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MATILDA, la guerrero del espacio (capitulo 5)

en Grandes Series

A primera hora Matilda se reunió con tres miembros del Consejo Federal. Después de la reunión, que fue muy larga, y una vez que los visitantes desembarcaron, ordeno partir inmediatamente. Minutos después, la Tharsis, acompañada por el Atami, el Hagi y el Kure, partieron de Raissa rumbo al Sector Oscuro.

Con las naves navegando a velocidad de crucero, Matilda convocó una reunión con los comandantes de las otras tres naves, junto con su circulo de confianza en la Tharsis, Ushlas, Comaxtli, Neerlhix, Daq, Moxi, y la Princesa Súm como comandante de la infantería embarcada en las cuatro naves. A2 tomaba notas para la bitácora de la misión. Con todo lujo de detalles, informo de los pormenores de la misión, y los hizo ver la importancia de la misma. Todos estuvieron de acuerdo.

— Señores, creo que no hace falta decir que tenemos muchas posibilidades de no volver con vida, —dijo mirando a los asistentes —. El éxito de la misión esta por encima de nuestras propia seguridad. Si no podemos proteger el Aro, nuestra obligación es destruirlo a toda costa. El emperador jamás debe poseerlo.

— Todo está perfectamente claro, capitán, —exclamo Ushlas.

— Desgraciadamente tengo que decirles algo, que no me gusta, pero que es necesario, —dijo a los capitanes de los otros tres cruceros—. Mi presencia en la Tharsis, junto con Eskaldar y mis dos doncellas, hace que tengamos que proteger a esta nave a toda costa.

—No hace falta explicaciones Matilda, lo comprendemos perfectamente, —contesto uno de ellos.

— Gracias a todos, —y después de una pausa prosiguió—. Hace dos días, seis cruceros imperiales de clase Numbar, al mando del mariscal Rahoi, han partido de algún lugar cercano al límite del sector, lo que significa que en realidad nos llevan cuatro días de adelanto, —y dirigiéndose a la Princesa Súm añadió—. Han embarcado 5.000 Guardias Imperiales de elite.

— ¿5.000? Van a ir bien juntitos. El maricón del Rahoi no pierde oportunidad para rozarse todo lo que puede. Parece una gata terrestre en celo, —exclamo Moxi jocosamente provocando la hilaridad de los asistentes.

— A ver señores, no se alboroten, —dijo Matilda riendo para rebajar la tensión de la reunión—. A2, ha calculado que la Flota Imperial ha entrado al Sector Oscuro entre 264761 y 264763. Eso nos da casi una franja de más de un año luz, y con cuatro días de desventaja, buscarlos será como encontrar una aguja en un pajar.

— Con los campos de distorsión del Sector Oscuro los sensores de largo alcance no son operativos al cien por cien, —apunto Daq.

— Y no esperes máxima potencia en los reactores, —intervino la rojiza Camaxtli—. Allí, las leyes de la física están patas arriba. Si nos tragamos un campo de distorsión a plena potencia, no quiero ni pensar lo que ocurriría.

— Entonces los avatares ayudaran permanentemente a los pilotos con los sensores, —y después de una pausa, preguntó—. ¿Alguna cuestión más?

Como no había más preguntas, finalizo la reunión y los capitanes regresaron a sus naves.

— Oye nena, —pregunto Daq a Camaxtli cuando salían de la reunión, y mientras la rodeaba la cintura con su brazo—. ¿Qué le harías al Rahoi si le tuvieras entre tus cuatro manos?

— Le metería una mano por su culo de maricón y le sacaría las tripas a ese hijo de la gran puta, —respondió provocando una carcajada general.

— ¿Pero te lo follarías primero? —apunto Neerlhix.

— ¡Eh!, —respondió parándose en seco—. Aunque no lo creáis, tengo mis limites. Nunca follo con maricones imperiales hijos de puta.

— De todas maneras cariño, si le metes la mano por el culo, seguro que le gusta y se le pone dura, —intervino Matilda descojonada de risa.

— ¡Entonces se la arranco! —añadió la roja ingeniera provocando aun más la hilaridad de todos.

— Por cierto nena, —la dijo Daq pasándola su peluda mano por el trasero—. Haber cuando me recibes, que se me está acabando la botellita.

— ¡Joder tío! Te estás convirtiendo en un puto adicto, —exclamo mirándole malhumorada—. Me ordeñas como a una vaca lecheriana.

Hasta el asexuado Moxi se apoyó en la pared incapaz de seguir andando de la risa.

— ¡Joder! ¿Qué pasa? —y añadió entrecejona—. No se dé que os reís.

Nadie contestó, no podían. Incluso la seria Princesa Súm se meaba de la risa.

Llegaron al puente y todos ocuparon sus puestos.  Matilda abrió los comunicadores de toda la nave e informo la tripulación del objetivo de la misión y su peligrosidad.

— Capitán ¿Ordena algo más? –pregunto la Princesa, y ante la negativa de Matilda, añadió—.  Con su permiso me retiro para hablar con mi gente.

— Ushlas, por favor acompáñame, —y levantándose se encaminó a la puerta de salida seguida de Ushlas—. Neerlhix, el puente es tuyo.

— Tu camarote o el mío, —la pregunto cuanto estuvieron solas en el pasillo.

– El tuyo esta mas cerca, –contesto Ushlas.

Las dos entraron atropelladamente en el camarote, y una vez cerrada la puerta, se fueron despojando de la ropa mutuamente mientras sus bocas se encontraban con pasión. Se tumbaron en la cama e inmediatamente se pusieron a comerse sus respectivas vaginas. Después de alcanzar rápidamente los primeros orgasmos, se lo tomaron con más calma. Siguieron chupándose, pero más como un juego aderezado de risas y confidencias.

— ¿Por qué me sujetas la cola con la mano? ¡Qué manía! —protesto Ushlas.

— Por qué me la metes después de estar arrastrándola por el suelo, —la respondió Matilda claramente de broma. La apetecía hacerla rabiar.

— ¡Yo no arrastro mi cola por el suelo! ¿Qué te has creído? —exclamo ligeramente alterada.

— Ya lo sé mi amor, —la contesto sujetándola su azulada cabeza con las manos y besándola después en los labios.

— Sabes que no me gusta que me vaciles con mi cola.

— Que no mi amor, que me gusta mucho tu cola, —y recorriendo su cuerpo con sus manos, añadió—. Y tu trasero, y tus tetas, y tu vagina, y tus piernas, y tus pies, y tú entera.

Volvieron a enfrascarse y Matilda, sacando una maletita de un cajón, la abrió y saco un vibrador doble. Se lo introdujo con la ayuda de Ushlas y la penetro a ella. Haciendo un poco de dominante, papel que a Matilda la va poco cuando esta con Ushlas, la estuvo follando con detenimiento mientras respiraba sus maravillosos orgasmos. Dejaron el vibrador y siguieron amándose mientras el tiempo volaba. Finalmente, agotadas se quedaron abrazadas sobre la cama.

— Neerlhix a hermanita, —se oyó por el comunicador—. Neerlhix a hermanita.

— Haber, ¿Qué quieres pesado? —le contesto con voz de resignación.

– Pues que me gustaría ir a cenar, si hermanita capitana, no tiene inconveniente.

— ¡Joder Mati! ¿Qué hora es? —se oía preguntar a Ushlas como voz de fondo por el interfono—. No me lo puedo creer.

— Yo tampoco me puedo creer que me halláis tenido cuatro horas aquí olvidado, —apunto Neerlhix.

— ¡Eh! Vale, si están Moxi o Daq, que te releven hasta que yo llegue… hermanito, —le contesto Matilda con un tono una tanto embarazoso—. Lo siento nene, me olvide de ti.

— A saber que habréis estado haciendo, —respondió con tono guasón Neerlhix.

— Vale, cierro.

Mientras se dirigían a los limites del Sector Oscuro, Matilda recorría toda la nave comprobando personalmente que todo estaba preparado. Pasaba muy a menudo por la sala de maquinas, pero no a vigilar a Camaxtli, en la que confiaba totalmente, sino a charlar con ella. A pesar de que podría dar la impresión de ser una bruta, lo cierto es que es una mujer de conversación fácil cuando se la trataba con asiduidad y cogía confianza. También se aficionó a entrenar con el escuadrón de infantería de la Princesa Súm para conocerlos mejor, aunque la primera visita, la hizo para resolver una queja.

— A ver Princesa, tengo una queja de mi oficial de intendencia, tienes parte del equipo fuera del almacén, —la dijo cuando se reunió con ella.

— Capitán, ese oficial tiene la misma inteligencia que la bota que llevo en el pie, —respondió Súm, provocando las risas de sus hombres. Pero a Matilda no la hizo gracia.  Se giró y miro muy seria a la tropa, que automáticamente enmudeció.

— Princesa, reúnase con mi oficial de intendencia y solucione el problema. Es una orden, —la dijo en tono inequívocamente autoritario. La Princesa se cuadró, y dando media vuelta salio del hangar de infantería—. ¿Quién es el segundo oficial al mando?

— Teniente Ramírez, a sus ordenes capitán.

— ¿Ramírez? ¿Eres de la Tierra?

— Negativo, nací en una colonia de Nueva España, en el sistema 8274, —respondió—. Permiso para informar sobre la situación de nuestros equipos capitán.

— Adelante, informe.

— Mi Princesa consideró necesario embarcar trajes de ambiente. Están acorazados y preparados para combatir en ambientes hostiles. Son muy voluminosos.

— Sé ha referido a su comandante como “mi Princesa”.

— Señora, la Princesa Súm me ha salvado la vida varias veces, como a muchos otros del escuadrón. Siento devoción por ella. Pido disculpas si no …

— No se disculpe, esta bien, —le interrumpió—. ¿Cuándo tienen previsto entrenar con esos equipos?

— Mañana, capitán.

— Informe a la Princesa que participaré en el entrenamiento, —y dando al teniente unos golpecitos en el pecho, añadió—.  Nunca he combatido con corazas de ambiente. Por cierto, ¿Cuántas hembras hay en el escuadrón? Veo muchas.

— Será un honor, contar con usted, señora. Y hay 63, sin contar con mi Princesa. El escuadrón está compuesto por 153 soldados de 16 especies distintas.

— Perfecto. Otra cosa. A todos, y cada uno de los tripulantes de esta nave, los he elegido yo personalmente. Con ustedes no he podido hacerlo por razones de urgencia, pero confío plenamente en el criterio de la Princesa Súm. No quiero el más mínimo altercado en esta nave, y espero que no dejen en mal lugar a su comandante. ¿He hablado claro?

— ¡Si, señora! —contestaron todos al unísono.

— Capitán, el asunto está resuelto como ha ordenado, —dijo Súm después de entrar en la estancia y cuadrarse delante de ella.

— ¿Ha sido difícil?

— La verdad es que no. Solo hemos tenido que escucharnos, en lugar de gritarnos, —respondió avergonzada.

— Muy bien, —dijo Matilda pasando un brazo por encima de los hombros a la Princesa—. Venga, que alguien saque una botella y vamos a brindar.

— Mi señora, en las naves de la flota está prohibido el alcohol fuera de las cantinas, —intervino el sargento.

— ¿Esto es un escuadrón de infantería o un nido de maricones? —pregunto, e inmediatamente comenzaron a aparecer botellas de todo tipo y color—. Además, la Tharsis no es una nave de la Flota, en mi nave, y en ocasiones se bebe. Eso si, sin pasarse. ¿Alguien tiene whisky?

Todos brindaron por el éxito de la misión, y se inició la típica conversación de tropa, llena de chistes verdes, bravuconadas, guarradas y capulladas de todo tipo. Y muchas risas. Matilda lo estaba pasando bien, le encantan estos ambientes distendidos.

— Puente a capitán, —se oyó por el intercomunicador del hangar de infantería—. Puente a capitán.

— Adelante puente.

— Recibimos una comunicación codificada del Consejo por la línea de seguridad.

— Pásalo a mi cabina. Voy para allá.

Instantes después, Matilda entró en su cabina de mando, contigua al puente, y se sentó en la mesa frente a la pantalla.

— Hola Matilda, siento llamarte para darte malas noticias, pero es posible que tengas alguna complicación más de lo previsto, —en la pantalla reconoció la familiar figura de Tukalx, consejero de Numbar, y que fue gran amigo de su padre.

— Sabes perfectamente que siempre me alegro de verte Tukalx, no importa la circunstancia.

— Inteligencia Federal, ha descubierto que muy posiblemente el emperador tenga, o intente conseguir algún aliado en el Sector Oscuro. Su flota se dirige al sistema Beegis, en el interior del sector. Te envío las posibles coordenadas sobre su localización, pero no sabemos nada de quienes son.

— Según estas coordenadas, el sistema Beegis está muy alejado del rumbo a Hirios 5, —comentó Matilda consultando los datos.

— Siento no poder ayudarte más, Matilda.

— No te preocupes Tukalx. Ha sido una alegría volver a verte. Sabes que te quiero.

— Y yo ti Matilda. Tukalx fuera.

Durante  casi una hora, Matilda estuvo trabajando con los datos recibidos. Con la ventaja que llevaban, era imposible interceptarles antes de llegar a Beegis y tomo una decisión arriesgada. Mientras tanto, todos los oficiales mayores, se habían ido concentrando en el puente a la espera de noticias. Los rumores sobre la comunicación codificada recibida por Matilda recorrían la Tharsis, de un extremo a otro de sus 500 metros de largo.

— Moxi, ¿Sabemos algo del sistema Beegis? —le pregunto Matilda entrando en el puente.

— Nada capitán, no hay datos en el computador, —respondió después de consultar su consola.

— ¿Tienes todavía acceso al banco de datos de tu mundo, de Morlom? —le pregunto.

— Si capitán, tardaré unos segundos, —Moxi siguió tecleando en su consola durante unos instantes—. Hay algo, pero poco. Beegis es el centro de un pequeño imperio muy agresivo que se extiende por 20 sistemas.

Durante unos instantes que parecieron eternos, Matilda, sentada en su sillón, permaneció pensativa mientras todos la miraban ansiosos.

— Señores, la flota enemiga se dirige a ese sistema, no va a Hirios 5. Inteligencia cree que el emperador intenta, o ya ha conseguido, aliarse con ellos, —dijo por fin levantándose del sillón—. Daq, cambio de rumbo a 749552, a la máxima velocidad posible. ¡En marcha!

— Capitán, esas coordenadas nos separan de la Flota Imperial y del sistema Beegis, —intervino Moxi.

— Lo sé. Cumple la orden, –ordeno Matilda dirigiéndose hacia la puerta—. Informa a los capitanes de las otras naves. Ushlas, el puente es tuyo.

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