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Manual del Buen Casanova - capítulo V

en Textos educativos

V.  ¡A POR LA GUINDA!

No vale salir corriendo después del trabajo que nos ha costado llegar hasta aquí.  La boca era la primera prueba de fuego, ahora viene la segunda.  Según la manera cómo tratemos sus preciados genitales, nos van a clasificar de 0 a 9.  ¿Y el 10?  El amante perfecto no existe para ellas, es inútil tratar de conseguir la matrícula de honor.  Así que vamos a concentrarnos en estar entre el notable y el sobresaliente justito pero sin bajar nunca del 7, porque si llegamos al “bien, ha estado bien” podemos darnos por perdidos.  Vale que muchas de ellas son comprensivas y nos van a dar la oportunidad de mejorar nota pero un Casanova que se precie no espera a que le den otras oportunidades, aprovecha la primera a fondo y se gana la segunda por méritos propios.

El orden correcto a la  hora de abordar sus partes más íntimas es el siguiente:

  1. Pezones.

  2. Vulva.

  3. Clítoris.

  4. Vagina.

  5. Ano.

    No digo que no se pueda alterar el orden o saltarse alguno.  Podemos ir directamente a meterla si hay prisa y ella está dispuesta.  ¡Atención!  Volved a escuchar la frase… “ir directamente a meterla…”.  ¿Os ha sonado a Casanova o a cani? ¡Ajá!  Podemos susurrar burradas pero no podemos comportarnos como burros.  ¿De acuerdo?  Así que de “meterla” nada, monadas.  Las prisas no son buenas en el arte de amar pero el sexo rápido es perfectamente válido y hasta recomendable siempre que no supere el 25%.  O sea, si dedicamos los sábados de cada mes al traqueteo, un sábado rapidito, pase; tres rapiditos, no pase.  Además, el sexo rápido ha de compensarse sí o sí con sexo más trabajado en próximos encuentros.  Si mantenemos a nuestra chica con una dieta de sexo rápido +  sexo mediocre y ocasionalmente sexo del bueno, vamos mal, muy mal.  El sexo rápido es perfectamente legítimo en las siguientes ocasiones pero recordemos no abusar:

  • En el ascensor.

  • En el parking.

  • En el lavabo de la disco.

  • De visita a casa de los suegros.

  • Ahora en serio, siempre que ella se os siente encima y muestre deseo urgente de teneros dentro.  No vamos a hacerla esperar con caricias que no necesita, pobrecita.

    Pero mi obligación aquí es enseñaros a hacer las cosas bien porque la mayoría de ocasiones es lo que os exigirá la dama.

Los pezones.

El tema parece fácil pero no lo es en absoluto.  Uno nunca sabe si darle duro o ser

suave.  Personalmente, pensando en mí, yo diría mejor suave porque es una parte de la anatomía muy sensible y podemos hacerle daño si jugamos a lo bruto.  Por otro lado, la sensibilidad puede variar de una mujer a otra.  Una chica con los pezones poco sensibles tal vez agradezca chupetones profundos e incluso pinzas.  Yo no soy de esas y las chicas que he conocido íntimamente tampoco, por lo que prefiero aconsejar sobre seguro y ya improvisaréis si os encontráis alguna vez con una chica que os pida caña en ese sentido.

    Nos quedamos con los pezones sensibles y vamos a añadirle un extra de dificultad: en la misma mujer, la sensibilidad puede variar mucho según el día en que se encuentre su ciclo hormonal.  Y con esto no me refiero a que un día os sorprenda con un orgasmo sólo con la manipulación de los senos.  No, nenes, me refiero a que según cuándo toquéis y cómo toquéis, os podéis llevar un patadón.  Si tenéis una relación estable con la chica, un poco habréis averiguado cómo funcionan sus menstruaciones.  Los días anteriores a la regla son especialmente peliagudos en cuestión de pezones.  No cada mes pero los pechos pueden estar hinchados y doloridos, entonces hay que ser muy pero que muy cuidadoso, nos limitaremos a caricias superficiales con los labios y evitando lametones. Trataremos sus pechos y pezones con sumo respeto y veneración, y ella nos estará agradecida. Por supuesto nada de agarrarle la teta y aplastarla y estirarla…  ¡¡No somos vacas!!  Como no hay mal que por bien no venga, justo algunos días después de la regla llega la ovulación y los pechos están blanditos, manejables y ansiosos de atenciones.  Entonces podemos darnos el esperado atracón y jugar incluso con los dientes.

Formas de jugar con los pezones de menos a más intensidad:

  • Besar suave, sólo con los labios.

  • Exhalar aire caliente muy cerca.

  • Soplar aire (despacio) para erguirlos.

  • Acariciar con la yema de los dedos formando círculos.

  • Apretar suave el pezón entre los dedos.

  • Besar húmedo, utilizando labios y lengua pero con mimo.

  • Caricias intensas con la lengua, lamer.

  • Chupar.

  • Mordisquear suave.

  • Apretar fuerte el pezón entre los dedos.

   

Sólo en casos especiales y con pleno conocimiento de que le gusta:

  • Pellizcar.

  • Estirar y retorcer.

  • Utilización de juguetes: pinzas.

  • ¡¿Agujas?! o_O

Vulva y clítoris.

Los pongo en el mismo apartado para que toméis conciencia que uno no puede ser sin

el otro.  Es un error frecuente masculino el de ir directo a por el clítoris saltándose el emboltorio.  Imagino que se trata de un problema de empatía.  Ellos consideran más excitante que la chica no se ande con rodeos, que deje los testículos tranquilos (las hay muy patosas, ¿verdad?) y vaya a por el glande.  Interpretan que el clítoris es como su glande y ¡ñasca!, al ataque.  Entre mujeres, en cambio, no se aborda el clítoris tan de sopetón.  Es un órgano muy sensible y, si no se estimula correctamente, resulta hasta incómodo y doloroso que lo toquen.  Por eso vamos a acercarnos poquito a poco.  Adelante música de La Pantera Rosa.

    Siguiendo con el juego de caricias y besos que estaremos prodigándole por todo el cuerpo, vamos a dirigirnos a la parte interna de sus muslos abriéndole despacio las piernas ♩♬♭♫ … Conquistamos las ingles con la lengua mientras con la mejilla acariciamos suavemente la vulva.  A eso se le llama hacer las debidas presentaciones.  Besos en los labios mayores, la parte mullida y carnosa… A mí se me está abriendo el apetito, no sé a vosotros-as, ejem, podemos mordisquear y jugar a presionar con la boca, además de chupar, pero sin prisa todavía.  Ahora vamos a despertar al durmiente, exhalaremos aire caliente, soplar no porque no le gusta el frío y se escondería.  Toquecitos con la lengua o con el dedo.  Arriba… arriba… ya lo tenemos.  La piel de los labios menores es muy frágil así que esperaremos a que esté lubricada antes de tocarla con los dedos, la lengua es siempre bien recibida.  Nada de dientes en esa zona y las uñas bien cortadas y limadas, no queremos hacerle un corte sin querer.

    ¿Cómo seguimos?  Podemos seguir así todo el rato o buscar una atención más directa hacia el clítoris.  El clítoris es una de las asignaturas donde los hombres tienen más dudas y la que temen más.  Es comprensible ya que las posibilidades de darle placer son amplias y dependen también de una mujer a otra.  Que hayáis adquirido una técnica envidiable con una mujer no significa que le vaya a gustar a otra.  ¡Ah, pequeños!  No dije que sería fácil llegar a la gloria.  El mejor don que puede tener un buen amante es su capacidad de improvisar, adaptarse a la persona y ser creativo.  Pero también se pueden “estudiar” tres o cuatro técnicas y aplicarlas según el caso.

    Algunos ejemplos de asalto clitoriano.

  1. Lengua brava.  Imaginaos vuestra lengua como un cowboy o una cowgirl y el clítoris como un becerro que ha salido a la fuga.  ¡Arri! ¡A por él! Lanzarle el lazo, enroscaros a su alrededor, un par de latigazos, chas, chas.  Atosigarlo sin piedad, no bajéis el ritmo.  Corre, más deprisa, hay que dejarlo agotado cueste lo que cueste.

  2. Vals.  Lento y suave, ahora a la derecha, ahora a la izquierda, una vuelta… Y un, dos, tres, y un, dos, tres… Ya tenéis el ritmo.  Así, muy bien.  Preferible con lengua pero vale un dedo mojado.

  3. Llaman a la puerta.  Dad golpecitos con dos dedos.  Toc-toc, toc-toc…  Eso la excitará mucho aunque para llegar al orgasmo hará falta algo más.

  4. La mano mágica.  Ojito porque esta técnica no la toleran muchas mujeres.  Con la mano plana y bien lubricada vamos a frotar el clítoris y la vulva, primero despacio hasta aumentar a un ritmo vertiginoso.

  5. Remolino.  Variante de la Mano Mágica.  Apoyamos la mano plana o unos pocos dedos sobre el clítoris, presionamos y removemos sin llegar a levantar la mano.  No se trata de frotar.    

  6. Glotón.  ¡A comerlo todo!  La lengua se mueve ansiosa por todas partes, dentro fuera, también valen los chupetones (sin pasarse).

  7. Psicosis.  Llamado también Ducha Asesina.  Duchándonos con nuestra pareja, aplicamos el teléfono de la ducha a un palmo de su clítoris o un poco más cerca si el chorro es fuerte.  El efecto es inmediato.

  8. Chucky.  Siguiendo con el terror pero en esta ocasión atacaremos con juguetes vibradores.  Hay cientos de traviesos con los que experimentar.

  9. La señorita.  Con la lengua de puntillas daremos toquecitos espaciados al clítoris para luego apretar con un poco más de fuerza.  Se puede torturar también el pequeño agujero de la uretra.

  10. Dedo intruso.  Trabajamos con la lengua el clítoris mientras con el dedo jugamos cerca de la vagina o dentro.  Esta técnica puede proporcionar orgasmos muy intensos.

    Tribadismo o esos enredos.

    ¿Qué pasa cuando tenemos vulva y clítoris por dos?  Pues que podemos jugar al froti-froti.  ¿Es divertido?  Oh, sí, mucho.  ¿Es difícil?  Oh, madre mía, ni te lo imaginas.  Aunque se tenga la idea equivocada de que es la forma “normal” en que una mujer se lo hace con otra mujer, lo cierto es que lesbianas y bisexuales son más dadas al uso de manos, dedos y lengua, sobre las que se tiene un mayor control y se llega seguro al final feliz.  Frotar nuestros genitales con los de nuestra pareja es sólo una forma más de las cientos de experimentar placer pero, si no te sale bien, no hay que obsesionarse.  Yo misma no soy una gran experta, prefiero acciones más contundentes, pero por probar que no quede.  Antes de nada, un poco de calentamiento y estiramientos (y no estoy de guasa), no queremos que a ninguna os de una rampa.

    Para el tribadismo hay diferentes posturas y niveles de dificultad:

    Una encima de la otra y las piernas enredadas no se sabe cómo.  Soy incapaz de describir esta postura.  A la hora de practicarla pues te dejas llevar por el instinto y una pierna aquí y otra allá, unas cuantas risas, y algo sale.  Va a depender mucho de cada mujer, su flexibilidad y tamaño.  Si conseguís cierta comodidad y la que está arriba se mueve con soltura, es muy gratificante.  Eso sí, hay que parar cuando la de abajo ya no siente las piernas.

    La postura de tijera.  Es sencilla y cómoda.  Encajamos las vulvas y a darle a la pelvis.  Los clítoris no suelen coincidir por lo que muy perfecto no es, además resulta poco romántico por estar una a cada lado.

    Si no buscamos el encaje de vulva con vulva, sino el roce de alguna parte de nuestro cuerpo con su vulva:

    Tú encima, ella con las piernas un poco abiertas y encajas tu pubis contra su vulva.  La gracia está en el movimiento, que puede ser de frotamiento o de empuje, imitando a un hombre.  Un nivel avanzado sería utilizar un arnés con dildo y practicar penetración.

    Rodilla o muslo contra vulva.  Aquí la que manda es la que se frota que se moverá según su gusto.  Es importante una buena lubricación para no salir escaldada.  La del muslo tampoco ha de estar estática, ha de seguir el ritmo de su compañera con movimientos un poco como de empuje.

    Vulva contra glúteos.  Vamos a cederle el protagonismo.  Nos tumbamos boca abajo y la dejamos jugar y restregarse con lo que le venga en gana.  Los glúteos, mulliditos y redonditos, son muy agradables.

    Por último, no hay nada tan romántico como mirarse a los ojos y masturbarse mutuamente.  A veces no hay forma de coordinar las manos, los brazos chocan o no llegan, pero vale la pena intentarlo.

 

Templo del placer.

Ya está bien de usar tanto nombre científico o esto va a parecer una lección de naturales.  El templo del placer o comúnmente llamado vagina y vulgarmente… hum… ¡Ay, coño!  Va a resultar que no hay un nombre vulgar para ese fantástico agujerito maravilla de la naturaleza.  Que yo sepa, los vulgarismos utilizados para los genitales femeninos se refieren más a la vulva.  ¿O es que lo engloban todo en uno?  ¡Ni que fueran la misma cosa!  Pues nada, nos tocará inventarnos nuestros propios vulgarismos en el calor de la batalla.

Se os nota nerviosos y veo que no he conseguido relajaros con mi gracia.  ¿De qué tenéis miedo?  Ya veo… os preguntáis cosas como si le dolerá o, al contrario, si se enterará de algo.  Os voy a contar un secreto, el cuello de la vagina prácticamente no tiene terminaciones nerviosas, aunque está demostrado que el órgano del clítoris se extiende a su alrededor y es mucho más grande que el botoncito que vemos a simple vista.  Cuando una mujer siente placer a través de la penetración es porque se está acariciando y presionando el clítoris en su zona interna.  Eso explicaría el mito (o no mito) del Punto G y porque la forma ideal de jugar con los dedos o la mano sea insistiendo en la zona de arriba, no tanto en la zona profunda o la inferior, que puede dar gustirrinín pero no mata.  Imagino que no hará falta que os recuerde que el delicioso agujerito ha de estar bien lubricado.  Si por lo que fuera estuviera seco y el flujo no apareciera de forma natural, recurriremos a lubricante, preferiblemente de base de agua para que sea compatible con el látex.

Movimientos que gustan al templo.

Teniendo en cuenta la morfología que hemos comentado, nuestro objetivo será excitar el clítoris por dentro.  Con un dedo, dos o más dedos, nos adentraremos despacio hasta asegurarnos que somos bien acogidos.  Puede que el templo nos absorba en un santiamén o que muestre resistencia.  Si es lo segundo, tendremos paciencia y esperaremos a que ella se abra por sí sola ayudando con besos, lengua o caricias con la otra mano.

Las primeras caricias internas serán suaves.  Recordad apuntar arriba y presionar sobre toda la zona superior.  Lento y presionando.  Es evidente que lo estáis haciendo bien porque ella parece totalmente extasiada y en otro mundo.

Seguiremos con un poco más de caña, con movimientos como de vibración o frotamiento.  Insistid en ese punto en el que, al tocarlo, la dama grita obscenidades y se revuelve como posesa.  No conozco ninguna mujer que se quede fría y tiesa ante el placer así que no podéis equivocaros.

Luego está el movimiento clásico de “follar”, hacia adelante y atrás con un cierto ritmo.  Aquí la gracia es cubrirla por completo, ya sea una vagina estrecha o amplia.  Que un triste dedo se enfrente a una vagina grande con este movimiento da risa pero lo peor es que ella apenas sentirá nada, si acaso una ligera molestia de que algo la está urgando por dentro.  Si los dedos no funcionan bien aquí, mejor un dildo.  Pero cuidado con los juguetes, no hay que utilizarlos nunca con brutalidad o podríamos causarle dolor.  Dejad que ella lo vaya asimilando y os diga hasta dónde y cómo, si más lento o más duro.

Movimiento de cabalgar.  Hasta ahora he estado describiendo a nuestra compañera como pasiva y llevando nosotros todo el trabajo.  Tenemos que estar capacitados para tomar el papel activo desde el principio hasta el fin pero lo cierto es que hay que fomentar que ellas sean activas también y den rienda suelta a su pasión.  En este movimiento, vamos a limitarnos a ser el objeto poseído.  Ella, encima, podrá moverse como quiera.

Movimiento profundo.  El objetivo aquí es ir más allá… y mucho más allá…  Hasta los confines del cuello del útero o hasta donde buenamente podamos alcanzar.  Una vez allí haremos movimientos de empuje cortos.

Seguro que me dejo alguno, como por ejemplo el helicóptero, jajaja, pero no hace falta ser acróbata para ser el mejor amante.

Posturitas.

No hace falta estudiarse el Kamasutra, aunque el saber no ocupa lugar.  Aquí voy a limitarme a las posturas en que ellas disfrutan más la penetración.

Ella tumbada sobre su espalda es la más común pero no siempre la mejor.  Recomiendo elevar la pelvis con un cojín.  También puede levantar las piernas, encajarlas sobre vuestros hombros o, incluso, llevar las rodillas a la altura de su cabeza de forma que la pelvis quede en vertical.  Ella manda según su flexibilidad pero es importante que se sienta cómoda.

A cuatro patas facilita la penetración, además el clítoris queda más expuesto por lo que es fácil una doble estimulación, o incluso triple.

De lado es muy cómodo.  Si ella está cansada, adormilada o queréis pillarla por sorpresa, ésta es la mejor postura.  Situándonos detrás hay más maniobra.

Ella encima.  Pues eso, que se mueva a su antojo.

De pie.  Difícil para manipular pero con la lengua o los dedos se puede acabar la faena con éxito.

Y el que no necesita presentación, el 69.  El de arriba debe tener cuidado de no dejar caer su peso sobre el de abajo o no habrá posibilidad de movimiento.

Penes.

Y pensábais que me había olvidado.  No hombres, no, sólo quería que fuerais conscientes de que para satisfacer a una mujer no es necesario un pene.  Aunque, ya que lo tenéis, vamos a darle un buen uso.  ¿No?

Lo primero es que funcione bien.  Las pilas se guardan en la cabeza.  O sea que nada de echarle la culpa al aparatejo si os deja tirados en mitad del idilio.  Debéis buscar los motivos no abajo sino arriba.  En hombres poco experimentados, el fallo se debe a falta de seguridad.  Existe la creencia de que la primera vez es especial…  ¡Juas!  La primera vez nunca, nunca, pero nunca, sale bien.  Demasiadas dudas, demasiados miedos, demasiado desconocimiento.  Sólo un prodigio podría salir airoso en su primer encuentro sexual con una fémina.  Buscaros una muchacha comprensiva que entienda vuestra situación y en poco tiempo habréis adquirido confianza en vuestras posibilidades.  Lo ideal es que este proceso de aprendizaje se inicie en la adolescencia o al inicio de la juventud, de la mano de una amorosa compañera igual de inexperta con la que ir aprendiendo juntos, sin prisas, con afecto.  Si esta princesa de cuento no aparece en un tiempo prudencial, habrá que apuntar justo a lo contrario, a una mujer mayor con un poco de tendencia maternal que quiera cobijaros en su útero.  Esto ha sonado muy freudiano pero una mujer de cierta edad tiene bastante más paciencia (y experiencia en vírgenes) que una veinteañera.  ¿Y las treinteañeras?  Ejem, ellas pueden llegar a ser demasiado exigentes para un pimpollo de Casanova.  Cuidado con las lobas.

Superado el primer miedo, ya estáis listos para la conquista sin límites del amor.  Es cuestión de que conozcáis vuestro propio cuerpo, os aceptéis y vayáis alcanzando metas.  Existen técnicas para retardar la eyaculación, como, por ejemplo, los Ejercicios de Kegel, que en mujeres se utilizan para reforzar el suelo pélvico y los músculos de la vagina; en hombres consiste en contraer los músculos que se encuentran entre el ano y el escroto.  Así se llega a tener más control sobre la erección.  Otra forma es concentrarse en la respiración, como cuando hacemos ejercicio.  Y hay quien asegura que hay que evadirse con la mente y pensar en otra cosa, aunque a mí eso me parece muy de máquina y poco de amante.  Cuando estoy con una chica, lo último que haría sería distraerme pensando en la compra.  Se dan cuenta.  Ya de por sí las chicas son sensibles pero en ese momento están hipersensibilizadas.  Es preferible venirse pronto porque disfrutas un montón con ella y la deseas horrores, a tardar más y mostrarte frío.

Y ahora llega el peliagudo tema, principal causante de la inseguridad masculina: el tamaño.  Como ya dije en el primer capítulo, el tamaño importa pero, igual que hay penes grandes o pequeños, también hay vaginas grandes o pequeñas.  Es cuestión de ver mundo.  A simple vista es del todo imposible adivinar qué clase de vagina tiene una mujer.  Una chica grande y alta podría ser pequeñita por dentro y al revés.  Las vulvas ya nos dan una pista más aproximada.  Una vulva pequeña conduce a una vagina estrechita, mientras que las vulvas grandes prometen grandes cavernas.  Si no habéis acertado vuestra pareja ideal, físicamente hablando, hay muchas formas de compensarlo.  

  • Si la vagina es pequeña, habrá que ser muy cuidadoso.  Evitad la postura de perrito o a cuatro patas, ya que la penetración resulta más profunda y directa.  Preferible la de ella encima, donde tiene absoluto mando y no sobrepasará su límite.  La del misionero también es buena pero deberéis controlar vuestro impulso y no entrar del todo.  Jugar en la entrada con empujoncitos cortos también es divertido.  Si necesitáis más acción, luego se puede acabar con la mano.  Sobre todo no perdáis la esperanza, ya que la vagina es una zona muy dúctil y con tiempo y mimitos puede agrandarse para la ocasión.  ¿Es virgen?  Pues mucho cariño y paciencia.  Ha de sentirse segura a vuestro lado y saber que ella manda y puede decir basta.

  • Con las vaginas grandes habrá que buscar estimulación simultánea del clítoris durante la penetración.  De esta manera ella sentirá más.  Evitad la postura del misionero, no es adecuada para una combinación de pene modesto y vagina generosa. Buenas son la de a cuatro patas pero con las piernas algo cerradas y la de ella encima, donde puede jugar a apretar los muslos.  Los Ejercicios Kegel para ella son buenos para que adquiera la habilidad de “aprisionar” cuando estéis dentro pero no se pueden pedir milagros, una vagina grande jamás se volverá pequeña.  Es mejor que busquéis otras formas de penetración más satisfactorias (juguetes, mano…).  Prohibido obsesionarse.  Y muy importante, no me la acomplejéis.  De sobra sabéis que fuera hay un hombre con una tranca a su medida.  Un Casanova jamás hace sentir menos a su dama, se adapta a las circunstancias.

    Otra duda frecuente es el ritmo.  ¿Despacio o rápido?  Cada mujer tiene su propio ritmo y para conocerlo hace falta un poco de rodaje.  Las hay que disfrutan con el empuje lento y profundo y, si corréis demasiado, se desconcentran y hasta se agobian.  En el otro extremo están las que quieren caña y, si el empuje no es potente y duro, se aburren.  Estad preparados para cualquiera de las dos.  Incluso hay  mujeres que varían de una a otra según el día.  Un error que se da en Casanovas novatillos es que se crean realmente grandes amantes y vayan a imponer orgullosos su propio ritmo a la dama.  Fallo garrafal, ahí va una que no volverá a acostarse con vosotros.

Por último, no os sintáis avergonzados o patosos si ella se ha quedado con ganas.  Sabré yo lo insaciables que pueden llegar a ser algunas.  Es poco frecuente que una mujer tenga un orgasmo durante la penetración con pene.  Las reclamaciones al Cielo que no os hizo con un pene curvo especial Punto G.  Pero para eso hemos entrenado nuestros deditos y lengua y nos hemos convertido en especialistas de clítoris y templos de placer exigentes.  Además, siempre podemos buscar un ayudante, el juguete de última moda a pilas o recargable.  No importa la forma en que disfrute sino que disfrute con y junto a vosotros.

El prohibido.

    Uh, caen rayos y truenos, la niebla nos envuelve en este episodio en el que nos adentramos…  Sí, señoras y señores, el prohibido, el tabú.. o no.  Va a depender mucho de la persona pero estaremos de acuerdo en que no tiene la gran aceptación de madame Vagina.

    Muchos os preguntaréis “¿por qué las chicas ponen tantas pegas al sexo anal?”.  ¡Es para daros!  Yo os pregunto “¿por qué tanta obsesión por el sexo anal?”.  Un buen amante no piensa en alcanzar metas y llegar más lejos.  No me miréis con esa cara, no me estoy contradiciendo.  El objetivo de un buen amante es dar placer.  Ha de ser capaz de dar placer de diferentes formas para adaptarse a las preferencias de su amada pero no ha de “forzarla” jamás a experimentar placeres que no son de su agrado

    Una vez ha quedado claro que lo importante no es lo que nosotros queramos, sino lo que ella quiera, pasaré a nombrar el procedimiento correcto para iniciarla en el sexo anal y valorar sus reacciones:

INCORRECTO - tener una larga conversación sobre las ventajas del sexo anal, incluido pase de diapositivas y comentarios de mujeres satisfechas.  Así sólo conseguiréis que se asquee de vuestra insistencia y os envíe a la cocina a freír espárragos.

CORRECTO:

  1. Comentarlo en caliente.  Practicando el cunilingus nos desplazamos hacia abajo y acariciamos suavemente la fortaleza anal con la punta de la lengua o con la yema del dedo humedecido.  Si ella gime de placer, seguimos un rato así para luego preguntar si quiere que introduzcamos el dedo.  Si nos da el permiso, bien.  Por el contrario, si sólo acercanos a su culito da un respingo y se pone a la defensiva, sal de ahí pitando.  Al cabo de un rato, después del orgasmo, cuando esté tranquila, puedes animarla a hablar sobre si le ha gustado la caricia especial, podrías repetirla en otra ocasión, o si no le interesa en absoluto.  Si es lo segundo, se cierra el tema anal y no se habla más.

  2. Si nos ha dado permiso para penetrarla con un dedo (sólo uno, de momento), lo haremos muy despacio, procurando que la zona esté siempre húmeda.  No es mala idea tener lubricante a mano.  Si en la penetración vaginal, por sí sola, es difícil que ellas tengan un orgasmo, en la anal es prácticamente imposible, así que no está de más que excitemos conjuntamente el clítoris o incluso el tres-en-raya completo: clítoris, vagina y ano.  Con un poco de práctica y habilidad se puede.

  3. Paso a pasito.  Tras el primer acercamiento, si ha sido satisfactorio, seguiremos aumentando el nivel de forma progresiva en posteriores encuentros.  De uno pasaremos a dos, más dedos o algo más grande como un dildo o pene. Todo en el mismo día va a ser que no.  Además, tenemos que tener en cuenta que no siempre va a dar su consentimiento.  Puede no sentirse limpia, puede simplemente no tener ganas o puede que todavía esté asimilando el descubrimiento de su nueva zona erógena.  Esperaremos pacientemente a que vuelva a darse la ocasión.

  4. Dar ejemplo.  Para conseguir quitarle el miedo al sexo anal nada mejor que mostrarnos dispuestos a compartir nosotros también con ella esa intimidad.  ¿Cómo que no es lo mismo?  Que si su culito es blanco y precioso y el vuestro peludo y maltrecho.  ¡Menos lobos, caballero!  O sexo anal para todos o para ninguno.

    Higiene.

    Es primordial e importantísimo grabarse esto en la memoria: lo que entra en el ano, no va a ningún lado más.  Bueno, vale, si hay confianza podemos relamernos luego los dedos.  ¿Por qué no?  Pero jamás de los jamases meteremos nada en la vagina que haya pasado primero por el recto porque podríamos provocar una infección.

    Hasta los más partidarios del sexo anal deberán coincidir en que no es una zona limpia, hay gérmenes y, a veces, sorpresitas indiscretas.  Si se sabe de antemano que existe la posibilidad de jugar “sucio”, tanta ella como tú (ya he comentado lo de la igualdad de condiciones) deberéis limpiaros a conciencia, no sólo por fuera, también por dentro con ayuda de un dedo o, de forma más fulminante, con un enema.  El ano ha de ser el último protagonista, no el primero, así evitaremos la tentación de pasar luego por la vagina sin la obligada visita al baño para lavarnos a conciencia las manos y lo que sea.  Los juguetes también han de lavarse bien.  Preferentemente destinaremos los juguetes anales sólo a ese uso o tomaremos la precaución de enfundarlos con un condón.

    Por último, si no estás preparado para reaccionar bien ante una “sorpresita” ¡¿qué carajo haces jugando al escondite donde no debes?!

 

 

 

Lo que jamás se debe hacer mientras se hace.

    Existen siete pecados capitales en el arte amatorio que evitaremos a toda costa.  Seguro que más de uno-a ha caído.  Yo os absuelvo y no pequéis más. ¡Hale!

   

    Pereza.

    Habéis acabado pero ella parece estar a medias jadeando como alma en pena.  La abrazáis amorosamente y le dais cuatro besitos esperando que se calme.

    ¡Ostión al canto!  Sacáis fuerzas de donde sea y mano o boca pero a esa chica me la dejáis satisfecha.  Sólo si ella os aparta y os jura y asegura que está bien podéis descansar.  No siempre las mujeres necesitan un orgasmo.

    Monotonía.

    ¿Siempre el mismo acercamiento?  ¿Siempre las mismas posturas?  ¿Y aún os extrañáis que se quede dormida en mitad del acto?

    La falta de creatividad no es una excusa para no esforzarse en buscar la sal en vuestra relación.  Hay muchas cosas que se pueden hacer para que ese mal llamado monotonía no se apodere de vuestras almas y mate lo que prometía ser una apasionado romance.  Sólo intentarlo ya merece la pena, os quede mejor o peor.  Y cuando no surjan las ideas, os tomáis unas vacaciones de sexo y seguro que las ganas vuelven renovadas y en plena forma.

    Ir directo al grano.

    Con la excusa barata de que os gusta un montón, día sí y día también, os saltáis todos los preámbulos y le enchufáis la mano a la primera para conseguir el lubricante natural que os permitirá jugar rápido y sin complicaciones.

    ¡Para el Infierno que os lanzo de cabeza!  Sexo no es igual a orgasmo, es placer, infinidad de placeres, y complicaciones.  Por lo mismo también es variedad.  El sexo rápido no da opción a la fantasía ni a la complicidad.  Hasta los perros se toman la molestia de olisquearse un poco.

    Enrollarse como una persiana.

    ¿Estáis en plena acción amorosa y te da por explicarle de forma extendida lo que te gusta que te hagan o le preguntas insistentemente si le está gustando y qué más quiere?

    Veamos, pequeñas sugerencias están bien pero distraer su atención con grandes monólogos está fatal.  Ahora no es el momento.  Espera a después para hablar que seguro que te presta más atención que no cuando su cuerpo y sentidos se están preparando para estallar en orgasmo.

    Tratar de convencer con alevosía y premeditación.

    La tienes a puntito de caramelo y no se te ocurre otra cosa que ponerte pesado con aquella fantasía que hace tiempo que intentas y a la que ella parece no estar dispuesta.

    Soy yo y te dejo plantado.  Es una falta de respeto gravísima a su sexualidad insistir una y otra vez en algo que ya te ha dejado claro que no va a participar.  No es no y estás arruinando el momento presente.

    Quejarse.

    “Así no, cariño.  Gírate hacia el otro lado, ahora ponte allá… No, mejor al revés”.  Eso o lanzar chasquidos con la boca a modo de “me agobio” cuando ella os está trabajando con toda su buena voluntad.

    No la marees más y, sobre todo, no corras el riesgo de bajar la confianza que tiene en sus habilidades.  Todo se puede mejorar pero estas cosas se hablan con calma después y no mientras.  Funciona mejor un elogio que diez quejas.

    Quedarse frío.

    Ni un gemido, ni respiraciones profundas, ni susurros deshaciéndose en tu boca, sólo la mano dirigiendo su cabeza mientras chupa.  Al final, eso sí, el suspiro de satisfacción… el mismo suspiro que lanzas después de visitar el lavabo.

    Jo, es triste.  Todo el mundo tiene su propia forma de sentir pero es importante que ella sepa que la deseáis y lo mejor es exteriorizar vuestro placer con sonidos, miradas y caricias.

    Gritar en exceso.

    Golpes en la pared, camas volviéndose locas y gritos que ya han avisado a todo el vecindario que hoy tocaba polvo en el 3ºA.

    La estáis asustando.  Seguro que la excitación le ha bajado de golpe y se haya en shock emocional pensando en cómo amordazarte.  Si no podéis evitar ser tan exagerados, tened a mano una buena almohada para morder y agarraos a las sábanas.  Permiso concedido para que os aten, si es preciso.

 

 

 

Salud sexual.

    Y llegamos al tema rollo y aburrido que debe constar en toda buena guía erótica.  No tiene nada que ver con el amor ni el placer —mil disculpas a los vendedores de condones de sabores pero sigue sin parecerme placentero chupar látex por mucho que sepa a fresa—, pero sería irresponsable en pleno siglo XXI no hacer alusión a las medidas de seguridad que un Casanova moderno debe emplear para protegerse y proteger a sus damas de infecciones, virus y demás catástrofes.

    Lo más importante es ser consciente que el sexo seguro no existe, de la misma forma que no existen los Reyes Magos.  Eso lo sabían los libertinos desde tiempos legendarios y, aún así, seguían disfrutando pues también eran conscientes de lo breve de la vida y que no valía la pena llegar a viejo sin haberle sacado todo el jugo a la juventud.  La buena noticia es que la ciencia y la tecnología están de nuestro lado, jamás habíamos tenido tantas facilidades para disfrutar de nuestra sexualidad y reducir tanto el riesgo.  Lo mejor es que actualmente no existe ninguna ETS (enfermedad de transmisión sexual) que sea potencialmente mortal.  Que nos puedan putear y amargarnos la vida unas cuantas pero matar ninguna si vives en un país con acceso a la sanidad.  Así que la primera obligación para una persona sexualmente activa, ya sea soltera, casada, monógama, poliamorosa o libresexual, es hacerse revisiones médicas rutinarias (sobre todo si notamos molestias) con el urólogo o el ginecólogo-a, además de una serología cada cierto tiempo.

    Una vez tengamos claro que esto no es Disney, el nivel de seguridad lo decidimos según nuestras preferencias y el riesgo que estemos dispuestos a asumir.  Muy subjetivamente, clasificaría las medidas preventivas en las siguientes:

  • 98% seguro - Cybersexo sin contacto carnal.  El 2% de riesgo deriva de los daños psicológicos que acaba produciendo el mal uso de esta actividad, como pueden ser ansiedad, obsesión insana por un personaje de fantasía, evasión de la realidad, celos descontrolados, etc.

  • 95% seguro - Utilizar siempre, tanto en sexo genital como oral, profilácticos de barrera como condones y protectores dentales, además de guantes de latex.  El 5% de riesgo es por aquellas enfermedades que se transmiten por contacto con la piel y no con los fluidos, como puede ser el VPH (virus papiloma humano), el herpes genital y la sífilis.  Aún así, se reduce muchísimo el riesgo.

  • 80% seguro - Practicar sexo genital siempre con condón pero no utilizar protección para el sexo oral ni guantes para la penetración con los dedos.  Aquí es importante confiar en nuestra compañera.  ¿La conocemos?  ¿Sabemos que es una chica con una sexualidad normal y sana o, por el contrario, es en extremo promiscua y acaba sin saber con quien cada vez que bebe en exceso? El peligro radica en que el fluido de una persona infectada entre contacto con nuestra sangre, por lo que revisaremos no tener heridas abiertas en las manos ni cortes en los labios y que no nos sangren las encías (evitaremos cepillarnos los dientes justo antes de la acción).  El tribadismo, al contrario de lo que se piensa, es bastante más seguro que el sexo oral aunque no se utilice barrera, siempre que no se practique durante la menstruación.

  • 50% seguro - Utilizar otros métodos anticonceptivos como píldoras, diu o diafragma.  Utilizar el condón sólo al acabar o practicar el interruptus añaden además el riesgo de embarazo no deseado, menos frecuente si la mujer conoce a la perfección su ciclo de ovulación pero riesgo al fin y al cabo.  Ni que decir que estamos jugando a la lotería si no hemos pactado de antemano una relación monógama (o poliamorosa cerrada), nos hemos hecho las respectivas serologías y hemos cruzado los dedos porque, queridos míos, nada hay tan incierto como el amor y ella será la primera que callará si ha roto sus votos de exclusividad contigo.  Confiar en la monogamia es un peligro pero es un peligro demasiado dulce para evitarlo, así que todo está bien mientras no os olvidéis de las revisiones con el médico.

  • 0 % seguro - ¡Hala, ahí!  A pelo, cómo los animales, hoy con una y mañana con otra.  Entre chicas también hay un gran riesgo a la hora de compartir juguetes y se sabe que es la principal fuente de contagio de VIH entre lesbianas.  Cada una con su juguete o utilizarlos con condón.  Lavarlos no es fiable del todo, al menos que sean de silicona y puedan esterilizarse en agua hirviendo.

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