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Me hicieron hembra de provecho (01)

en Dominación

Hasta los 24 años yo solo había sido una anodina y vulgar ama de casa devota de su marido que se casó demasiado pronto, a los 20, con un hombre que parecía tener mucho futuro en la política pero que pronto fue descartado junto con el partido que creó por un electorado más inteligente de lo que él creía. Encima no pudo regresar al partido del que se escindió y, menos aún, afiliarse a los de signo contrario porque su maniobra había sido muy artera con quienes le habían encumbrado.

Ya con dos criaturas y un esposo frustrado, malhumorado, sin habilidades laborales, con un trabajo oficinesco y un sueldo exiguo, me veía obligada a fin de mes a acudir a comer a casa de mi madre que además tenía calefacción, y no como en la mía, que tenía que ahorrar en consumo de gas.

De mamá os diré que me tuvo a los 17 años producto de un descuido con algún novio que nunca me dijo, quizá por no saberlo, quién fue. Así que no tengo padre. Fui educada casi toda mi vida, hasta que me casé, en casa de mis abuelos, con esporádicas convivencias en casa de mamá las tres veces que se casó entretanto. Pero en cuanto su relación de pareja comenzaba a ir mal, mamá me hacía la maleta y regresaba con los abuelos.

Por entonces no lo sabía, pero ahora sé que los tres divorcios de mamá fueron por adulterio probado de ella. Era, y es, una casquivana sin enmienda posible.

Cuando se casó por cuarta vez yo ya estaba casada, así que no llegué a convivir mucho con su nuevo esposo ni conocerlo bien hasta que sucedió la debacle política de mi Borja Luis y tuve que frecuentar su casa para comer y calentarnos los niños y yo.

Mamá y su nuevo marido van frecuentemente a Barcelona, yo resido en Madrid, por lo que, aunque ellos no estén, acudo para regarles las plantas como me encomendaron. Yo suponía que lo de las plantas era una excusa para hacer caridad conmigo, ya que siempre dejaban mucho dinero para comprar comida y "otras necesidades de las plantas" que se me presentasen, de tal importancia como las de comprar abono o insecticida.

Uno de los días en que fui a regar, el mayor de mis nenes, un verdadero trasto desde que anda, tocó algo en el aparato de DVD y éste empezó a funcionar.

Me quedé mirando las escenas y me percaté de que era una película porno. Así que apagué y llevé a los críos al jardín a jugar. El pequeño no anda aún, aunque gatea, así que me aseguré de que no hubiese nada peligroso, cerré con llave la puerta de la calle y regresé al salón a seguir viendo el DVD. Mi marido, desde que declinó en la política lo había hecho también en otros aspectos y, singularmente, en el sexual. Así que me encontraba un tanto desatendida y me sobrevino un calentón por la idea de ver a solas una peli porno y restregarme a gusto la pepitilla.

Las escenas que ví eran de mujeres maduras follando con chicos jóvenes y de hombres maduros taladrando a jovencitas, unas veces a solas, otras en grupo y sin ningún argumento como pasa en esas pelis. Menos mal que era en español.

De repente me quedé helada. Allí estaba mi madre, agarrando con sus hermosas manos, lamiendo y chupando en lo que podía una descomunal polla negra de las que solamente aparecen en esas películas y todos dicen que es truco pero con las que yo sueño con frecuencia.

Mamá ponía todo su empeño en engullir la temible longaniza todo lo que podía en su boca, acariciaba las enormes bolas, se frotaba la verga contra la cara, se golpeaba con ella. A continuación la ponía entre sus bien voluminosas tetas para hacerle una paja cubana. Me fascinaba el contraste entre la negrura de aquel enorme pene y la blancura inmaculada de las tetas y manos de mamá.

La cámara hizo un zoom hacia atrás y se ve al negro con las manos en las caderas dejando que mamá haga su trabajo y a ella montada sobre la polla de otro tipo, éste blanco, al que no se le ve la cara. Hay un diálogo estúpido:

- Cariño: ¿Te gusta el semental que te he traído para tu cumpleaños?

- ¡Ah, Ramón!. Me encanta. ¡Que grande! ¡Qué fenómeno!

- Eso es una polla, y no la de los alumnos que te follas. Verás cuando te la meta en ese coño vicioso e insaciable que tienes.

- Y qué le voy a hacer Ramón. Has estado lejos mucho tiempo. Dame, dame bien adentro. Ábreme bien para meterme después este rabo de caballo. Gracias mi Ramón por este regalo.

Se ve al tal Ramón y resulta ser un vejete de al menos 70 años, calvo, gordo y de vello muy tupido y canoso.

El negrazo hace un gesto y mi madre diligentemente se deshace de la polla del viejo, se acerca diligente a un sofá y se sienta echándose hacia atrás, levanta sus piernas, se las sujeta por las corvas con los antebrazos y ofrece su chumino húmedo y brillante.

Pasmada me quedo al ver que la muy golfa tiene el conejo total y escrupulosamente depilado y que sus labios mayores ostentan una gruesa argolla en cada uno unidas por cadenitas a otra que perfora su clítoris.

No solo eso, sus pesadas tetas lucen sendos anillos en los gruesos pezones que están rodeados de una extensa aréola. Además exhibe tatuajes obscenos por casi todo su cuerpo.

Con sus preciosas y cuidadas manos se separa los labios vaginales tirando de las cadenas para ofrecer al negro su húmeda, caliente y acogedora gruta. El negro se demora, se frota el demencial pene lentamente. Mamá se impacienta y enardece, se mete tres dedos en el coño y se folla con ellos a si misma como loca. El negrazo sigue calmoso. Mamá se mete los tres dedos de la otra mano y se abre el coño estirando para cada lado con una impensable impudicia y un gesto de lujuria que nunca hubiera imaginado.

El negro se anima, acerca la verga al agujero y lo acaricia con ella haciendo amagos de penetración y frotando el glande sobre los mojados labios. Frota todo lo largo de su polla entre ellos. Se impregna de los jugos de mamá.

Por fin sus manazas se apoderan de las cadenas de las argollas de su vulva. Él mismo estira de ellas hacia los lados para mantener cruelmente abierto el orificio mientras mamá retira sus manos para tomar sus fofas tetas y ofrecerlas a la boca del viejo que reaparece en la escena y se sienta a su lado.

La tremenda verga penetra el coño de mamá lentamente, como dubitativamente, de vez en cuando retrocede. Mamá, con rictus de concupiscencia y movimiento exasperado, prescinde del viejo y avanza la henchida vulva para adelantarse a la penetración intentando capturar las nalgas de negro.

Por fin el negrazo se decide y empieza a bombear lenta pero profundamente en el coño de mamá. Ante mi sorpresa, de vez en cuando saca el descomunal instrumento y se lo mete con facilidad por el ano donde se queda unos instantes detrozándolo. Pronto empieza a acelerar y le pega dos pistonazos en el coño y otros dos en al culo alternativamente. El viejo la manosea las tetas y juega con las argollas de los pezones estirando de ellas o retorciéndolas.

Al final el negro se sale de los agujeros inferiores de mamá y coloca la inmensa tranca ante su boca que ella abre para recibir una inmensa cantidad de esperma que también riega su cara. Mamá se bebe con gesto de concupiscencia el semen del negro sin olvidar recoger con sus hermosos dedos el que impregna su cara.

El negro desaparece de escena y el vejete es ahora el que sodomiza a mamá y se corre en su boca repitiendo la escena anterior.

Me asomé al jardín para cerciorarme de que los niños estaban bien y regresé al DVD para seguir buscando más escenas de mamá. La encontré en otras dos. En una de ellas se desnuda bailando ante tres jovencitos y después comienza a masturbarse con un inmenso consolador de doble cabeza cada una de las cuales hace penetrar en sus dos orificios. Me quedo pasmada del soberbio cuerpazo que tiene mamá y la forma tan sensual de moverse. Nunca me había fijado en ello y no sé por qué razón daba por sentado qua a sus 41 años ya era una anciana. Mamá se acerca a los jovencitos y les comienza a bajar la bragueta sacando sus vergas y chupándoselas y frotándoselas. Se empala sentada sobre uno de ellos en un sofá, otra se la mete por el ano y el tercero ataca su boca.

De vez en cuando llega a tener metidas las dos pollas en el culo o las dos en el ano. Los tres chicos, jovencísimos, van rotando hasta que todos han probado los tres orificios. Al final la bañan en semen la cara arrodillada ante ellos y procurando recoger en su boca la máxima cantidad.

Me había estado masturbando durante la visón de la película y exploté en un tremendo orgasmo. Como hacía años que no conocía.

Volví con los nenes a casa pero no pude hacer vida normal. La visión de la fantástica verga del negro estaba constantemente ante mis ojos. Dormí agitada, me levanté a medianoche empapada en sudor y tuve que ir al baño a masturbarme otra vez.

Al día siguiente regresé a casa de mis padres y revolví como loca esperando encontrar más películas. Topé con otras dos en el cajón de la mesilla de mi padrastro, además de un vibrador y un grueso dildo, y me pasé toda la tarde frotando mi clítoris y perforándome el coño hasta dejarlos doloridos y escocidos. Cuatro orgasmos me proporcioné y terminé exhausta.

Volví a tener sueños con la inmensa polla negra. Era la escena que más me gustaba y desquiciaba.

Intenté contenerme al día siguiente pero pasó igual. Esa vez me llevé algunos juguetes ya que mi nene mayor había explorado el jardín hasta la saciedad y comenzaba a aburrirse.

Me desnudé para acariciarme mejor. Estaba a punto de llegarme un orgasmo, los ojos cerrados, el dildo en mi gruta y el vibrador sobre el clítoris cuando escuché decir:

- Vaya, vaya con la dulce mamá. Quién se lo podía esperar. Viene uno a buscar unos papeles y encuentra este maravillosos espectáculo.

Abrí los ojos sorprendida, pero no tanto como para malograr el orgasmo que me llegó mirando desde el suelo a mi padrastro e incapaz de contener mis convulsiones pese a la vergüenza que me daba.

Cerré otra vez los ojos como los niños, pensando que aquello no me estaba ocurriendo o, que si no los abría, se pasaría el vergonzante sueño que estaba teniendo y regresaría a la realidad.

Pero la realidad es pertinaz.

- ¿Quieres que te ayude cariño?

Julián, mi padrastro, se agachó y me tomó la cabeza apoyándola en su regazo. Me acariciaba el cuello y me besó dulcemente la boca introduciendo su lengua con miramiento. Comenzó a acariciar la base de mis pechos y pasó después a los pezones. Era agradable, muy agradable. Sus manos cálidas y expertas, su voz grave y sedante. No abrí los ojos. Me dejaba llevar sosegadamente. Se pasó mi vergüenza.

Se levantó y yo seguí en el suelo desnuda a sus pies. Él se desnudó también y volvió a agacharse. Sentí algo caliente en mi cara y abrí por fin los ojos. Tenía ante mi su pene, apoyado en la comisura de la boca. Eché la cara atrás para mirarlo. Era hermoso y bien dimensionado. Lo tomé en la mano. Lo palpé, lo recorrí entero con los dedos y sospesé los testículos. Por fin lo metí en la boca.

Media hora más tarde, bañada en sudor, con dos orgasmos en mi cuenta, montada de espaldas a Julián en el sofá y viendo mi escena favorita del negro con mamá en el televisor, noté el cálido semen de mi padrastro inundando mi cavidad.

Ahora me retornó la vergüenza. Una vez pasado el combate no sabía qué hacer ni qué decir. Opté por ir a ver a los niños mientras me vestía.

Al regresar, él había preparado dos copas y me ofreció una.

- Julián ... eeer ... yo .... yo nno quisiera que pensaras ...

- Calla cariño. Eres hermosa como una diosa mitológica. Lástima de matrimonio el tuyo. Pero yo te haré una hembra de provecho.

- Nnno, esto ha sido un error. Yo no debería .... mi marido y mis hijos …. Mi madre.

- ¿Crees tu que a tu madre le importaría tras lo que has visto? –preguntó irónicamente- Déjame a mi.

Y se acercó, me quitó la copa y volvió a besarme. Yo me dejé llevar. Estaba otra vez caliente como una perra en celo. No me dio vergüenza cuando quedé desnuda de nuevo por obra y gracia de sus hábiles manos.

- Cariño, esta vez te quiero dar por el culo.

- Ah, no. Nunca lo he hecho por ahí.

- Pues si te voy a hacer hembra de provecho hay que comenzar desvirgando ese agujero y que compruebes los placeres que te has perdido.

Se marchó y regresó con un frasco y una especie de huevo metálico dorado del que salía un cable que terminaba en un mando. Me colocó con las rodillas sobre los brazos del sofá y los brazos apoyados en el asiento, quedando por tanto con el culo en alto. Se puso tras de mi y me separó las nalgas. Enrojecí de vergüenza otra vez.

Se puso a lamer mi agujero trasero sin olvidarse de dar frecuentes lengüetazos a mi vulva y mi clítoris. Poco a poco me relajé y él abrió el frasco y me extendió un aceite por el agujero metiendo un poco el dedo para introducirlo dentro. Me hizo cambiar de postura, esta vez arrodillada en el suelo y con el pecho sobre el asiento.

- Separa las rodillas y separa también tus bonitas nalgas con las manos.

Obedecí algo cortada. Era la primera vez que adoptaba una postura tan impúdica.

Mi padrastro me metió un dedo en el lubricado ano y me resulta algo molesto pero no doloroso. Estuvo metiéndolo y sacándolo, girándolo y encogiéndolo. Después metió un dedo más repitiendo el mismo juego y separando los dedos en lo posible. Yo colaboraba manteniendo separadas mis nalgas. Él me hablaba con su grave voz alabando todas y cada una de las partes de mi cuerpo. Me sentía hermosa e importante.

Poco tardé en verme con tres dedos en el ano y la verdad es que no parecía más que algo incómodo.

- Ya estás cariño. Lista para probar las mieles de la sodomización.

Me metió el huevo metálico en el coño y, a continuación, procedió a meter su polla en mi culo lentamente, con cuidado.

- ¿Te duele cariño?

- Bffff , un poquito. Siento el estiramiento del ojete. ¿No se romperá?.

- No, aguanta y relájate. Poco a poco irás tomándole gusto.

Activó el mando a distancia y el huevo se puso a vibrar en el interior de mi vagina. Él me frotaba además el clítoris con sus dedos.

Me olvidé del tensado ojete trasero y poco a poco me iba excitando. Un cuarto de hora más tarde alcancé un explosivo orgasmo al tiempo que Julián eyaculaba en mis tripas.

Antes de irme para mi casa, mi padrastro me prometió que acudiría al día siguiente. Por supuesto le dije que si y partí con los ya aburridísimos niños.

Tercera noche en duermevela. Esta vez me masturbé dos veces.

Impaciente, estaba la tarde siguiente con los nenes encima abriendo la puerta de la casa de mis padres. Julián, que es listísimo, me acompañó dos casas más allá en la misma calle, donde una chiquita de unos 18 años se hizo cargo de los niños como canguro. Cómo no, la pagó Julián.

De regreso a la casa de mis padres, Julián me pidió desnudarme. Él, mientras, colocó un DVD y se sentó en el sofá. Yo quedé desconcertada.

- ¿No te desnudas tu?. ¿No quieres follarme hoy?

- Claro que te voy a follar, y bien a fondo. Pero tienes que acostumbrarte a estar desnuda ante hombres vestidos. Mira, te voy a enseñar una serie especial de películas donde interviene tu madre.

Nunca hubiera imaginado que una mujer se prestase a hacer aquellas cosas, y menos mi propia madre. Ni siquiera hubiera imaginado que hubiese tales perversiones. Pese al estupor que me causaba lo que estaba viendo, extrañamente me iba poniendo cada vez más exaltada y mis dedos jugaban con mi pepitilla mientras Julián, sentado a mi lado acariciaba mis senos. Mamá se sometía a cualquier guarrada imaginable. Cuando la vi aparearse con un perro pregunté a su esposo.

- ¿Mamá es lo que tu calificas una hembra de provecho?

- Si, y aventajada. Ella sola ofrece más placer que mil amas de casa como tu.

- HAZME HEMBRA DE PROVECHO.

Cuando vi a mamá metiéndose en el ano la verga de un caballo ya mis cuatro dedos estaban dentro de mi chorreante coño.

- ¡JULIÁN, POR DIOS, FÓLLAME!

Esa tarde mi padrastro me enseñó muchas cosas sobre el sexo y fue una de las más inolvidables de mi vida. Julián es un campeón. Puede que a sus 52 años sus testículos no den para más de dos polvos, pero sus dedos y su lengua hacen más estragos en el cuerpo de una mujer que cuatro chavales de 20 años.

A la tarde siguiente volvía a estar puntual tras dejar los niños con la canguro. Sin que él me lo dijese me desnudé, siguiendo él vestido. Llamaron a la puerta y fue a abrir. Para mi sorpresa regresó al salón con un caballero de unos 60 años. Yo hice intento por cubrir mi intimidad pero Julián dijo secamente:

- Quieta Eva, naturalidad, ya sabes.

Aparté mis brazos de mis pechos y mi otra mano de mi pubis e intenté aparentar normalidad ante la embarazosa situación.

- ¿Qué te parece Esteban?

El hombre me miraba atentamente no perdiendo detalle de mi. Me rodeó y tras un minuto dijo:

- De tal palo tal astilla. Digna hija de su madre. ¿Llegará a ser tan golfa como ella?

- Te puedo garantizar que en un año la supera. Eva, enseña al caballero tus agujeros íntimos.

Me incliné y separando mis nalgas ofrecí al señor la vista de mis dos agujeros quien no dudó en sobar primero todo mi cuerpo y meter sus dedos en mis intimas cavidades para probar en su boca mis jugos.

- Magnífica, magnífica. ¿Y dices que esta joya está casada con un don nadie?. A eso debe ponerse remedio.

- En eso andamos Esteban, en eso andamos. ¿una copa?

- Si gracias.

- Eva sírvenos un güisqui y después ocúpate del pene de mi amigo.

Esa tarde conocí las delicias del sándwich y me hice adicta a tener dos pollas metidas en el mismo agujero pujando por profundizar en mi carne. Pese a su edad el señor Esteban me hizo los honores muy dignamente. Julián me dijo que era su socio. No me atreví a preguntar en qué negociaban.

Esa noche mi marido me soltó un polvete que, si bien hasta hacía tres días me hubiera conformado, esa noche me pareció patético y hube de masturbarme de nuevo dos veces.

Esperando con anhelo que Julián tuviese otra sorpresa, dejé la tarde siguiente a los niños con la feliz canguro a la que mi padrastro pagaba tan generosamente y, con las bragas empapadas entré en casa de mis padres.

- Eva, cariño, hoy te introduciré en los placeres sáficos.

- ¿Sa .. qué?

- Sáficos. Lesbianos.

- ¡Ah! … yo no creo que eso … eerr … me guste.

- Déjame hacer. Te vendaré los ojos para que te concentres mejor.

Ya en la cama enseguida noté unas manos que me acariciaban dulcemente. Me gustaron sus besos en la boca. Me gustaba todo lo que me hacía. Me volví loca cuando me comió el coño. Julián tuvo razón como siempre.

Noté como la mujer intentaba meter su mano en mi vagina y tuve un conato de rechazo, pero noté las cálidas manos de mi padrastro sujetarme con energía pero delicadeza mientras me tranquilizaba y me dejé hacer. Me gustó tener la vagina tan llena cuando la mujer logró alojar el puño entero y comenzó a follarme con él. Al poco rato entre ambos me colocaron para que Julián pudiese meter su verga en mi culo sin que ella sacase la mano del coño.

Una vez que mi padrastro empezó a bombearme en el culo, la mujer aferró su polla a través de las membranas que separaban mi cólon de mi útero y el hombre se encontraba deliciosamente pajeado dentro de mi intestino.

De solo sentirme tan bien usada y, sobre todo, tan perversamente, me calentaba cada vez más como una perra en celo hasta que me llegó el explosivo orgasmo que me dejó medio agonizante.

Entonces Julián me quitó la venda de los ojos para ver a mi primera amante femenina.

-¡Mamá!

- Hola cariño. ¿Te ha gustado?

- Que vergüenza.

- ¿Por qué, amor?

- Eres mi madre.

- ¿No dan las madres amor y caricias?

- Es que esto ….

- Basta habituarse y dejar los prejuicios culturales.

Aquella noche llamé a Borja Lluis para decirle que dormía en casa de mis padres con los niños porque habían regresado de improviso para arreglar unos papeles y ya que estaban …

Qué maravillosa noche pasé en la cama entre mi madre y mi padrastro. Lástima que mi nene pequeño me hiciera interrumpir nuestro placer tres veces porque no se habituaba a la cama donde estaba.

Por la mañana mamá me informó de su trabajo como actriz porno. Julián había sido actor y ahora era productor asociado a Esteban, sin descartar alguna actuación si la partenaire le gustaba. Me ofrecieron ir con ellos y los niños a Barcelona, donde se rodaba habitualmente, e introducirme en el mundillo.

- Allí es donde podrás ser hembra de provecho.

No quise despedirme de Borja Luis y le conté por teléfono la invitación a pasar unos días con mis padres. No pareció importarle gran cosa. Es más, yo creo que le pareció muy bien librarse de mi y de los niños por unos días.

En Barcelona, lo primero que hicimos mamá y yo fue buscar una acogedora guardería para los nenes, pero no era imprescindible, porque tenían una criadita asiática interna de unos 18 años que, según me dijo mamá, y pude comprobar a menudo, era criada "para todo".

Visité con mis padres el chalet de la productora donde me hicieron unas pruebas.

Empezó la sesión en un amplio baño donde yo tenía que afeitarme el pubis de cara a dos cámaras. Después seguirían más cosas. Mamá me dijo que el afeitado era solamente para ver como me comportaba ante las cámaras, que más adelante me depilaría el chumino con técnica laser. Que no mirase a las cámaras pero que tuviese siempre presente donde estaban para ofrecerlas mis encantos y mis actividades de manera que la iluminación fuese buena y la toma impecable.

Cuando terminé de afeitarme alguien me dio dos consoladores para que jugase con ellos mirando a las cámaras y comentando mis sensaciones. Los primeros minutos se me hicieron difíciles, no sabía qué decir, pero pronto comencé a decir obscenidades con un dildo en cada agujero metiendo y sacando como loca.

A continuación se incorporó un hermoso y bien dotado actor que me folló y refolló divinamente y calmó mis ardores. Lástima que utilizara condón.

La prueba resultó muy bien y la enseñaron a tres directores ante mi. Alabaron lo buena que estaba y me sentí muy ufana. Me aceptaron para tres películas y me contaron los "argumentos" que no variaban mucho unos de otros. Mamá y Julián me dijeron que era porno suave y que ya me iría incorporando al duro cuando tuviese más experiencia ante las cámaras. Me recomendaron ofrecer mis favores a los directores y así lo hice. Las experiencias que pasé con ellos serían objeto de otro relato. Pero aprendí mucho. Cuando les pregunté a mis padres sobre ello me dijeron que tenía que comprender que alguna gente importante o de dinero se encaprichaba de alguna actriz y que era conveniente ser dócil.

Un día emocionante, aunque algo dolorosas las secuelas, fue cuando me llevaron a adornar los pezones y la vulva con diversos anillos dorados que yo elegí. Otro día fui a hacerme unos preciosos tatuajes.

En una de las películas tuve que hacer un lésbico con mi madre que quedó muy realista según las críticas. Y tan realista. Era real.

Terminadas las tres películas suaves ya tenía contratos para otras cuatro en plan más fuerte. En la primera me encontré que tenía que follar con el hermoso y corpulento negrazo de mis sueños iniciales cuando descubrí la primera película de mamá.

 

CONTINUARÁ.

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