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Ya somos dos, para el profe y el portero

en Bisexuales

Mi amigo Joaquín me envía este segundo relato, que sigue a “La necesidad de pija a los 40”, y que podéis encontrar en   http://www.todorelatos.com/relato/107201/

El texto es suyo, mi colaboración, solo técnica. Dejando el texto original casi intacto.

 

“Ya somos dos, para el profe y el portero"

 

Yo sabía, desde que le pague el primer mes de gimnasia a mi mujer, que el profesor se la iba a culiar en cualquier momento. Resulta que justamente en mi propio edificio, en el último piso, se instalo un gimnasio donde un joven de unos 35 años bien fornido que hace pesas, está dando clases únicamente a mujeres y algunos turnos, a hombres mayores con problemas cardiacos, algunos de ellos me parecen muy  putos. Por lo menos a mi pareció así. 

El muchacho no se complica mucho, da clases a las 8 de la mañana a una o dos brujas, luego se toma un descanso y atiende a otras dos de once a doce. Por la tarde recibe a los viejos.

A mi mujer le aconsejó su médico que hiciera gimnasia cinco veces por semana y hasta ahora iba solamente tres, porque era muy caro. Pero para mejorar su salud, opte por pagarle el gimnasio del edificio para no gastar en movilidad.

Durante el primer mes, yo la dejaba a la misma hora que iba a trabajar, pero los sábados, me quedo en cama desayunando y viendo TV hasta que ella vuelve de su gimnasia de 8 a 9. 

Pasó un par de veces, que cuando llegaba ella a las nueve, la notaba muy acelerada y se entraba a bañar de golpe. No aguanté más la curiosidad y la observé por la mirilla, estaba haciéndose una furiosa paja. Me tranquilicé y me fui de nuevo a la cama. Cuando salió, se metió en mi cama y se durmió. A la media hora empecé a tocarle el culo, se despertó y me dejó hacer. Seguí pasándole la lengua por el orto y la concha y le sentí olor a semen, seguí chupándole la concha y le encantó; se dio vuelta y me mamó la pija de manera desacostumbrada, con más hambre que de costumbre y se  volvió a calentar.

-           ¿Qué te pasa? - le pregunté-.

-           Nada, es que la gimnasia me hace calentar.

-           ¿Y el profe no se da cuenta?

-           No sé, pero como hay  otra mujer haciendo gimnasia, trato de distraerme conversando.

Le acabe en la boca, como no lo hacíamos hacia años, pero no me quiso dar el culo, entonces le mame la concha otra vez y la culié unos 20 minutos muy bien y le acabe en las tetas. Quedó conforme, pero al poco rato la vi hacerse la paja de nuevo en la cama y le dije si quería que le chupe el orto mientras se hacia la paja. Lo aceptó. Le clave mi lengua que es bastante grande y se lo chupé con mucho entusiasmo.

 Entonces se puso a cuatro pies y le mamé su  hoyo hermoso bien depilado mientras acababa con algunos espasmos de emoción, sin gritos porque ella no exagera, al revés, se contiene, cuando está muy caliente los gritos los ahoga con la almohada.

-           ¿Te pongo la pija en el orto?

Y no quiso, se la volví a mandar por adelante y acabe otra vez, ahora adentro, luego se me sentó en la boca y me hizo que le chupara toda la leche y le dejara limpísima la concha.

-           No te creo que la gimnasia te hace calentar, ¿no será el profesor?,

-           Bueno, la verdad que sí, hemos entrado en un juego interesante, cuando me ayuda a levantar las pesas me apoya la pija enorme pero caída, de modo que no me imagino el tamaño que tendrá parada.

-           ¿Y que dice la otra mujer?.

-           Se hace de no ver. Y cuando él le apoya la pija, yo me hago de no ver.

-           ¿Y cuando te vas a dejar culiar con él?

-           No sé, algún día espero que falte la veterana... 

Llego el día. Ya había pasado más de una hora desde que se fue y me trabajaba mucho la cabeza, de modo que subí al último piso del departamento y trate de escuchar tras de la puerta algún ruido. No oía nada, pero sabía que estaba todavía allí. Baje a la planta baja y le pregunté al portero si había llegado la señora mayor, rubia que toma clases con el profe, y me dijo que no, que había faltado esa mañana.

Allí me cayo la ficha, sin dudas se estaba culiando a mi mujer.  Le hable al celular y la bruja no me atendía. Volví a casa y me metí en la cama para esperarla. De nuevo insistí en el celular y me atendió muy agitada.

-           Hola querida, ¿estás bien?

-           Sí, rebién...

-           ¿Ya te está cogiendo?

-           Sí.

-           ¿Estas tranqui?

-           Sí.

-           ¿Temes para rato?

-           Sí.

Todo eran monosílabos.

-           ¿Tiene la pija blanda?

-           No.

-           ¿Es muy grande?

-           Sí.

-           ¿Ya te hizo el orto?

-           No, todavía no.

-           ¿Vas a demorar?

-           Si bastante... -me aseguró-

-           ¿ Te espero para que culiemos?.

-           Si vos querés, espérame.

 

Paso otra  hora larga y la volví a llamar, no me atendió. Subí de nuevo al departamento y me encontré con el portero escuchando detrás de la puerta.

-           Hola ¿qué haces?

-           Este..., no sé, escuche ruidos.

-           Claro, mi mujer está haciendo gimnasia ¿o no sabe?.

-           La verdad que sí, pero me intrigaba que no salga en dos horas. ¿Usted no es celoso?.

-           Para nada, está haciendo gimnasia.

-           ¿ Usted cree?.

-           A ver déjame escuchar.

Y oí gemidos de placer.  ---¡Así, dámela con todo, si flaco culiame mas, culiame mas!-- le gritaba ella.

-           ¿Vio? -- me dijo el portero-- se la está cogiendo y no te importa.

-           Claro que no, la verdad es que tenemos un matrimonio muy abierto y entiendo cuando este gozando.

-           Que cornudo que sos -- me dijo--.

-           ¡A lo mejor te está gustando también la pija!.

-           Por supuesto -- le dije-- me encanta que me la den por el culo, pero también la cojo a ella cuando puedo.

-           ¿Querés chuparme la verga?, --me dijo el portero--.

-           A ver, si vale la pena. 

 

Fue impresionante, la pija que tenia, quise imaginarme que era más grande que la del profesor. Se la mamé divino en la  puerta del profe mientras a mi mujer le hacían el orto del otro lado. Chupaba y escuchaba, le mamaba las bolas y escuchaba.

-           Cógeme, culiáme, hacéme bien la concha papito... --le gritaba ella en forma entrecortada, evidentemente gozaba cada envestida del muchacho--.¿ La tengo toda adentro o te falta más pija?.

-           No querida, ya la tenés entera adentro, movéte y disfrutá, --le exigió el profe—

-           ¿Querés que te la ponga en el culo? -- me dijo el porterito--.

-           Por supuesto le dije.

Me di vuelta y sin saliva me calzó la cabeza en el orto. Me hizo doler una barbaridad, pero no podía gritar, arruinaría todo. Seguía escuchando.

-           Culiame de nuevo por favor, culiame el culo, --le gritaba la bruja al profe--.

-           Ya no puedo más, ya no se me para la pija,-- le contestaba--.

-           Entonces voy a bajar para que mi marido me siga cogiendo, --dijo--.

Al oírla me asusté, me saque la pija del portero y rajé por las escaleras abajo.  Me metí en la cama y en pocos segundos llego ella, re caliente.

-           Mamita que culiada te dieron que te demoraste tanto.. 

-           Si pero quiero seguir cogiendo hacéme vos el culo por favor.

Yo tenía mi pija al mango y la ilusión de seguir siendo penetrado por el porterito. Se la clave en el acto y empecé a decirle obscenidades, como a ella  le encanta. Le dije que me gustaría ver como se la coge el profesor que trate de filmarlo, y otras cosas. Después empecé a insinuarle que el portero se la come con los ojos.

-           ¿Te gustaría que te haga culiar con el muchacho nuevo?, mira que es muy recatado y limpio.

-           Claro mi amor, pero me gustaría que me coja en tu presencia, para que me trate bien. 

Le hable en el acto al celular y le dije al portero que lo necesitaba que estaba la puerta abierta. Subió enseguida, suponiendo que yo quería hacerme culiar y enorme fue su sorpresa cuando nos vio a los dos en bolas en la cama.

-           Javier . Mira este regalo, mi mujer necesita que le hagas el orto como vos sabes.

-           Claro patrón -- me dijo y se saco solamente los pantalones  y le puso la pija en la boca un rato—

-           No sabía que les gustaba la fiesta.

-           Hacéle el orto por favor, el culo, hacéle el culo,--le grité--.

Y al darla vuelta le vio el hoyo tan florecido por la cogida que le había dado el profe, que se asusto de verle salido todo el culo hacia afuera, de modo que yo empecé a chupárselo despacio y con mis manos y un gel le fui acomodando para adentro el ano a la bruja, que se dejaba manosearse muy feliz.

El portero ya  no dudo un instante más en ponerle la garcha hasta el fondo. Era tremenda, la dejo sin respiración. Me senté en el borde de la cama a verlos culiar. Era maravilloso como ella se le sentó en la pija y se agarraba del respaldo de la cama y lo cogía con pasión, el culo estaba repleto de verga, una  pija seguramente hirviente y gruesa como de unos cinco centímetros de diámetro, fantástica y ella seguía disfrutando conteniendo los gritos, por momentos lloraba de felicidad, en otros se agitaba tanto que le daba hipo y seguía saltando sobre la pija descomunal de nuestro amigo. La verdad que así valía la pena llenarse de cuernos.  

El tipo no acababa ni por un segundo. El ano iba y venía de arriba abajo tragando y tragando. Creo que se la culió media hora y cuando mi mujer ya se desesperó, se puso la pija en la concha y se acostó totalmente sobre él y me dio el orto a mí.

 -          Dale papi, culiame por el culo --me rogó y se la di gustoso--.

Le hice el culo una media hora divina mientras ella tenía toda la concha ocupada.

-           Qué bien coge esta mina --decía el porterito--. Supongo que me invitaran de nuevo.

-           Por supuesto, si sos discreto y queda todo dentro de estas paredes,-- le dije yo--.

Y el tipo seguía sin acabar. Mi mujer ya se había corrido tres veces, y yo dos y el muchacho jamás terminaba. Estaba muy cansada y se bajo de la pija que seguía hermosamente parada. 

A mí se me agrandaron los ojos de lujuria y se me caía la baba de las ganas de chuparle la poronga. Ella se dio cuenta.

-           Papi, ¿querés comerte este pedazo?, veo que estas desesperado.

-           Claro, si no te importa dejáme que le mame la pija un rato.

Ella se sentó entonces a verme chupar la verga. El tipo hizo un chiste.

-           Los dos chupan hermosos, uno mejor que el otro.... Pero me gustaría culiarlo a tu marido, ¿me dejas?...

-           Claro, si él te aguanta.

No espere ni diez segundos y como hizo ella, me senté en esta formidable pija que me hizo doler terriblemente unos minutos antes, por el apuro y ahora estaba feliz, dentro de casa, sin miedo a que nos descubran y  logre comérmela hasta la mitad con el culo. Luego ella me puso un poco de gel en el borde del ano y cada tanto le agarraba la pija y le ponía gel y la guiaba hasta adentro. La poronga no me podía entrar del todo, no la podía aguantar. Empecé a sufrir un poco, pero las ganas de seguir la fiesta se multiplicaban. Entonces ella sugirió que cambiemos de posición, me hizo arrodillar en el piso y poner el cuerpo sobre la cama dejándole el hoyo abierto. Entonces él me cogió de parado y la pija entro entera.

Quede enloquecido. Empezó a culiarme muy bien, lleno de gel.

La pija de unos 24 centímetros me entro hermosamente y no acabo nunca. Me la sacaba  y la enterraba de golpe haciéndome ver todas las estrellas del firmamento. Me la sacaba y luego mi mujer le chupaba la cabeza tratando de sacarle la leche. Y no podía. Me fue culiando cada vez más fuerte y no acababa, de modo que mi mujer se subió sobre mi cuerpo, se tiro sobre mi espalda  en la misa posición que yo y le dejo su culo a centímetros del mío.

El muchacho nos culió a los dos a un tiempo, me clavaba la pija unos veinte segundos, hasta el fondo, serruchaba y la sacaba para clavarle a ella hasta el fondo y culiarla igual que a mí. Nos cogió una hora sin parar. Ella me chupaba la oreja y me decía que jamás la habían culiado tan hermoso. Me rogaba que le pague muy bien al portero para que venga a culiarnos todos los sábados. 

Cuando él comenzó a gritar que iba a acabar, nos turnamos para sacarle la leche. Los dos de rodillas abrimos las bocas y fue llenando de leche nuestras gargantas. Resulto hermoso,  la recibimos sin tragar nada de leche, le sacamos todo y después empezamos a chuparnos con mi mujer y a cambiarnos la leche y la saliva, nos tiramos a la cama, nos revolcamos le metí la pija en la concha, en el orto y otra vez en la concha. Ella le dejo el hoyo preparado a él,  que volvió a la carga y mientras comíamos la leche acostados y abrazados, el empezó a culiarle el culo de nuevo. 

Pasamos unas dos horas culiando como nunca. Fue nuestro primer trío y difícilmente vuelva a repetirse con esa intensidad, aunque en el futuro, trataremos de sumar al profesor  si acepta la orgia. Tres pijas, una concha y los hoyos de mi mujer y mío, serán suficientes para la fiesta.

Lo que deseo tremendamente, es sin dudas, probar la pija del profe, que mi mujer dice es divina, tanto como la del porterito, aunque no sea tan grande como esos 24 centímetros que parecían una escultura. Sé positivamente, como desde ahora se aumentaran nuestros gastos por las pijas que nos vamos a comer los sábados, pero nadie se imagina lo barato que ello significa, cuando comparas la felicidad  de horas que estas comprando con algunos pesos. Esas pijas valen el doble, y ver a mi mujer colmada de felicidad, y yo disfrutando de mis cuernos, eso sí, no tiene precio alguno.

Joaquín.    


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