.

— Una semana mínimo.

— ¿Y el núcleo místico? —le volvió a preguntar con la respiración un poco pausada.

— Al 70 %. Al disparar el deflector hemos perdido mucha energía, —la contesto con su voz pausada, y mirándola preguntó—. Matilda, ¿No seria mejor que yo hiciera eso?

— Haz lo que quieras A2.

Inmediatamente la precisa mano de A2 ocupa el lugar de la mano de Matilda.

— ¿Deseas que te siga informado de mi estado técnico?

— Deseo que te calles.

— Si capitán.

Unos segundos después, Matilda tuvo su primer orgasmo, y conocedor de sus gustos, sin dejarla recuperarse la monto y la penetro. Durante más de un cuarto de hora estuvo follándola lentamente mientras su capitán encadenaba orgasmos con una facilidad inusitada. Finalmente, saco otro pene más, este mucho más delgado y la penetro también por el ano. Matilda tuvo un orgasmo salvaje que la dejo inerte en los brazos del robot.

— ¿Sabes que A2? —le dijo mientras seguía abrazada a él—. Después de Ushlas y mi hermano, eres lo que mas quiero en el mundo. No me imagino la vida sin mi nave.

— Lo sé Matilda, siempre me lo dices.

Mas de calvosexxx

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