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El alto precio de la traición

en No Consentido

Yo y Scherezade 8: El alto precio de la traición

  • Bueno chicas, me despido hasta esta tarde. Voy a trabajar en la ampliación de las murallas de la ciudad.

Scherezade fue presurosa a besarle con la pasión habitual que tenia hacia su dueño. Mientras su hermana Shoali los miraba con una cierta envidia y deseo. Deseando poder participar con su hermana de las ardientes sesiones de sexo que tenia con él.

Shoali había intentado ya seducir a su nuevo dueño. Con sutiles provocaciones para que también yaciera con ella pero él la rehuía.

Cuando ya se fue Van. Esta expreso sus pensamientos a su hermana.

  • ¡Ay! Con lo guapo que es y que no me quiera hacer caso.
  • Creo que lo hace por mí. Siente que me estaría traicionando si se acostase contigo.
  • Se nota que te quiere. ¿Por qué no te ha liberado y casado contigo?
  • Querida hermana somos rehenes del califato. Seremos esclavas siempre. Él me tiene solo en estado de cesión. Y creo que también no debería liberarte a ti. Como el califa se entere que estamos juntas tendremos problemas. El hecho de que Van te comprase tiene sus riesgos.
  • Es cierto, tengo miedo hermana mía. ¿Y si el califa descubre que me ha comprado?
  • Por eso es muy importante que salgas con la cara tapada cuando salgas de aquí. Por eso debes usar un niqab. Pero era necesario. No podías seguir siendo propiedad de aquel malnacido que te pegaba.
  • Hermana me ha sorprendido mucho comprobar lo que me dijiste. Tenias razón. Él también cocina, y limpia la casa. Por cierto la maquina esa que ha inventando, ¿Como la llama?
  • Lavadora
  • Es muy útil. Te libra de muchas horas de restregar las ropas. Es inteligente, guapo y nos trata con cariño y respeto. Es increíble.
  • Es un ángel.
  • Si, es un ángel. Lástima que no quiera tocarme.
  • Bueno ya caerá.- le dijo con un guiño - Pero mientras tanto aquí está tu hermanita para darte calorcito.

Scherezade se dirigió a ella y la beso con lengua. Shoali ya se había acostumbrado a esos arrebatos de su hermana.

  • Estas hecha una ninfómana Scherezade. ¡No paras! Te acuestas con Van y lo haces con él durante horas. Y sois muy escandalosos, os oigo desde mi habitación. Y luego quieres más y me buscas a mí cuando no estás con él.- Ambas sonrieron ante el comentario de Shoali.
  • Venga. ¿No me digas que no te gusta cuando te hago mi comidita de coño?
  • Me encanta, pero me gustaría que también me la hiciera Van. Si pudiéramos hacerlo los tres juntos.- dijo suspirando.
  • Ya, pero antes de eso te tengo que enseñar a chuparle la polla. El sexo oral se recibe y se da.
  • ¡Y lo haces increíble! Te la metes entera y eso que la tiene grande. No sé como lo haces.
  • Bueno es cuestión de practica Shoali.
  • Debe gustarle mucho por cuando te veo hacérsela parece que le gusta especialmente.
  • Pero es que a mí me gusta también hacérsela. Me gusta la cara de placer que pone, oír sus gemidos.
  • ¿Por qué se la chupas tantas veces de rodillas?
  • Porque para mí es mi sultán. Y quiero tratarlo como tal, que se sienta como un rey.
  • Lo quieres demasiado, lo mimas mucho.
  • ¿Y te parece mal?
  • ¡Qué va! Es más yo también se la chupare de rodillas. Se lo merece.

Entonces un potente golpe se escucho por la puerta.

  • ¡Shoali! ¡Escóndete!
  • ¡No! No volveré a separarme de ti.

La puerta se derribo, Y varios guardianes de la corte entraron violentamente en la casa. Atraparon a Scherezade disponiéndose a llevársela.

  • Tú tienes un trabajito que hacer en palacio. Tu cesión a Van ha terminado por orden del califa.

Schere gritaba como una desesperada. Mientras Shoali se agarro a ella a sus piernas intentado sujetarla. Arrastrándose por el suelo mientras se la llevaban.

  • ¡¡¡No!!! ¡Otra vez no! ¡No nos separéis otra vez! – gritaba desconsolada Shoali.

Uno de los guardias le dio un puntapié en la cabeza para separarlas. Así se quedo una vez más sola Shoali llorando desconsoladamente.

Scherezade fue llevada por la custodia a palacio donde le esperaba con una sonrisa sardónica el Califa.

  • Buenos días mi excelencia, en que puedo servirle – dijo sumisamente Scherezade
  • Veo que reconoces a tu autentico dueño. Añoro no haber visto como mi padre le cortó la cabeza al tuyo. ¡Somos un pueblo de conquistadores y tu reino cayo a nuestros pies! ¡Hazlo!

Scherezade se arrodillo frente al califa.

  • Esa es la postura en la que debes estar. Como la hija de un derrotado. No eres nadie, eres basura. Mi padre fue demasiado blando al perdonaros a la vida a ti y a tu hermana. Pero ahora se me ha ocurrido una idea mejor. Eres una esclava y hare un uso adecuado de ti. Te quitare de una vez por toda esa mirada de orgullo que tienes. Aún te crees que eres de familia real. Que equivocada estás. Hoy aprenderás de una vez por todas, tu papel.

El califa respiraba agitadamente con una mirada de odio. Los ojos inyectados en sangre y una cierta saliva se le salía del labio inferior.

  • Pero voy a informarte porque he tomado esta decisión. La culpa no es en cierta forma tuya, sino de tu dueño. ¡Me ha traicionado! Me he enterado de todo. ¿Lo sabes? Y tú pagarás el pato. Matare dos pájaros de un disparo. A él y a ti. Cuando vea lo que he hecho contigo el sentirá el mayor sentimiento de culpa que haya sentido jamás un hombre. Porque sé que te quiere, lo he notado en su mirada. Por eso te voy a destrozar. Ya no podrá mirarte a los ojos y tú no lo podrás mirarle a él.
  • Califa, siento pena por ti. Nunca conocerás el amor porque eres incapaz de amar. ¿Qué edad tienes? 30 años y aún sin conocer mujer. No puedes estar con ninguna porque solo puedes odiar. Este califato caerá porque serás incapaz de traer descendencia.
  • ¡Amor! ¡El amor es de débiles! Por eso cayo tu padre. Mi padre me enseño a ser un guerrero, a que el mayor placer de la vida es hacer caer a mis enemigos y oír el llanto de sus esposas. Hoy oiré el llanto de una hija. Y te equivocas en una cosa, yo he estado con mujeres
  • Si, ya. Con esclavas y con putas. Ningún padre quiere ofrecerte su hija en matrimonio porque conocen tu sadismo.
  • ¡Bueno! Pero arreglaremos el tema de la descendencia este día. Quizás el califato continúe con un bastardo. ¡Tu bastardo! Si es un niño cuando lo paras te lo arrebataré. Atentos todos, a esta zorra no se la metáis por el coño. El coño es mío.

Allí estaban presentes unos cinco hombres de confianza del califa. Todos rieron a carcajada limpia ante la declaración del Califa.

  • ¡Aquí la tenéis toda vuestra! Y tu pórtate bien porque sino a Van lo mataré.

Scherezade se estremeció ante la última frase. Comprendió que la vida de su amado Van estaba ahora en sus manos. Pensó que para salvarle debía resignarse a todo lo que le quisiesen hacer aquellos hombres.

La desvistieron bruscamente casi arrancándole las ropas. Aquellos hombres comenzaron a sobarla lascivamente. Los hombres eran mayores , de edades por encima de los 40 años seguramente. Pelos canosos. Barbas y barrigas incipientes. Se dirigían hacia ellos de forma que Scherezade dedujo que se trataba de miembros de la nobleza. Destacados miembros del califato que disfrutaban en hacer de alimañas con el Califa.

Uno de ellos se metió el pecho en la boca. Lamiendo compulsivamente los pezones de la esclava. Mientras los demás no paraban de acariciar su piel de forma grosera. Otro agarro su pecho con fuerza, casi estrujándolo. Scherezade dio un grito de dolor. Esta se sintió atrapada otra vez en el peor de los infiernos. Usada por esos desgraciados. No actuaban como dulces amantes como su amado Van, sino abusadores que se regocijaban con cada lagrima, con cada petición de clemencia. Que reaccionaban con burlas por cada vez que pedía que la dejaran en paz.

  • Mira el putón que tenemos, se le están poniendo los pezones duros. Si les gusta y todo. ¡Ja! Lo que nos vamos a divertir.

Scherezade se maldijo a si misma que su cuerpo reaccionase ante los tocamientos.

  • Es una puta de primera- dijo el califa- yo me la pase por la piedra un montón de veces. Y es estupenda en la cama. ¿Veamos lo que te ha enseñado a hacer ese amariconado de Van? ¿Dime, zorra, le chupas la polla? ¿Eh? Pues estás de enhorabuena aquí tienes pollas para jartarte.
  • Me pido primero. A ver que sabe hacer esta guarra con su boca. ¡Chúpamela bien!

Este último se bajo el kirsh dejando entrever una erección palpitante y la empujo al suelo para que se arrodillase. Con su polla le empezó a golpear primero la cara. Luego la aproximo a los labios, pero Scherezade se negaba a abrir la boca.

  • ¡Esclava! Recuerda lo que te he dicho. Pórtate bien o Van lo pagará con la vida.

Scherezade aceptó entre lagrimas que se boca fuese usada para el placer de esos desconocidos.

  • Vamos guarra. Chúpamela bien. Enséñame lo que sabes hacer.

Scherezade saco la lengua y empezó a hacer círculos a la polla.

  • ¡Eso es! Sabía que había un putón detrás de esa princesa. ¡Ja ja ja! El sultán había criado a una puta. ¿Te sientes orgullosa no, Scherezade?- dijo el califa con una burla sarcástica.

Scherezade trato de reprimir las lagrimas para no provocarle más satisfacción a su enemigo. Ahora solo debía pensar en salvar la vida de su amado. En su mente vinieron las imágenes de todas las sonrisas, de todas las charlas, de todos los besos de Van. De su complicidad, de su amistad, de su compañía. De sus caricias, de lo bueno que era en la cama. De cada vez que la hizo tocar el cielo cuando hacía el amor. De cada vez que sus jadeos, pasaban a gemidos. De cada vez que veía su tonta cara de felicidad después de que se corriese.

Cerró los ojos y trato de imaginar que era la polla de Van. Resbalo la lengua por todo el tallo recorriéndolo en toda su plenitud. Bajo hasta los testículos y los relamió metiéndolos en la boca. Otra vez hacia arriba volviendo sobre el camino recorrido. Mas lamidas sobre el glande concentrándose ahora en el agujero. Y por fin hizo lo que el individuo estaba deseando recibir, poco a poco se la fue metiendo en la boca apretando con fuerza con los labios, percibiendo como crecía en su boca, hasta notar todas y cada una de las venas. Con la mano fue hacia la base y se dedico a masturbarle y con la mano izquierda a acariciarle los testículos.

  • ¡Alabado sea alá! Es la mejor mamada que me han hecho nunca. Se nota que ese cabrón le ha enseñado bien. – dijo el receptor.
  • Déjame, déjame probar a mí. Quiero sentir como me la chupa- dijo uno que se estaba masturbando frenéticamente.

Scherezade se giro para recibir la polla del nuevo solicitante. Pero ahora paso a hacer una mamada furiosa. Metiéndosela con profundidad.

  • Hija de puta, si es capaz de metérsela entera y todo. ¡Qué cabrona!

Scherezade no dejo de atender al otro masturbándole.

  • Yo también quiero sentir su boca- dijo un tercero- esta es posiblemente la mejor mamona del mundo.
  • Estoy seguro de eso. Vamos metérsela los dos a la vez- dijo el Califa animándoles.

Scherezade se vio forzada a abrir la mandíbula para albergar los penes. No estaba acostumbrada a esa perversión. Así que solo se dedico a pasar la lengua por los glandes. Mientras su mano izquierda seguía masturbando al primero al que se la mamo.

  • Excelencia. ¿Qué hacemos? – dijeron los otros dos.
  • No os quedéis quietos, uniros a la fiesta. Pero por delante ya está suficientemente ocupada. La hija de puta esta nos va a dar mucha diversión.
  • Pero usted ha dicho que no nos la follásemos.
  • Vamos, echarle imaginación.

Uno de ellos entendió la risa floja del califa. Se puso detrás un con un dedo empezó a apretar el ano de Scherezade. Esta gruño ante la invasión.

  • ¿No te oigo? ¿Qué dices? ¿No te han ensañado a no hablar con la boca ocupada? - Dijo el Califa. El mandatario no para de mofarse y burlarse, se reía a carcajadas. Como si estuviese viendo una comedia.

Mientras seguía atendiendo alternativamente a 3 pollas con la boca, el de atrás seguía dilatando el culo de forma desconsiderada. Paso del índice al pulgar, y luego del pulgar paso al índice y el anular.

  • Creo que nuestra putita esta lista. Vete preparando para lo bueno.

De esta forma apunto su glande al trasera de Scherezade y apretó con fuerzas. No dudo en perforar a presión. A pesar de que Scherezade no se resistía e intentaba aflojar los músculos de su recto para que pudiese entrar sufrió un intenso dolor y no pudo reprimir unas lágrimas.

Ahora tenía a uno que le esta sodomizando por detrás mientras seguía chupando tres pollas por delante.

  • Esta cabrona tiene el culo bien ancho.
  • Eso quiere decir que ya le han dado mucho por detrás- comento socarronamente el Califa.- está visto que el marica de Van no es tan tonto como parece y se la aprovecho por ese agujero también. Al final me va a caer hasta bien y todo. Al final tanto petulancia de princesa y te rebajaste a que te rompieran el ojete. Menuda hipócrita. Pues no pienso que disfrutes nada esta tarde. Quiero que te lo partan en dos. Tú, no te quedes ahí quieto mirando. Nuestro colega necesita ayuda por detrás. ¿No has oído que tiene el culo como una caverna? Así que tienes sitio. Quiero que la dejéis para el arrastre.
  • Pero mi señor.
  • ¡Obedece! Ponte debajo de ella y aprieta en su culo.

El que la estaba sodomizando se desacoplo y se puso debajo y volvió a apretar. El otro se coloco a su espalada y empezó a hacer presión con su pene para que entrase también. Scherezade sintió un dolor horrendo cuando los violadores empezaron a abusar de su ano de manera simultáneamente. Ella le había proporcionado sexo anal a Van y ya tenía acostumbrado su esfínter a su polla y disfrutaba de aquellas sesiones pero aquella era una perversión que superaba cualquiera de sus peores pesadillas. Ahora sentía dolor y humillación en grandes cantidades. Se sentía usada, mancillada. Su intento de bloquear la pesadilla recordando a Van ya no hacia efecto. Su mente se derrumbo y ya dejo de mamar activamente. Los hombres de delante empezaron a follársela por la boca como si de una vagina se tratase. Ahora era como una muñeca rota. Resignándose a la pesadilla que estaba viviendo en vida.

  • ¡Joder! ¡Me voy a correr! ¡Toma! En toda tu boca. ¡Trágatela guarra!

El hombre se la metió profundamente penetrando hasta la garganta, le estaba bloqueando las vías respiratorias mientras el esperma salía a borbotones cayendo en su barriga. Mientras bufia de placer.

  • Déjame que me falta poco. – este se apartó y le cedió la boca de Scherezade.

Pero ahora la penetración no fue tan profunda y mientras jadeaba y gritaba deposito su leche en su lengua

  • ¿Qué guarra? ¡Te gusta mi saborcillo!

Los del ano ya estaban tremendamente excitados y comenzarón a correrse casi simultaneamente.

  • ¡Si! , Argggg , ¡si! … Este ha sido el polvo de mi vida… Ajjj

Para terminar el último de ello se masturbo eyaculando en la cara de Scherezade.

  • ¡Ja! Qué bueno. Así quedara bien claro a tu Van que te hemos follado todos. Nunca más querrá estar contigo. Alguien que se la han pasado por la piedra 5 tíos.

Esas palabras fueron las que más dolieron a Scherezade. Que lloro amargamente tumbándose en el suelo.

  • Califa, nos tienes que invitar a más fiestas de estas.
  • Tranquilos tendréis todas las fiestas que queráis. Es más, mañana tendremos de invitada a la hermana de esta.
  • ¡Qué bien! Esperemos que sea tan guarra como esta.
  • De eso puedes estar seguro. Me ha comentado Mukthar, su antiguo dueño, que le hacia un jueguecito con lo que la pasaba divino con ella. Se trataba de zurrarla. Así que mañana traeros un buen surtido de látigos, varas y fustas. Debemos hacer sentir a Shoali que está en su casa. ¿No, Scherezade?
  • Hijo de puta, deja a mi hermana.

El Califa le soltó un sonoro bofetón.

  • Bueno antes sentiste preocupación por mi descendencia. Muchas gracias. Ahora solventaremos ese tema. Agarrarla entre todos. Voy a derramar mi semilla, hay que proporcionar un príncipe al califato.

Los hombres la sujetaron de pies y manos. Abriéndola de patas para que el Califa la penetrase a placer. Este fue duramente violento y la penetro de golpe. El dolor volvió a hacer aparición mientras intentaba resistirse. Ella no quería ser preñada por su enemigo. Eso no.

Pero los gritos, los insultos, y el denodado esfuerzo de Scherezade excitó aún más al hijo del asesino de su padre. No tardo en correrse derramándose en su interior.

  • ¡No! ¡Dentro no! ¡No te vengas dentro!

El califa gemía de placer mientras apretaba con todas sus fuerzas de forma que Scherezade sintió el dolor cuando el pene toco su cerviz.

  • ¡Felicidades! Vas a ser mama

Todos rieron la ocurrencia del califa.

~ ~ ~ ~

Van recordó que se le habían olvidado los planos de la muralla norte de la ciudad. De esta forma volvió a casa. Una cierta inquietud hizo aparición en él cuando vio la puerta destrozada.

  • ¡Scherezade! ¡Shoali!

Encontró a Shoali llorando desolada en el suelo junto a la puerta.

  • ¡Shoali! ¿Qué ha pasado?
  • Scherezade
  • ¿Scherezade? ¿Responde?
  • Se la han llevado
  • ¿Se la han llevado a donde?
  • Vinieron … unos hombres – dijo entre el hipo de las lagrimas - … parece que son de palacio… Se la llevaron a la fuerza… ¡Van! ¡Salva a mi hermana!
  • ¡Vale! ¡Vale! Ahora respira y escúchame. Quiero que vayas en busca de Abdul. Tú ya sabes dónde está su casa. Cuéntaselo todo. Yo iré en busca de tu hermana.
  • ¡Por favor! Rápido temo por ella.

Van salió corriendo en busca de palacio. Al llegar a las puertas uno de los guardias trato de pararle el paso. Poniéndole una mano en el pecho. Entonces Van lanzo un potente puñetazo en su cara. Le había roto la mandíbula del golpe, sangrando abundantemente, y cayo desmayado. Heisenberg empezó a recorrer todas las dependencias hecho un basilisco.

  • ¡Califa! ¿Dónde estás?

Gritaba continuamente. Llego a la sala del trono y lo que vio le rompió el corazón. Scherezade estaba tendida en el suelo desnuda y con el rostro llenó de lágrimas. Sus ojos habían cambiado, ya no tenían el brillo habitual que tenia ella. No hacía falta saber nada más para saber lo que había pasado.

  • ¡Hombre! El señor Van. Faltaba el último invitado a esta fiesta. Bienvenido- dijo con risa sardónica.
  • ¡Hijo de puta! ¡Juro que te mataré! – entonces corrió con él con una furia incontenida.

Pero poco antes de llegar a él uno de los guardias le impacto un puñetazo en el estomago. Cayo de rodillas. Otro de ellos le golpeo con la madera de lanza en la cabeza. Quedando inconsciente. Este se dispuso a rematarlo. Entonces Scherezade se dispuso a interponerse entre él y Van cubriéndolo con su cuerpo.

  • ¡Dijiste que no lo matarías! – imploro Scherezade
  • ¡Ja ja ja ja! . Es cierto. Te lo dije y cumpliré mi palabra. Pero creo que te equivocas. Me parece que él va a preferir estar muerto. Lo hare sufrir todos los días. ¿No sé cómo defiendes su vida? ¡No ha podido protegerte! ¡Ha fracasado a la hora de proteger tu honra!
  • Lo protejo porque le quiero.
  • ¡Ya! ¡Amor! – dijo con tono de burla – no tardare hasta que consiga que le odies. Porque tu vida va a ser un infierno a partir de hoy. Y … y para tu hermana.
  • ¡No! ¡Por piedad! ¡No lo hagas! ¡Mi hermana no!
  • ¡Llevárosla! ¡Vas a desear no haber nacido!

Los guardianes se la llevaron a la rastras mientras gritaba suplicas. Todas y cada una de ellas regocijaban la mente del Califa.

  • ¡Bien!¡Bien!¡Bien! Ahora vayamos a ver a nuestro invitado.

El califa descendió regocijándose hasta las mazmorras. En una de ellas estaba encadenado Van recibiendo ya latigazos por parte de un verdugo.

  • Buenas tardes estimado consejero.
  • ¡Jódete Califa! - lanzo un escupitajo que impacto en toda la cara de este. Este se restregó quitándoselo con las manos. El verdugo prosiguió su castigo con mayor sadismo.

Van quedo inconsciente del sufrimiento.

  • ¡Parad! ¡Lo quiero vivo! ¡Te enteras verdugo! ¡Castígale a diario pero asegúrate que no muere! ¡Despiértale!

El verdugo cogió un tazo de agua y lo impacto en la cara de Van. Este se despertó con un dolor agonizante.

  • ¡Vaya!¡Vaya!¡Vaya! Parece que estas dispuesto a tener mejores modales ahora.
  • ¡Maldito!¿Que es lo que quieres?

El califa le hizo una seña al verdugo para que no prosiguiera.

  • Bueno, creo que para que nos entendamos déjame que te informe porque estás aquí. Verás, odio que me tomen por estúpido. Y tú me tomas como tal. Cuando solicitaste ir a Merv ya empecé a sospechar. ¿Por qué Merv? Está muy lejos. Hay ciudades más cercanas. Entonces – dándose un golpe en la cabeza con la mano – me acorde. En Merv es donde dejo mi padre a la hermana de Scherezade. A Shoali. Sí, creo que es así como se llamaba. ¿No?

El Califa espero un momento en silencio.

  • No te preocupes, era una pregunta retórica. Pero como te he dicho tu me tratas por tonto, y mande a uno de mis espías a seguirte. Por cierto ya me encargaré de Abdul. Aunque mi espía lo perdió en Merv. ¿Me puedes decir donde está ahora mismo?

Van no respondió.

  • ¡Bah! No te preocupes, ya lo pillare. Bueno pues mi espía y te vio entrar en la casa de mi amigo Mukthar. Y cuando me lo dijo, entonces estaba claro. Ese bastardo me ha mentido. No fue a Merv para revisar sus murallas. Sino porque se había postrado en su voluntad a su esclava. Menudo hombre que estas hecho, no eres hombre ni eres nada, eres escoria. Rindiéndote a los deseos de una esclava. Te cedí a Scherezade para que te sirviera, no para que me traicionases. Mi padre me lo dijo muy claro, las hijas del sultán de Bagdad han de ser esclavas toda su vida y han de estar separadas. Pero no hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que tú no tratabas a Scherezade como una esclava. Y las has unido. Juntas son una amenaza. Debo evitar a toda costa de que tengan una posibilidad de vengarse. Pero tú la has traído aquí.

El califa volvió a hacer una parada en su discurso.

  • Bueno pues ya has observado lo que le ha pasado a Scherezade. Mañana continuaré con Shoali. Las destruiré, no quedará ni una pizca de alma en ellas. Y tú vas a rogar que te mate, porque todos los días te las traeré aquí para que veas cómo son machacadas.
  • ¡Hijo de puta!¡Déjalas en paz!¡Ya me tienes a mí!
  • Si te tengo a ti, pero mi mayor satisfacción será ver como acabo con vosotros tres.
  • ¡Estás loco!
  • Sí, eso es lo que dicen los rumores de mí. Antes de que se me olvide. No me has traicionado, una sino dos veces.
  • No sé de qué me hablas.
  • Cuando me contaste eso de que no sabías fabricar armas no me lo trague. Así que te puse en vigilancia. Sé que el herrero es un colaborador habitual tuyo. Cuando te fuiste le hice que nos diera una visita aquí mismo y no hizo falta darle mucho para que cantara, ¿verdad verdugo?

Ambos rieron a carcajada limpia.

  • El me hablo de un diseño tuyo que querías mantener en secreto y empecé a sospechar. Entonces mande a cuatro asesinos a ponerte a prueba. En el desfiladero. ¿Te acuerdas?
  • Así que tú estabas detrás de aquello
  • Pues sí. Y uno de ellos sobrevivió y me conto que habías hecho uso de un arma nueva. Que hacía mucho ruido y que habías acabado ni más ni menos que con tres de mis mejores hombres. Aquello me fascinó. Así que ayer mismo hice que entraran en tu casa cuando no estabas y me trajeron esto.

Entonces le mostro la pistola. El califa apunto hacia él y apretó el gatillo.

(Continuará …)

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