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MATILDA, la guerrero del espacio (capitulo 18)

en Grandes Series

La entrada de la princesa Súm en la capital de Mandoria fue apoteósica. La inteligencia federal se encargó de que la señal, con las imágenes, llegara a todos los rincones de la galaxia. Una semana antes, y con la flota de reserva imperial destrozada en Laloba, los grupos de batalla liderados por Matilda y la almirante Rizé, arrasaron las defensas imperiales y ocuparon los cuatro sectores liberando Mandonia y Tardania. El emperador hizo un intento para recuperar Laloba, desembarcando tropas en uno de los planetas exteriores de sistema, en apoyo de la guarnición ya existente. La Princesa Súm, al mando de las tropas del 2º Cuerpo, del 5.º Ejército Federal, llegadas con urgencia, derroto sin paliativos a la infantería imperial en la batalla de los Lagos Ardientes. La noticia de la tremenda victoria federal, recorrió la galaxia de un extremo a otro, y puso en dificultades al emperador, que con la mitad de la flota protegiendo Axos, no tenía fuerzas suficientes para imponer su voluntad. La Princesa Súm, se convirtió en una heroína de la misma talla que Matilda. El día de la coronación, toda la galaxia estaba frente a los monitores. Por deseo de la Princesa, fue la superiora de Konark quien la impuso la corona, en presencia de Matilda, y la entrego el trono. No se sentó en él, ni nunca lo haría. De pie, frente a los invitados, frente a su pueblo, y con el trono a su espalda, se quitó la corona y se dirigió a la nación y a toda la galaxia.

— Soy el último miembro vivo de la dinastía real de Mandoria. Soy una princesa de segunda fila, que por avatares de la guerra, tengo derecho a sentarme en ese trono que esta a mi espalda. De hecho, esta es la primera vez que entro en este palacio real. Creo que ya es tiempo de cambiar las cosas, y adoptar un sistema más justo para todos, donde tengáis voz y voto, donde vuestra palabra sea escuchada con atención. Mis obligaciones militares me impiden ocupar ese trono y dedicarme a las funciones de gobierno. He decidido nombrar un canciller, cuya función primordial, sin olvidar las demás, será crear un parlamento democrático y convocar elecciones legislativas. No creáis que me desentiendo de vosotros. Desde los más lejanos campos de batalla, mi corazón siempre estará en Mandoria, en mi casa. Y desde aquí, hombro con hombro con Matilda, la líder federal, hombro con hombro con todos los camaradas del ejército y de la flota, gritamos al tirano: tus días se acaban emperador, tus crímenes y atrocidades se acaban definitivamente. Las negras brumas del terror y del espanto, se abren y se disipan con la luz de la libertad y de la democracia. La libertad que representáis todos vosotros, todos los ciudadanos de corazón puro de Mandoria y de la galaxia. ¡Combatiremos sin descanso, hasta el último aliento! ¡Combatiremos ahuyentando de nuestras mentes el temor a la muerte! ¡Combatiremos mientras el último ciudadano libre pueda empuñar un arma!  Combatiremos, por toda la galaxia, hasta que consigamos que el nombre de Zannar II, convertido en polvo por la derrota, desaparezca arrastrado por los vientos del olvido, después de haber gritado todos juntos, ¡Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria! —la Princesa Súm termino su arenga enarbolando sobre su cabeza a Surgúl.

Un estruendo de vítores y gritos acompañó al último párrafo de su discurso, y una vez finalizado se multiplicó.

— Reina Súm, en los años que nos conocemos, nunca te he oído hablar tanto tiempo como hoy, —le dijo sonriendo Ushlas, después de entrar en unos aposentos fuera de la mirada de la gente—. Me has dejado muerta.

— Muerta te vas a quedar, pero de la leche que te voy a dar, como me vuelvas a llamar reina, —exclamó la Princesa—. Mira, ese puede ser mi primer decreto. Prohibido llamar reina a la reina.

— Antes era una princesa mal hablada, —intervino Matilda—. Ahora es una reina mal hablada. ¡Vaya ejemplo para su pueblo!

— ¿Qué pasa, no hay nadie más con quien meteros? —preguntó la Princesa aceptando la broma.

— Verdaderamente no. Últimamente no tenemos reinas novatas a mano, —y Matilda añadió—. Ahora en serio. Has pronunciado un gran discurso. El emperador estaba muy cabreado, y tú le has cabreado más. Has antepuesto a su figura, la tuya, y has dejado claro que tú, representas libertad y democracia.

— Dos conceptos muy peligrosos para el emperador, —añadió Ushlas.

 — Hay que estar muy atentos a sus próximos movimientos, —apunto Súm—. No nos puede pillar desprevenidos.

Los días siguientes a la coronación fueron muy intensos para la Princesa. Muchas reuniones y muchas entrevistas, no solo con la nobleza, principalmente con ciudadanos representativos de la nación. Recorrió todo el planeta, y las colonias del sistema. Finalmente, nombro canciller regente a Uhsak, un hombre respetado por todos, y que anteriormente fue gobernador de las provincias del sur. Con él acordó una acción legislativa encaminada a dotar al estado, de los mecanismos democráticos necesarios para abrir la acción de gobierno a los ciudadanos y de desarrollar una constitución. El Consejo Federal acordó encargar al capitán Ramírez que protegiera a la Princesa, para evitar cualquier intento del emperador de hacer algún atentado contra ella. Ramírez formó un grupo de escolta formado íntegramente por mandorianos, aunque eso si dirigido por él, y que terminarían siendo su guardia personal. Eso le permitió estar en todo momento con ella, y estar a su lado, cuando agotada y estresada regresaba por la noche a sus aposentos. Entonces, desnuda, siempre se refugiaba entre sus brazos.

— No entiendo como los políticos pueden estar continuamente de reuniones, negociaciones y cosas de esas. Tengo que estar muy concentrada para que no me líen. Termino agotada y con la cabeza como un bombo, —le dijo la primera noche, mientras con la espalda apoyada en su pecho, Ramírez la daba masajes en las cervicales.

— El regente que has elegido parece una buena persona. —le dijo el capitán bajando su mano hasta la vagina de la princesa.

— Si, pero ya le he pillado intentando enchufar a su hermano, —respondió con la respiración agitada—. ¡Joder!, y el primer día.

Ramírez, insistió en su vagina mientras que la besuqueaba el cuello, y con la otra mano la acariciaba los pechos. Un rato después la Princesa se corrió en la mano del militar.

— Vaya zorra que estoy hecha, —dijo Súm sonriendo mientras se recuperaba de ese primer orgasmo—. Corriéndome en la mano del comandante de su guardia.

— En todo caso, serias una zorra “real”, —respondió Ramírez soltando una carcajada. Después, sujetándola la nuca, la beso ofreciéndole la lengua, que acepto al instante. En los años que hacia que la conocía, a pesar de la actitud, extremadamente agresiva que tenía en el combate, casi siempre adoptaba una aptitud sumisa en el sexo. La gustaba que la manejaran, y Ramírez sabía perfectamente cuales eran sus gustos. Pero esa primera noche, no hubo más, cuando se quiso dar cuenta, la princesa se había quedado dormida en sus brazos. La miro con toda la ternura de que era capaz, consciente de que mientras durara la guerra, esto era a lo máximo que los dos podrían llegar en su relación.

Mientras la Princesa estaba atareada en Mandoria, la guerra continuaba su curso. El Estado Mayor y el Consejo, no querían aflojar la presión contra el emperador. En la Tharsis, Matilda, la almirante Rizé y dos generales del ejército llevaban horas trabajando en los futuros planes estratégicos.

— Con su permiso capitán, —dijo la teniente Nicci, la nueva oficial de inteligencia de la nave, entrando en la sala de estrategia—. Tengo noticias importantes que querrá conocer.

— Adelante, ¿qué tienes? —la dijo Matilda.

— He recibido un informe especial del jefe de la inteligencia federal, el general Hassard, —continuo Nicci, entregando una tableta a Matilda—. Las familias capitalistas, no están de acuerdo con la forma del emperador de llevar la guerra. La perdida de los últimos cuatro sectores, junto con Mandoria y Tardania, les ha supuesto graves perdidas económicas por el cierre de mercados comerciales importantes para ellos. El emperador cada vez exige más dinero para financiar la guerra. Se ha desatado una especie de guerra encubierta entre el emperador y las familias. Agentes de unos y de otros recorren Axos dejando un reguero de muertos. Los miembros de las familias están escondidos. Según nuestro criterio, el emperador no puede, en este momento, mover la flota de las proximidades de la capital imperial. El emperador pretende eliminar a las familias y pasar a controlar sus riquezas.

Los cuatros militares se miraron entre ellos, y sin decir nada, se levantaron y se acercaron al mapa.

— Caballeros, señora, ¿estamos pensando lo mismo? —preguntó Matilda después de estudiar detenidamente el mapa, junto a los tres militares.

— Es el momento Matilda, difícilmente vamos a tener otra oportunidad como esta.

— Pero hay que actuar con rapidez, tenemos parte de la flota muy diseminada en apoyo de las revueltas.

— ¿Cuánto tardaríamos en reunir a la flota, principalmente el grupo de cruceros? —preguntó Matilda.

— Mínimo cinco días y el 6º cuerpo de infantería algo más. Sin ellos no podemos hacer nada.

— Bien. Nicci, comunícate con Hassard y que nuestros agentes en Axos conviertan la capital imperial en un puto caos. Yo me voy a ver al Consejo. Caballeros, movilización general. Nuestro próximo destino, Evangelium.

Una semana después, se produce una reunión conjunta del Consejo y del Estado Mayor. Matilda explica los planes de batalla para Evangelium.

— Todos sabemos perfectamente que es Evangelium. Para los miembros del Consejo voy a explicar un poco que es Evangelium en el plano militar. Es un sistema deshabitado, formado por siete planetoides carentes de atmosfera. Al lado del cuarto planeta, esta el portal de entrada a toda la red de corredores subespaciales que comunican los principales sistemas de la galaxia. Todos confluyen en el sistema, es como un cruce de caminos. A causa de las enormes fuerzas gravitacionales que confluyen en ese punto, el cuarto planeta, no gira en torno a la estrella como los demás, esta fijo. En la orbita del planeta, y frente al portal, esta la estación Ahydim, un bastión fortificado de 8.200 metros de diámetro. Cuenta en las proximidades, con seis estaciones auxiliares, acorazadas y automatizadas que la protegen. Por si solo, el sistema Ahydim, es casi inexpugnable, pero a su enorme potencial hay que añadir dos problemas suplementarios. Los experimentos militares fallidos del emperador, han terminado en Evangelium. Cuando el emperador intentó crear un ejército de maquinas, de androides, no le gusto el resultado.  Ese ejército de 25.000 unidades, está estacionado en la superficie del 4º planeta, y es operativo. Protegen las baterías de artillería planetaria que cubren al bastión principal Ahydim. Esas baterías están operadas por un control central en la superficie, operado por doscientos humanoides. El otro problema son los dos acorazados imperiales que permanentemente están en las inmediaciones. También es un intento fallido por crear una súper nave que le diera la hegemonía definitiva en la galaxia. El resultado fue decepcionante, por fortuna para nosotros. Son lentos y difíciles de maniobrar. Pero tienen una potencia de fuego tan descomunal, que no puede realizar descargas cerradas con su artillería porque la estructura no aguantaría. Por lo que sabemos, tienen una dotación mínima para tripularlos. Podemos enfrentar nuestro primer cuerpo de cruceros, recuerden que tienen cañones de protones, liderados por la Tharsis, a Ahydim, pero no a la vez, con la artillería planetaria, y con los dos acorazados. Una fuerza de elite, entrara en los acorazados y los destruirá. Inteligencia Federal ha conseguido las claves de aproximación a esas unidades. La otra parte de la operación es más peliaguda. Fuerzas del 6º cuerpo de infantería, desembarcaran en el planetoide, con corazas de ambiente, y destruirán las baterías de artillería. Problema principal, no tenemos 25.000 corazas de ambiente, solo tenemos un tercio. Hemos armado las lanzaderas para que actúen en apoyo de la infantería sobre el terreno. Una vez neutralizados los dos principales problemas, el grueso de la flota atacara Ahydim, pero con una circunstancia, hay que conquistarla desde dentro. Una vez que nuestros cruceros logren abrir brecha, la infantería abordara el bastión principal. Es una operación muy difícil, muy arriesgada, pero que se puede hacer. No hace falta que les diga lo que significaría controlar los corredores subespaciales, pero en el plano táctico, el emperador perdería una cuarta parte de la flota. Todas las naves que tiene desplegadas por la galaxia, y que la más cercana, sin los corredores, tardaría cuatro o cinco meses en llegar aquí a máxima velocidad. ¿Alguna pregunta?

— No es una pregunta, es una afirmación, Matilda, —intervino la Princesa Súm—. Esta operación esta brillantemente diseñada por ti, y tú debes liderarla, si así lo aprueba el Consejo. Lo digo, porque te veo con la intención de plantarte una coraza y bajar a destrozar androides. Tu lugar esta en la nave insignia de la flota, en la Tharsis. Yo me ocupo de destriparlos.

Todos los consejeros, estuvieron de acuerdo y se acordó que la operación se pusiera en macha en 18 horas. Matilda estaba molesta, tenía previsto ceder la dirección general de las operaciones a la almirante Rizé, y ella bajar al planetoide mientras la Princesa Súm asaltaba el bastión principal.

— ¡Me da igual que te enfades conmigo! tu lugar esta al mando de la flota, —exclamó la Princesa cuando estuvieron a solas.

— No te voy a volver a hablar, novata, —la dijo Matilda.

— Tienes razón, soy una novata, pero tú lo eres con las corazas de ambiente, —la rebatió la Princesa—. Es cierto que entrenaste un par de veces con el escuadrón, pero con ellos, yo tengo experiencia de combate y tu no.

— Princesa, ten cuidado ahí abajo, — la dijo abrazándola.

— Y tu allí arriba.

Pero esa no era la última sorpresa que esperaba a Matilda.

— Camaxtli quiere hablar contigo, —la dijo Ushlas cuando regreso a la Tharsis— y esta muy cabreada.

— ¿Ha pasado algo en ingeniería? —preguntó frunciendo el ceño.

— Nada, y no ha querido decirme que es lo que ocurre, pero esta muy alterada.

— Anda, vamos a verla, —dijo Matilda y las dos se encaminaron a ingeniería. Cuando la vieron, la hizo una señal con el dedo y la indico su cabina.

— ¿Vas a destruir esos dos acorazados? —bramo como un búfalo enfurecido, mientras las dos mujeres la miraban con una mezcla de incredulidad y asombro—. ¡No me lo puedo creer!

— ¿Pero de que me estás hablando?

— Desde hace tres años, en mi tiempo libre, trabajo en la mejora de esos acorazados. Son mi pasatiempo.

— ¡Vale tía! Lo siento mucho, pero… ¿que quieres que haga?

— Quiero que los apreses.

— ¡Pero si son un montón de chatarra! —grito Matilda empezando a perder la calma.

— No es cierto, no lo son, —la dijo Camaxtli—. Por favor, Matilda, confía en mí, y no los destruyas.

— Sabes que confío en ti ciegamente, pero no te prometo nada, —la dijo después de guardar silencio durante unos segundos—. Voy a hablarlo con la capitán Johari, que es quien va a dirigir el asalto, si me dice que es arriesgado, te aseguro que los destruiré.

— ¡Gracias, gracias, gracias! —contestó abrazándola con sus cuatro brazos y llenándola de besos.

— ¿Sabes que es peor que una maradoniana salida?, una maradoniana besucona, —exclamó Matilda intentando zafarse de Camaxtli.

— ¿Qué opinas? —la preguntó Ushlas, cuando por fin se quedaron solas.

— ¡Qué voy a opinar! —contestó Matilda—. Que voy a tener que apresar esos acorazados.

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