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Manual del Buen Casanova - capítulos VII y VIII

en Textos educativos

VII. SEXO DE ALTO STANDING

¡Danger!  Así de claro presento este capítulo.  No voy a ponerme en plan “oh, sí, hay

que probarlo todo, yo he hecho esto y esto también”.  La tendencia actual es alcanzar niveles, como si de un videojuego se tratara, pero el sexo y el amor no son un juego de plataformas, no hay que pasarse todas las pantallas para ser el mejor.  Como mucho eso te convertirá en alguien más experimentado en ciertos temas y podrás aconsejar no cómo jugar sino precisamente cuando no jugar.  Y eso es lo que voy a hacer, dejaros claro que son juegos peligrosos que pueden acabar mal.

Sexo en grupo e intercambio de parejas.

    Cuando se me acerca una amiga y me pide consejo o me propone directamente hacer un trío con su pareja, lo primero que le pregunto es: “¿estás completamente segura?”.

    En nuestra fantasía la idea es excitante, una experiencia única de la que, tal vez, presumir en las reuniones de amigotes.  Es haber llegado un paso más allá, digievolucionar a librepensadores y disfrutar de algo nuevo pero ¿se disfruta realmente?  El que viene de invitado se lo pasa pipa.  Es la novedad y ambos miembros de la pareja parecen disputárselo sin respetar turnos.  Muy rara vez se ponen de acuerdo para hacer una actuación conjunta a no ser que el visitante experimentado les guíe.  Está dentro de lo normal, pero también es normal que surjan los celos de forma inesperada.

    Lo he visto mucho.  Cuando los tres miembros del trío están en igualdad de condiciones, no hay tanto problema.  Si alguno tiene inseguridades personales por resolver puede acomplejarse un poco pero nada que no puedan curar un poco de risas y caricias.  Pero si estamos hablando de una pareja sentimental o incluso una simple pareja de follamigos habituales, la cosa se complica, esas pequeñas inseguridades se vuelven una montaña y duelen.  Pueden llegar a doler tanto que se queden dentro durante bastante tiempo atormentando al portador y a la pareja porque cuesta mucho enfrentarse a ellas y reconocer que no somos tan abiertos y molones como pensábamos.

    Algunos ejemplos de malos pensamientos que pueden agriar la experiencia de sexo en grupo:

  • “Ella tiene las tetas más grandes y bonitas que las mías.  Mira como babea él por poder tocarlas”.

  • “¡Menuda polla!  No puedo competir con eso”.

  • “Conmigo no se excita así”.

  • “No me está prestando atención”.

  • “Me he desconcentrado, no voy a llegar pero no quiero ser menos”.

  • “Estar con otra mujer no me pone como pensaba que lo haría”.

  • “No puedo fallar.  No puedo fallar.  No puedo fallar…”

   

    En el intercambio de parejas las comparaciones son todavía peores, sobre todo si las parejas actúan por separado, ya que entonces interviene la imaginación.  “¿Qué habrá hecho con él?  Se la ve muy feliz.  ¿Habrá disfrutado ésta conmigo o no estoy a la altura de su novio?”.  Una verdadera tortura china sólo apta para gente muy segura de sí misma.

    No obstante, si la pareja lo tiene claro, han hablado largo y tendido sobre el tema y hecho algún experimento en fiestas como besarse y toquetearse con otros y lo han llevado bien, pueden arriesgarse a compartir su cama con un tercero.  Pero es indispensable que a los dos les guste la persona.  Esa tontería de “quiero regalarle un trío a mi marido porque le excita verme con otra mujer” es un completa gilipollez.  Estamos hablando de sexo y sensaciones, no de teatro.

BDSM

Bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo es lo que significan las siglas BDSM.  Debido a la literatura, la franqueza sexual de nuestros tiempos y el icono erótico que supone todo lo relacionado con ataduras, azotes y damiselas encorsetadas con látigos, se tiene una visión muy distorsionada de lo que realmente es.  El BDSM no es un juego, es en realidad una filosofía de vida muy particular para la que hay que tener vocación y estar preparado psicológicamente.  No le recomendaría a nadie sin inquietudes sadomasoquistas que, de pronto, una noche se colara en un mazmorra a dejarse zurrar.  ¡¿Dónde vas, pildorilla?!  La gracia le costará un buen trauma aunque la zurradora sea una belleza sin igual.

No, no es un juego y tener curiosidad no es motivo suficiente para adentrarse a lo loco en un mundo tan complejo.  Primero lo que he dicho antes, es necesaria cierta inquietud por el tema, y luego una iniciación de la mano de alguien experto que te vaya poniendo a prueba poco a poco, sin prisa pero sin pausa, hasta sentir que has llegado a tu límite o demasiado cerca.  Alguno dirá que los límites están para superarlos y que cuanto antes mejor; eso demuestra que no tiene idea del terreno que pisa.  Las consecuencias de no ser consciente de (o no importarte) tus límites incluyen daños psicológicos como: ansiedad, depresión, evasión de la realidad, pérdida importante de autoestima, etc.  Eso simplemente aceptando el papel de sumiso pero si cometes la imprudencia de hacer de dominador sin un mínimo de formación estás poniendo en grave peligro a tu pareja, tal vez incluso con riesgo a su integridad física y moral.

Ahora bien, vamos a quitarle seriedad al asunto y hacer sólo como que jugamos a BDSM.  ¿Se puede? ¡Pues claro!  Es muy recomendable romper nuestra rutina sexual con juegos de rol, de dominación y algo de ataduras ligeras.  El objetivo será el morbo pero también las risas.  ¿Véis la diferencia?  En una mazmorra real no hay risas (sólo las malévolas) porque los participantes, tanto de uno u otro lado, están demasiado concentrados en su éxtasis particular.  Para nuestros juegos inofensivos echaremos mano de la imaginación.  También podemos visitar una sexshop y adquirir cuatro cosillas como una fusta suave (en las sexshops normales no suelen vender nada extremo), plumas, antifaz, ligaduras abrefácil (las de velcro son efectivas y no lastiman, mejor que unas esposas), etc.  Cuerdas no a menos que entendáis un poco y, en ese caso, tened cerca unas tijeras.  La lencería es siempre bienvenida y toda mujer debería guardar un corsé en su armario para las ocasiones especiales.  

A la hora de jugar no suele hacer falta ninguna palabra de seguridad porque ninguno de los dos es realmente sumiso ni va a dejar que le den sin protestar pero, si habéis decidido jugar un poco más en serio, no viene mal tener una por si acaso se os va de las manos y hay que parar.  Utilizar un sistema de semáforos no es muy práctico si estamos de cachondeo ya que podemos tener la tentación de nombrar los colores (verde, amarillo y rojo) como indicativo de nuestra excitación.  La idea en sí ya es divertida y morbosa.  Así que mejor usaremos una palabra que no tenga nada que ver.  En cualquier caso, si habéis gastado vuestra palabra de seguridad y en más de una ocasión, deberíais plantearos si no estáis llevando la diversión demasiado lejos.  Habladlo con franqueza.  ¿Hay alguno de los dos que sienta que quiere más y que no puede parar?  ¿El otro se siente igual o experimenta cierta inquietud e incomodidad?  No conviene que sigáis adelante sin un mínimo de iniciación y formación.  No es difícil entrar en el mundillo a través de foros, clubs o fiestas.  Sólo hay que recordar que uno es novatillo y está para aprender.  Escuchad también al otro miembro de la pareja, no le empujéis con excusas de “no pasa nada” o “te acabará gustando”.  Sí que pasa ¿vale?  El respeto es básico y para la gente del BDSM es ley, nada se hace sin el consentimiento del otro, aunque visto desde fuera no lo parezca.

Voyeurismo y exhibicionismo.

¿A quien no le gusta, aunque no lo reconozca, la sensación de sentirse objeto de culto?  Estar desnudo y disfrutar con la admiración y excitación de tu pareja es uno de los placeres que alimenta más la libido. La base de esta filia es así de simple pero puede volverse altamente compleja.

Practicada en la intimidad de la pareja mediante juegos como el striptease o sorprender a tu dama a la hora de la cena vestido sólo con un delantal, es una forma sana y segura de disfrutar del morbo exhibicionista.  Eso sí, alejaos como de la peste de la tecnología.  Nada de grabarse en pelotilla picada y enviar el video por Whatsapp, ni siquiera una simple fotito por email.  Jo, ya sé que da mucho juego y que en el momento parece una idea genial que acaba reportando beneficios eróticos, pero esas imágenes imborrables pueden pasaros factura si acaban en malas manos o si vuestra pareja se convierte en una bruja vengativa.  Si no podéis evitar la tentación (que es mucha, lo entiendo), al menos tomaréis la precaución de que no se os vea el rostro.  Los más creativos pueden hacerse fotos artísticas (cof cof) y distribuirlas con todo el morbo, digo… el morro, y a ver quien es el guapo que luego se las tira en cara.  Arte es arte y si está en todas partes no pueden atacaros con eso.

Pero hemos decidido subir de nivel y probar algo más atrevido: exhibirnos ante más personas.  La idea es fascinante, sólo de pensarlo ya se me hace la boca agua.  ¿Qué precauciones hemos de tomar primero?  Que haya suficientes kleenex…  Por si acaso ¿no?  Jajaja, eso después, lo primero es conocer a los voyeurs o que alguien de confianza, preferiblemente vuestra pareja, los conozca y sepa seguro que van a atenerse a las normas del juego.  Exhibirte ante otros que no sean tu pareja no es sexo en grupo pero se acerca bastante y hay que tener en cuenta lo que he comentado antes de las inseguridades personales.  ¿Le entrará a nuestra pareja la posesividad repentina?  ¿Se convertirá la experiencia en un bache en la relación?  No autoengañarse y dialogar mucho antes de dar el paso es importante.  

Una vez hemos seleccionado los invitados y entre la pareja no hay dudas, pasaremos a elaborar un listado de normas que todos deberán acatar.  Es importante que entiendan y acepten que se trata de un juego de mutuo acuerdo y que hay cosas que se permiten y otras que no.  La norma obligada es que los teléfonos móviles se quedan bajo llave o bien guardados.  El resto al gusto del consumidor pero deberíais indicar si se permite tocar o no (o según la zona del cuerpo), el nivel de groserías, si los invitados pueden desnudarse o incluso masturbarse, etc.  

Por su parte, los invitados también pueden decidir el límite de exhibicionismo que están dispuestos a tolerar:

  1. Striptease que acaba en ropa interior mona.  Protagonismo de lencería.

  2. Striptease que acaba en tanga.  Protagonismo del desnudo pero sin genitales.

  3. Striptease integral pero sin posturas provocativas.

  4. Striptease provocativo.

  5. Striptease con masturbación del/la protagonista.

  6. Que el/la protagonista tenga sexo con su pareja.

  7. Que el/la protagonista toque a los invitados.

  8. Que el/la protagonista masturbe a los invitados.

  9. Que el/la protagonista tenga sexo con los invitados.

  10. Sexo todos con todos…

   

VIII. BOTIQUÍN DE EMERGENCIA

Abrid este capítulo sólo en caso de máxima necesidad, cuando vuestra relación esté moribunda y con un pie en el más allá a donde van las relaciones que terminan.  Jamás utilicéis estos consejos-medicina con una relación sana, pues ya sabéis que los medicamentos pueden curar a un enfermo pero fijo enfermarán a un sano.  Respetad las dosis recomendadas.  Si aún así la relación se va a pique, aceptadlo, la vida sigue.  Un Casanova ha nacido para amar, no para lamentarse continuamente por lo perdido.

Píldora para el dolor de cabeza.

    ¿Os trae locos?  Ahora te quiere, ahora no… mañana no sabe.  Las damiselas indecisas lo son por dos motivos:  no saben lo que quieren o les gusta demasiado jugar a ser la protagonista.

    Si es lo primero, que no habían contado contigo pero te has acabado ganando un rinconcito en su corazón y no pueden echarte, lo mejor es tener LA CHARLA.  Sí, esa famosa charla que a todos-as nos acojona porque se da cuando las hormonas del amor se han evaporado y toca ser realistas.  Hablando se entiende la gente y hablando los sentimientos toman su verdadera forma.  Poniendo las cosas claras descubrirá si te necesita o si prefiere pasar página.  Dosis:  1 Charla cada dos meses pero no más de 5 al año.  Si la relación no mejora hay que plantearse dejarla reposar un tiempo.

    Si es lo segundo, que vuestra dama es una princesa de las de aquí te espero y no te olvides el zapatito de cristal, debéis llevaros la mano al corazón y descubrir si realmente estáis preparados para una mujer tan difícil.  No va a cambiar.  Con los años tampoco.  Es como es.  Puede que la madurez la suavice un poco pero el dolor de cabeza no se irá nunca y nunca es mucho tiempo.  Supongamos que habéis aceptado el reto.  ¿Cómo no morir en el intento?  Con las princesas hace falta un poco de FIRMEZA, que sepan que no las vais a consentir, que no sois su juguete y que el día menos pensado podéis decir basta.  Dosis: Siempre que se pase de la raya.

Ruptura temporal.

    Discusiones continuas, poco sexo, crueldad…  ¡¡Rapido!!  Urge una PAUSA.  La forma correcta de tomar esta medicina resucitadora no es enviando a la mierda la relación en un ataque de ira.  Si habéis llegado a un extremo que sois incapaces de dialogar sin discutir, lo mejor es quedar en un lugar neutro, una cafetería, un parque, y proponer esa pausa para averiguar si estáis mejor solos o seguís necesitando vuestra compañía.  Tras un descanso, las relaciones suelen madurar favorablemente, así que no tengáis miedo de atreveros.  Y si al final es no, es porque no tenía que ser.  Dosis:  La Pausa ha de durar mínimo 1 mes y máximo 6.  Si se alarga durante un año es mala señal, significa que le habéis cogido gustillo a la soltería y a otra cosa mariposa.  Consejo:  Lo que sucede durante la pausa se queda en la pausa.  No vale andar preguntando luego y echarse en cara infidelidades que en realidad no lo son.

Celitos.

    Mano de santo pero también puede convertirse en un veneno rápido.  Aquí hay que ser sutiles y no pasarse del límite.  Lo mejor es dosificar e ir valorando los resultados.  Vamos a comenzar con un ligero coqueteo por chat.  “¿Con quien hablas?”, pregunta ella.  “Es una amiga…”, y te ríes de lo que acabas de leer o cierras al momento la pantalla.  Si se pone de los nervios, bien, ha funcionado, no quiere perderte.  Si no le da importancia habrá que aumentar la dosis y pasar a quedar con amigas reales.  A lo último que podéis llegar es a que os pille dándoos un beso.  Más sería contraproducente.

    Si su respuesta a vuestro intento de celos es felicitaros o, peor, os pasa un agenda con teléfonos de sus amigas solteras o incluso os recomienda una web de contactos, despertad, esa chica no tiene un sentimiento profundo por vosotros, mejor dejarla ir.

La fantasía milagrosa.

    Pues no es peligrosa ni esta medicina.  Entre sus efectos secundarios se encuentra el que viváis engañados, creyendo que tenéis una relación y en realidad lo vuestro sea un acuerdo sexual.  

    ¿Vuestros problemas parecen originarse en la cama?  ¿Habéis seguido las pautas que he ido escribiendo en esta guía y aún así no mejora?  ¿De verdad habéis hecho todo lo posible y mejorado todo lo mejorable?  Bueno, pues todavía podéis utilizar el as en la manga: ofreceros a hacer realidad su fantasía sexual más morbosa.  Pueden pasar dos cosas, que se tire para atrás en el último momento, lo que le haría valorar su sexualidad actual; o que siga adelante, se traume y se cobije amorosa en vuestro regazo.  No os lo creáis, todavía hay una tercera opción, y es que le encante y evolucione a perversa.

Próximo capítulo - final - Examen: ¿Es usted un-a buen-a amante de mujeres?

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