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La empresa liberal

en Hetero: General

Sonia estaba aburrida, y cuando una mujer se aburre mientras se la están follando es que algo no va bien en esa relación. Tumbada boca arriba en la cama, miraba la lámpara de papel del techo, y se preguntaba si habrían pintado a mano los jeroglíficos egipcios que decoraban su superficie, intentó ver si podía descifrar alguno, pero el vaivén de su marido mientras entraba y salía rítmicamente de su cuerpo, no le permitía visualizarlos bien. Juan le levantó las piernas, y las elevó ligeramente mientras colocaba sus palmas sudorosas en las nalgas, empujando su culo hacia arriba para poder penetrarla un poco más profundamente. Sonia seguía sin sentir nada, hacía mucho tiempo que Juan no la encendía, nunca había sido un gran amante, pero de un tiempo a esta parte, ni se molestaba en intentarlo, que si el trabajo, que si las prisas, que si el estrés, siempre había alguna excusa para saltarse los preliminares e ir directamente a un polvo mecánico y vacío, que sólo el disfrutaba.

Sonia al principio pensó que era una situación pasajera, que más adelante cuando estuvieran mejor situados volvería a intentar excitarla toscamente, como había hecho antiguamente, siempre con pobres resultados pero con la voluntad de intentarlo, pero no fue así, Sonia a sus treinta y dos años y tras diez de matrimonio se había instalado en una monótona rutina que la iba secando por dentro, y  que no parecía tener futuro ninguno. Quizás un hijo… Pero intuía que su marido era estéril, porque ella se había hecho las pruebas de fertilidad a escondidas, y estaba perfectamente. Hacía ya más de siete años que no tomaba nada para evitar quedarse embarazada, ni usaban preservativos. El pensaba que tomaba la píldora, y ella lo prefería así.

Mientras pensaba en sus cosas notó como Juan aceleraba el ritmo para correrse, y supo todo lo que venía a continuación, le estrujó los pechos burdamente, de una manera que no le gustaba nada, era como si estuviera ordeñando a una vaca, el espasmo seco de la eyaculación, el gemido ronco de placer, el empuje final como si quisiera regar con su esperma lo más profundamente posible, y lo peor de todo, el sentir ese cuerpo aplastándola mientras jadeaba y se recuperaba del esfuerzo.

Le había pedido mil veces que no dejara caer todo el peso de su cuerpo sobre ella de esa manera, pero él nunca lo recordaba, y tenía que verlo disfrutar de su orgasmo casi robado, mientras ella lo soportaba y esperaba el momento de quitárselo de encima.

-Ha estado bien, ¿No? –decía casi siempre mientras se retiraba

-Si cariño, ha estado muy bien.-mentía siempre, alegrándose de que hubiera acabado.

Paseaban una tarde por un boulevard cercano a su casa cuando un impresionante descapotable rojo se detuvo a su lado.

-¿Juan? ¿Sonia? Qué alegría, cuanto tiempo.

-¡Hostia! Luis, que sorpresa, aparca donde puedas y nos tomamos algo, por los viejos tiempos.-dijo Juan.

Mientras Luis se iba a buscar donde dejar el coche, Sonia no pudo evitar que volvieran recuerdos de los tiempos felices, cuando los tres estudiaban en la facultad de derecho,

Juan su actual marido era sensato y prudente y Luis era el triunfador, el jeta, el emprendedor de negocios dudosos, el tramposo, el que se llevaba a todas las chicas de calle con su labia y sus promesas de llevarlas al séptimo cielo, promesas ciertas por lo que después le contaron sus amigas de aquella época. Nunca dejó de intentarlo con Sonia, ni cuando ella comenzó  a salir con su actual marido, y ella siempre le dio calabazas, aunque disfrutara mucho oyendo las guarrerías que le proponía, ahora pensaba que quizás debería de haberse atrevido a dar el paso, pero el pasado era historia. Lo que no se esperaba es la excitación que empezaba a recorrer su cuerpo, sólo pensando en lo que pudo haber sido y no fue.

Luis había conseguido aparcar y se dirigía hacia ellos andando. Sonia y Juan no pudieron dejar de admirar el aplomo y la seguridad con la que se movía, con su traje caro y su corbata de seda, parecía un magnate de las altas esferas.

-Choca esos cinco-dijo Luis.

Tras darse la mano y palmearse efusivamente, Luis se retiro un paso atrás para poder admirar a Sonia de cuerpo entero.

-¡Madre de dios! Estás más guapa que nunca, te deben de tratar como a una reina.

Mientras se abrazaban, Sonia notó como le deslizaba una mano por la parte alta de su culo mientras con la otra le empujaba la espalda para que sus pezones tuvieran contacto con su pecho. No había cambiado nada, era tan atrevido como siempre, y como tantas otras veces, su marido no notó nada.

Estuvieron toda la tarde en un confortable bar musical, con música suave de fondo con asientos mullidos y acolchados, charlando, riendo, contando anécdotas vividas, Sonia hacía mucho tiempo que no se reía tanto y tan a gusto.

-Por lo que veo te va muy bien todo, ¿Cómo te ganas la vida?- dijo Juan mientras Sonia pensaba para ella misma- por fin, pensaba que no se lo iba a preguntar nunca.

-No me puedo quejar, soy el responsable de “Standard clit”  para toda Europa.

-¿QUÉ?-gritamos mi mujer y yo al unísono.

Era una de las compañías más importantes del mundo, gestionaba las fortunas de los grandes millonarios, y muchas cosas más, era El Dorado de cualquier abogado, sus sueldos y condiciones laborales eran míticas, y Luis era un jefazo en ella, era demasiado.

-Pues sí, he tenido bastante suerte, pero contadme ¿A qué os dedicáis vosotros?

A Sonia le daba vergüenza después de escuchar hasta donde había llegado Luis  hablar sobre su trabajo pero lo hizo.

-Pues yo trabajo en una gestoría local, llevo nóminas, contratos y esas cosas, y Juan trabaja en una empresa de transportes, haciendo un poco de todo, vivimos bien.

El marido de Sonia había pedido permiso para ir  lavabo y en cuanto se alejó tres metros Juan no perdió ni tres segundos en lanzarse sobre la yugular de Sonia.

-¿Te folla bien?- dijo de sopetón, en su estilo directo

-De maravilla, voy bien servida.

-No me lo creo, no te olvides que conozco a tu marido casi mejor que tú. Dudo que haya sido nunca capaz de sacarte más de un orgasmo seguido, o que haya conseguido sacar la puta que llevas dentro, y no sabes todo lo que te pierdes.

Lo estaba haciendo otra vez, Sonia sentía como se humedecía, como su clítoris palpitaba sólo por una promesa intangible, no entendía porqué podía excitarse tan rápido con sólo cuatro palabras, ella no era así.

-Seguro que ahora mismo estás húmeda, y cuando llegues a casa te masturbarás pensando en este momento.

-No digas tonterías, Ya no tengo diecisiete años, soy una mujer adulta, ¿Te crees que es tan fácil ponerme cachonda?

Luis no respondió, simplemente dirigió su mano por debajo de la falda de Sonia y apoyó sus dedos en el clítoris de Sonia con una precisión quirúrgica, sintió la humedad de las braguitas empapadas, miró a Sonia a los ojos y vio que se mordía el labio inferior, ahora ya no podía engañarlo, deslizó su mano haciéndola vibrar sobre ese botoncito huérfano de cariño, aumento un poco la presión mientras Sonia exhalaba un leve suspiro mientras suplicaba:

-No, No, para por favor.

Pero no sólo no le impedía que siguiera, sino que su subconsciente hizo que se subiera la falda un poco más, para que la mano que le estaba dando tanto placer trabajara más cómoda.

Las campanas celestiales no tardaron en llegar, descargas eléctricas recorrieron su cuerpo, Sonia apretó las piernas, queriendo evitar que se escapara esa sensación mágica, Luis presionó su clítoris, sin mover la mano, parecía saber exactamente lo que ella necesitaba. Juan volvía del lavabo, y ocupó su sitio, sin notar el silencio extraño que había.

-Bueno ha sido un placer, pero tengo una reunión importante en una hora -dijo Luis mientras se levantaba- el próximo sábado hago una pequeña fiesta en casa, no podéis faltar, tomad una tarjeta.

Se despidió de Juan con un apretón de manos, y al darle los dos besos de rigor a Sonia le susurró al oído:

-Espero que vengas sin bragas.

Sonia enrojeció, pero no dijo nada.

Cuando Luis se hubo ido, hablaron tranquilamente entre ellos.

-Joder, sabía que llegaría lejos, pero esto es demasiado, ¡toda Europa!, debe de ganar cantidades vergonzosas de dinero.

-¿Y no te alegras por él? –dijo Sonia.

-Si, claro, pero es que no puedo evitar pensar que siempre he sacado mejores notas que él, no sé ni como consiguió acabar la carrera.

-Igual nos puede echar una mano, y meternos en su empresa, siempre ha sido generoso con sus amigos -dijo Sonia

-Sería estupendo, y nos ayudaría a salir  de esta mediocridad, porque con esfuerzo y trabajo, está visto que no se consigue nada,  el sábado en la fiesta le tiro el sedal, a ver si pescamos algo.

-No, déjame a mí, que las mujeres para estas cosas tenemos más tacto.

Esa noche mientras su marido la follaba torpemente, como siempre, no pudo evitar pensar en el contacto de la mano experta de Luis, y se masturbó con ansiedad, imaginando que el que la estaba penetrando no era su marido sino Luís, llegó al orgasmo antes que él, que la miró sorprendido, pero siguió a lo suyo hasta que se corrió ruidosamente con el ritual de siempre que tanto la molestaba.

-Hoy ha sido increíble ¿No?

-Buff, una pasada, estás hecho un semental.

-Cómprate algo bonito y sexy para la fiesta del sábado, puede haber gente importante y tenemos que quedar bien. Quiero que los dejes hechizados. Hace mucho que no te vistes con todas tus galas.

-Tu mujercita va a brillar como una luciérnaga presumida.

Llegó el sábado y Luis se puso su mejor traje y una bonita corbata roja elegida por Sonia.

Ella estrenaba un vestido nuevo de seda roja que le llegaba hasta los tobillos, con una generosa abertura lateral, que dejaba sus piernas al descubierto mientras andaba, dejándole la espalda totalmente descubierta, por delante, dos tiras de seda que a duras penas tapaban sus hermosos senos subían abrazándose a ellos, perdiendo anchura a medida que se elevaban para acabar siendo casi cordones, anudados a su cuello. Era un vestido para llevar sin ropa interior, hubiera sido una aberración interrumpir la sinuosa caída de la seda recorriendo sus caderas con una barrera antinatural como una costura o el borde de unas bragas.

Los pezones duros taladraban la tela, marcándose eróticamente, estaba sencillamente espectacular  con un sencillo recogido de pelo, que invitaba a besar ese cuello como punto de inicio para recorrer entero ese cuerpo sin dejar ni un milímetro de piel sin llenar de caricias y besos.

-Estás guapísima, humm, que bien hueles, y has crecido, vaya tacones, pareces una princesa.

-Gracias cariño, tu también estás muy guapo. ¿Nos vamos?

Pusieron la dirección de la tarjeta que les dio Luis en el GPS del coche, y según se iban acercando a la dirección, se iban encogiendo, que casas, que coches, cuanto mármol, que puertas, que poderío, todo era impresionante, estaban en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, donde nunca habían estado antes. Cuando llegaron a la dirección final, tuvieron que asegurarse del número varias veces, aquello no era una casa, era una entrada con verja con varias mansiones impresionantes en su interior.

Juan iba a bajarse del coche para pulsar el botón del interfono, cuando la puerta se abrió mágicamente y un sendero se iba iluminando al paso del coche para indicarles la dirección, parecía sacado de un cuento de hadas, llegaron a una casa grande con una fachada preciosamente iluminada.

Luis estaba de pié en la entrada, esperando a que llegaran, iba vestido como un príncipe, sólo le faltaba una banda brillante que le cruzara el pecho. Abrió la puerta de Sonia y le dio la mano para ayudar a bajarla del coche. Un chico uniformado iba a llevarse el coche cuando Luis le hizo un gesto con la mano de que esperara. ¿Qué estaba pasando?

-Lo siento mucho, he intentado localizaros pero me ha sido imposible, no tenía vuestro teléfono actualizado.

-¿Para qué querías localizarnos? ¿Se ha anulado la fiesta?

-No, bueno, veréis, es que se ha complicado todo, ha pasado a ser una fiesta de la empresa, llegaba uno de mis jefes de Nueva York, y no he podido negarme.

-Bueno, no pasa nada, no te vamos a dejar mal, sabes que sabemos adaptarnos, no somos unos hippies, no vamos a llamar la atención.-dijo Juan mientras pensaba que era la oportunidad que necesitaban para escalar un poquito en la escala social.

-Es que esta empresa en los altos niveles es un poquito “especial”, no quisiera que os mezclarais con nuestras cosas, no es porque no me fíe de vosotros, sé que sabéis comportaros y sois discretos. Cualquier otro día os enseño todo y os ofrezco  una cena de ensueño.

-¿Qué quiere decir “especial”?, ¿Cosas sucias como drogas y eso? – preguntó Juan.

-No por Dios, no seas burro, ¡JODER! ahora si no os lo cuento vais a pensar cosas peores de las que realmente son, digamos que es gente muy liberal, que tiene una forma desenfadada de ver el sexo.

-Bueno Luis, tampoco somos unos mojigatos, no nos vamos a sorprender porque desaparezcan algunas parejas y vuelvan felices y contentos, ya hemos estado en alguna fiesta de esas.

-Que no, que no es eso, que ahí dentro en menos  de horas estarán todos desnudos y follando abiertamente. Si entráis ahí, y no queréis hacer el ridículo y humillarme ante mis jefes, tendrás que aguantar como se follan a tu mujer delante de ti, es más hasta yo me veré obligado a hacerlo.

Mientras decía esto, Luis recorría el cuerpo de Sonia con un deseo que no podía esconder, ella sintió que otra vez algo la quemaba por dentro, intentó que no se notara nada, pero la fina seda del vestido la delataba y Luis notó como sus pezones se esforzaban por romper esa cárcel que los aprisionaba.

-¡Joder!, que fuerte. No me esperaba eso –dijo Juan con tristeza dirigiéndose al coche.

Antes de que Juan llegara a abrir la puerta del coche, fue Sonia quién habló nerviosamente.

-¿Siempre acaba así?

-Siempre, de hecho nos reunimos para eso, en estas reuniones casi no se habla de trabajo, esto es simplemente parte de él.

Sonia seguía lanzada a tumba abierta.

-¿Hay  alguna posibilidad de que pudiéramos entrar en tu empresa?

-Claro, podría dejaros la delegación de España o la de Francia, sé que lo haríais de coña, y que sois mejores abogados que yo, pero quien no entra en el juego no puede formar parte de la empresa, es imposible, lo siento de verdad. Otro día lo hablamos tranquilamente.

Sonia se dirigió a su marido que estaba al otro lado del vehículo, y le dijo amargamente.

-Esta es la mejor oportunidad que hemos tenido en la vida de dar un salto. ¿La vamos a dejar escapar?

Juan intentaba asimilar el torrente de información contradictoria que inundaba su cerebro, por una parte se veía como alguien importante, con poder, con dinero, un buen coche y por otra le llegaban imágenes de su mujer sodomizada por algún viejo rico, estaba a punto de sufrir un colapso neuronal. Sonia se dio cuenta de su estado y le preguntó a Luis.

-¿No hay alguna habitación discreta para acabar esta conversación tranquilamente?

Luis hizo una señal al chico uniformado, que se llevó el coche y entró en la casa dirigiéndolos hacia una habitación enorme cerca de la entrada llena de estanterías y perchas con abrigos y bolsos, con una gran cama antigua con un dosel labrado en madera en una de las esquinas, parecía simplemente un objeto de decoración en la inmensa sala, que Sonia supuso sería el guardarropa.

Juan despertó de su estado catatónico y dijo bruscamente:

-Está bien, déjanos intentarlo, no te dejaremos en mal lugar, te lo prometo.

Y dirigiéndose a su mujer le susurró.

-¿Te parece bien?, ¿estamos juntos en esto?

-Si cariño, démonos una oportunidad.

Luis miraba a Sonia con lascivia descarada, y ella no dejaba de mojarse más y más, la situación la estaba sacando de quicio, necesitaba follar y lo necesitaba ya, Luis parecía estar leyéndole el pensamiento, pero aún así dijo con voz grave:

-No es tan fácil, no puedo correr riesgos, tú no sabes lo que me ha costado llegar aquí, no puedo arriesgarme a que entre un ataque de celos o de pánico y me hundas delante de mis jefes,  mis clientes, me puedes joder todo.

-Luis, te juro que no pasará nada de eso, confía en mí.

-Está bien, veamos si eres capaz de dar la talla - dijo mientras se dirigía hacia Sonia y se ponía a su espalda comenzando a deslizar sus manos por los costados, desde el nacimiento de los pechos hasta los muslos.

-Sabes que la van a acariciar, que la van a rozar con penes erectos, que van a disfrutar de estos pechos.

Tal como iba hablando, iba haciendo lo que decía, Sonia estaba excitadísima, disfrutó las caricias, notó la polla caliente en sus nalgas mientras le acariciaban las tetas con unos pezones que ya se habían hinchado antes de que los tocaran.

-¿Estás preparado para que la besen? .dijo Luis mientras introducía la lengua en la boca de Sonia y exploraba esa fuente de placer tanto tiempo deseada.

Sonia disfrutaba de esa lengua que esparcía placer a raudales en su interior, mientras respondía retorciendo la suya y jugando a un baile exquisito de sensaciones, disfrutando de las caricias que recorrían su piel, cuando sintió unos dedos rozando su encharcado coño no pudo evitar soltar un leve quejido de placer, y cuando un dedo aventurero se adentró en su vagina, pensó que se moría del gusto intenso, pues oleadas de placer recorrieron su cuerpo, sus músculos apretaron al dedo en contracciones rápidas mientras gemía con la llegada de un orgasmo apoteósico.

-¿Has visto como se ha corrido casi sin tocarla?

Luis apretaba los puños y buscaba los ojos de Sonia, buscando respuestas a lo que acababa de pasar, pero ella rehuía una confrontación directa, pero callaba, quería demostrar que podía con esta especie de prueba cruel.

Luis puso a Sonia a cuatro patas en la cama y le subió el vestido hasta la cintura.

-¿Te la has follado por el culo alguna vez? ¿No verdad?, pues mira como se hace. Sólo tienes que meterle un dedo suavemente humedecido con abundante saliva, ¿Ves?, así, ¿Ves que bien entra?, luego dos, así, con la otra mano le estimulas el clítoris muy suavemente para que se relajen los músculos del esfínter y sea todo más fácil. ¿Notas como acelera la respiración? Has de conseguir que se olvide de su culo y el posible dolor, ¿ves que ya tengo tres dedos dentro y no le ha dolido nada?

Sonia estaba en trance, jamás la habían hecho sentir tan excitada, le estaban tocando zonas inexploradas para ella, oía a Luis hablar, pero era como algo lejano que no tenía nada que ver con lo que su cuerpo estaba experimentando. Luis seguía con su clase magistral.

-Pero no dejes que se  corra en esta fase, porque te perderías una de las mejores experiencias que un hombre puede tener, que es sentir un orgasmo de una mujer cuando tu polla está en el fondo de su culo. Mira ves como entra de bien, suave, despacio,  pero sin pausa, ya la tengo en el fondo, unos movimientos suaves, y vas subiendo el ritmo poco a poco, mientras le rozas el clítoris, así, ¿Ves como jadea?  Está a punto.

Aquí ya puedes soltarte y follártela a fondo, así, ¿Ves cómo lo hago? verás que orgasmo más intenso va a tener.

Juan no podía dejar de mirar como Luis estaba sodomizando a Sonia con un ritmo infernal, ella ya había roto cualquier reserva que pudiera tener y gemía escandalosamente.

-SI, SI, MÁS, AHHHH, AHHHHH,

-AFGHHHHHHHHHHHHHHHHH

Sonia estalló en una orgía sensorial, sin saber bien de donde le llegaban las oleadas de placer, que recorrían todo su cuerpo encadenándose unas con otras.

Luis sacó la polla nervuda chorreando semen, y empujando suavemente a Sonia dejó que quedara tendida boca abajo en la cama, recuperando poco a poco su ritmo normal.

-¿Ves? Ahora ya le puedes hacer lo que quieras.

En ese momento sonó el móvil de Luis, y tras hablar unos segundos nos dijo:

-Perdonad ha surgido un problemilla, en un momento estoy con vosotros, y vistiéndose rápidamente se fue.

Sonia fue volviendo lentamente del país de las hadas cachondas y fue tomando conciencia del momento y la situación.

-¿Lo he hecho bien mi amor?-dijo dudando y con miedo.

-Si, supongo que si–dijo Juan con voz temblorosa.

-¿Parecían reales los orgasmos?

-¿Es que no lo eran?-dijo sorprendido Juan

-Claro que no tonto, es tan fácil engañaros con estas cosas, ¿Tú te crees que alguien se puede correr así, tan escandalosamente y con esa facilidad? Anda, dame un abrazo, que esta noche vamos a triunfar.

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