miprimita.com

Tarde o temprano tenía que ser

en Hetero: Primera vez

Tarde o temprano tenía que ser

No me voy a engañar a mí misma diciéndome que no sabía qué ocurriría si aceptaba la invitación de Eugenio de ir a su casa en ausencia de sus padres. Sabía que insistiría en que lo hiciéramos. Decía que se había cansado de que nos limitásemos a lo que él llamaba "jueguecitos". Yo no estaba muy convencida de querer dar ese paso pero, tarde o temprano, me dije, tenía que ser. Si le iba dando largas a mi chico nadie me podía asegurar que no acabara buscándose otra más complaciente que yo. Así es que me mentalicé que aquella noche ocurría lo que tenía que ocurrir. Por si acaso, incluso hurté un preservativo del cajón de la mesilla de noche de mi padre, con la esperanza de que no se percatara de su falta. De todas formas pensaba reponerlo si no lo utilizaba. Lo que no me esperaba era que me doliera tanto ni tampoco que, en cambio, me diera tanto gusto. Vanesa, mi mejor amiga, que ya lo había hecho con su novio, me había contado su experiencia, pero yo no me imaginaba que eso fuera así. Si me hubiera podido ver la cara en un espejo cuando Eugenio empezó a hacérmelo, seguro que jamás la habría tenido tan colorada de la vergüenza que estaba pasando. No me esperaba aquello, un estremecimiento agitó todo mi cuerpo cuando noté el roce de su lengua en la entrada de mi culo. No podía creer lo que me estaba haciendo. Pasaba su lengua desde mi rajita hasta el ano una y otra vez, una y otra vez, y yo no podía ni moverme porque los músculos del cuerpo se me habían contraído de la misma vergüenza que estaba pasando, en aquella posición tan indefensa. Pero lo cierto es que conforme se me fue pasando la impresión inicial, noté que mi cuerpo se fue acomodando a la situación y que a medida que me iba relajando, los lametones de mi Eugenio iban obrando su propósito y antes de que me diera cuenta tenía todo el trasero mojado con la saliva de él y con mis propios líquidos que yo notaba que no paraban de salir de mi chochito. Y cuando ya estaba disfrutando de verdad con aquella inesperada y maravillosa experiencia, a punto de estallar de placer, Eugenio dejó de emplearse con la boca y se puso a meterme los dedos. Los untaba al pasarlos por mi rajita para después metérmelos por el culo. Y otra vez noté que se me encendieron las mejillas de rubor por lo que mi novio me estaba haciendo. Pero como en la primera ocasión, el mete y saca de los dedos de Eugenio en mi coño y mi ano, simultáneamente, aunque me hacía sentir sucia y me dolía un poco, me estaba arrancando un placer hasta entonces desconocido. Así mojada como estaba y dilatando cada vez más mi agujerito con aquellas inconfesables penetraciones, ya me imaginaba yo que Eugenio no esperaría mucho para introducirme su miembro. Y así fue, el anuncio de lo que venía fue cuando me pidió que me incorporara y me pusiera a cuatro patas. Obedecí, esperando que lo que estaba por venir fuera tan placentero como los momentos previos, pero cuando noté la punta de su capullo intentando abrirse paso en mi culito, dudé de que la operación fuera a resultar. Por más que lo pensaba no podía imaginarme cómo sin vaselina u otro tipo de crema una polla tan gorda como la de mi Eugenio podía metérseme ahí detrás. Le recordé los preservativos pero no me hizo ni caso. Se puso a empujar y a empujar, echándose sobre mí, lamiéndome la espalda y estrujándome las tetas como si quisiera ordeñarme, y yo iba notando cómo entraba su cosa dentro de mí. Me dolía, me dolía mucho, pero no sé por qué no podía conformarme sólo con la punta. Sentía que mi cuerpo quería más y entonces yo también echaba mi culo hacia atrás, acompasando mis movimientos con los suyos para que entrara cada vez más. Me volvía loca oír el chasquido que hacía su polla cada vez que rozaba las paredes mojadas de mi recto, pero sobretodo me excitaba comprobar cómo mi novio perdía completamente el control y jadeaba y gemía como hasta entonces nunca lo había oído. Yo sabía que se iba a correr y no me importaba que lo hiciera dentro de mí. Sus huevos ya tocaban mi chochito cada vez que la metía hasta el fondo. Noté su explosión de leche en mi culo y no pude parar de empujar hacia atrás para que Eugenio siguiera follándome pero él ya había descargado y se conoce que le dolía seguir dentro porque la sacó enseguida y me dejó a punto de correrme. Otra vez será, me dije, y le di a mi novio un beso en los labios porque se me quedó mirando como si esperara que yo le confirmara si me había gustado o no y como yo no estaba segura del todo, preferí darle un beso en prueba de mi amor para que al menos viera que no me había disgustado por lo que había hecho.

 

17/07/04 © carlos_62@wanadoo.es