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MATILDA, la guerrero del espacio (capitulo 14)

en Grandes Series

— Todos me conocéis y pensáis que soy un tío optimista, pero la verdad es que soy un tío realista, —comenzó a decir el capitán Ham, comandante del Atami a quien Matilda había encargado un estudio estratégico de la situación. A la reunión asistían todos los oficiales mayores de la Tharsis, los capitanes y primeros oficiales de los otros dos cruceros y los jefes de infantería de cada escuadrón. Por prescripción medica la Princesa Súm , asistía en una silla de ruedas con un aparatoso dispositivo en su tobillo para rebajarla la inflamación—. La situación en cuanto a la flota ha cambiado sustancialmente. A Rahoi solo le quedan operativos dos cruceros, más otro que sufrió gravísimos daños en su enfrentamiento con la Tharsis. En tierra la cosa cambia radicalmente. Rahoi sacrificó un regimiento en Karahoz, pero le quedan otros tres, calculo que entre 2.500 y 3.000 guardias imperiales bien adiestrados. Nosotros tenemos 550 soldados federales de elite, más otros 500 de apoyo que salen de los tripulantes del Kure, y los no esenciales de las otras naves. A estos, hay que añadir los 200 monjes que defienden el santuario. El príncipe Adry, de Faralia, nos prometió 1.000 soldados de refuerzo, pero no tenemos noticias de ellos. Aunque estemos en clara inferioridad en tierra, tenemos dos ventajas tácticas. Una, nuestra superioridad en la orbita. Los cruceros imperiales se verán forzados a seguir una estrategia netamente defensiva para intentar apoyar a Rahoi en tierra. Eso los hace muy vulnerables, porque como ya ha quedado demostrado, no aguantan nuestra potencia de fuego, especialmente de la Tharsis. Dos. Tenemos una líder natural que ellos no tienen. Nuestra ventaja táctica es Matilda, guerrero miembro del Consejo de los Cinco, y alguien capaz de liderar una batalla tan desigual como la que se avecina, —todos asintieron—. En mi opinión, debes delegar el mando de la flota, y bajar a la superficie con las tropas.

— Bien ¿estamos todos de acuerdo? —preguntó Matilda y todos asintieron—. Entonces el capitán Ham tomara el mando de flota y Ushlas el de la Tharsis. Desgraciadamente, nuestra estrategia en la órbita es destruir totalmente la flota imperial para dejar a Rahoi sin posibilidad de escape. Me hubiera gustado intentar apresar alguno de esos cruceros. Nos serian muy útiles, ya sabéis que no andamos sobrados de cruceros pesados.

— Si, pero no podemos correr riesgos, —y prosiguió el capitán Ham mientras Matilda asentía dándole la razón—. El momento delicado y arriesgado será desembarcar en la superficie tropas y material. Rahoi nos espera, y tanto desde la superficie, como desde la orbita, no nos lo pondrá fácil. Le he pedido a la Princesa Súm que haga una valoración estratégica de las posibles operaciones en la superficie.

— En mi opinión, habría que formar tres grupos distintos, dos con unos cuatrocientos soldados, y un tercero de doscientos—desde su silla de ruedas, Súm,  con un puntero de luz, marcaba datos sobre un gran mapa holográfico desplegado sobre una de las paredes de la sala de estrategia. Matilda la miraba con aire enfurruñado, pero era una pose. Sabía que la Princesa iba a estar en la batalla, pero la quería hacer de rabiar. La Princesa siguió explicando los pormenores de la brillante operación que había diseñado, que a todos pareció bien—. Claro esta, si aparece el príncipe Adry, con sus tropas de Faralia, todo cambia, entonces podríamos llevar a cabo una operación con más vigor ofensivo. Una maniobra de distracción en su retaguardia y una ataque decidido a su vanguardia. Rahoi no es un gran estratega de flotas, solo hay que ver lo que paso en Karahoz, por lo que preveo que vuelva a aplicar una estrategia conservadora, como muy bien ha expuesto el capitán Ham. En tierra es mucho peor. Directamente no tiene ni idea, —el comentario desató las risas generalizadas de todos los asistentes—. Pero mucho ojo, no nos confiemos. La guardia Imperial es una fuerza muy bien entrenada, y sus mandos son muy competentes. Y lo principal, nos superan tres a uno, y si aparecen los refuerzos faralianos estaremos dos a uno.

— Gracias Princesa. El príncipe Adry esta a ocho horas de Hirios 5 con 1.200 soldados y 40 naves, —revelo Matilda levantándose y dirigiéndose al mapa holográfico estuvo unos segundos pensativa ante la expectación de todos—. Bien, vamos a hacer una mezcla de los dos planes de actuación propuestos por la Princesa. Una fuerza menor de tropas faralianas, al mando del teniente Ramírez atacara la retaguardia imperial mientras desembarcamos en este sector, dejando al santuario a nuestra derecha, así tendremos el apoyo de monjes y sacerdotisas, desde sus baluartes.

— ¿Las sacerdotisas?

— Las sacerdotisas son unas guerreras formidables. Las del santuario de Konark me adiestraron a mí. De los que estamos aquí, solo yo, y posiblemente la Princesa, podríamos derrotar en combate a alguna de ellas. Créanme que serán de una gran ayuda, —y volviéndose hacia el mapa prosiguió—. Pondremos en práctica una estrategia de posición central. El príncipe Adry y el resto de sus faralianos, atacara al grueso del ejército imperial. Nuestros escuadrones, con los refuerzos, formaran dos grupos de avance. Uno. Liderado por mí, y el otro por la Princesa Súm, si conseguimos que no se la carguen a las primeras de cambio, —el comentario provocó la sonrisa de los asistentes, mientas la citada fruncía el ceño y Ramírez la apretaba el hombro en señal de apoyo—. Actuaremos como alas rápidas para pulverizar sus flancos. ¿Alguna duda?

— ¿Las naves faralianas que función tendrán?

— Desembarcaran las tropas y apoyaran el ataque desde el aire. Son más poderosas que nuestros transbordadores, pero no lo suficiente para resistir un enfrentamiento con los cruceros pesados imperiales.

Matilda miró a todos los asistentes esperando algún comentario más que no se produjo.

— Señores, señoras, hemos recorrido un largo y difícil camino hasta llegar aquí. Hemos perdido una nave y lo peor, hemos perdido amigos muy queridos. No podemos permitir que su muerte salga gratis. Estamos ante una de esas encrucijadas de la historia, donde el valor y el honor, nos permitirá salir victoriosos. Nos estamos jugando el futuro de la galaxia, un futuro de libertad y democracia, frente a la arrogancia autoritaria y fascista del emperador Zannar II, el traidor. Estoy convencida de que el camino que iniciamos en Karahoz, y que continua en Hirios 5, nos llevara victoriosos hasta Axos, la capital imperial, —Matilda cogió un vaso y lo lleno de ginebra tardaniana, mientras todos los asistentes la imitaban—. Señoras, señores, amigos míos, quiero levantar mi vaso por los amigos ausentes, por los presentes, y por la victoria final. ¡Salud!

— ¡Salud!

— Faltan varias horas para la batalla. Están todos rebajados de servicio hasta esa hora. Aprovechen, reúnanse con amigos… follen… no sé, lo que quieran.

— Supongo que tu también, —la dijo el capitán Ham.

— Desgraciadamente, no podemos permitírnoslo, —respondió Matilda cogiendo de la mano a Ushlas—. Una gran guerrero místico tiene que meditar varias horas antes de entrar en combate.

— Y yo tengo cosas que hacer en la Tharsis, —añadió Ushlas.

Camaxtli, tampoco se fue a follar con Daq. Tenía trabajo en la sala de maquinas, y el segundo prefirió quedarse con Ushlas para echarla una mano. Neerlhix desapareció como era costumbre en él. Moxi se fue al camarote de la cabo Shy. Se quitó el traje que le contenía y se extendió en el suelo. Ella, totalmente desnuda piso el charco en que se había convertido Moxi y se tumbó. Comenzó a cubrirla lentamente penetrando por todos sus resquicios hasta que llego un momento en que lo único que se veía del cuerpo de su amiga eran sus pechos. También terminaron cubiertos y cuando conecto su onda cerebral con la de Shy, entraron en un periodo de éxtasis continuo mientras su vagina segregaba jugos incesantemente que el organismo de Moxi asimilaba continuamente. La Princesa Súm se paso varias horas en el dispensario y después se fue con sus chicos al hangar de infantería para prepararlo todo.

Como estaba previsto, el desembarco en la superficie fue muy duro, y como estaba previsto, contaron con el apoyo de los defensores del santuario, que desde los baluartes exteriores machacaban a las tropas imperiales con sus morteros de defensa. El príncipe Adry y sus faralianos, chocaron con extremada dureza con las vanguardias imperiales, desatándose un enfrentamiento colosal entre ambos bandos. En el aire, las naves de Adry se enfrentaban a los transbordadores del emperador con un resultado muy igualado. Las tropas federales al mando de Matilda y la Princesa, machacaban los flancos imperiales que comenzaron a flaquear. La artillería móvil de ambos bando causaba enormes estragos en los dos ejércitos. Mientras todo esto ocurría, el teniente Ramírez destrozaba la retaguardia enemiga creando un caos brutal. A media tarde, y después de muchas horas de combate, los tres frentes de ataque federal se encontraban a las puertas del patio central del monasterio mientras en el interior los Guardias Imperiales intentaban hacer frente a la furiosa defensa de los monjes y las sacerdotisas.

En la órbita, las dos formaciones se cañoneaban a distancia mientras los federales esperaban a que las tropas de tierra consolidaran su posición. Y entonces paso lo inesperado.

— Ushlas, contacto en los sensores de largo alcance, —informo Moxi—. Cuatro naves en rumbo de intercepción. Tiempo de llegada quince minutos. Parecen naves del Consorcio Bellek.

— ¿Qué diablos? —exclamó Ushlas—. Comunica con el capitán Ham.

— También los hemos detectado, Ushlas. ¿Matilda te comentó algo sobre ellos?

— Nada, nada. De esto, Matilda no sabe nada, te lo aseguro.

— Capitán Ushlas, se comunican con nosotros. Quieren hablar con Matilda, — dijo Moxi.

— Ushlas, habla tú con ellos, nosotros no hemos tenido ningún contacto con esta gente, —la ordeno Ham con buen criterio.

— Aquí Ushlas, primer oficial de la Tharsis, adelante naves del Consorcio Bellek.

— Sentimos llegar tarde primer oficial Ushlas, y me alegro de verla. Hemos decidido intervenir en su favor y en el de nuestros aliados de Faralia.

— Agradecemos respetuosamente su ofrecimiento, canciller. Matilda esta en este momento en la superficie liderando la batalla.

— Como no puede ser de otra manera, con una guerrero tan valiente como ella. Podemos ocuparnos de apoyar a las tropas desde la órbita, como están haciendo ustedes, para que puedan tener más libertad de acción frente a los cruceros del emperador. También desembarcaremos tropas para ocupar las posiciones de apoyo en retaguardia.

Dos de las gigantescas naves del consorcio, se situaron en los limites de la órbita, y comenzaron a disparar contra las tropas de superficie imperiales. Mientras, la Tharsis, el Atami y el Hagi, maniobraban para atacar a los cruceros imperiales. Con la primera descarga, la Tharsis pulverizo las defensas del crucero que ya había averiado gravemente en Karahoz, que estallo con una explosión formidable. Los otros dos intentaron escapar y abandonar al Mariscal Rahoi, pero los otros cruceros federales les cortaron el paso, y después de un duro intercambio de fuego, se rindieron.

— Matilda va a tener los cruceros que quería, —le dijo un entusiasmado Ham a Ushlas—. Encárgate de ocupar uno y el Hagi que se encargue del otro. Yo me ocuparé de no quitar ojo a nuestros amigos del Consorcio.

En la superficie, las tropas federales ocupaban parte del patio central. Matilda, al frente de sus topas, salio del parapeto de escombros protegida con su escudo, y blandiendo a Eskaldar grito, —¡Escuadrones!

— ¡Escuadrones! —respondieron cientos de voces.

— ¡Avanzar! —ordeno gritando.

— ¡Avanzar! —y cientos de soldados federales se lanzaron al ataque contra la entrada principal del complejo sagrado. En la gigantesca antesala, sé junto con la fuerza de ataque de la princesa y los monjes y sacerdotisas defensores del santuario. Después de duros combates cuerpo a cuerpo, todos los protagonistas principales estaban en la Cámara del Cristal. Por un lado, el mariscal Rahoi, los despojos del conde Nirlon y su espada Surgúl, sus dos doncellas y la guardia personal de Rahoi. Por otro Matilda, la Princesa, el príncipe Adry, las sacerdotisas del monasterio, y aunque solo Matilda lo sabía, sus dos doncellas, perfectamente protegidas por corazas de combate y por tripulantes de confianza de la Tharsis.

— Matilda, tenemos a tiro a las doncellas de Nirlon, si las matamos se acabó el problema, —dijo la Princesa.

— ¡No! —gritaron al unísono Matilda y la reverenda superiora. Y Matilda añadió—. Llega hasta ellas y protégelas con tu vida. Seguramente Rahoi querrá matarlas.

Ramírez y sus faralianos llegaron al monasterio y se pusieron a las ordenes de Matilda.

— ¿Qué ha pasado Ramírez? —le preguntó—. ¿Y la retaguardia?

— Tropas del Consorcio han desembarcado y protegen nuestra retaguardia. La artillería de órbita que nos apoya proviene de dos de sus naves.

— Entonces no perdamos tiempo. Vete con la Princesa y ayúdala.

Matilda ordenó nuevamente el ataque, organizándose un furioso y caótico combate cuerpo a cuerpo donde espadas, hachas y lanzas golpeaban con furia mientras armas láser disparaban en todas direcciones. Por fin, Matilda llegó hasta el mariscal Rahoi que saco su espada y se enfrentó a ella. Durante el combate, Matilda vio como la Princesa llegaba a donde estaban las doncellas y las protegía con la ayuda de Ramírez y la alférez Johari. El combate fue efímero y bastante decepcionante. Después de un par de minutos de intercambio de golpes, Rahoi empezó a flaquear y con un golpe certero, Matilda le cruzó el pecho con Eskaldar para seguidamente cortarle la cabeza. Sin su jefe militar, y sin apoyo desde la orbita, las tropas imperiales se fueron rindiendo a la evidencia y entregaron las armas. Un griterío ensordecedor colmo por completo la enorme Cámara del Cristal, cuando Matilda, sucia y cubierta por la sangre de sus enemigos, subió a lo alto de un montículo de escombros y levantó a Eskaldar con la mano derecha, y la cabeza de Rahoi con la izquierda. A su lado, a un nivel más bajo, la Princesa Súm gritaba como el resto de sus soldados sin sospechar, por un solo instante. lo que se le venia encima.

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