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Dora (2)

en Orgías

Pedimos tregua para ducharnos y descansar. Leo nos liberó de las pesas de los pezones y a ella de las pinzas y la destaponó los agujeros. Nos duchamos las dos juntas comentando lo bien que lo estábamos pasando y yo le expresé mi sorpresa por lo depravada que se estaba revelando.

- Ya te dije que estaba salida como en mi vida. Quiero sexo fuerte. Lo necesito.

- Está bien Dora. Leo aún nos va a dar de si bastante. ¿Has visto? . Media hora taladrándome el culo y no se ha corrido.

Después de ducharnos le pedimos refrescos y algo de merendar a Leo. Antes de ir a buscarlos volvió a taponar el ano de Dora con el enorme plugin.

- No me fío de ti. Es cara esta alfombra.

La puta de ella no puso ninguna objeción. Se inclinó para facilitar la inserción del tremendo aparato y solo el gesto de dolor cuando el esfínter rodeaba la parte ancha del monstruoso tapón reveló su incomodidad. El que aquello supusiese una humillación infligida por Leo no le afectaba.

Dilatado y acomodado su culo al trasto, se sentó junto a mi sin comentario alguno para beber y comer los aperitivos servidos por Leo con una sonrisa de complacencia.

Fue ella la primera que sugirió reanudar la actividad y comenzó a follarse la vagina con dos dedos, poniéndose frente a Leo y a mi para mostrar bien su tarea y mostrar su tapón del otro agujero que parecía enorgullecerla más que mortificarla.

Pero Leo le abortó la iniciativa tomando el mando de las operaciones.

- Acércate gorda, que te voy a usar el culo. Cuando termine contigo no podrás jamás salir a la calle sin pañal porque dejarías un rastro de mierda por doquier.

- Si Leo, rómpeme el culo. Lléname las tripas de lefa hasta que expulse a mi bebita.

- Después de lo que te voy a hacer tu bebita nacerá puta sin remedio.

- Si Leo, fóllame fuerte para que mi bebita ya nazca sabiendo hacerlo y sea una puta bien explotada.

Eso me recordó que Leo quiere emputecer a mi hija Julia, de 17 años. Me ha pedido varias veces que la traiga a su casa para follarnos a las dos juntas después de que le comentase lo zorra que ha salido. La encontré con 15 años tirándose a dos niñatos en mi propia cama de matrimonio. Se que no tiene menos de dos novios que alterna cada día para que se la follen. Y se que toda la paga que le da mi marido se la gasta en preservativos.

Leo sacó el tapón anal de Dora con su habitual sonido de descorche y ella solamente mostró rictus de dolor al pasar la parte ancha del aparato. El hombre examinó su agujero con atención y metió sus dedos para comprobar la dilatación. En un alarde de sadismo dijo:

- Ejemm. Está un poco sobredimensionado. Habrá que dejarlo unos minutos en relajación porque si no será como follarme el túnel del Somport. Además, ya que has comido como la cerda que eres conviene limpiarte otra vez para que no me manches la verga.

Se la llevó otra vez al baño y la volvió a lavar las tripas de la misma manera expeditiva que antes. Yo no fui por si se le ocurría hacer lo propio conmigo.

Cuando volvieron, Dora volvía a lucir sobre sus inflamados pezones las pinzas metálicas con pesas, otras dos pinzas en los labios mayores y un collar de perro.

La hizo sentar en el sofá y me pidió que comiese el coño de mi amiga matizando:

- Mejor tiras lateralmente de las pinzas para abrir camino y le metes la lengua dentro todo lo que puedas. Aunque ahora que lo pienso ... se las he puesto mal.

Le quitó las pinzas metálicas de los labios mayores y se las puso en los menores. Mientras yo acataba la petición el volvió a follarla la boca con al misma energía que la vez anterior. Esta vez Dora aguantó mejor. Pero no pudo evitar tener arcadas y al final vomitó la reciente comida sobre la preciada alfombra.

El cabreo de Leo fue fenomenal. Volvió a limpiar la alfombra mientras Dora me miraba con ojos de espanto. Esta vez si estaba asustada. Le dijo a Leo:

- Mira tío, se que me merezco un castigo, pero no me dejes marcas porque tengo una familia que no debe saber de esto.

- Bien, sin marcas. Ya que eres tan guarra y vas soltando todas tus marranadas en alfombras ajenas no te importará que te suelte una meada en la boca.

- Eerr. Bueno ... yo ... es que ... bueno ... vaale.

- Eso después. Ahora sigamos con la rompedura de tu culo. Anda y ensartate tu sola en mi polla, le dijo mientras se sentaba en el sofá.

Cuando Dora agarró el deseado garrote para meterlo en su ano de espaldas a él y cara a mi, el cabrón de Leo la apartó con malas maneras diciendo:

- Voy por unos plásticos y toallas. Con lo cerda que eres me puedes manchar también la tapicería del sofá.

Cuando regresó había cambiado de idea. La hizo inclinar con las manos apoyadas sobre la mesa y la ensartó el culo. Después me pidió a mi que la metiese la mano en el coño y le pajease la polla a través de las membranas que separaban la cavidad vaginal del recto.

Me dio reparo porque, aunque yo ya había follado repetidas veces a Dora con el puño, no lo había hecho estando preñada y en tan avanzado estado. Por supuesto, agarrar la polla desde dentro me parecía peligrosísimo y así se lo dije a Leo. Pero no me respondió él, sino ella.

- Haz lo que te dice, pacata de mierda. Mete tu jodida zarpa en mi coño ya y agarra fuerte su polla.

Pasmada por la desquiciada incontinencia de aquella cerda lúbrica comencé a meterle los dedos en la vagina delicada y lentamente, pero me espetó:

- He dicho que me metas la mano ya, puta de mierda. ¿Qué quieres que me haga vieja esperando?

Cabreada con la zorra metí la mano sin más consideración y agarré la polla de Leo que empezó el mete saca enfundado en mi mano.

Leo me dijo:

- Abre bien la boca y ponla bajo este gordo culo, que quiero limpiar de vez en cuando mi herramienta de los excrementos de la cerda.

No me importó mucho porque los intestinos de Dora debían estar bien limpios por los dos enemas propinados. Así Leo sacaba de cuando en cuando la polla del recto de Dora y me follaba la boca durante unos cuantos segundos para volver a taladrar el ano otra vez.

Tanto la sodomización como el follado de mi boca eran los característicos de Leo: Profundos y enérgicos. La preñada aguantaba el combate heroicamente. Yo con la otra mano la pellizcaba el clítoris y, a mala lecha, estiraba sus labios con las pinzas o retorcía éstas. La guarra de ella se llevó dos orgasmos en el cuarto de hora que duró la sodomización. Leo seguía sin soltar su esperma.

Le insertó otra vez a Dora el grueso tapón anal y nos condujo al sofá donde me hizo sentar y a ella la hizo poner de rodillas sobre el asiento. Colocó a la preñada un separador de mandíbulas metálico y la ordenó hacerle una mamada. Lo del separador era otra humillación. Después me colocó con las piernas en alto apoyadas en el respaldo y me metió la mano en el coño follándome con el puño profunda y firmemente mientras con la otra mano estiraba mi clítoris desde una cadena que enganchó a mi argolla.

El tratamiento, aunque brutal, me proporcionó un orgasmo largo y potente que me dejó extenuada. Leo apartó la polla de la boca de Dora para meterla en la mia y me la folló enérgicamente.

- Me voy a correr. No te tragues todo. Reserva algo para la gorda.

Casi me ahogo con su copiosa eyaculación y tragué buena parte. El resto lo vertí sobre la forzada boca abierta de Dora, que tragó sin reparo.

Leo nos condujo entonces al jardín trasero de la casa.

- Ahora, gorda gorrina, tu castigo. Arrodillate ahí.

Dora se arrodilló ante él dispuesta sin objeción a recibir la aceptada lluvia dorada.

- Mejor tiéndete boca arriba, levanta y separa tus muslazos y ábrete bien el chumino.

Dora obedeció y unos instantes después la orina de Leo invadía su cavidad vaginal para pasearse un poco más tarde por su gran barriga y su cara, no pudiendo evitar la inundación de su abierta boca.

Leo paró de mear y le ordenó a Dora ponerse a cuatro patas, cosa que la barrigona obedeció sin rechistar. Entonces le volvió a extraer el gran tapón del culo con el sonido que ya se estaba haciendo familiar y, aprovechando la bestial dilatación del esfínter, metió su polla ya fláccida y vació el resto de la vejiga dentro del recto de la gorda.

Después me pidió que la follase el culo con el puño. Entró sin ninguna dificultad y tras unos minutos de metisaca, la preñada se revolcaba en el mayor orgasmo de su vida.

- Jamás hubiera imaginado que pudieras ser tan cerda y depravada. Si te vieran tu marido o tus hijos se morirían de la vergüenza.

- Cállate. Mira quien fue a hablar, con su mano metida en el culo de una cerda y sucia de las meadas de un viejo verde.

Con la mano libre comencé a darle una azotaina mientras se partía de la risa. Cuando saqué la mano de su culo, Leo le volvió a introducir el tapón en previsión de que fuese regando la casa de orina.

Nos fuimos a duchar nuevamente dando yo por terminada nuestra orgía. En la ducha le quité a Dora el tapón y ella misma me pidió que le metiese la manguera en el recto para limpiar la meada de Leo. También me pidio que le irrigase la vagina por lo que hubiera entrado cuando se le meó mientras ella la mantenía bien abierta.

Cual no sería mi sorpresa cuando ella misma volvió a meterse el tapón en el ano y me anunció que quería más guerra.

Cuando le pidió a Leo otro polvo, éste meditó y le dijo que mejor llamaba a su hijo para ver si estaba libre y se podían pasar la noche follando, pues él estaba algo cansado.

Dora se mostró de acuerdo sin hacer caso de mis protestas y Leo llamó a su hijo.

- Raúl, tengo aquí dos putas casadas con mucha marcha a las que ya he atendido pero quieren más y no puedo. Si .... una de unos 45 y la otra de unos más joven, de unos 35. Si buenorras, muy salidas unas pervertidas. La joven sobre todo es una guarra de cuidado. Hacen de todo. ... Si, seguro que no les importa, se lo follarán también. Para que te hagas idea, la joven está preñada de unos ocho meses y no ha tenido inconveniente con ninguno de mis tratamientos. Además le va el maso. Puede que no tengas oportunidad de disfrutar con una preñada guarrona como ésta. ...Vale .... Hasta luego pues.

- Ahora viene mi hijo y un amigo negro que os van a dar otro buen repaso.

- Yo estoy cansada, y la gorda salida ésta va a abortar si sigue jodiendo tan bestialmente como lo ha hecho esta tarde.

- Sabrás tu lo que puede hacer esta gorda. Verás si me calzo a los dos.

Y marcó su teléfono móvil entablando la siguiente conversación con toda su caradura.

- ¿Luis? ... Oye mira ... no te asustes. Es que he ido con Eloísa a merendar a casa de Tina, en Palamós y he tenido un mareo. ... no nada me han llevado a urgencias y estoy bien ... seguramente una bajada de tensión ... si, la bebita también está perfectamente. ... Bueno, el caso es que a Eloísa no le arranca ahora el coche, así que nos quedaremos a dormir en casa de Tina y mañana llamaremos a un mecánico. Si, haz duchar a los niños y que no te toreen. En el frigo hay bastante comida hecha. Vale cariño, un beso. Hasta mañana.

Y esa conversación con su marido la había mantenido totalmente desnuda, con un pie apoyado en una silla, mostrando su tapón anal, frotándose distraídamente el coño y metiéndose dos dedos dentro, mientras esperaba que llegasen a follarla dos garañones. ¡Qué morro!

Me entregó el móvil diciendo:

- Ya sabes.

Resignadamente llamé a mi marido y le conté la historia.

Leo sacó algo de cenar mientras esperábamos. Él se puso una bata y nos entregó otras. Yo me la puse pero Dora prefirió seguir en bolas exhibiendo sin recato ni complejo su insolente tripón.

Después de cenar estábamos en el salón tomando unas copas cuando llegaron los dos nuevos hombres. Dora, sobre el sofá como Dios la trajo al mundo, no solo se mostró inalterable, sino que además subió las piernas para apoyar los pies en el siento, abrió bien los muslos y se separó con los dedos los labios vaginales para mostrar la oscura entrada de su coño y de paso el tapón anal del que al parecer se había apropiado para siempre.

- Hola chicos. Soy Dora, para lo que queráis. Este es mi coño y este mi culo, bien preparado para usar.

Los dos hombres se sorprendieron de tal desparpajo, más propio de una ramera callejera que de un ama de casa, amorosa mamá y recatada esposa embarazada. Sonrieron y Leo los presentó. Raúl, de unos 25 años era su hijo, y Charles, de la misma edad, era su amigo, un negrazo alto y fornido que hizo brillar los ojos de Dora y a mi olvidarme del cansancio.

Sin más preámbulo el negro posó su mano en el chocho de la gorda y comenzó a invadir su interior con dos dedos larguísimos mientras la golfa le abría la bragueta y se apoderaba ansiosa de un vergajo más gordo que el de Leo y singularmente largo. Sentí como se me humedecía el chichi al ver aquella herramienta y me arrepentí de haber criticado a Dora por quedarnos.

Raúl se aproximó a mi y me despojó de la bata, apoderándose de mis tetas y evaluándolas. Le gustaron los anillos de mis pezones y jugó con ellos tironeando hacia arriba. Después tiró hacia abajo haciéndome inclinar y entonces se dedicó a explorar mis bajos abriendo con sus dedos mis agujeros y metiéndolos dentro para chuparlos u saborear los jugos que ya manaban.

Después me condujo al sofá donde Dora ya tenía dentro del coño todo el puño del negro que la follaba enérgicamente con él mientras ella mamaba su polla. Se sentó en el sofá y me hizo arrodillar ante él, entonces se levantó el pene y me pidió que le lamiese el ojete, tarea que abordé concienzudamente. Leo vino a colocarse bajo mi y me empezó a comer el coño mientras invadía mi ano con un par de dedos que separaba para dilatar mi esfínter.

Satisfecho Raúl de la limpieza anal, me solicitó que me empalara por el coño con su herramienta cosa que hice presta, notando al poco rato como la verga de su padre se introducía en mi culo y me hacían un sándwich de antología, con su típico movimiento contundente y profundo. Poco tardé en obtener el enésimo orgasmo de la noche. Ellos no se corrieron. Me intercambiaron con Dora y me entregué al apuesto negrazo con ansia. Mi cansancio se había esfumado.

Mientras Charles me sodomizaba, yo me morreaba con mi amiga, encantada de tener tapados con carne sus dos agujeros en lugar de por su querido tapón anal. El hijo le ocupaba el ano con ella boca arriba y el padre taponaba su vagina. De cuando en cuando Raúl sacaba su polla y levantaba a la gorda ofreciendo el agujero anal al padre, quien lo disfrutaba un par de minutos para regresar después al coño.

Escandalosa fue la manifestación del orgasmo de Dora. Temí que por causa de sus alaridos alguien avisase a la policía.

Un cuarto de hora después, Dora ya coleccionaba dos orgasmos más y yo otro, y los hombres fueron eyaculando uno tras otro en corto lapso. Dora tuvo inundados los dos agujeros y yo sentí mi vagina, depósito elegido por el negro tras alternar el uso de los dos, inundada por el esperma.

Charles me colocó en cuclillas sobre la boca de Dora hasta que su semen comenzó a salir de mi coño y fue bebido sin reparo por la zorra. Leo fue por una cucharilla que utilizó para sacar su semen y el de su hijo de los agujeros de Dora dándonoslo a degustar alternativamente a ella y a mi.

Nos condujeron al jardín para ser meadas las dos juntas. Mi amiga abría la boca con una sonrisa de lascivia para capturar y beber toda la orina que podía. Después los hombres me hicieron mearla a ella en la boca, bebiéndose también mis churras como si degustase un elixir. Mientras yo la meaba, el perro de Leo se acercó y empezó a lamer el coño de la preñada sin que ella lo alejase.

- Que guarra eres Dora, nunca me imaginé que llegaras a esto.

- Y puedo llegar a más. Observa.

Ni corta ni perezosa, atrapó al perro, localizó su pene y se puso a chuparlo ante los cuatro hasta que el chucho estuvo animado para montarla. La montó introduciendo su pene por el orificio más abierto y cómodo, el del culo, dejando ella que la invadiese incluso el bulbo del animal. El perro la sodomizó hasta que descargó todo su semen dentro de sus intestinos, saliéndose después fácilmente por la holgura del esfínter.

Nos duchamos nuevamente con la consiguiente introducción de la manguera para limpiar su recto y nos dispusimos tomar unas copas con los hombres dando por terminada la loca noche. Mientras yo caía en los brazos de Morfeo aún ví como Dora acariciaba la gran verga de Charles indicándole que él no había tenido ningún orgasmo sobre ella.

La mañana nos encontró desnudos y tirados por el suelo excepto a Leo, que supuse estaría en su cama. Nueva ducha de las dos ya que Dora presentaba restos de semen en el pelo, desayuno, en el que Charles mamó con sumo gusto los calostros de la gorda hasta dejarle los pechos secos y despedida rumbo a casita. Al despedirse la golfa del negro le dijo:

- No te olvides de ese que pagaría mil euros por tirarse una embarazada.

- Recuerda que para ti serían setecientos, y trescientos para mi. Mañana mismo te digo cuando te concierto la cita con el tipo.

- Vale, yo te llamo mañana por la noche. No me llames tu que me puedes pillar con mi marido delante. Y tampoco te olvides de lo del papel en una peli porno.

 

 

De regreso a casa le dije:

- Eso es prostitución, y lo de la peli porno destrozará tu familia. Porque tarde o temprano alguien te reconocerá y cantará.

- Y que más da. Que me quiten lo bailado.

- Oye, te has olvidado de devolver a Leo el collar de cuero. Todavía lo llevas puesto.

- No me he olvidado, lo he robado. Y a ti te he robado otra cosa.

Dándose vuelta en el asiento boca abajo me enseño su gran pandero sin bragas con mi gran tapón anal insertado. En ese momento yo adelantaba a un camión

 

FIN. (Del protagonismo de Dora, Ya contaré el mío)

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