Algunos países, tienen unos servicios de inteligencia muy buenos, en los tiempos que corren en los que la información es poder, es algo imprescindible. No sé porqué os cuento esto, pero es que cuando dos amigas maduras se reúnen para tomar algo, funcionan exactamente de la misma manera, recopilan información, la analizan, y toman las medidas pertinentes.

-Sabes que Puri pilló a su marido la semana pasada con una vendedora de quesos en plena faena. –dijo Andrea bajando el tono de voz.

-¿Follando? –gritó Julia sorprendida.

-Psssss, no chilles, que se va a enterar todo el mundo, si, y con el pajarito dentro y todo.

-¡Qué fuerte!, vaya trago, ¿Y qué hizo ella?, con lo formalito que parecía Manolo.

-Pues que iba a hacer hija, echarlo de casa.

-¿Estaban en su casa? -exclamó sorprendida Julia.

-El dice que la chica vendía quesos, que la hizo pasar para una degustación, y que no sabe como, pero perdieron la cabeza, y acabaron follando en la mesa del salón, que fue como los vio su mujer al llegar a casa.

-¿Y tú cómo te has enterado? ¿Te lo ha contado ella?

-No mujer, es que la portera estaba justamente allí cuando Manolo y la promotora salían medio desnudos al rellano, mientras Puri no dejaba de gritar. Me lo ha contado con pelos y señales. No les dejó ni coger la ropa, les cerró la puerta en las narices y los dejó a los dos medio desnudos.

-Te escucho, pero no me lo puedo creer, lo veo tan… tan…

-Calla, calla, que por ahí viene Puri, sé discreta, ya nos lo contará ella si quiere.

-Hola chicas –dijo Puri mientras se sentaba con ellas- vengo destrozada, me voy a tomar un pelotazo a ver si me animo un poquito.

Andrea y Julia miraban a su amiga buscando signos que corroboraran la historia, pero no vieron nada, era su amiga de siempre con sus cuarenta años bien llevados, su pelo rubio de peluquería, sus enormes pechos, sus kilitos de más, no llevaba más maquillaje del habitual, sólo un poquito de colorete y un brillo de labios. No había signos de un drama ni nada parecido.

-¿Has probado algún queso nuevo últimamente? –soltó Julia con retintín, mientras Andrea le soltaba un codazo.

Puri las miró sorprendida y disgustada.

-¡Buff!, la puta de la portera, anda que ha tardado en cascarlo.

-¿Entonces es verdad?, ¿Los pillaste in fraganti? -preguntó Andrea, clavando los codos en la mesa y acercándose a su amiga. –cuenta, cuenta.

-Que queréis que os cuente, que los hombres son unos cerdos, en cuanto una chica mona se les pone a tiro, sólo piensan con la polla, se olvidan de la familia, de sus responsabilidades, de la decencia, del respeto, y no se salva ni uno, son todos iguales.

-Mujer… mi Pepe no me haría eso, -dijo Andrea- lo conozco hace más de veinte años, no puedes meter a todo el mundo en el mismo saco.

-Si a tu Pepe se le abre de piernas la zorra rubia de los quesos con las tetas operadas, tu Pepe no tarda ni tres segundos en tirarse de cabeza, con las dos cabezas.

-Yo lo que no entiendo, es que vio la golfa en tu marido -dijo Julia- porque la verdad es que es feo con ganas, y de cuerpo deja bastante que desear.

-¡Oye! no te pases -dijo Puri indignada- tampoco es tan feo, tiene sus ángulos buenos.

-¿Qué más te da?, si lo has echado a patadas de casa, porque no me fastidies que lo vas a perdonar.

-Pues no sé Andrea, no lo tengo nada claro, pero la verdad es que lo echo de menos.

-Yo lo que no entiendo es que una chica joven y mona, se deje follar por vender unos quesos, no creo que esté la cosa tan mal. –añadió Julia.

Andrea llegó ese día a casa, y el mundo se le vino encima, cuando se encontró un surtido enorme de quesos en la mesa del comedor.

-Hola cariño, ¿Has visto que quesos más buenos he comprado? –dijo Pepe mientras salía del baño secándose con una toalla.