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El pequeño saltamontes

en Textos de risa

EL  PEQUEÑO  SALTAMONTES

 

Meditaciones y pláticas del Gran Maestro con su Pequeño Saltamontes, sobre el amor y otros actos sublimes...

El aguacero los pilló a medio camino, en medio de las montañas. El Gran Maestro y su Pequeño Saltamontes buscaban perdidos donde guarecerse. El agua caía a raudales dejando maltrechos los arrozales y amenazaba arrastrarlos a ellos con su corriente. El Maestro divisó una oquedad en medio de las peñas, una cueva parecía, le hizo una seña al Pequeño Saltamontes y ambos corrieron hacia ella. Ya a cobijo, observaron impertérritos la fuerza del agua, la furia del viento, relámpagos y truenos sanguinolentos. Los restos de las cosechas se arrastraban sumisos, como piltrafas abandonadas, a los designios de la naturaleza.

El Maestro entornaba sus ojos como dolido en su interior... parecía rezar o encomendarse a alguien. Me miró con gesto trascendente y me dijo:

-         Pensemos... Meditemos Pequeño Saltamontes. La ira del Destino ha caído sobre estos campos. Alguien ha debido no obrar bien, y ahora está obteniendo su respuesta y su castigo.

-         Subsumámonos en la trascendencia de la Meditación, seamos parte de ella  y que así nos fortalezca y proteja...

El Gran Maestro entornó los ojos, juntó sus manos e inclinó la cabeza apoyando su barbilla en ellas con un gesto sublime. Yo, lo imité, y así pasó un largo rato de silencio, en el que solo se oía el discurrir del agua, la fiereza de la lluvia y las descargas atronadoras de los relámpagos en una batalla campal.

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De repente... el Gran Maestro, como tocado por la infusión divina, y con su rostro transfigurado y fosco, abrió sus ojos... me miró... y me habló en estos términos...

- Pequeño Saltamontes... ¿SABES LO QUE ES LA FELICIDAD?... ...  ¿HAS SIDO FELIZ ALGUNA VEZ?

-         Sí Maestro, todos los días...

-         ¿Sííííííííííííí... todos los díassssssssss? –su voz resonaba como surtgida del averno, o de aquellos ancestros de los que se desconocen origen y límites.

-         Soy muy feliz Maestro, todos los días, cuando acabo de cagar...

-         ¡OH, CAGAR! –evocó el Maestro- ACTO SUBLIME, EL DE CAGAR. Comparable hasta con el mismísimo Amor. ACTO INTIMO QUE EVOCA EN NUESTRA MENTE Y EN NUESTRO CUERPO SENSACIONES PLANCETERAS CUANDO TE DESAHUCIAS SIN PROBLEMAS (si no vas de baretta), E IGUALMENTE DOLOROSAS EN SU CONSTRICCIÓN (si es que vas estreñido)...

-         Pequeño Saltamontes... escucha lo que te voy a decir, y no lo olvides nunca...

El Maestro hizo una pausa como tomando aire en sus pensamientos, y a continuación exclamó solemnemente...

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Si ya es triste amar sin ser amado,

aún es más triste cagar sin haber almorzado.

Come y caga que es lo tuyo,

que salchichas y chorizos previenen buenos surullos.

Caga a gusto, caga sin pena,

pero no olvides nunca tirar de la cadena.

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Si al tirar de la cadena, el surullo no se va...

mete la mano y aprieta, verás lo duro que está.

Lo gacheas y lo empujas, más padentro, más pabajo,

mételo en la tubería por si tuviera avería.

Si aun así no se deshace, y ves que en el tubo yace,

mete un dedo bien untado, por si estuviera embozado.

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Si llamas a un fontanero, has de advertirle primero,

que ese perfume aromado es de lo que tu has cagado.

No confíes en la suerte y haz que el fontanero intente,

sabe mucho de su oficio porque la mierda es su vicio.

Dile que meta la mano, y que cachee el elemento,

dile que ayer lo cagaste por cenar sin fundamento.

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Que sopese su calibre y su longitud temible,

y que si no puede aguarlo, lo mejor será sacarlo.

-         Está muy duro el jodido... ¿pero que es lo que has comido?,

-         Ahora ni entra ni sale, se ha quedado entre arrabales.

-         Haga fuerza para fuera, antes de que yo me muera,

-         Prodigue un último intento, antes que pierda el aliento.

Y el fontanero sudaba... y el fontanero jadeaba...

y juraba entre murmullos que sacaría aquel surullo.

Hasta que tirando fuerte, pues se ve que tuvo suerte,

y con el surullo en las manos vino a decir muy ufano...

-         Mira, parece que brilla, ¿serán piedras, será arcilla?

-         ¿O serán las lombricillas de tanto tiempo en capilla?

-         NO, yo no he cagado tan duro, ni tan largo ni tan grueso,

-         Si he comido ensaladilla, con pan y un poco de queso...

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< Aquí hay una trasfiguración temporal de la narración>

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< habla el Pequeño Saltamontes>

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Lo pasó por el olfato, y casi le da un infarto,

y lo guardó desvaído en su zurrón bendecido.

Y si afuera diluviaba, dentro en la cueva apestaba,

Fuera... aguas grescas sin enmienda. Dentro... pestilente olor a mierda.

-         Nos falta el aire Maestro, quiero salir de este apesto,

-         No desesperes pendejo, que el sol ya no está muy lejos.

-         No respires y medita, pide a la madre bendita,

-         Que alce sus brazos al cielo, y nos provea de consuelo.

... ... ...

-         ¡Pero que peste, que olor... nos están cayendo las lágrimas a los dos!

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Paró de llover al rato, y aliviamos nuestro olfato,

Del zurrón sacó el surullo, mas largo que un vil capullo.

Y lo enterró bajo tierra, haciendo buena refriega...

Y esperamos varios días, por ver si aquello crecía,

por ver si de allí brotaba lo que el Maestro anhelaba.

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Salieron unas ramitas, colgadas de piedrecitas,

¿era cuarzo, turmalina, era esmeralda o pirita?

¡Noooo! Eran perlas diamantinas, brote de mierdas cochinas.

Escucha hoy mis plegarias, santo de los cataplines,

que el chico siga cagando y entraremos en el guinness.

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Pequeño Saltamontes...

Desde hoy bendeciré tu culo, y ya en las comidas te emulo.

Y... si de ahí brotan diamantes, caga mucho y no te aguantes.

FIN.