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Vaya manera de perder a la esposa (2)

en Dominación

- Hay que comprar condones en la máquina ¿pensabas joder a polla limpia?

- Ostias es verdad. Va a ser una pasta ¿Cuántos negros había Karina?

- Como una veintena.

- Pues a dos polvos, coño y culo, cada uno, salen unos cuarenta condones. Habrá que comprar alguno más por si dan para un tercero.

- Te aseguro que sí dan. Confirmó Karina.

- Pues son sesenta. Bueno, voy a buscarlos. - dijo Carlos.

- No, que vaya Raquel. - Propuso Guillermo

- No jodas tío ¿Quieres que nos señale todo el pueblo? Cómo se nota que no es tu casa.

- Iré –afirmó Raquel- total a Lucas, el empleado, ya me lo tirado un par de veces.

- Joder tía, lo habrá contado a medio pueblo – me quejé.

- ¿Qué te pasa? ¿Te pesa ya tanto cuerno? Creí que ya estabas acostumbrado.

- Eso me da igual, tantos como me pones te pongo. Me joden los cuchicheos en el bar o en la tienda.

Raquel dio por finalizada la disputa y se bajó del coche caminando desnuda y altanera a la tienda de la gasolinera. Menos mal que solamente estaban el empleado y un cliente que se quedaron perplejos al ver la agradable aparición. El empleado reaccionó prestamente:

- ¿Qué pasa Raquelita, putón? ¿Algún juego que te has inventado con tu marido? ¿Y eso que llevas en los pezones?

- Pues sí Lucas, polla brava, estamos jugando a ser esclava sexual y ofrecerme para follar con los negratas del hangar de ahí detrás en público. Vengo a por condones ¿Dónde está la máquina?

- Junto a los aseos. ¡Joder cómo llevas el culo! Te ha zurrado tu marido a fondo. Seguro que por golfa.

- Ha sido mi amante, para dar más realismo a mi papel de esclava ¡Coño Lucas! Solo hay una docena de condones ¿No tienes en el almacén?

- No, vienen de la empresa y los reponen.

 

- Pues vaya mierda. Voy a tener que emplear la boca a fondo.

El único cliente estaba asombrado con la conversación y no quitaba ojo de la anatomía de mi esposa, según dijo Carlos, que había seguido tras ella por si sucedía algún incidente.

- Joder Carlos, solo queda una docena de condones.

- Bueno, pues te follas a una docena. Eliges los de polla más gorda, los más atléticos, los que más te gusten por lo que sea o simplemente por sorteo. Mientras yo voy a la siguiente gasolinera o al pub del pueblo a por más.

- Oh guay, que majo eres. Bueno Lucas, hasta otra, si terminas el turno te puedes pasar por ahí detrás. Te reservo un condón.

- No dudes que pasaría, aunque solamente sea para verte en acción. Una golfanta como tu debe dar un espectáculo de miedo. Dentro de tres horas cambio de turno y no creo que aguantes tanto tiempo follando. Ya no estarías.

Regresaron al coche y unos segundos más tarde aparcábamos ante el barracón de los negros. Al bajar del coche exclamó Karina:

- ¡¡Joder Raquel!! has dejado la tapicería encharcada, so guarra.

- ¡Ay!, es que tengo un calentón enoorme. Estoy ansiosa.

- Estás ansiosa y te has vuelto a pasar con los afrodisíacos vaginales, putón verbenero – intervine yo.

- ¡Calla, cornudo! Yo sé lo que me hago. Anda, llama a la puerta y ofrece la mercancía, que se va a quemar como no la rieguen con buena cantidad de lefa.

Mientras Guillermo le colocaba la mordaza de anillo, llamé a la puerta y abrió un negro como era de esperar. Antes de que yo dijera nada tomó la iniciativa el amante de mi esposa, quien era el que más estaba disfrutando con la aventura:

- Hola, buenas noches. Que mire, que estoy domando a una esclava muy calentorra y está en fase de entrenamiento para prestaciones sexuales masivas. Como ustedes estarán algo escasos de hembra, pues he pensado que quizá quisieran colaborar y de paso pues se satisfacen. Es gratis.

El negro no dijo nada, aunque sus ojos se abrieron como platos al ver a Raquel en pelotas. Se volvió atrás gritando algo incomprensible.

A los pocos segundos se presentó en la puerta un hombre con aspecto magrebí.

- Yo Tarek. Jefe cuadrilla ¿qué querer?

- Guillermo le repitió la oferta.

- ¿Tu dar entonces puta gratis para todos?

- Eso es, más o menos, solo que no es puta, es mi esclava.

- Vemos dentro, pasar.

Al entrar Karina y Carlos, Tarek dijo:

- Esta sí ser prostituta y ese su chulo. Ya estuvieron.

- No, vamos -protestó Carlos- era un juego.

- Si mujer cobrar por sexo ser prostituta.

- No te enrolles Carlos. Sí, Tarek, yo soy prostituta y cobro por follar.

- Bueno, si tener esclava gratis ¿para qué hacer falta puta?

Intervino Guillermo con descaro:

- Bueno, es que los que follen a mi esclava deben hacerlo delante de todos, ya que ella debe sufrir la humillación pública en el proceso de doma. Si alguno no quiere follar en público, puede usar a la puta donde quiera por el módico precio de 20 euros.

- Joder tío –se cabreó Karina- ¿Quién eres tú para fijar mi tarifa?

Tarek se volvió a la cuadrilla -27 conté- y les explicó en francés las condiciones de uso de la esclava y la alternativa y precio de la puta. Cinco prefirieron pagar los 20 euros y se llevaron a Karina a un local con puerta del fondo del barracón. Así que Raquel debía satisfacer 22 vergas negras salvo que alguno fuese gay. Solo había 7 condones, ya que Karina se llevó cinco para cumplir con sus clientes. Le dije a Carlos que fuese a por más ya que se había ofrecido. Le dije que por si acaso trajese unas seis docenas.

- Oye, vete tú, tengo que cuidar de mi mujer.

- Y yo de la mía, que corre más riesgo. Guillermo, vete tú.

- ¡Ah! Ni hablar. El cuerpo de Raquel es tan tuyo como mío. También yo tengo derecho a vigilar que no lo estropeen. Además quien figura como amo soy yo. No estaría bien que abandonase mi propiedad.

Ante tan consistente argumento y mi promesa de proteger a la furcia de mi cuñada, Carlos accedió a aprovisionar de condones y se largó en el coche.

Entretanto Tarek estaba examinando a mi esposa con gran minuciosidad. Sopesó y amasó sus grandes tetazas, le quito los alargadores de pezones y, sin esperar a que se le calmase el dolor, los retorció sin clemencia.

- ¡ooeer! dijo mi amordazada esposa.

- Pues ya verás cuando te saque la bola del culo -pensé para mis adentros.

Pasó a sobar sus flageladas y extensas nalgas comentando los buenos resultados que se lograban en la labor de doma cuando una esclava era mostrada así en público, ya que más efectivo para lograr la sumisión plena era la humillación que el dolor. Antes de dedicarse a la exploración de sus agujeros recogió con sus dedos los jugos que, brotando del chocho de Raquel, resbalaban hasta sus medias empapándolas. Probó un poco de los jugos y el resto se lo introdujo en la boca tras quitarle la mordaza de anilla.

A continuación la levantó sobre una enorme mesa compuesta de tableros y borriquetas situada en el centro y que debía servir para comer y comenzó la inspección del coño. Alabó la suavidad de la depilación laser a la que Raquel se había sometido hacía años y la ligera hinchazón que aún mantenía de la bomba de vacío que se había aplicado. Cierto es que el coño de mi mujer cuando se le aplica la bomba de succión es una de las cosas más a

Sin embargo Tarek murmuró algo sobre la estúpida costumbre occidental de no efectuar la ablación del clítoris y los labios menores. Igual que no circuncidar a los varones nos hacía pichacortas.

Al final metió tres dedos en el encharcado coño de mi esposa y estuvo palpando hasta introducir otro más y simular que la follaba. Si no metió el puño debió ser porque no la quería demasiado dilatada para follarla. Los restantes tipos, todos negros salvo tres, de aspecto también magrebí, se apelotonaban alrededor mirando la excitante escena aún cuando algunos se aventuraban a sobar alguna parte de la anatomía de mi mujer que Tarek no estuviese inspeccionando.

Por fin, con ella tendida boca arriba le hizo levantar sus macizas patas y sujetárselas ella misma para facilitarle el acceso al ano. Le extrajo el enorme tapón anal comentando lo buen castigo que era ya que una esclava conteniendo en su interior algo tan molesto se encuentra en relativa indefensión para rebelarse a nada. Satisfecho con la inspección visual y táctil del ano de Raquel, Tarek anunció:

- Yo usar primero por ser el jefe.

 

Ni corto ni perezoso se despojó de la chilaba y mostró una verga de tales dimensiones que hasta mi esposa se acojonó. Al colocarse el condón que yo mismo tenía preparado gruñó sobre el tamaño de aquellas cosas para pichas de bebé. Quedé desconsolado al ver que no cubría ni la cuarta parte del descomunal miembro que iba a destrozar las entrañas de mi mujer.

Colocó a Raquel a cuatro patas y enfiló directamente el agujero trasero, ante el alivio de mi mujer y el mío ya que era imposible que el pene no golpease con holgura en fondo del útero. De todas formas, la penetración anal dejaría la punta del capullo golpeando el estómago y con los tres segmentos del cólon absolutamente enderezados.

Cuando la metió entera pude ver en los ojos de Raquel una mezcla de angustia y satisfacción que se convirtieron en solo satisfacción al comenzar el brutal vaivén. Como Tarek no se preocupaba de darle satisfacción, ella misma se restregaba el clítoris y los labios con furiosa aplicación.

No sabía yo si calmar un poco la violenta sodomización y comenté a Guillermo sobre la conveniencia de solicitar al moro que no hundiese tanto la polla y que no fuese tan impetuoso en las acometidas.

Ni que decir tiene que mi mujer, de por sí ruidosa en el sexo, gritaba como una posesa. Lo malo es que no se quejaba de dolor, sino que pedía más caña y por tanto el moro no me haría ni puto caso si yo proponía más prudencia.

Cuando Tarek alcanzaba el orgasmo salió Karina en bolas del cuarto donde se había encerrado con su primer cliente y anunció:

- Houston, tenemos un problema: Los condones son demasiado pequeños. Se me ha quedado uno dentro con toda su carga.

En ese momento Tarek sacó la polla del recto de Raquel anunciando el mismo problema.

Solución para sacar el condón de la vagina de Karina ya había. Bastaba con meter la mano en su más que adiestrada y usada cavidad y rebuscar hasta encontrarlo. Otra cosa era el semen allí almacenado. Menos mal que al menos ambas utilizaban anticonceptivos.

El problema de mi esposa era más gordo, porque el condón podía haberse quedado al fondo de los más de 30 cm que medía la polla del moro. Eso si la descarga de semen no era lo suficientemente copiosa y con presión para haberlo hundido más allá.

De momento Karina urgió a atenderla y se subió a la mesa donde estaba tendida Raquel ordenando a Guillermo que le sacase el condón de su cueva.

La operación no fue difícil ya que uno de los juegos que practicábamos era el de esconder las alianzas de las chicas en su coño y ver que su compañero lo encontrase antes que nadie. El que ganaba tenía derecho a utilizar a todas las zorras de la orgía hasta que se aburriese sin que ningún otro las tocase.

- Ahora debería hacerme una irrigación vaginal para limpiar la lefa.

Tarek señaló un grifo con manguera que había en una esquina y propuso que también se lo enchufásemos a Raquel en el recto para ver de sacar su condón.

Protesté y les propuse a las chicas volver a casa, pero Raquel se negó en redondo y Karina dijo que cuanto antes se lavase las entrañas, mejor. Así que aceptaron la drástica medida.

Los negros, partidos de risa se pusieron alrededor para contemplar la chusca operación.

Karina se contentó con tres lavados vaginales pero a Raquel hubo que rellenarla las tripas seis veces antes de que expulsase el dichoso preservativo. Ni que decir tiene que no hubo manera de tener algo de privacidad. Es más, el respetable público exigió que las descargas fueran bien visibles, celebrando con gran jolgorio las impetuosas expulsiones del agua.

En ese momento regresó Carlos con la carga de nuevos condones. Mientras Guillermo le contaba los percances examiné uno de los condones comprobando con gran congoja que eran de la misma talla que los que ya teníamos.

Se lo comuniqué y decidimos regresar a casa. Pero la cosa se puso chunga. Varios de los armarios negros empuñaron azadas y palos y se pusieron serios rodeándonos. Tarek dijo:

- Lo prometido ser deuda. Y los chicos querer la hembra.

- No puede ser Tarek. Pueden quedar preñadas o contraer alguna enfermedad.

- No quedar preñadas. Putas occidentales usar pastillas y cosas. Chicos no tener enfermedades, ser limpios y sanos. Chicos tener derecho follar y estar excitados por las putas tan sucias.

No hicieron caso a más argumentos y nos fueron empujando al local donde Karina había atendido al primer cliente mientras la mayoría rodeaba a las chicas. Visto como llevaron cada mano de Karina a una verga enhiesta, me hice a la idea de que la puta no ganaría más que los 20 euros de su único cliente. El resto no sería de pago.

Nos encerraron bajo llave y ya no pudimos observar qué pasaba con nuestras chicas, aunque no era difícil imaginarlo.

En el mismo local, una especie de verja de barrotes metálicos recorría una de las paredes de lado a lado y a unos dos metros de ella, como dejando una celda. En esa celda se encontraba una mujer negra de muy buen aspecto. Opulenta como mi mujer pero con unos pechos más grandes si cabe y muy hermosa, aunque negra como el azabache.

Estaba atada con una cadena desde un collar metálico a una argolla en la pared. Calculé que, por la longitud de la cadena, le era imposible acercarse a los barrotes. Parecía llevar algo como una braga pero más rígido y como de cuero. Guillermo cayó en la cuenta.

- Anda, la puta esta lleva puesto un cinturón de castidad ¿Cómo te llamas?

- Kefira, Mi Señor. Sumisa esclava del Amo Tarek.

- ¿Eres esclava de verdad?

- Si, Mi Señor, soy gozosa esclava entregada totalmente en cuerpo y alma al digno Señor Tarek Ahba.

- ¿Por qué estás encadenada y el esa jaula? ¿Estás castigada? ¿Teme Tarek que te escapes?

- No estoy castigada ni me escaparía jamás. Estoy aquí para que mi cuerpo quede protegido de los trabajadores que intentan violarme siempre que Tarek se descuida o sale para alguna gestión.

- No me extraña, con lo maciza que estás y si no prueban coño.

- Cada jueves mi amo me ofrece a ellos, pero solo a cinco, así que más o menos catan hembra cada seis semanas. Yo le digo a Mi Amo que podría hacerlo con todos y así tendría trabajadores más felices y dispuestos, pero teme que sufra daños que menoscaben mi trabajo cuando me prostituye.

- ¿Eres puta profesional?

- No, Mi Señor. Yo no soy nada. Soy lo que Mi Amo desea. Unas veces me prostituye, otras me cede gratuitamente, otras me cambia temporalmente por otra mujer.

-¿Y te tiene aquí metida siempre?

- No, si no me ha cedido o permutado suele invitar a amigos para compartirme o me lleva a casa de otros. Los jueves me lleva al matrimonio propietario de la finca donde trabajan ahora en la recolección y me deja con ellos. A la pareja le gusta contemplar como chupo los penes y me hago montar por su caballo y sus dos perros. Después me bañan y me llevan a su cama donde hago el amor a los dos.

- ¿Te follas a un caballoooo?

- Sí, nunca me opongo a los deseos de Mi Amo o de los Amos a quienes Él me entrega.

- ¿Y qué mas cositas haces?

- Creo que hablo demasiado sin permiso del Amo.

- Oye, estas soltando leche de un pezón.

- Tengo los pechos muy llenos. Tuve un bebé hace tres meses.

- ¿Y qué es de él?

- Es asunto de mi Amo. Mi bebé era de su propiedad porque yo no debo poseer nada más que mi cuerpo para Él.

- ¿Y cómo hablas español tan bién?

- Estudié económicas en la autónoma de Barcelona.

- ¿Y como te convertiste en esclava?

- Con todos mis respetos, Mis Señores, creo que a Mi Amo Tarek no le gustaría tanta pregunta.

Se sumió en el mutismo más absoluto. Ya no pudimos sacarle palabra en las dos horas que estuvimos encerrados.

Cuando nos sacaron del encierro nos encontramos a las chicas vomitando, empapadas de semen y oliendo a orina. Las dos tenían los pezones atados entre sí mediante un hilo de pesca.

Me dirigí a Tarek:

- Pero hombre de Dios, se les van a rasgar los pezones.

- No cree, aguantar más de lo que parecer y facilitar otro lugar más por donde usar cómodamente putas. A mis hombres gustar follar entre los pechos y descargar testículos sobre cara putas. Señor Guillermo, desear proponerle acuerdo de permuta esclavas.

- ¿Cómo dice?

- Usted dejarme una semana esclava Raquel y yo entregarle esclava Kefira que haber visto ya.

Guillermo miró a Raquel, que había dejado de soltar la pota, como Karina y ambas estaban expectantes y percibí un casi imperceptible gesto de asentimiento en ella.

- Sea Don Tarek. Le dejo a mi esclava y me llevo la suya.

El muy hijodeputa estaba disponiendo de mi esposa como si fuera suya y encima se llevaba el producto de la transacción.

- Gusta hacer acuerdos rápidos. Traer Kefira.

Regresó con la negra. Entretanto aprovechó Raquel para decirme en un susurro:

- No pongas obstáculos. Déjame aquí.

- Eres una degenerada.

- Soy una esclava sexual ¿Recuerdas? Aceptaste el juego y no ha terminado.

- Decir reglas con mi esclava:

1. Poder usar como se quiera sin estropear cuerpo.

2. Procurar que no tener orgasmos ella.

3. Siempre desnuda, en público o en calle también. Humillar cuanto poder.

4. Flagelar regularmente aunque no cometer faltas. No acostumbrar mal.

5. Hacer trabajar mucho en todas tareas y sexo. No molicie y vicio.

6. Si prostituir, beneficios ser para quien tener.

7. No dar comer cerdo. No dar alcohol. No dar drogas. Comer en suelo.

8. Poder ayuntar con animales si sanos.

9. Dormir siempre encadenada en jergón suelo.

10. No adornar cuerpo. Pendiente hacer yo.

¿Servir reglas mías para esclava suya?

Yo ya iba a poner el grito en el cielo pero la fiera mirada de Raquel me contuvo.

- De acuerdo, sus reglas para Kefira son las mías para Raquel - soltó sin vacilar el cabrón de su amante.

- Chocar mano caballeros.

Tarek sacó una llavecita que llevaba colgada del cuello bajo la chilaba y despojó a la negrísima Kefira de su cinturón de castidad para ponérselo a mi esposa que, asombrosamente, no opuso ningún reparo pese a su enraizada aversión a la virtud de la castidad.

 

Antes de salir, el moro cortó el hilo que ataba entre sí los pezones de Karina pero no el de Raquel. Como fui el último en cruzar la puerta pude ver la escena de Raquel arrodillada ante el moro mientras este sacaba su enorme verga bajo su chilaba y la enfundaba en el canalillo de las unidas tetas de mi esposa.

A la salida Karina comenzó a protestar:

- Esperad, tengo que lavarme, esos cerdos nos han cubierto de semen y de orina. Hemos tenido que bebernos la una a la otra la lefa que nos salía de los agujeros y hasta nos han meado en la boca y también hemos tenido que beber. Y no sabéis la cantidad de esperma que tenían en esos gordos huevos sin vaciar en semanas y lo que mean estos cabrones, y qué mal huele. Hediondos hijosdeputa. Nos han juntado los pezones para poder follarnos el canalillo y así teníamos cada una a siete a la vez turnándose.

- ¿Siete? Anda ya.

- Sí siete. Dos en el culo o en el coño, otro en el otro agujero, otro en el canalillo las tetas, otro en la boca y una polla en cada mano. Siete, sí señor, siete a la vez. No sabes cómo se apañan para meter tres pollas entre los dos agujeros de abajo. Pero lo peor es cuando van de uno en uno en las siguientes rondas y ya más calmados, entonces es cuando te mean donde les place: dentro del culo, dentro de la vagina o en la boca. Además te hacen chupar el apestoso culo. Uno de ellos se ha cagado un poco en la boca de Raquel y ella se lo ha comido, pobre. O no. No parecía muy disgustada esa furcia depravada. Me da que ella se lo ha pasado de puta madre. Estaba desenfrenada. Pero esta semana se va a enterar, que no tiene los huevos afrodisíacos ni la c

- Oye tía, yo no te llevo en el coche oliendo así, y aquí fuera no hay manguera, entra y lávate. –espetó el flamante propietario de Kefira.

- Ni de coña, yo no entro ni a buscar la ropa, que ahí se queda. Para tan poca distancia voy en el maletero.

- En el maletero irá mi esclava.

- Bueno, que vayan ella y Carlos a la gasolinera y que se limpie allí. Nosotros les alumbramos con los faros durante el camino.

 

Eso acordamos y me encantó ver andar a mi cuñada en pelota picada a la luz de los faros. Daba mucho morbo.

Nos cruzamos con el empleado de la gasolinera que tras apreciar el espectáculo de mi cuñada se vino al coche y dijo:

- Me ha llamado mi amigo Tarek que tiene una nueva esclava ¿No será la putita de Raquel? Que veo que no está.

- Allí la tienes durante una semana. Disfrútala – soltó Guillermo.

- Guay, me encanta el cuerpazo de ese zorrón.

Siguió su camino ansioso por follarse a mi mujer y nosotros en la gasolinera contemplamos como se lavaba Karina con la manguera del lavado de vehículos.

- ¿Ponemos la posición de encerado al final y te llevas una puta brillante? Le comente en broma a Carlos.

- Serías capaz mamón. Mira ahí viene el empleado de turno.

A Karina le importaba ya un rábano quién la viese y siguió a lo suyo. El espectáculo de aquel soberbio cuerpo mojado a la luz de los faros encendió al empleado que se sacó la polla para hacerse una paja. Mi hermosa cuñada terminó y dijo:

- Al coche, estoy helada.

- Ni de coña, en el coche mojada no entras – se opuso Guillermo.

- Tú, pajero ¿No tienes una toalla?

- La traigo si la fulana me hace una mamada.

- Joder, por una más … - Y Karina se puso manos a la obra.

No tuvo ningún remilgo en tragarse el semen del empleado. Total, debía tener el estómago lleno de semen de negro …

Llegamos al chalet pero Guillermo quiso seguir a la capital.

- Cabronazo, dejas a mi mujer con esa banda de salidos y solo te interesa tirarte a la negrata.

- No tanto como tirármela Eloy, necesito pasta y creo que la negra me la va a proporcionar, igual que tu mujer al morito.  . . . . .

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