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Guardando dieta contra el colesterol

en Amor filial

Guardando dieta contra el colesterol

 

California, “Guardando dieta contra el colesterol” © España 2011

 

Tuve que guardar dieta contra el colesterol y para combatir el mono me dediqué a fumar y a pajearme continuamente, hasta que aparecieron mi prima y una amiga. Me ayudaron mucho.

Llevaba unos días que me encontraba molesto, cuando agachaba la cabeza para mirar o coger algo del suelo notaba una sensación de vértigo y mareo que me preocupaba. No soy muy dado a visitar a los médicos, solo lo hago cuando no tengo más remedio. Dejé pasar unos días, pero viendo que esos vértigos no desaparecían opté por pedir cita y hora. El médico resultó ser además amigo, de edad similar a la mía, y la amistad que mantenía con él iba más allá de la relación doctor-paciente. Le comenté lo que me ocurría y prescribió la práctica de análisis de sangre, allí, en la misma clínica, y que volviera a los dos días.

Así lo hice, y a los dos días, sentado en su despacho y con los resultados de los análisis en sus manos, me dijo:

-          Pedro, el cuadro clínico que presentan tus análisis me parece alarmante... todos los indicadores aparecen muy elevados, sobre todo el de los Lípidos...

-          ¿El de los lípidos?

-          Sí, el de las grasas. Lo normal son 250/260 y tu lo tienes en 451...

-          Joder, Ginés... ¡No me digas!

-          Con este cuadro lo normal es que estuvieras ingresado en el hospital... y tu dices que solo sientes unos vértigos cuando miras al suelo... ¡No lo entiendo!

-          Sí, así es...

-          Mira Pedro lo más recomendable es que hagas dieta para quitarte las grasas y tomes la medicación que te voy a mandar para rebajar ese y otros indicadores, y ejercicio, haz mucho ejercicio. Este cuadro augura un futuro de vejez y/o muerte prematuras.

-          ¡Coño Ginés, no me asustes!

-          No quiero asustarte, tu y yo somos amigos y te lo puedo decir sin rodeos.

-          Pásate dentro de 40 días y veremos que muestran los nuevos análisis.

Salí de la consulta preocupado, las palabras de Ginés me habían calado hondo... Vejez y muerte prematuras... ufffffffffffffff; tenía que proponérmelo firmemente si no quería irme al otro barrio antes de tiempo. Era consciente de lo mucho que comía y bebía y aún así quise ser optimista; pensé que eliminando estos excesos, tomando la medicación y con mucha fuerza de voluntad, los quilos irían desapareciendo en un periodo de tiempo no muy largo.

Las referencias que tenía por parte de mis amigas, que practicaban esas dietas milagrosas que te venden las revistas, eran bastante deplorables. Parecía difícil quitarte algún quilito si no seguías esas dietas a rajatabla. Procuré hacerme fuerte anímicamente y dejé la carne y los embutidos, así como también las bebidas gaseosas y el alcohol... mi vida alimentaria vino a convertirse en casi vegetariana. Sopitas, pescados a la plancha, ensaladas y otras menudeces que nunca había comido ni deseado comer. Por las mañanas en el trabajo mordisqueaba algún rábano o zanahoria y los desayunos se redujeron a café y tabaco, mucho tabaco para soportar el mono. Por las noches me acostaba excitado y nervioso y acababa masturbándome. Me pegaba unas pajas de categoría, que me dejaban relajado hasta coger el sueño. Me obligué a tomarme el peso todos los días en la misma báscula y poco más o menos a la misma hora. Y bueno, el exceso de grasas debía de ser mucho porque los primeros días de dieta mi peso disminuía en 500 gramos o más.  Tanto es así que cuando me renové los análisis mi peso había disminuido en 10 quilos, y los indicadores se habían rebajado considerablemente. No obstante, Ginés, mi medico de cabecera y amigo, me aconsejó que persistiera porque aún no había alcanzado los parámetros de normalidad. No me fue difícil mantener esa dieta e incluso mejorarla, porque mi obsesión por esto era total. Me prescribió próxima consulta pasados dos meses.

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En este intervalo de tiempo me llama por teléfono mi prima Julie. Cada mes, dos meses, solía bajar del pueblo a la capital para ver las últimas novedades en ropita y lencería fina. Sus 27 años y su cuerpecito no daban para pensar en otra cosa.

-          Hola primo... soy Julie, tu prima. Mañana bajo a ver cosas al Corte Inglés... ¿Estas...?

-          Julie, para ti siempre estoy, tú lo sabes... ¿A qué hora bajas?

-          Al mediodía, a las tres de la tarde.. me acompañas al Corte Inglés y luego podemos comer por allí y ponernos moraos como la última vez.

Lo de “ponernos moraos” me sonó a chino. Mi prima no sabía la dieta que estaba haciendo. Salí del trabajo a las dos, y me acerqué a la estación de autobuses a recibirla. Y allí apareció ella, tan rubia, tan rica y tan dulce, con esa minifalda que lucía unas piernas que reclamaban un bronceado de sol y playa y un culito que ponía a bailar su falda  de manera morbosa para proclamar su existencia. Y allí se supone que debía de estar esperándola su primo, gordito y fachosito, siempre aquiescente a sus deseos, bonachón y amable con ella. Cuando me vio exclamo:

-          ¡Coño primo! ¿Qué te ha pasao? ¿Estás enfermo...?

-          ¿Enfermo? No... ¿Porqué lo dices?

-          ¿Pero has visto como te has quedao? ¿Cuántos quilos has perdido?

-          ¡Ahhhhhhhh! Bueno sí.. ahora mismo voy por 14.

-          ¿catorceeeeeeeeeeee? Increíble... en solo un par de meses que no te veo. Pero si se te ha quedao un tipo, que ni te cuento.

-          Es cosa de la dieta.

-          ¿la dieta? Pues ya me dirás cual sigues, por si me hiciera falta.

-          La verdad es que se pasa fatal. Me mantengo a base de sopas, ensaladas y café. Y bueno, fumando y pajeándome mucho todos los días.  Bueno prima, vamos... vamos a ver eso que te quieres comprar... trae que ya te llevo la maleta.

-          Por cierto, esta maleta... ¿Has venido para quedarte?

-          Sí, luego te lo cuento, vamos...

El Corte Inglés quedaba cerca de la estación de autobuses. Entramos y me disculpé de Julie por no acompañarla. No era cuestión de andar arrastrando la maleta por todas las  plantas. La esperé en la cafetería, me pedí una botellita de agua y una cajetilla de tabaco (goma de mascar para los pulmones). Y allí, entre sorbo y sorbo, y fumando un cigarrillo tras otro, pues... que si aquel culito que pasaba... que si aquellas tetas que sobresalían... que si aquella faldita que se movía de pasarela... pues que se me levantó el mástil rápido y así me apretaba contra el ombligo. Pensé en acercarme al aseo y desahogarme con él, pero no me pareció oportuno. Mi prima podía venir en cualquier momento y no encontrarme. Mejor llamé al camarero y le dije:

-          Camarero, aquí hace mucho calor. Estamos en pleno verano... ya podía poner el aire acondicionado.

-          Sí señor, no se preocupe.

Al poco noté que la temperatura de la cafetería empezaba a refrescar. No es que hiciera mucho calor allí, sino que me encontraba acalorado ante tanto contoneo femenino a mi alrededor. Miré más allá de los cristales que delimitaban la cafetería y observé un culito y unas piernas blanquitas que se movían de fábula. ¡Que morbosa la faldita! ¡Que movimientos! Sentí un aguijonazo de placer en la punta de mi verga. ¡Que niña! Y parece que viene directa a la cafetería... ¡Qué bien! La voy a poder observar más de cerca. Cuando entró esa niña levanté los ojos de sus piernas y su culo y...

-          ¡Coño, si es Julie... mi prima! ¡Qué buena está! Cómo no me he dado cuenta antes.

-          Hola primo, ya está... no quieras ver lo que me he comprado, ya te lo enseño luego, ahora vamos a comer que estoy muerta de hambre.

-          Aquí se puede comer ¿no?

-          Y merendar si quieres, jajaja.

-          Pues venga, llama al camarero y nos pedimos...

-          No Julie, yo no voy a comer, tengo en casa unas sopas para calentar... ya sabes, la dieta.

-          Sí, claro... pero pídete algo para acompañarme.

-          Pues otra botellita de agua.

Mientras Julie comía la observé. Tenía un botón de la camisa desabrochado y se le veía el canalillo de las tetas y esas partes blanditas superiores que me hacían la boca agua. ¡Estaba tremenda! Y esos labios que se movían morbosos cuando se metía la comida en la boca. Ella estaba colosal y yo más salido que una cabra en el monte.

Me hablaba de sus padres y de cosas del pueblo, y me decía que esta tarde venía una amiga suya del pueblo, que se iba a quedar en casa de su tía y que por eso había traído ella la maleta. Yo la escuchaba un poco perdido, poniendo atención al movimiento de sus labios y de los gestos de sus manos al hablar...

-          Pero primo, ¿me estás escuchando? Pareces embobado...

-          Sí, sí... que esta tarde viene del pueblo una amiga tuya y que te quedas con ella para dormir en casa de su tía... ¿Está buena? –musité-.

-          ¿Quién, su tía?

-          No, nada Julie, no me hagas caso... no he dicho nada.

Julie acabó de comer rápido, tenía frío... le robé algún pedazo de zanahoria de su ensalada, para ver si así alejaba esos pensamientos que mantenían empalmado, pero fue inútil. Cuando nos marchamos, la dejé pasar delante y el contoneo de su faldita me la volvió a poner tiesa.

Llegamos al portal de casa y ya estaba frito de verla y de sentirla tan buenorra y tan cerca de mi. Y ahora ¿Qué pasaria? –pensaba-. Subiríamos a casa, me diría de prepararme y calentarme la sopa y yo allí, mirándola... un martirio.  Tomamos el ascensor y su cercanía me excitó más, mientras ascendía se oyó un chasquido y el ascensor se detuvo...

-          Vaya, ¿qué ha pasado?

No le contesté, salido como estaba aproveché para meter la mano bajo su faldita y acariciar sus braguitas.... ufffffff, me pareció maravilloso. Iba depilada sin un pelito en el pubis, me fue fácil llegar a su sexo, y pasar mis dedos entre sus labios vaginales... todo muy rápido y muy morboso. Puse una de sus manos en mi bragueta para que midiera y repasara mis duros deseos.

-          Primo... pero primo... ¡Qué haces! ¡Me estás poniendo...!

-          Julie por favor, no me detengas... estoy salido, es cosa de la dieta. Además, desde aquel día que éramos pequeños y entré en la habitación y te vi desnuda, cuando te estaba probando tu madre un sujetador nuevo que te había comprado... desde entonces mis pajas nocturnas y diurnas, han sido para ti.  Tu no te acordarás...

-          Sí... si que me acuerdo primo, que gusto recordarlo... me pone cachonda.

Le metí dos dedos en el coño y su marejada venía bajando y untando de placer. Ella metió su mano en el interior de mi pantalón y me quemó la verga frotándola toda hasta abajo. Y ya me iba a desabrochar los pantalones cuando oímos otro chasquido y el ascensor se puso en movimiento. ¡Me cago en la leche! Tuvimos que dejarlo a toda prisa por si al llegar al tercer piso hubiera algún vecino a la espera.

Salimos del ascensor, entramos en casa y mientras me cambiaba de ropa y me ponía cómodo, Julie fue a la cocina y me calentó la sopa. Cuando me hube cambiado, fui a la cocina, traté de prepararme una ensalada pero me fue imposible. La cocina era más bien estrecha y no dejábamos de rozarnos y tropezarnos, así que salido y enfurecido, tiré con furia el cuchillo y el tenedor sobre el plato de ensalada y me senté en la silla de la cocina bajándome los boxers, diciendo:

-          No puedo más Julie, no puedo más, mira... -dije mostrándole toda mi verga envarada y colorada en su punta-.

-          ¡Primo! ¡Qué bestia! ¿Esto es lo que yo he tocado en el ascensor?

-          No julie, no, esto es el padre de aquella criatura... ven, ¿a qué esperas? ¡Ayúdame!

-          Sí, habrá que hacer algún arreglito, porque con ese estado de excitación no te vas a poder comer la sopa.

Julie se arrodilló, se metió entre mis piernas y empezó a chuparme la verga como pudo. Primero el glande, ahhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!! ¡Qué guuuuuuuuuuuuuusto! Sus labios luchaban  con mi polla ayudándose con sus manos que no dejaban de frotarme la verga, hasta que superó el glande y empezó a bajar, Ufffffffffffff, nuevas oleadas de gusto me invadieron. ¡Cómo apretaba la prima! ¡Qué labios! ¡Qué placer! La animaba frotándole el pelo, acariciando su barbilla hasta llegar a sus labios, notando su roce en mi verga, empujando.

-          Así Julie, así... un poco más, dilata los labios un poco más... ya va entrando, Uffffffffffffffff, ¡Qué placer dios mio!

Y cuando mi prima tenía más de media polla metida en su boca, me puse de pie y tomando la verga por los huevos y a Julie por su cabeza, empujé hasta que se la comió toda entera, llegándole hasta la garganta. Esto me rompió, me desató, me temblaban las piernas, el gusto era enorme. Y así la estuve follando toda por la boca. Se la sacaba toda y luego se la volvía a meter gozando con cada nueva metida. Julie me tenía cogido del culo para no caerse, y así aguantaba y gozaba de mis embestidas. Cuando no pude más me corrí en su cara con unos chorreones de leche caliente que la prima agradecía satisfecha suspirando... Ahhhhhhhhhh!!!

-          Primo, que bien... ¡Vaya mamada!

-          Que ganas tenías... ese pedazo de polla tan grande es como un potro salvaje... necesita que le den vida -dijo acariciándome la polla y los huevos-.

-          Cuando vayas a la playa vas a volver locas a todas las yegüitas que andan por allí con ese pedazo que tienes.

Se limpió la leche de la cara y apagó el fuego de la cocina, el cazo con la sopa borboteaba hirviendo ya hacía rato. Hubo que poner más sopa y más agua. Julie estaba contenta y satisfecha... ella misma me preparó una ensalada de verduras con mucho rábano y zanahoria, mientras marché al aseo a higienizarme.

Ya en el salón, más relajado, comí esa sopa que quemaba de caliente, y me atiborré de lechuga y de los rábanos y zanahorias a los que les había cogido vicio. Mientras, mi prima me enseñaba lo que se había comprado: Un conjunto sujetador-braguita muy mono, en color fucsia, con un prespunte bordado en sus límites; un tanga de cordón en color lila que le dejaba las nalgas al aire; y un bikini estampado de punto, de esos que una vez pasados por agua insinúan los pezones y marcan la raja del coño. Toda una delicia vérselos puestos, o cuando menos un mundo de deseo al insinuarlos cuando se agachara a coger algo.

-          Te gustan...

-          Sí, muy bonitos, pero eso no me dice mucho... hay que verlos puestos...

-          Eso está hecho primo... te preparo el café y ya me los pruebo para ti... ¿Con cual quieres que empiece?

-          Pues no sé, con el tanga por ejemplo...

Marchó a la cocina a prepararme el café y me dije:

-          Joder, para qué le he dicho nada... no tengo arreglo, una vez que lleno la tripa me pongo burro otra vez.

Me froté la bragueta y aquello ya estaba empezando a subir, a endurecerse de nuevo. Me trajo el café y cuando marchó a mi habitación a probarse el tanga, la miré la cintura y el culo y la imaginé desnuda con ese tanga. Y para colmo de la dieta, el café y el tabaco actuaban como poderosos afrodisíacos. Tardó en salir, seguramente se estaría probando las tres cosas y se estaría mirando y remirando femenina en el espejo del armario.  Al fin salió y dijo:

-          Mira primo ¿Qué tal?... Primo, ¿Dónde estás?

-          Aquí, esperándote –le dije apareciendo detrás de ella frotando mi verga entre sus nalgas. Me había desnudado y la estaba esperando oculto tras la puerta de entrada al salón para darle una agradable sorpresa.

El tanga le dejaba las nalgas al aire, y así me di el placer de frotárselas, blancas y tiernas como una esponja. Mis manos, después, abarcaron los límites del sujetador diminuto hasta acabar copando sus tetas. Jugueteaba con mis dedos en su parte central notando como sus pezones se iban hinchando y poniendo tiesos. Cuando la sentí hervir como una magefesa, con mi verga pegada a su culo y mis manos jugando con su sujetador, la lleve caminando hasta mi habitación. Tal como presumía, las puertas del armario estaban abiertas y sus lunas interiores nos vieron entrar pegados como perro y perra. Quedamos delante del espejo y le dije:

-          Julie... ¿Te gusta lo que ves?

-          Sí, me encanta primo –me dijo hirviendo-.

El mini sujetador, también de cordón como el tanga, se sostenía por la espalda con un simple nudo. Lo así con los dientes y tiré de él... se desprendió cayendo al suelo. Tomé sus tetas con las manos, dejando ver entre mis dedos sus pezones ya de punta, deslicé entre sus piernas mi verga, que apareció ante el espejo rozando la parte superior de su tanga y su pubis, y le dije:

-          ¿Qué te parece lo que ves ahora, Julie?

-          Me parece que eres un cabrón... ¿Qué esperas para follarme, primo?

-          Sí... vamos a ver qué tan elástico es este tanga... ponte como una perra.

Julie, salida como tal perra, se encorvó y apoyando sus manos en el espejo me ofreció su culo, contoneándolo bravucona... saqué el cordón del tanga que estaba oculto entre sus nalgas y tiré de él hacia un lado. Le pasé los dedos por el coño y noté que ya cocía y humedecía... no me hice más de rogar, apunté con la verga y... ¡Plofffff! A la primera... ¡Bingo! Se la metí toda dentro de una embestida. A partir de entonces nada que decir, sino empujar y escucharla. Julie se desgañitaba en gritos de placer y de vicio...

-          Ahhhhhhhhh!!!  Ohhhhhhhhhh!!! Uhhhhhhfffffff!!! ¡Que buena primo!

-          La tengo toda dentro.... ¡Qué placer... qué bueno es esto, primo!

-          Dame más... empuja más primo... quiero más de esto.

No dejaba de empujar, follándola toda, y mientras yo sudaba por arriba ella aguaba por abajo, lo notaba en mi verga que chapoteaba en su coño. Estaba burra y salida de vicio. Después de haberme chupado la polla en la cocina, sabía que pedazo estaba follando ahora su coño, y así dilataba y dilataba con cada una de mis embestidas.

Luego la tomé de frente y no... no caímos en la cama, ni siquiera la arrugamos. Se colgó de mi cuello dándome besos y la alcé en volandas tomándola por las nalgas, y allí contra la pared volví a coger a esa perra viciosa que me pedía vicio y más vicio. Su cabeza al lado de la mía, jadeaba, gozando del placer que le daba mi verga. Con cada columpiazo sus nalgas rebotaban en mis huevos y eso me encendía de gusto y a ella la enloquecía.

-          Ahhhhhhhhhhh!!!! ¡Qué gusto primo! Ahora parece que entra más... noto tus huevos en mi culo... ufffffffffffffffffffff.... ¡Qué delirio!

-          Puedes correrte dentro primo, soy toda tuya... ahhhhhhhhhhhhh!!!

Y sí, eso creo que fue lo que pasó. En mi locura, cuando vine a darme cuenta me estaba corriendo en su coño. Oleadas de leche caliente lo inundaron y la muy puta de mi prima aullaba herida de vicio y de guarrería.

-          Ahhjjjjj, primo, que bien me has dejado. ¡Que pijón el tuyo!

Chupeteó mis labios y nuestras lenguas se enjuagaron salivonas sellando el maravilloso polvo que nos habíamos pegado.

-          Primo –me dijo-, voy a venir más a menudo a verte, ¿sabes?

-          Cuando vaya a venir te aviso y pides ese día de permiso en el trabajo, y nos pasamos todo el día follando.

-          Quiero ser tu perra primo... tu putita, la del pueblo.

-          Mañana verás el bikini... Porqué ¿te vendrás con mi amiga y conmigo a la playa, noooooo?

-          Sí, claro, acabo de empezar mis vacaciones de verano.

-          ¡Perfecto! ... A propósito ¡Mira qué hora se ha hecho! Vamos a darnos prisa que mi amiga ya viene de camino.

Me duché yo primero, ella después, nos vestimos y marchamos a la estación de autobuses a recibir a su amiga. Cuando llegamos aquello era un trasiego de gente que iba y venía... de autobuses que salían y llegaban. Un lío. Julie miraba atenta cada autobús que llegaba y yo, aturdido por el gentío, me senté en un banco y cuidé de su maleta, mientras Julie se perdió entre esa muchedumbre que se movía disparatadamente, como los remolinos de viento, de un lado para otro. Al rato me pareció verla hablando con una morenita con un culo y unas tetas en edad de merecer.

--- (hablan ellas) ---

-          Hola Laura, ven que te voy a presentar a mi primo. Es aquel que está sentado en aquel banco con mi maleta al lado.

 

-          Pero Julie, –dijo Laura- ¿No me dijiste que tu primo estaba gordo y fachoso? ¿O este es otro primo?

 

-          NO, no, es el mismo Laura, pero es que se ha puesto a dieta...

 

-          ¡Pero si está buenísimo! ¡Está para follárselo!

 

-          No me lo digas ni me lo cuentes Laura, que hoy me lo he follado dos veces...

 

-          Joder tía, ¡Cómo te lo montas! ¿Me lo dejarás probar?

 

-          Claro que sí, Laura... precisamente está de vacaciones. Mañana nos lo llevamos a la playa y luego nos vamos a su casa y que nos folle a las dos allí, jajaja ¿Qué te parece?

 

-          Genial Julie, ¡Genial! Jajaja... jajaja... jajaja...

 

-          Jajaja... jajaja... jajaja...

 

California, “Guardando dieta contra el colesterol” © España 2011

FIN.