miprimita.com

Papá, ¿Qué hace mamá?

en Amor filial

Creo que es muy aconsejable haber leído “¡Papá!, ¿Qué haces con mi novio?”

Aunque no creo que sea imprescindible. Espero que os guste.

  

El día en que mi hija Marina me sorprendió follándome a su novio Javier, la vida de nuestra familia cambió totalmente, no se si para bien o para mal, pues hará falta la perspectiva del tiempo para saberlo, pero sin duda, en ese momento, nuestras vidas empezaron a ser otras, a ir por caminos diferentes al de la rutina anterior. De momento parece que todos hemos salido ganando, mi mujer, porque ya casi no la molesto con el tema del sexo, se la ve más relajada, más feliz, no necesita estar inerte mientras yo la follo aburridamente, a ella nunca le gustó el sexo, siempre fue como una tarea más del hogar, como planchar, fregar, había que hacerlo de vez en cuando y se hacía, así de sencillo. A Javier le desborda la felicidad por las orejas, ahora come carne y pescado casi todos los días, y cada vez está más guapo y más fuerte, y mi hija… bueno, mi hija se está convirtiendo en una depredadora sexual, que a veces me da miedo y todo.

Marina prescinde de todas las reglas del flirteo, las ignora, se siente por encima de las conductas hipócritas establecidas. No se arregla especialmente, su pelo negro lacio, siempre parece despeinado, no se pone ropa sexy, no usa tacones, no se pinta. Siempre va con camisetas de tirantes, que resaltan sus juveniles pezones, y unos tejanos raídos que piden a gritos visitar un contenedor de basura. Le basta acercarse a un chico, rozarle el paquete, darle un lametón en el cuello, o tocarle con uno de su pequeños pechos duros, para que caiga hechizado bajo su embrujo y la siga hasta el fin del mundo, de esta forma simple y sencilla, habían ido cayendo uno tras otro, muchos de sus compañeros de clase, del instituto, de los institutos cercanos. Debe de ser algo químico, y ni yo ni Javier somos inmunes a sus encantos, aunque yo resisto como buenamente puedo, y no he cedido aún a sus provocaciones, en un esfuerzo por mantener una brizna de decencia y no convertirme en un fantoche total. Y creedme, no es fácil, si no fuera porque tengo a Javier, al que destrozo descargando en él todos mis deseos inconfesables, sería imposible.

Estábamos otra vez solos en casa, mi mujer ahora pasaba todo el tiempo que podía con su hermana, ya que después del parto, había entrado en una depresión profunda, y el que su marido su marido la hubiera abandonado, no la había ayudado en nada.

Yo estaba sentado en la cocina, desayunando mi leche con cereales y leyendo el diario, era uno de los mejores momentos del día para mí.

-Buenos días papá. –dijo Marina mientras me daba un beso en la cabeza, y restregaba sus pechos en mi espalda.

-Buenos días hija. –respondí mientras mi cuerpo se erizaba.

Ella se acercó a la nevera y al agacharse a por el zumo, no pude evitar mirar ese culito perfecto y como sobresalían como una fruta prohibida unos labios vaginales provocadores que se querían comer el fino pantaloncito que usaba de pijama. Se entretuvo en esa postura, sabiendo que me estaba volviendo loco.

-Humm, ¿de piña?, no que es muy ácida, ¿de melocotón?, no demasiado dulce ¿de naranja?, no, ya bebí ayer.

Mientras iba hablando, daba golpes de cadera, moviendo a derecha e izquierda su conejito, causando en mí, el mismo efecto que el péndulo de un hipnotizador.

Yo fingía leer el periódico, pero podía tenerlo al revés y todo, Marina se pasó un dedo por debajo de sus piernas, como si fuera a rascarse, pero lo que hizo fue hundir la tela ya húmeda en la raja de su coño, dejando los labios vaginales perfectamente definidos, consiguiendo que mi cuerpo bombeara aún más sangre a mi pene, que ya estaba henchido al máximo.

Cerró la nevera y con un zumo de esos con pajita de plástico se sentó al lado mío, bebía de la cañita del zumo estirando los labios, dándole mordisquitos y se relamía los labios con la lengua, mientras, miraba el estado de mi pene, que yo no podía disimular de ninguna de las maneras.

-Papá, ¿Cuándo te vas a dejar de tonterías y me vas a echar un buen polvo?

-Sabes que eso no pasará nunca, no estaría bien. –dije intentado que mi voz sonara lo más grave y seria posible.

-Ja, que te crees tú eso, un día te sorprenderé con la guardia baja, y te voy a exprimir como a una naranja.

-¿Vendrá tu novio Javier a buscarte? –pregunté intentando cambiar de tema.

-No creo, hoy he quedado con una amiga para estudiar, se acercan los exámenes finales y lo llevo muy mal, tanta juerga y desenfreno me está pasando factura.

-Me alegro hija de que te tomes los estudios en serio. ¿Conozco a esa amiga?

-No, no conoces a Ana, hasta hace muy poco, no nos llevábamos demasiado bien, al empezar el curso me tiró los tejos, y me daba un poco de miedo. Pero la he ido conociendo, y es una chica majísima.

-¿Ahora te van las mujeres también? –dije en tono burlesco.

-Claro que no, bueno, eso creo, no se, pero como se quedará a pasar el fin de semana con nosotros, ya lo iremos viendo –dijo con jovialidad.

Me levanté para darme una ducha y vestirme, sin recordar en que estado estaba mi miembro.

-Papá, ¿de verdad que no quieres que te ayude con “eso”? –dijo Marina señalando mi pene que parecía querer atravesar el pijama.

-No, a “eso” lo van a ayudar sus cinco amiguitos en la ducha. –dije tajante.

-Vaya desperdicio. –añadió mi hija con voz lastimosa.

Hace años que vivimos en una casa unifamiliar pareada, de estas que tienen un pequeño jardincito en la entrada, con garaje, dos plantas y una buhardilla, era un capricho de mi mujer y la compramos, pero yo estoy hasta los huevos de pasarme el día subiendo y bajando escaleras, como hecho de menos mi pisito de soltero en el centro.

Subí a darme un baño y descargué las tensiones masturbándome. Ya más tranquilo me vestí y bajé al salón. Ana ya había llegado y mi hija hizo las presentaciones de rigor rápidamente.

-Ana y Papá, ala, ya os conocéis. –dijo mientras nos señalaba con el dedo.

Iba a saludar, cuando mi hija la cogió de la mano y tirando de ella se la llevó hacia arriba mientras decía:

-Nos vamos a estudiar papá, ya hablaremos luego.

Mientras subían las escaleras recorrí el cuerpo de Ana sin disimulo, pues no podían verme. Al decirme que era lesbiana me esperaba una chica con gafas y camisa a cuadros, pero Ana no parecía una amiga de mi hija, no podía ser, era mucho más alta que Marina, y parecía mucho más mujer  que ella, era voluptuosa, con caderas amplias, pechos grandes y bien formados, pelo pelirrojo ondulado. No la veía en un pupitre tomando apuntes, podría haber pasado por su madre y todo. Entre las dos serían capaces de hacer realidad cualquier fantasía de un hombre, o mujer, lo que no tenía una, lo tenía la otra, vaya equipo que formaban.

 Me puse cómodo en el sofá y me dispuse a ver un documental sobre naturaleza australiana que hacía mucho tiempo que quería ver.

Cargué el archivo, y me dispuse a pasar un rato relajado.

Me sorprendió ver una imagen estática del mismo sofá en el que yo estaba sentado, el corazón casi se me sale del pecho cuando mi mujer desnuda apareció en escena dirigiéndose al mismo con naturalidad. No era fea, tenía una cara agradable y si se cuidara un poquito más, sería una mujer bastante atractiva, tenía unos pechos naturales muy bonitos, y una figura armoniosa, era lo que normalmente decimos, una mujer resultona. Ante mis ojos se sentó, y abriendo las piernas mostró su peludo coño abierto, se llevó un dedo a la boca y lo humedeció con su saliva lascivamente, lo acercó a su clítoris, y comenzó a jugar con él, enredaba mechoncitos de pelo y tiraba de ellos, su dedo entraba y salía suavemente de la vagina, que se apreciaba húmeda, cuando se cansó de jugar apoyó, sus dedos índice y anular sobre su botoncito, y empezó un movimiento vibratorio que la estaba llevando rápidamente al orgasmo, se notaba por los espasmos de su piernas, pero se detuvo justo antes de llegar. Se quedó inmóvil, recuperando su respiración normal, pensaba que ya había acabado, cuando hizo el gesto de venir con el dedo índice a alguien fuera de cámara, sí, ese gesto de poner la palma de la mano boca arriba y flexionar el índice repetidamente..

¿Quién estaba viendo como mi mujer se masturbaba? ¿Qué coño estaba pasando?

Mi esposa se puso a cuatro patas en el sofá y reculó hacia el borde todo lo que pudo, saliendo fuera de foco su culo. Abrió los labios en una cara de placer intenso.

-AHH, AHH, AHHHHHHHHHHH

Unas manos le aprisionaron los pechos, y supe que acababan de penetrarla hasta el fondo. Su imagen empezó a moverse rítmicamente al ritmo con el que estaba seguro, una polla entraba y salía de su coño, de forma rápida y cada vez más fuerte.

-AHHHHHHHHHHHHHHHHH

Con un grito largo llegó al orgasmo, y su cara era de trance, pero seguía moviéndose sin voluntad, como un corcho meciéndose en las olas, estuvo un rato más siendo follada, hasta que por los movimientos sincopados y bruscos, supe que el que la embestía se había corrido. Se volvió a sentar en el centro del sofá, y abriendo las piernas, mostraba como su coño recién follado chorreaba flujos y esperma, bajó un dedo hacía sus muslos recogiendo una gotas de semen, que se llevo a los labios paladeándolas como si fuera un manjar.

Yo estaba en estado de shock, no me esperaba nada parecido, no entendía nada, ¿a qué venía esto?  Cuando lentamente iba asumiendo lo que acababa de ver, y mientras mi mujer en pantalla seguía recogiendo el esperma como si fuera un ritual, con el dedo aún impregnado de leche y la palma hacía arriba volvió a hacer el gesto de flexionar repetidamente el índice, para posteriormente dar dos palmaditas en el sofá al lado suyo, indicando donde quería que se sentase. Alguien se sentó a su lado.

¡JAVIER! ¡El novio de mi hija!

Mi mujer saludaba con la palma de la mano a cámara, como hacen las princesas cuando van en el coche descapotable, agarró la mano de Javier y le hizo saludar también. La imagen era kafkiana, mi mujer y el novio de mi hija completamente desnudos me saludaban desde el televisor. La imagen se fundió a negro, y creo que mi cerebro se fundió también, pero como mantequilla al sol.

 Oí un ruido y al girarme vi a mi hija y a su amiga sentadas en la escalera con la boca abierta. Estaba en un estado catatónico, ni reaccioné ni me importó lo que pudieran haber visto. Las sentí sentarse, una a cada lado mío, mi hija me abrazó, y sólo pudo decir:

-¡Joder papá!, que fuerte.

Su amiga no se cortó, y puso las imágenes otra vez, subiendo el volumen, no me apetecía volver a verlo, pero no tenía fuerzas ni para protestar, me había quedado en un estado semicomatoso.

El sofá se movía, era como si me mecieran, era agradable, cuando miré a mi derecha vi a Ana masturbándose, se había subido la camiseta y el sujetador, dejando su dos esplendidos pechos al aire, una mano se hundía en sus braguitas,  y otra pellizcaba y acariciaba  sus pezones, moviéndose como una serpiente, en el televisor mi esposa gemía. Y mi hija… mi hija se masturbaba del mismo modo que Ana. Vaya familia.

Cuando ya habían visto dos o tres veces la película y se habían corrido las dos, sentí como me desabrochaban los pantalones, como me los quitaban, como abrían mi camisa, abrí los ojos y vi a Ana sonriendo, mi hija se puso en pié a mi espalda y tirando dulcemente de mi cabeza hacia atrás, y dejándola apoyada en el respaldo decía:

-Ya está papa, no pasa nada, todo está bien. –susurraba mientras me acariciaba las sienes.

Ana se sentó encima mío, dejando que mi pene se apoyara en su rizado pelo del pubis, con sus pezones rozaba mi pecho produciéndome escalofríos de placer, sus dedos acariciaban mis costados iniciando descargas eléctricas que recorrían todo mi cuerpo, mi polla al crecer, iba rozando ese pelo suave, hasta sobrepasarlo y sentir como mi glande hacía contacto con su vientre, suave y tibio. Ahora sabía lo que era el éxtasis, era esto, nunca me había sentido tan bien, todos mis problemas habían desaparecido, flotaba, me dejaba llevar subido en una nube de erotismo. No se si fueron minutos, horas o días. Noté como una mano cálida y húmeda dirigía mi pene inflamado, sentí el primer contacto, el beso tierno de un coño acogedor, como se abría a mi paso para después cerrarse abrazando mi polla. Ese deslizar lúbrico que excitaba cada nervio, esa sensación de haber llegado a casa, de estar seguro en un lugar cálido y confortable.

Esa fuente de placer subía y bajaba recorriendo todo mi miembro completamente, chocando con mi vientre, sentí unos pechos pequeños rozándome. ¡Pequeños!

Durante unos segundos me quedé rígido y mi hija lo notó.

-No pasa nada papá, todo está bien, todo va bien –susurró hipnóticamente Marina mientras se pegaba a mi cuerpo fuertemente sin dejar de moverse.

¿Quién era yo para decidir que estaba bien y que estaba mal? Sólo sabía que estaba disfrutando de un momento mágico, y me deje llevar, dejé que me arrastraran donde quisieran, hasta que el cuerpo de mi hija se tensó como un arco al tener su primer orgasmo conmigo, intenso y animal, pero dulce y tierno a la vez, su cuerpo se apretaba fuerte contra el mío, lanzando al final un gemido glorioso, liberaba por fin del deseo acumulado. No tardé en verterme en sus entrañas, en llenarla de mí, mientras ella me apretaba más y más, todo lo que podía, para sentirme lo más adentro posible, y nos quedamos acurrucados y exhaustos, saboreando el placer prohibido.

Nos vestimos y pedimos unas pizzas para los tres, al salir a recogerlas, vi una carta en el buzón, era de mi esposa, en ella, seguramente explicaría porqué había grabado esa película, poniéndole el nombre del documental que sabía que quería ver hacía tiempo. Ahí habría respuestas. Le enseñe la carta a mi hija sin hablar, ella me la cogió de las manos y la guardó en un cajón.

-Ahora vamos a comer, que la comida se enfría, eso puede esperar.

Mas de erostres

La mejor de todas las putas

Vermut

Desmontando falsos mitos

Manolo el pegajoso

Los polvos del otro

Alergia a la felicidad

La puta de mi vecina

El genio

La leona de ciudad

Doble sumisión

Dos padres y sus dos hijas.

Once segundos

Boomerang

Amistad

Cariño, quiero que me violes

El detective

Follemos con propiedad

Estrenando a mi esposa por detrás

Precocidad

Sexo Anal

La vendedora de quesos

¡PAPÁ!… ¿Qué haces con mi novio?

Arturo y Sandra, hacia el intercambio

La empresa liberal (De principio a fin)

La empresa liberal

Un sencillo y simple poema

El gordito va a el gimnasio

La aciaga noche de Laura

Donde folla uno pueden follar dos

Chófer y niñera (Saga completa de principio a fin)

Mi hermano sigue follándose a mi esposa

Mi hermano se las ligaba y yo remataba la faena

La noche loca de Paola

Mi novia es una extraterrestre

Tu madre te va a enseñar a follar bien

Las cintas de video de mi esposa

La profesora drogada

Desmontando mitos falsos

Quisiera... Follarme a un chinito

Hija, podrías prestarme uno de tus novietes

La novia de Si, la violé, pero fue sin querer

Sí, la violé, pero fue sin querer

Los hermanos y la novia

Cinco hombres me violan delante de mi marido

Mi juego favorito, desvirgar culitos

Cambio mujer tetas grandes por otra culo follable

Demasiado atractiva para una vida normal

Chofer y niñera, la alegría de la casa 4

Chofer y niñera, la alegría de la casa 3

Chofer y niñera, la alegría de la casa 2

Chofer y niñera, la alegría de la casa 1