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La odisea de Virgilio (6: Gehenna)

en Dominación

La odisea de Virgilio (VI: Descenso al Gehenna)

Nota: Es importante leer las primeras partes para poder comprender la historia.

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Me estaba despertando apaciblemente. Una noche más había dormido en el apartamento de Liliana. Y me empezaba a desperezar estirando los brazos y bostezando. Con mi tacto toque a mi izquierda en el lado de la cama donde había dormido ella pero su lado estaba vacío, frotándome con la mano los ojos la busque visualmente. Estaba junto a la ventana sentada en una silla mirando detenidamente la ciudad. Me extraño todo aquello en un instante, no era habitual en su costumbre. Me había hecho ya a sus maravillosas glorias mañaneras. Es una excelente forma de empezar el día corriéndote en la boca de una mujer a la que amas. Pero hoy no había sido así. Las primeras luces de la mañana que salían por la ventana me molestaban un poco.

  • Buenos días Liliana

Parecía absorta, tardo un momento en girarse y mirarme. Estaba vestida con su pijama y al mirarme vi algo totalmente inédito en ella. Tenía cara de preocupación y de tristeza. Se me formo un pequeño nudo en la garganta. Ella que siempre era tan fuerte, que parecía que no había nada que pudiese con ella, hoy la veía tensa. Me levante y me dirigí a la ventana.

  • Virgilio, hoy es el día.

Mire por la ventana y veía a la ciudad igual que siempre. Los coches de las primeras personas que se dirigían a sus puestos de trabajo. Las primeras tiendas que elevaban las rejas para abrirse. Los camiones de limpieza recogiendo los contenedores. En el horizonte se veían unas nubes de forma cirrocúmulos, pero el día estaba soleado. Parecía que iba a ser una mañana agradable por qué no hacia frio.

  • ¿El día de qué? ¿Cumples años quizás? Nunca me has dicho que edad tienes ni cuando naciste.

Su silencio me empezaba a molestar. Una persona tan dicharachera ahora era un silencio sepulcral. En esos momentos parecía comportarse como Laura. Irritado por su falta de respuesta procedí a vestirme mientras ella seguía mirando fijamente el exterior. Mire el despertador y maldije que me hubiese quedado dormido de nuevo. En cierta forma era normal, habíamos estado hasta las tantas follando. Tenía que darme prisa, ya tomaría el desayuno en la cafetería de la facultad. Aunque tenía algo de barba lo podía posponer para otro día. Cuando ya me había calzado y me disponía a salir Liliana volvió a reaccionar. Me miro y puso cara de pánico. Salí de la habitación y de pronto sentí que me agarraba desde la espalda con fuerza por la cintura.

  • ¡No te vayas! ¡Quédate! – Sus gritos eran desesperados.
  • Liliana ¿Me puedes decirme que te pasa?
  • No vayas a trabajar hoy.
  • Liliana tu más que nadie sabes que hay que ser responsable. Hay que ganar el pan y además tengo una responsabilidad para con mis alumnos y mis compañeros de departamento ¿Que opinarían ellos si el jefe se escaquea? Anda Liliana, céntrate y vete vistiendo que llegamos tarde al curro.
  • ¡No, te lo ruego!

Me gire y le di un beso. Cogí la chaqueta y me dirigí a la puerta.

  • ¡Virgilio!

Me volví a girar y vi que estaba totalmente desnuda. Se había quitado el pijama y alzaba sus manos hacia mí, como ofreciéndose. Mi pene reacciono inmediatamente y se endureció. Mi mente por un momento se puso lujuriosa y deseé quitarme inmediatamente la ropa y obedecerla y quedarme todo el día con ella follando como conejos. Pero mi sentido de la responsabilidad tomo el control y me recordó que tenía mucho trabajo pendiente, el primer parcial estaba a pocas semanas vista y había que ir preparándolo.

  • Cariño te espero en la universidad.- le dije.

Cogí la puerta y ella volvió a agarrarme con fuerza cuando estaba a punto de salir. Sentí sus grandes senos en mi espalda y la excitación volvió. Volví a girarme

  • No te vayas Virgilio. Hoy ocurrirá una desgracia.
  • Vaya tengo como pareja a una pitonisa- bromee
  • Virgilio, temo por ti. No puedo perderte- me dijo con unas lágrimas en los ojos.
  • Cariño. Tranquila, se cuidarme y te garantizo que no me pasará absolutamente nada y volveré aquí.

Me dirigí hacia el ascensor, estaba en la planta, cogí la puerta y ella desnuda en el pasillo del bloque volvió a acercarse a mí. Me puse ligeramente nervioso y miraba una y otra vez a las puertas de los vecinos. Menudo panorama se iban a encontrar. Sabía que el de la puerta D tenía varios niños y dentro de poco tendrían que ir al colegio. La sensación de agobio empezó a dominarme. Le di un beso apasionado de despedida, mientras ella me miraba con una cara que me hizo caer mi alma al suelo. En el ascensor sentí un enorme sentimiento de culpa. Aquello era de los más anormal, era ella la fuerte y hoy estaba muy frágil, se podía decir que histérica. Pero por desgracia no hice caso a mi instinto y cogí mi coche a la facultad.

Comencé tomando un rápido desayuno en la cafetería, luego me encerré en el despacho para preparar la clase de las 11 de la mañana. La cosa fue desesperante cuando la inicie. Cuando empezó el curso el aula estaba formada por 40 alumnos, ahora eran solo 3. Maldeci las huelgas, a la crisis, al gobierno y me maldecí a mí mismo. Me percate que hubiese sido más rentable el día en el apartamento de Liliana. Pero ya era tarde para cambiar de parecer. A mi escasa audiencia le proporcione el final del tema de coloración de mapas e hicimos varios ejemplos de la aplicación de los algoritmos vistos para irse preparando para los próximos exámenes. Estaba claro que el nivel de suspensos en este año iba a ser muy importante. A las 2 de la tarde todos los del departamento decidimos ir a comer a la cafetería en su self service. Hoy había un menú decente así que como era barata toda la plana mayor de matemática aplicada nos citamos allí a comer. Recogimos nuestros platos, en bandejas, y nos sentamos en hilera en una gran mesa alargada. Volví a echar de menos a Liliana, estaba claro que se había quedado en su apartamento. No había aparecido a trabajar en su secretaría. Francisco, un profesor muy profesional pero de carácter no muy agradable, estaba sentado enfrente junto a Laura que se había colocado justo delante de mí.

  • Virgilio. Liliana hoy no ha venido. La he hecho en falta cuando precisaba que me comunicase con el rectorado por teléfono. Sé que durante todo este curso se ha comportado adecuadamente y ha hecho bien su trabajo. Pero no es de recibo que falte a su puesto de trabajo sin justificar. Por ahora lo debemos dejar pasar pero si esto se repite solicitare que se le abra un expediente informativo
  • Francisco, vera … me ha llamado por teléfono y me ha anunciado que tenía gripe- le mentí
  • SI es así, que cuando vuelva traiga el informe del médico de cabecera. No quiero trabajar con parásitos. Además fíjate las pintas que tiene. Esa no son formas para una secretaria, a veces parece una fulana. Donde este Jimena que se quiten estas juventudes.

Intenté contener mi gesto de furia ante los calificativos que le había dedicado. Laura le dirigió una mirada que mataba. Francisco era un profesor cercano a la jubilación chapado a la antigua. Su gesto era de obstinación ante la mirada de reproche del resto de la mesa.

  • Señor Francisco, esa no son formas de actuar entre compañeros. Liliana para mí también forma parte del equipo. Hare oídos sordos a la que acaba de decir aunque me gustaría exigirle disculpas.
  • No pienso disculparme, es lo que pienso.

Si las miradas matasen Laura debía ser asesina. Por fortuna la sangre no llego al rio. Seguimos comiendo mientras para aligerar el ambiente mis compañeros se dedicaban a comentar sobre sus clases. Los lamentos eran continuos. Los alumnos no aparecían apenas, estaban ocupados en continuas protestas contra el gobierno. Cuando ya íbamos por el postre me fije en Laura. No parecía querer quitarme la vista encima. Su mirada era de deseo. En algunos momentos me pareció que hacía gestos lascivos con su lengua mientras comía. Parecía una imitación de las lamidas que me proporcionaba Liliana cuando me practicaba una felación. Luego sentí que su pierna rozaba con la mía. Estaba clarísimo que Liliana tenía razón. Laura estaba colgada de mí. De pronto sentí que su pierna empezaba a subir y se acercaba a mi entrepierna. Se había quitado el calzado y parecía querer acariciarme los genitales con los dedos de los pies. Mi polla reacciono y empezó a erectarse. Una sensación de agobio me empezó a tomar, cualquiera podría darse cuenta fácilmente de lo que estaba ocurriendo. De pronto veo a Antonio, nuestro bromista que estaba sentado a mi derecha, viéndonos fijamente alternativamente a mí y a Laura. Empecé a rezar por qué no soltara un chiste. Pero de pronto su mirada se desvió de foco y se dirigió hacia la televisión gigante que había en el comedor. Yo dirigí la mirada también, había ruidos extraños. ¡Parecían disparos! Todos los del local revolvieron la mirada al televisor. Estaban echando en esos momentos los informativos. Pero de repente se ve a varios uniformados militares en el plano. Estaban armados con fusiles de asalto. Se oían amenazas. EL del Bar subió el volumen a tope.

  • ¡Ni se te ocurra desconectar la conexión o te vació el cargador!
  • ¡Tú el de la cámara ¡! ¡Enfoca a nuestro coronel!

Así era, un coronel del ejército empujaba despectivamente a la presentadora de informativos que cayó ruidosamente al suelo. Y se sentó en su silla. Este con un fajo de papeles dirigió una mirada amenazante hacia la cámara y comenzó un discurso.

Estimados compatriotas. Estoy aquí para informarles de la nueva situación. En estos momentos fuerzas del ejército han tomado el parlamento y han tomado prisioneros a todos los parlamentarios y al gobierno en pleno. Ante la inoperancia del gobierno y de la oposición unos grandes patriotas se han visto obligados en más allá del cumplimiento de su deber a tomar cartas en el asunto. Es por ello que todos los miembros del gobierno serán ajusticiados mediante juicio sumarísimo en las próximas horas, su comportamiento se puede calificar de traidores a la nación.

Informamos a la población civil que el estado constitucional queda anulado y se inicia una gobernanza militar de carácter indefinido. Adicionalmente se recuerda a todos los trabajadores o estudiantes que hasta el día de hoy han estado huelgas y manifestaciones que depongan su actitud. El ejército ha tomado todas las instalaciones de los ministerios y medios de comunicación más importantes. Además la infantería ya está situada en las calles de las grandes ciudades para imponer de una vez por todas el orden. Las fuerzas tienen órdenes de que a las 16:00 p.m. todo manifestante será detenido. A partir de las 9:30 a.m. de mañana toda persona que no esté en su lugar de trabajo será detenido. Queda establecido el estado de excepción y el toque de queda se establece a las 21:00 p.m. Toda persona no militar que no tenga salvoconducto entre dicha hora y las 7:00 a.m. será detenida. Todos los miembros pertenecientes a ese atajo de traidores que son los partidos de izquierda serán detenidos. Todos los inmigrantes con o sin papeles serán detenidos y expulsados de carácter inminente, no son más que un atajo de delincuentes. Adicionalmente se establecen las siguientes disposiciones:

Derecho de asamblea, suspendido

Derecho de reunión, suspendido

Derecho de huelga, suspendido

Derecho de manifestación, suspendido

Derecho de libertad de prensa, suspendido

Derecho de asistencia de un letrado, suspendido

Derecho a mantener silencio en un interrogatorio, suspendido

Habeas corpus, suspendido

Este es el fin del comunicado. ¡Viva la patria! ¡Viva!

Los militares en la pantalla saludaban con el brazo derecho en alto imitando el saludo imperial romano que posteriormente fuese usado por los fascismos en el siglo XX. Todos los presentes en la cafetería nos quedamos en stand by. Congelados. Fernando aún tenía la cuchara del yogurt a medio camino de la boca. Las caras eran de terror absoluto. La universidad era víctima propiciatoria en los golpes militares. Eduardo reacciono

  • Señoras y señores. Creo que lo mejor que podemos hacer es irnos inmediatamente a nuestros hogares.

Todo el mundo se levanto de la mesa y se dispuso a marcharse por la vía rápida. Aunque había una sensación de pánico nos fuimos retirando hacia las puertas de forma ordenada. Yo salí por la puerta principal. Había aparcado el coche unas calles más allá. Fue una mala decisión. Los estudiantes estaban en manifestación en la entrada del campus. Me dirigí allí por curiosidad y cuando alcance la verja pude observar con horror que los militares ya estaban dispuestos en formación de falange armados con porras y escudos. Los estudiantes les llamaban de todo, pero en un momento dado un insensato empezó a lanzar piedras sobre ellos. Luego varios les imitaron. Los militares iniciaron una carga dando golpes a diestro y siniestro. Pude ver perfectamente como una chica joven recibía un aterrador golpe en la cabeza que le hizo caer inmediatamente inconsciente. Temí que la habían matado. Los estudiantes empezaron a huir atropelladamente. La turba me alcanzo y fui empujado cayendo al suelo. Me golpee la cabeza contra el asfalto, empecé a sangrar abundamente en una ceja. Instintivamente al ver a los soldados acercarse con sus porras me acurruque protegiéndome la cabeza. Muchos estudiantes a mi alrededor en el suelo fueron cruelmente golpeados. Por algún extraño milagro me ignoraron. Deje pasar unos largos minutos que me parecieron eternos a ni siquiera erguir la cabeza. Note que me había meado en los pantalones.

Al levantarme la escena era dantesca. Multitud de jóvenes, algunos alumnos míos, yacían en el suelo. Algunos gritaban aterradores gritos de dolor. Otros yacían inconscientes. Otros estaban en charcos de sangre. Creí enloquecer, me arrodillé en el suelo y empecé a gritar desolado. Vecinos de los alrededores vinieron a ayudar los heridos mientras al fondo de la calle continuaba la brutal persecución. Algunas ambulancias empezaron a llegar. Me levante y comencé a caminar entre la multitud como ido. Aquello no podía estar pasando. Era la peor de las pesadillas. De pronto se me vino a la cabeza una idea estúpida. Toda la locura que circulaba por el planeta entero había llegado hasta aquí. Me había alcanzado. El mundo ya era el infierno en la tierra. Y por uno de esos sarcasmos del destino me fije en mi propio nombre. Qué curioso es el destino. Mis padres me pusieron un nombre romano para darle originalidad. Pero ellos supongo que nunca llegaron a sospechar que me venía a la cabeza en aquellos instantes. Me empecé a reír como enloquecido, estaba rayando el delirio. Yo era Virgilio, el mismo nombre, era tocayo del poeta romano de la novela de Dante "La divina comedia". Y al igual que él acompaño a Dante a visitar el infierno, yo también era cicerone del infierno. Pero el infierno no era una novela del Medievo, el infierno era la puta realidad.

Luego me vino a la mente Liliana. Ella me lo advirtió, no sé como lo hacía. Pero ella siempre tiene razón ¿Como en mi estupidez y mi terquedad no le hice caso? Empecé a llorar como un niño y me tumbe en el césped. Recordé todos y cada unos de los momentos vividos con ella desde hacía más de medio año. Recordé cada una de las curvas de su cuerpo. Se me quedo grabada la belleza de su rostro. Recordé cada uno de los polvos que nos echamos, cada vez que le comí el coño, cada mamada que me regaló, cada vez que me dejo follarle el culo. La desesperación era presa de mí. Sentí que iba a morir en ese día. Entonces recordé que le hice una promesa "te garantizo que no me pasará absolutamente nada y volveré aquí". Juré por todo lo más sagrado que cumpliría esa promesa y volvería al apartamento de Liliana como fuese. Y que jamás, nunca más, la desobedecería. Sería su esclavo.

Me dirigí a mi coche e intente arrancarlo. El muy cabrón no me arrancaba. Maldecí y solté palabras malsonantes que nunca pronuncie antes. Golpee con desesperación el volante. La sangre empezó a mojarme el ojo derecho y este tomo en su visión un matiz rojizo. Me limpie con un pañuelo e insistí. Empecé a rezar todo lo que pude. Y el milagro sucedió, el coche obedeció y salí de aquella plaza de aparcamiento. Tome dirección a la ronda de circunvalación sospechando que los militares estarían en el centro. Pero no era así, estaban en todas partes. Multitud de tanques ocupaban los cruces de las calles. Tenía el corazón en la garganta cada vez que me acercaba a alguno de ellos con temor a que por la herida me detuviesen.

El viaje fue una película de terror. Falso, era peor, aquello era real. De vez en cuando se oían disparos. Algunos coches no obedecieron a las llamadas de parada de los militares y fueron acribillados a balazos. Las lágrimas y la sangre entorpecían mi vista y el pulso estaba acelerado tanto que temí que iba a sufrir un infarto en cualquier momento. De mi boca no paraban de salir salmodias dedicadas a todos los santos y vírgenes. Las calles poco a poco empezaban a quedar desiertas, solo estaban ocupadas por los soldados de infantería. La ciudad había quedado sumida en el mayor de los miedos y desesperaciones. Yo hablando a cualquier dios que existiese

  • ¡Por favor! ¡Por favor! Déjame llegar a casa de Liliana.

Llegue a la calle Sol y al salir del coche bese el suelo. La puerta del bloque estaba abierta y entre como una exhalación. Me olvide del ascensor y corrí por las escaleras al piso de Liliana. Pulse el timbre. La puerta se abrió. Liliana me miro y vi en ella la mayor de las alegrías. Se dirigió hacia mí y me abrazo con fuerza. Yo me deje caer sobre mis rodillas y la abrace a la altura de la cintura. Ambos llorábamos de alegría. Había sobrevivido para cumplir mi promesa.

  • ¡ Liliana! ¡Lo siento¡ ¡ Perdóname !
  • ¡ Te perdono mi amor! ¡ Gracias a Asherat y a Yaveh por haberte traído de vuelta !¡ Entra cariño ¡

Y volví a aquel apartamento. Del cual no debí salir aquella fatídica mañana. Ese pequeño espacio era el Edén rodeado de un planeta entero que era el Gehenna. Liliana me invito a bañarme, lo hicimos juntos. Ella se coloca a mi espalda, estando ambos sentados, y me empezó a enjabonar. Aquel baño fue curativo. Con él el miedo, la desesperación y la amargura se disiparon totalmente. No sé porque pero sentía que si me mantenía cerca de ella no me pasaría nada. Ella era mi protectora. Era mi ángel. Luego me seco y al terminar. Mi corazón se derrumbo. Me arrodille ante ella y le bese los pies. Alce la mirada

  • Perdóname por haberte desobedecido. Soy un maldito estúpido. Un idiota. Y tú eres mi diosa. Yo soy tu humilde servidor. Soy tu esclavo.

Ella mi miro con ternura. Y sonrió.

  • De acuerdo esclavo. Yo te tomo. Júrame obediencia.
  • ¡Lo juro!
  • ¿Estás preparado para servir a tu ama?
  • Lo estoy
  • Sea así entonces. Cómeme el coño desde ahí.

Ella abrió un poco las piernas, apoyando una de las piernas en un pequeño banquito del cuarto de baño, facilitándome el acceso a su sexo. Su depilado chocho era lo más bello de este mundo. Yo allí de rodillas dirigí mi cabeza a su entrepierna y procedí a realizar su primer mandato. Con mi lengua busque el ansiado clítoris. Esta orden era un regalo. Lo rodee con mi lengua y empecé a hacer mis típicos movimientos que poco a poco fui perfeccionando mientras fuimos pareja. Apretándola y empujándolo. Recogiéndolo con mis labios. No tardo mucho en regalarme a mis oídos sus jadeos. Luego use mis dedos y apunte a su vagina. La penetre con ellos y busque la protuberancia que era su punto g. Más tarde intente usar la otra mano para penetrar su ano.

  • Ni se te ocurra meterme el dedo en el culo. Esclavo.

Obedecí y desistí, no entendía por qué no me permitía aumentarle el placer.

  • Así es, aprende. ¿Qué? ¿Cómo te sientes en una posición tan humillante? Así comprenderás lo que se siente cuando yo te la mamo arrodillada. A la vez yo siento lo que tú debes sentir cuando te lo hago. ¡Qué morbo! Eso es. Estas haciendo muy bien el papel de esclavo. Sigue comiéndome el coño también como lo haces. Haz que me corra.

Ese era mi objetivo. Toda esa situación empezaba también darme morbo a mí y mi miembro empezaba a querer atención. De manera instintiva empecé a masturbarme.

  • ¡Eh! Ni de coña te masturbes. Esa polla hoy está a mi servicio.

Obedecí con una cierta resignación. Mi pene imploraba alivio. Pero de pronto los jadeos de Liliana empezaban a ser sonoros. Era la señal, estaba cerca del orgasmo. Ella cogió mi cabeza y me la apretó a su pelvis. Estaba prácticamente pegado y mi nariz cogía aire con dificultad. Luego empezó a soltar unos abundantes fluidos mientras soltaba gritos de placer.

  • Recoge toda mi agua de vida. Que no se te vaya ninguna gota. Mi sirviente.

Yo obedecí la orden con deleite. Pero su orgasmo fue muy abundante y no pude evitar que ciertas gotas cayeran al suelo. Cuando se tranquilizo vio que mi cometido no se había cumplido a la perfección.

  • Eres un esclavo inútil. Recógelo con tu lengua del suelo.

Así lo hice. Luego volví a mirarla esperando nuevas órdenes.

  • Bien que te gusta que cuando te la mamo me trague toda tu leche pero tú no respondes de igual manera. Serás castigado.

Alzo su pierna izquierda. Y la dirigió hacia mi boca

  • Métetelo en la boca y límpiame el pie.

Lo cogí y gustosamente empecé a lamerlo. Los tobillos, me la introducí por el empeine y luego con los dedos empecé a lamerlos uno por uno. Liliana recibió esta caricia con excitación.

  • Ven al cuarto de estar. Vamos a comenzar tu disciplina. Hazlo arrastrándote con tus rodillas, no vayas de pie.

Ella primero se dirigió a su dormitorio mientras yo me dirigía a la salita. Ella recogió unas cosas. Una de ellas era un cinturón de pantalón, una pequeña fusta, y otra parecía un ramillo de hojas amarradas, luego descubrí que eran urticantes. Ella se sentó en el sofá.

  • Van hacia aquí y túmbate cara abajo sobre mis rodillas. Vas a recibir tu castigo por tu desobediencia.

Era lo que me merecía, y me dispuse obedientemente a recibir el maltrato. Iba a ser tratado como un niño desobediente. Me coloque en posición.

  • Así aprenderás a no irte de mi lado.

Y empezó a darme nalgadas en trasero. No eran muy fuertes. Más simbólicas que otra cosa. Aunque si molestas. No podía verlo pero seguro que se enrojeció. Luego cogió el cinturón. Y empezó a golpearme con él. Volvió a ser suave pero empezó a cantar numéricamente los golpes. "Uno, dos, tres… " . Y así hasta cincuenta. Luego pasó a la fusta y repitió la operación. Aunque seguía sin ser dura conmigo, el trasero ya me empezaba a doler. Luego lo hizo con las hojas, aunque no me golpease con ellas con fuerza su contacto con mi piel ya dolorida fue dolorosa y me picaba horrores. En ese momento empecé a protestar y a gritar quejosamente.

  • ¿Qué?¿ duele? ¿ Eh ? Los niños malos solo aprendéis de esta manera.

Cuando termino su golpe 50 con las hojas el suplicio termino. Con gran alivio por mi parte. El castigo no había sido duro, más bien morboso. Luego cogió un bote de crema y me unto en mi irritado trasero. El frio tacto de la crema me alivio inmediatamente y poco a poco la sensación de dolor e irritación se difuminó aunque no desapareció en su totalidad.

  • Túmbate boca arriba en el sofá.

Al hacerlo me queje al sentir el roce de la piel del sofá sobre la de mi trasero. Aún dolía pero era soportable.

  • Ahora voy a usar tu polla para correrme. Pero antes prepárame y vuelve a comerme el coño.

Se coloco su entrepierna sobre mi y sus rodillas hacia los lados de mis hombros. Cogió mi cabeza y me lo acerco a su sexo. Volví a repetir las lamidas y Liliana volvió a jadear. Sus ruiditos de placer eran una maravilla. Empecé a notar que se empezaba a mojar. Al hacerlo se retiro y se dirigió hacia mi cintura. Allí estaba yo en posición de sumiso a ofrecerle mi pene para su satisfacción.

  • No te atrevas a correrte antes que yo. Como lo hagas te arrepentirás.

Ese pedido quizás iba a ser difícil. Mi pene estaba angustiosamente pidiendo atención desde hacía mucho rato y si a eso le añadimos que su sexo despedía un calor enorme que volvía loco de placer a mi polla me lo iba a poner muy difícil. Me concentre mentalmente en que tenía que satisfacer a mi ama y así tratar de concentrarme en bloquear el placer el mayor rato posible. Liliana se coloco rodeando mis piernas con las suyas dejándome mi extremidades inferiores inmovilizadas como si fuese una llave de lucha libre. Luego me entere que esa posición se llama amazona. Luego Liliana empezó a subir y bajar sobre mí. Sus pechos rebotaban en un precioso vaivén, instintivamente quise cogerlos pero me percate que eso no iba bien con mi papel. Sus impulsos hacia abajo apretaban mi dolorido trasero con el sofá lo que hacía que de vez en cuando soltase un quejido de dolor. Ella sonreía al oírme.

  • Esclavo, mastúrbame el clítoris.

Yo dirigí mi mano y con el tacto localice su pequeño penecito. La combinación de mis caricias, la penetración y el morbo de tener la situación totalmente controlada hizo que Liliana alcanzará el orgasmo muy rápidamente, con gran alivio por mi parte. Pero al hacerlo sentí como su sexo contraía al mío lo que me dejo al borde del orgasmo. En un intento por parar lo inminente me concentre mentalmente y me agarre con fuerza al sofá. Mis gemidos eran claros y afortunadamente frene la corrida. Quería que mi ama disfrutara de mí lo máximo posible.

  • Muy bien Virgilio. Gracias por dejarme que me corra otra.

Esta vez me llamo por mi nombre y no como esclavo o sirviente. El gesto de su cara era de agradecimiento y de amor. Estaba claro que esto no era más que un juego y ella agradecía mi esfuerzo. Intente colaborar con mi follada con un vaivén aunque la posición lo dificultaba pero ella me ordeno que no.

  • No te muevas esclavo. Hoy tú eres el follado. Así que pórtate bien y déjame que te folle.

De esta forma pare mis movimientos y le deje hacer. Al menos podía ayudar masturbándole el clítoris. El fuego de su coño era intenso, en otra situación ya me había corrido irremediablemente pero hoy tenía que hacer un esfuerzo extra. Los gemidos de Liliana volvieron a aparecer y volvían a ser premonitorios de una nueva corrida. Su sexo empezó a mojar mi pelvis. Los gritos llenaron de nuevo la habitación donde nos encontrábamos. De nuevo su sexo empezó a tener contracciones involuntarias que me volvieron a forzar a frenar las sensaciones antes de que estas superasen el punto de no retorno. Fue extremadamente difícil, una contracción más de su vagina y me hubiese rendido. Pero de forma heroica volví a frenar mi corrida. Pero Liliana estaba agotada y su respiración era arrítmica. Deshizo la traba de las piernas y se tumbo sobre mí.

  • Continúa tú, Virgilio. Tu ama no puede más.

Estaba claro que estaba satisfecha pero a pesar de ello me juramente hacerle alcanzar el cuarto orgasmo de la tarde. A pesar de estar debajo y aguantando su peso ahora la penetración estaba bajo mi ritmo. Con ello hacia series intensas y profundas que paraba si me sentía que me estaba acercando yo al clímax, entonces hacia series pausadas y lentas. Con lo cual mi pene transmitía sensaciones placenteras pero suaves para así volver a bajar mi nivel de excitación. Entendiendo el cansancio de mi ama comprendí que cuando ella volviese a correrse debía hacerlo yo también. De esta forma cuando ella sintió su clímax me abandone a las sensaciones tan placenteras que llevaba más de media hora sintiendo y eyaculé como hacía mucho que no lo hacía. Había batido el record de resistencia en su coño. De manera milagrosa, eso sí. Porque su vagina era uno de los lugares más cálidos del planeta. Me pregunte si podría volver a repetir la hazaña mientras veía que mi amada Liliana ronroneaba adormilada encima de mí. Me abandone al sueño reparador después de un esfuerzo colosal mientras mi pene seguía alojado en el interior de su gruta aunque perdiendo progresivamente la erección.

Eran las 6 de la tarde. Volví a despertarme, algo estaba sintiendo de nuevo. Era su dedo en mi ano. Parecía que estaba dilatándome mezclando sus dedos con lubricante. Nunca habíamos hecho uso de lubricante en mi culo. Cuando ella me hacia masaje prostático no me hacía falta. Luego me introdujo otro dedo. Era la primera vez que usaba dos, luego empezó a hacer círculos con él. Estaba claro que quería ensancharme el ano. Me deje hacer sin comprender muy bien sus intenciones. Luego fue a su habitación y trajo un juguete. Tenía una forma peculiar. Por un lado tenía una forma alargada como la de un pene. Este no era muy grueso ni muy alargado. Su grosor era de algo superior a 4 cm de diámetro y su profundidad de unos 10. Por el otro lado tenía una protuberancia con diversos bultos. Era algo más grueso que la parte del pene. Y todo ello iba acompañado de unas correas a modo de cinturón. Luego Liliana mojo abundantemente con lubricante el lado del pene. Aquello me dio la voz de alarma.

  • Esto lo llaman bend over boyfriend. "Tumbarse sobre tu chico". Que nombre más divertido- Dijo Liliana.
  • ¡ No ¡ ¡ Liliana ! ¡ Eso no !
  • Ya empezamos. Crees que vas a perder tu varonía porque te meta esto en el culo. Déjate de ñoñadas. A ver si te enteras de una vez. Que no te vas a hacer marica por mucho que tu culo reciba.
  • Pero eso no es tu dedo. Me vas a hacer daño.
  • ¿ Y te quejas ? Fíjate bien, tu polla es mucho más grande que esto y me la has metido en mi culo en innumerables veces. No seas una nenaza.
  • ¡ No Liliana !¡ No !
  • Te recuerdo que eres mi esclavo. Y si quiero follarte el culo te lo voy a follar. Y tú me vas a obedecer. Además no te quejes, que se que al final lo vas a disfrutar.

Había prometido obediencia. Ahora Liliana exigía mi culo. Me lo iba a desvirgar. Al final recordando todo lo que había pasado en el día era un precio más que razonable por estar con ella. Cualquier día de estos el mundo se iría al infierno. Y si Liliana quería mi culo ahí lo tenía. Fuimos al dormitorio y fui yo mismo el que me puse en cuatro. Liliana sonrió al ver mi disposición. Se coloco el bend over boyfriend introduciéndose la parte ancha en su vagina y amarándose las correas.

  • Eso está muy bien. Mi sirviente. Así me gusta que seas complaciente. Si no quieres pasarlo mal es muy importante que te relajes al máximo. Libera tu mente de prejuicios y trata de abrirla a una nueva experiencia que vas a disfrutar. Estoy seguro que con el paso del tiempo al final tú me pedirás que te folle. Ahora relaja los músculos de tu ano haciendo que el anillo exterior se abra. Así permitirás que el juguete entre sin problemas.

Entonces sentí la punta del juguete y de manera refleja mi culo se cerró. Liliana pareció notar que al empujar con suavidad no entraba. Entonces empezó a masajearme la espalda con sus manos. De manera inconsciente el relax me llego y los músculos se relajaron. EL aparato empezó a entrar unos centímetros. Sentí que me abrían. Luego Liliana paro y permitió que mi culo se acostumbrara. Luego volvió a apretar con mucha suavidad. Note un click y pude notar que la parte que se había metido en su vagina empezaba a vibrar. Era un consolador. Un gemido salió de su boca. Luego empezó su labor de conquista de mi ano. Era muy delicada, muy suave. No quería que mi experiencia fuese traumática pero la invasión de mi puerta trasera empezaba a ser dolorosa y así se lo hice saber con gemidos de dolor.

  • Aguanta cariño que ya vas por la mitad. Recuerda que yo también he pasado por esto. Así que espero de ti reciprocidad.

La experiencia no era del todo justa. Ella había tenido una semana para entrenar su culo cuando la sodomice yo. En cambio estaba recibiendo por primera vez sin dicho calentamiento. A pesar de mis gemidos de dolor ella continuaba ignorándolos. Al final hizo tope.

  • Ya está totalmente dentro

Mi desvirgado anal había durado unos diez minutos. Ella se detuvo y espero a que dejase de quejarme, el dolor se apaciguo un poco. No había sido demasiado desagradable y la presión en mi próstata empezaba a darme un suave placer que daba lugar a una erección palpitante. Cuando mis gemidos pasaron a ser de suave placer ella lo noto y comenzó un suave mete saca.

  • ¿No te quejaras de cómo te estoy tratando? Como puedes ver no soy tan burra como tú. Aunque ahora empiezo a entender por qué os gusta tanto dar por el ano. La postura es morbosa a más no poder. Estas totalmente a mi merced. Eso es. Os gusta tanto por la sensación de poder que os da. Si me estoy calentando dejándome llevar por fantasías de dominación. Lo voy comprendiendo. Preferís el sexo anal por que la mujer está sometida tanto en postura como a lo que vuestra polla quería hacerle a sus pobres culitos. Y el suplicio de ella termina cuando os corréis vosotros precisamente. Menudos cabrones que estáis hechos. Las mujeres somos unas santas aguantando las guarradas que se os ocurren.

EL ritmo de la penetración empezó a acelerarse sentí de nuevo un poco de molestia. Ya me había hecho a la penetración pero el ritmo se acentuaba.

  • Eso es. Eres mi putita, mi esclava, mi sirvienta. Agradece que no quiera romperte el culo como tú me haces. No soy una cabrona como tú y quiero que disfrutes de una sodomización suave. Tú primera vez debe ser suave y así no rechazaras que lo repita.

Entonces note que Liliana se corría. El vibrador y el morbo le había provocado un buen orgasmo. El grito de placer fue muy intenso. Durante su corrida ella movió la pelvis con más intensidad. Si no quería romperme el culo poco le falto. Yo por mi parte me empezaba a doler también el pene, este llevaba muchísimo tiempo erecto y sentía que no iba a alcanzar el orgasmo sin masturbarlo. Intente llevarme la mano para aliviarme pero Liliana se percató.

  • Quieta esa mano. Tu polla hoy es mía. Ahora empiezas a comprender que si no se estimula el clítoris es difícil alcanzar el orgasmo en un anal. Pero como tú eres un cabrón descuidado siempre me tengo que masturbar yo. Pues hasta que no me corra otra vez no haré que te corras tú.

Me ordeno que cambiara de postura. Me hizo tumbarme boca arriba poniendo una almohada sobre mi trasero al borde la coma. Ella uso otra y se la coloco en el suelo. Se puso de rodillas sobre ella enfrente a mí y me abrió las piernas.

  • Eso es. Siéntete mentalmente hoy como si fueras mujer. Tu culo es tu lado femenino disfruta también delo que es ser follada.¿ A que no es tan malo ? La sensación de ser sometida también es placentera, te lo digo por experiencia.

Era cierto el morbo me estaba dominando y mentalmente me imagine como una mujer al que le están haciendo el amor por primera vez. La sensación de estar a merced de otro es muy excitante. Pero a la vez mi lado masculino imploraba atención. Afortunadamente Liliana se percato de mi urgente necesidad y empezó a masturbarme con suavidad. No era lo suficiente para correrme por lo que le imploré que aumentase la intensidad de la paja.

  • Por favor Liliana, más fuerte.
  • Hoy soy tu ama, así que no me puedes pedir nada. Como castigo te dejo de pajear.

Menudo bocazas que estoy hecho. Así que seguí sufriendo la tortura de estar al borde del orgasmo pero sin alcanzarlo. Solo necesitaba unas pocas fricciones intensas en mi polla y me correría como una animal.

Pasaron unos minutos y Liliana empezó de nuevo a jadear como de forma previa a un orgasmo. Entonces agarro con fuerza mi polla y me hizo una paja brutal. Ambos nos corrimos, yo sentí el orgasmo más fuerte de mi vida. De mi pene salió abundante leche que cayó sobre mi pecho. Mientras yo gritaba como una mujer al correrse. No creía que se podía alcanzar esas cotas de placer. Al final Liliana se salió con la suya y me violó el culo. Estábamos rendidos y nos acostamos y nos dormimos. Yo sentí un ligero escozor en mi culo toda la noche pero al final la experiencia mereció la pena. Posiblemente le pediría que lo repitiésemos. Pero no muy a menudo. Era muy placentero, pero me gusta más follar que ser follado.

Continuara…

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