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Quisiera... Follarme a un chinito

en Interracial

Cariño, llevas mucho tiempo queriendo enriquecer nuestra vida sexual. Que si un trío, que si un intercambio, sexo

cibernético, y esas cosas...

-Si Marta, me gustaría mucho, pero no quiero presionarte, las cosas llegan cuando llegan, no quiero que te preocupes más

por eso, ya lo hemos hablado muchas veces.

-No, si es que ya sé lo que quiero.

Miré a mi mujer con los ojos como platos, el corazón se salía de mi pecho, me costaba respirar, después de tantos años de

insistencia, se había dado un golpe, y quería entrar en mi juego. Por finnnnnnnnnnnnnnnnnnn...

La miré, y ví a la morenita que me tenía hechizado hace muchos años, su pelo corto, sus labios carnosos, esos pechos

espléndidos que apenas cogían en la mano, su culo altivo.....

Con temor y acongojo y con los ojitos brillando de lujuria, haciendo un esfuerzo por serenarme, y con toda la naturalidad

que me permitía mi taquicardia, le dije.

-¿Y qué tienes pensado?, mi amor.

-No me mires así, las gemelas no, la negrita tampoco, mi amiga Lucía, ni lo sueñes, pero me gustaría follar con un

chinito, uno con una polla pequeñita.

Me quedé a cuadros, esa no es que fuera precisamente una de mis fantasías, pero ahora que se había decidido a hacer algo,

no era cuestión de poner pegas, lo importante era empezar.

-Lo que tu quieras, pero ¿Por qué eso, con todo lo que te he propuesto ?

-Mira, si no te parece bien lo dejamos y ya está.

-No, no, si me parece estupendo, déjame que lo gestione y te doy la sorpresa, ¿De acuerdo?

Ella asintió con la cabeza, y mi mente empezó a trabajar a marchas forzadas.

¿De donde sacaba yo un chinito?, no conocía a ninguno, ni su cultura, ni sus costumbres...

Pero si mi mujer quería un chinito, tendría un chinito, después ya vendrían las gemelas, la negrita, y todo lo demás, era

cuestión de entrar en ese mundo como fuera, tenía un pié en el otro lado de la puerta, no era cuestión de desaprovechar la

ocasión.

Eramos una pareja que estábamos en la treintena, con buenos trabajos, vida cómoda, de buen ver, yo llevaba ya cinco o seis

años intentando implicar a mi mujer en alguna relación morbosa, la que fuera, sin ningún éxito hasta ahora.

Me estrujé los sesos todo lo que pude, pero no veía como encontrar un chino. Hasta que recordé la escena que ví hace unas

semanas, buscaba donde aparcar el coche, y en la parte de atrás de un restaurante chino donde voy a veces, había una

parejita de chicos jóvenes, el intentaba acariciar a la chica, y ella le apartaba las manos continuamente.

Añadí a mi lista de fantasías el follarme una chinita como esa mientras la sujetaba mi mujer.

Lo recuerdo porque me hizo gracia, y pensé que no iba a sacar nada de esa chica. Si la cosa seguía así, ese chinito tenía

que andar más caliente que la plancha donde freían las almejas.

En veinte minutos estaba en el restaurante, y eso que estaba a una hora de mi casa, me pedí un arroz al curry y pollo al

limón, algo ligerito.

Mi chaval no aperecía por allí, por lo que debía de trabajar en cocina. no sabía que hacer, por lo que acabé la comida,

salí y me fuí a la parte de atrás donde lo había visto la última vez.

Ahora tuve más suerte y lo encontré sacando unas cajas a la basura.

¿Qué le decía?, a lo mejor no sabía ni hablar mi idioma, mientras me acercaba me vino la inspiración.

Me presenté y le dije que me llamaba Juan, y que tenía un problema, gracias a dios el hablaba mi idioma perfectamente.

-Si puedo ayudal, pero solo soy un ayudante de cocinelo.

-Verás, mi mujer -Saqué una foto de la cartera y se la enseñé.-

Ha heredado una maldición familiar, y la única manera de librarse de ella es recibir la semilla de un habitante del pais

del sol naciente, ya lo hizo su madre y su abuela en su día, ahora le toca a ella, no hay otra manera.

Mientras no pase eso, su cuerpo no será receptivo a ninguna otra semilla y será esteril.

Queremos tener niños. y tú nos podrías ayudar, sólo has de hacer el amor con ella, y la maldición desaparecerá.

El chinito me miraba con cara de chino, valga la redundancia.

Se lo volvía a explicar, y no se como pero lo convencí, el aportaba datos a mi patraña, el destino cósmico, el karma, y un

montón de cosas que no entendí, pero lo convencí.

Me fui de allí con su número de teléfono, sus horarios, sus dias libres..... y quedamos en que lo llamaría cuando la

conjunción de los planetas fuera favorable.

 

Una vez en el coche, pensé si se habría creido todas esas tonterías o simplemente le parecía bien follar con una mujer

atractiva, pero me daba igual, había superado la primera parte, y la más difícil.

Durante dos semanas no volví a sacar el tema con mi mujer, no fuera que se arrepintiera, al mes ya lo tenía todo

preparado.

Le dije que ese sábado no saldríamos, y que nos traerían la cena a casa. Que sería una velada muy especial, que se pusiera

guapa.

Allí estábamos, en nuestra terraza, disfrutando de un vermouth a la luz de nuestros farolillos, con las velas rojas, los

platos de las ocasiones, ella con un vestidito escotado de seda rojo que le quedaba espectacular, yo con mi traje de

sport, el aroma del incienso ardiendo...

LLaman al timbre y voy a abrir, allí estaba mi chinito con un traje blanco, y dos bolsas con la comida, le hago pasar, le

pido por favor que no mencione el tema de la maldición, que mi mujer se pone muy nerviosa, que no se lo recuerde.

Cuando llegamos a la terraza mi mujer me mira sorprendida, yo le hago un gesto como de ahhh, es lo que querías, ella

asiente, le ha dado el visto bueno.

Cenamos los tres como amigos, el chinito es la caña, nos cuenta historias de su niñez en china, de como vino a españa, de

su vida, es un chaval encantador. Las botellas de vino van cayendo y estamos todos con un puntito de embriaguez, el

ambiente es muy distendido.

Mi mujer nos dijo que hacía calor, y que se iba a poner más fresquita.

Aparecío con una negligé negra, una especie de bata de papel de fumar transparente y sin nada debajo, estaba espectacular.

Pasó al lado del chico y le rozó los pezones por la espalda. Mi polla iba a estallar. Ni en mis mejoras fantasías me

esperaba algo así.

El chino y yo la miramos con asombro, pero intentamos seguir charlando con normalidad, cosa que ya era imposible. Ella

empezó a desabrocharle la camisa, él se dejaba hacer, después le quitó los pantalones, él seguía dejándose, y los

calzoncillos, ninguna queja.

Como esperábamos tenía una polla pequeñita, pero muy bonita, según me dijo luego mi mujer.

Ella se abrió la negligé y le puso los pechos directamente en la espalda mientras le separaba las piernas y acariciaba su

pene que estaba duro y tieso.

Tras un rato, lo levantó, y lo llevó a nuestra gran cama de matrimonio, yo los seguí todo cachondo.

Lo tumbó de espaldas y empezó a recorrer todo su cuerpo con la lengua, no tenía pelo ninguno, y sabía y olía muy bien,

según me contó después.

Cuando había recorrido todo su cuerpo, se dirigío a su pene y empezó a lamerlo suavemente, con la puntita de la lengua, de

vez en cuando se lo introducía entero en la boca sin ninguna dificultad, y sus labios abrazaban sus testículos, en menos

de un minuto el chico se convulsionaba, y vi como mi mujer succionaba, se había corrido en su boca, mi mujer se lo tragó

todo, y después me dijo que también sabía muy bien.

El chino estaba con la cabeza a los pies de la cama, y mi mujer con su pollita dentro de su boca, como si hicieran un 69,

yo veía los labios menores de mi mujer sonrosados, sobresaliendo por fuera de los mayores, notaba su humedad, olía su

deseo, estaba jugoso, faltaba poco para que cayeran gotitas sobre la cabeza del chino que estaba debajo.

Ahí ya no pude aguantar más, y me saqué la polla, era normalita, pero en comparación con la del chino parecía gigante,

apoyé la punta del glande en los labios vaginales, la deslicé sin meterla, arriba y abajo, sentí como se impregnaba de los

jugos de mi mujer.

Busqué con mi dedo la entrada y la metí lentamente, mi mujer gemía, sin dejar de chupar el palito del chino. la folle

suavemente, mientras con mi dedo corazón, le pajeaba el clítoris, sin moverlo, sólo vibrando, como sabía que le gustaba a

ella. Fui subiendo el ritmo de mis arremetidas, pero mantuve mi dedito vibrando al ritmo de resonancia del cuerpo de mi

mujer, mis huevos chocaban con sus nalgas respingonas una y otra vez. Empezaba a gemir, no aguantaría mucho ya.

El chinito tenía a un palmo de sus ojos, la visíón de un coño siendo follado, y de un clítoris siendo excitado, le

serviría para el futuro como experiencia.

Mi mujer empezó a acelerar sus gemidos, a subir el volumen, hasta que noté como sus movimientos se descontrolaban, y

mientras lanzaba un siiiiiiiiiiiiiii tremendo,todos sus músculos se contraían y su vagina aprisionaba mi polla. había

tenido un orgasmo intenso, de los buenos.

El chinito había durado poco, pero su palito ya estaba endureciéndose otra vez.

La noche estaba resultando estupenda, y a lo mejor podía cumplir la primera fantasía de mi lista, que era la de follarme a

mi mujer con otro al mismo tiempo. y el palito del chico prometía.

Puse a mi mujer boca abajo, y mientras dejaba que se recuperara de su orgasmo y cogí el lubricante de la mesilla, se lo dí

al chinito y le dije que le aplicara mucha cantidad en el culito.

Empezó a ponerle, pero lo hacía como si fuera una crema tópica, recogí con mi dedo el lubricante de las nalgas de mi

mujer, y se lo introduje en el ano lentamente, estaba apretadísimo. lo saqué y le dije que pusiera más dentro, pero en el

agujero, volví a insistir, y poco a poco aquello parecía otra cosa, saqúe mi dedo y le dije, que lo hiciera él, con mucho

cuidado.

La verdad es que era un manitas, lo hacía mejor que yo, entraba, salía, giraba, deslizaba.... el chaval estaba

disfrutando. A lo mejor en su cultura eso era tabú.

Le expliqúe que yo me iba a poner debajo, y que cuando yo la hubiera clavado, el se la metiera por el culete, pero muy

despacio, me regaló una sonrisa de oreja a oreja y asintió con la cabeza.

 

Estaba con la polla hasta el fondo, quieto y acariciando a mi mujer , con sus pezones rozando mi pecho, cuando noté que mi

mujer se tensaba arqueando la espalda, los pezones casi arañaban de lo duros que estaban, supe que el chinito, había

entrado en su ano, noté sus vaivenes, mi mujer se dejaba llevar como un corcho en el mar, yo estaba eufórico, mi mujer

gemía.

Ya no podía evitar moverme al ritmo que marcaba el chinito, el chinito le agarró los pechos a mi mujer, y se apoyó encima,

yo notaba el peso, pero no me importaba nada, me iba a correr, estaba a punto, sólo quería aguantar un poco más para

hacerlo con ella.

Siiii,    Daleeeeee,     ya viene,  yaaaaaa, Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Los tres nos corrimos a la vez, fue algo increíble, vaya superorgasmo, nos quedamos los tres tumbados boca arriba,

recobrando la respiración normal.

Al día siguiente mientras desayunábamos le pregunté a mi mujer.

-¿Que te ha parecido cariño?

-Ha sido increible, hemos tardado demasiado tiempo en hacer esto, tenemos que recuperar el tiempo perdido, la siguiente

fantasía te dejo que la elijas tú.

Tras esta última frase me dió uno de los besos de amor más bonitos de los que tengo memoria.

-La cosa promete -¿no?