(ReinaCanalla)

Camina, venga, camina... a cuatro patas, como una perra, detrás de mi.  Y baja la mirada, no quiero verte con los ojos clavados en mi trasero.  Chas... obedece!  Mirarás el suelo hasta que yo te lo diga.  Vamos a dar una vuelta por toda la habitación y pasaremos por delante de John, que está sentado en una silla al lado de la ventana.  Caminas despacio, con el tanga bajado, te sientes húmeda, mojada muy mojada.

Sr. John ¿qué le parece lo que tenemos aquí?  John no puede tocarte pero, en un impulso, lleva la punta de su zapato a tu coñito chorreante y la clava ligeramente.  Mira qué has hecho, niña, has ensuciado el zapato de nuestro invitado.  Límpialo, con la lengua, lame tu flujo.  Como una perrita buena, agachas la cabeza, elevas el culito y lames.  Chas... un azotito más en esa vulva tan tentadora.  ¿Le gustaría tocarla, Sr. John?  Pero no con la mano, quítese el zapato y el calcetín y manoseela con el pie.  Así hace John.  Con el pie desnudo recorre todo tu sexo, deslizándose con facilidad debido al flujo que te corretea por entre las piernas.  Te frota y te penetra con el dedo gordo, le gustaría penetrarte con la polla pero no le voy a dejar. Saca el dedo empapado y te lo clava esta vez en el culito, entra sin dificultad.  Mmm... está apretado, bastante más apretado...

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(Julia)

Me arrodillo y noto el tacto del collar y todo mi cuerpo se estremece. Que sensación tan especial entregarme a mi Señora, Mi Diosa. Recibo los azotes en mi rajita ... me duelen un poco pero me calientan hasta extremos casi desconocidos. Por el placer que me dan y por la lujuria que me provocan. Agacho la vista y me siento vulnerable al notar la mirada del Señor que hay en la habitación. Que querrá la Señora de mi? Gateo por la habitación, con mi culito expuesto. Me siento absolutamente indefensa, vulnerable, frágil ... y tremendamente excitada.

Más me excita sentir el zapato, supongo que del Señor, acariciar mis labios hinchados de lascivia. Sin querer, no puedo reprimir un leve gemido. Siento el zapato retirarse y la Señora enfadada me vuelve a dar un azotito y me ordena limpiar el zapato del Señor de mi propia lujuria. Debería darme un poco de asco, pero mi sumisión a mi Señora, mi entrega total y absoluta y la calentura que sentirme su perrita me provoca no dejan lugar a la duda, y, agachando la cabeza y sacando aún más mi culito en pompa, empiezo a lamer el sabor salado y profundo de mi feminidad más íntima. A medio chupar, recibo otra azotaina en mi rajita hinchada, palpitante ... me muero por sentirla llena de polla, lengua, carne ... lo que sea ... pero se que solo mi Señora decidirá cuando me toca ...

Mi Diosa tira del collar y me aparta. Debo dejar de chupar y relamo mis labios para dejarlos limpios para lo que venga. Mi Ama y Señora, tirando del collar me da la vuelta y me obliga de nuevo a bajar la cabeza, obligándome así a entregarle mi culito, mi ano y mi rajita al Señor, que se ha quitado el zapato. Siento su dedo acariciar los labios de mi rajita. Que placer tan inmenso. Hago esfuerzos sobrehumanos por no gemir ... pero el dedo sigue acariciándome ... incluso ejerce un poco de presión y entra un poquito ... como me gustaría que fuera una buena polla y me llenara toda ... pero no. No lo es ni lo va a ser hasta que la Señora, Mi Ama, lo decida.

El dedo sigue jugando con mi rajita y va subiendo poquito a poco, dejándome todita llena de jugos hasta el agujerito redondo de mi culito. Cuando lo siento húmedo, siento también la punta redonda y gorda del dedo del pie del Señor detenerse y apretar un poquito en mi ano. Primero aprieta un poco, y luego, de un apretón, mete todo el dedito. Me ha dolido un poco y he dejado escapar un pequeño grito. El dedo no se mueve y siento toda la presión en mi ano. De nuevo, siento una ganas terribles que se meta bien dentro y me llene toda. La Señora se enfada por haber gritado y me suelta un suave cachete en mi mejilla, y otro en mis nalgas. Siento un poco de escozor, pero solo consigue que me caliente más. Y mi calentura sigue creciendo mientras el dedo juega metido en mi ano, a relajarlo, a abrirlo ... y yo voy enloqueciendo de placer ...

Ahora Mi Ama se ha sentado delante de mi y ha dejado un pie, desnudo frente a mi cara. No ha dicho nada, pero se lo que tengo que hacer. Empiezo a lamer su pie. El empeine, y a levantarlo ligeramente, empiezo a meter los dedos en mi boquita, dejándolos bien húmedos de saliva ... Chupo dedos con afición mientras otro dedo sigue jugando con mi culito y haciendo que vaya enloqueciendo de placer ... no me importa el Señor que tengo detrás, no me importa entregarme entera a mi Ama y Señora ...

Solo quiero dar y sentir placer ... entregarme a mi Ama, a sus amigos o sirvientes ... a quien ella considere ... obedecerla, darle placer y sentirlo yo ...

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(ReinaCanalla)

Eso está bien, perra, que me lamas los dedos.  No te lo he pedido pero has entendido mi deseo silencioso.  Mientras chupas, el Sr. John va jugando alegre con su dedo gordo del pie en tu agujerito trasero.  Si pudieras verle, notarías el bulto enorme que se marca bajo la tela de sus pantalones.  No debemos desatender las necesidades de nuestro invitado pero puede esperar.  De momento, tengo otros planes para mi perrita.

Deslizo mi pie húmedo por tu barbilla, cuello, rozo tus pechos y acaricio tu ombligo.  Sabes donde voy y abres más las piernas para dejarme espacio.  Aprieto el empeine de mi pie contra tu sexo caliente y empapado y lo froto con cierta dureza.  No grites, te digo, y te muerdes los labios para obedecerme pero sientes que vas a explotar de un momento a otro y entonces no podrás evitarlo.  Aprieto y froto, el Sr. John entra y sale ansioso.  Noto tu límite y me detengo.  Extrae también su dedito el Sr. John a mi orden y te quedas así, a cuatro patas, con las piernas abiertas, temblando y chorreando.  Es hora de dedicarle un poco de atención a nuestro invitado.

Te  hago levantar y te esposo las manos por detrás.  Adelante, niña, libera la polla del Sr. John antes de que rompa los pantalones.  Usted quieto, Sr. John, las manos quietas, ya le avisaré cuando pueda intervenir.  Vamos, zorra, de rodillas, no hagas esperar más a nuestro invitado. Y te doy un azotito en esas nalgas tan increiblemente bellas pero absolutamente mías, chas... chas!  Y te doy un nuevo azote incapaz de controlar la lujuria que me despierta verte luchando con la cremallera del pantalón.  Así, con la boca, estira hacia abajo.  Y ahora los calzoncillos.  Agarras la goma y vas tirando con los dientes pero el miembro del Sr. John te traba, hasta que él se incorpora un poco y de un tirón le liberas y su polla sale lanzada como un látigo contra tu mejilla.  Es grande, dura y está caliente y ansiosa por correrse.  Métetela en la boca, mójala bien.  Ahora levántate, mírame.  Vas a sentarte encima del Sr. John y te vas a meter todo ese pedazo de carne dentro.  Yo te ayudaré.  Mirándome, de espaldas a nuestro invitado, sitúo mis manos en tu culito y estiro para abrirte el coñito y encajar la punta de la polla del Sr. John en tu abertura.  Una vez encajada, te empujo sobre los hombros suavemente hacia abajo.  Sientes la polla como se va clavando, introduciendo dentro, cada vez más a dentro, hasta que llega hasta el fondo y te quedas completamente sentada encima del Sr. John.  Bien, así, quietos los dos.  Usted también, Sr. John, si se le ocurre moverse, se va por donde ha venido.

Os dejo en esa postura un rato, tu sentada encima de él, él dentro tuyo, mientras me voy colocando el arnés con el falo.  ¿Cómo se siente, Sr. John?  Le veo un poco sofocado.  Hace calor dentro ¿verdad?  Un calor húmedo y vibrante.  ¿Cuánto tiempo duraría si mi perra se pusiera a dar botes?  Pero lo tiene prohibido y se quedará quieta hasta que yo se lo mande.  Me acerco a ti, Julia, y te meto el falo negro en la boca para que lo chupes bien.  Luego me mojo el dedo y te acaricio el clítoris.  Puedes correrte, si quieres, pero recuerda no moverte, ni tu ni el Sr. John, y recuerda también que todavía no he acabado de jugar contigo.  Mi dedo mojado se mueve rápido en círculos sobre tu perla enrojecida.  Sientes la polla del Sr. John hinchada, llenándote por completo pero quieta.  Y mi dedo que sigue moviéndose.  Lo notas acercarse, el orgasmo, cómo evitarlo, no puedes.  El Sr. John también nota que estás a punto.  Las paredes de tu coñito se estrechan alrededor de su polla, tiemblan, queman y se corren estremeciéndose y estremeciéndole también a él.  El flujo chorrea y empapa sus testículos, sus piernas y hasta la silla.

Buena chica, ahora siéntate encima mío.  Así, mirándome.  Vas a hacer todo lo que te mande, aunque te duela.  Te sientas sobre mi falo, entra increíblemente fácil.  ¿Sr. John?  ¿Le apatece descargar?  Le digo mientras abro tu culito con mis manos.  Pero este agujerito está algo seco.  Usted mismo, le dejo libertad para actuar...

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(VivaLasVegas)

Mmm, que si me apetece descargar?? No te puedes hacer ni la más mínima idea... sobre todo con una perrita como la tuya, tan entregada, y un culo tan ofrecido... Paso mis dedos por la boca de tu perra para que los humedezca, llenándolos de saliva, para que pueda abrir bien su agujerito... Un dedo, dos, juegan con el culo de Julia, y mi polla recupera el grosor y el tamaño que tenían cuando la tenías en el coño. Tendrás que embadurnarla bien de saliva para que entre en ese culo tuyo... así... bien... la vista es tan excitante, ver como Reina se folla a esta perrita... mmmm.

Ahora, me coloco detrás de la perrita y la punta de mi polla se restriega contra ese agujerito abierto para mí, tu ama agarra bien las nalgas para que pueda penetrarte mejor, mmmm, si, despacio pero sin pausa, entra de un solo golpe. La sesión anterior me ha dejado muy cachondo, así que tengo que reprimir las ganas de correrme cuando su culito me aprisiona... Mmmmm, estoy tan cachondo que podría correrme ahora mismo sin ni siquiera tocarme....Dime, Reina, puedo correrme así en el culo de tu perra...?

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(ReinaCanalla)

¡Claro, Sr. John!  Es el invitado de honor.  Sírvase a su gusto del culito de Julia y descargue su necesidad, no se reprima y hágame el favor de no ser delicado con ella, dele fuerte, como se merece.

Te abro más el culito, perra, para que el Sr. John no encuentre impedimentos.  Lo notas como se adentra en tus entrañas, es grande y está tan hinchado que temes que acabe rompiéndote, su polla parece no acabarse nunca.  Susurras que no puedes, doblemente penetrada por mí y por nuestro invitado ya no te queda espacio, no puedes.  Pero tu voluntad no existe, soy yo quien mando y yo digo que sí puedes, que todavía no has llegado a tu límite.  El que no puede más es el Sr. John, te agarra de las caderas y te empuja hacia sí con violencia, clavándote el resto de su polla hasta el fondo.  Gime complacido pero tú no puedes reprimir un grito de dolor.  Lo peor es que sabes que tan sólo ha comenzado, ahora querrá moverse dentro, golpearte con su enorme polla hasta quedarse satisfecho.  Dele Sr. John, no se corte.

Él te agarra bien y te mueve las caderas arriba y abajo sobre su polla y la mía.  Sientes como entran y se alejan las dos a la vez, como te llenan por completo, el coño, el culo... Se te corta la respiración, no tienes fuerzas ni para gemir, pero te gusta, sé que te gusta. 

Cuando el dolor se hizo insoportable, comenzaste a sentir placer, un placer involuntario.  Por un momento sientes que vas a orinarte encima pero no es eso.  ¡¡Más fuerte, Sr. John!!  Él te aprieta las nalgas contra su polla y se clava más y más hasta que se dispara dentro tuyo y percibes el sabor del semen en tu boca y un placer agudo en las paredes de la vagina, tan agudo que te quedas quieta y sin respirar... Te has corrido y tu flujo, claro y caliente, te chorrea en abundancia y me mojas los muslos.  Nos quedamos los tres encajados un buen rato hasta que doy la orden y el Sr. John se separa y me separo yo también.

Estás demasiado agotada.  Sin desatarte las manos, te recuesto sobre la cama y te permito descansar.  Te gustaría lavarte pero te quedarás así tumbada, con el semen del Sr. John fluyéndote por dentro, notando como va supurando de tu ano lastimado, te humedece la rajita y se queda alojado en el interior de tus muslos mezclándose con tu propio flujo.  Así, mi perrita obediente, descansa y respira los vapores de la lujuria.

Autores:

ReinaCanalla (como Ama)

Vivalasvegas (como John Smith)

Julia (como perra)