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Una noche de intercambios

en Amor filial

UNA  NOCHE  DE  INTERCAMBIOS

 

 

Mi cuñado Marcos y yo, decidimos intercambiar nuestras esposas, y lo hicimos de tal manera que ellas nunca lo supieron... ¿o sí?

 

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Después que mi cuñado se casó, dejamos de vernos con tanta frecuencia, como cuando estaba soltero. Yo ya estaba casado y cuando la hermana pequeña de mi mujer se lo hizo novio los invitábamos a casa, vivían desplazados en un pueblo alejado de la capital por motivos de trabajo. Los fines de semana venían a casa y de ahí, partíamos a restaurantes a comer al mediodía y a salas de discoteca a bailar por la noche. Lo pasábamos pipa... así fue que mi cuñado y Yo acabamos haciendo una gran amistad. Se casaron y a partir de ahí el contacto se desvaneció y se redujo a llamadas telefónicas para invitarnos a los bautizos y comuniones de los correspondientes hijos nacidos del matrimonio.

Marcos y Cristina, mis cuñados, tuvieron un niño y una niña que ya mayores se las apañaban por su cuenta. Mi mujer y yo tuvimos un hijo que, ya mayor de edad, empezaban a mover el culo y flexionar sus caderas follando intrépido. MI carácter dicharachero y mi confianza con él me permitía dedicarle frases como esta:

n       Joder, Toni, vaya nena que llevabas el otro día de la mano... seguro que te la estás follando, jajaja... ¡Cómo me gustaría tener tu edad para gozarme esas delicias!  Los tiempos están muy cambiados, y creo que los chicos habéis salido ganando con el cambio, jajaja.

 

n       Tú, además de guapo, que ya te pareces a tu padre, jajaja... debes de ser un gran semental...

 

n       ¿Semental? Jajaja, papá por favor.

Alguna que otra vez me iba con mi hijo al bar o a algún pub del barrio, y bueno, algo de sus aventuras me contaba, no mucho. Y así veía como se le adherían pretenciosos culitos tiernos, de poca teta pero de labios infinitos y chupadores. Sus cuerpecitos, gráciles y danzarines, parecían modelados por la perfección arquitectónica del Creador, recubiertos, sin embargo, por toda la lascivia y la lujuria del diablo. Y así sus voces, angelicales y frescas, recorrían con sus entonaciones y decibelios los surcos más profundos de los oídos que las percibían. Y así sus ojos, inquietos y juguetones, pululaban inciertos en todas direcciones buscando y esperando que las miraran. Era casi imposible mantener una conversación vis a vis frente a esas niñas. El movimiento de sus labios tan cerca, la dulzura de su cara y los gestos de sus miradas te provocaban un éxtasis pasional que había que contener en su justa medida. Y como te aceptaran y rieran algunos de tus chistes, ya te podías volver loco en tu pasión, repasándolas de arriba abajo, y para más martirio, viendo como ellas te correspondían con su mirada en tu repaso.

Cacheábamos el mes de julio, el calor se acercaba y nos sacudía como un lanzallamas a fuego tendido entrando por las ventanas y los balcones. Acabábamos de cobrar la paga extra de julio y tanto Mati, mi esposa, como Yo, estábamos super contentos. Un verano más que en su bochorno había que soportar. ¿Qué hacíamos, nos marchábamos de vacaciones? Más de un año lo habíamos planeado y siempre sucumbíamos a la previsión de no tirar de los ahorros, eran una sinrazón enfermiza que al final nos doblegaba y nos redimía a soportar el calor de nuestra ciudad en esos meses.

Y así las cosas, fue que me acordé de Marcos y Cristina, de lo bien que lo pasábamos cuando estaban solteros ellos, y después de recién casados. Hacia tiempo que no venían por casa. Y así fue que le dije a mi esposa:

n       Mati, ¿Porqué no llamas a tu hermana y le dices que se venga ella y su marido a pasar una semana con nosotros? Ellos no tiene playa, como nosotros, podemos ir a comer, al camping, a la playa... sus hijos ya son mayores y el nuestro también... podemos rememorar otros tiempos, jajaja...

n       Sí, buena idea, Juan... no sé porqué, también yo me estaba acordando de ellos.

Matti llamó por teléfono a su hermana y los invitó a venir una semana a casa de vacaciones. Después me puse Yo al teléfono y hablé con Marcos, veleidándolo con multitud de propuestas para pasarlo bien esa semana. Accedieron y a los pocos días fuimos a recogerlos a la estación de ferrocarril.

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Y allí aparecieron sonrientes con sus maletas. Su hijo y su hija, ya mayores, no quisieron venir, se quedaron en el pueblo con sus amigos, cosas propias de la edad. Cristina era algo más bajita que mi esposa. De piel morena, cabello castaño y ojos negros, con unos labios entreabiertos, como de mulata, que provocaban mil diabluras orales. Mi cuñado, de cuerpo estilizado, maqueteado por el gimnasio, con gafas y pelo cortito, apuntaba algún que otro tatuaje en sus fornidos brazos, se jactaba conmigo de su buen humor y el mío. En eso nos parecíamos. Tomamos las maletas, montamos en el coche y a casa.

Al día siguiente nos esperaba la playa.  Un jardín de culitos y hermosas tetas que desfilaban ante nuestros ojos de un lado a otro. La sombrilla en las que estábamos cobijados del sol era poco. Le presté a Marcos una gorrita para el sol, y allí tras nuestras gafas de nos volvíamos locos mirando el ir y venir de las lascivias veraniegas que se desataban sutiles y tiernas en la playa. Y a nuestro lado, hermosas en sus pechos y rotundas en sus culos, nuestras mujeres gozaban de ese hermoso día de verano, solo soportable bajo la sombrilla.

Marcos, inquieto y salido como un burro, argumentaba cualquier excusa para escapar de la sombrilla y campar a sus anchas en sus miradas a esos culitos tiernos.

n       Juan y Yo- dijo Marcos- nos vamos al chiringuito de aquí atrás a tomar una buena cerveza fresca de barril. Las que habéis traído de casa están medio recalentadas.

Llegamos al chiringuito y Marcos , nervioso me dijo:

n       Juan, pero has visto que niñas, pero que buenas están... mira que culos, que tetitas... como en el pueblo no tenemos playa no podemos gozar de todo esto. ¿Que no te pone todo esto Juan?

n       Sí claro, Marcos, y aún me pone más cuando te oigo hablar, jajaja

Nos refrescamos con esas cervezas pero acabamos sudando ante tanto culito... Llegamos junto a nuestras esposas y Marcos que ya estaba imparable dice:

n       Pero vamos a ver Juan... ¿a ti como te gustan con mucho pecho, o con tetitas de nada y culito respingón?

n       A mi –le contesté- con mucho pecho como tienen tu mujer y la mía, jajaja, aunque esos culitos que sobresalen por detrás nada me disgustaría ponerlos en su sitio, jajaja.

Nuestras esposas escuchaban y reían de oírnos, jajaja. Marcos y Yo nos volvimos: Sus ojos se posaron sobre los enormes pechos blancos como la leche, de mi mujer, comiéndoselos con la vista. Los míos hicieron lo mismo con los de Cristina que se hinchaban morenitos de tez, en su biquini. Dos pastelones apetitosos a los que violábamos en su morbo y en nuestra picadura, mi cuñado y Yo todos los días, todas las noches,,,, ahhhhhhhh, me excito solo de pensarlo. Estábamos salidos como chotos, nuestras esposas lo notaron. Recogimos todo y nos marchamos rápidos a casa. Había encargado comida en un restaurante y aún había que ducharse.

Cuando llegamos a casa, Marcos y Cristina se nos anticiparon y ocuparon el baño. Mati y Yo dejamos las cosas en su sitio y luego en la cocina, ella en biquini y yo en slips, me quité los bermudas al llegar a casa, empezamos a desfogarnos del calor que agobiaba nuestros sentidos. Mi polla rozando su culo, mis manos sobando sus tetas debajo del biquini, y mi boca comiendo y besando todo lo que oliera a carne caliente. Al poco, mis slips fuera, la parte superior de su biquini se perdió en la cocina. Mi polla entre sus piernas. Mis manos en sus caderas apretando y proponiendo lujuria. De su boca gemidos y jadeos de ensueño. Y de mi parte, unas ganas de follarla como una perra.

Sin soltarla, pegado a su cuerpo, la tomé en volandas y la llevé hasta la puerta del baño donde estaban Marcos y cristina, y le dije:

n       Escucha, escucha, cariño...

n       ¿Qué tengo que escuchar? Está cayendo el agua...

n       Me cago en la leche Mati, ven.. baja y chúpame la polla, me cago en la leche...

Mi esposa se arrodilló y tomando mis huevos con sus manos, lasciva, metió mi polla en su boca y allí se perdía con cada chupada.

n       Así, Así cariño... Puta... puta de verano, sigue comiéndote lo que es tuyo, sigue...

n       Es que tu no puedes ir a la playa Juan, vienes salido de ver tanto culo y tantas tetas, y te conviertes en un zorro follándome a toda costa y en todas las posturas cuando llegamos a casa... y ahora que ha venido Marcos, pues aún peor...

n       Claro, y tu ¿Es que no estás caliente? ¡Qué bien la chupas Mati! Dame el placer de tu boca, so puta...

Y mi polla brincaba en su boca, y así se la sacaba y la golpeaba en su cara y sus mejillas para volver a introducirla toda... gloriosa, avasallando sus labios y su garganta hasta tragársela toda.

n       Y ahora me comes los huevos, me los muerdes me los chupas... haz lo que quieras con ellos.

Y así su boca me los chupaba, sus labios me los morreaban sin dejar de apoyarse en mis caderas como una puta salida. Después tiré de ella separándola y le dije:

n       Escucha Mati, el correr del agua ha cesado.. oyes...

Empezaron a oírse gemidos de Cristina, gemidos ininterrumpidos de placer.

n       ¿Es que no lo oyes? Marcos le está comiendo el coño a tu hermana... ¿es que no lo oyes?

Mi mujer quedó atenta, y excitada como estaba, se volvió a meter mi polla en su boca, chupándola y mamándola con más furia y más pasión. Al poco, la puta de mi cuñadita dejó de gemir, y empezamos a oír los gemidos de marcos...

n       ¿Mira, Oyes...? Ahora la puta de tu hermana le está comiendo la polla a Marcos. ¡Qué pedazo de polla tiene que tener el cabrón! Dura, larga, caliente... de gimnasio...

Mi esposa no podía más, le hablé de mi cuñado, de su polla y se volvió loca... y así me dijo:

n       Juan, no puedo aguantar más... fóllame... fóllame cuanto antes, no puedo más...

Traje una silla de la cocina, la senté en ella, le abrí las piernas que se colgaron sobre mis hombros y con todo su coño hirviendo, sus labios vaginales empapados, y mi polla más dura y más larga que nunca, la follé y la penetré hasta chocar mis huevos en sus muslos...  Sin dejar de oír a mi cuñada gemir lastimera. Marcos la debería estar follando toda. Y así ambos consumamos, como buenos sementales, la pasión de las hembras que nos pertenecían en placer y en deseos, ejecutándolas, prepotentes y salvajes hasta regarlas con nuestra simiente, en sus bocas, en sus caras y en sus tetas... toda unas putas y lascivas esposas en privado. Marcos y Cristina salieron de baño y después entramos nosotros, ya algo acuciados por el tiempo que nos apremiaba rápido. El baño fue rápido y el arreglo posterior aún más. Partimos a ese restaurante a comer.

Mi cuñada Cristina, con su pelo aún mojado, caído a jirones sobre sus hombros y su cara, parecía una diosa, una putita menudita salida de los burdeles del Olimpo... sus pechos y su sujetador, se adornaban jugosos en el escote y aberturas de una camiseta desmangada en color fucsia, y sus muslos morenos se ajustaban lascivos a su minifalda. Mi esposa no iba menos marcada en su lujuria: de piernas blanquitas, no tan duras ni tan anchas como las de su hermana, por ser más alta que ella, exhibía un generoso escote que diferenciaba el tostado moreno del sol de la playa, con la dulzura lechosa y blanquecina de sus intimidades pectorales, todo ello para mayor lujuria de los ojos de mi cuñado que se perdían en sus sinuosidades mamarias.

La comida en ese restaurante, aderezada con la virulencia exquisita de sus vinos y el fragor sexual disfrutado durante la mañana, acabó por rendirnos a todos. Regresamos a casa, exhaustos de comida, de bebida y de excitación  ininterrumpida. Nos echamos a reposar la siesta hasta bien avanzada la tarde.

Cuando despertamos, mas descansados y relajados, Marcos y Yo nos miramos y sonreímos, cómplices de lo bien que lo habíamos pasado ese día. Programamos una salida nocturna tranquila, sin altibajos y excitaciones imprevistas. Paseamos, picamos algo por ahí y acabamos en un pub de música suave, entre “New Age” y “Chill out”. Tomamos unos combinados de alcohol para mejor coger el sueño, y así de suaves y sosegados regresamos al nido a poner el huevo de nuestros sueños en cuarentena feliz durante las horas de la noche. A media noche desperté con resaca, agobiado por el calor que se hacía notar furioso en esas horas. Mi mujer dormía plácida. Me levanté para ir al servicio y al pasar por la habitación de Marcos y Cristina, que dormían, pude gozar del esplendoroso culo de mi cuñada. Estaba durmiendo de lado, de espaldas, mostrando un culazo impresionante, cuyas braguitas se perdían entre sus dos nalgas. Me quedé observándola cierto rato, me restregué la bragueta empalmándome. Me pareció maravillosa para follarla así como estaba,  para mecerle la polla entre sus nalgas  y acariciar sus enormes tetas en la oscuridad... Tuve que meterme en el aseo y masturbarme. Esa visión era superior a su biquini de playa, muy superior.

Al día siguiente, nuestras hembras despertaron empecinadas en no veleidar con el dinero y los gastos. Se habían propuesto que comiéramos en casa, que ellas irían al mercado a comprar lo necesario. Y a todo esto, mi hijo Toni, espléndido semental donde los haya, entraba y salía de casa con frecuencia, y había noches que no volvía a dormir. Apareció de buena mañana por casa medio despeinado, con ojeras que le presagiaban una noche lujuriosa.

n       Hey Toni, ¿Qué tal te va? –lo saludó Marcos.

n       Bien... bueno, aquí andamos.

Saludó a su tía Cristina, y se excusó con su madre que le preguntaba donde había pasado la noche y con quien... Mati pretendía mantenerlo a raya sin conseguirlo. Nuestras esposas hicieron sus conjeturas y previsiones y marcharon al mercado. Y nosotros, los hombres, quedamos a merced de una mañana radiante que invitaba a gozarla en su placer.

n       Las mujeres se han marchado ¿Qué hacemos nosotros? –preguntó Marcos.

n       Ante este día tan espléndido no tengo por menos que sugerirte que vayamos a una piscina que hay cerca de aquí, para seguir gozando de las veleidades del calor y del verano, un chapuzón refrescante no nos vendrá mal...

 

n       Jajaja... cuñado, eres fabuloso –dijo Marcos contento por la sugerencia.

n       Toni –le dije a mi hijo-.  ¿Te vienes con nosotros?¿Te apetece acompañarnos?

 

n       Bueno, no sé... he quedado con una amiga...

n       Pues traétela a la piscina... con este calor un buen chapuzón no os vendrá mal.

n       Vale, a ver qué dice ella... ¿A qué piscina vais?

n       A la de aquí al lado, cruzando la avenida... ya sabes...

Mi cuñado Marcos y Yo nos marchamos a la piscina, indumentados con nuestros trajes de baño mas cortos y más apretados. En esa piscina había mucho sexo andante y además íbamos solos, sin nuestras esposas, lo cual daba más morbo a la situación. En esa piscina no había sombrillas pero sí unos pinos que nos protegían del sol. Allí tumbados en el césped gozamos de la brisita que soplaba y de todo lo que le gustaba a mi cuñado, es decir, más culitos, y más tetitas andantes...

n       ¿Y aquella que está en lo alto de la escalerilla quien es? – preguntó Marcos.

n       Es la monitora de la piscina.

 

n       ¿Ahhhhhhhhhhhhhhhhh? ¿Por si alguien se hace el ahogado...y tenga que ir a socorrerlo?

n       Sí, efectivamente, tú lo has dicho Marcos. Merece la pena hacerse el ahogado, jajaja.

 

n       Pues no sé que hacer cuñado, porque está buenísima, jajaja. Mira que piernas tiene, y mira que puta y altiva se pone...Se cree que es la dueña de esto, jajaja.

n       Marcos... noto que tu sexualidad esta siempre a flor de piel...

 

n       Pues claro, ¿Qué te esperabas?

n       No claro, lo entiendo, pero escucha... Tu y Yo tenemos confianza ¿No?

n       Pues claro cuñado, toda la que quieras... dime.

n       Resulta que ayer me levanté de madrugada para ir al servicio y le vi el culo a tu mujer mientras dormía. Está tremenda... me tuve que masturbar en el servicio, ¿lo entiendes?

n       Pues claro que lo entiendo, cuñado... mi mujer está buenísima...

n       Bien Marcos, sigue escuchándome... después de lo de anoche resulta que... ¿A ti que te parece mi mujer, Marcos?

n       ¿Que qué me parece? Pues que está tan buena como la mía, cuñao... por algo son hermanas, jajaja.

n       Sí, pero tu no le has visto el culo a mi mujer como yo se lo he visto a la tuya... ni te has tenido que marchar al servicio a masturbarte...

n       No, ya lo sé... ¿porqué lo dices?

n       ¿Qué porqué lo digo? Si le hubieras visto el culo a mi mujer y te hubieras ido al servicio a masturbarte pensando como te la follabas, con lo salido que estás siempre, posiblemente ahora estarías pensando lo mismo que yo.

n       Bueno, puede ser, pero si no me cuentas...

n       Había pensado que tal como ocurrió anoche, y por lo profundo que mi mujer coge el sueño... ¿la tuya tambien?

n       Sí, muy profundo Juan...

n       Bien podíamos despertarnos a una hora prevista, levantarnos y cambiar de cama. Y así mientras ella siguen durmiendo pues esa polla que se infiltra en silencio entre sus piernas hasta rozarle el clítoris. Ellas mismas en sus sueños nos ayudarán a que les levantemos una pierna  y las follemos como ellas esperan. Es todo un “sleep fucking”, que llaman en inglés. Da mucho gusto sabes Marcos...y con nuestras manos, pues a paladearles sus tetonas con toda su morbidez e inmensidad, jajaja.

n       ¿Cristina usa sujetador para dormir?

n       No duerme sin nada, con el chal solo, y así le pesan de sabrosas y de colgonas las tetas, yo prefiero no tocarlas ni mirarlas porque sino ya no duermo tranquilo.

n       Bien Marcos, perfecto, Mati tampoco usa sujetador. Podemos gozarlas a base de bien mientras las follamos. ¿Qué te parece mi idea?

 

n       ¿Que qué me parece? Pues que estoy empalmado solo de oírte. Me parece fabulosa, pero... ¿Has calculado los riesgos, cuñao? ¿Y si se despiertan?

 

n       Sí, los he calculado, todo sea por el sexo y el frenesí que nos tiene locos. Mira lo que he pensado: Esta noche nos las llevamos de copas y tu y yo bebemos más de la cuenta y nos hacemos los borrachos, estamos muy borrachos, cuñao.  Nos ponemos muy borrachos y así se lo hacmeos notar.

 

n       A eso de la madrugada, dos horas y media poco más o menos después de acostarnos, nos levantamos a mear la resaca y el dolor de cabeza, ya sabes, y al regresar al dormitorio, con la borrachera nos confundimos de habitación... no tiene porque salir mal. Eso sí, hemos de procurar no hablar ni gemir por si acaso identifican nuestra voz. Ahhhh, y de correrse sobre su cuerpo nada, eso posiblemente las despertaría.

n       Cuñao, tal como lo pintas parece perfecto, lo tienes todo calculado... vamos a ver como se desarrolla la noche con ellas.

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Al poco de esta conversación apareció en la piscina mi hijo, con una rubia despampanante, rectilínea en sus formas, con unas tetas avanzadas y muy morbosas para su edad y un culito respingón, que se quedaba atrás cuando andaba. Marcos se volvió loco cuando la vio. Mi hijo la presentó... Aquí Vanesa, una amiga... aquí mi papá, Juan, y aquí mi tío Marcos. La nena le pegó un repaso a mi esqueleto y a mi paquete que me dejó helado. Se metieron en la piscina y Marcos no dejaba de comentar:

n       Pero que buena está esa niña... ¿Es su novia?

n       No lo sé, no la conozco de nada, será una amiga, tiene muchas...

Y cuando esa niña, emergía de las profundidades de la piscina, con su pelo mojado goteando en sus tetas, mi cuñado Marcos se volvía loco de verla, y yo, pues también. Y cuando los parabienes sexuales que esa niña Vanesa nos provocaba, se acercaron a nosotros sentándose a nuestro lado, mi cuñado no pudo aguantar más y marchó a los servicios a masturbarse como un salido. Dándole dinero le dije a esa niña:

n       Vanesa, podías acercarte a al bar de la piscina y traer unos refrescos.

Su culo culebreó lujurioso al levantarse, accediendo a mi proposición. Se marchó y cuando quedé a solas con mi hijo le dije:

n       Toni, ¿Esa niña no será tu novia?

n       No papá, es solo una amiga.

n       Me encanta, ya me gustaría...

Regresó Vanesa con esos refrescos, regresó Marcos de los servicios, y tras tomarlos volvimos a casa, se estaba haciendo tarde. Mi hijo se disculpó porque tenía que dejar a Vanesa en su casa, pero prometió volver lo antes posible para comer con nosotros. En casa, andábamos todos medio picados en pelotas, en biquini ellas y en bermudas nosotros... nos refrescamos con una ducha y Marcos y Yo quedamos en el salón comedor tomando una cerveza fresca, a la espera del yanto (de yantar, jajaja), que las féminas preparaban en la cocina. Y me dice Marcos:

n       ¡Pero que requetebuena está la niña que ha venido con tu hijo a la piscina...

n       Sí, está para follársela sin pensarlo dos veces –le dije-.

 

n       ¿para follársela? Eso es poco, está para tenerla entre las piernas toda la noche sin parar de darle... ¡toma que toma, toma que toma!

Cuando mi hijo regresó a casa, allí andábamos todos medio picados en pelotas, para defendernos del calor agobiante, las mujeres preparando la mesa, nosotros refrescándonos con un aperitivo esperando la comida. Los ojos de mi hijo, aunque con disimulo, devoraban el culo y las tetas de su tía Cristina, como un salido. A quien más y a quien menos le picaba la polla, y a ellas, nuestras hembras, porqué no decirlo, les picaba el coño hasta humedecerse. Comimos en un “blif blif, blaf blaf”, con prisas hablando de tonterías, buscando cuanto antes la redentora siesta y el poner nuestros cuerpos desnudos al fresco de los aires acondicionados de las habitaciones.

Cuando nos retiramos a las habitaciones me desnudé todo, puse el aire acondicionado y me abrí de piernas. Que gozo notar como el aire fresquito acariciaba mis genitales y la polla, uhhhmmmm. Mati se desnudó y me imitó. Disfrutaba gozosa de aquel frescor acariciándose el pubis, viendo como yo me acariciaba la polla. Sus tetas estaba justo a mi lado y sus pezones se erizaban ante el frescor. Giré la cabeza y chupé el que más cerca tenía, chup chup chup... me encantaban las tetas de mi mujer, las tenía grandes y esponjosas, seguro que a mi cuñado también le gustarían. Mati se medio incorporó hacia mi lado para que se las chupara mejor y pasó una mano por mis genitales comprobando lo buenos y fresquitos que estaban, después subió y repasó mi verga que se aplastaba contra mi barriga. La repasó de arriba abajo varias veces hasta que exclamó:

-          ¡Que rica la tienes! ¿Te hago una mamadita antes de que cojamos el sueño?

 

-          Claro que sí, cariño...

La tomé y tumbé su cabeza sobre mi barriga, y así de cómoda jugueteó con mi rica verga chupeteándola en el glande y mamándola toda hasta la garganta. Así era mi Mati, pulcra y recatada ante los demás pero una putita en la cama. Mientras me la chupaba le pasé una mano por el culo, por sus nalgas, y pensé en mi cuñado. Este culito tan terso y tan suave también le agradaría. Mi mujer estaba buenísima. Le abrí un poco las piernas y con mi mano le llegué al clítoris frotándolo de arriba abajo con el dedo corazón, sin olvidar sus labios vaginales con los dedos de los lados. Mati se estaba poniendo caliente y jugosa, el furor de sus mamadas aumentaba y su coño se iba humedeciendo poco a poco. Cuando no pude aguantar más, su coño hervía acuoso y mojado... dejé los frotamientos y le metí dos dedos en el coño... Mati exclamó de gozo abriendo la boca y en ese momento me corrí en sus labios y en su cara. Mati seguía suspirando y yo no dejaba de masturbarla hasta que mis deos se empaparon también.

Una dulce corrida al mismo tiempo colmó todos nuestros deseos. Nos limpiamos, nos separamos y con el aire en marcha nos dormimos.

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Esa tarde noche pintaban copas y de las buenas. Nos duchamos. Nuestras diosas aparecieron con el pelo a medio secar cayendo por sus hombros, lo que les daba una apariencia de diosas, y de putitas ¿porqué no decirlo? Se pusieron dos camisetitas que se pegaban a su cuerpo y a sus tetas marcando sus pezones. Un par de restregones disimulados y esos pintoncillos se enderezaban fieros. Por abajo, unos pantaloncitos cortos y hala venga a mover el culo y a hacer bailar las tetas a su compás.

Nosotros nos ataviamos con unos pantalones chinos y unas camisas a juego con colores de verano. Las pulseritas correspondientes y un collar a pecho abierto. Fuimos paseando, gozando de la temperatura y de los cuerpos femeninos que alteraban el aire y nuestra respiración. Nuestras diosas iban delante hablando por su cuenta, y nosotros detrás. Los ojos de mi cuñado devoraban el trasero y las caderas de mi mujer, y yo hacía lo propio con Cristina, su mujer. Se nos veía confiados y convencidos de que todo iba a salir bien, y así nos mirábamos, cómplices de nuestra osadía, jajaja.

Aterrizamos en un bar restaurante donde picamos y cenamos. Nosotros nos pedimos sendos tanques de cerveza, fresca y espumosa, a nuestras diosas les pedimos un vinito de marca, de estos suaves al paladar pero que luego pegan fuerte. Las diosas charlaban animadas y gozosas después de haber tomado el segundo vino. Nosotros les seguíamos la corriente tan gozosos como ellas, y no dejábamos de pedir cerveza... más cerveza.

Después de haber tomado los cafés, fuimos a un pub cercano a ese restaurante a tomar una copa... ¿He dicho una copa? Pero que tacaño soy... No sé cuantas copas caerían esa noche. Había que emborracharse... no, miento, había que parecerlo, jajaja. Las copas esa noche estaban más que justificadas. En ese pub ponían música para bailar, había una pequeña pista de nadie pero normalmente no bailaba nadie, alguna que otra pareja, pero muy de vez en cuando. Toda la pista para nosotros cuñao, y a hacer el loco y el borracho.

Llegamos al pub y allí habían cuatro parejitas, lo de siempre y buena música, la de siempre también. Ocupamos una mesa y Marcos y yo fuimos a la barra a pedir la bebida.

-          ¿Qué vais a tomar princesas? ¿Un combinado de alcohol como nosotros?

-          No, preferimos algo dulce... algún licor...

-          Bien, perfecto...

Fuimos a la barra y pedimos...

-          Por favor, dos wiskies con fanta de limón. Pero no los combine, lo haremos nosotros aquí mismo en la barra. Y para las señoritas, dos Baileys con hielo, muy cargados por favor.

 

-          Sí cuñao, no me mires con esa cara... el primer wisky casi no lo combines, solo para disimular el color. Así vamos cogiendo marcha y exacerbando la adrenalina... en los siguientes les metemos toda la fanta que quepa en el vaso.

 

-          A las diosas les he pedido Baileys con hielo. Con dos copas de estas ya cantan y bailan lo que haga falta... me lo dijo una amiguita que tengo por ahí... a ella le ha pasado, jajaja.

Nos sentamos en la mesa y empezamos a paladear las copas, la música no dejaba de sonar una canción tras otra. Cuando mi cuñao y yo llevábamos medio vaso de wisky en las tripas, ya no me pude aguantar...

-          Marcos, vamos a bailar... ¿Venís vosotras?

No les dimos tiempo a contestar salimos a la pista y empezamos a movernos al compás de los ritmos que sonaban.

-          Mati, tu marido esta muy entonado esta noche... mira como baila.

-          Sí, le gusta bailar, a la mínima que bebe ya está saliendo a la pista a hacer piruetas, jajaja. Yo soy menos bailarina que él, aunque a veces tengo que salir porque siempre se le acerca alguna, ya sabes.

-          Mira, por cierto, han salido a la pista dos niñas jóvenes a bailar...

-          Cris, dale un buen trago a esa copa y vamos para allá...

Mati y Cris no tardaron nada en salir a la pista, y allí se bamboleaban esos quilitos de lujuria que ocultaban sus camisetas, y sus culitos se movían juguetones como una brújula mareada, jajaja. Cuando nos cansamos de bailar volvimos a la mesa y empezamos el teatro (The show’s just begun). Que si dame un besito, que si te toco las tetas, que si tal, que si cual. Ellas se negaron, había poca gente en el pub y de seguro íbamos a ser el blanco de las miradas. Al final Cris estalló:

-          Mati, estos están borrachos... creo que deberíamos marchar a casa ya.

-          Sí será lo mejor, a ver si de camino se les pasa, jajaja.

Nos obligaron a marcharnos, y después de protestar un rato, así lo hicimos... antes marché al servicio a evacuar. Una vez en el servicio, a solas, llamé por teléfopno:

-          Toni, no estarás en casa follándote a esa rubita tan guapa de la piscina...

-          No papa, no estoy en casa, estoy con unos amigos, no oyes la música de fondo...

-          Sí, si, claro que la oigo... vete escampando que en 30 minutos estamos ahí... Ya te diré yo cuando te tienes que follar a esa rubita en casa... ya te lo diré yo.

-          Pero papá, si te he dicho que no estoy en casa...

-          Vale, Ok, “Happy birthday for you tonight”.

-          Coño, nena.. vístete cuanto antes que mis padres vienen para acá. Y mi padre viene borracho... vámonos cuanto antes...

La esplendorosa rubia de la piscina le acababa de hacerle un strip tease a mi hijo Toni, en el salón de casa y estaba haciéndole una mamada cuando lo llamé por teléfono ¡Qué putada! Se vistieron y emigraron lo antes posible.

En el camino de vuelta mi cuñao y yo cantábamos cogidos del hombro, simulando una colosal borrachera, jajaja. Ellas iban delante y así se hablaban:

-          Vaya pedo que llevan los dos, jajaja.

-          No pensaran mojar esta noche, supongo. El mío se pone muy pesado cuando está así...

-          El mío también.

-          En todo caso, les damos una mamadita para relajarlos y hala, a dormir hasta mañana.

Y así que llegamos a casa, no había tiempo para nada, había que acostarse a dormir la mona. Ellas pretendieron hacernos una mamada, pero nosotros ,muy sagaces, rehusamos.

-          Mati, déjate de mamaditas... estoy hecho polvo, solo quiero dormir.

Mati quedó algo asombrada pero no dijo nada, lo entendió. Mi cuñado Marcos hizo lo mismo con su mujer. Todo estaba saliendo a la perfección.  Pero, ¿acaso podía dormir? Que va, que va, estaba más pendiente del reloj y de ver como Mati iba cogiendo el sueño, que de dormir. Cuando se aproximaba las hora convenida, le toqué culo a Mati y le pasé la polla por las nalgas a ver como respondía y ni se inmutó, estaba completamente dormida, era el momento oportuno.

Me levanté fui al servicio y al poco apareció mi cuñado pelándose la polla con las manos. Estaba ansioso por actuar. Sin pronunciar palabra gesticulamos dándonos a entender que todo estaba según lo previsto, podíamos pasa a la acción. Apagamos la luz del servicio y nos perdimos, él en mi dormitorio y yo en el suyo.

Cuando llegué Cristina, mi cuñada, dormía de lado. El chal de dormir, aunque cortito, cubría su culo y sus tetas como una minifalda final. Lo levanté y me encontré con la hermosura de sus nalgas hinchadas, apretando sus braguitas hasta perderse en medio de ellas. Deliciosa. Me pasé la mano por la bragueta y mi polla esta muy de acuerdo con mis pensamientos. Me tumbé a su lado y mis manos paladearon la tersura de su piel hinchada, una y otra vez no me cansaba... Su cuello y su hombro a escasos centímetros de mi boca. Me acerqué, mi dedo índice arraastró suavemente  el tirante de su chal y acabó resbalando por sus brazos dejando al descubierto dos poderosas tetas, hinchadas y fabulosas, que parecían dormir también.

Tenía cierto temor a hacer algún movimiento que la despertara. Me bajé los boxers con sigilo y restregué mi polla entre sus nalgas sintiendo en la punta el placer de su tersura. MI mano descendió suavemente desde su hombro hasta alcanzar la parte superior de sus tetas, suave, mórbida y de fino tacto. Y así me estuve restregando con ella, perdiendo poco a poco mi temor. La llegué hasta su pezón que empezaba a erizarse, y lo froté suavemente entre mis dedos. Ella hizo un mohín, como de complacencia. Mi mano siguió abarcando su teta hasta llegar a su parte inferior y recogerla y sopesarla toda en mi mano. Uhhhhmmmm, delicioso manjar el que se comía y gozaba mi cuñado todos los días... realmente delicioso.

Mi polla, inconforme, quería vivir en medio de sus piernas, levanté suavemente y con prudencia una de sus piernas y mi polla se metió entre ellas, sintiendo el calor y el roce lascivo de sus muslos que la aprisionaban. Quedaban la braguitas ¿Cómo hacer? Era difícil esto. Saqué la polla de entre sus piernas y preferí que fuera mi mano, más precisa, la que hiciera temblar toda su zona genital. La introduje por detrás dentro de sus braguitas hasta jugar con los pelillos de su pubis y su clítoris que se abotonaba durito. Sus labios vaginales parecían, ya humedecidos, parecían abrirse. ¡Maravillosa! Tenía entre mis manos a una hembra maravillosa.

Prolongué mis frotamientos en esa zona hasta que mis dedos se mojaron... mi cuñada se estaba corriendo. Era el momento... bajé sus braguitas con suavidad aunque nervioso al mismo tiempo, y levantando una de sus piernas metí mi polla en el pasadizo lujurioso de sus piernas, buscó y alcanzó esos labios vaginales que reclamaban  un dulce castigo que mitigara sus ya líquidos calores. La acoplé, la apuntalé y... zassssssssssssss, de un empellón le metí toda la polla en sus entrañas. Tuve que morderme los labios ante el suspiro de placer que me sobrevino en ese momento.

La lujuria se apoderó de mi, tomando a mi cuñada por los hombros empecé a tirar de ella y a follarla toda... ella parecía gemir y abrir la boca jadeando, esto me excitaba y aumentaba mis impulsos y mis envites. ¡Gozosa hembra mi cuñada! ¡Qué bien entraba... qué bien la estaba follando! Tenía que disfrutarla al máximo, no quería correrme... no dejaba de sentir un gozo infinito... y mi cuñada durmiendo, sin enterarse de nada, ¡Qué placer!. No puede aguantarlo, me incorporé y puse una de sus manos en mi polla... me empezó a masturbar mientras dormía. Volví a sobarle  sus tetonas jugosas y esplendorosas como ningunas. No me conformé con eso, me incorporé perdiendo ya el miedo y el temor a que despertara y le puse la polla en su cara restregándola hasta alcanzar sus labios. Froté una y otra vez esperando que los entre abriera... el placer y el ansia me consumía... “abre los labios puta, me decía a mi mismo, ábrelos aunque sea un poquito”.

Sí... al final los entreabrió y mi glande rozó sus labios repetidamente. Sus labios al poco empezaron a manifestarse y a chupar mimoseándome el glande admitiéndolo en la intimidad de su boca. ¡Cómo me lo chupaba! ¡Qué labios los de mi cuñadita! Gordezuelos como los de una negra en celo. Profundicé y ahondé poco a poco metiéndole la polla más y más. Sus labios se adherían como ventosas y repasaban su longitud salivándolos y lubricándolos en la mayor lujuria vicio vivido. Puse una mano en su coño y manaba... chorreaba vicioso en su placer. Todo estaba consumado, me iba a correr excitdo y no debía hacerlo en su cuerpo, me jodió esto, pero me corrí placenteramente sobre mis manos...

Exhalé, jadeé... me sentí gozoso... la miré de reojo y ella seguía durmiendo y suspirando. A esta hembra tan fabulosa habrá que follarla como dios manda en una próxima ocasión.  Fui al servicio y encontré a mi cuñado lavándose las manos... yo le enseñé mis manos llenas de semen, se sonrió...

-          ¿Qué tal? –me preguntó-.

-          No, ahora no –le contesté- mañana hablamos, ahora vayamos a ocupar nuestro sitio...

Mi cuñado tenía unas ganas enormes de que le contara como me había follado a su mujer y yo también quería saber como se había follado a la mía....

Pero eso será en el siguiente capítulo...

FIN.