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Una mansión para el sexo duro (06 y Fin)

en Orgías

Como no vuelvo a repetir descripciones porque me aburre mucho, sería conveniente para aquel que no lo haya hecho, leer antes los otros capítulos.

. . . . . . . . .

 

Un domingo por la tarde, después de comer en casa de mis suegros, mi marido se puso a ver el partido en la tele y entonces le dije que salía a pasear a Lluis en su sillita al parque. En realidad me acerqué a casa de Araceli y Juan a entregar a éste la parte de mis ganancias a la que como proxeneta mío tenía derecho.

Estaba empujando la cancela de su chalet cuando me sorprendió Enric.

- ¿Qué haces aquí?

- Vigilarte.¿Es aquí donde se hacen las orgías? ¿O vienes a servir a algún cliente?. Ya hace falta ser pervertida para venir con el peque a emputecerse. Así que soy un hijo de puta.

- ¿Qué dices, idiota?

- Lo sé todo. Descubrí tu escondite en el sótano. He visto hasta las cuentas de tus ganancias como ramera y la película porno en la que interviniste. Por más que ocultes la cara, ese culo y esas tetas son inconfundibles para quien, como yo, los haya catado. Eres una golfa. Y quiero que seas mi golfa.

- Te he dicho mil veces que me dejes en paz, eres un imberbe niñato caprichoso al que no tengo por qué dar cuenta de nada.

- Se lo diré a papá.

- Encima chantajista. Tienes razón en que eres un hijo de puta. Pero en todos los sentidos.

- Déjame entrar contigo en esta casa.

- Está bien. Total, no te vas a enterar de más de lo que ya sabes.

Entramos en el jardín delantero y llamé a la puerta de la casa. Por el telefonillo con cámara escuché a Juan decir:

- Rodead la casa. Estamos en la piscina. ¿Quién viene contigo, Mabel?

- Mi hijo Enric, un plasta. Y el de la sillita es mi hijo Lluis.

- No creo conveniente que ...

- No te preocupes, lo sabe todo ... y además me folla de cuando en cuando ... cuando le dejo.

- Tu verás. Pasad.

Al doblar la esquina del jardín vimos que Juan se acercó a recibirnos, vestido y con un palo de golf en la mano pues estaba ensayando en el césped. Por el contrario, su esposa Araceli estaba como Dios la trajo al mundo montada en una tumbona sobre la polla de un individuo, también despelotado.

- Hola Mabel, te presento a mi hermano Luis. El que tiene la polla dentro del culo de mi mujer.

- Este es mi hijo mediano Enric y este el peque, Lluis.

- Hola Enric, encantado de conocerte. Si te follas a tu madre no te extrañará ver así a mi esposa.

- Ah, no, no.

- Luis, deja el culo de Araceli y ven a ver a mi puta Beth. Te la dejaré probar.

- ¿No has dicho antes Mabel? –Dijo Luis mientras destaponaba el culo de su cuñada y se acercaba a mi.

- Es Mabel cuando ejerce como nuestra amiga y Beth es su nombre de guerra cuando ejerce como mi puta. Ahora supongo que viene a rendir cuentas como fulana.

- Pues si, toma, este es tu dinero, dentro del sobre también va una nota explicando la liquidación.

- Anda cuéntame como te ha ido mientras te desnudo para enseñarte a Luis. Enric tómate una cerveza o una coca. Araceli, dale al chico algo para tomar.

Enric estaba extasiado observando las abundantes carnes de Araceli. Sus enormes tetas y su gran pandero blancos le habían impactado evidentemente. No pudo reprimir el giro de su cabeza acompañando el movimiento de las nalgas de mi madurita amiga que, consciente de haber gustado a mi chico, se movía con sensualidad mientras iba a buscar una coca cola para, a continuación, cazar a mi hijo con toda seguridad.

Me desnudó en un santiamén mientras yo le contaba mis pocas anécdotas laborales como la del cliente que nos uso a Luna y a mi al mismo tiempo y su hermano palpaba mis carnes con gran interés. Me incliné un poco hacia delante para facilitar que metiese sus dedos en mis agujeros ya que quería comprobarlos y en ese momento Juan me soltó una buena bofetada.

- Q .. que ...

- Eres una puta bastante lerda. Cómo se te ocurre besar y comer el coño de otra puta. Eso nos pone en peligro a todos los que te usemos. Puedes contraer cualquier enfermedad. Estúpida.

- No caí en eso, yo ....

- No caí en eso, no caí en eso. Estúpida. Te voy a dar tres buenos azotes con mi cinturón. Ponte apoyada sobre la mesa y levanta tus nalgas.

- Pe ... pero yo ....

- Ni pero ni nada. Puta indisciplinada.

Me dio unas sonoras bofetadas en los pechos que me convencieron de obedecer. A fin de cuentas yo lo había elegido como chuMe coloqué como me ordenaba y le dije a Enric:

- Ya que no me defiendes, haz el favor de dar la vuelta a la silla de tu hermano, no quiero que me vea en este trance.

- No te defiendo porque veo que tu chulo tiene razón, eres tonta. Lluis no se entera de nada a esta edad.

- ¡Que le des la vuelta!. Quien sabe si le quedaría algo en el subconsciente.

Le dio la vuelta a la sillita y recibí el primer cintarazo en las nalgas que me produjo como un relámpago en la cabeza y un inaguantable dolor.

- ¡Pero cabrón, estás loco o que! Me ha dolido una barbaridad. Me voy.

- Luis, sujétala. Este no vale por protestar. Si vuelves a hacerlo tampoco valdrá el siguiente. Por lerda ahora tendrás cuatro correazos en vez de tres, que no sean cinco. ¿Como crees que se aplican los castigos, zorra, con cariñitos?

- Su hermano me sujetó de una manera muy eficaz: pasando los dedos índice por los anillos de mis pezones y poniendo firmemente las palmas sobre la mesa. Si me movía me podía desgarrar los pezones.

Recibí el siguiente correazo y casi me secciono la lengua al mordérmela de dolor. Después de los dos restantes estaba llorando y moqueando. Entre las lágrimas vi como Enric se había sacado la polla y se estaba masturbando. Al muy cabrón de mi hijo le ponía ver como flagelaban a su madre.

Juan me metió dos dedos en el culo preparándolo para la penetración, pero antes me hizo tumbar de espaldas en la mesa.

- Luis, fóllala la boca.

Él me penetró al ano y seguidamente me metió en el coño el taco del palo de golf. Me comenzó a bombear de una manera muy lenta pero brusca al tiempo que me entregaba el mango del palo para que yo misma me follase el coño con él.

Enric se había aproximado más para no perder detalle y me abrí bien de piernas para que disfrutase del espectáculo. Araceli también se aproximó, tomó la polla de mi hijo y le dijo:

- Chavalote, ¿Quieres disfrutar de un gran y experto conejo como el mío?

- Si señora.

La golfa de mi amiga se sentó en la mesa a mi lado y abrió sus vastos jamones dejando al alcance de Enric su larga raja en medio de su pelado papo. El chaval se lanzó a comerlo como un desesperado mientras abrazaba a los gruesos muslazos.

Durante un rato estuvo sodomizándome Juan hasta que la sacó sin eyacular para sentarse en la mesa. Me hizo sacar el palo de golf y sentarme de espaldas a él ensartada otra vez por el ano. Entonces invitó a su hermano a penetrarme por el coño. Para entonces, Enric ya había ensartado el culo de la vieja gorda y, puesto que alcanzaba perfectamente, metí mi mano en su más que dilatado coño para apretar por dentro la polla de mi hijo y darle más placer. Siempre me ha preocupado el bienestar y la felicidad de mi familia.

Los berridos de gusto de Araceli se mezclaban con los míos ya que, pese al escozor de las nalgas me lo estaba pasando de miedo. Sobre todo por el morbo de que mi hijo Enric presenciase lo puerca que era su putísima madre. La vieja se corrió un par de veces, lo que decía mucho de la herramienta de Enric o del entrenamiento que le habíamos dado Leche y yo.

Los dos hermanos me desclavaron para darme la vuelta y cambiar de agujeros. Eso me permitió manejar mejor mi mano dentro del coño de la vieja y dar mas gusto a mi chico que se corrió dentro del culo de ella muy satisfactoriamente por la cara de gloria que puso. A veces, Luis sacaba su polla de mi coño y la metía en mi culo junto con la de su hermano. Otras era Juan el que la sacaba de mi culo para acompañar la verga de Luis dentro de mi vagina.

Cuando sentí eyacular a Luis en mi vagina me corrí profundamente. Poco después era su hermano el que se descargaba en mi culo. Como es costumbre en los asiduos de casa de Olalla, Araceli y yo nos intercambiamos los espermas que recogimos de nuestros respectivos agujeros con la lengua y bebimos con sumo placer ante la benevolente mirada de los satisfechos machos.

Pero Juan aún deseaba castigarme más. Me puso un collar de perro por cuya argolla pasó una cadena que enganchó en el anillo de mi clítoris y se puso a correr. Qué remedio que correr más que él si quería salvar mi integridad. Araceli filmaba todo en vídeo mientras soltaba grandes risotadas comentando el bamboleo de mis tetas mientras corría.

Cuando mi chulo se cansó de jugar conmigo me llevó al plato de la ducha de la piscina y llamó al resto.

- Vamos a mear a la puta lerda.

Con instrucciones de beberme al menos una buchada de cada uno, me ordenaron poner de rodillas para recibir las meadas de los cuatro. Obediente, me tragué un poco de cada uno. Después me tiraron a la piscina para limpiarme.

Eso me cabreó, pues si volvía a casa con el pelo mojado en un día tan despejado mi marido iba a hacer preguntas.

- No te preocupes –me dijo la vieja- ve al baño y usa el secador, pero antes tu chulo te quiere regalar algo.

- El qué –pregunté un poco mosca- Ya me ha regalado hoy unos verdugones en el culo.

- Bueno, toda puta que se precie debe llevar sobre su cuerpo el nombre o marca de su chulo. Como a ti no se te puede hacer un tatuaje, te he comprado esto.

El regalo era una bola de plata con un argollita y una corta cadenilla para colgar. En la bola estaba grabado PUTA DE JUAN H. Me quedé dubitativa.

- Mujer, es para colgar de uno de los anillos de tu pubis. Yo creo que quedará más centrada en el del clítoris.

- Pero pesa un poco.

- Así te crecerá la pepitilla y disfrutarás más de ella. Ven que te la ponga.

Me la colgó y en principio me sentí un poco incómoda. Al caminar tironeaba por el bamboleo. Pensé que tendría que volver a usar bragas para retenerla. Fui al baño para secarme el pelo y examiné el efecto de la brillante bola. Quedaba muy sexi, me hubiera gustado si no fuera por la incomodidad al andar.

Me miré el culo y lancé un gemido. Los verdugones tardarían bastantes días en desaparecer. Se notaba que el muy cabrón era asiduo de los juegos SM del sótano de casa de Olalla. Tenía certera puntería y los había cruzado muy atractivamente.

Cuando regresé al jardín, Araceli le estaba dando un biberón de agua a mi Lluis mientras Enric la manoseaba otra vez el mojado coño. Los dos hombres tomaban unas cervezas.

- Enric, ya es tarde, tenemos que irnos.

- Yo me quedo un rato, Doña Araceli, con permiso de Don Juan, me permite follarla otra vez.

- Bueno, haz lo que quieras. Yo tengo que bañar y dar de cenar a Lluis.

- Espera un momento, puta –intervino Juan- Aún hay un miembro de esta familia al que no has satisfecho. Y tu hijo está de acuerdo con nosotros en que sería injusto dejarle.

Lancé un gemido.

- Pero es que Lluis se va a poner a llorar.

- Araceli lo calma.

Se acercó a mi y tomó la cadena del collar que había retirado del clítoris cuando me puso la bola. Me condujo ante la tapa de hormigón del hueco de la depuradora y pasó la cadena por la argolla de la tapa atándola muy corto, de manera que quedé arrodillada hacia delante con el cuello casi pegado al hormigón. Se fue mientras los otros tres se reunían a mi alrededor. Me temía algo malo.

Pronto salí de dudas, regresó con su perro y le acercó el olfato a mi coño. El bicho estaba bien adiestrado porque, después de olfeatarme y lamer mis bajos, me montó y poco tardó en encontrar un agujero donde meter su pija, que fue en la vagina.

Me folló con el frenesí típico de los chuchos y se vació en pocos minutos. Cuando sentí la copiosa eyaculación me sobrevino otro maravilloso orgasmo que no pude contener pese a lo humillante que era eso ante los ojos de mi Enric.

Me di cuenta que a partir de esa tarde ya no podría esperar el menor respeto por parte de mi hijo.

Pese a haberme metido en el coño el bulbo, el perro se desacopló pronto gracias a la dilatación que tenía mi vagina si yo la relajaba.

Antes de soltarme de la cadena, Juan me metió tres bolas de golf en el coño y me dijo que no las sacase hasta no salir de su casa.

Cuando llegué a mi casa, mi marido estaba cabreado y hambriento. El Barça había perdido el partido y el Real Madrid ya le superaba por cuatro puntos en la clasificación de la liga. Para colmo de males Lluis se puso a berrear también de hambre.

No me quedó más remedio que bañarlo a toda prisa, hacerles la cena a los dos y dársela al bebé. Todo ello con el coño lleno de esperma de perro e invadido por las tres pelotas de golf. Para colmo, la bola que colgaba de mi clítoris lo estaba haciendo sufrir y, para rematar, mis pechos clamaban por desalojar leche. Me fui con Lluis a la cocina para que no me viera mi marido y le di de mamar para calmar el dolor de tetas.

. . . . . . . .

Al día siguiente, al llegar al hotel, Pau el conserje me pidió un polvo y fuimos a su vestuario. Al desnudarme y ver los vedugones de mis nalgas comentó:

- Así que la puta ha hecho algo que no le gustó nada a su chulo.

Ese comentario tuve que oírlo muchas veces por parte de mis clientes, a quine además gustó mucho el adorno de la bola colgando del anillo de mi clítoris.

La cadenilla de la bola alcanzaba para permitirme meterla dentro del coño y no llevarla balanceando cuando caminaba, así arreglé el asunto y pude seguir vistiendo sin bragas o con bragas sin entrepierna. La bola la sacaba del coño ante los clientes y eso los enardecía. El problema es que se prestaba muy bien para tirar de ella y martirizar mi apreciado botoncito.

Un día de esos, tras hacer un servicio a un cliente, me encontré con Eloy en el ascensor. No le había visto nunca en el hotel pese a ser su propietario. Me dijo que la oficina la tenía en su otro hotel.

- Por cierto, los conserjes de allí me han dicho que no te has presentado.

- Me basta con los clientes que me consiguen los de aquí.

- Eso quiere decir que eres una puta demandada.

- No me puedo quejar.

- ¿Tomamos un café y damos un paseo por la playa?. Hace una hermosa mañana.

Tomamos el café y paseamos por la casi desierta playa. Apenas había algunos corredores y solitarios paseantes como nosotros. Charlamos y nos sentamos a tomar el tibio sol de primavera.

Tal y como estaba sentada, mi vulva sin protección de bragas quedaba a la vista y el alcance de Eloy. Mi amigo no tuvo más remedio que curiosear la bola y ponerse a acariciar y hurgar en mi chumino.

Llevaba yo tres día siendo follada con condón y andaba ansiosa de esperma. Así que sucedió lo inevitable. Acuciantemente le abrí la bragueta y saqué su espléndida verga ya erguida. La acaricié y se la mamé sin recato ni pudor alguno pese a que había una pareja tomando el sol a no mucha distancia y de que de cuando en cuando pasaba algún corredor.

Ni siquiera me opuse a que Eloy me quitase mis tres prendas: Chaqueta, blusa y falda, dejándome solo con las medias negras de malla ancha y sin portaligas. Me hizo montar sobre su polla e inicié una agradable y lenta cabalgada que, ayudada por los tironcitos que él daba a mi bola, me condujo a un tranquilo pero larguísimo orgasmo en pocos minutos.

Me saqué su polla del coño y la pasé al culo arreciando la cabalgada hasta que lo ordeñé. Entonces le dije:

- No me la saques aún. Meate dentro.

Sentir fluir dentro de mi vientre su caliente líquido dorado me condujo a otro orgasmo.

Me levanté y, tal cual estaba, me fui a sumergir en las todavía frescas aguas mediterráneas mientras de mi ano salía la mezcla de esperma y orina deslizándose entre los muslos.

. . . . . .

Aún trabajé de puta unas semanas más pero ya me aburría y lo dejé. Me despedí de mis tres queridos conserjes y de la puta Luna haciendo una memorable orgía en la habitación de putas durante la cual mi amiga me permitió que follara con su marido.

Se rehizo otra vez la vida en casa pues no iba a seguir simulando que trabajaba y estar por ahí aburrida todo el día. Así que volví a contar otro cuento a mi marido sobre que trabajaba a tiempo parcial y no regular, lo que me permitiría disfrutar a tope de las deliciosas actividades de la casa de Olalla.

Los asiduos de la mansión exigieron que estuviese en cuarentena antes de incorporarme a la follanza, así que me tuve que contentar con las atenciones de mi hijo Enric y las de mi exchulo Juan y su esposa Araceli.

La fogosidad de Enric había decaído un tanto ya que se aficionó a visitar a la madura Araceli y ésta lo dejaba exhausto. El matrimonio fue quien presentó a Enric a Olalla y ésta, fascinada por la apostura de mi hijo, defendió ante los demás que se le permitiera participar en las orgías, así que cuando por fin fui readmitida, Enric ya asistía a la casa. Era la polla favorita de Olalla.

Un buen día Eloy nos llamó al grupo que estábamos follando en el jardín, compuesto por un matrimonio nuevo en la casa, Enric y yo. Ella, una preciosa rubia de unos 35 años, de porte elegante y escultural a pesar de su barriga de embarazada de siete meses, era la primera vez que participaba en una orgía y además era virgen analmente, por lo que yo estaba trabajándole el agujerito de atrás para prepararlo para el desvirgue. Tenía que darme prisa en tenerla a punto porque pronto llegarían los encuentros interedades: Primero, Hombres menores de 25 para mujeres mayores de 55, después, hombres entre 25 y 35 para mujeres entre 45 y 55, y así hasta que se cubriesen todos los tramos de edad entre si.

Mientras trabajaba a la atractiva mujer, su marido mamaba de mis tetas, sin duda entrenándose para lo que le haría a ella dentro de un par de meses, y Enric le metía su polla en la boca para entrenar ese agujero. Enric era el encargado de consumar la primera sodomización de la preñada mujer.

Fuimos a ver qué quería Eloy y lo encontramos ante el ordenador mirando una página web.

- Mirad quien aparece aquí espléndidamente.

Eran unas fotos mías. Estaban tomadas en la playa el día que follé con Eloy mientras iba a bañarme. Las fotos eran de una impresionante calidad pese al teleobjetivo. Eran seis, tres de frente, una de espaldas y dos de perfil. Se mostraba mi desnudo cuerpo moreno, brillante la piel por el sudor tras la cabalgada, brilantes mis anillos de los pezones y la bola del clítoris. Los correazos de Juan bien visibles cruzando mis nalgas. Los escorzos al caminar impresionantes. La mezcla de orina y semen resbalando por mis muslos era perfectamente visible bajo los rayos del sol. Y sobre todo, se me identificaba perfectamente.

El título de la serie de fotos era: "UNA SOBERBIA HEMBRA BIEN APROVECHADA Y ADECUADAMENTE DISCIPLINADA"

 

Y más que me iban a aprovechar, dije para mis adentros. También pensé en frecuentar el lóbrego sótano de Olalla para profundizar en lo de la disciplina, que no me había desagradado tanto.

 

FIN.

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