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Las cosas de mi madre 10

en Amor filial

                        Las cosas de mi madre 10

             Continuación de   (“Las cosas de mi madre”, Cap.- 1 al 9)  En mi perfil de Todorelatos —  http://www.todorelatos.com/perfil/1427702/

            Desde Benalmádena.

            Han pasado unos meses desde que dejamos Sevilla para refugiarnos en este paraíso de la costa malagueña.

            La casa chalet que habitamos es una de las propiedades que dejó mi padre a nombre de nuestro, hemos descubierto algunas cosillas más. Por ejemplo que hay una cuenta en el banco XXXX, donde se depositaron 35.000 euros y se domiciliaron los pagos de los gastos, luz, agua, gas, comunidad, impuestos etc.;  correspondientes a esta propiedad. No sé cómo se las apañó papá para que los titulares de la cuenta fuéramos los tres, o sea, mamá, Lina y yo. Tengo claro que mi padre sabía que algo le podía pasar… Lamentablemente no se equivocó…

            Superado el luto, tengo ahora otros retos a los que enfrentarme. He tenido que declarar ante el juez que entiende el caso de la mafia que investigaba mi padre, en Sevilla. Estuve con Emilio, el teniente  de la benemérita, ahora ascendido a capitán. Salimos a tomar unas cervezas y me explicó muchos puntos que yo no tenía claros sobre la investigación.

            También vi a Luis… Me entrevisté con él en la cárcel, donde fui a visitarlo. Le habían caído cuatro años y estaba muy mal, demacrado, hundido… En el fondo me dio pena. Me aseguró que no había tenido nada que ver en la muerte de mi padre, el abogado lo buscó, tras el asesinato, para que le mantuviera informado de nuestros movimientos, suponía que teníamos acceso a los documentos que podrían inculparlo…

            Le pedí un favor… Me agencié un kit de prueba de ADN con la intención de compararlo con el de mi nueva hija… Se me olvidaba… Kati tuvo una niña y Lina otra. A las dos les hice la prueba de paternidad. La de mi hermana Lina si es mi hija, Anita… La de Kati, Xena, no… Por eso intentaba determinar de quien era. Kati estuvo follando conmigo, con Luis y con otros. Yo estaba descartado, si eliminaba a Luis de la lista quedarían los dos sujetos implicados. Por cierto, en la vista reconocí a uno de ellos, era el que recibió en tiro en el muslo el día del secuestro ante nuestra casa de Sevilla.

            Tras consultarlo con los guardias que vigilaban la entrevista, Luis no puso impedimento y me llevé la muestra del frotis de boca. Al pedírselo, Luis me dijo que el único que folló con ella sin condón fue él. A los otros dos no se lo permitió. Les obligó a ponérselo. Así pues la probabilidad de que Luis sea el padre de mi hija se incrementa notablemente.

Han sucedido algunas cosas más en estos meses.

            Al no poder justificar ingresos no podíamos dar salida al dinero que mi padre nos dejó… En herencia… Tampoco explicar su procedencia; y -+

me  vi forzado a montar un negocio. Claro está, en base a lo que ya habíamos vivido creí que lo más sensato era seguir en el mundo de porno… Era una actividad rentable y manteniendo unas normas, sin salirnos de la legalidad, podíamos justificar… Blanquear, si se quiere llamar así, mucho dinero.

            Habíamos dejado  las cam chat, pero seguía en contacto con los amigos de mamá. Ellos nos informaron que una actividad en auge eran los clubs de intercambios de parejas. Y a eso hemos dedicado nuestros esfuerzos.

            Alquilamos una casa en un pueblo cerca de Málaga, con una parcela de cinco mil metros que ya había sido utilizada como club y prostíbulo… Los propietarios habían sido condenados por tráfico humano y la propiedad embargada y en manos del banco con el que trabajábamos. Nos la cedieron por un módico alquiler con derecho a compra. O sea, las mensualidades se descontarían del precio final, en caso de comprarla.

            Actualmente estamos acondicionándola para su uso. Posee un amplio edificio de cuatrocientos metros construidos, con salones, salas y habitaciones con sus baños, algunas de ellas con yacusi. Un enorme jardín con una piscina de 20 por 15 metros en forma de riñón… Y una especie de invernadero con piscina cubierta, climatizada y yacusi.  En fin, una preciosidad que, probablemente, adquiriremos en propiedad si el negocio nos va bien.

            Si todo sale como está previsto, la próxima semana inauguramos el club. Mi madre es quien organiza y prepara los eventos y las actividades. Los albañiles, electricistas, fontaneros… Joder…, la cantidad de requisitos que hemos tenido que reunir para poder abrir el negocio, licencia de apertura, sanidad, industria…

            Un sinfín de pegas que echan para atrás a cualquiera que pretenda montar algo… Pero por fin nos acercamos al final del túnel, ya tengo todo los permisos necesarios y en regla para abrir. Las chicas ya tienen preparada la inauguración. Por lo poco que sé creo que va a ser apoteósica…

            Lunes, seis de la tarde… Acabo de despertarme, mamá, desnuda, a mi lado derecho… Tina, desnuda, a mi izquierda… Duermen. Oigo trastear a mis hermanas por abajo. Me levanto con cuidado de no despertar a las dos moms, me pongo un pantalón corto de pijama y una camiseta sin mangas. Voy a ver que hacen mis chicas.

            — ¡Buenos días…! ¿Cómo están mis niñas?

            — Lo de días será broma… Son casi las siete de la tarde — Responde Kati, parece molesta.

            El cuadro que se me presenta es… curioso…, mis dos hermanas están sentadas ante la mesa de la cocina, con sus bebes en brazos dándoles de mamar.

            — ¡Teta, teta, teta, quiero teta…! — Digo medio en serio, medio en broma.

            — Ven aquí, tragón. Toma tu tetita… Tu hija no quiere más, ya está harta y me viene el apoyo… — Lina me ofrece su deliciosa despensa.

            Arrodillado ante ella, acerco mis labios, primero a su boca, que me recibe con un lúbrico beso. Después chupo su pezón, mi boca se llena de leche, de la leche de mi hermana, la que le corresponde a mi hija… Nuestra hija. Simplemente, deliciosa…

            Con mi mano separo sus piernas, no lleve bragas, acaricio su vulva, paso mi dedo medio por la rajita deteniéndolo en el capuchoncito del clítoris…

            — ¡Ya está bien Carlos, deja a Lina tranquila! — Grita Kati enojada y celosa.

            — ¡Tú te callas puta! ¡Deja a la niña en la cuna y ven aquí! ¡Ya! — Le grito.

            Agacha la cabeza y se va a dejar la niña en su cuna. Pocos segundos después se acerca, yo sigo de rodillas ante Lina, mamando de su pecho.

            — ¡Tiéndete en el suelo y mámame!

            Obediente se tiende, baja mi pantalón corto y engulle  el pene que se ha endurecido por el contacto con Lina, con el calor y la suavidad de su cuerpo. De su pecho y su chochito.

            Trabaja la verga con verdadera maestría. Alargo el brazo hasta llegar a su coño, caliente y húmedo, introduzco dos, tres dedos dentro de su vagina, chapotea, ha segregado gran cantidad de flujo… Lina me abraza con su mano libre y me besa. No puedo soportarlo más, sujeto a Kati contra el suelo y descargo en el fondo de su garganta… Se aparta llorando, tosiendo y echando lefa por la boca, la nariz…

            — ¡¡Cabrón!! ¡Casi me ahogo!

            — Eso debí haberte hecho. Ahogarte, antes de llegar a esta situación.

            Se deja caer al suelo, sigue llorando y maldiciéndome de forma casi ininteligible. 

            El fin de semana de la inauguración ha sido todo un éxito. Las protagonistas, mi madre, Kati y Tina, su madre.

            Dejamos en casa a Lina al cuidado de las tres pequeñas. No quiso venir a la fiesta. Mamá fue la encargada de las invitaciones. Propaganda del evento en los círculos de parejas swinger, amigas de sus tiempos de call-girl con sus parejas,  invitó a sus dos amigos gay de Sevilla, que aparecieron con cinco chicas de su negocio, bellísimas. Pude contar alrededor de las cien parejas.

            La temperatura era excelente, anochecía. Estábamos en los mini bares del jardín, servidos por cuatro chicas que habíamos seleccionado de entre un centenar de solicitudes, bellas, con cuerpos de infarto, advirtiéndolas sobre qué tipo de local se trataba. No podían ser remilgadas, todas ellas habían trabajado como prostitutas o en clubes similares a este. Todo ello se reflejaba en los contratos que firmaron, que habían sido preparados por un bufete de abogados.

            Completando la plantilla con cuatro camareros, uniformados según el gusto de mamá. Con chaquetilla y pantalón corto de cuero negro.

            Pero lo que resulto sorprendente, incluso para mí, fue la aparición de mamá, vestida… Impresionante… Un top de cuero rojo con hebillas en el cuello y el escote que mostraba más que cubría, realzaba los pechos turgentes. Pantalón de cuero negro, ajustado, con lazadas en el frontal y a lo largo de las perneras. Calzada con zapatos rojo charol, de plataforma y tacón de aguja de doce o trece centímetros. Su melena suelta, maquillada con un gusto exquisito…

            Portaba en cada mano una cadena dorada, en cuyo extremo, enganchadas a los collares de cuero con incrustaciones doradas, se arrastraban a cuatro patas, como perritas mi mujer, Kati y su madre Tina. Desnudas, con lentejuelas brillantes pegadas a sus cuerpos y lo más impactante, con plugins anales de los que colgaban colas como las de los perros. Así las presentó.

            — ¡Buenas noches a todos y todas! Para los que no me conocéis, soy Ana… La anfitriona de este evento. Estáis en vuestra casa… Esta noche la barra es libre, bueno, la barra y todo lo demás… Para ir abriendo boca, nunca mejor dicho, aquí tenéis a mis dos perritas. Podéis usar sus bocas como gustéis, tanto los unos como las otras, son verdaderas maestras del arte de la mamancia…  Si lo que os apetece es probar sus otros agujeros… No hay problema, pronto estarán a vuestra disposición en la sala verde, allí podrán disfrutar de sus chochitos, sus culitos y todas las partes de sus cuerpos a discreción. ¡A disfrutar!

            Terminada la arenga, se agolparon sobre las dos mujeres un nutrido grupo de curiosos y curiosas que las manoseaban, pellizcaban sus tetas, introducían los dedos en sus bocas y sus vaginas, hasta que uno de los presentes descubrió su polla y la introdujo en la boca de Kati. Y ella se la tragó. A partir de ese momento ya no las dejaron hasta que Tina, sin poder más se dejó caer en el suelo, agotada.

            — ¡Basta! — Gritó mamá por los altavoces. — Las dejamos descansar unos minutos y pasamos a la segunda fase. ¡Carlos! Ven aquí, comparte este momento conmigo.

            Me acerqué a su lado. Me besó en la boca, no un beso de una madre, sino el beso de la amante. Tenía una especial habilidad para ponerme a tono tan solo con un beso…

            Acompañamos a mi mujer y a su madre al interior del recinto. En un baño, se lavaron y refrescaron…

            — ¿Cómo estáis? — Pregunté acariciando y lavando los pechos de Tina.

            — ¡Como vamos a estar! ¡Jodidas! — Responde Kati, malhumorada.

            — ¿Y tú Tina, como te encuentras?

            — Pues no sé qué decirte Carlos. Por una parte, como dice mi hija… Jodida, pero por otra… Me he pajeado muchas veces imaginando esto que nos está ocurriendo hoy. No se lo digas a nadie… Me he corrido no sé cuantas veces… Muchas… Pero a mi edad esto cansa.

            —Pues os queda otra sesión, y esta quizá sea más dura… Secaros, colocaros las colas que vamos a la sala verde.

            — Ya lo sé. Tu madre nos lo dejó bien claro. Mi traición y la de mi hija… Lo pagaremos… Muy caro. Pero en el fondo lo estoy disfrutando. Ábreme  el culo un poquito antes de meterme la cola, a ti también Kati… Así será menos duro ahí fuera, esa gente viene con ganas de follar.

            — No lo sabes bien… Ya queda poca gente vestida. La mayoría esta desnuda follando por todos los rincones… Al pasar por el pasillo del glory hole, lo he visto lleno de hombres por fuera, introduciendo las pollas por los agujeros… Tenía curiosidad por ver quien estaba dentro chupando… Era Félix el amigo gay de mamá. Me miró con cara de pillín y riéndose cerró la puerta.  Menos mal que la distribución no permite saber quién está detrás de la pared. Si los machitos del otro lado supieran quien se la está chupando… Jajaja.

            Me desnudo, cubro a mi suegra con una toalla para secarla, detrás de ella, empujo su espalda para que se agache un poco y con el dedo medio inicio la penetración en su culo, facilitándolo con lubricante. Kati, secándose frente a mí, mirándome fijamente, como reprochándome lo que hacía. Sustituyo el dedo por mi verga que, al principio con dificultad, poco a poco entra en el ojete de Tina. Le acaricio las tetas.

            — Ven Kati, bésame.

            Se acerca y me besa, mi pene entrando en el vientre de Tina. Observo como con una mano pasándola por debajo acaricia el coño de su madre,  con la otra se toquetea el suyo. Tina le ayuda en la operación, acariciándola.

            — Vamos Kati, ponte que Carlos te lo haga a ti, para que, ahí fuera en frio no sientas dolor.

            Refunfuñando Kati se inclina mostrándome su culito, repito la operación de su madre y penetro el estrecho pasaje que permite el paso a duras penas. Insisto con delicadeza hasta que lo consigo. Tina acaricia las tetas de su hija que  segregan leche sin poder evitarlo. No sé qué ocurrirá si se dan cuenta fuera, no creo que vayan a hacerle daño, pero… Quién sabe. Termino colocando las colas en sus culos y con una palmadita en el pompis las invito a salir. Mamá se acerca con las cadenas en la mano.

            — Al suelo perritas. — Ordena.

            Se colocan a cuatro patas, mi madre les engancha las cadenas y las conduce a la sala verde. Yo no tengo muy claro en qué consiste. No estaba cuando se terminó la obra y es mamá quien se encargó de todo. Quiero ver que hacen.

            La sala es amplia, del techo cuelgan una serie de cadenas y correas que no tengo muy claro para qué sirven, pronto lo descubriré.

            — ¡Voluntarios para quitar los rabos! — Grita mi madre.

            Rápidamente se acercan cuatro hombres y dos mujeres, todos desnudos.  Mamá se dirige a una de las señoras, de unos cincuenta años, rolliza, de grandes pechos colgando sobre su barriga.

            — ¿Quieres hacerlo tú?

            — Si, si quiero, déjame hacerlo. Me da mucho morbo, sobre todo a la niña. ¿Por qué es muy joven verdad?

            — Si Lorna. Es muy joven, pero mayor de dieciocho y con dos hijas. Jajaja — Responde Mama.

            La mujer se acerca a Kati y juega con sus tetas, las exprime y se sorprende al ver como mana la leche de sus ubres.

            — ¡Es verdad! Tiene leche… ¿Me dejaras mamar Ana?

            — Si querida. Yo sabía de tus inclinaciones, eres una buena mamona y te vas a dar el gustazo de mamar de las tetas de mi nuera… Guarrindonga… Jajaja.

            Le quita con cuidado los plugins a las dos, y se los entrega a mamá.

            — ¡Al suelo perritas!

            Se tienden.

            Mamá baja una de las cadenas hasta el suelo.  Uno de los camareros le acerca lo que parece un arnés de trabajos en altura…

            — ¡Tina, tú serás la primera! Ponte en el suelo boca abajo.

            Mi suegra obedece sin rechistar. El ayudante de mamá le coloca el arnés a Tina, una correa por el pecho, bajo las axilas. Otra por el bajo vientre y dos que sujetan los pies por los tobillos. Todo esto coronado por un puente metálico que engancha a la cadena que pende del techo.

            Finalizada la operación de amarre, es izada mediante un traste que la deja a la altura que los usuarios de sus partes deseen. En este caso, uno de los presentes se acerca a mamá, le habla al oído, mamá asiente y se acerca decidido a la cara de Tina, que no se hace de rogar, abre la boca y engulle el pene del voluntario. Otro se acerca por el extremo opuesto, separa las piernas de la mujer y se introduce en… No sé muy bien por donde…

            La mujer a la que mamá llamó Lorna está muy entretenida mamando los pechos de Kati y masajeando sus almejas…

            Las dejo rodeadas de curiosos y curiosas puestas en cola para participar en el festín.

            Me sorprende ver, en otro lugar de la misma sala un extraño sofá o tumbona. Una muchacha, de unos treinta o treinta y cinco años, está tendida a lo largo. No tiene respaldo, un hombre sujeta sus muñecas, mediante unas correas, a los costados. Ella está abierta de piernas y entre ellas un monolito con varios artilugios. Su pareja sujeta también los tobillos. Una vez inmovilizada penetra la vagina con un dildo de tamaño considerable, que incrusta en el monolito antes citado. Manipula unos botones y el vibrador se mueve, adentro, afuera… Él hombre acaricia los senos de la mujer, su vientre, besa y lame los pezones, acaricia el clítoris… Espero a ver los resultados. Tras unos minutos, la chica se retuerce, abre desmesuradamente los ojos y la boca, no puede gritar porque le falta la respiración… Exhala un — ¡AAAAHHH! — Presa de convulsiones. El hombre detiene la máquina folladora, extrae el instrumento del placer, desata a la chica y se abrazan besándose…

                        Doy una vuelta por las distintas estancias… Todas ocupadas por participantes de las más diversas edades y… Tendencias… Se oyen grititos de sorpresa, placer, dolor… Sobre todo en la habitación oscura… No quiero saber qué ocurre dentro…

            Me acerco a la barra y una de las chicas me ofrece una copa de cava. No quiero beber mucho, pero la acepto. Es una chica pelirroja… Mmmm… Son mi debilidad, seguro que mamá ha tenido algo que ver en esto.

            — ¿Quieres algo más…? — Pregunta con voz melosa… Sugerente…

            — ¿Qué tienes? — Respondo.

            Baja los ojos, mirando su propio cuerpo.

            — Todo lo que está a la vista…

            — Gracias, ahora no Linda… Quizá más tarde… — Digo sonriendo.

            — Cuando quieras… Estaré siempre a tu disposición…

            Las camas balinesas y chill out, desperdigadas por el jardín, mostraban verdaderos espectáculos erótico pornográficos… Parejas, tríos… Hetero, gays…

            Vienen a mi mente los versículos bíblicos sobre Sodoma y  Gomorra… Sigo con mi periplo, saludando, incluso besando, acariciando… En uno de los grupos quisieron integrarme, y la verdad… No me hubiera importado… Pero no era el momento. Dos parejas se intercambiaban y uno de los participantes me llamó.

            — ¡Carlos, ven por favor! Mercedes dice que le gustaría que la penetrásemos por sus dos agujeros… ¿Aceptas?…

            Era una pareja que conocimos cuando teníamos el negocio web cam en Sevilla. Nos pidieron participar en nuestros juegos ante las cámaras y aceptamos. No llegaban a los treinta. Ella era muy hermosa, morena, alta, algo metidita en carnes pero muy bien distribuidas… Sí, me apetecía…

            — Bueno… Como ella sabe, no puedo negarme…

            Me desnudé y me tendí en la cama junto a ella, que inmediatamente se doblo para engullir mi verga, hasta ese momento flácida. Pronto alcanzó la dureza que el momento exigía, Mercedes cabalgó sobre mí y de un golpe de cadera se empaló. Su marido, tras ella inició la penetración anal, yo me quedé quieto para facilitar la operación… Sentía en mi pene el roce de la verga del marido a través de la delgada pared que separa vagina y ano. Cuando comenzó a moverse ella se deslizaba sobre mí, con movimientos laterales… Se inclinó y apresó mi boca con sus labios, suaves, carnosos, se separó ligeramente para mirarme directamente a los ojos, acariciando mis mejillas y rastrillando mi pelo con sus dedos… De nuevo batalla de lengua contra lengua… Los roces, las sensaciones las caricias de mis manos en sus pechos, estimulando los pezones rugosos por la excitación… El marido exhala un grito y se separa de sus nalgas dejándose caer junto a mí… Ella sigue con su diabólico movimiento, pero no quiero correrme, al menos no antes que ella. Ahora soy yo quien de un golpe de costado me pongo sobre ella, me muevo lentamente en su interior… Soy yo, ahora quien se apodera de su boca, mordisqueo los lóbulos de las orejitas, su cuello. Siento los pezones duros contra mi pecho. Inicia un movimiento que interpreto como de aproximación al orgasmo… Acelero, bombeo tratando de no pensar en la calidez de las paredes de su vagina que ordeñan mi pene… Se aferra con inusitada fuerza a mi cuello con ambos brazos, me sorprende, casi me ahoga. Sus talones golpean mis nalgas incitándome a penetrarla más y más profundamente… Y explota. No una, varias veces siento como el clímax se reproduce, se aleja un poco y vuelve una y otra vez, hasta terminar exhausta. Sigue abrazándome y besándome, murmura…

            — Gracias — Abriendo todo su cuerpo como una flor.

            — A ti Mercedes… Ha sido fabuloso…

            — Pero tú no te…

            — El placer no reside solo en el orgasmo… Para mí el autentico placer ha sido sentir, apreciar, el tuyo… Haberte hecho llegar al clímax y ver tu cara de felicidad. A mí me queda mucha noche aún…

            Le doy un beso en los labios y me marcho. Quiero ver que hacen mis chicas…

            ¿Dioss?… ¿Qué es esto?… Al entrar en la sala donde dejé a mamá, me encuentro con un cuadro digno de ser descrito por el marqués de Sade… Kati está tendida sobre un tipo y tiene otro encima, la penetran por sus dos orificios, además otro le pasea la polla por la cara y cuando puede atraparla la chupa. Además ella coge una verga en cada mano de otros dos… Hay un revuelo de gente, me acerco y veo a Tina, en cuclillas, rodeada por diez o doce sujetos que se turnan en dejarse mamar por ella, otro debajo la penetra, no sé por dónde. El semen chorrea por su cara, el pelo, las tetas… ¿Y mamá?… ¡Joder! ¡Ya la veo! Está sobre una chica en un sesenta y nueve y el marido de la mujer que está debajo le bombea el ano… ¡Con una polla enorme!…

            Al verme me llama…

            — ¡Ven Carlos!  Quiero que conozcas a Adolfo y su mujer, Tania.

            Al acercarme el tal Adolfo saca el enorme aparato del culo de mamá, brillando por los líquidos que lo empapan. Me da la mano, pringosa de fluidos, que estrecho y huelo. Son de mi madre. Los conozco bien. Mamá se pone en pié y también lo hace la chica. Una preciosidad de mujer.

            Al darme un beso en la boca percibo el sabor típico de mamá, de su coño. Me encanta, no me canso, se entretiene unos segundos metiendo su lengua en mi boca y la saboreo…

            — Tenía muchas ganas de conocerte Carlos. Tu madre nos ha hablado mucho de ti.

            — Yo no puedo decir lo mismo, no sé nada de vosotros, pero eso tiene fácil solución. Vamos a sentarnos y tomamos una copa, así descanso, que ahí fuera me han dado un tute…

            Con una sonrisa coge mi mano y tira de ella hacia el jardín.

            — ¡Vamos a tomar algo, ahora volvemos! — Le grita al marido y a mama, que ya están de nuevo liados.

            — Mi madre no deja de sorprenderme, hay que ver lo que le está metiendo tu marido en el culo…

            — Si… Pero no es oro todo lo que reluce…

            — ¿Y eso? ¿Hay problemas?

            — Pseee. Ya te contaré, tendremos tiempo, a partir de hoy estaremos en permanente contacto…

            — ¿Qué estáis tramando? Imagino que algo relacionado con mi madre…

            — Si… Hemos hablado de algo que tenemos que concretar y darle forma… Negocios… Pero ahora, estamos de fiesta y me interesa más divertirme… Contigo…

            — ¿Es una proposición o una amenaza? — Digo sonriéndole.

            — Ya veremos, el tiempo dirá…

            Avanzando hacia una de las camas del jardín llamo a una de las chicas del servicio. Tania quiere agua, yo también. Casualidad…

            Mas sosegados admiro su esbelta figura, el pelo caoba, liso, cayendo hasta los hombros. Es muy hermosa, sus labios me atraen como imanes… Al acercarme, con la intención de besarlos… Nos interrumpe la camarera que nos trae las dos botellas de agua y dos vasos con hielo…

            Bebemos un sorbo, ella clava sus ojos en mí, no logro saber su color, la tenue luz artificial no me permite verlos bien, pero me parecen preciosos… La delicada curva de los hombros, la piel suave de un ligero tono canela… Y su aroma… Me es imposible saber que perfume usa pero es delicioso… ¿O es su olor natural?

            Es ella quien se aproxima y roza mis labios, siento como si una mariposa hubiera aleteado sobre ellos y un escalofrío recorre mi espina dorsal… Ella lo ha percibido…

            — ¿Te pasa algo Carlos?

            — No… Bueno… No sé… Desde que te he visto me siento raro contigo… Eres muy bella… Me gustas mucho y temo…

            — No sigas… No sigas  Carlos… Tengo que confesarte que me ha ocurrido algo parecido desde que te vi acercarte a nosotros ahí dentro… Yo lo achacaba a que en el momento de llamarte tu madre… Me atravesaba un orgasmo como hacía tiempo que no sentía… Estaba aturdida y no pude evitar el impulso de besarte, no sé que me ha pasado…

            — No digas nada más… Solo bésame…

            Y me besó, nos besamos, nos acariciamos y disfruté de uno de los mejores polvos de mi vida. No follamos… Hicimos el amor, sus palabras eran sinfonías en mis oídos, sus besos miel, sus caricias hacían vibrar todas las fibras de mi cuerpo…

            ¿Puede alguien enamorarse así? ¿De pronto? ¿Sin anestesia?…

            Me sentía con ella como si nos conociéramos desde siempre, pero ella afirmaba lo mismo.

            — ¿Qué me está pasando Tania?… Es la primera vez en mi vida que siento esto… Con esta fuerza, con esta pasión. Esto es una locura, deseo fundirme contigo, ser solo uno contigo para poder estar haciéndote el amor el resto de mi vida…

            Se acurrucaba a mi lado, abrazada a mí, la respiración agitada…

            — ¡Joder Carlos! ¿Qué coño me has dado? Me siento tuya, una parte de ti, de tu cuerpo… Yo no he experimentado algo tan fuerte nunca… Ni con mi marido… Con nadie…

            — ¡Hola tortolitos! — Mamá nos había sorprendido en medio de las declaraciones amorosas.

            — ¡Ana! Qué sorpresa… — Exclama Tania sorprendida.

—    Os estáis dando un buen homenaje ¿No?

            —  Siii, mamá, lo estábamos pasando bien ¿Y tú?…  Porque creo que te has divertido de lo lindo con Kati con Tina… Y con Adolfo… Tu culito se ha  tragado una verga de concurso…

— Carlos, se merece un premio…  ¿Verdad Tania?…  Tienes un marido…

            — Ten cuidado Ana, no confíes demasiado en él. No es trigo limpio, lo iba a comentar con Carlos… Nos vamos a divorciar y está buscando a quien aferrarse,  como una sanguijuela…

— ¡Vaya! No sabía que tuvierais problemas.

            — Pues sí, Ana. Los hay y muy graves. Hace poco descubrí que estaba utilizando mi nombre y mis negocios para asuntos turbios. Yo no tengo necesidad de complicarme la vida con esas cosas. Tengo los recursos suficientes para vivir sin problemas, pero él es demasiado ambicioso y sin escrúpulos… Por suerte lo he descubierto a tiempo, pero él aún no lo sabe. Lo hice investigar por un detective y confirmó mis sospechas… — Las últimas palabras son acompañadas por un temblor en sus labios y un gesto de dolor.

            — No sé muy bien a que te enfrentas pero si podemos ayudarte en algo… No tengas reparos en pedírmelo… — Le dije apretando sus manos con las mías.

            — ¡Gracias Carlos! No esperaba menos de ti. ¿Y tú Ana, me ayudarás?

            — Como te ha dicho mi hijo… Te apoyaremos en lo que podamos… ¡Cuidado! Ahí viene tu marido…

            Efectivamente, Adolfo se acerca haciendo que su cimbel se balancee golpeándole los muslos. Sonriente se dirige a Tania, la coge de la mano…

            — Cariño… Tenemos que marcharnos ya. Es tarde y mañana tenemos que madrugar… Me ha encantado conocer tu culito Ana. Ha sido delicioso… Carlos, encantado…

            Estrecho su mano y siento un escalofrío por la espalda. Mano fofa, fría… Tania besa mis labios y se marchan.

            — Qué desagradable, mamá…

            — ¿Qué te ha resultado tan desagradable, hijo?

            — La mano de Adolfo blanda y fría…

            — Como su polla hijo… Las he pasado canutas para metérmela, no tenía la dureza suficiente y se doblaba. Como tenía mucho lubricante resbalaba y no entraba… No me ha gustado.

            — Pero mamá, a Tania le has dicho…

            — ¿Qué querías que le dijera: Tania tu marido tiene la porra grande pero sin fuerza?…  De todos modos ella ya lo sabe. Hemos charlado mucho estos días que ha estado acompañándome y ayudándome con los preparativos… ¡Pero ya está bien! Dejémonos de charla… Se ha ido casi todo el mundo y ya están recogiendo. Vámonos a casa a dormir que yo no puedo más. Voy a buscar a Tina y Kati… — Dicho lo cual se aleja en dirección a los salones donde están mi mujer y su madre…

            El movimiento de sus glúteos desnudos es sensual, parece haberse dado cuenta que la estoy observando, gira su cabeza, guiña un ojo y me manda un beso… Es genial.

            Entro en la sala unisex donde están los servicios y las duchas para asearme. El recinto bastante amplio, posee una línea de cuatro duchas descubiertas a la izquierda, seguidas de cuatro cubículos WC con separación y puerta. A la derecha cuatro lavabos y otros cuatro bidets.

            En una de las duchas está Linda, la camarera pelirroja que se me ofreció en el bar. La mirada sugerente, el alabastrino cuerpo cubierto de finas gotas de agua deslizándose hasta caer en la placa… ¡Joderrr!  De sus manos se escapa la pastilla de jabón que usa, cae al suelo cerca de mis pies…

            — ¿Me pasas la pastilla Carlos? — La voz dulce, los labios de un delicioso color fresa natural sin carmín…

            Ma inclino, cojo la pastilla y se la acerco… Linda coge mi mano y tira de ella hasta hacer chocar nuestros cuerpos…  Demencial… Unimos las bocas en un frenesí de besos, lenguas penetrando, lamiendo al otro… Mi miembro se yergue, altivo, desafiante, presto al encuentro que no se hace esperar. Es la chica quien con su mano lo guía hasta su cavidad, húmeda, caliente. Se penetra con mi verga e inicia un alucinante vaivén, enloquecedor… Me está ordeñando con los músculos vaginales… Y provoca en mi cuerpo un efecto demoledor. Me corro, sin remedio, sin solución de continuidad, ella sigue con sus movimientos, ahora acompañados de la manipulación de su clítoris para llegar a los pocos segundos a un atronador orgasmo. Grita y grita la condenada como si la estuvieran matando. Y se moría, sí, pero de gusto. Caímos de rodillas al suelo, los dos abrazados y con los labios pegados.

            Aún estamos en esa posición cuando irrumpen en la sala mamá, mi mujer y mi suegra.

            — ¡Vaya con Linda! Y parecía tontita la muy zorrona… — Dice sarcásticamente mamá.

            — Sí, sí tonta. El tonto es mi marido que ha caído en sus garras. Por fin has conseguido lo que querías ¿No?  ¡Follarte a Carlos! ¿No era eso?… ¡Ana despídela! — Grita Kati muy enfadada.

            — Ni hablar mamá, Linda se queda y tu Kati… Tú te callas. ¿Cuántas pollas te has tragado hoy?… Anda y lávate que das asco…

            — Si vamos hija, vamos a asearnos un poco que estoy deseando ir a descansar… Lo de hoy ha sido muy fuerte… ¡Pero lo he disfrutado como una perra! Jamás imaginé que pudiera correrme tantas veces, ha sido brutal, pero me ha gustado… — Le dice Tina a su hija empujándola a una de las duchas y abriendo el grifo.

            Linda se seca y se marcha dándome un beso prometedor de nuevos combates. Mamá entra en otra de las regaderas y me llama con un gesto.

            — Ayúdame a lavarme con el gel. — Hablándome al oído — ¿Lo has pasado bien con Linda? Le dije que te gustaban pelirrojas y ella me comentó que tú también le gustabas.

            — Ha sido un buen polvo mamá, pero estoy agotado. ¿Tú no querrás jaleo ahora?

             — No mi vida. Quiero irme cuanto antes a dormir…

            Nos secamos y vestimos los cuatro y nos marchamos a casa en un coche.

            Lina dormía rodeada de bebés. Al besar su frente se despertó, me miró sonriendo y me dio un beso en los labios. Kati se tumbó a su lado.

            Cuando llegué a la habitación grande mamá y Tina, mi suegra, dormían profundamente… Me acomodé entre las dos y me domí.

           

           

           

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