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Mama se volvio alcoholica (2)

en Amor filial

MAMÁ SE VOLVIO ALCOHÓLICA (2)

Al día siguiente, cuando me incorporé a mi trabajo de oficina, el supervisor me llamó a su despacho y me dio una grata noticia. El Superintendente de la Central quería que me reuniera con él en su despacho en una hora para hablar conmigo. La noticia se auguraba como buena según me dijo el Supervisor, pero todo dependía de mi y de esa entrevista. Me voy al servicio, me miro al espejo y... ufffffffffff, no andaba tan bien de cara como otros días. Claro, después de haber estado follando a mamá toda la noche... había dormido poco Me atuso el pelo, me echo agua en la cara y bueno... había que estar a los hechos.

Por suerte en el armario de mi despacho guardaba un traje chaqueta y una corbata para ocasiones imprevistas como esta. Llamo a mi secretaria, Madeleine, una mujer ya entrada en años pero con dos buenas tetas que iban siempre por delante de ella, y le digo:

Mad ¿Cómo me ves hoy?

Como siempre... bueno con cara de cansado, como si hubiera dormido poco pero puede pasar. ¿Alguna pesadilla? ¿Algún evento lascivo, jijiji?

Me ha llamado el Superintendente, en una hora tengo que estar en su despacho.

Ah, entonces esto hay que arreglarlo un poco. Póngase el traje que tiene en el armario y ya me encargo yo de lo demás.

Me pongo el traje y me dejo llevar por Madeleine. Me anuda la corbata, me peina con un peine y después se separa para verme de cuerpo entero.

NO... esa cara hay que mejorarla, le voy a dar con una loción que disimula las ojeras.

Madeleine siempre tan hacendosa y servicial. Me lo hacía con un gusto y un cariño, como si fuera su esposo. Pero yo no era su esposo. Allí a dos palmos de mis ojos veía como se movían sus enormes tetas con la agitación de sus brazos. Unas tetas recogidas en un sujetador rojo y enfundadas en una camisa que se abría en uno de sus botones superiores dejando entrever las comisuras lascivas de su parte central. Me estaba poniendo caliente imaginando como gozaría mi polla entre ellas. Pongo mis manos en sus caderas y las repaso apreciando sus curvas... voy subiendo hasta llegar a sus tetas, duras y poderosas, apretadas en el sujetador. Las repaso de un lado a otro... enormes, grandes, macizas. Mis dedos pulgares friccionan en sus pezones hasta notarlos duros

Madeleine no dice nada, sigue dando loción en mi cara, y yo le voy desabrochando uno a uno los botones de su camisa, despacio y dulce. Cuando ya esta toda desabrochada saco la camisa de su falda y descubro sus tetas. ¡Inmensas! El sujetador es trasparente y sus pezones gruesos y morenos, parecen querer agujereárselo. Paso de nuevo mis manos por sus caderas y frotando su espalda suavemente mis dedos buscan desabrochar el sujetador. Lo consiguen y toda la rotundidad de sus pechos se libera lujuriosa ante mis ojos. Madeleine no dice nada sigue enluciendo mi cara. Me agacho un poco y mi lengua circunvala sus pezones dándoles pequeños chupetones. Mis manos quieren sus tetas pero se escapan de los grandes, mi boca parece que se atraganta. Madeleine, calentona, deja de locionar, y toma uno de sus pechos recogiéndolo y con la otra mano me aprieta la cabeza para que chupe mejor y mas fuerte... chup... chup... chup. Madeleine, me da biberón, uhhhmmm que dulce placer. Mi boca se llena de lujuria y mis manos desabrochan su falda que cae al suelo y descubre a mis ojos su enorme y hermoso culo que apenas ocultan unas braguitas rojas que insinúan el secreto peludito de mis delicias. Pellizco los pelitos que sobresalen de sus braguitas y Madeleine emite un gritito que me erosiona por dentro.

Acabado de locionar mi cara Madeleine por fin habla y dice:

Ya está, ya he acabado.

Sí, yo también –digo observándola desnuda en toda su inmensidad.

Tendrá que quitarse en traje para no arrugarlo.

Sí claro.

Madeleine se tumba en un sofa del despacho y sopesándose las tetas por su parte inferior observa como me voy desnudando. Se las acaricia gozándome. Cuando ya me he quitado toda la ropa se acerca y sin dejar de frotarse las tetas me las ofrece para que se las chupe. Toma hijo... más biberón para mi nene. Como un niño me hundo en ellas chupando, sin cesar, mientras Madeleine no deja de mirar como si estuviera dando de mamar a su hijo adoptivo. Sí, Madeleine parecía mi mamá, era mayor que yo y me trataba con mucho mimo, como una mamá.

Toma hijo chupa... toma biberón.

Yo me sentía arropado y salido por su cariño y por el calor de sus enormes tetas que se desbordaban en mi boca de un lado para otro, lujuriosas. Abría la boca todo lo que podía y las chupeteaba hasta que volvían a desbordarse. Mama, digo, Madeleine las apretaba para que no desbordaran y yo la seguía ordeñando y mamando como un niño de pecho.

Después bajó sus manos acariciando todo mi cuerpo hasta llegar a mi polla toda dura y empalmada para frotarme los huevos. Me destetó y se agachó poniéndose en cuclillas frente a mi polla. Era impresionante y tremendamente lascivo ver la hinchazón de sus muslos en esa posición. Su boca se acercó a mi polla y sus labios, grandes y carnosos, me besaban y chupeteaban el glande dulcemente, sin dejar de mirarme a los ojos. Después, tomando mis huevos tiró de ellos, su boca se abrió más y me comió la polla hasta la mitad, grité de placer. Empezó un ritmo de chupetones y mamadas que me volvían locos. La tomé por la cabeza y la acompañé en su ritmo.

Ah, ah, ah... así Madeleine así.

Ah, ah, ah

La veleidad me invadió. Cerré los ojos y no quise pensar en nada, solo quería sentir como esos labios entraban y salían de mi polla hasta mamarla toda. Después Madeleine me tumba en el sofá, me abre las piernas y se arrodilla en medio de ellas. Me mira con cara de puta, se zarandea las tetas con las manos y mete mi polla entre ellas masturbándome, ahhhhhhhhhh, vuelvo a gritar de placer. Comienza de nuevo ese ritmo tan lascivo que había empleado chupándome la polla y me vuelvo a morir de placer, esta vez con los ojos abiertos para ver como sus enormes tetas jugaban con mi polla entre ellas. Madeleine me miraba y sonreía... sonrisa maternal pero con cara de puta. Aquello era mi delirio, mi gozo, mi pasión...

Se desató el pelo y su melena dorada cayó sobre sus hombros convirtiéndola en una leona hambrienta de sexo. Subió al sofá y en cuclillas tomó la polla y se la encajó hundiéndola toda en su coño. La leona rugía y gritaba salvaje mientras no dejaba de cabalgarme y follarme. Se apoyó en mis hombros y empezó a tirar fuerte de mi, y mi polla entraba y salía de su coño como una hiena herida. Sus tetas se balanceaban golfas ante mis ojos. Se las tomé y me las metí en la boca mientras me seguía follando la muy puta, con una dureza y una pasión que me estremecían. Cómo gozaba la puta. Se cogía de las nalgas y abría mas su coño para que la polla entrara más y la follara más profunda. Y así se iba columpiando una y otra vez hasta que sus embestidas ganaron mi orgasmo y me corrí dentro de ella. Madeleine se corrió al mismo tiempo y se abalanzó sobre mi, sudorosa y jugosa sintiendo toda la veleidad de su cuerpo encima del mío. Y ambos sentimos una orgía líquida en su coño y en sus muslos.

Me vestí rápido, quedaba poco tiempo. Tomé el coche y marché a la Central. El Superintendente me explicó que necesitaba mis servicios para que hiciera un avance de resultados y una propuesta de previsiones. Clientes importantes querían cotizar en bolsa por nuestra empresa y había que ajustarse y adelantar posibles mejoras. Sí lo entendí. Yo era ágil en este tipo de trabajos. El Superintendente me dio a elegir entre realizar ese trabajo en mi sucursal o en la propia Central, me dijo que me lo pensará. Me presentó a una señorita guapísima que sería mi secretaria caso de que me quedara en la Central y me pidió que fuera con ella a su despacho para que me explicara y mostrara las herramientas con las que contaba para ese trabajo.

Seguí a ese bombón hasta su despacho. Tenía el pelo castaño con un flequillo corto que adornaba su cara de muñeca de manera lasciva. Un suéter azul turquesa y una faldita corta oscura se contoneaban ocultando un culo maravilloso. En su despacho me enseñó algunos dossier sobre el contenido de mi trabajo y luego se encaramó en un armario archivador y pude observar que no llevaba bragas y su culo era más lascivo de lo que suponía. Decididamente tenía que marchar a la Central para follarme a ese bomboncito, cuyo culo estaba pidiendo guerra, pero tampoco quería dejar a mi mami adoptiva Madeleine a solas en mi sucursal.

Volvía a visitar al Superintendente y le comuniqué que me quedaba en la Central, pero que en la sucursal había algunos temas que debía resolver de manera ciertamente urgente antes de acabar el ejercicio. Le propuse que fuera mi secretaria Madeleine la que se encargara, porque ya sabía de esto, y que yo visitaría regularmente la sucursal para supervisar su trabajo y darle mi visto bueno. El Superintendente aceptó y esto me alegró. Quería seguir contando con mi super mami Madeleine. Pero... ¿Cómo le sentaría esto a mamá? ¿Cogería celos? Podía usarlo como acicate para que se dejara el alcohol. Sí... le contaría mis polvos con las secretarias y así posiblemente...

Volví a la sucursal, Madeleine me esperaba ansiosa, cuando llegué me dio un soberano beso en los labios y me dijo:

¿Qué, que tal esa entrevista?

Bien, me voy a la Central...

Entonces ¿te voy a perder hijo?

No Madeleine tranquila... mira te cuento.

Este trabajo es provisional, para ajustar unos avances, tal vez dos meses o poco más...

Si pero, y lo de aquí.

También lo he previsto. Le he pedido al Superintendente que te encargues tú mientras tanto... yo vendré por aquí para supervisar el trabajo, ¿entiendes?

Gracias... pensaba que te iba a perder de vista hijo.

NO mami, te quiero mucho, nunca me perderás de vista.

Madeleine me miró sorprendida por mi respuesta. Me abrazó y me dio otro de sus besos carioñosos en la boca abrazándome todo. De camino a casa pensaba en lo buena, lo cariñosa y lo puta que era Madeleine comigo... si mamá pudiera dejarse el alcohol y fuera como Madeleine, me sentiría muy afortunado, tendría dos mamas, una en casa y otra en el trabajo. ¡Qué feliz me sentiría si un día llegara a casa y el aliento de mamá no oliera a etílico! A mamá tenía que apartarla del alcohol y después buscarle un trabajo, un quehacer que le sirviera de acicate y distracción. Mamá no trabajaba, había vivido a expensas de papá y ahora, tras la ruptura, vivía a mi expensas. Me quedaba mucho trabajo por hacer.

Cuando llego a casa, mamá me estaba esperando ilusionada. Vestía una blusita negra, de sexuales formas que solo se ajustaba en un botón, y unos pantalones blancos apretados, muy lascivos. Me sonríe y me ofrece su boca y su lengua, las aceptó y... ¡ohhhhhhhhhhhhh! No olían a alcohol, era increíble.

¡Mamá! ¡Tu boca huele muy bien!

Sí hijo, tómala y gózala... me ha costado lo mío pero lo he hecho por ti... te quiero hijo.

A mamá se la veía muy contenta, y yo no lo estaba menos. Era la primera vez en mucho tiempo que su boca no olía a alcohol. Nuestras lenguas se entrelazan y nuestros labios se funden en un dulce beso. La pasión y la alegría nos invade poco a poco... nuestra temperatura corporal aumenta y los deseos nos enardecen, pidiéndonos cada vez más. Mamá se pone de espaldas y empieza a contonear su trasero apretándolo en mi bragueta. Desabotono su blusa y amaso sus tetas suavemente mientras me dejo besar por mamá. Los apretones del culo de mamá en mi bragueta empiezan a exacerbar mis efluvios y empiezo a notarme duro y empalmado mientras mis manos aprietan con lascivia la blanda ternura de sus tetas. Sus pezones empiezan a adquirir consistencia... mis dedos juegan con ellos. No queda más que dar rienda suelta a nuestros instintos animales.

Mamá me gira, me pone de frente y desabrocha la correa de mi pantalón tirando de ellos hasta tener mi polla caliente entre sus manos. La desea, se le nota en la cara, la acaricia dulce, sintiendo su calor y yo el de sus manos. Baja, se arrodilla, me toma la polla y la venera con sus manos frotándola de arriba abajo. Saca su lengua y me acaricia el glande repetidas veces, con dulzura y lascivia al mismo tiempo, Después la recorre lateralmente con sus labios, gozándola, comiéndosela, sin decidirse a chuparla aún. Un ritual que va cosquilleando mi placer. Al final, decidida y excitada tomándome por las nalgas del culo empieza a mamármela profunda desapareciendo la polla de mi vista. La tomo del pelo y la empujo suavemente para que no cese en su ímpetu. Mamá, sabia y excelente chupadora, se la ha tragado toda alcanzándome hasta los huevos. Empiezo a gemir de gusto, a gritar de placer, a deshacerme pidiéndole más, y mamá me va administrando en la polla toda la lujuria de su boca y sus labios.

Tenía que ser ella, mamá, no Madeleine, ni tal vez... sino ella. La tengo delante, arrodillada como una puta, gozando de su boca, chupando en mis delirios, tirando de mis nalgas como una golfa adicta al sexo más depravado. Se pone de pie e intercambiamos los roles. Me arrodillo y voy desabotonando su pantalón, lo bajo suavemente, veo sus braguitas, la miro, su cara se descompone, su calor aumenta. Subo hasta su boca y la beso mientras mis manos se esconden bajo sus braguitas. Su sexo arde. Un dedo se ha colado dentro, la oigo gemir bajito.... ahhhhh, hijo... toma mi polla y cogida de ella me lleva hasta el sofá. Se tumba, se abre y me mira con lascivia. Me arrodillo entre sus muslos, bajo sus braguitas y mi boca y mi lengua sabias de su deseo besan sus labios vaginales.

Empiezo a comerle el coño con dulzura mientras gime y gime. Mi lengua sedienta de sus jugos se retuerce en su interior lamiendo su clítoris con dulces pasadas. Mamá, ya rabia de placer, me toma del pelo y me sube hacia ella. Le acoplo la polla y empiezo a follarla toda hasta dentro, apoyado en el sofá, descargando el peso de mi cuerpo sobre ella, aguijoneándola, perforándola toda en sus entrañas. Mamá se siente presa de una muerte súbita. Sus pies se aferran a mi espalda par el polvo sea más hermético y más profundo. Mamá ha llegado a su punto más álgido, se siente guarra y solo quiere jugar con sus orgasmos y con mi polla. Se monta en mis rodillas apoyándolas suyas en mis hombros y empieza a columpiarse sobre mi polla. Veo como entra y sale, oigo sus chasquidos acuosos. Lo veo todo tan de cerca que yo también me vuelvo guarro, no quiero correrme. Saboreo con mis manos sus nalgas y me dejo llevar por mamá. Me excita ver la cara de puta que pone mientras me folla. Chof... chof... chof... sigue empujando y cabalgando.

Pero mamá quiere más, a ausencia de alcohol parece haberle dado muchos bríos. Vamos a la habitación y se pone a cuatro patas diciéndome:

Venga Hijo, fóllate a tu perra.... aqui la tienes.

Ante mi vista sus morbosas nalgas y el excitante agujero del culo, más abajo asomando, su panocha abierta y destrozada, gotea el vicio de sus entrañas...

Ah, esplendorosa perra...

Le tomo las nalgas y le abro el culo, se lo repaso con la lengua lamiéndolo como un perro salido. Los jadeos de mamá van en aumento en cada lamida. Me cojo la polla, ufffffffffffff, está dura y caliente... muy dura. Se la acoplo al culo y empiezo a violar a mamá, sí a violarla. Sí, me gusta pensar que la estoy violando, y me duele la polla al follarla, pero cada aullido suyo para mi es un placer. Mamá acude en mi ayuda moviendo el culo par que mi polla lo penetre, hasta que un grito desgarrado y victorioso me rompe en mil lujurias taladrando a mamá. Ahora ya todo es más fácil. La embisto una y otra vez, y mamá humedece en su coño gritando como una loca poseída. La perra aulla, la puta goza y mi polla se derrama en su culo rindiéndole homenaje a tan viciosa perra.

Mamá se tumba en la cama y me monta sobre sus tetas, para recibir en su cara mis últimos efluvios. Me chupa la polla exhalando los restos de mi brebaje, mientras mis huevos acarician sus tetas al ritmo de sus mamadas. Caigo exhausto a su lado, uffffffffffff estoy muerto, agotado, rendido de placer. NO, no creo que sea el mejor momento para decirle a mamá lo de mi ascenso y mis nuevas secretarias.

Habrá que esperar y ver si el sexo puede con su alcoholismo. Me esperaban unos días de jornadas agotadoras. Mi mami de la oficina, Madeleine, se pondría más fogosa para que no me escapara de entre sus brazos, y aquella secretaria de la Central, no recuerdo su nombre, solo sé que lucía una minifalda muy corta y debajo no llevaba bragas.

FIN.