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Mi amigo Clítoris (3)

en Textos educativos

La imaginación es una capacidad que tiende atrofiarse si no se ejercita. Posiblemente, las que no asumáis de forma natural el hecho de tener fantasías eróticas, hayáis vivido una represión por parte del ambiente o incluso de vosotras mismas desde muy jóvenes. Ahora que habéis decidido disfrutar del placer que oculta vuestro cuerpo y habéis saboreado el morbo de una fantasía, hay que continuar progresando. No es suficiente con haber despertado a nuestro amigo Clítoris de su eterno sueño, hemos de hacer lo mismo con nuestra imaginación.

Ante todo, debéis estar dispuestas a conoceros y aceptaros. Eso es precisamente lo que da más miedo y lo que puede llegar a bloquearos hasta haceros regresar al punto de partida, ese punto al que no queréis volver, porque yo sé que no queréis. ¿Podréis olvidar la felicidad de un orgasmo y la paz espiritual y física que le sigue? Imposible. Valor, nenas.

Para ayudaros en vuestra autoexploración, he ideado una breve lista sobre las verdades y mentiras de las fantasías femeninas:

Si se fantasea con una persona diferente al novio-a es porque no se está enamorada – FALSO.

Para conseguir excitación por nuestra cuenta, necesitamos de una fantasía lo suficientemente morbosa. Recrearse en lo que se vive día a día, no proporciona este aliciente. Vuestra mente es libre, permitidle que decida que es lo que le gusta y no la censuréis. Cuando hayáis obtenido el orgasmo, posiblemente la fantasía se desvanecerá y no volveréis a pensar en ella hasta la próxima ocasión. ¿Qué hay de malo? Eso no os hace infieles. A una pareja se le demuestra el amor con el roce, el trato y la exclusividad si lo preferís, pero nunca entregándole también vuestras fantasías. Repetid conmigo: "Es MI fantasía y ME pertenece".

Las mujeres que fantasean con violaciones es porque quieren ser violadas – FALSO.

La que lo crea, que salga de mi clase, por favor, se ha equivocado de aula. ¿Qué diferencias hay entre fantasía y realidad? En una fantasía estás segura, sucede exactamente lo que quieras que suceda. En la realidad, hay violencia y maltrato, nunca se tiene en cuenta tus deseos, y quedas dañada físicamente durante días o semanas y psicológicamente toda la vida. No tiene nada que ver. ¿A qué se debe esta recurrencia a las violaciones en la fantasía? Porque debéis saber que un gran número de mujeres fantasean con lo mismo, no sois unos bichos raros. Tiene mucho que ver con el erotismo primario, llamémosle salvaje, de ser poseídas en contra de nuestra voluntad. Es la rendición al otro, la sumisión obligada (ya os estáis emocionando, jujuju). Está bien para los animales y está bien para nuestros juegos y nuestras fantasías, pero no para la realidad, que ya he comentado es brutal y destructiva. ¿Conocéis alguna especie en la que el macho maltrate a la hembra para copular con ella y luego intente destruirla? Eso no es natural, nuestras fantasías sí. Así que fantasead tranquilas con todas las vejaciones que se os ocurran que no sois malas personas ni estáis enfermas del coco.

Se puede fantasear interpretando a otra persona, con personajes inventados o sin rostro – VERDAD.

No hay límites para la fantasía y, de la misma manera, no hay límites para las diferentes formas de "ponernos en situación" que tenemos las mujeres. Hay mujeres que disfrutan más siendo el objeto de sus fantasías, imaginan que son las protagonistas y que todo gira a su alrededor. Otras, entre las que me incluyo, preferimos elaboradas escenas dignas de un relato o una película. De la misma manera, no siempre nos identificamos con la mujer, a veces fantaseamos que somos el hombre, o nos vamos turnando con los diferentes personajes. ¿Pasiva o activa? Tu decides.

Si se fantasea que se tienen relaciones con otras mujeres es porque se es bisexual o lesbiana – FALSO.

Pues mira, no. Esa suele ser una fantasía motivada por la gran liberalidad sexual que vive nuestro tiempo. Cada vez hay más mujeres, sobretodo jóvenes, que quieren probarlo todo. Las hay que se conforman con sus fantasías y otras que dan el paso, lo que no significa que su orientación sexual sea más amplia, se trata de experimentar no de una tendencia auténtica. Por lo general, con una vez tienen suficiente y luego vuelven a sus príncipes azules. De la misma manera, he conocido lesbianas 100% auténticas que fantasean con hombres. ¿Locura colectiva? No, que va, es simplemente morbo.

Bien, ahora os sentís seguras para fantasear a vuestras anchas, sin embargo, no surgen las imágenes. ¿Falla algo, doctora? Tranquilas, os enseñaré algunos trucos y fuentes a las que recurrir.

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La mejor manera de mantener activa la imaginación erótica es cultivándola, como las lechugas y los nabos pero sin tanta tierra.

Primero plantar la semilla. Seguro que tenéis en vuestra cabecita alguna fantasía antediluviana. Escarbad en la memoria, regresad a la infancia si fuera necesario. Muchas fantasías, de hecho la literatura erótica se nutre de ellas, tienen su origen en nuestros instintos más salvajes. El truco está en deshumanizarnos, en ir quitándonos todas esas capas de humanidad que nos han ido inculcando año tras año, luego habrá que volvérselas a poner para salir a la calle pero, de momento, vamos a desnudarnos. No hay normas, no hay etiquetas, no hay censura... Seguro que ya notáis en el paladar ese gustirrinín llamado deseo. ¿Qué estáis pensando que os pone tanto? Pues esa es la semilla.

Regar con abundante agua. Nada mejor para una imaginación en crecimiento que el agua, el agua vaginal. Si os han enseñado que masturbarse es un signo de debilidad, de inmadurez o de suciedad mental, yo os voy a enseñar lo contrario: a quien se masturba, Dios le ayuda. ¿Lo ponéis en duda? Las mujeres que se masturban tienen más confianza en sí mismas; no caen en la dependencia sexual hacia el macho (o caen pero se levantan), lo que las salva de los indesesables; desdramatizan los problemas gracias a su arma infalible para liberar tensiones (sus deditos); disfrutan y hacen disfrutar más a su pareja en las relaciones sexuales, con todos los beneficios que eso aporta a una relación de pareja; y, además, son más felices pues una vida sexual satisfactoria genera individuos sanos física y mentalmente. Lo mejor es masturbarse al gusto del consumidor pero, si no tenéis costumbre, tendréis que estableceros una rutina, al menos mientras readquirís el instinto olvidado. Una vez a la semana puede estar bien, no es mucho pero tampoco es poco. Trabajad sobretodo la imaginación además de la digitilización, recrearos en vuestra fantasía y, semana a semana, ganaréis en agilidad.

Alimentar con abono. Es lícito y recomendable buscar otras fuentes para mejorar nuestras fantasías y crearnos nuevas. Os recomiendo, sobretodo, la literatura erótica de autoras. Suelen tener un lenguaje más agradecido y escenas no tan bizarras o agresivas como los autores masculinos. Además, las escritoras suelen empatizar con sus lectoras, nos describen las sensaciones tal y como las sentimos y eso nos permite adentrarnos en su lectura de forma natural. Hay escritores buenos, claro qué los hay, pero dado que esta guía va dirigida a mujeres poco experimentadas sexualmente, es preferible empezar leyendo a otras mujeres.

En internet abudan los relatos amateurs. Si no queréis empezar la casa por el tejado, limitaros, de momento, a los de temática heterosexual, lésbica y de autosatisfacción femenina, no os resultaran tan violentos como el resto. Cuando os sintáis más avenidas con el género, más receptivas a las escenas poco convencionales y más tolerantes con el lenguaje grosero, podréis abarcar otras temáticas. Después de todo, se trata de pervertiros, no de manteneros a salvo, jejeje.

Para una apuesta segura, asaltad la biblioteca de vuestro barrio. ¿La biblioteca? Pues claro, a ver si os pensáis que el erotismo no es también cultura. Encontraréis clásicos de lectura obligada, además, os garantizo que os gustarán: Emmanuelle (de Emmanuelle Arsan), Historia de O (Pauline Reage), Delta de Venus (Anaïs Nin), Las Edades de Lulú (Almudena Grandes) y otros títulos de la desaparecida colección "La Sonrisa Vertical" de la Editorial Tusquets. En cómic, buscad todo lo que podáis de Crepax, un autor muy elegante y de gran contenido. En cómic contemporáneo, Giovanna Casotto, sin duda.

Hablemos ahora de cine erótico. Casi todas las películas de la década de los 70 y principios de los 80, sean o no explícitas, son recomendables, sobretodo las inspiradas en la literatura. Después, la cosa ya degenera: el erotismo (o porno light), considerado para público femenino, se vuelve simplón y falto de sustancia, y el porno, para público masculino, se vuelve todavía más básico pero a lo bruto. Poco alimentarán vuestras cabecitas ansiosas. No obstante, productoras como Private y Girlfriends Films (lésbico para lesbianas) cuidan las escenas de sexo y llegan a hacerlas agradables para la exigente crítica femenina. Playboy, más erótico que porno, también destaca por su elegancia y rechazo a lo bizarro. Algo es algo.

Mis queridas alumnas, habéis practicado los ejercicios digitales, habéis abierto vuestra mente a la fantasía, ya estáis preparadas para el último capítulo de esta guía: el orgasmo.

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El orgasmo es uno de esos grandes discriminados en la historia universal. Pocas cosas hay tan increíblemente fantásticas y tan absurdamente olvidadas o, peor, maltratadas. Si echáramos un vistazo a oriente, comprobaríamos lo contrario: el culto al orgasmo. Desde el famoso sexo tántrico, inspirado en la energía positiva que genera el placer y su culminación, hasta los sugerentes relieves en los templos hindús y las antiguas ilustraciones pornográficas japonesas. Mientras en oriente se predicaba el "follad, hermanos, y follad bien", aquí se nos decía lo contrario: "eso no se toca". Pero, claro... es que si no tocas ¿dónde está la gracia?

Estamos muy mal enseñados y el orgasmo, pobre, sufre las consecuencias de nuestra mala educación, tanto que es ahora que se puede hablar libremente de orgasmos sin que nadie se escandalice pero todavía nadie se atreve a cualificarlo. ¿Cualificarlo? Por supuesto, a ver si pensabais que el orgasmo es único e indivisible. Muy aburridos andaríamos los libertinos de ser así. No, no, no... esa es una gran mentira para mantener a las mujeres ignorantes y que no se quejen de la falta de calidad en sus relaciones sexuales. Hay una gran gama de orgasmos y diferentes métodos para conseguirlos, todo un arte. No os conforméis sólo con "llegar", ambicionad llegar bien, llegar mejor, llegar al límite.

Es difícil establecer una clasificación orgasmal exacta pues, cuando ya te crees que conoces todos los orgasmos que tu cuerpo puede darte, chas! aparece uno nuevo. Es el cuento de nunca acabar. Sin embargo, voy a atreverme a redactar una que espero os sirva de base para ir coleccionando orgasmos.

El orgasmo femenino puede clasificarse según el frenesí, la intensidad, la duración, la reincidencia e incluso el posclimax.

Frenesí. Cada mujer tiene su forma particular de acariciarse el clítoris. Las hay que gustan de suaves e imperceptibles caricias, las hay que frotan con vigor y sin piedad. Una caricia suave, dará origen a orgasmos dulces, una caricia agresiva, a orgasmos violentos. Sea cual sea vuestro estilo, os reto a que probéis caricias nuevas.

Intensidad. La intensidad del orgasmo es proporcional a la intensidad del preparatorio. Así mismo, también es proporcional a la distancia entre un orgasmo y otro: a mayor distancia, mayor intensidad. Me ha salido la vena matemática, lo siento, jejeje. Os habréis dado cuenta que si os masturbáis con frecuencia y casi por sistema (pim pam pum, fuera), los orgasmos se vuelven monótonos. Cada momento requiere su orgasmo pero tratad de variar esos momentos.

Si os masturbáis casi siempre en la cama, bajo las sábanas, cambiad de decorado (cocina, sala, baño, balcón...). Probad de añadir algo de morbo a la situación (desnuda con las piernas abiertas frente a la tele) o cambiar la clásica posición "misionera" por otra (de pie, de rodillas, sentada en una silla con las piernas sobre la mesa...). Procurad también escuchar vuestro cuerpo. ¿Qué os dice? ¿Quiere orgasmo o está tranquilo? ¿Para qué vais a machacaros el clítoris si no hay ganas? Esperad a sentir la necesidad, buscad la calidad y no la cantidad. El orgasmo será diferente, garantizado.

Duración. Cuánto más tiempo dediquéis al placer previo, más duradero será el orgasmo. No siempre necesitamos superorgasmos, la mayoría de veces nos conformamos con uno bueno, bonito y rápido. Y, hala, a "momir" (zzzz). Está bien pero, de vez en cuando, daros el lujazo de llevar vuestro orgasmo hacia límites insospechados.

Un buen sistema consiste en acariciaros de arriba abajo, de la cabeza a los pies, sin prisa. Podéis estar en la cama, retozando al son de la música, o disfrutando de una película erótica. No vayáis directamente al clítoris, entreteneros con los pezones, el ombligo, el interior de los muslos... Dejad que la excitación os envuelva y se vaya haciendo insoportable. Deleitaros en vuestras sensaciones, alargarlas lo máximo que podáis. Cuando juguéis con vuestro botón mágico, lo mismo, leento y laaargo. Una hora, dos horas... notad como Mister Orgasmo se va acercando con la calma allá a lo lejos (eoh, hola). Recibidlo totalmente relajadas, dejadle que se apodere de vosotras por completo y permanezca a vuestro lado todo lo que quiera, hasta que se evapore de forma natural.

Reincidencia. Es posible que sigáis acariciándoos aún cuando el orgasmo haya finalizado y, en poco tiempo, sintáis que estáis preparadas para otro. Se trata de la mítica y envidiada habilidad femenina para el multiorgasmo, mítica pero real, puedo confirmarlo.

El secreto para que vuestro clítoris esté preparado para repetir sin haber descansado, radica en el primer orgasmo. Un orgasmo ligero, dulce o largo, como el que he descrito antes, no satura las terminaciones nerviosas de nuestro amigo y permite las caricias continuadas. En cambio, un orgasmo violento, desgarrador, esos que te hacen gritar, dejan al clítoris tan agotado y sensibilizado que nos resulta insoportable el más mínimo roce. También podemos hacer uso de un juguete erótico para estimular la vagina y conseguir un primer orgasmo más interior, lo que daría opción a buscar un segundo exterior. Y hablando de juguetes, para sufrir gozando, nada mejor que un estimulador de clítoris manos libres. ¿Cuántos orgasmos seguidos eres capaz de aguantar? Por si acaso, ten una buena reserva de chocolate para recuperar fuerzas.

Posclimax. Perdí la cuenta de los neologismos que he inventado para escribir esta guía pero todo es poco para profundizar en los misterios (ya no tan secretos) del placer que habita en nuestro cuerpo. Hemos visto que podemos tener orgasmos largos y cortos, ligeros o intensos, dulces o violentos, pero no todo está en el orgasmo, también el después es importante. Muchos de los lectores hombres que estarán curioseando este texto, habrán puesto cara de "a ésta se le ha filosofado el cerebro de tanto orgasmo". Tal vez, jeje. Es un concepto difícil de explicar pues la anatomía masculina funciona diferente a la femenina: las mujeres continuamos sintiendo placer después del orgasmo.

Se trata de un placer risueño, algo así como un gustirrinín general. Este placer no siempre es igual. Por ejemplo, un orgasmo rápido y violento genera un posclimax igualmente breve, de palpitaciones en el vientre y a veces de dolorcillo agradable; sin embargo, uno de lento y largo, nos hará conocer el Nirvana, nuestro cuerpo será como una masa informe de sensaciones y tardaremos en volver a la realidad. También hay que tener en cuenta la motivación preorgásmica: una situación especialmente morbosa o una fantasía elaborada nos dan placer mental, que intensifica el orgasmo y alarga el posclimax.

¿Entienden ahora los hombres por qué nos cabrea tanto que salten de la cama al momento de acabar? Porque, aunque parezca que nosotras hemos acabado, todavía estamos sintiendo. Dejarnos solas en esos momentos es equivalente a un coito interruptus.

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Doy por finalizada esta guía de masturbación femenina. No quiero lágrimas, si acaso lágrimas orgásmicas, jejeje.

Está bien, os daré un bis, como si de una orquesta de barrio se tratara: un anexo pequeño pero coqueto sobre la masturbación de nivel avanzado.

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