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MATILDA, la guerrero del espacio (capitulo 3)

en Grandes Series

El agua mojaba sus pies con el ir y venir de las olas. Tumbadas sobre la arena de la playa, Matilda extendía el protector solar sobre la azulina piel de Ushlas. Su fuerte mano recorría sus pechos, y el resto de su cuerpo, sin dejar un solo centímetro sin cubrir.  A cualquiera que no la conociera, sorprendería que sus manos tuvieran otra utilidad que no fuera la lucha y el combate. Pero se equivocarían, Matilda tenía una capacidad de amar ilimitada, aunque eso si, su circulo más intimo se reducía a su azulado amor y a Neerlhix, su hermano.

— No olvides la cola, que luego se me achicharra.

— ¿Qué protección solar usas, mi amor? —pregunto a Ushlas mientras seguía aplicando el espeso liquido.

— El máximo. 80.

— ¿80? Así nunca te vas a poner morena, —exclamó Matilda riendo.

— Cariño, sabes que mi piel y el sol de dan de hostias. Además ¿Que te crees, que me voy a poner azul oscuro? Pues no, me pongo violeta.

— ¿Violeta? Me encanta ese color, —la dijo mientras ligeramente inclinada sobre ella, la besuqueaba el cuello.

— Mira la súper guerrera. Si se entera el emperador de que te mola el violeta, seguro que se cae de su trono de mierda, —exclamo Ushlas riendo mientras abrazaba a Matilda y giraba para que quedara debajo de ella.

— Me estás pringando de cosa de esta y a mí no me hace falta.

— ¿Que te estoy pringando? —y acto seguido se puso a hacerla cosquilla. Ushlas es la única persona, de toda la galaxia, que sabe que la poderosa guerrera mística, ultima de su linaje, tiene unas cosquillas tan terribles que la dejan indefensa.

— ¡No por favor! —y comenzó una risa histérica y descontrolada que tenso su cuerpo y marcaba sus músculos. Ushlas aprovechaba para pasar su mano por los poderosos abdominales de la indefensa Matilda. Y eso la excitaba. Se sentó sobre ella, y junto sus labios con los de Matilda, mientras su cola comenzaba a explorar alternativamente las vaginas de ambas. Abrazadas, y besándose con pasión, rodaron sobre la húmeda arena mientras las olas mojaban sus cuerpos. Matilda bajo su mano y sus dedos se introdujeron en su amante mientras la cola de esta se alojaba definitivamente en la vagina de Matilda. Ella, sabía perfectamente como colocar la mano para estimular a la vez los dos clítoris de Ushlas. Instantes después, en medio de un mar de besos, tuvieron dos orgasmos tan fuertes que las dejaron exhaustas a merced de las tranquilas olas.

— Matilda, seria bueno que apagaras tu comunicador, —se oyó la impersonal voz de A2—. Se está enterando todo el planeta.

Matilda se quedó estupefacta, con expresión de incredulidad mientras se sonrojaba como un tomate buñoliano.

— Podías haber avisado antes, —solo pudo decir Matilda, mientras Ushlas a su lado se partía de risa.

— No quería interrumpiros, además, estas cosas le vienen bien a mis circuitos, —respondió A2 intentando bromear—. Lo malo es que Camaxtli se ha ido corriendo a buscar una victima y aquí solo están los ingenieros raisianos.

— Alguno se va a cagar, —exclamo Ushlas sin parar de reír.

— Por cierto Matilda, ¿Qué eran esos gritos que dabas? No los identifico, —pregunto A2.

— ¡Corta la comunicación, ya! —grito amenazadora mientras miraba a Ushlas que se revolcaba por la arena muerta de risa.

La Tharsis, acompañado por otros tres cruceros numbaritas, el Atami, el Hagi y el Kure, había llegado cinco días antes a Raissa, un planeta balneario que poseía un enorme complejo de astilleros en el hemisferio norte, y en la orbita. Debido a los graves desperfectos sufridos en la batalla de Aeróm, las cuatro naves tuvieron que entrar en dique y las reparaciones durarían no menos de tres semanas. El resto de la flota, también muy dañada, se había repartido por otros planetas por lo que la 4.ª Flota rebelde estaba fuera de servicio. Matilda decidió dar vacaciones a toda la tripulación, a los trescientos, y todos bajaron a la zona tropical para disfrutar de un merecido descanso. Todos menos Camaxtli, que se había negado en redondo a abandonas unos días a su amada Tharsis. Ushlas y Matilda se habían alojado en la capital, en un hotel que conocían de otras veces. Esa mañana, cogieron la lanzadera y se fueron a una cala solitaria que siempre frecuentaban cuando pasaban por Raissa.

— He decidido embarcar infantería en los cruceros. Un escuadrón por nave, —comunico Matilda a Ushlas después de bañarse para quitarse toda la arena que tenían pegada al cuerpo—. Habrá que apretarse. Tendrás que organizarlo.

— No es problema, no será necesario. Son 150 soldados. Habilitaremos el hangar H4, que nunca usamos, y vaciaremos el almacén A4 que esta anexo. Para una misión tan larga traerán mucho equipo. Son gente dura, se apañaran bien.

— Me consume estar aquí parada, sin noticias de las naves que escaparon de Aeróm, —se sinceró Matilda.

— ¡Joder Mati! No te agobies. No puedes hacer nada hasta que las naves estén reparadas, —y abrazándola, añadió—. A pesar de tus poderes, tu sola no puedes salvar la galaxia.

— Ojala pudiera. Me iría a Axos, la capital imperial, partiría en dos al gran emperador Zannar II, y acabaría para siempre con esta mierda.

— Ya esta la súper “machota” —exclamo Ushlas riendo.

— No te rías de mí, —se quejó Matilda con voz ñoña.

— Por cierto, ¿Has pensado quien mandara nuestro escuadrón? —la pregunto Ushlas.

— No, todavía no he pensado en eso.

— Conozco a una princesa de segundo nivel de Mandoria, que ahora es comandante infantería. Según mis noticias es el único miembro de la Casa Real de Mandoria que queda, ya sabes que los demás están muertos o desaparecidos, y por lo tanto es heredera al trono. Fuimos juntas al colegio antes de la invasión. Una gran guerrero, una gran estratega y una líder nato. Sus soldados la seguirían al fin del mundo.

— ¿Cómo se llama?

— Súm, Princesa Súm. Pero si la llamas Súm, no pasa nada. Ella misma pasa de su titulo.

Anochecía, cuando las dos amigas regresaron con la lanzadera al hotel. A su llegada, un oficial de la seguridad de Raissa las estaba esperando. Informo a Matilda de un grave incidente ocurrido en la Tharsis durante la tarde. Inmediatamente, en compañía del oficial de seguridad salieron para la nave.

— ¿Qué cojones has hecho? —la pregunto Matilda fuera de si cuando entro en la zona de los calabozos. Camaxtli la miraba con ojos desorbitaos con los cuatro brazos sujetos con grilletes a la pared.

— ¡Me han cazado con dardos somníferos! ¡Los voy a matar a todos! —aulló Camaxtli. Después de una pausa añadió con más sosiego—. No sé que me pasa capitán, no me puedo controlar.

— ¿Has desconectado tu inhibidor?

— No capitán, pero no va bien. Lo noto.

Matilda, sin ningún tipo de temor, se aproximó a ella y la quito el inhibidor. Se lo entrego al oficial de seguridad.

— Lléveselo a A2 para que le haga un diagnóstico, —le dijo al oficial, y volviéndose a Camaxtli, añadió—. Has violado a tres ingenieros y los has mandado al hospital. ¡Incluso para ti es intolerable!

— Capitán, lo siento. Es todo muy confuso, el furor me puede.

— Ushlas, vete a su camarote y tráela otro inhibidor, –la ordeno.

Unos minutos después, Ushlas regreso con el inhibidor de repuesto, seguida de A2 y el oficial de seguridad raisiano. Matilda colocó el nuevo dispositivo y el cuerpo de Camaxtli se relajó.

— ¿Estas bien? —preguntó Matilda mientras la acariciaba la mejilla.

— Muy cansada, hace mucho que no estaba tanto tiempo sin inhibidor, —la contesto después de besarla la palma de la mano—. Lo siento capitán, lo siento mucho.

— El dispositivo tiene una avería, en lugar de inhibir sus ondas gamma, que en los maradonianos son mucho más intensas que en los humanoides, las multiplicaba por dos, —la informo A2—. Ella ha vivido todo esto como en un sueño.

— Aun así, los jueces tienen que decidir, —argumento el oficial de seguridad—. Pienso que el asunto está claro, pero hay que resolver el tema de las víctimas. Es su responsabilidad que el inhibidor funcione correctamente. Recuerde que es la condición inexcusable para salir de Maradonia.

— Oficial, le aseguro que tanto ella como su comandante, asumiremos nuestras responsabilidades, —le dijo Matilda mientras soltaba los grilletes de su ingeniera jefe.

— No creo que usted, capitán, tenga respon … —comenzó a decir el oficial.

— Yo la reclute y la convencí para salir de Maradonia, —le interrumpió—. Además, le voy a decir a usted algo que repetiré al juez. Camaxtli es una persona de mi más absoluta confianza, y confío plenamente en ella a pesar de este desafortunado incidente.

— Entendido capitán. Ahora me tiene que acompañar a la Casa de Justicia, —dijo el oficial.

— Vamos cariño, vete con el oficial, —la dijo afectuosamente—. Tengo que hacer unas gestiones y luego me paso allí.

El oficial, Camaxtli y dos agentes, salieron de los calabozos, mientras Matilda se pasaba las manos por detrás de la cabeza y resoplaba.

— Los jueces suelen ser muy estrictos con los maradonianos, —comentó Ushlas preocupada—. Y en Raissa mucho más. Hace tiempo tuvieron muchos problemas con ellos, por eso se les prohibió salir del planeta sin esos chismes.

— Lo sé, por eso quiero hablar con los jueces antes de la vista. No podemos quedarnos sin ella para la misión. Es posible que tenga que arrastrarme.

— Humm … eso me gustaría verlo.

— Anda, no seas payasa.

Eran casi las tres de la madrugada, cuando la puerta de la habitación se abrió y Matilda entró. Desnuda, Ushlas dormía placidamente sobre la cama con la luz encendida. Sin hacer ruido, Matilda se desnudó, y se tumbó a su lado intentando no despertarla. Iba a apagar la luz cuando de percato de que la punta de su cola se movía.

— ¿Estas despierta mi amor? —la dijo mientras se inclinaba para besarla.

— ¿Cómo te has dado cuanta?

— La cola te delata, —la respondió sonriendo.

— ¿Cómo ha ido todo? —la pregunto.

— Bien. Te lo hubieras pasado pipa. He tenido que arrastrarme mucho más de lo que tenía previsto. Tres días de arresto en el calabozo y una indemnización a las víctimas que ha acabado con sus ahorros, y con los míos, –y sonriendo añadió–. Me vas a tener que mantener mi amor.

— Una guerrero mantenida, me gusta, —y abrazándola, la atrajo hacia ella mientras su cola acariciaba la espalda de Matilda. Un rato después, se giró y su boca comenzó a besar la vagina de la otra, mientras esta hacia lo mismo. Mientras se entregaban a ese sesenta y nueve, la cola de Ushlas acariciaba toda la fisonomía de Matilda. Los suspiros, dieron paso a los jadeos, y posteriormente, a los gemidos. Finalmente, encadenaron varios orgasmos hasta que finalmente exhaustas y sudorosas se quedaron inertes sobre la cama.

— Tres orgasmos con tu clítoris exterior, —la dijo mientras la mano de Matilda resbalaba sobre la sudorosa piel azul de Ushlas—. Cuando nos conocimos asegurabas que tenía que estimularte los dos para que te corrieras.

— Cuando nos conocimos era una gilipollas.

— Mañana voy a estar durmiendo todo el día, no me despiertes, —dijo a Ushlas—. Con lo bien que lo estábamos pasando, y al final todo se ha jodido.

— No te preocupes mi amor, —la contesto Ushlas, con esa sonrisa que hacia resaltar sus blancos colmillos contra el fondo azul de su piel, y que tanto gustaba a Matilda—. Antes de una semana no podremos empezar a trabajar en la Tharsis. Tendremos varios días para volver a la playa.

— Me da pena Camaxtli, encerrada en el calabozo.

— No pienses más en eso y duérmete. Dentro de tres días estará con nosotras otra vez.

Dijo que dormiría todo el día y casi lo consigue. Cuando abrió los ojos, era ya media tarde y oía un murmullo de conversación desde la terraza de la suite. Reconocía la voz de Ushlas pero no la otra. Aunque no oía lo que hablaban, si distinguía que la conversación era animada. Se levantó, y antes de salir de la habitación se puso una camiseta de tirantes. Ushlas estaba con otra hembra de Mandoria ataviada con el uniforme de la Infantería Federal. Cuando Matilda apareció por la puerta de la terraza, las dos se levantaron y la amiga de Ushlas de cuadro marcialmente. Matilda se acercó a Ushlas y la beso en la boca.

— No es necesario el protocolo militar, estamos de vacaciones, —la dijo al tiempo que la tendía la mano.

— Matilda, te presento a mi amiga de la infancia, la Princesa Súm, —la dijo Ushlas.

Sum, estrecho la mano de Matilda, y se sentó de nuevo ante la indicación de esta.

– Capitán, no soy princesa de nada … —comenzó a decir Sum.

— Tonterías, tenemos que aferrarnos a nuestras tradiciones si queremos sobrevivir. Tú eres una princesa de Mandoria y yo una guerrero místico del Primer Círculo de Numbar. Tú eres la última princesa y yo soy la última guerrero… por ahora.

— Si capitán, pero en mi caso nunca he usado mi titulo, que además es del segundo nivel, —respondió Súm con modestia.

— Precisamente ayer Ushlas me hablo de ti, —la dijo mirándola fijamente a los ojos—. Me dijo que eres buena estratega, valiente hasta lo temerario y una líder nata.

— Gracias capitán, sus palabras me halagan, —respondió con sinceridad.

— Vamos a embarcar una fuerza de infantería en la Tharsis. Un escuadrón, 150 soldados, con todo el equipamiento necesario para una campaña muy larga. Necesito un comandante ¿Te interesa?

— Gracias capitán, me interesa. La aseguro que no la defraudaré.

— De eso estoy segura. Los otros tres cruceros que están en el astillero, también van a embarcar infantería como nosotros. Forma la unidad pero sin interferir con los otros grupos. Aunque el mando general de los cuatro escuadrones será tuyo.

— Entendido capitán. Prácticamente lo tengo formado, es mi unidad de siempre, pero con algunas incorporaciones. Últimamente nos han dado muy duro, —la respondió Súm entusiasmada.

— Esto que te voy a decir no puede salir de aquí, —la dijo Matilda y Súm asintió—. Cuando los cuatro cruceros estén listos, vamos a iniciar la mayor aventura que hayamos protagonizado alguno de nosotros, en toda nuestra vida. Posiblemente sea la mayor epopeya de la historia reciente. Una aventura muy peligrosa, que dejara amigos y compañeros por el camino, y donde todos podemos perder la vida. En los próximos meses nos vamos a jugar nuestro futuro. ¿Estás preparada para un reto de esta envergadura?

— Lo estoy, y mi gente también lo estará. Se lo garantizo capitán, —y después de una pausa—. Me voy con su permiso, tengo que empezar a hacer gestiones. Tendré que hablar con su oficial de armas para el tema de los equipamientos.

— Mi oficial de armas es mi hermano, Neerlhix. No tendrás problemas con él.

— No le llames, —intervino Ushlas—. Lleva unos días desaparecido. Yo le digo que te llame.

— De acuerdo entonces, —dijo Súm levantándose. Tendió la mano a Matilda y añadió—. Muchas gracias capitán por confiar en mí.

La Princesa Súm salio de la suite y las dos amigas se quedaron solas.

— Que te quede claro, no es una encerrona, ha sido una casualidad. Su unidad esta de permiso en otra ciudad, se enteró que yo estaba aquí y me llamo. Y ya puestos pensé que seria bueno que la conocieras.

— Ushlas, que no he dicho nada. Además, me ha gustado, es una mujer muy, muy especial. Ya veremos que pasa, pero es posible que se convierta en una figura muy importante para el futuro del Consejo Federal.

Se levantó, y cogiéndola de la mano la llevo al interior de la suite. La desnudo y la sentó en el borde de un sillón mientras Ushlas la miraba con los ojos como platos. La separo las piernas y comenzó a chupar su vagina mientras, mientras esta empezaba a acariciar con sus manos la larga melena de Matilda. La azulada y juguetona cola de Ushlas, acariciaba el interior de los muslos de su amiga, cuando esta introdujo los dedos en busca del clítoris interior. Cuando lo encontró, sabía muy bien donde estaba, fue como si accionara un interruptor. Ushlas se crispó y tuvo un orgasmo instantáneo mientras un líquido blancuzco salía de su vagina. Su respuesta no se hizo esperar, y mientras Matilda insistía con sus clítoris, Ushlas introdujo la punta de su cola en la vagina de Matilda. Instantes después tuvieron un orgasmo simultaneo que las dejo inmóviles, una en los brazos de la otra.

Mas de calvosexxx

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