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Las cosas de mi madre 7. Final.

en Amor filial

Las cosas de mi madre 7

El relato 6 de esta serie, finaliza con el encuentro con mi hermana. Se había propuesto perder su virginidad, pero sin contacto con otro hombre que no fuera yo. Seguiríamos teniendo estos encuentros hasta que quedara embarazada. A partir de ese momento, sus contactos sexuales serían, exclusivamente, con mujeres, especialmente la mía, Katia. Acepté su propuesta. Lo cierto es que fue delicioso tener sexo con ella. Su delicadeza, la dulzura con que me prodigaba sus caricias…

            --Lina ¿Estás bien?

            --Sí, mi amor. Pero vamos a salir del cuarto que no quiero que sepan lo que hemos hecho, y, por favor, no digas nada.

            --No te preocupes. Tampoco quiero que sepan nada de esto, sobre todo Luis. Por cierto, ¿Qué estarán haciendo?

En el centro de producción de video la imagen que se nos muestra es alucinante.

Luis, mi amigo, penetrando a Katia, mi mujer, mientras mi madre y mi suegra se lamen, sus respectivas vulvas, en un sesenta y nueve escandaloso, con las caras llenas de flujos, las manos de cada una, acariciando las tetas de la otra…

Mamá se aparta del coño de Tina para mirarme, con una sonrisa picarona, pasándose la lengua por los labios, relamiéndose.

Apago las cámaras y se quitan las máscaras.

            --¿De dónde venís los dos? ¿Qué habéis estado haciendo, manitas?

            --Nada mamá, estábamos hablando de nuestras cosas.

Luis desmonta a Katia  y me mira con recelo. Su polla enhiesta apunta al techo, aún estando de pie. Tal vez piensa que voy a recriminarle haber follado a mi mujer. Le sonrío…

Katia queda tendida en la colchoneta con los ojos cerrados, debe haber disfrutado de lo lindo con mi amigo por la cara de golfa que se le ha quedado.

            --¿Qué tal lo llevas Luis? ¿Lo pasas bien?

            --Buufff. Y tanto Carlos. Jamás pude imaginar que me pasara esto. Estoy como en las nubes, esto es un sueño hecho realidad y pasándolo de fábula, gracias a ti.

            --Mamá. Tengo hambre ¿Vamos a comer algo?

            --Si hijo, ahora mismo lo preparamos. Vamos Tina.

Lina se tiende junto a mi mujer y acaricia sus pechos, mama de ellos, veo como la leche le chorrea por la comisura de los labios. Ella le devuelve las caricias y se enlazan en un abrazo, besándose amorosamente. Mi madre nos empuja para que salgamos.

            --Venga para la cocina, golfos, que no pensáis nada más que en follar.

            --¿Hay algo mejor, mamá? Jajaja.

Luis se viste y se despide de las chicas con la mano.

            --Gracias por todo, a todas, especialmente a ti, Carlos.

            --Luis…Solo te pido discreción.

            --Por supuesto. Si yo contara algo de esto, me tomarían por chalado. Jajaja.

Se marcha. Pongo la mesa mientras mamá y Tina preparan la comida.

            --¡Lina, Katia! ¡A la mesa!

Bajan las dos, Katia con su hija en brazos. Risueñas. Parecen felices, sobre todo Lina. Ha debido contarle algo a Katia que me mira de forma especial. Se sienta en la silla y se dispone a dar de mamar a la niña.

            --Carlos. Voy a dejar de tomar los anticonceptivos, quiero tener un bebé…

Mi madre abre los ojos.

            --Pero chiquilla, si estás dando de mamar a tu hija. Es muy pequeña para traerle un hermanito. Espera un poco.

            --No Ana, quiero tener un bebé, ahora. No voy a esperar ¿Tu qué dices Carlos?

            --Que me encantaría. Mamá, necesito tener algo mío. Lola es preciosa, pero es hija de papá, no mía.

            --Bueno…Vosotros veréis lo que hacéis.

                                                           ----------------------

Han pasado tres meses, desde que tuvimos el primer encuentro mi hermana y yo. Seguimos follando, en secreto, cada vez que podíamos, hasta hace un par de semanas. Lina confirmó que estaba embarazada. A partir de ese momento dejamos de hacerlo. Eso sí, ante las cámaras me prodigaba unas mamadas de ensueño. Y yo, por fin, iba a ser papá. Una semana después, mi mujercita, Katia, también nos dice, llorando de alegría, que estaba preñada…

Llamada por el móvil.

            --Si, dígame.

            --¿Don Carlos?

            --Si. ¿Quién es?

            --Buenos días, soy el comandante de puesto de la G. C. de ------ Le llamo porque hay novedades sobre el asunto de su padre. ¿Puede venir por el cuartel? Tenemos que hablar con Vd.

            --¿Es algo grave? ¿Es muy urgente?

            --No se alarme, no es muy urgente, pero debemos hablar lo antes posible. Y no es algo que se pueda tratar por teléfono.

            --Bien, mañana me paso por ahí. ¿De acuerdo?

            --Perfecto. Mañana nos vemos.

Corto la llamada. Mi madre me mira interrogante.

            --¿Quién era?

            --La Guardia Civil del pueblo. Quieren hablar conmigo. Me iré esta tarde y mañana me pasaré por el cuartel.

Tina escucha con atención.

            --¿Puedo ir contigo, Carlos?

            --Como quieras. Por mi no hay problema.

Mi madre asiente con la cabeza y…

            --Pues yo también voy. No quiero dejaros solos. Si vais a follar yo también quiero participar. Y de paso enterarme de lo que ocurre.

Después de comer descansamos un rato los tres en la cama. Lina y Katia juegan a acariciarse en la habitación de mi hermana. Ya les habíamos comentado que nos íbamos al pueblo.

            --Katia, cariño. Nos vamos, no seáis muy traviesas, os quedáis solas.

            --No os preocupéis. Nos apañaremos…Muy juntitas las dos. Jajaja.

Nos despedimos con besos y viajamos hasta el pueblo.

Salir de Sevilla, enfilar la carretera de Utrera, Montellano…Hasta la sierra sur de Sevilla, un viaje de una hora y media que transcurre en silencio, roto por mi madre.

            --Tina, Carlos me contó lo que hicisteis y…

            --¿No te habrá molestado que follaramos verdad?

            --No, quiero decir que mi hijo me dijo lo que encontrasteis en mi casa del pueblo, de lo que yo no sabía nada. Pero nada de nada, de lo que hacia mi marido. La verdad es que hasta que se aclare esto estoy en ascuas.

            --Yo también Ana. Me he pasado algunas noches sin dormir, pensando en lo que nos ocurriría, si los que mataron a Fernando dieran con nosotros, buscando lo que encontramos.

            --Dejaros ya las dos de malos augurios. No sabemos nada, aún. Mañana quizá se aclare todo.

Mis dos “moms” callaron, pero seguían rumiando.

Cuando llegamos, fuimos directamente a casa de Tina, era tarde, cenamos algo que traían de casa y nos quedamos aquí a dormir. Bueno… Si se puede decir dormir a estar en la cama, en medio de las dos, maduritas, metiéndome mano por ambos lados, haciéndome cosquillas y sintiendo el calor de sus cuerpos, la suavidad de la piel, mi madre me acariciaba hasta con los pies. Que delicia.

            --¿Queréis guerra? Pues la tendréis.

            --Eso, dale un poco de alegría a nuestros cuerpos, que falta nos hace. Fóllame, yerno. Esta noche lo necesito.

            --Pero que puta eres Tina. Súbete encima de mi hijo y veras lo que te hago.

Me cabalga como una amazona, empalándose en mi verga, lo que deja su culo y espalda a merced de la sádica de mi madre que, armada con un arnés de doble dildo, una punta insertada en su coño y la otra, de mayor tamaño, apuntando el ano de mi suegra.

No sé de dónde, saca un tubo de lubricante y lo derrama sobre aquel vergajo, penetrando a continuación a su consuegra, que gime, no sé si de placer, dolor o de las dos cosas a la vez.

            --¡Fóllame Eva! ¡Folla mi culo! Como me lo follaba tu marido cuando venía a verme sin tu saberlo. Cabrona. ¡Rómpemelo, por puta! Me lo merezco. ¡Párte mi culo de puta, mientras tu hijo me folla el coñoooooo!

Mi madre, no sé si por venganza o por que le gustaba, empujaba con todas sus fuerzas. Mi polla, estimulada por los golpes de mi madre en el orto de Tina, no pudo evitar la corrida y descargó en su vientre, mientras nuestras bocas se fundían en un beso húmedo, un revoltijo de sensaciones, de emociones…

Alargo mis manos hasta abrazar a mi madre y la atraigo sobre mi suegra, penetrando su boca con mis dedos, sintiendo su lengua, los labios…

            --Carlitos, me vais a matar de gusto entre los dos. ¡Qué corrida Dioos!

            --Mamá, tu aún no…

            --No hijo. Estoy muy caliente, pero no he llegado. He disfrutado viendo como os corríais los dos.

            --Pues ahora te toca a ti, Ana. Dejáme que me ponga debajo y te coma el chochito. Tu Carlitos, fóllala por donde quieras.

            --No, Carlos. Déjame organizarlo. Tina, a cuatro patas. Quiero follarte el coño con mi mano y tú, Carlos, detrás, métemela por donde quieras. ¡Joder! Estoy ardiendo.

Así lo hacemos. Mientras penetro a mi madre alternando el culo y el coño, puedo ver cómo su puño entra en el coño de Tina, que se retuerce y grita. Alargo mi mano para introducir dos, tres dedos en su culo, al tiempo que mi polla se mueve dentro del vientre, que me albergó durante nueve meses. El orgasmo de mamá provoca espasmos que comprimen mi verga, acelerando el mío.

Nos desplomamos los tres y nos quedamos dormidos.

                                                           -----------------

            --Buenos días ¿está el cabo?

            --Un momento.

El guardia de puertas entra a los despachos y vuelve a los pocos segundos acompañado del cabo.

            --Hola, Don Carlos. Pase usted.

Sentado en la mesa del despacho, un guardia, con graduación. Se levanta y se acerca dándome la mano, que estrecho. El cabo nos presenta.

            --El teniente D. Emilio J. Quería hablar con usted.

            --Bien, usted dirá.

            --El comandante del puesto nos puso en alerta de ciertas anomalías que había observado en el caso de su padre. Nuestro departamento de Policía Judicial, tomo cartas en el asunto y, tras la pertinente investigación, se llegó a concluir que, efectivamente, su padre fue asesinado. La recogida y el análisis de las pruebas y las huellas encontradas, nos llevaron a identificar a dos sujetos, fichados y en busca y captura por diversos delitos. Eran dos sicarios, de origen colombiano, relacionados con los carteles del tráfico de armas, estupefacientes y la trata de blancas.

            --¿Quiere decir que mi familia, corre peligro?

            --No, tranquilícese. Estos dos individuos fueron localizados en Barcelona, durante una operación de los Mossos d. Escuadra, que investigaban un caso de secuestro. Se resistieron, dispararon a las fuerzas de seguridad y fueron abatidos, están muertos.

            --Entonces… ¿Ya no tenemos nada que temer?

            --Pero hay algo más. En el registro que se efectuó en las viviendas que utilizaban estos sujetos, se encontraron, entre otras cosas, una foto de su padre, D. Fernando, su dirección, de aquí y todo esto relacionado con un tal D. Alberto D.,  Abogado. ¿Conoce usted a este señor?

            --Pues sí. Era el abogado de mi padre. Yo no he tenido mucho contacto con este señor, lo conozco de haberlo visto un par de veces. Mi padre no nos hablaba de sus negocios.

            --Pues todo apunta a que este señor fue quien contrató a los sicarios que asesinaron a su padre.

Esta noticia me cayó como un rayo en la cabeza. Me maree, estuve a punto de caerme y me sujetaron los dos guardias, me sentaron en una silla y llamaron al guardia de puertas para que trajera un vaso de agua. Bebí un sorbo y me tranquilice un poco.

            --No puedo creerlo. Este hombre era amigo de mi padre. Se conocían desde hace muchos años. ¿Por qué querría matarlo?

El teniente me observaba inquisitivamente.

            --Es lo que tratamos de averiguar. Esperaba que usted nos pudiera aclarar algo.

            --Pues, lo siento. Para mí ha sido una desagradable sorpresa. Ya le digo que mi padre no hablaba de sus asuntos con nosotros. Cuando falleció, le pregunte a mi madre si podía saber algo que lo empujara a hacer algo así y me dijo que no sabía nada. Sospechaba que los negocios iban mal, porque últimamente veía a mi padre nervioso. Ella pensaba que las deudas, los bancos… La verdad, no sabíamos nada. ¿Y este abogado, sabe algo? ¿Lo han interrogado?

            --No podemos. Precisamente por eso estoy aquí. Lo encontraron ahorcado en una finca que tenía en las afueras de Sevilla.

            --¡Dios mío! ¿Se suicidó o fue asesinado, como mi padre?

            --Aún no podemos saberlo, la Policía Científica lo está investigando. Se ha abierto un sumario y el asunto está bajo secreto judicial. Pero lo que sí puedo decirle es que su padre estaba, presuntamente, involucrado en asuntos muy turbios.

            --O sea, que mi familia puede estar en peligro.

            --No lo sé. No puedo asegurarle nada, hasta tanto este resuelto el caso. Por cierto. Su padre dejó algunas deudas ¿Cómo se saldaron?

            --Pues por lo que yo sé, este señor, el abogado, se encargó de vender las fincas y los almacenes de mi padre y con ello se liquidaron las deudas. Si no todas, la mayoría. Por otra parte, al estar separado de mi madre, esta pudo salvar la casa de mi familia, que esta escriturada a su nombre.

            --¿Y de qué viven ustedes actualmente?

            --Bueno, verá. Es algo que me avergüenza un poco. Tuve que dejar los estudios y montar una página web porno con mi familia para poder subsistir… Yo no tenía oficio alguno, mi madre no había trabajado nunca y mi hermana era una cría. Mi novia embarazada. No vimos otra salida.

Los guardias se miraron perplejos.

            --Bien, no le molestamos más. Ya nos pondremos en contacto con usted.

            --Si necesitan algo, estoy a su disposición. Y por favor, manténganme informado de cualquier novedad.

Me despido de los guardias y me dirijo a casa de mi suegra, donde me esperan las dos.

            --¿Qué ha pasado Carlos?

            --Pues, lo cierto es que no sé qué pensar. Se ha confirmado que a papá lo asesinaron. Que los asesinos, al parecer, han muerto a manos de la policía en Barcelona. Pero lo que me ha dejado perplejo es que, quien contrató a los sicarios, fue Alberto, el abogado de papá. Su amigo, en quien él confiaba. De hecho, en la carta que me dejó, me indicaba que me pusiera en contacto con él, para que nos ayudara a resolver los problemas financieros. Por suerte no fui a verlo. Supongo que no llegó a saber, que teníamos los documentos que mi padre nos dejó.

            --Y ahora ¿Qué hacemos? Si Alberto es el que ordeno el asesinato de Fernando, estará al tanto de todo. Puede que venga a por nosotros.

            --Él no, mamá. Ha muerto, lo encontraron ahorcado en su finca del Aljarafe.

            --¿Cómo? No entiendo nada, hijo. ¿Se ha suicidado?

            --No se sabe aún, puede que hicieran con él lo que él con papá, pero ahora todo son suposiciones.

            --¿Y qué vamos a hacer, Carlitos?

            --Por ahora nada, Tina. Esconderemos lo que tenemos en lugar seguro y callaremos, no diremos nada. Si hay más gente tras la documentación de papá, pero no saben que la tenemos nosotros, podremos estar tranquilos. Dejaremos que pase el tiempo y esto se olvide. No podemos hacer otra cosa.

La preocupación se refleja en sus rostros.

            --Bueno, preparémonos para volver a Sevilla, no me gusta que las niñas estén mucho tiempo solas. Otra cosa, les he dicho a los guardias que vivimos de la pornografía. Me preguntaron cuál era nuestra fuente de ingresos y se lo tuve que decir.

            --Por dios, qué vergüenza, si se llega a saber en el pueblo… Mis hermanos.

            --No pasa nada. No creo que la policía vaya diciendo por ahí a lo que nos dedicamos. Pero además, tú no tienes por qué estar involucrada, Tina. No salgas más en el chat y en paz.

            --Si hombre, y perderme los folleteos, con lo que disfruto. Que nunca, en toda mi vida, me he corrido tantas veces como en los últimos meses con vosotros. De eso nada. Tendréis que seguir contando conmigo para follar.

De vuelta a Sevilla, voy pensando en lo extraña que es la vida.

Hace un par de años mi vida, nuestra vida era…Normal. O sea, aburrida. De pronto las cosas se complicaron. Descubrir a mi madre, ejerciendo de puta, follando con un cliente en mi casa, jodiendo después conmigo, que mi novia es hija de mi padre y él sin saberlo, la deja preñada, nos casamos, el asesinato de papá, la webcam, a través de la que nos mostramos al mundo entero follando en familia, mis dos hermanas embarazadas por mí…

Voy a dejar este relato aquí.

Espero y deseo que los mafiosos, con los que se relacionaba mi padre, se olviden de nosotros y poco a poco iré sacando el dinero, según lo vayamos necesitando, pero sin hacer ostentación y, desde luego, sin que mis dos preñaditas sepan nada. Tengo cuatro mujeres en casa pendientes de mis deseos.

Me siento feliz. Por fin voy a ser padre y por partida doble. Mis dos hermanas preñadas por mí……..

Mas de solitario

La tormenta. Versión B.

La tormenta. Versión A.

Ana, mi historia. Capítulo 4 y ultimo

Ana, mi historia. Cap. 3

Ana, mi historia. Cap. 2

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GLORIA Capítulo 5 Final

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Cosas de mi adolescencia

La salida del tren

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Era noche cerrada 4ª parte. Final.

Era noche cerrada 3ª parte

Era noche cerrada 2ª parte.

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Secuestrada (3)

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De vuelta a mi casa

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Las cosas de mi madre 6

Las cosas de mi madre 5

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La necesidad de pija a los 40

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Gaby, mi hija. Epílogo.

Gaby, mi hija. 10 Final.

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El sueño de Irene

Gaby, mi hija. 7

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Gaby, mi hija 5. Fin de la primera parte.

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Mi nueva vida 6

Mi nueva vida 5

Mi nueva vida 7

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Mi nueva vida 3

Mi nueva vida 2

Mi nueva vida

16 dias cambiaron mi vida 6

16 dias cambiaron mi vida 7

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16 dias cambiaron mi vida 4

16 dias cambiaron mi vida 3

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