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Manual del Buen Casanova - capítulo VI

en Textos educativos

VI. LA CLAVE DEL ÉXITO

¿Dónde váis?  Aquí quietos paraos que esta guía todavía no se ha acabado.  Hemos aprendido a cortejarla y a movernos con soltura dentro suyo pero, señores, señoras, este capítulo es el más importante de todos.  Durante el folleteo o acto amoroso hay que dar la talla, ok, pero es después cuando demostramos la pasta de la que estamos hechos y cuando nos podemos llamar AMANTE con mayúsculas o quedarnos en simples “colitas” que pasaban por ahí.

Oxitocina.

    Definición:  es la hormona del amor.  Para definiciones más técnicas ver la Wikipedia.

    Lo que nos interesa saber es que todos, tanto hombres como mujeres, segregamos oxitocina tras el orgasmo.  Y eso provoca que, de pronto, nos sintamos satisfechos y enamorados.  Alguno hay que le duran los efectos relativamente poco y luego ya no se acuerda como se llamaba la chica pero en el momento es correcto decir que “ha amado”.  Ya que es inevitable estar feliz, vamos a sacarle provecho a la hormonita ésta.  Prohibido saltar de la cama para irse a fumar el cigarro de después; es importantísimo, repito, importantitísimo que nos quedemos al lado de nuestra pareja para seguir sintiendo juntos el cosquilleo que nos recorre todo el cuerpo.  Y se lo haremos saber.

    Justo al acabar.

    Estamos absolutamente agotados y sin fuerzas pero debe haber lugar para un beso, un simple beso de cariño en la mano, el hombro, los párpados…  Nos pegaremos a su lado compartiendo el calor de nuestros cuerpos.  Ese momento silencioso y cálido en el que sólo se puede sentir la vibración del otro vale más que el oro.  Mucho más porque no se puede comprar.  Para ella lo es todo.  Si por un casual nos ausentáramos, se sentiría vacía y desolada, la melancolía se apoderaría de ella.  Pero ¿cómo? ¿por qué?  Si nos lo hemos currado un montón y le hemos provocado un orgasmo, ¿qué más da un par de minutos de escapada a la cocina?  Importan.  Ella está muy sensible y en esos dos minutos tontos la habéis fastidiado.  Los mimos con los que tratéis de compensarla a vuestro regreso ya no servirán porque la conexión se ha roto.  

Puede que su sensibilidad sea extrema por efecto de otras hormonas y aparezcan las lágrimas.  Si no estabais a su lado, lo mejor será dejar pasar un rato y volverle a hacer el amor.  Toca repetir por zopencos.  Si habéis permanecido a su lado en todo momento, no se tratan de lágrimas de soledad.  A veces las mujeres se excitan demasiado y el orgasmo no las libera del todo, por lo que estallan en llanto para eliminar la tensión que les queda.  Si no ha tenido un orgasmo, ya sabéis el motivo.  Parece una tontería pero con el orgasmo de una mujer no se juega.  Ante esta llorera repentina, lo mejor es no asustarse y aceptarlo como un proceso natural.  Nos quedaremos a su lado, le daremos besitos de consuelo y ya pasará.

La hora de las risas.

Al cabo de unos minutos que pueden ser cinco o incluso media hora, se habrá recuperado lo suficiente como para incorporarse y poder seguir una charla o dar rienda a una serie de juegos y carantoñas destinados no a excitar sino a estrechar los lazos.  Las risas funcionan bastante mejor en esta etapa del poscoito que no las poéticas declaraciones de amor.

¿Podemos ir ya a la cocina?  Bueno, vale, pero sólo si se la ve risueña y feliz y, de paso, le traeremos algo de beber y un poco de chocolate para recuperar energía.  Os voy a contar un secreto, justo ahora sois el centro de su atención.  Cualquier detalle tonto que tengáis será magnificado en su cabecita: una sonrisa os convertirá en el más guapo del mundo, un chiste en el más divertido, una caricia en el más cariñoso…  Si en vez de aprovechar esta oportunidad de la naturaleza, encendéis la tele u os ponéis a contestar los mensajes del móvil, sois idiotas.  No importa lo geniales que hayáis sido hasta ahora, el que venga detrás y le lleve el chocolate será el hombre de su vida.

Conversaciones de alcoba.

Tras las risas, una vez relajada del todo y habiendo recuperado sus funciones motrices, llegan las conversaciones profundas.  Pueden durar toda la noche pero, por lo general, las vence el sueño.  Es importante que la charla esté centrada en vosotros, en vuestros sentimientos o cosas más físicas como la forma en que os gustan las caricias.  Estará receptiva y amable siempre que no os paséis con las críticas.  Lo normal es que se sienta desinhibida después de tanta intimidad pero, si no habla, debéis animarla iniciando vosotros-as las preguntas.  No conviene lanzar la pregunta general de “¿te ha gustado?” porque difícilmente va a contestar que no y no va a hacernos más sabios.  Hay que centrarse en cosas concretas como “¿qué sentistes cuando moví el dedo así o asá?” o “¿prefieres con lengua o sin?”.  Ahí será sincera y podremos ir construyendo una imagen clara de su forma de sentir y adaptarnos a ella.

Dormir pegados es dormir.

Por lo menos hay que hacer el intento y tratar de estar un mínimo de tiempo bien pegaditos antes de que Morfeo se nos lleve.  En verano lo más seguro es que cada uno acabe en el lado opuesto de la cama, es comprensible.  En invierno da más gusto acurrucarse.  En cualquier caso nos aseguraremos de no quitarle la sábana, si además la arropamos amorosamente, mejor que mejor.  Caballerosos a tope.

Y por la mañana.

¡Tachán!  Para rematar la faena nada mejor que cubrir sus necesidades básicas y demostrarle cuánto nos interesa aunque el orgasmo hace horas que ha quedado atrás.  La llevaréis de la manita al inodoro...  No, eso no, je, pero sí le ofreceréis una toalla o cualquier otra cosa que necesite, además de proveer el desayuno, a poder ser delicioso.  Ducharse juntos es un clásico pero funciona de maravilla.  Sus sentidos están agudizados y todo lo bueno y rico le parecerá precioso y la colmará de alegría pero, cuidado, porque también las caras serias y las prisas para que se vista rápido, que no queréis llegar tarde al trabajo o a esa cita con los amigos, la deprimirán en exceso.  ¿Somos muy complicadas?  Puede, sólo es cuestión de que tengamos en cuenta sus emociones.

De pasiva a activa.

    En esta guía me he centrado en la forma en que nosotros-as abordamos la situación y llevamos el papel activo.  Para ser un buen amante hay que ser activo, es básico, pero también  hay que ser un buen maestro.  Sip, mis pequeños saltamontes, os habéis ganado el birrete de Casanova y ya podéis subiros a la cátedra para enseñar cuatro cosas a vuestra amiga del alma.  No se trata sólo de vuestra satisfacción, de la comodidad de recibir en vez de dar, sino de la satisfacción de ella cuando sienta que es una buena amante, que consigue colmaros de placer y enamoraros.  Animándola a ser activa estamos aumentando su autoestima y valía.

    Tomar decisiones.

    Que decida.  Así de simple.  Cualquier cosa vale: el restaurante, la película del sábado, si vais a utilizar juguetes o no…  De vez en cuando le pediremos que nos sorprenda, pero se lo pediremos mostrando mucha ilusión.  Lógicamente, luego aplaudiremos todo lo que nos haya preparado.  Días más tarde tendremos la oportunidad de comentar que las portavelas en forma de calavera no nos parecieron muy románticas o que los garbanzos para cenar no son muy apropiados.  El tacto es básico, no queremos que se sienta inferior en sus habilidades seductoras.

    Juegos.

    Pedidle un striptease.  Si lo solicitáis con algunos días de antelación podrá organizarse el vestuario y la coreografía.  El espectador de un baile erótico suele excitarse pero el que baila se excita más todavía sabiendo las reacciones que provoca.  Mirar lencería juntos o buscar películas sobre el tema crea una bonita complicidad y es lo mejor si ella es tímida y reacia a los juegos.

    Otra forma de jugar es convertirnos en su sumiso por una noche.  El hecho de tener que “mandar” es un buen ejercicio para que practique su lado activo.  Mejorará con la práctica y, mientras, seguro que nos reímos un montón de la anécdota.  Si realmente le cuesta tener iniciativa, jugaremos justo a lo contrario, a que sea ella la sumisa.  No se trata de tenerla atada y ¡hala! que sienta.  No, hay que darle órdenes que le obliguen a actuar tipo: “dame un beso aquí, saca la lengua, come, ahora ponte arriba…”

    Práctica.

    Algo de documentación para las que vayan muy perdidas es básico pero sin práctica no hacemos nada.  Dejad que practique, sed su conejillo de indias y armaros de paciencia si no sale bien a la primera.  Comprensión pero también firmeza, orientadla correctamente, corregidla con cariño y felicitadla al acabar.  Otro día saldrá mejor.

    Debate.

    No habla, no comenta, no expresa… ¡Ay, ay, ay!  Dadle un buen estirón de orejas y que se ponga las pilas.  El diálogo es básico en una pareja, es la garantía de una relación duradera y satisfactoria.  Por lo general son las mujeres las que se quejan de que su pareja masculina es un muro y que no saben lo que siente, pero lo cierto es también son muchas las que se lo quedan todo dentro.  Piensa, hemos hablado de hormonas y de sentidos agudizados, ya de por sí esa combinación molotov puede formar un caos de malinterpretaciones, y como sea una chica imaginativa el peligro se multiplica x10.  No corráis el riesgo de que se monte sus propias películas.  Comentadle con frecuencia lo que sentís y obligadla si es necesario a que se exprese también.

Los diez mandamientos del buen Casanova.

Es mucho lo que hemos tratado en esta guía y la memoria suele fallar cuando intervienen las bajas pasiones, por lo que he elaborado diez mandamientos de obligado cumplimiento que os ayudarán a no olvidar los puntos más importantes.

  1. Amarás a tu dama sobre todas las cosas cuando estés con ella… pero sin hacerte pesado.  Amarla significa también amar su forma de ser, sentir, hacer y vestir sin pretender cambiarla.

  2. No te olvidarás del cortejo una vez esté enamorada.  Los detalles y citas románticas siguen siendo básicos aún en relaciones maduras.

  3. Cultivarás tu imaginación erótica y enriquecerás los preliminares de mil y una maneras.

  4. No caerás en la tentación del sexo rápido.  Se permite máximo 1 de cada 4 veces.

  5. Procurarás siempre su orgasmo y practicarás y trabajarás todas las técnicas que sean precisas para conseguirlo.

  6. Respetarás sus preferencias sexuales como si fueran ley y no la obligarás ni a las buenas ni a las malas a practicar actividades que no sean de su agrado.

  7. Cuidarás de su salud sexual como si fuera la tuya.  Jamás la podrás en riesgo por desconocimiento o imprudencia.  Por lo mismo no la arriesgarás a un embarazo no deseado ni te desentenderás de la anticoncepción.

  8. Permanecerás a su lado al acabar el orgasmo y la colmarás de atenciones.

  9. La animarás a ser activa.  Cuidarás su formación sexual y amatoria, serás comprensivo pero también exigente en las competencias básicas.  Como buen maestro no te rendirás.

  10. Serás un buen amigo.  Comentarás con ella tus dudas y le darás la confianza para que ella comente también.  El diálogo y la complicidad serán la base de vuestra relación.

Próximo capítulo:  Sexo de alto standing.

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