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Tu madre te va a enseñar a follar bien

en Amor filial

-Hijo, ¿Has tenido alguna experiencia sexual?, a tu edad ya deberías saber algo sobre el tema. Y he notado que faltan algunos de los preservativos que te dejé, me alegro mucho de que me hayas hecho caso y los uses, hoy en día se puede pillar cualquier cosa.

-Sólo dos veces, y para, que me siento muy violento hablando de esto contigo.

-Déjate de tonterías y desembucha, que nadie te va a entender como yo.

-¿Te acuerdas de Marta?, la chica que traje hace dos semanas a estudiar a casa.

-Si, ¿la flacucha morena con las tetas enormes?

-Pues con esa, hemos venido a casa dos tardes que no estabas, y casi hacemos el amor.

-¿Casi?, ¿que me quieres decir con eso?, ¿Lo hicisteis o no?

- Bueno sí pero no, es que me cuesta mucho hablar de esas cosas ¡mamá!

Miré a mi hijo adolescente, tenía buena planta, iba adquiriendo un cuerpo de hombre pero seguía con un cerebro de niño, ahora estaba azorado y no le salían las palabras.

-Sabes que acabarás contándomelo, así que ahórrate el interrogatorio, respira profundamente, y empieza a cantar.

-Bueno, la primera vez Marta me iba a ayudar a ponerme el preservativo, supongo que no se fiaba de que yo solo lo hiciera bien, y antes de acabar de ponérmelo, se acabó.

-¿Qué se acabó? ¿Las ganas?, ¿Se fue la luz?, ¿Vine yo?

-No mamá, que se acabó, que acabé.

-¿Te corriste mientras te ponía el preservativo?

Mi hijo agachó la cabeza y la respuesta fue casi inaudible.

-Sí mamá

A mí me entró la risa tonta y traté de reprimirla, no podía humillar a mi niño.

-Sí mamá, y Marta se fue bastante enfadada, es que me rozaba con las tetas mientras me lo ponía y no pude aguantarme.

-¿Y la segunda vez?

-Fue un poco mejor, llegué hasta rozarle la vagina con la punta, pero se acabó también. Me dijo, que no estaba para perder el tiempo con niños, que cuando madurara la llamara, creo que no sirvo para esto.

 Ahora se me fue de golpe la risa, si se traumatizaba con estas experiencias, podía ser infeliz toda su vida, y eso era algo que no iba a permitir que le pasara a mi niño.

 -Hay más chicas, no te preocupes, inténtalo con otra, a ver si hay más suerte, aún eres joven y tienes muchas cosas que aprender.

-Es imposible mamá, ella lo ha ido contado todo a sus amigas, y en el instituto es del dominio público y ahora ninguna quiere salir conmigo, me llaman el rayo veloz. Las únicas que me hacen caso son las que quieren llegar vírgenes al matrimonio y no les gusta el sexo, que ahora me miran con ojitos tiernos, pero yo no quiero eso mamá.

-Claro que no, mi amor, aún tienes muchas experiencias por vivir, olvídate de momento de las mojigatas, que esas siempre estarán ahí.

 -Intenta convencer a Marta de que te de otra oportunidad, que si te la da, ya me ocuparé yo de que estés preparado, te puedo enseñar muchos trucos que desconoces.

-No sé, lo veo difícil, ¿Cuánto tiempo necesito de preparación?

-Un mes por lo menos, mejor si fuera algo más, falta uno y medio para vacaciones de navidad, esas serían buenas fechas.

-¿No le dirás nada a papá verdad?

-De tu padre me ocupo yo, tu procura que la flacucha te de otra oportunidad para navidad.

Le di un beso en la frente y le dije que se fuera a dar una vuelta, a distraerse, que se lo pasara bien con sus amigos y que no se preocupara por nada. Esa noche volvió mucho más animado, Marta le había dejado una rendija de la puerta abierta, y le dijo que le gustaba mucho, que le daría otra oportunidad, pero que sería la última.

 Al día siguiente estando los dos en casa, lo llamé a mi habitación y le dije:

-A ver hijo, desnúdate.

-¡Mamá!, ¿Qué dices?, ¿te has vuelto loca?

-Mira Pedro, te voy a preparar para una guerra, quiero saber con que armas vamos a poder contar, hace mucho que no te veo desnudo, y necesito saber cuales son nuestras cartas.

-Es que me da vergüenza.

-Y las ruedas son redondas, ¡La ropa fuera!

Me miraba confundido y asustado, la cara se le estaba poniendo roja, pero si tenía que pasar un mal rato que fuera conmigo, una vez, y no que se arrastrara por la vida como un perdedor.

-¡Ya!, que no tenemos todo  el día, luego me lo agradecerás.

Lentamente comenzó a desnudarse, se quitó la camiseta y vi un cuerpo varonil y fibrado, al quitarse los pantalones se le veían unas piernas fuertes y musculadas, los calzoncillos se hicieron de rogar, se puso de espaldas y se los quitó lentamente, dejándome a la vista un culo prieto y juvenil, tenía un culito muy majo, y no es porque fuera mi hijo, pero tenía un cuerpo fantástico, con el pelo cortito y cuidado, no me extraña que Marta le diera otra oportunidad, debía de ser de los chicos más atractivos de su edad.

-A ver, date la vuelta.

-Tras unos minutos de indecisión se giró, y me dejó sorprendida, gastaba un aparato de unas dimensiones considerables, grueso y  equilibrado, de una elegancia sensual, me alegré mucho, teníamos armas de última generación, sólo era cuestión de ponerlas a punto. Había algo que no cuadraba, y tardé unos segundos en darme cuenta de que el vello era excesivo, fui a buscar las tijeras de cortar el pelo, y sentándome en el borde de la cama con las tijeras en la mano le dije que se acercara.

Tenía una erección completa, su pene apuntaba al techo, y él me miraba avergonzado.

-A esto le vamos a  hacer un arreglillo. - le dije mientras empezaba a recortar los pelos que sobresalían y afeaban su cuerpo. Con la mano izquierda iba colocando el pene donde no molestara, mientras con la otra iba cortando un poquito aquí y allá, le aparté los huevos para cortar por abajo, y cuando llegue a la zona frontal que tapaba su pene en erección, lo bajé para recortar, pero de forma inesperada, un torrente de semen me bañó la cara.

-Lo siento mamá, lo siento, no lo he hecho adrede, no he podido evitarlo, lo siento.

Fui a buscar una toalla para limpiarme, y no pude evitar que parte del semen entrara en mi boca, era sabroso, con un olor limpio, agradable al paladar, dulcemente afrutado sin acidez,  mi niño tenía una leche de primera.

-No te preocupes, mi amor, eso es lo que vamos a corregir, tienes que controlar tu polla, por eso estamos haciendo esto.

Aproveché el estado de semi-erección del pene y acabé el trabajo de peluquería, la cosa tenía otra pinta, se veía perfecta.

-¿Cuándo te masturbaste la última vez?

-Hará una media hora, cuando me levanté.

¡Joder!, si en media hora ya había generado todo lo que había visto, y se había corrido con esa facilidad, la cosa iba a ser más difícil de lo esperado. Pero es que ya estaba otra vez con el aparato duro como  una piedra, divina juventud.

Si sólo le había cortado unos  pelitos...

-Supongo que con tu amiga habrás hecho jueguecitos y manoseos ¿No?

-Claro mamá, no soy un niño.

-¿Y te has corrido alguna vez?

-si, me ha masturbado en alguna ocasión.

-Me refiero si te has corrido sólo, sin que te hagan nada, como lo acabas de hacer hace un momento.

-Bueno... Alguna vez, cuando le toco las tetas, o si me roza con ellas, o si las veo, no puedo evitarlo.

-Bien, bien, ya tenemos el desencadenante, ¿Me estabas mirando las tetas antes cuando te has corrido?

-Lo siento mamá, es que se te han puesto los pezones de punta, te han crecido, y no he podido evitar mirar.

-No te preocupes, es normal, en un tema fisiológico.

Se me ocurrió una idea, fui a por una bata gruesa  de invierno, y me la puse abrochándomela hasta el cuello, volví a sentarme en la cama.

-Relájate hijo, quiero comprobar unas cosas.

Empecé a rozarle la polla con mis manos, los huevos, los muslos, primero lentamente, pero al rato ya estaba haciéndole una paja en toda regla, mientra le masajeaba los testículos. Mi niño aguantaba. Acerqué mis labios a la punta del glande, chupé la puntita, y otra vez, un manguerazo de esperma inundó mi boca, era agradable y me lo tragué.

-Lo siento mamá, no puedo controlarlo.

-No pasa nada, es el primer día, estas cosas llevan tiempo, me voy a dar una ducha, mañana seguimos.

 Tuvimos bastantes sesiones parecidas, y la cosa fue mejorando lentamente, ya podía comérsela sin que se corriera al momento, las tetas costo más, en cuanto lo rozaba con un pezón, ¡zasss! , baño de leche. Pero pudimos controlarlo también aunque me costó lo mío, si es verdad que el esperma rejuvenece, habré perdido diez años por lo menos, porque me daba unas rociadas……

 Faltaban dos días para la cita con Marta, y sólo le faltaba controlar una cosa, no creía que diera tiempo, pero había que intentarlo. En nuestra sesión matutina ya habitual, yo sentada en la cama y el de pié con su polla erecta, ese día me quité la bata, y vio con sorpresa que no llevaba nada debajo.

-Tranquilo hijo, estamos en la fase final.

Me tumbé de espaldas y dejé mi vulva en el borde de la cama. No es por presumir pero mi marido dice que tengo el conejo más bonito que ha visto nunca, sonrosadito, hinchado, de formas definidas...

-Acerca tu cosita aquí- le dije- mientras ponía mi dedo índice en mi clítoris, y tal como me imaginaba, fue rozarme y sentir al momento el esperma caliente en mi barriga.

-Tranquilo, no pasa nada, tu cita va a ser un éxito, si sigues mis instrucciones.

Los dos días que nos quedaban los dediqué a enseñarle como comer un coño, qué nos gusta, como interpretar nuestros deseos, cuando parar, cuando aumentar el ritmo, como jugar con los dedos, aprendía rápido, y mientras lo hacía me proporcionó alguno de los mejores orgasmos que he tenido nunca. Hice de él un maestro.

-Cuando venga Marta, la traes aquí, haz todo lo que te pida, pero no intentes follar, ocúpate de que disfrute ella, ya sabes como, ¡No intentes follar!, ni acerques tu polla a su coño, no estás preparado y lo estropearías todo. Yo me quedaré en el armario y por las rejillas lo veré todo, y luego ya comentaremos como ha ido.

 Llegó el día y mi hijo se iba a buscar a la flacucha tetona, le di un beso y le dije por décima vez:

-¡Recuerda!, mantén tu pito alejado de la almeja.

 Me senté en el interior del armario y esperé a que llegaran. Disfruté del espectáculo, tanto, que no pude evitar masturbarme mientras la zorrita se corría cuatro o cinco veces, mi hijo cumplió mis instrucciones, y no se acercó su polla a su chochito, sólo al final se corrió en la boca de la flaca, bueno mas bién en su garganta, porque la tenía metida hasta el fondo.

 Fue a llevarla a su casa y cuando volvió, venía radiante, feliz, ¡Qué alegría! .Ahí iba a empezar su leyenda de buen amante, que haría de él una persona popular en el instituto, aunque me quedaba una última lección por enseñarle.

 Me tumbé en la cama desnuda y le dije, métemela rápido, si te da tiempo, se desnudó, se agarró a mis pechos y noté como entraba dentro de mí que ya estaba excitadísima por lo que había visto hace un rato. Un, dos, tres metesacas y sentí como me llenaba de esperma caliente.

-Mamá, me tienes que acabar de enseñar esto.

-Claro hijo, cuando acabe contigo vas a ser el mejor amante del país.