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Mis chicas (04)

en Dominación

Cuando Uge llevaba ya tres semanas trabajando fui por "El Amo Severo" sin advertirla para ver como se desenvolvía. Lucrecia me facilitó una capucha completa y unas prendas de cuero para que mi puta no me identificase. No era raro que acudiesen muchos clientes de incógnito, así que ninguna de las cuatro zorras que en ese momento se exhibían en las cabinas con mampara de vidrio perforado para escuchar sus incitaciones mostró el menor inconveniente en vender su propia mercancía.

Uge superó mis esperanzas. Había cumplido más de lo esperado. Vestida con un sujetador de cuero negro sin copas que impulsaba hacia delante sus apetitosas ubres rematadas por los anillos, unas medias de mallas ancha y unas botas de cuero negro hasta los muslos y altos tacones despuntaba sobre las demás vendiendo su mercancía.

Mientras estrujaba sus pechos y estiraba de los anillos de sus pezones al tiempo que proyectaba sus amplias caderas hacia delante para mostrar su repelado monte de Venus decorado con sus gruesos anillos, entre los que destacaba admirablemente el del clítoris encadenado a los otros, y sin ocultar el tatuaje donde se proclamaba su vieja profesión, decía:

- Vamos muchacho, no has visto zorra masoca como yo. Puedes disponer de mi cuerpo como en tu vida has hecho ni harás con ninguna mujer.

- Mira estas tetas: se pueden morder y retorcer. Te encantará estirar mis pezones con sus anillos o atarlas con una cuerda hasta que queden moradas. ¿Qué te parecería torturarlas con cera caliente? O pincharlas con agujas.

- ¿Y este coño que mi marido no aprecia y que hasta mi hijo se lo comería? -Me complació que recordase mi recomendación de significar que era casada y con hijos- Dijo abriendo sus muslos y estirando de las cadenas para separar los labios mayores.

- ¿Qué piensas de estirar mi gordo clitoris con la cadena de su grueso anillo? ¿ O de azotar estas nalgas mientras tu gran pene se hunde en est agujero? Mientras se daba la vuelta y abría sus cachetes para enseñar su ano?

- No encontrarás una puta mejor. Me he hecho puta porque soy ninfómana. Y además soy masoca, no te daré ningún problema para realizar tus perversiones, mientras pagues claro.

- Mira que húmedo tengo el coño solo de pensar lo que me vas a hacer. Va a comenzar a chorrear.

- ¿Te imaginas soltar todo tu esperma en mi boca mientras estiras firmemente de anillos y ves mis pezones o mis labios vaginales desconsideradamente torturados?

Me gustó la profesionalidad de mi chica y, para disimular, escuché las ofertas de las demás zorras expuestas en su respectivo escaparate. Ninguna alcanzaba a conseguir la calidad de márketing que mi puta hacía de su propia mercancía. Bien les fallaba el lenguaje de comunicación, bien la exposición de la mercadería. Quizá, analizando aspectos por separado alguna ganaba a mi chochón.

Lucrecia me condujo a una sala reservada desde donde podía ver por medio de cámaras ocultas la actuación de mi fulana casada en caso de ser seleccionada.

La filmación no es lícita generalmente, pero como en la sala donde se produce la actuación existe una pantalla para que la gente se mire y después se les da un videocassete con lo filmado, nadie puede comprobar si alguien más mira o existen copias.

Y llegó el momento, un cliente seleccionó a mi puta. ¡Horror!. Era un enano, aunque para decirlo de forma políticamente correcta, como la esposa de Wilt, una persona de crecimiento restringido. Creí que mi zorra armaría un escándalo. Ya lo había montado el día que la seleccionó un negro y se negó, por lo que tuve que disciplinarla aplicándole varios enemas consecutivos durante una hora.

Pero esta vez me sorprendió aceptando al cliente con plena profesionalidad. Realmente el tipo no le supuso mucho trabajo. Probablemente por causa de su deformidad debía acudir a locales como el de Lucrecia porque las putas que en ellos se encuentran tienen menos escrúpulos que las comunes. Aparte de obligarle a hacer algún numerito fetichista previo, entró en acción muy pronto, la folló su vagina, su ano y le vertió el esperma por la cara, pero nada más. Me tuve que esperar para ver más acción, aunque ya tenía una buena opinión de la profesionalidad de mi reciente adquisición visto su comportamiento con el enano, perdón, la persona de crecimiento restringido.

No pasó un cuarto de hora durante el que me entretuve viendo lo que sucedía en alguna otra de las salas cuando Lucrecia me avisó de que a Uge la iba a utilizar una pareja de negros y que ella misma participaría.

Conecté la cámara de la sala donde trabajaría mi furcia con cierta aprensión por sus malos antecedentes con los negros. Por otra parte su actitud con el enano me tranquilizaba.

Entró Uge en la sala vestida diferente a como estaba en el expositor de putas: Seguía con las altas botas, pero ahora portaba un corse de cuero que dejando a la vista sus tetorras, las erguía insultante y provocativamente. Llevaba un collar y unas ajorcas y tobilleras de cuero con argollas por todo alrededor para las pertinentes sujeciones según fuera preciso.

La seguía la imponente Lucrecia con su traje de látex y sin prescindir de ninguno de los atributos de dómina y por último entró la pareja.

Lucrecia hizo exhibirse a mi puta invitando a la pareja a palpar toda su anatomía. La hizo inclinar hacia delante separándose ella misma las nalgas para que pudieran apreciar sus agujeros animándoles a meter sus dedos y saborear los néctares que protegían sus paredes, asegurándoles que el llamado agujero negro tenía garantía de plena limpieza ya que cada hora imponía a las chicas un enema.

La pareja, mejor dicho, el hombre explicó la pretensión. Su mujer había cometido adulterio y por tanto merecía, y ella admitía, unos severos castigos. Como no quería castigarla con sus propias manos, él castigaría a Uge y Lucrecia imitaría las prácticas sobre su esposa.

Comenzó por atar a Uge sobre un potro bajo con el culo ofrecido para flagelar sus nalgas con saña. Lucrecia le advirtió de que no debería estropear a la puta. El respondió que bueno, pero que a su adúltera esposa le aplicara el castigo más fuerte de lo que el hiciera con Uge.

Siguieron una serie de fustazos en el coño y los pechos tras darle la vuelta. Como había dos potros Lucrecia seguía al instante las maniobras del negro. Después se pasó a colocarlas simultáneamente, ya que había espacio para las dos, sobre la barra afilada en forma de cuña para mortificarles el coño. El negro colgó de los anillos de los labios y de las tetas de Uge unas plomadas para acentuar el suplicio y Lucrecia, a falta de anillos en su víctima, le colocó en los mismos órganos unas apretadas pinzas de cocodrilo lastradas también por sendos pesos. Por supuesto mayores que los de Uge.

Durante dos horas pasearon a la zorra y la adúltera por diversos instrumentos incómodos y dolorosos terminando con la máquina de follar, donde Uge recibió unos orondos apéndices por ambos agujeros. Cuando tocó el turno a la infiel no pudo acoger tal grosor por lo que su marido decidió sustituirlos por otros más delgados pero más largos, con lo que la dama sufrió mucho pensando que la presión sobre el fondo del útero le perforaría sus entrañas.

Por último, el negro folló y sodomizó Uge vertiendo su esperma sobre su cara. Lucrecia le imitó mediante un consolador sobre arnés y, a falta de esperma, orinó en la cara de la desleal hembra.

Satisfecho del buen oficio de mi empleada me marchaba a realizar otras gestiones relacionadas con el buen gobierno de mi plantilla laboral, cuando en la puerta encontré a Guillermo, el marido de Uge que la esperaba al término de la jornada para llevarla a casa.

Le dije que aún tardaría un poco ya que tenía que ducharse y acicalarse porque había tenido una jornada un poco pesada, sobre todo al final. Le invité a tomar unas cañas y nos pusimos a charlar. Cuando le comenté que Uge estaba superando mis mayores esperanzas siendo una profesional de primera se puso muy orgulloso, comentando que lástima que no supiese de su infamado oficio su madre, la marquesa de Medina Mediana, que tan conservadora, meapilas y altanera era y tan ufana de mostraba de la rancia estirpe de su familia.

Por fin se aclaró mi memoria respecto de su mención por Lauri y los servicios que les prestaba. Así que los arrogantes, conservadores y virtuosos señores en público no tenían inconveniente en usar de mis putas en privado.

Me despedí de Guillermo y fui a mi cita con Lorenzo, no sin antes recoger a Lola para la permuta. Ella ya sabía del negocio pero, a pesar de su cara de disconformidad, no se había opuesto. Quizá porque temía el castigo que tantas veces había sufrido por su pertinaz costumbre de discutirme. Lola no es como Uge, no le va para nada el masoquismo. Cualquier amenaza de daño a su cuerpo la pone histérica. Si con su carácter se hubiese parecido a Uge, me hubiera tenido que pasar la vida castigándola.

Lorenzo ya nos esperaba con su putita asiática. Sin más preámbulo las hicimos desnudar y cada cual se dedicó a examinar a su futura empleada. El examen de la mercancía debe ser minucioso ya que en este negocio no se admiten descambios ni existe garantía. Me gustó mucho la presión de su ojete cuando metí dos dedos por él. Le pregunté a Lorenzo si la zorra no trabajaba con el ano, respondiéndome que muy frecuentemente, pero que era una característica natural suya tan extraordinaria elasticidad.

Satisfecho de la mercancía y tras entregarnos los debidos certificados médicos acreditativos de la sanidad de las putas cerramos el trato y tomamos unas copas mientras cada zorra le mamaba la polla a su nuevo amo en señal de aceptación. Más tarde cada una firmaría su contrato correspondiente.

Me fui con Sunny y pasamos por mi casa a buscar el aparato de succión para que ella se lo colocase en sus de por si abultaditos pezones para aumentar más el contraste con la ausencia casi total de pechos. Después la dejé en su casa, conociendo a su hermano que vivía con ella, aunque no la follaba. Allí la sodomicé para terminar el día y le di los croquis de sus tatuajes y las instrucciones sobre el piercing que deseaba en sus deliciosas carnecitas inmaculadamente blancas y sedosas. Los pezones los quería rodeados de un escudo con pinchos sujeto por una barra pasante a través de ellos. El escudo debía tener el mismo ancho que las aréolas. El piercing inferior se reduciría a una perla colgada de su pequeño clítoris. Aunque ya tenía perforados los labios vaginales no quería adornos en ellos, pero debía mantener las perforaciones abiertas para ocasionales juegos, castigos o adornos temporales.

Su delicado pubis casi infantil carecía de los típicos pelos híspidos de las asiáticas, tan difíciles de erradicar en su raiz, y lucía ya el rótulo del oficio seguido de la inicial de Lorenzo. Había que añadirle el símbolo del traspaso y mis iniciales. En su nalga iría también mi anagrama al lado del de su anterior proxeneta.

Ya en casa llamé a Bea para que viniese porque me apetecía follarla esa noche y dormir entre sus abundantes, turgentes, mullidas carnes antes de que entrase en la fase de preñado y después a Guillermo para preparar el plan que se me había ocurrido para bajar los humos a sus petulantes suegros.

 

Dos semanas más tarde, todas mis chicas estaban en plena actividad, ya que Sunny había terminado con el magnífico tatuaje que rodeaba sus inexistentes senos y se extendía por sus flancos en descenso hacia la zona lumbar donde estallaba en una preciosa armonía de color, y Nwin, cumplido su castigo estaba con el coño destaponado y trabajando a destajo para saciar el hambre de macho que le había proporcionado su obligada abstinencia.

Bea, en proceso de preñado por su marido, trabajaba solo con culo y boca o bien con condón y Lauri había comenzado como actriz porno pero en el anonimato dada su minoría de edad. Trabajaba en escenas de grupo y con una capucha cubriendo su cara. En los títulos de crédito figuraba como "Lubricia". Esa actividad se compaginaba con sus habituales servicios a domicilio y hotel.

Llegó el día de aplicar el plan que había concebido con Guillermo como cómplice. El matrimonio había invitado a sus suegros a comer a sus casa y, sobre la hora del café me presenté allí junto a Lauri. Guillermo nos abrió la puerta y me condujo al salón donde estaban Uge, su hijo y sus padres disfrutando de unas copas. Lauri se quedó esperando en el vestíbulo. Me presentó a sus suegros, María Victoria y Alfredo, ante el pasmo de Uge, a quien hice un comentario sobre mi presencia y su vestimenta que sus padres no entendieron pero ella captó inmediatamente y le produjo un violento sofoco. Me imaginé la vergüenza que iba a pasar en el rato siguiente con la escandalosa situación que estaba a punto de suceder.

Mientras me sentaba a tomar el café y una copa charlando con los marqueses sobre el tiempo tan caluroso. Uge se excusó como para ir a buscar algo.

Volvió al poco rato vestida, es decir desnuda, como debía estar en mi presencia: Medias de malla ancha sin liguero, botas altas de largo tacón, sujetador de cuero sin copas y ni rastro de bragas o tanga que disimulase el tatuaje acreditativo de su oficio que destacaba inexorable e impúdicamente sobre el pubis. El marqués se atragantó y a la marquesa se le cayó la taza de la mano por la sorpresa.

- ¡Hija por dios!, como vas así en presencia de un extraño, y de tu hijo.

- Es que soy puta de este señor y debo estar así en su presencia, respondió en un susurro y con la cara colorada como un tomate.

- ¡Queee?. Y entonces su vista se fijó en el tatuaje y los piercings del coño de su hija. La señora se desmayó.

Cuando volvió en si comenzó una sarta de discursos sobre la moralidad, el respeto al sagrado matrimonio, las buenas costumbres y demás que contrastaba con el silencio del marqués que no podía salir de su perplejidad.

Le hice una seña a Uge para que me mamase la polla y cuando ésta abrió mi bragueta saco mi pene y comenzó a acariciarlo con sus suavísimas y hermosas manos, la señora llegó a lanzar sermones y anatemas con un lenguaje que desacreditaba su esmerada educación ancestral. Creímos que le daba un infarto cuando Uge se metió mi polla en su boca hasta la garganta y comenzó a mamar con fruición.

La dama y el caballero, que ya había conseguido sobreponerse, se lanzaron sobre Guillermo para no presenciar la indecorosa, adúltera y obscena conducta de su hija conminándole a impedir aquella situación de cornudo consentidor. También imprecaron al chico, Luis, para que retirase a su madre de aquella labor tan humillante.

Entonces Guillermo dio una voz para que viniese Lauri. Cuando entró en escena, el mutismo alcanzó a los aristócratas y ya no se supo si su subido color granate en la cara era por la indignación ante la conducta de su hija o por la presencia de la puta que empleaban en sus privados vicios.

El marqués fue el primero en darse cuenta de la encerrona y se desplomó en el sofá totalmente derrotado. La dama tardó más en percibir la maniobra, pero llegó también a colegir su bochornosa situación. Seguro que hubieran ofrecido todo su patrimonio para que se abriese la Tierra en aquel instante y se los tragase.

Mientras Uge me seguía mamando, a una señal mía, Lauri se aproximó, se arrodilló ante Guillermo y sacó su paquete de la bragueta, comenzando a manejarlo con su boca como una Fluffer sabe hacer.

Conforme a lo planeado Lauri y Guillermo se fueron aproximando a la marquesa al mismo tiempo que su hija y yo, de tal forma que llegó un momento en que tenía ante su vista las dos pollas y correspondientes bocas, entre ellas la de su amada, educada y bien considerada –hasta ahora- hija.

No tardamos poco Guillermo y yo, conservando, eso si, bien alojados nuestros instrumentos en comenzar a desnudar a la gran dama que se encontraba en estado de hipnosis.

Ese estado no la impidió hacerse cargo de mi pene cuando, ya con sus tetas al aire, desalojé mi instrumento de la boca de su hija y se lo ofrecí a ella. No uso la suya de inmediato, primero lo tomó es sus manos y estuvo unos minutos acariciándolo, como sopesando el pecado que iba a cometer.

Entretanto Guillermo se había desprendido de Lauri y desnudaba las partes inferiores de la marquesa, Lauri desabotonaba la bragueta del marqués y se ocupaba del pene ya conocido mientras Uge comenzaba a quitar la ropa de su papá.

Sorprendente la marquesa: Sus tetas de 60 años eran, aunque caídas, sorprendentemente turgentes y agradables, pezones y aréolas grandes y extensas respectivamente, poca barriguilla deliciosamente curvada sin michelines, nalgas aún ligeramente levantadas, piel sana y suave, sin celulitis ni manchas, y las manos que acariciaban mi pene eran cálidas y secas, muy bien cuidadas y con una perfecta manicura que superaba casi la de su hija.

Para colmo presentaba el monte de Venus totalmente depilado como mis putas. Era ya evidente su habitual práctica del sexo que renunció a negar introduciendo por fin mi polla en su boca cuando Guillermo comenzó a chupar su coño.

Los avances de Lauri y Uge eran más rápidos que los nuestros. El Marqués comía el coño de su propia hija mientras Lauri le comía a él el instrumento.

Al rato estaba la marquesa sentada sobre su yerno con su pene introducido hasta el fondo de su vagina mientras seguía comiendo mi polla. El marqués sodomizaba a su hija Uge mientras Lauri, alternativamente lamía el clítoris de ésta o metía en su boca las bolas del aristócrata.

Saqué mi polla de la boca de la marquesa, me coloqué tras ella, escupí en su ano, metí en él dos dedos comprobando su holgura, tanta como la actual de su hija, mi puta, y, sin más, alojé mi herramienta en sus intestinos. Los gemidos de placer de la mujer se juntaron con los de su esposo cuando se vació en las tripas de su hija, que, a su vez, y por los gritos hasta entonces noo escuchados en ella, debía tener el mejor orgasmo de su vida. Hay que reconocer que la situación le debía haber puesto a mi casada puta a temperaturas extremas. No a una la sodomiza su padre mientras observa como su marido y su chulo hacen un bocadillo con su madre. Pocos segundos más tarde Guillermo inundó el coño de su suegra y yo su culo.

La pobre Lauri se quedaba sin premio hasta que se dio cuenta de que Luis estaba como una estatua masturbándose. Le quitó las manos poniéndolas sobre sus pechos esplendorosos, se sentó en su regazo alojando la polla en su sitio y posición natural y pocos minutos más tarde nos llamaban la atención al conseguir su logrado orgasmo simultáneamente.

El marqués, su yerno y yo estuvimos tomando unas copas acompañados de Lauri mientras recuperábamos la marcha. Entretanto Luis y Uge se dedicaban a explorar mejor el cuerpazo de su respectiva abuela y madre.

El grupito familiar de las tres generaciones se reveló muy vivo para ofrecernos una preciosa escena en la que Luis follaba a su abuela boca arriba, con sus grandes ubres desparramadas por los flancos y agitadas como flanes, mientras Uge se hacía comer el coño por su mamá marquesa.

Pronto cambiaron para facilitar al nieto la sodomización de la abuela mientras la hija lamía el clítoris de su madre alternando con la limpieza bucal de la polla de su hijo. Lauri, caritativa como siempre se incorporó a la faena para lamer el ano de Uge.

El marqués aún no estaba recuperado, pero cuando Luis eyaculó en los intestinos de su abuela al tiempo que esta correspondía agradecida a un nuevo orgasmo, Guillermo y yo nos hicimos cargo de ella nuevamente y, tras follarla con las dos pollas juntas, primero por la vagina y después por el culo, nos la llevamos al baño para meterla en la bañera y mearla por todo el cuerpo mientras ella buscaba nuestros chorros ávidamente con su boca.

Cuando vaciamos nuestras vegijas, nos percatamos de que Uge estaba detrás esperando turno. Ella no dudó en vaciar toda su orina en la boca de su mamá.

Al regresar los cuatro encontramos a Lauri follando al marqués sentada de frente a él en su regazo sobre el sofá mientras chupaba la polla del nieto. Los dos se vaciaron en ella con poco desfase, bebiéndose mi putón el semen del niño.

Satisfechísimos todos, seguimos tomando copas, agradeciéndonos toda la familia a Lauri y a mi el haber facilitado el reencuentro familiar, ya que las relaciones habían sido muy tensas hasta entonces por causa de la "incomprensión" sobre la conducta de cada uno y el desconocimiento de la "afinidad" de caracteres y aficiones comunes.

Estos aspectos benéfico-sociales de mi negocio me emocionan, y no pude menos que derramar una lágrima mientras veía como Luis estaba arrumacado al seno de su abuela mientras Uge mantenía las manos del marqués sobre sus pechos hablando de sus futuras relaciones reconstruidas.

Cuando Lauri y yo nos despedíamos de la agradecida familia, la marquesa me solicitó educadamente que la utilizase una jornada como puta para comprender mejor la profesión complementaria de su hija. Le prometí hacerlo con sumo gusto y, para darle una lección de introducción que le hiciese entender mi posición dominante sobre su hija, la insté a ponerse a cuatro patas y la metí sin miramientos el puño entero en el culo ante toda la familia. Mi idea era humillarla otra vez, sabiendo que no sufriría porqu ta sabía por Lauri su afición. Pero a ella le gustó la lección ante su tribu y me pidió humildemente que lo bombease hasta proporcionarle otro orgasmo.

Semanas después supe que las visitas de Uge, Guillermo y Luis a casa de los marqueses se habían fomentado hasta el 1000%, sobre todo las de Luis, que comía ya habitualmente con su abuela. Hube de llamar a Uge para recordarle, por si acaso, que solamente la follaba gratis su marido. Su padre y su madre debían pagar las tarifas establecidas para cada modalidad de prestación sexual.

 

 

CONTINUARÁ.

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