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La profesora drogada

en No Consentido

-Tenemos que estar todos de acuerdo, el que no quiera participar, que lo diga ahora.

No se oía ni un murmullo, había unanimidad, allí estábamos los siete más revoltosos de la clase, maquinando la humillación de nuestra profesora de literatura, una mujer seria e inflexible que nos estaba amargando la existencia.

-Ha de ser el viernes, que con suerte no quedará casi nadie, repasemos el plan. Tú pedro te encargas de la droga, tú Luis le tienes que coger la cámara profesional a tu padre, si no puede ser, pues usaremos los móviles, pero no será lo mismo, tú Blas te traes los trastos de los pelos de tu hermana, y tu Juan, le robas a tu madre algo de la ropita de puta que lleva,  yo me ocuparé de que  llamen al conserje, para que tenga que irse, tú Antonio, te ofrecerás a vigilar por él cuando tenga que irse.

No puede fallar nada.

Tenemos una semana, para conseguir que el viernes estemos todos castigados, todos de golpe no, que se podría notar algo, máximo en grupos de dos.

Dos amiguetes que no participarán, vigilarán la entrada y me llamarán si pasa algo raro.

Era bueno organizando estas cosas, ya habíamos hecho muchas y siempre salíamos impunes, aunque esta vez quizás me había pasado un poco, la idea era tener a solas a la profe de literatura, echarle un somnífero en el vaso de agua que bebía siempre, y cuando se hubiera dormido, desnudarla y hacerle unas fotos, que acabarían en internet para humillarla,

Se lo merecía, por lo mal que trataba a todo el mundo, era altiva, prepotente, cortante, de una religiosidad extrema, a sus cuarenta y pico años, igual hasta era virgen y todo. Sólo íbamos a hacerle unas fotos, la cosa tampoco era tan extrema.

Llegó el viernes y todo estaba saliendo como planeamos, estábamos todos castigados, la profa en el aula con nosotros, teníamos la cámara, al conserje lo llamaron misteriosamente y se tubo que ir, esperamos a que se fueran yendo los últimos rezagados, y nos quedamos a solas en el colegio.

Ella estaba sentada en su mesa leyendo un libro, y nosotros esperando impacientes a que empezara a dormirse, pero no lo hacía, igual habíamos calculado mal la dosis y no era suficiente, habría que improvisar. Me levanté de mi sitio y le pedí a Pedro que me dejara las pastillas, disimuladamente por debajo del pupitre, desmenucé las pastillas con las uñas, hasta convertirlas en polvo. La suerte nos sonrío, y ella salió un momento a buscar algo, aproveché y le puse todo en el vaso, moviéndolo bien con una regla que había encima de la mesa.

Cuando llegó, se tragó todo el vaso de un sorbo, que suerte que estábamos teniendo. Nos dio un rapapolvo sobre la responsabilidad, la disciplina, el futuro y zarandajas de ese tipo, y se sentó para continuar leyendo.

A los diez minutos empezó a cabecear, la cabeza se le caía, y la levantaba como en un tic nervioso, para repetirlo una y otra vez, hasta que puso los brazos sobre la mesa, apoyo la cabeza sobre ellos y se quedó inmóvil.

Apilamos nuestros pupitres en una esquina y fuimos a buscar unas colchonetas al gimnasio, que extendimos en el centro del aula.

Ahora empezaba lo bueno, mientras la levantábamos de las axilas entre dos, otro retiró la silla y la depositamos encima de las colchonetas.

Debía de estar soñando con cosas bonitas, porque se la veía muy relajada, y ella siempre estaba crispada y de mal humor.

 

Llevaba una falda negra que le llegaba hasta los tobillos, una blusa blanca abotonada hasta el cuello y una chaquetilla azul marino de punto.

Le quitamos los zapatos, y le subimos la falda hasta la cintura, nos quedamos impresionados, que piernas mas bonitas tenía la jodida, y eso que llevaba unas medias calcetín, que es lo mas antierótico que existe, le quitamos las medias, y vimos unas bragas blancas que daban risa, parecían calzoncillos, y llegaban casi hasta la rodilla.

-Esperad, que esto hay que grabarlo, ¡que bragas más feas!, ¿donde fabricarán eso?,

Luis empezó a hacer unas fotos con la cámara de su padre, y los demás sacamos los móviles y empezamos a grabar, todos queríamos tener un trofeo personal.

-¿Que habría debajo de esa chaquetilla de punto? Pronto íbamos a saberlo.

Desabotonamos la chaquetilla y la blusa, le quitamos la ropa con mucho cuidado, nos encontramos con un sujetador que parecía un arma de tortura, rígido, duro, con florecitas cosidas, con tirantes de tres dedos de ancho, si parecía una mochila, ¿como se abría eso?, la pusimos boca abajo, y no éramos capaces de ver nada parecido a un cierre, ¿iría con cerradura?

La volvimos a poner boca arriba y descubrimos el cierre en el centro, cuando conseguimos soltarlo, los pechos saltaron como resortes, al liberarse de la cárcel que los oprimía, y nos quedamos todos impactados, eran unos pechos preciosos, de formas perfectas, con envolventes sinuosas, parecía que caían, mientras se ensanchaban, pero subían después afilándose, con unas curvas de ensueño. De un blanco lechoso, no habrían visto nunca la luz del sol, estaban rematados con unos pezones cilíndricos con la punta redondeada, perfectamente centrados en una aureola rosa clarito, y apuntaban hacia arriba, con rotundidad, que cosa más hermosa.

Por primera vez, noté un hormigueo por mi entrepierna, y vi que a mis compañeros les pasaba lo mismo, acabamos de sacarle el sujetador, y nos quedamos embobados admirando esa obra de arte.

Nos olvidamos hasta de grabar.

Una vez recuperados, todos fuimos tocando por turno esos pezones, que se flexionaban como juncos al ser empujados, eran hipnóticos. Seguimos con las fotos, y le sacamos las bragas, allí no hubo sorpresas, nos encontramos con una selva amazónica en pleno esplendor. No se distinguía nada, todo era una maraña espesa e impenetrable. Pero veníamos preparados, sacamos los trastos de depilar, y como pudimos, sin mucha maña, pero sin cortar nada, dejamos aquella maraña salvaje despejada de polvo y paja. Aquello ya era otra cosa, todo blanquito, con los labios vaginales sonrosados, los labios mayores eran pequeños, y los labios menores sobresalían eróticamente, tenía un conejo muy bonito.

A esas alturas, ya estábamos todos con el pene erecto e inflamado.

Ahora que la teníamos desnuda totalmente, empezaba la sesión de fotos, la pusimos de todas las posturas que se nos ocurrieron, realmente era una mujer bonita, era una pena que fuera siempre ocultando esa maravilla de cuerpo.

Le pusimos un tanguita, y un sujetador transparente a juego que había traído Blas, le hicimos más fotos. Cuando estaba desnuda otra vez y ya íbamos ha vestirla con su ropa  a mí se me ocurrió algo.

-Esperad, que se como subir un poquito de tono las fotos, que nos están quedando muy ligth.

Mientras decía esto, me iba desabrochando los pantalones, y dejé mi pene erecto al aire, colocándome a la altura de su cabeza, lo deje caer sobre sus labios, y lo deslizaba como si ella estuviera tocando la harmónica. Tenia los labios secos, le di un beso en la boca y la ímpregné de saliva, me gustó su sabor,  ahora si que se deslizaba bien, estaba excitadísimo, la dejé tocar la harmónica un rato más, y me aparté, estas si que iban a ser buenas fotos, mis colegas ya estaban todos quitándose los pantalones también.

Uno de ellos le había metido un dedo en la vagina, y lo movía lentamente.

-Que estrechito, y que seco.

Otro le chupaba un pezón, otro se estaba masturbando mientras le sobaba el otro pecho.

Aquello empezaba a descontrolarse, había que pararlo.

-Alto, que íbamos a hacer unas fotos, y nos estamos pasando. Esto ya no es una broma, habría que parar aquí.

-Lo tienes claro, vete si quieres, pero yo no lo dejo así- dijo Pedro-

Mientras se ponía de pié a la altura de su cintura, con su gruesa verga a punto de explotar,

El que quiera que se vaya, pero que alguien le levante la cabeza, y me la acerque a la polla, que no aguanto más.

Yo quise protestar, pero me echaron unas miradas que no dejaban lugar a dudas, si seguía protestando me darían una paliza, y seguirían a lo suyo, ya nadie los podía parar.

Entre dos la levantaron doblándola por la cintura  poniendo su boca a la altura de la polla de Pedro, que se la folló salvajemente, su glande entraba hasta la laringe, y sus huevos golpeaban sus labios, a un ritmo frenético, mientras le agarraba el pelo con las manos, pensaba que la ahogaba.

 Se corrió apretando con fuerza sus huevos contra los labios, mientras sus manos tiraban de su nuca, como si quisiera traspasarla, acompañado de gemidos y alaridos de placer.

Cuando acabó, la empujó sobre la colchoneta como quien tira el envoltorio de un chicle.

Luis le flexionó las piernas y se la iba a meter por el coño, cuando intervine otra vez.

-¡Para!, no ves que está seca, si le metes eso a palo seco la vas a desgarrar, no seas bestia, joder.

Hay que lubricarla primero, y no tenemos lubricante, estuve pensando un buen ratocomo evitar que le jodieran el coño, y no tenía nada que pudiera usar, lo mejor que se me ocurrió fue decir.

-Juan, tu eres el que la tiene más pequeña, empieza tú, y  con cuidado, luego irás tú Luis, espera un momento.

Menos mal que me hicieron caso, en ese conejo no entraba ni el micropene de Juan, si llega a empezar Luis, la abren en canal.

Poco a poco el micropene se fue abriendo camino, hasta que estuvo todo dentro.

Juan estaba extasiado, nunca había follado nada tan ajustadito a su tamaño. Entraba y salía, mientras le sobaba las tetas, fue aumentando el ritmo, hasta que lanzó un bufido, y se quedo aplastado sobre su cuerpo.

 

-¡No jodas!, ¿No te habrás corrido dentro?, que esta seguro que no toma nada -Me lamenté-

-Ya tendrá la menopausia ¿no?

-Y yo que sé, pero como la dejemos embarazada....

Luis apartó de un empujón a Juan, y puso su enorme tranca sobre el conejo depilado, el esperma de Juan había lubricado el agujero, puso el glande en la entrada y con la mano fue metiéndolo lentamente, los labios vaginales se iban hinchando como globos al paso del intruso, que lentamente, pero sin miramientos seguía su camino como un expreso sin frenos. Estuvo diez minutos dándole sin tregua, parecía una máquina, yo no podía evitar pensar como estaría de irritado ese coño no acostumbrado a esos excesos. Se corrió con un gemido, la primera descarga fue dentro, pero la sacó, y acabó disparando goterones de esperma que le llegaron hasta los pechos, debía de tener mucho líquido acumulado.

A partir de ahí, todo fue repetitivo, se la follaron todos menos yo, y todos los cabrones se corrieron dentro, si era fértil, era imposible no haberla dejado embarazada.

Propuse lavarla un poco y vestirla, a ver como salíamos de esta, cuando pedro intervino.

-Ah no, tu te corres dentro como todos, estamos juntos en esto.

-No me apetece, no es necesario.

-sí para que nos acuses algún día de esto, ya estás tardando.

Ante las miradas agresivas, y temiendo por mi integridad, decidí que era mejor hacerlo.

Miré y tenía el coño al rojo vivo, inflamado, chorreando semen, los pechos rojos, con las marcas de los pellizcos.

Mi polla entró apartando fluidos, era agradable la tibieza del esperma, la follé suavemente, con cariño, mientras le acariciaba los pechos, y tuve un orgasmo intenso, descargando en su interior, miré y vi que me estaban grabando, ya no podía decir nada.

 

La lavamos con mucho esmero, le pusimos su ropa, la volvimos a colocar en su mesa, y nos quedamos todos mirándonos, esto ya no permitía vuelta atrás.

Ordenamos el aula y nos sentamos en nuestros asientos.

Alguien me dijo,

-Tu eres el inteligente, ¿Como arreglamos esto?

Tras un buen rato de trabajo mental, les dije.

-A ver llevarla sin que os vean al edificio de al lado, el de los mayores, dejarla en la sala de profesores. Yo pegaré fuego al vestíbulo, tragaremos un poco de humo, tenemos que mancharnos, y cuando empiece a llegar la policía, bomberos, y ambulancias decimos que no sabemos donde está la profesora, que había mucho humo, que estábamos desorientados, ella dormirá hasta mañana y no se acordará de nada, no sabrá como llegó allí, hemos de conseguir que esto sea un caos, en el laboratorio hay muchos productos químicos, pero eso arderá cuando estéis todos fuera, son muy peligrosos.

-Venga ya, moveros.

Me miraban con cara de admiración, siempre les sacaba de los líos, pero esta vez nos habíamos pasado.

 

 

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