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Chófer y niñera (Saga completa de principio a fin)

en Grandes Relatos

A los que habeis leído los anteriores capítulos, os recomiendo ir al capítulo cinco que es donde está lo nuevo y el final, a los demás os animo a que lo leais entero, es largo, pero de muy fácil lectura, espero que os guste y lo disfruteis.

 

 

Capítulo 1 

Respondí a un anuncio de empleo en el que buscaban un matrimonio para una casa, pedían lo habitual, un poco de mantenimiento, chofer esporádico, cuidar los niños,  cocinar algo, etc. El sueldo era muy bueno.

Habíamos quedado mi mujer y yo  en un hotel con el abogado que gestionaba el asunto. Tras dos horas de entrevista muy satisfactoria, en la que se veía claramente que éramos aptos para el puesto, el abogado nos preguntó de sopetón.

-¿Qué les parece el sueldo?

Mi mujer le contestó que nos parecía estupendo,

A lo que el abogado contestó,

- ¿Y si les digo que se podría multiplicar por 24?

Mi mujer y yo nos miramos atónitos, eso era cobrar en un mes el trabajo de dos años.

-¿Dónde está la trampa, dije yo?

-Sexo, esa es la cuestión, no es ninguna trampa, les soy sincero,

El señor X, quiere que su familia esté atendida completamente, en todos los sentidos, por eso paga esas cantidades desorbitadas.

-Si creen que no pueden, o que es un insulto, les pido disculpas, y les pagaré con generosidad, las molestias ocasionadas.

Abrió un maletín y nos entregó un sobre amarillo muy abultado, mientras nos decía, la semana que viene, volveré a pasar por la ciudad, medítenlo, y me comunican lo que hayan decido.

-Abrimos el sobre mientras bajábamos en el ascensor, nos quedamos petrificados al ver que lo que abultaba el sobre, eran billetes grandes, junto con una pequeña tarjeta con un número de teléfono.

Estuvimos toda la semana dándole vueltas al tema, y al final, tanto dinero en juego, nos convenció, creíamos que valía la pena, si era verdad, en un año, seriamos casi ricos, tendríamos todo aquello con lo que habíamos soñado siempre.

A la semana siguiente, estábamos en la misma habitación de hotel, con el mismo abogado, sentado frente a nosotros, que nos miró y nos dijo.

-¿Dispuestos a dar el paso?

-Sí, contestamos a dúo.

-Bien, les explico como va el proceso, nos dijo mientras le entregaba a mi mujer otro sobre amarillo, aún más abultado que el del otro día. Mi mujer abrió el sobre e hizo un gesto con los ojos, yo ya sabía lo que había sin ver el contenido. El abogado continuó explicándonos el proceso. Ese sobre ya es suyo, ahora comenzamos la última prueba, si creen que no son candidatos adecuados, pueden irse cuando quieran, con el sobre por supuesto, si superan la prueba, quedan contratados y comienzan a trabajar el próximo lunes.

-¿Empezamos?

-Mi mujer y yo, asentimos con la cabeza, no nos salían las palabras,

El abogado se levanto de la mesa, y lentamente se puso detrás de mi mujer que seguía sentada, le metió la mano por el cuello de la blusa que llevaba y le desabrochó el sujetador, después le manoseó las tetas directamente un buen rato. Mi mujer me miraba sorprendida, pero tranquila. Le puso las manos en los hombros e hizo el gesto de levantarla, mi mujer se dejaba llevar y acabó con las tetas encima de la mesa al lado mío. El tipo parecía que estuviera rellenando un impreso de hacienda, no expresaba nada. Le levantó la falda, y le quitó las bragas, yo empezaba a excitarme, la escena parecía sacada de una de mis fantasías inconfesables.

El abogado, se desabrochó el botón del pantalón, se bajó la cremallera y sacó una polla tirando a grande, sin ser descomunal, pero dura como una piedra, sacó un preservativo del bolsillo y me lo dio, y se me acercó, mientras mi esposa  me miraba de reojo apoyada en la mesa con su conejo al aire. Yo lo miraba confundido, él se miro su polla y asintió con la cabeza, entonces lo entendí. Nunca había tocado otra polla que no fuera la mía, pero le puse el preservativo sin ningún problema. Cuando pensaba que se iba a follar a mi mujer, me puso las manos en la nuca y dirigió mi boca hacia su polla, metiéndomela hasta el fondo,  pero solo un par de veces, como el que moja una pluma en un tintero. Conseguí controlar mis arcadas, y vi como se la metía lentamente en el conejito de mi mujer,  que a esas alturas estaba ya chorreando, ella me miraba con los ojos como platos.

A ella le dio un poquito más, unos cinco minutos, entrando y saliendo, mientras le sobaba las tetas, yo estaba en trance, viendo su glande aparecer, y desaparecer rítmicamente en  el coño de mi esposa,  el seguía  con la misma expresión de estar rellenando impresos. Retiró la polla aún erecta y sin haberse corrido del coño de mi mujer, y sacó otro preservativo del bolsillo, lo abrió y se lo introdujo en el dedo índice. Lo embadurnó de crema lubricante, y empezó a masajearle el exterior del ano.

Yo ahí empecé a preocuparme, porque el sexo anal no le gusta a mi mujer, me ha dejado muy pocas veces darle por detrás, y con mucha insistencia, por mi parte.

Cuando el abogado se cansó de la periferia, lo metió dentro, y empezó a masajearle el ano, mi mujer aguantaba como una bendita, después de los preliminares, no le pilló de sorpresa.

Después de un buen rato y cuando ya estaba muy dilatado el ano, le metió la polla hasta el fondo sin ninguna dificultad, y estuvo otros cinco minutos dándole por el culo, se quejaba menos que cuando me la follaba yo, eso sí, el tipo follaba con mucha suavidad, y yo nunca había hecho una sesión previa de dilatación tan buena, me lo apuntaba para el futuro. Yo pensaba que ya se había acabado, cuando me da un preservativo y el bote de lubricante, levanta a mi mujer, le hace gestos de que se quite la ropa, y nos lleva a la habitación. Pone a mi mujer desnuda en la cama, mirando hacia arriba, y tira de ella hasta que le queda el coño en el borde de la cama, le junta las piernas y se las levanta, agarrándole los dos tobillos con una mano, la visión de ese coñito depilado es sublime. El tío se la mete por el coño, mientras le agarra los tobillos con las dos manos,  me dice que me ponga el preservativo, y que le lubrique el ano con el dedo. Yo voy a lubricar el ano de mi mujer y el tipo me dice que no, que es el suyo, no el de mi mujer el que tengo que lubricar.

La situación es alucinante, estoy con el dedo índice dentro del culo de un tío que se está follando a mi mujer.

Yo ni muevo el dedo, es él, quien va y viene, mientras perfora el coño de mi mujer.

Noto que se le va dilatando el ano. Al rato, me dice que se la meta, ya lo tiene como una piscina, y la meto con facilidad, tampoco tengo ni que moverme, el tío se mueve por todos.

Nunca había follado a un hombre pero con el calentón que llevaba, y con el morbo de la situación, en tres minutos tengo el orgasmo más intenso que he tenido en mi vida, y mientras lo tengo, soy yo quien mueve al tío y a mi mujer, que me mira sorprendida, de que esto me esté gustando tanto.

Mientras me retiro a una silla a descansar el abogado se tira a tumba abierta sobre mi mujer, y la folla como un poseso, con un ritmo rápido y constante, mi mujer, ya empieza a soltar gemiditos y acaba con un orgasmo intenso, lo sé porque la conozco, tiembla y cruza las piernas con fuerza. El abogado saca la polla, y nos dice como la cosa más natural del mundo.

-Estáis contratados, el lunes comenzáis.

Capitulo 2

Llegamos a la casa donde nos habían contratado, era impresionante, de un lujo exquisito.

El dueño, un anciano agradable, nos estaba esperando, nos presentó al servicio, y nos dejó en manos del ama de llaves, una mujer de unos sesenta años, almidonada hasta las orejas, que nos explicó nuestros deberes, horarios, etc... A la semana, ya estábamos perfectamente integrados, y formábamos parte de una gran familia.

El primer incidente especial fue cuando una noche, estando durmiendo en nuestra habitación, me desperté, y noté que la cama se movía, estaba oscuro y no veía nada, pero estaba claro, que alguien se estaba follando a mi mujer, muy suavemente, sin hacer ruido. No hice hada hasta que hubo acabado y salió de la habitación, entonces encendí la luz, y vi a mi mujer con el camisón semitransparente, subido hasta la cintura, el conejo chorreando semen  y toda la barriga llena de lagos de esperma.

Le pregunté.

-¿Te ha hecho daño?, y me dijo, que no, que había sido algo muy suave, y que debía de haber sido alguien joven, había sido placentero,

La imagen de mi mujer me ponía a mil, tendría unos treinta y pico, voluptuosa, con unos pechos grandes y bonitos, caderas amplias, piel suave,  con los pezones duros y el camisón por la  cintura, bufff. Rezumando semen de un desconocido. Si no me la follaba, me estallaría la polla, y se la metí hasta el fondo, de un golpe, a las cinco embestidas ya me había corrido, y su chocho rezumaba como un río. Esa noche dormí como un bendito.

Por la mañana el hijo mayor del dueño, que se llamaba miguel, un tipo alto y musculoso, vino a buscar a mi mujer, para que le ayudara a no se qué. A las dos horas, llegó mi mujer, andando con dificultad, me dijo que el tío tenía la polla más grande que había visto nunca, y le había estando dando por culo sin lubricarlo, una hora sin parar, tenía todo el ano enrojecido. Miguel era, como fuimos sabiendo después, un cabronazo.

Le puse crema y la dejé descansar, mientras comunicaba al ama de llaves que mi mujer no se encontraba muy bien, y yo me iba a hacer mis faenas. Cuando volví, ya se encontraba mejor, y estaba arreglándose para la cena. Desde ese día, ya no iba a ningún sitio, sin su bote de crema lubricante. Esa semana tuvimos un par de visitas más, del desconocido, que se la follaba muy suavemente por las noches. Mi mujer decía que le rozaba las tetas suavemente, y que lo hacía muy despacito, hasta que se corría dentro, sin ruidos, sin gemidos, silenciosamente.

El tiempo fue pasando, y ya llevábamos un mes cuando cobramos nuestro primer sueldo, el ver esa cantidad de dinero en nuestra cartilla del banco, nos daba la seguridad de haber hecho lo mejor. En ese primer mes, las únicas relaciones que había tenido yo, eran algunos polvetes rápidos con mi mujer, y no muchos, porque ella necesitaba descansar.

Estábamos echando un polvete, cuando se abrió la puerta y entró el dueño, Nos quedamos quietos esperando, y nos dijo que siguiéramos, por favor. Nos contó que se le levantaba muy de tarde en tarde, que al pasar por la puerta nos había oído, y había sentido un cosquilleo, y que si iba a más, tenía que aprovecharlo.

Allí estaba yo, con mi mujer a cuatro patas en la cama, y yo de pié en el borde, dándole.

El dueño se quitó la ropa y se tumbó en la cama con un pene flácido, a la altura de la boca de mi mujer, que le daba lametones y lo chupaba, mientras le acariciaba los huevos, yo acabé corriéndome dentro de mi esposa, y la polla del abuelo no se levantaba ni de casualidad.

Mi mujer seguía intentándolo, pero con pocos resultados, hasta que le dijo que lo dejara, que otro día sería. Y así fue, a los dos días, volvió, y esta vez si que pudo dejar que mi mujer se pusiera encima suyo y el pene semiflácido, entró en el conejito, pero se corrió, a los dos minutos, entre jadeos, pensábamos que le iba a dar algo.

Cuando decía que miguel era un cabronazo, es porque lo era, una noche, que estaba haciendo el amor con mi mujer, con mayúsculas, tras dos horas de caricias, lamidas de clítoris, parando varias veces cuando veía que iba a llegar al orgasmo,  para que luego fuera más intenso, preparándola a conciencia. En el momento en el que iba a hacer que tuviera el orgasmo, entró Miguel, por la puerta, pues nos estaba escuchando, y sin decir nada, me apartó a un lado, y le metió su pollón hasta el fondo a mi esposa, que estaba boca arriba, ella que estaba excitadísima ya, se corrió al poco rato, y tubo uno de los orgasmos más intensos que he visto nunca. Mi mujer se quedó en ese estado de relajación total, y el tío me dijo que me pusiera a cuatro patas encima de ella. ¡Joder!, me esta untando el culo con crema, y esa noche me iba a joder de todas las formas posibles.

En un momento, tenía la polla metida hasta los huevos, y estuvo un buen rato dándole, hasta que noté que me inundaban de semen. Mi mujer que iba saliendo del éxtasis, me miraba con preocupación, pues nunca me habían dado por el culo, y Miguel no había sido suave precisamente. Sacó la polla aún erecta, y se limpio con el camisón de mi mujer, mientras le sobaba las tetas.

¡Que cabrón!, me había robado un orgasmo de mi mujer, y me había follado a placer.

Capitulo 3

Una semana estuve con el culo al rojo vivo. Pero algún día llegaría mi venganza.

Me dolió más el megaorgasmo que tuvo mi mujer con ese impresentable, porque no se lo había ganado.

Nuestra relación personal, siempre fue buena, pero desde que estábamos en esa casa, había mejorado muchísimo. Ahora teníamos mucha más confianza. Llevaba mucho tiempo intentando tener alguna relación liberal, sin éxito ninguno, mi mujer se negaba en redondo, pese a tener algunas amistades en ese mundillo. Estaba convencido que a partir de ahora, tendría más suerte.

Quizás algún día le contara, el incidente que tuvimos en casa de su amiga Alicia.

Ella era su mejor amiga, una morenita bajita, con unas peras enormes, una cinturita de avispa y una libido descomunal. Habíamos quedado para cenar con Alicia en su casa, y mi mujer se quedó dormida sin avisar, Alicia me miró con una cara pícara, y me dijo que si no era así, ella nunca accedería, la verdad es que no me hice de rogar mucho, y al momento estábamos desnudos, y desnudamos a mi mujer también.

Alicia me preguntó.

-¿Te has follado alguna vez a una mujer drogada?

Yo le dije que no, y mientras espatarraba a mi mujer en el sofá, comenzó a lamerle el clítoris, con una habilidad pasmosa, al rato me dijo, ya puedes, que está a punto. No se si sería por lo que habíamos bebido, pero no tuve ninguna duda, ni problema, mi prepucio se fue abriendo camino entre  sus labios lubricados, y empecé a moverme,  y me estaba gustando.

Alicia me dijo,

-Hey, hey, no gastes todos los petardos ahí, que yo estoy aquí.

Me cogió por la cintura y me saco literalmente de mi mujer para ponerse en el sofá con el culito en pompa,

Y me dijo.

-¿Te gusta mi culete?,  entra que ya lo tengo lubricado y a punto.

Me lo pensé durante........  2 milisegundos.

Y estaba agarrado a aquellos dos enormes melones, mientras me la follaba por el culo, estaba perfecto, estrechito y suave, como me gustan. Ella seguía lamiendo el conejito de mi mujer, que rezumaba por todos lados. Y en esas, se abre la puerta, y entra un chavalín con una mochila, que nos mira con los ojos como platos.

Nos quedamos congelados, no sabíamos donde meternos, yo no sabía si sacarla, o dejarla dentro, para que no se viera que estaba en el culo. El chaval en vez de irse,  no dejaba de mirar las tetas de mi mujer, y se le descolgaba la mandíbula, mientras babeaba con cara de estupefacción.

Alicia dijo en voz baja. - Es mi hermano pequeño, si se enteran mis padres, me quedo sin piso. Se levantó, se puso una bata y se fue hacia su hermano, para llevárselo fuera, pero él, le habló al oído a su hermana. Estuvieron un buen rato hablándose al oído, y Alicia cada vez estaba más nerviosa, al final vino a hablar conmigo, y me dijo, que si el chaval no se follaba a mi mujer, ella tendría muchos problemas. Mi vista iba de Alicia a su hermano, una y otra vez, aquello, era una situación irreal. Si era un mocoso que no tendría ni pelillos en los huevos. Alicia me miraba con cara suplicante,

¡Joder!, como se podía complicar aquello, al final asentí con la cabeza.

El chaval se quitó la ropa a la velocidad de la luz, y como pensaba, tenía poquillos pelos, pero tenía una polla como un lápiz, delgadita, larga, y dura. Se acercó a mi mujer y le tocó las tetas de forma basta, le puso la punta del capullo en un pezón, y se lo restregó a placer, se corrió al momento, un litro por lo menos, una barbaridad. Yo me alegré de que aquello no fuera a más, ya estaba limpiando y tapando a mi mujer, cuando Alicia me dijo que el chaval decía que no había valido, que el trato era follar, y aún no lo había hecho.

Le dije que ya estaba, el chaval le dijo algo a su hermana en el oído, y ella me volvió a mirar con una cara suplicante.

¡Leches!, esto no iba a acabar nunca, le hice con resignación un gesto de asentimiento. El pirulí del chaval, ya estaba tieso otra vez. Se puso en el borde del sofá, y miró a su hermana, con las palmas abiertas, haciendo gestos de que no llegaba, era demasiado. Entre Alicia y yo movimos a mi mujer, hasta que le quedó el coño en el borde del sofá. El chavalín le levantó las piernas, y le pidió a su hermana que se las aguantara arriba,

Hay que ser vago, ¡leches!.

La metió en el chochito lubricado y se agarró a las tetas, como si le fuera la vida en ello,

Cuatro meneos y se corrió como si tuviera epilepsia, debía tener un depósito enorme, porque cuando la sacó, empezó a chorrear un río de esperma del conejito depilado.

Lavamos y vestimos a mi esposa e hicimos tiempo hasta que se despertó, desorientada y confundida, sin entender como se había podido quedar dormida, y nos fuimos a casa, no he vuelto a ver al chaval. Aunque seguimos siendo amigos de Alicia.

Quizá algún día, me atreva a contarle lo sucedido, pero no sé si lo entendería. De momento no digo nada.

Capítulo 4

La vida en la casa seguía sin grandes novedades, yo llevaba al jefe a veces a hacer alguna visita, y poco más. Mi mujer  ayudaba en la cocina, pero poco también. Había una cocinera estupenda con dos ayudantes, que lo hacían prácticamente todo. No nos matábamos a trabajar, la verdad, y la cuenta corriente iba engordando.

Miguel se llevó un día a mi mujer, a un club de intercambios, porque él no tenía pareja, pero no hubo ningún problema. Los vi llegar con su Ferrari, y mi mujer venía contenta. Estaba espectacular con ese vestido de noche rojo escotado. No se si me molestó más eso  que cuando la veía cabreaba, pero no merecía la pena darle más vueltas.

La tormenta llegó el día que vino a vernos Alicia y su hermano, el chaval había crecido, y no parecía tan crío. Nos fuimos a pasar el día a una playa cercana, y no quitaba los ojos de las tetas de mi mujer, el chaval  ni se molestaba en disimular el bulto de su bañador. A mi mujer le hacía gracia y le provocaba, poniéndose crema por las tetas, con regodeo. Yo pensaba que le iba a explotar la polla. El día iba bien, hasta que el niñato le dijo.

-Necesito follarte otra vez.

Mi mujer lo miró perpleja, y me miró a mí, que estaba delante, algo vio en mi mirada que hizo que supiera que era verdad.

-¿Cu cuando?... ¿Cu cuando?...- intentó preguntar, mientras nos miraba con cara aturdida.

El chaval le dijo.

-Luego te lo enseño, me he dejado el ordenador en la casa.

Resultó, que el chaval tenía 4 cámaras grabándolo todo, le gustaba ver a su hermana con sus ligues, ya fueran chicos, chicas, o parejas, ya comenté que Alicia, era muy liberal.

Cuando llegamos a mi habitación  los cuatro,  nos puso los videos que mostraban como se follaba a mi mujer drogada, como le daba yo a su hermana, y como su hermana hacía de todo con gente que yo no conocía.

Si me dejáis repetir pero con más tranquilidad, los borro, y aquí no ha pasado nada, si no me dejáis, tendré, que  colgarlos en Internet, y quedaréis un poco mal los dos. Mientras decía esto comenzó a sobar el pezón de mi mujer, por encima de la blusa,  con la punta del dedo. En un momento, parecía que los pezones de mi esposa iban a romper la tela, el chaval le agarró la mano, y la llevó hacia sus huevos.

Mi mujer me miró aturdida, con una cara de matarme, estaba dolida, por haberla drogado, pensaba que no me lo perdonaría nunca.

La mirada que le echó a su amiga Alicia, no fue mucho mejor.

Hizo un gesto airado, y le quitó el bañador, al chaval, y comenzó a darle lametones, como una posesa, mientras le acariciaba los huevecillos. Luego se la metió entera, en la boca, incluyendo los huevos, el chaval alucinaba. Había aprendido algo de autocontrol desde la última vez, pero cuando mi mujer le metió el dedito por el culo, ya no pudo más, y se corrió en su boca. Mi mujer, que en eso era una experta, le agarraba el culo con las dos manos y empujaba contra su boca, mientras el chaval, tenía un orgasmo intenso corriéndose en su boca. Lo que no me esperaba, es que viniera a darme un beso profundo, con la boca llena, de semen, y me dijera,

-Cariño, yo también te quiero mucho.

Miro al chaval, y le preguntó,

-¿Te has follado alguna vez un culito?

El chaval meneó la cabeza, diciendo que no.

Pues un culito, es un culito, no hay ninguna diferencia en si es de un hombre o de una mujer, te lo voy a demostrar. Se vino hacía mí y me dijo.

-Si quieres volver  a verme, aguanta y calla.

Me dio la  vuelta, me quitó la ropa, y me apoyó, sobre la mesa, con mi culo al aire. Llamó al chaval, y le dijo.

-Ven mira, intenta meter el dedo. El chaval lo intentó, y dijo que estaba muy duro.

Eso es por los músculos del esfínter que están tensos, hay que dilatarlos con crema lubricante, toma ponte un poco.

-Prueba ahora.

El chaval me metió un dedo, y empezó a dilatarme el ano, siguiendo las instrucciones de mi mujer, cuando ya estaba a punto, le dijo.

-Venga prueba, ya verás que estrechito.

El chaval acercó su pene a mi culo, e intentaba meterlo, sin éxito, hasta que entró la punta.

-Ahora deberías quedarte ahí un momento, para que acabe de dilatar, pero como es un cabrón, métela entera de un golpe.

Así lo hizo, y me hizo mucho daño. Mientras me follaba a su antojo, le decía a mi mujer,

-Esto es mejor que un chocho, está mas ajustadito, que pasada.

Pero necesito tetas, me gustan las tetas.

Mi mujer, se le acerca, y le dice,

-Se puede tener todo. ¿Te parecen bien éstas?

-Ya lo creo, son perfectas

Y no dejaba de darme por culo, mientras le sobaba las tetas a mi esposa, hasta que al final se corrió, y noté como se me derramaban dentro.

El chaval nos miró, y nos dijo.

-Vuestros archivos, dadlos por borrados, pero los tuyos, Alicia, ya te diré en casa lo que has de hacer para que los borre, tengo que aprender a durar más, y ahora que he descubierto los culitos, je, je...

Cuando Alicia  y su hermano, se marcharon, yo no sabía que decir, y fue mi mujer, la que tomó la iniciativa, y me dijo,

-Esto no cubre lo que me hiciste, me debes algo aún, ¿En que estabais pensando, cuando me drogasteis?

Estuvo un buen rato pensando, como si tuviera ruedecitas en el cerebro girando a toda velocidad. Debía de estar pensando algo que me humillara, pero ya me habían hecho de todo, no debía ser fácil encontrar algo que lo superara, hasta que se le iluminó la cara y me dijo.

-No te muevas, ahora vuelvo.

Me quedé asustado, de qué podía haber pensado. Volvió al cabo del rato, con los dos ayudantes de la cocinera, un chino y un negro. Y al poco rato, llegó miguel, con una sonrisa. Todos se desnudaron, Miguel con su polla gorda y grande, el chino, normalita, y el negro de dos metros, con un aparato digno de la mejor peli porno, enorme, grueso y atemorizador.

Miguel se tumbó, de espaldas en la cama, y mi mujer, se sentó encima de el, introduciendo su pene erecto lentamente en su conejito, cuando llegó hasta el fondo empezó a moverse lenta y rítmicamente, la jodida, tenía sensualidad a raudales.

Le hizo un gesto al chinito, de que le diera por detrás.

No podía creérmelo, llevaba años queriendo hacer una doble penetración con mi mujer, y siempre me había dicho, que su morfología, no se lo permitía, que no podía ser. Y allí estaba follándose a dos tíos a la vez, mientras le hacía una mamada de escándalo al negro, nunca entenderé, como podía meterse eso entero, le tenía que llegar hasta la boca del estómago.

Si eso es lo que mi mujer entendía por una venganza, estaba de suerte, me molestaba un poco que hubiera hecho la doble penetración sin mí, pero era algo que no me humillaba tanto como algunas otras cosas, había tenido suerte, y el castigo había sido suave.

Miguel y el chino, se corrieron a la vez, sin hacer ninguno el menor gesto de retirarse para no correrse dentro, pero el negro aguantaba, mi mujer se deshizo de todos y se espatarró en la cama boca arriba, parecía una diosa,  diciéndome que fuera con ella, me tumbé encima, pero no me dejó meterla, me cogió la cabeza por la nuca, y le hizo un gesto al negro,

Yo estaba alucinando, eso no entraba en mi culo ni por casualidad. Allí estaba yo, a cuatro patas encima de mi mujer, notando el peso de una polla enorme en mi espalda, y mi mujer mirándome con cara de sádica. Alguien, empezó a untarme crema, y a dilatarme el ano, noté un dedo primero, luego dos. Luego un dolor intenso, un fuego que me abrasaba. El negro, iba rompiendo a su paso, desgarrando, no había otro camino, mis gritos debieron ablandar a mi mujer, pues le hizo un gesto para que parara,  tenía el ano desgarrado y sangraba mucho.

No esperaba una venganza tan dura, y tenía que estar contento, porque me quería, si no fuera así, me hubiera dejado. De ahí fui al hospital, y pasé mucha vergüenza explicando el caso.

Me lo merecía.

Capítulo 5

A pesar de todo lo pasado, nuestra relación de pareja era cada día más sólida, Acababa nuestro primer año de contrato, y habíamos decidido descansar, teníamos dinero para una buena temporada. Se lo comunicamos al señor con un mes de anticipación, y simplemente lamentó que nos fuéramos, estaba convencido de que éramos la mejor pareja que habían tenido nunca, pero nos deseaba toda la suerte del mundo y nos dejaba la puerta abierta para cuando quisiéramos.

-Os agradezco que me aviséis  con tiempo, no será fácil encontrar a alguien como vosotros, ¿Podrías ocuparte de la selección de vuestros sustitutos?, mi abogado habitual está en el hospital, y tiene para una temporada, tú ya sabes como va el tema, has vivido una vez el proceso de selección, y sabes lo que nos gusta. Pásate por el hospital, y que te acabe de explicar los detalles.

Le iba a decir que no estaba preparado y que no me veía cualificado, pero no me dio opción a protestar, no era una petición, era una orden, expresada muy educadamente, pero una orden. Cuando me iba me dijo:

-Dile a tu mujer que suba por favor, que el pensar que se va a ir me está produciendo un cosquilleo que promete, y quédate con nosotros, que me ayuda cuando miras.

Llegó mi mujer, vestida para matar, con una camiseta ajustada que resaltaba sus pezones y un tanguita que no tapaba nada, Sin esperar instrucciones se quitó la camiseta y comenzó a restregarle los pezones por la espalda, por la mejilla, le acariciaba el pene, el señor se los chupaba como un niño, ella bajó hasta su polla flácida y empezó a mamársela muy suavecito,  me estaba excitando viendo su vulva hinchada marcándose en el tanguita, pero me contuve, no era mi momento.

Mi esposa consiguió que se corriera el abuelete, lo limpió cuidadosamente y le ayudó a vestirse.

Vete ahora al hospital, y de paso acercas a mis nieto al aeropuerto, que vuelven a Londres con sus padres.

Cuando bajé al vestíbulo, me encontré dos maletas enormes y una chiquilla que parecía sacada de un cómic manga japonés sentada encima de una de ellas, con una falda, por llamarla de alguna manera, que no llegaba ni a taparle el pubis, a su lado estaba su hermano, a los dos loa había visto en alguna ocasión por la casa, pero no había tenido ningún trato con ellos

Puse las maletas en el maletero mientras los chavales entraban en el asiento de atrás  y me dirigí al aeropuerto.

Sin mediar palabra el chaval me soltó de sopetón:

-Voy a echar de menos a tu mujer, es la mejor.

-¿Si?, si apenas la habrás visto un par de veces por los pasillos.

-Me la he follado muchas noches, tú deberías saberlo, porque estabas allí.

El corazón se me paró, era él, el que se follaba a mi esposa algunas noches suavemente. Sabíamos que debía ser alguien joven, pero no me esperaba esto, y su hermana estaba al lado con una sonrisa pícara en la cara.

-He follado a otras, pero con tu mujer era diferente, era acogedora, tibia, tenía un olor embriagador, sólo de pensar cuando me corría abrazado a esas tetas, hace que se me ponga dura otra vez.

Algo no iba bien, el lenguaje y las expresiones no correspondían con alguien de su edad, ¿Qué educación había recibido este niño?, bueno en esa casa tampoco era tan raro

Antes de acabar la última frase ya se había sacado el pene, que era estrecho y largo, de buen tamaño, y su hermana se lanzó sobre él, y empezó a hacerle una mamada, el se fue desplazando hacia el centro del asiento, y su hermana encajó su culo en el hueco de los dos asientos delanteros. La zorrita se había quitado las bragas, y tenía a un palmo de mi cabeza una vulva hinchada y rosada, de una belleza arrebatadora. Intenté ser profesional y centrarme en la carretera pero era complicado, el retrovisor lo llenaba la imagen de ese coñito joven en plenitud, y si giraba la cabeza era peor, veía el perfil de los labios vaginales sobresaliendo de un culito perfecto. Cambiaron de postura, y la chica apoyó su abdomen en el respaldo de los asientos delanteros mientras apoyaba una mano en mi muslo, y otra en el asiento de al lado, Oí como abrían el techo eléctrico de la parte de atrás,  el chaval se puso de pie, sacando la cabeza y los hombros por el techo del coche, no debía de ser la primera vez que lo hacían,  parecía muy natural todo. La chica empezó a moverse y supe que ya tenía la polla de su hermano clavada, estiró la mano, y bajó hasta mi bragueta, a la que llegaba con dificultad, yo me pegué todo lo que pude al respaldo para facilitarle la tarea, ella hábilmente sacó mi pene, que estaba erecto y excitadísimo como era de esperar, mientras me masturbaba siguiendo el ritmo que su hermano le imponía en sus embestidas.

-Que polla más bonita -me dijo al oído- La tengo que probar. Pero su hermano se corrió  y volvieron a sentarse normalmente, dejándome con un calentón insoportable.

A los pocos kilómetros, la chica me pidió que parara, que no podía aguantar más, que tenía que hacer pis, paré en un sitio que tenía un amplio arcén y una zona verde al lado. Ella salió corriendo, y desapareció tras unos arbustos, al rato me hizo señas de que fuera, yo pensé que habría visto algún bicho o algo así. Al llegar me la encontré desnuda, y directamente se fue a desabrocharme el pantalón, que me quitó junto con los calzoncillos con una experiencia que daba miedo para su edad. Tenía unas teticas puntiagudas y pequeñitas, el conejito con una pelusa suave, y realmente era guapa.

Estaba mirándola embobado, cuando saltó sobre mí, pasó los brazos por mi cuello y rodeó mi cintura con sus piernas, yo instintivamente le agarré las nalgas para que no se escurriera para abajo. Mientras la agarraba con una mano, no debía de pesar más de cincuenta kilos, con la otra dirigía la punta de mi polla a su conejito, sentí la tibieza y la suavidad de su entrada y la dejé ahí disfrutando el momento, pero ella no estaba para esperas y en un movimiento la introdujo hasta el fondo.

-¡Ohh! Que rica, muévete, no pares

No necesitaba muchas instrucciones, la cogí por las nalgas y empecé a follármela con ritmo, ese chochito apretaba mi polla fuertemente y sentía como se me clavaban en el pecho los pezones erectos, no se porqué pero la besé, y sabía a fresa, a frescura, mi lengua recorrió su boca, ella me apretaba con las piernas cada vez más fuerte, íbamos subiendo la intensidad de las embestidas, ella me espoleaba a fuera más rápido.

-Sigue, así, no pares, no pares, más, mas fuerte, más

Llegó al orgasmo y empezó a temblar, las piernas se le quedaron sin fuerzas, ahora era yo el que aguantaba todo el peso, ella estaba desmadejada, le di unas cuantas embestidas más, y me corrí dentro, podía tener consecuencias, pero me daba igual. Estuve un buen rato apretando ese culito sobre mi polla, queriendo que no acabara nunca ese momento intenso. En esa posición y sin sacarla fuimos andando hacia el coche, su hermano abrió la puerta y la dejé dulcemente tumbada en el asiento de atrás.

Su hermano me miraba como si fuera su héroe con cara de admiración.

-Debes de ser muy bueno, yo no he conseguido nunca que le fallen las piernas, ni dejarla en ese estado, si parece que esté drogada.

La verdad es que tenía una cara de felicidad que transmitía paz.

Llegué al aeropuerto sin más incidentes, y me despedí de ellos, cuando ya me iba ella me dijo al oído:

-Nunca te olvidaré, ha sido inolvidable

Llegué del aeropuerto al hospital en un momento, no había tráfico ninguno. Encontré al  abogado optimista y de buen humor, con múltiples fracturas de un accidente, pero al parecer no sentía dolor.

Me explicó minuciosamente el proceso, el papeleo, donde colocar los anuncios, las cantidades de dinero adecuadas para cada fase, etc. Lo importante son las personas, si la mujer disfruta demasiado, no es apta, no quieren una ninfómana ni una puta, ya pueden pagar todas las que quieran, si no aceptan ser humilladas, tampoco sirven, si intuyes que la mujer está sometida al marido tampoco, queremos gente que lo haga por voluntad propia, si no disfrutas follándola por lo que sea, tampoco es apta, algunas no transmiten nada, o el olor no es agradable o cualquier cosa, es más difícil de lo que parece, mientras te la folles has de ver la resignación del marido, por supuesto si el marido es agresivo, nada. A él también has de humillarlo de alguna manera, hay algunos que soportan lo peor para su esposa, pero ellos no pasan ni una. No queremos eso. Queremos un equipo equilibrado.

-Para -le dije atabalado- Lo he entendido todo, tengo datos suficientes para hacer bien el trabajo.

Seguí todas sus instrucciones al pié de la letra, había alquilado una suite en un buen hotel, y tenía diez parejas preseleccionadas, ahora estaba esperando a que llegara la primera.

La primera impresión no fue buena, no me gustaba la mirada de la mujer, tenía algo malvado que me ponía nervioso, por lo que ni llegué a plantear el motivo real de la entrevista, estaba preparado para este caso, y me deshice rápidamente de ellos con una oferta anodina, que daba igual que la aceptaran o no, pues era un trabajo normal y rutinario, sin importancia ninguna en una casa secundaria de la familia.

La siguiente fue mejor, la chica era maja, rubia con el pelo corto, pechos generosos, buen tipo, educada, el marido también daba la talla, era un tipo normal, educado, agradable. La cosa iba bien.

Pero cuando había acabado de sobarle las tetas a placer, que por cierto eran exquisitas, acababa de meterle la polla hasta el fondo, y no di ni tres empujones cuando el marido llorando la apartó de mí, y le suplicó que lo dejara, que no podía soportar ver eso, ella se puso a llorar también, y se abrazaron consolándose mutuamente, diciéndose lo mucho que se querían y yo con la polla al aire, totalmente destrempado ante esta situación de cariño. Les di las gracias por venir, y se fueron con su sobre amarillo queriéndose mucho más que antes.

A la siguiente pareja no les llegué a hacer ninguna oferta, ella estaba atemorizada, la habían obligado a venir, se notaba en su mirada, me deshice de ellos diciendo que lo sentía pero el puesto ya estaba ocupado. Esto estaba siendo más difícil de lo esperado.

La siguiente fue la definitiva, lo supe en cuanto pasaron por la puerta, ella era una morenita encantadora, no muy alta pero supersimpática, muy delgadita y con unos pechos enormes en una cinturita de muñeca, desprendía sensualidad, él era el doble de alto que su mujer y muy atractivo. Los dos tenían una conversación fluida y amena, eran buena gente. Lo único que me preocupaba es que si ese armario de dos metros se enfadaba y me daba un puñetazo, iban a tener que ir a buscarme a diez kilómetros.

Empezamos el juego, y puse a la morenita con las tetas apoyadas en la mesa como de costumbre, me acerqué por detrás y con mi polla ya fuera de los pantalones estuve un ratito restregándola por ese culito en pompa. Las miradas eran las esperadas, algo de temor, ansiedad, pero con la convicción de aguantar.

Le di un preservativo al marido para que me lo pusiera y lo hizo torpemente y nervioso, le cogí la nuca y le di un par de embestidas en la boca, el agrandó los ojos, pero aguantó estoicamente. Con la polla llena de su saliva me acerqué a la morenita, y le quité el tanguita que llevaba. La abracé por la espalda y le acaricié los pechos, eran suaves y cálidos, me entretuve en los pezones, y noté como iban poniéndose duros, ella miraba a su marido avergonzada, supongo que pensando que el lo habría notado también, deslicé mi dedo por su rajita y sentí que estaba húmeda, me la follé lentamente mientras le sobaba las tetas, ella intentaba contenerse, pero la excitación pudo más y se corrió sin decir nada, sin gemir, sin gritar, yo lo noté por las contracciones, pero no hubo ningún signo más, me gustaba, era una mujer discreta.  Ella seguía mirando a su marido avergonzada. El parecía darle ánimos y apoyo en silencio.

Realmente no hacía falta seguir, eran los adecuados, pero yo tenía un problemilla con mi polla, y alguien lo tenía que arreglar, la puse de pié, le quité la ropa y la senté un sofá junto a su marido, yo me puse de rodillas en el sofá con mi polla a la altura de sus tetas quitándome el preservativo, cogí su mano y la dirigí hacia mi pene,  ella ya sabía lo que quería, empezó a masturbarme de una forma sensual, y no tardé mucho en sentir que me iba a correr, me incorporé un poco y me corrí sobre esas tetas fantásticas mientras mi polla resbalaba por la lubricación de mi leche sobre unos pezones erectos.

-Estáis contratados, el lunes comenzáis.

Y se cierra el círculo.