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Donde folla uno pueden follar dos

en Amor filial

-Arturo ¿Tú sabes cuanto dinero me gasto en putas desde que vivo con vosotros?

-No Luis, ni lo sé, ni me importa, es tu problema.

-El mes pasado hice la cuenta y son más de mil euros, es mucho dinero. Antes cuando vivía con nuestros padres, era una vez al mes, más o menos, pero es que desde que vivo con vosotros, con tu mujer por ahí provocando, es que si no voy dos o tres veces por semana, reviento.

-Mira, Laura está en su casa, y va como le da la gana, si aquí no estás a gusto ahí tienes la puerta, pero no pretendas decirle a mi mujer como tiene que vestir.

En ese momento entró Laura en el salón, con una camiseta de tirantes casi transparente marcando pezones y con un pantaloncito de algodón sin nada más debajo, la fina tela se le metía en la raja del coño, y mostraba unos labios vaginales marcados en la prenda de ropa. Recogió los vasos que habíamos dejado la noche anterior y se fue a la cocina a lavarlos mientras contoneaba su culo.

-Ves, ves lo que te digo, eso no hay quien lo soporte, ya me tengo que ir a buscar una puta otra vez.

-No es para tanto, va completamente tapada, no se le ve nada, piensa en otra cosa, es que estás obsesionado. Lo que tienes que hacer es buscarte novia de una vez, y dejar de mirar a tu cuñada, que resulta que es mi esposa. Con el dineral que ganas podrías tener tu propia casa y tu propia mujer, eres un buen partido, tendrías muchísimo dinero si no te lo gastaras todo en follarte a putas.

-Que fácil es para ti, pero con mi nariz de elefante, mi calvicie y mi estatura enana, las mujeres sólo se me acercan si enseño el dinero primero.

Observé a mi hermano y la verdad es que tenía parte de razón, era complicado de mirar.

-Que exagerado que eres, te hemos presentado a algunas chicas interesantes, y no les has hecho ni caso.

-Sí a fenómenos de circo que dan miedo, aunque yo no sea muy agraciado, a mí me gustan las mujeres normales como mínimo.

Mi mujer que estaba escuchándonos en la cocina nos dijo a grito pelado:

-Si me das cada mes los mil euros que te gastas en putas, ya me ocupo yo de ti, y te ahorras el tener que salir a buscar zorrones.

Nos quedamos blancos los dos, conmocionados, no lo esperábamos, yo me recuperé más rápido.

-Tiene cada cosa Laura, ¿No ves que está bromeando? Que inocente que eres, anda anda vete de putas, o a cascártela a tu cuarto, que me vas a saltar un ojo como se te escape eso -le dije mientras miraba su abultadísimo paquete bajo el pijama.-

Mi hermano se fue a dar una ducha fría, se vistió y se fue con urgencia, imaginaba a donde. Cuando se fue busqué a mi mujer y le reproche su comportamiento.

-Como te pasas, a este lo único que le falta es que lo exciten más, no ves que lo tienes loquito, no le gastes más bromas de esas, que vamos a tener un disgusto.

-No era una broma, lo decía en serio, tú no tienes trabajo, y con ese dinero viviríamos bastante mejor, si no fuera por tu hermano que se hace cargo de las compras y de algunas facturas, el banco nos hubiera quitado la casa hace ya tiempo, las deudas se nos acumulan, y para que se lo ganen unas putas de mierda, me lo gano yo.

-¿Estás escuchando lo que estás diciendo? Eres consciente de las salvajadas que dices, somos una familia decente.

-Sí una familia decente que ya mismo vivirá debajo de un puente, esta no es la vida que esperaba, donde folla uno, pueden follar dos. No lo veo tan complicado. Esta casa cuesta mucho de mantener y ya no tenemos el dinero que teníamos antes.

-¿Tan mal estamos económicamente?

-En dos meses como mucho, estamos sin casa y en la calle, y ya no puedo economizar más, ni me fían más, a no ser que prefieras que me folle al tendero por un cartón de leche.

-No sabía que estuviéramos tan mal, ¿Realmente te acostarías con mi hermano?

-Si me da los mil euros al mes, le bailo la danza de los siete velos y le dejo que me folle por todos los agujeros si hace falta. ¿No ves que estamos en las últimas? Que no tenemos salida ninguna.

-¿Y con ese dinero capearíamos el bache?

-Sin duda, en un año nos pondríamos al día, sin deudas, y si tú encuentras trabajo,  la cosa sería ya para tirar cohetes.

-De acuerdo, me rindo -dije resignado- me fío de ti, tú sabes mejor que nadie como son nuestras cuentas. ¿Cómo lo hacemos? ¿Se lo proponemos sin más?

-Eso déjamelo a mí, no te preocupes por eso, voy a bañarme y a ponerme guapa para cuando venga tu hermano.

Bajé a comprar el diario y estuve revisando todas las ofertas de trabajo, con la esperanza de no tener que llevar a cabo lo que habíamos hablado, pero era misión imposible, la cosa estaba realmente muy jodida, había cuatro cinco ofertas escasas, y ya las conocía, no eran trabajos de verdad, eran rollos piramidales y cosas parecidas, tiré el periódico a la papelera cabreado y volví a casa. No entendía como mi hermano había encontrado el chollo ese de que le pagaran por firmar papeles una vez al mes, no lo entendía. Pero era verdad, porque le pagaban su sueldo religiosamente.

Al llegar a casa me llevé una alegría, mi mujer estaba espatarrada en el sofá depilándose el conejo, era algo que siempre me excitaba una barbaridad, y me olvidé de todos mis problemas, me senté en una silla, y empecé a masturbarme mientras miraba como se quitaba los pelitos que quedaban con papelitos de cera.

-Cariño, ¿Me pones la cremita para que no se irrite?-me pidió cuando acabó-

Mientras le aplicaba la crema no dejaba de admirarme del conejo de mi mujer, era digno de una pornstar, unos labios abultados y estilizados, de un tono clarito, suave y terso al tacto, era precioso, mientras le aplicaba la crema, seguí masturbándome y me corrí encima de su pubis para acabar restregando mi esperma mezclado con la crema con la punta de mi glande por todo su pubis depilado, abrí con mis dedos los labios vaginales para que mi  pene flácido rozara  ese chocho empapado y  restregué la punta de mi  pene en su clítoris excitado como una gata en celo se roza con un árbol rugoso.

-Laura, después de un montón de años de matrimonio, seguía excitándome como el primer día. Era una hembra ardiente, que necesitaba ser follada con ímpetu. Pero ahora no era el momento.

Cuando salió cambiada no puede dejar de volver a admirarla, iba discreta pero rompedora, y con ropa fácil de quitar, una falda negra que le llegaba por las rodillas, y una blusa de seda blanca, que estilizaba la forma de sus senos y que insinuaba un escote embriagador.

Si no me hubiera acabado de correr hace un momento, le echaba un rapidito.

Cuando horas después llegó mi hermano, lo hizo de mal humor, había estado con  una puta que lo había tratado muy mal,  había cobrado primero y después había hecho que se corriera a toda prisa y de mala gana.

Estaba contándomelo en el salón pensando que mi mujer no nos oía, cuando entró ella radiante y exuberante como he descrito antes y le dijo:

-Yo te hubiera tratado mejor, y sin salir de casa

Luís me miró, esperando que le dijera como antes que era una broma de Laura, pero esta vez sólo me limité a encogerme de hombros. Laura empezó a desabrocharse la blusa eróticamente y se sentó a horcajadas encima de él. Dejando a la vista un precioso sujetador negro de encaje que resaltaba sus hermosos pechos.

-¿Nos darías los mil euros al mes por disfrutar de todo esto, cuando y como quisieras?

Luis me volvió a mirar incapaz de articular palabra, y yo volví a encogerme de hombros. Laura se puso en pié y dijo:

-Quizás necesites una sesión de prueba, para saber si te gusta.

Mientras decía eso se puso en pié, lo cogió de la mano, y se lo llevó a nuestro dormitorio, mientras el alternaba su mirada entre el culo explosivo de Laura y la cara de póker que yo había adoptado, me quedé en el sofá preocupado, sin saber como acabaría todo  esto, dándole vueltas a la cabeza con posibles finales y consecuencias, estaba absorto en mis pensamientos, cuando me sacaron de ellos los gemidos de Laura. Se había atrevido, lo estaba haciendo, se estaba follando a mi hermano en nuestro dormitorio.

Me dirigí lentamente a donde ellos estaban y vi a Laura  boca arriba en el borde de la cama, mi hermano estaba de pié y la follaba bestialmente mientras la agarraba los tobillos y levantaba sus piernas por encima de su cabeza, formando una v . Veía la espalda de mi hermano, y noté que en cada embestida, se retiraba más de un palmo de mi esposa, o la sacaba y la metía cada vez, o tenía una tranca descomunal. No pude evitar entrar en la habitación para verlos de perfil y disipar la duda, No la sacaba y la volvía a meter, es que tenía una polla de caballo, los gritos de mi mujer eran ensordecedores, estaba disfrutando como una loca, mi hermano gemía también, al estar llegando le soltó las piernas y se abalanzó sobre ella, mientras lanzaba un alarido de placer intenso, dio dos o tres breves sacudidas rápidas mientras estrujaba sus tetas, y se quedó retorciéndose sobre el coño de Laura, repartiendo su esperma por el interior de mi mujer.

Me fui al salón y esperé a que vinieran ellos. ¡Joder!, que polvazo acababan de echar.

Cuando llegó mi mujer, había perdido la seguridad que tenía antes, le temblaban las piernas, le costaba andar, se acurrucó a mi lado en el sofá y me abrazó. Al rato llegó mi hermano, ya vestido, Laura seguía desnuda.

MI hermano me miró y me dijo:

-Mil quinientos, la mitad de lo me pagan, ha sido la mejor noche de mi vida.

Yo miré a Laura que estaba acurrucada y aún temblando, y le levanté la barbilla para mirarla a los ojos, ella asintió con la cabeza. Teníamos un trato.

Esa noche a solas, en nuestro dormitorio y mientras la abrazaba le dije:

-No tenemos por que seguir con esto, puedo buscar otra solución, mañana le digo que se vaya, y nos olvidamos de todo esto.

-No, no hagas eso-me dijo mientras me acariciaba la mejilla- Todo va bien, no me supone ningún problema, todo lo contrario, ha hecho que me corriera como una puta, lo he disfrutado, su polla me ha debido machacar los ovarios, o el útero, o lo que sea con lo que choca una polla gigante, pero yo quería más y más, me doy miedo a mi misma, no sabía que pudiera tener ese furor uterino.

A la mañana siguiente me desperté escuchando los gemidos de Laura, ese cabroncete iba  a amortizar bien su dinero, habría venido a nuestra habitación a buscarla y se la estaba follando en la suya. Cuando volvió con las piernas temblando otra vez y chorreando semen por sus muslos le abrí la sábana y dejé que se volviera a acurrucar conmigo mientras la abrazaba.

-Podemos poner unos límites, una vez al día o algo así, se está pasando-le dije-

-He sido yo la que ha ido a buscarlo, el no tiene la culpa de nada.

Nos adaptamos rápidamente a la nueva situación, y parecía que la alegría volvía a nuestra casa, no fue tan difícil como pensaba, como dijo mi esposa, donde folla uno pueden follar dos.

Un domingo mientras desayunábamos mi hermano soltó sin previo aviso:

-Tengo una proposición, -dijo con miedo y dudando- y no se si os va a gustar, pero os la tengo que contar, si os parece mal, lo olvidamos y aquí no ha pasado nada.

-Qué miedo me das- dije rápidamente- Anda suéltalo.

-Como comprenderéis a mis amigos de confianza les he contado el trato que tenemos.

-¿Que has hecho qué?-dijo indignada mi mujer.

-Sólo a mis amigos íntimos, no lo he ido contando por ahí. Bueno el caso es que Pedro,  mi amigo gordito, sí el que vino conmigo a  vuestra boda, os tenéis que acordar de él, me ha dicho que pagaría trescientos euros por una noche.

-¿Por una noche de qué?  –pregunté, aunque sabía cual iba a ser la respuesta.

-Pues… con Laura, con quién iba a ser.

-Tú estás mal de la cabeza, bastante nos ha costado adaptarnos a lo que tenemos, y encima propones más complicaciones.

-No veo ninguna complicación, si viene tres o cuatro veces al mes, podéis sacar otros mil doscientos euros más, que no creo que os vinieran nada mal.

Yo decía que no con la cabeza, pero mientras iba sumando mentalmente, los mil quinientos de Luis más los mil doscientos de Pedro, ya hacían dos mil setecientos, y con eso si que viviríamos  como marqueses.

Laura debió de hacer la suma también porque en voz baja y tímidamente dijo:

-Podíamos probar, a ver como sale. Sólo una vez.

-Si podíamos probar-dije yo no muy convencido.

-¿Le puede decir que suba entonces?-preguntó mi hermano.

-¿Cómo que suba, no me jodas que está en la puerta?

-Si, no podía esperar más, ¿Le llamo? Ha traído el dinero.

-Venga que suba- dijo mi mujer sorprendiéndome por su seguridad- tampoco es un extraño, si vino a nuestra boda y todo. Y donde follan dos pueden follar tres.

Yo es que no daba crédito a lo que estaba escuchando, mientras mi hermano se fue a buscar a su amigo, ella se fue a dar una ducha rápida, sin decirme ni pío. Cuando llegaron Luis y Pedro, ella estaba en la ducha aún, nos saludamos le ofrecí una cervecita fresca que me aceptó. Le dijimos que Laura estaba en la ducha, que saldría enseguida. Cuando Laura entró en el salón a los tres se nos caía la baba. Sólo llevaba un batín transparente como el papel de fumar, que apenas le llegaba a medio muslo, se transparentaba todo, y estaba húmeda de la ducha por lo que se le pegaba en algunas zonas al cuerpo, como en los pezones, que encima los tenía erectos del agua fría.

Se acercó a saludar a Pedro  dándole dos besos en la mejilla, y sin más historias le cogió de  la mano y se lo llevó a nuestro dormitorio. Mi hermano y yo nos mirábamos con cara de circunstancias.

A los dos se nos ocurrió lo mismo a la vez, y fuimos sigilosamente hacia el dormitorio, debíamos de parecer ladrones de opereta. Sólo se escuchaba a pedro gemir sordamente, al asomarnos vimos como mi mujer tenía a Pedro boca arriba en la cama y le estaba haciendo una mamada en toda regla. Cuando lo tubo a punto se puso encima de el y dirigiendo la polla, bastante normalita por cierto, hacia su coño, la engulló entera de una sola tacada. La escena tenía su gracia porque la barriga enorme de Pedro le llegaba casi a la altura de los pechos a Laura, y ese estómago gigante parecía un depósito de gasolina de una moto de gran cilindrada, y mi mujer a su vez parecía que la pilotaba mientras se lo follaba. Ya habíamos visto bastante, y nos fuimos al salón a por otra cervecita.

Pedro salió, nos dio las gracias, el dinero y se fue más contento que unas pascuas.

-¿Que cariño, te gustan las motos gordas? -Le pregunté cuando salió de la ducha.

-Ella nos tiró un cojín haciéndose la enfadada, pero empezó a reírse  con nosotros.

-¿Habéis visto como me plegaba en las curvas? Ja, ja, ja

Poco a poco fue aumentando nuestra clientela, siempre conocidos y gente discreta. Teníamos dinero a espuertas,

También nos adaptamos a la situación, y como decía mi mujer donde follan tres pueden follar cuatro o cinco o…

Está claro que mi mujer es una puta, a  la que quiero mucho, pero lo que no tengo claro es lo que soy yo.