miprimita.com

Mi hermano se las ligaba y yo remataba la faena

en Hetero: General

Desde el comedor los veía por la rendija que hay donde están las bisagras de la puerta, esta  chica era preciosa, allí a cuatro patas en la cama con el chochito depilado, con unos pechos pequeños pero muy bonitos vibrando mientras mi hermano le hacía una comida de coño espectacular, era muy bueno, tenía una técnica muy depurada que yo no conseguía entender por más que me lo  intentaba explicar, la chica gemía escandalosamente de placer, mientras el alternaba la lengua con el dedo, volviéndola loca. Tras un primer orgasmo, ella ya gritaba.

-¡Fóllame! ¡Ahora!, quiero sentir tu polla dentro

-Voy por un preservativo, no te muevas chochito lindo, que vengo enseguida

Mi hermano salió al comedor y me hizo el gesto de OK con el pulgar, yo ya estaba desnudo con el preservativo en la mano, y entré en la habitación poniéndome el preservativo rápidamente, y sin más historias la metí hasta el fondo de un tirón en ese coño húmedo y receptivo, preparado con esmero por mi hermano, la chica gemía y gozaba de mi polla, que estaba durísima, yo la perforaba sin compasión, con dureza y movimientos rápidos, siguiendo sus instrucciones, cuando ella se corrió, sentí como las contracciones de su vagina me ordeñaban el pene, y  me derramé dando un gemido de placer.

-Has estado increíble, ¿sabes que eres un amante excepcional?- me dijo mientras alargaba la mano buscando la cajetilla de cigarros.

-Voy a lavarme un poco, vuelvo enseguida

Me encontré con mi hermano el comedor que me dio una palmadita en la espalda, él estaba desnudo y con una erección tremenda, cosa normal después de escuchar los gemidos de placer de la chica.

Entró en la habitación, la chica estaba boca arriba, con las piernas abiertas fumando un cigarrillo, mi hermano comenzó a jugar con su dedo en clítoris, ella poco a poco, volvía a excitarse y se retorcía como una serpiente.

-¿No jodas que aún tienes ganas? Deberías de estar agotado

-Ahora te enseño lo agotado que estoy.

Mientras decía esto último le flexionaba las rodillas y levantándole las nalgas, le acercó el capullo a esa vulva hinchada, apoyó las piernas de la chica en sus hombros, y empezó a follarla suavemente, mientras ella solo pedía más

-Más rápido, más fuerte, no pares

El no la hacía caso y seguía suavemente, haciendo círculos con la polla a la vez que entraba y salía.

-Ella ya gritaba a todo pulmón.

-Más fuerte, más, estoy llegando, dale, dale.

Ahí ya si que empezó a moverse con frenesí, a una velocidad endiablada, el orgasmo de ella fue escandaloso, mi hermano se quedó quieto un rato sin sacarla mientras ella se recuperaba. Puso la polla a la altura de su boca, y comenzó a masturbarse, cuando estaba a punto le cogió la cabeza con las dos manos y se la metió hasta la garganta, mientras con dos o tres movimientos se corría dentro, con las manos apretaba su cabeza hacia sí mismo, sus labios chocaban contra sus huevos, la chica quería retirarse, pero el no la dejaba. Cuando acabó de soltar toda su leche, la soltó, y la chica salió como un resorte, tosiendo y tomando aire, no soltó nada de leche, se la había tenido que tragar toda.

-Te has pasado, casi me ahogas, esas cosas se avisan. Te perdono porque me has hecho tener unos orgasmos buenísimos, pero no me lo hagas más, por lo menos sin avisar.

-Perdona, ha sido la excitación del momento, no volverá a pasar más.

Hemos tenido muchas escenas parecidas desde que éramos jóvenes, mi hermano José, es un seductor nato, tiene una facilidad increíble para convencer a las mujeres de que puede proporcionarles placer, y la verdad es que lo sabe hacer, y a él nunca le ha importado compartir sus ligues conmigo, nunca ha sentido amor ni nada parecido por ninguna mujer, es solo sexo, según dice él.

Yo le he compensado siempre con los estudios, he perdido la cuenta de las veces que he hecho exámenes por él.

Tiene una habilidad innata para las mujeres, si hay una mujer entre mil en un radio de diez kilómetros con ganas de sexo, el la encuentra rápidamente como si tuviera un radar mágico.

Yo nunca he sabido acercarme a ellas, me pongo nervioso,  y jamás consigo nada.

Ya teníamos veinticinco años, y la verdad es que yo tenía ganas de sentar la cabeza, me lo pasaba muy bien follando a los ligues de mi hermano, pero quería algo más, yo no era como él.

Estaba enamorado de Martina, una chica que trabajaba en una panadería cerca de casa, era morena, bajita, con una cara guapísima, unas tetas muy grandes, era pura simpatía, siempre estaba de buen humor, no tenía pinta de tener mal tipo, pero siempre la había visto con la bata de la panadería, y tenía que imaginar lo que no veía.

Un día me armé de valor, y esperé enfrente de la panadería a que no hubiera clientes. Cuando se quedo sola, entré pensando que me moría de vergüenza.

-Ho ho ho la soy Ar ar turo, y y y y había pensado si te gus gus gustaría salir algun día a tomar algo, si si si te parece bien claro, y si no no no no tienes novio claro

No podía ni hablar, tartamudeaba, no sabía ni si se entendía lo que estaba diciendo.

Con una sonrisa que iluminaba la tienda me dijo:

-Bueno, no tengo novio, y sí, me gustaría tomar algo contigo, pero sólo tomar algo ¡eh!

Yo iba preparado para excusarme cuando me dijera que no, pero no tenía nada pensado para esto.

El caso es que no se como, pero ahí empezamos una bonita amistad, que lentamente fue yendo a más, hasta el punto de poder decir que ahora, dos años más tarde somos novios formales.

Naturalmente en cuanto la cosa empezó a ponerse seria con Martina, dejé de participar de los juegos sexuales con mi hermano, pero no le dije que tenía novia, me daba miedo, lo conocía demasiado bien.

La primera vez que hice el amor con ella, no follé, hice el amor, fue tierno y bonito

Solos en casa, luz tenue, música de ambiente, velas, la desnudé tiernamente y me di cuenta de que la bata no le hacía justicia, tenía un tipo impresionante, una cintura delgada, un culo respingón, unas tetas grandes pero preciosas, unos pezones negros que hipnotizaban. Y era virgen, lo supe cuando la penetré y le rompí el himen, me esforcé mucho y conseguí que tuviera dos orgasmos, para la primera vez no estaba mal.

Al final no me quedo más remedio que presentarla a la familia, mi hermano incluido, pero antes había tenido una conversación de hermano a hermano y le había dejado las cosas muy claras, Martina era intocable, estaba enamorada de ella. El lo aceptó con toda la naturalidad del mundo y no volvimos a hablar de ello.

Llegó el día de nuestra boda, Martina estaba radiante, con un sencillo vestido liso, tras la ceremonia nos desplazamos a un hotel donde celebraríamos el convite con los invitados, y pasaríamos luego nuestra primera noche como marido y mujer.

Todo estaba saliendo perfecto hasta que Martina me dijo:

-Mira, entiendo que no puedas esperar, y hasta me ha gustado que me folles tan salvajemente, pero como te vuelvas a correr en mi garganta sin avisar...

Busqué a mi hermano con la vista, y lo vi sonriendo mientras alzaba una copa y simulaba un brindis dirigido a mí.