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Me hicieron hembra de provecho (02)

en Dominación

Pero volvamos atrás. Seguramente cualquier lector avispado se preguntará por mi marido al que he esquivado porque su existencia me resultaba angustiosa después de lo que había hecho. Durante las primeras semanas en Barcelona llamaba cada dos días a mi marido para informarle que estábamos bien los niños y yo y que no había novedad. Él no llamaba nunca y cada llamada mía era cada vez más corta puesto que él no tenía nada que decirme, así que la frecuencia de llamadas se fue haciendo progresivamente decreciente.

Cuando comencé el rodaje de la segunda película, y en montaje la primera, mi mayor ansiedad era llamar a mi marido para solicitarle el divorcio antes de que se comercializaran y por cualquier causa mi trabajo llegase a su conocimiento. Para entonces hacía ya cuatro meses que no hablábamos. Sus teléfonos no contestaban. Ni el de casa, ni el de su oficina ni el móvil. Por fin, al cabo de dos semanas alguien respondió en el teléfono de mi casa. Respondió una mujer que afirmaba ser la compradora del piso y que si conocíamos al vendedor, del que no sabía nada, ya que lo había comparado mediante agencia y ésta no lo localizaba, le informásemos que necesitaba que desalojase las pertenencias personales, entre ellas ropa de mujer y de niño.

Mi padrastro Julián se traslado a Madrid para hacer averiguaciones. Efectivamente, nuestro piso lo había vendido Borja Luis ayudándose del mismo y amplio poder notarial que le otorgué cuando hicimos la compra y yo estaba a punto de salir de cuentas de mi primer niño. Julián se enteró, valiéndose de sus numerosos contactos, de que mi marido había transferido todo el dinero de la venta a una cuenta en Venezuela y había tomado un vuelo para allá. Consideró con buen criterio, que yo aprobé y le agradecí, que más valía olvidarse de él. Así que se hizo cargo de mis cosas y las de los niños que quedaban en el piso y las facturó para Barcelona.

Yo no estaba muy segura de que, dado el rumbo que había dado a mi vida, era mejor ser casada con marido desaparecido o divorciada. Mamá y Julián me hicieron salir de dudas cuando me dijeron que, con toda seguridad, en el proceso de divorcio la custodia de mis hijos se la hubieran dado a él en vista de mi profesión actual.

. . . . . .

 

El rodaje de una película porno es eterno. Y eso lo aprendí cuando rodaba pelis suaves y de bajo coste, cuando el mejor decorado era una habitación de cualquier piso, una cocina, el jardín de la casa de mis padres prestado, una playa poco frecuentada a temprana hora o los confines de un parque natural. Ahora que trabajo en películas más elaboradas me reafirmo en ello.

Una actriz tiene la regla o una contractura muscular, un actor sufre de stress pasajero y no se le empina, alguien llega al rodaje con resaca, otras presentan moratones o irritaciones indisimulables con el maquillaje, algunos prefieren las ganancias que le proporciona ir la noche anterior a una orgía de gente con pasta o incluso embarcarse en un crucero a mitad de rodaje, otros explotan las entrevistas en la prensa del corazón si han tenido la suerte de meterse en la cama de un famoso. El hecho es que los rodajes se suspenden cada dos por tres.

Esos días libres me los cubría muy bien mamá con su hiperactividad y su impresionante agenda de contactos.

Lo primero que hicimos fue acudir a una clínica para que me hicieran una ligadura de trompas y de paso contratar una asistencia ginecológica periódica para acreditar con garantía que yo estaba libre de cualquier ETS cuando trabajase sin condón. Las pelis en que se usa el condón tienen poca acogida y consecuentemente poca remuneración para las actrices y actores. Aparte de que existen escenas, como las que tendría que rodar cuando entrase en el porno duro, que son imposibles con condón.

Le pregunté a mamá si ella se había hecho también la ligadura de trompas y me hizo confidencias. Julián quería tener un hijo de ella y habían tenido discusiones porque a su edad el riesgo de malformaciones en el feto era alto, pero Julián le había jurado que tendría un seguimiento médico escogido y si eso ocurría, abortaría antes.

- Así que ya sabes, cariño, para la primavera del año que viene tendrás un hermano más joven que tus hijos, mis nietos.

- Jo! Me vas a dejar sola en esto del porno. Mamá, sabes de siempre que no soy muy lista, si me dejas sola se van a aprovechar de mi.

- No te dejaré sola nena, trabajaré en el porno hasta el parto y en el parto. Dejaré de trabajar contigo durante el tiempo que tarde en confirmarse el embarazo y, nueve meses después, durante la cuarentena, pero te acompañaré a los rodajes, vigilaré como te tratan y Julián te amparará.

- ¿Cómo?. No te entiendo mami.

- Te explico: Yo voy a seguir rodando películas aunque esté preñada. Las actrices preñadas son las mejor pagadas ya que son difíciles de encontrar y el morbo demanda cada vez más escenas extremas. La demanda llega a tal grado que algunos proxenetas retiran los anticonceptivos a sus putas para que queden en estado y ofrecerlas a las productoras de porno. Incluso hay parejas casadas sin relación con el porno que, jodiendo ante las cámaras en los últimos meses del embarazo, financian la entrada para la compra de su piso así.

- No entiendo mami. Julián y tu no parecéis necesitados.

- ¿Cómo te crees que se llega a no ser necesitado?, Pues cariño, aprovechando cualquier oportunidad, por nimia que sea, para atrapar un euro. Así se consigue una posición. Estos catalanes me lo han enseñado. Trabajar y no dejar pasar oportunidades. En Madrid yo era idiota.

. . . . . .

Por sugerencia de mi padrastro, mamá me presentó al gerente de un famoso club de sexo para ver de contratar mis servicios en algunos números fuera de la programación habitual. Suplencias, pequeños vídeos, cámara en directo y cosas así. El gerente, cumpliendo con su obligación, me examinó bien a fondo alabando mi cuerpo, me folló los dos agujeros delante de mamá tras comprobar que también era capaz de mamársela debidamente y quedé contratada. Pero para hacer más tarea de la que inicialmente teníamos en mente mamá y yo.

Aparte de las suplencias y otros trabajos cuando estuviese desocupada de los rodajes, los sábados por la noche haría un número que me explicó:

Tu y otra chica negra, que está también de bandera, saldréis al escenario y haréis un strep tease enseñando bien a los clientes vuestros encantos. A continuación iniciaréis un lésbico con algunos juguetes que os pasará la presentadora, os embadurnaréis la una a la otra de aceite corporal para que vuestros cuerpos queden bien brillantes. Quiero que el número sea muy caliente, mucho gemido, ya sabes, simulad un orgasmo. Por último saldrán al escenario un chico negro y otro blanco y rubio bastante apolíneos, lo que os merecéis. Tu te encargarás del negro y la negra del rubito para que haya contraste. Se la mamas y que te folle por los dos agujeros de forma que lo vea bien el público. Finalizaréis con una doble penetración, primero a una y después a la otra mientras la que tenga los agujeros libres chupa culos o lo que se le ponga, o bien le ofrece el coño a la boca de la follada. Si no se corren dentro de vosotras presentadles la cara con la boca abierta para que os bañen en lefa. Si se corren dentro, procurad que los espectadores vean aflorar el semen y abrid el agujero para que salga y se deslice por vuestras piernas.

¿De acuerdo?

- Entendido, de acuerdo. ¿Cuánto es eso?.

- Quinientos euros por sesión. ¿Te vale?

- Vale.

- Un momento. –dijo mamá- ¿Con o sin condón?

- Sin. Ah, se me olvidaba, cada 15 días un certificado médico, como todos los que trabajan aquí en el sexo.

- Entonces que sean 600 euros.

- Está bien. Está bien. Ah se me olvidaba, si después del número haces trato con algún espectador es cosa tuya, si utilizas para ello una habitación o reservado del establecimiento, se te hace un 25% de descuento.

. . . . . . .

 

Me apunté al salón de belleza con gimnasio de mamá que además tenía cabinas de rayos UVA para mantener uniforme el bronceado. Son incómodas las posturas que hay que adoptar para que no te queden marcas blancas en las nalgas, bajo los pechos o la entrepierna. Eso si, los resultados son de agradecer, sentía bastante alta mi autoestima cuando me miraba en pelotas al espejo o cuando observaba mis hermosas y cuidadísimas manos que antes fregaban y ahora cuidaban en el salón con todo esmero cada dos días. En casa de mis padres quien se encargaba de ello era la chiquita asiática.

Julián me invitó un día a probar a la criadita. Era fenomenal mamando coños y me aficioné a ella de tal forma que todas las noches me dormía satisfecha, si no era por los encuentros en la cama con mis padres era por la experta labor de la criadita.

Una cuestión que planteó Julián fue la de mi nombre artístico, no iba a seguir siendo Eva Gómez como aparecí en mis tres películas de introducción. Mamá se llamaba profesionalmente Tracy Suck, pero yo quería algo en español y conservar mi nombre de Eva. Julián sugirió Eva X.

- Ya, Evax, ¿No te jode?, para que la llamen La Tampax o la Compresas.

- Bueno ¿Y Eva Semen?

- Podría ser ...

- Mejor Eva F

- ¿Efe?, de qué.

- Pues Eva folladora, Eva furcia, Eva felación, Eva fuck, Eva fetiche, queda ambiguo y que hagan cábalas. Llamará la atención más que una letra tan clara como la socorrida X de siempre.

- De acuerdo pues: Eva F

. . . . . . . . .

Una tarde de domingo, al regresar a casa con los niños de un paseo, la criada me dio una nota de Julián y dijo que ella se hacía cargo de las criaturas. La nota decía:

"Ven a la dirección de abajo a una entrevista para el rodaje de una serie. Ponte imponente como sabes y limpita de los agujeros. Tu madre y yo estaremos allí.

C/ xxxxxx, núm nn en BBBB"

Así pues me duché, me administré un enema, me acicalé, me vestí de infarto y tomé un taxi rumbo al sitio.

Era un gran chalet con una buena extensión de jardines rodeándolo por todas partes. Me abrió la puerta una empleada joven y guapa y me condujo desde el imponente vestíbulo a un gran salón.

Allí estaban Julián, su socio Estéban, un señor de unos 60 años y una señora que rondaría los 50. Ellos estaban vestidos y sentados en butacas. Delante se encontraba mamá como Dios la trajo al mundo.

Mientras Julián me presentaba como Eva F y me comunicaba que Don Francesc necesitaba actores y actrices para rodar una serie para el canal porno de una conocida cadena de televisión por cable, me hizo un gesto para que me quedara como mamá.

No lo dudé y en menos de tres segundos me deshice de los tres trapillos que llevaba. Como me tiene enseñada Julián, adopté las convenientes e impúdicas posturas tanto de frente como de espaldas al señor Francesc para mostrarle la mercancía.

Me hizo un gesto para que me aproximase y obedecí diligentemente. Con unos cuantos graciosos pasitos para hacer bambolear mis tetas me coloqué ante él.

- Inclínate.

Me sopesó los pechos examinando atentamente mis pezones y oscuras aréolas. Los levantó para mirar bajo ellos, Tironeó de los anillos, me sobó también los hombros y los brazos hasta llegar a mis bonitas manos de pulcra manicura que también examinó escrupulosamente, acarició y beso suavemente.

- Magnífica, magnífica. -Murmuró. Yérguete.

Acarició mis muslos y, empujándome para girar, también mis nalgas. Separó loas cachetes y metió dos dedos en mi coño para después llevárselos a la boca. A continuación metió los dedos en mis ano y los olió. Pasó su gran manaza por mi entrepierna agarrando la vulva y apretándola. Otra vez me hizo girar cara a él para separar el capuchón de mi clítoris y observarlo. Lo pellizco un poco fuerte y lo hizo excitar.

- Bien, bien, de tal palo tal astilla. Estoy satisfecho. Ahora las voy a hacer una pequeña prueba de actitud. Vamos al jardín.

Mamá se acercó a nosotros y abrazándonos por la cintura con sus grandes manos en las posaderas salimos la jardín. Antes de salir pude ver que Julían estaba al lado de la señora ofreciendo su pene a la boca y que Esteban se quitaba la chaqueta.

En el jardín había unas colchonetas tiradas por el suelo cerca de unas tumbonas, unas sillas y una gran mesa. Sobre la mesa diversos juguetes para el sexo.

La actitud de Don Francesc cambió radicalmente y se volvió grosera.

- Veamos putas. Ofrecedme un buen lésbico.

Yo iba a protestar por el apelativo pero mamá me besó en la boca para callarme y después siguió acariciándome como ella sabe para ponerme a cien. Tras unos minutos de escarceo en que disfruté del divino cuerpazo de mamá, a la que algunos suponen mi hermana mayor, nos enzarzamos en un 69 mientras el hombre miraba y se desnudaba. Ambas hacíamos lo posible para que tuviese buena vista de los dos peladitos y abultados coños chupados, lamidos y mordisqueados.

- Tu. Vieja zorra, ponte esto y prepárame los agujeros de la golfa de tu nena. –Dijo al entregarla un arnés con un gran dildo de doble cabeza.

Mientras mamá se metía con dificultad el tremendo garrote en su coño yo calculé que aquella monstruosidad me haría daño. El hombre nos regó con un spray de aceite corporal y lo fue extendiendo por nuestro cuerpo sobándonos de forma un tanto ruda y estrujando nuestros pechos con fuerza. En prevención del garrote, yo misma me extendí bien el aceite por la vulva y el ano.

- A cuatro patas zorra.

Me puse en posición sobre la colchoneta y el cabrón de él me metió tres dedos en el coño girándolos y encogiéndolos apresurada y brutalmente. De vez en cuando, encogiendo el anular hacía asomar la falange, rodeado de la pared intestinal, por el agujero del ano. Acabó por meterme la palma de la mano entera y el pulgar en el ano. Tirando del periné me levantaba las rodillas del suelo. Me hacía bastante daño. Por fin paró y cedió los agujeros a mamá para que me penetrase con el enorme dildo del arnés.

Noté el enorme tronco llegar hasta el fondo de mi útero mientras él apremiaba a mamá para que me bombease profunda y enérgicamente. Mientras mamá me follaba él me enganchó unas cadenas en las argollas de las tetas y otra en la del clítoris y empezó a dar tirones de ellas ante mi pavor por una rasgadura de mis apreciados órganos.

De un empellón con el pié echó a mamá a un lado y la ordenó tumbar boca arriba sobre la colchoneta y a mi que me enfundase el dildo en el ano. Pese a mis esfuerzos no entraba, y eso que no era precisamente una estrecha de agujeros, ya los tenía bastante entrenados. Se apoyó en mis hombros y de un empujón quedé empalada y sin respiración. Noté distendido el esfínter como nunca y supuse que me lo había rasgado. Después comprobé que no.

Para espolearme a subir y bajar por el grueso garrote empezó a tirar de las cadenas y no tuve más remedio que hacerlo salvo arriesgar la integridad de mis pezones y de mi clítoris que tanta felicidad me proporcionaba.

Cuando se me pasaron las molestias y empecé a subir y bajar incluso con placer, el muy hijodeputa me hizo abrir la boca y sin la menor vacilación me metió su muy apreciable rabo hasta superar la garganta y alojar el glande en el esófago. Me empezó a follar la boca con crueldad. Yo me ahogaba y tenía arcadas. Se me caía la baba por los pechos y mi maquillaje era ya un desastre. Intenté zafarme pero él dividió mi melena en dos partes a ambos lados de la cabeza y aferrando con una manaza cada parte me sujetó sin posibilidad de fuga. No me quedó más remedio que concentrarme para seguir su ritmo y poder respirar.

De cuando en cuando me dejaba un momento de descanso durante el cual me aporreaba la cara con su verga y me daba bofetadas en los pechos, en la espalda y en las nalgas. En tal trance me olvidé de seguir cabalgando sobre el garrote metido en mi ano y él ordenó a mamá que tomase la iniciativa para que mi culo no se sintiese abandonado.

Para colmo noté como su pie intentaba entrar en mi coño. No tuvo ningún reparo en espetarme:

- Ábrete el coño con los dedos, cerda.

- Lo hice y el pié entró hasta el empeine comenzando a empujar con su planta hacia el tronco alojado en mis intestinos.

Afortunadamente eso no duró mucho. Me levantó de un tirón pasando sus brazos por mis axilas desde atrás y se produjo un sonido ¡Blooop! al destaponarme el culo, culo que no disfrutó mucho de su alivio porque de inmediato, manteniéndome en vilo y trasladando sus brazos a las corvas de mis piernas me metió su rabo y comenzó a sodomizarme.

- Tu, la vieja. Levanta y vuelve a tapar el coño de esta zorra.

Mamá obedeció y volvió a alojar el dildo en mi coño. Así me mantuvieron en una doble penetración durante lo menos cinco minutos. Debo reconocer que mamá y el tipo se sincronizaron bastante hábilmente. Se notaba la experiencia de ambos.

- Puta vieja sácale el trasto a tu hija y cómele el coño.

Mamá me lo comió durante un rato hasta que él sacó su verga de mi culo.

- Y ahora cómete ese sucio culo abierto.

Mi culo debía tener una abertura descomunal pues sentía cómo la lengua de mamá entraba en toda su longitud y notaba sus dientes pegados a mi vulva. De repente Don Francesc me soltó y caí sobre la colchoneta. Se abalanzó sobre mi para ponerme otra vez a cuatro patas.

- Vieja ramera, fóllale el culo a la niña con el puño.

No le costó gran cosa a mamá meter la mano en mis tripas y empezó a bombearme. El hombre la obligó meterme el brazo hasta el codo. Noté cómo mi estómago y otros órganos que no supe identificar se quejaban por la presión. Él por su parte volvió a follarme la boca de la misma brutal manera que antes. Así otros cinco interminables minutos al cabo de los cuales dijo:

- Ahora veamos el comportamiento de la veterana. Ven puta, ponte a cuatro patas y cómete mi culo. Tú, quita a tu puta madre el arnés, que ya debe tener el coño muy abierto y métele la mano dentro de ese agujero gastado e inmundo.

Estuve un rato follando a mamá con el puño mientras Don Francesc, agachado hacia delante le ofrecía su negro agujero. Al poco me llegó mal olor y contemplé con repugnancia cómo mamá tenía la boca pringada de una sustancia marrón oscuro. El muy puerco se había cagado mientras mamá le comía el culo, pero ella no cesó en su labor.

Después se volvió hacia ella y comenzó a golpearla en la cara con la verga como a mi. Al contrario que yo, que intenté eludirlo, mamá ponía la cara al descubierto y se reía. Ahí se nota una profesional. Qué grande mamá.

Alentada por el ejemplo de profesionalidad de mamá arrecié el fisting hasta que la buena verga de Don Francesc apareció ante mi vista y enfundándola en el culo de mamá me dijo:

- Agárrala fuerte por dentro.

Tanteando dentro del cólon de mamá localicé el robusto pene y lo agarré intentando que mis uñas no arañasen los delicados tejidos de su útero e intestinos. El tipo empezó a bombear y aquello se convirtió en una paja que yo le hacía dentro de las tripas maternas.

Cuando se hartó de ese juego sacó el pene y se fue hacia la mesa dándonos a las dos un pequeño respiro. Yo estaba agotada y enferma. Aquel individuo era algo incansable. Su demencial uso de nuestros cuerpos y su brutalidad me tenían francamente asustada. Mamá me susurró:

- No temas nada. Sabe perfectamente hasta donde puede llegar.

- Poneos de pie, zorras.

Nos erguimos ante él, aliviada yo de mis riñones y supongo que también mamá. Nos empezó a arrear en las tetas y en las nalgas sin piedad con una pala de ping pong. Los anillos de los pezones de las dos resonaban y nos hacían mucho daño por repercusión en ellos. Ante cada golpe yo retraía los pechos o las nalgas mientras que mamá las ofrecía. Tuve que imitar su conducta, no iba a consentir que la veterana me ganase. Cuando paró ordenó:

- ¡La veterana, sobre la mesa patas arriba!. Cógete los tobillos, llévatelos al cuello y muestra bien la entrepierna que quiero comodidad para trabajar tus gastados agujeros.

En ese momento no hubiera sido yo capaz de afirmar que hubiera tenido la elasticidad para hacer lo que mamá: colocarse los tobillos tras el cuello y asentar las rodillas casi sobre el tablero de la mesa. Me prometí más disciplina en el gimnasio. Era obvio que el mantenimiento del cuerpo es esencial para ser hembra de provecho.

Don Francesc (me pregunté por qué si al principio lo apelaba como cabrón, bestia, hijodeputa y otras lindeces, ahora lo llamaba Don Francesc. Debería analizarlo) me entregó un rosario de bolas de látex gordas como pelotas de golf y me ordenó metérselo entero a mamá por el ano. Me puse a ello y él le coló en el coño cuatro pelotas de golf.

Cuando terminamos mandó a mamá correr hasta una esquina del parque y regresar. Mamá obedeció, su forma de correr era absolutamente jocosa pero ella procuraba poner un gesto digno. Cuando regresó acalorada, Don Francesc la hizo colocarse otra vez sobre la mesa y le insertó, a trancas y barrancas, su polla en la repleta vagina por las pelotas de golf. Una vez hubo metido toda la polla (a mamá le aparecían bultos sobre el pubis) la flexionó hacia atrás sobre su cuello hasta dejar su cuerpo casi vertical y, agarrando el cabo del rosario de bolas que yo le había metido en el ano lo extrajo de un seco y brusco tirón. Fue la única vez que escuché gemir a mamá. Sacó la polla de su vagina y dijo:

- Expulsa las pelotas de golf si eres capaz. Eres una zorra tan gastada que no podrás.

Con asombro contemplé como mamá expulsaba, con solo el esfuerzo de sus músculos vaginales, las cuatro pelotas una a una con aparente facilidad. No sé si por devolverle los insultos, la última pelota salió más disparada y le acertó en la nariz a Don Francesc.

- Bueno, cerdas, vaya cara que tenéis. Hay que limpiaros. ¡Ante mi de rodillas y bocas abiertas!.

Es cierto que tanto mamá como yo teníamos todo el maquillaje enfangado y la cara llena de la mierda del señor. Él se dignó limpiarnos con su orina y además nos concedió el honor de sugerir que nos tragásemos alguna buchada, cosa que no dudamos en hacer.

- Y ahora, veamos cual de las dos gorrinas tiene el honor de recibir mi semen.

Nos volvió a follar la boca –perdón, la boca no, la garganta- con su brutal estilo y la afortunada fui yo.

- Dale a tu mamá la parte que le corresponde.

Como él eyaculó directamente en mi esófago no había nada que darle a mamá, pero disimulé soltándole a ella mi saliva en su boca.

La violenta personalidad de Don Francesc mutó nuevamente hacia el otro extremo:

- Espero señoras que me disculpen esta conducta. No soy así por naturaleza. Pero antes de contratar a un trabajador siempre se deben comprobar sus aptitudes y actitudes. Es una cuestión de profesionalidad.

- No se preocupe, Don Francesc, las dos sabemos que es usted un caballero y le agradecemos que nos haya admitido al casting. Realmente usted no ha sido tan estricto como imaginaba, cosa que, nuevamente, le agradezco. Espero que hayamos superado la prueba y disculpe a mi hija si en algún momento ha flojeado. Ya sabe que es principiante.

- No señora, no hay nada que disculpar. Su hija es muy adecuada para el papel que debe representar. Sus nimios errores los pulirá durante el rodaje y, si usted la instruye, ni eso siquiera hará falta. Ahora regresemos al interior donde espero que su esposo y Don Esteban hayan atendido a mi mujer como debe ser. Por favor, pasen delante.

En el salón estaban mi padrastro, Estéban y la señora tomando una copa. Ella seguía desnuda sobre un sofá entre ellos vestidos.

- ¿Qué tal querida?. ¿Te han agradado mis nuevos socios?

- Fantástico Francesc. Me han regalado una deliciosa tarde. Y a ti ¿Te han agradado las señoras?

- Fabulosas en todos los sentidos. Caballeros, firmaremos los contratos de coproducción y con sus dos estrellas si les viene bien el próximo martes en mi oficina. ¿Lo celebramos?

- Cariño, empieza tu con nuestros invitados varones, que me temo que tanto yo como las señoras necesitamos una visita a los baños.

Con toda cortesía e interesante, aunque breve, conversación, la señora nos llevó a los servicios y pudimos restaurar nuestro físico en lo que cabía. Al bajar la escalera los caballeros nos aplaudieron por nuestro renovado aspecto. La agonía estaba bajo la exigua ropa.

- Son divinas, ¿no es verdad? –dijo Don Francesc- hasta mi madura esposa es digna de citarse en un manual de uso como hembra de provecho.

- No lo dude, Francesc. Espero que me invite alguna vez más a disfrutar de los indiscutibles encantos de su esposa y sabe que la mía está a su disposición al igual que mi hijastra. Nuestra asociación será un éxito.

- Brindemos pues.

 

 

CONTINUARÁ.

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