miprimita.com

El demonio vive en ti

en Fantasías Eróticas

La lanza de Longinus II: El demonio vive en ti

Septiembre de 1942.

Benjamín ya se había establecido en la mansión de Elisabeth. Era muy incomodo vivir allí y sobre todo tener que lidiar con las peculiaridades de la enfermedad de su amada. Estar gran parte del día en el interior con solo iluminación eléctrica era claustrofóbico. Afortunadamente podía hacer funciones en las afueras donde le daba el aire. Durante el año en el que estuvo al servicio de la señora se decidió a intentar arreglar un poco los jardines que estaban abandonados. También montón una pequeña huerta para criar diversas hortalizas. Todo lo que fuese intentar no acercarse a otras poblaciones era mejor. Pero había ciertas cosas que eran inevitables. De vez en cuando tenía que acercarse a un pequeño pueblo cercano para realizar diversas compras. En esos momentos intentaba ocultar el miedo agobiante que le embargaba. Ya sea por ser localizado por las tropas alemanas, ya por una delación de los del pueblo.

El sentimiento antisemita se había expandido en casi toda Europa y la propaganda del partido nacionalsocialista fue muy efectiva en crear un chivo expiatorio de todas las culpas. Ellos los judíos fueron los culpables de la derrota del Eje en 1918, fueron los culpables del humillante tratado de Versalles, fueron los culpables sus financieros que provocaron el jueves negro y la gran depresión. Estuvieron detrás de los intentos de revoluciones bolcheviques. Todo ello elaborado por Joseph Goebbels. La desesperación de las gentes humildes fue un caldo de cultivo fácil para aceptar todas esas delirantes ideas. La noche de los cristales rotos en noviembre de 1938 fue el inicio de una barbarie que no parecía tener fin.

Pero en realidad todo comenzó mucho antes. Ya desde el alzamiento del poder del NSDAP le llegaron a la familia de Benjamín de aterradoras noticias. Las primeras, aunque malas, fueron inocentes en comparación con lo que vendría después. Se inicio con un boicot a los doctores, abogados, maestros y comerciantes judíos. Ya no podían ejercer como funcionarios. Ya 1936 se les impidió ejercer cualquier trabajo profesional. Incluso se prohibió matrimonios o cualquier tipo de relación entre judíos y otros ciudadanos alemanes. Se les elimino la ciudadanía, sus impuestos se incrementaron a modo de multa racial. Ante tanto presión las empresas quebraron induciendo a la población hebrea en la miseria.

Todo ello fue imitado por otros países simpatizantes como era el caso de Hungría. Pero la cosa se puso trágica a partir de 1940, se había iniciado la política de judenfrei (limpio de judíos) bajo la directriz secreta de La solución final. De forma lo más silenciosa posible la población semita fue redirigida a campos de concentración y luego de exterminio.

Pero esos hechos eran ignorados por la población, o se hacían oídos sordos. Ahora Benjamín no comprendía por qué habiendo vivido tantos años en Debrecen ahora era odiado por todos, incluso por antiguos amigos gentiles de la infancia. Todos se habían vuelto locos.

Ahora vivía refugiado y oculto en aquella mansión oscura de la condesa Bathory. Era sirviente de ella y amante. Se sentía como un tortolito ante ella. Pero el comportamiento de la condesa era extraño, parecía tener cerca de 20 años pero por su forma de hablar parecía haber vivido mucho más. Apenas comía lo cual le asustaba. La señora era cariñosa con él y lo que más le desconcertaba era su comportamiento.

Él que siempre había aprendido como debían comportarse las señoritas. Pero Elisabeth se comportaba de manera radicalmente distinta. No dudaba en ser muy efusiva en el cariño. No tenía ningún reparo en pedirle sexo de manera abierta. Se desnudaba continuamente ante él para excitarle. Benjamín era joven pero Elisabeth parecía insaciable. No se podía imaginar que una mujer le gustase tanto practicar felaciones, eso era un acto típico de prostitutas. Pero la señora parecía querer hacerlo con ansias. También era muy activa en cualquier fase de hacer el amor. Incluso Benjamín había adoptado palabras que creía indecente pronunciar pero que la señora siempre le decía: "Follar","Joder","mamar pollas", "comer coños" incluso se calificaba a sí misma con palabras increíbles para él "Fíjate lo puta que soy" , "¿A que te gusta follar con esta guarra?". Pero después de un año le fascino tanta libertad sexual de su pareja y lo que más le gustaba es que era feliz.

La noche anterior tuvieron una actividad sexual intensa. Benjamín había mejorado mucho en la técnica. Y Elisabeth le felicitaba en sus progresos. Lo hicieron en multitud de posturas y formas. Era divertidísimo para él la flexibilidad y el equilibrio que tenía. Incluso le enseño un viejo libro indio llamado "Kamasutra". E intentaron unas posturas extravagantes. Todo ello era divertido y excitante al mismo tiempo. Pero al final de la noche se sentía enlomado de tanto esfuerzo y dormía plácidamente. Él notaba como Eli le acariciaba al empezar su modorra. Su amante era atrevida en la cama, dulce y cariñosa después de follar.

Pero no todo era de color de rosas. Benjamín sentía un cierto desconsuelo. Se prometió a si mismo que iba a ir detrás de sus padres pero algo le ataba a ella. Es como si le impidiese que su aflicción le despegase de ella.

Pero esa mañana la tragedia iba a hacer acto de presencia. Un mercedes descapotable se acerco al jardín delantero. En él viajaban 2 soldados de la Weirchmarch, 1 de ellos de chofer y un oficial de las SS. Eran las 11 de la noche y golpearon con los nudillos de la puerta principal. Elisabeth les recibió.

  • Buenas noches soldados. ¿En qué puedo ayudarles?
  • ¡Heil Hitler!. ¿Podemos pasar señora?. La noche es fría. Tenemos ciertos asuntos a tratar.
  • Pasen entonces, son bienvenidos.

El capitán de las SS y los soldados entraron. Tras ellos Eli cerró la puerta.

  • Vaya parece que, con el debido respeto, tiene dificultades con la casa.
  • La crisis económica me obligo a despedir a mis sirvientes y el único que me quedaba fue reclutado por ustedes.
  • ¿Dónde sirve?
  • En el 9º ejército húngaro.
  • Entonces ahora está desplegado en Stalingrado.
  • Muy bien capitán …
  • Capitán Schultz, a su servicio señora. Y usted
  • Condesa Elisabeth Bathory
  • ¡Ah! Los Bathory. Una gran familia la suya. Legendarios guerreros que detuvieron la invasión turca. Es un gran honor encontrarme con alguien de sangre Noble tan importante.
  • Muchas gracias- Eli trato de reprimir el asco que sentía al escuchar los elogios, tanto del que provenía como la vergüenza que sentía del pasado familiar.- Por favor acompáñenme al salón.

Eli les invite a sentarse. Pero solo Schultz atendió al ruego. Los soldados se quedaron de pie armados con sus fusiles ametralladores y vigilando a los alrededores.

  • ¿Puedo preguntar a que se debe el honor de esta visita?
  • Bueno en realidad el honor es mío. Le informo. Supongo que estará informada de las leyes de higiene racial. Estas ya están en aplicación en Hungría. Según ella todos los ciudadanos de esa maldita etnia han de ser localizados, detenidos y deportados.
  • ¿Y bien?
  • Pues unos buenos ciudadanos húngaros nos han aportado información de que han visto a alguien con rasgos típicos en los alrededores. Hace unos días hicimos la pertinente investigación y concluimos que parecía hacer compras y luego dirigirse a su mansión. Con la historia de su familia no le importara nada que hagamos nuestro trabajo. ¿No es así?
  • Por mi no hay ningún problema- mintió
  • Entonces con su debido permiso mis acompañantes registrarán la casa para capturar a ese malhechor. Por que supongo que no lo tendrá bajo refugio. ¿Cierto?
  • Me ofende al dudar de mi lealtad a las leyes estatales.
  • Dursuchen!

Los soldados se despidieron del salón y comenzaron el registro habitación por habitación.

  • Disculpe por mis dudas. ¿Puede preguntarle algo personal?
  • Si puede
  • Vera no termino de creer que no tiene dinero para contratar a alguien que le ayudase.
  • Lo siento, pero es así. Me las tengo que arreglar sola.
  • Es una lástima que una familia de la solera como la suya haya caído tan bajo. Mis condolencias. ¿Por qué tiene tapadas todas las ventanas?
  • Tengo una cierta enfermad en la piel que me produce alergia la luz solar.
  • ¡Vaya! Lo siento. Estas cosas de la salud. Ojala se mejore
  • No podrá ser, la sufro desde hace mucho tiempo. Aún así gracias. Por cierto me ha dicho que mi antigua mayordomo esta en Stalingrado. ¿Cómo va la guerra en el frente soviético?
  • Sé que usted es de fiar. Viendo de la casta que es usted. Así que podré infórmale con bastante exactitud de esos temas. Aunque no le comentaré ningún secreto militar.
  • Por favor. Adelante
  • La verdad es que la batalla en Stalingrado es dura de cojones. Los malditos rusos están convirtiendo esa maldita ciudad en el Cáucaso en una carnicería sin precedentes. Las muertes se cuentan por decenas de miles por semana. Es dantesco. Nuestro Führer se ha prometido a si mismo que conseguiremos los urgentes recursos petrolíferos del Mar negro. Cuando alcancemos Bakú nuestros tanques dispondrán del importante combustible para operar. Estoy seguro que nuestro mariscal Paulus conseguirá el objetivo. Déjame que le diga, esos rusos son unos barbaros no dudan en mandar a sus tropas en misiones suicidas y acribillan a sus hombres si se baten retirada. Pero los muy cabrones son también muy listos, hay un tal francotirador Zaitzev que esta asesinando a nuestros oficiales uno detrás de otro.
  • Y que me puede decir del ejército húngaro.
  • No se preocupe su mayordomo está en la retaguardia. Son las tropas de elite las encargadas de tomar la ciudad. Cuando lo consigamos la unión soviética se partirá en dos y caerán como un castillo de naipes. Así conseguiremos nuestro espacio vital y los alemanes nos estableceremos en la Rusia Blanca.
  • Han pensado que estamos hablando de una cantidad enorme de terreno.
  • Mejor tenerla nosotros que esos malditos bolcheviques. De todas formas déjeme que volvamos al asunto principal sino le importa.
  • ¿Y cuál es?
  • Esa raza infecta de los judíos ha corrompido a la raza aría y por eso no hemos triunfado antes. Pero ahora no fracasaremos. Nos encargaremos de ellos de una vez por todas.
  • ¿Y cómo piensan hacerlo?
  • Estamos redirigiéndolos a campos donde se le des el tratamiento adecuado a las plagas.
  • ¿Los estáis exterminando?
  • Así es. Déjeme que le diga. El judío al que buscamos sabemos quién es. Se trata de Benjamín Ben Becker. No se preocupe capturaremos a ese malhechor y usted podrá estar tranquila.
  • Muchas gracias por su preocupación.
  • Quería comentarle una revelación que tuve cuando intente asignarle un animal representativo a los judíos. ¿Sabe usted cual es?
  • Ni idea
  • El ratón. Representa a la perfección el paradigma de esa inmunda raza asesina de Dios. Son ladrones, como los ratones que roban el grano, son portadores de enfermedades, como han mancillado la gran raza aria y también tiene la curiosa costumbre de esconderse entre los recovecos en las casas.

Eli reprimió una risa interior. Pensó que aquel ridículo individuo debería verse en el espejo. Estaba gordo, era bajo, moreno y de ojos negros. Era cualquier cosa menos el ideal ario. Curioso que su Führer se le pareciese en ese aspecto.

  • Parece tomárselo a broma señora.
  • Disculpe. Ha sido muy graciosa su descripción. ¿Y bien que animal sería el alemán?
  • ¿No se lo imagina?

Eli negó con la cabeza.

  • El gato. Nuestro objetivo es el de ese digno y felino animal que siempre ha ayudado a la humanidad a prevenir las plagas asociadas a los roedores. Nuestra raza es una raza elegida para ser el estandarte del mundo. Nuestro Reich durara mil años como el imperio romano.
  • ¿Y a que se debe tanto optimismo?
  • Es por mi siguiente misión. Voy a palestina. Voy en busca de un arma que determinara definitivamente el curso de la guerra. La lanza de Longinus
  • ¡Ah! Se refiere a la lanza que el centurión romano clavó a Jesucristo en la cruz.
  • La misma. Al contener la sangre de dios es un estandarte de la victoria. No habrá ejército que se nos oponga. Todos amaran y obedecerán a nuestro Führer .
  • Según dice la leyenda es una invocadora de demonios. Eso es un arma muy peligrosa.
  • Es curiosa que sepa usted tanto de la lanza del destino. No se preocupe. Tendré éxito y nuestra raza prevalecerá.

Los dos soldados se aproximaron por el pasillo. Levantaron los brazos derechos al estilo imperial romano y gritaron.

  • ¡Heil Hitler!

Luego le comentaron ciertas palabras en alemán que Schultz oyó atentamente.

  • Vaya parece que no hemos tenido suerte. Gracias por su cortesía y amabilidad condesa. Con su permiso nos despedimos
  • Déjeme que le acompañe hasta la entrada

Ya en el pasillo el capitán se detuvo un momento y empezó a observar en todas direcciones.

  • Vera excelentísima condesa. Como le he comentado antes los alemanes somos como los gatos. ¿Y sabes lo que siento ahora? Que hay un ratón en los alrededores
  • No se preocupe, instalare alguna trampa para cazarlo- dijo Eli intentando ignorar el doble sentido.
  • ¿Ve usted esta medalla?
  • Si, es una cruz de hierro al merito.
  • Me la han dado por mis éxitos en este tipo de misiones. Aunque también he recibido reprimendas. ¿Quiere que le explique el motivo de la última?
  • Sospecho que aunque le diga que no la contará de todas formas.
  • Fue hace un año en Debrecen. Estábamos cargando a los judíos en trenes para dirigirlos a Austwich. Entonces dos judíos bastantes mayores intentaban entrar en los trenes. Pero no podían, estaban demasiado llenos. Estos húngaros no son tan eficientes como los alemanes. Mis soldados les inquirían a subir y no podían. Así que yo lo arregle.

Entonces con un gesto con su mano adopto la forma de una pistola y "apunto" a Elisabeth.

  • ¡Bang! ¡Bang!

Evidentemente Eli se sintió ofendida tanto por el hecho como el gesto realizado delante de su cara.

  • Supongo que se sintió usted muy valiente de disparar a civiles mayores desarmados.
  • En realidad se equivoca. Para mí fue una satisfacción personal con acabar con dos ratones. Pero mi oficial al mando me reprendió. Pero no por lo que usted cree. Me digo que estaba siendo ineficaz. Que era un malgasto intolerable gastar dos balas en esos bastardos. Que me lo iban a quitar de la paga. Que para eso estaba el Ziklon B de las cámaras de gas. Pero voy a contarle un último detalle

Schultz se detuvo y volvió a mirar en todas direcciones.

  • Aquellos dos eran los padres de Ben Becker.

Entonces ocurrió lo previsto por el capitán. Un resorte salto y un armario se abrió y el joven Benjamín salió lanzado hacia el capitán. Entonces los soldados dispararon una ráfaga. Eli se interpuso derribando al joven al suelo. Pero fue alcanzada. Benjamín grito desolado. Pero entonces la condesa se levanto. Pero su gestó era distinto, unas fauces de colmillos enormes aparecieron en su dentadura. La mandíbula se le modificó. Y el iris de los ojos adoptó un color plateado. Los nazis gritaron de terror y se dispusieron a disparar de nuevo. Pero esta vez con unos movimientos vertiginosos Eli esquivo las balas apoyándose con los pies en el suelo y el techo. Saco su daga y rajo la yugular a los soldados que cayeron a plomo. Schultz gritó

  • ¿Quién eres? ¿El demonio?
  • No, el demonio eres tú

Entonces la condesa ataco su cuello y le arranco parte del cuello saltando la sangre disparada que ella bebía con ansia. Los goterones impactaron en todo el pasillo y su cara se puso roja del fluido plasmático.

Benjamín se meo en los pantalones y empezó a recular en el suelo huyendo de Elisabeth, su amante. Ella volvió a recuperar su rostro de siempre. Entonces noto la situación y que su mayordomo había visto todo aquello. ¿Qué hacer?

  • Tranquilo cariño. Ya ha pasado todo.
  • Pero Eli, ¿Qué te pasa? ¿Qué ha sido eso?
  • Lo siento. Pero soy …
  • ¿Eres qué?
  • Una vampiresa.
  • No puede ser cierto. Tú eres buena persona, no puedes ser un ser …
  • Maligno. Ya . Tengo que decírtelo pero yo no fui vampiresa por elección propia. Fui forzada por mi madre y ahora tengo que vivir en este mundo eternamente a mi pesar.

Entonces le ofreció la mano para levantarse. El joven con ciertas dudas se apoyo y se levantó.

  • Mírame Benjamín. Juro que no te haré daño. ¿Me oyes?
  • Si, vale.
  • Ahora estamos en aprietos. Y te necesito.
  • Me has salvado la vida. Estaré contigo para lo que necesites. Siempre
  • Muy bien. Estos tres han muerto y más tarde o temprano volverán más. Debemos huir.
  • ¿Pero a dónde iremos?.
  • A palestina. Allí el partido sionista esta estableciéndose. En el protectorado británico estarás tú más a salvo que aquí. Pero antes te necesito para otra cosa
  • ¿El qué?
  • Debemos evitar que los nazis consigan la lanza del destino.

(Continuará …)

Mas de Manny

La usurpadora (y 13): Unas vacaciones inolvidables

La usurpadora (12): Encerrona erótica bienvenida

La usurpadora (10): El precio de la lujuria

La usurpadora (10) Mi madre y mi tía. Mis putas

La usurpadora (9) El adiestramiento de tía Abigail

La usurpadora (8) Romance en Baviera

La usurpadora (7) Sacrificio anal

La usurpadora (6) Tía Abigaíl debe pagar

La usurpadora (5) Madrastra y esclava

La usurpadora (1) Prologo

La usurpadora (4) Las nuevas reglas de la casa

La usurpadora (3) Dominando a la puta de mi padre

La usurpadora (2) El funeral

Cuando conocí a mi ángel

Vini, vidi, vinci (y X): ¡Oh Fortuna!

Quien ama el peligro, en él perecerá.

El principe

La felicidad es breve, la pena dura largamente

Cualquiera puede errar

Nada es quien nada ama

La ceniza nos iguala a todos

Cuídate de los idus de Marzo

Ave, Caesar, Morituri te salutam

Vini, Vidi, Vinci

Editora agresiva

La segunda batalla de Mitilene

El dulce sabor de la venganza

Corrompiendo a Sophie

Compartiendo amor

Serás mía o de nadie

El reencuentro

La labor de una esclava

Marcando territorio

Sueños

¡Arde Lesbos!

Redención

La academia de Safo

Destino maldito

El corazón del demonio

Sultanas y ... putas

Harem de hermanas

La huida

El alto precio de la traición

Scherezade y Shoali, amor entre hermanas

Rescatando a Shoali

Alimentando a Elisabeth

Mi primera vez con Scherezade

Ojo por Ojo, culito por culito

Conquistando el culo de Scherezade

Yo y Scherezade (2)

La princesa de la dulce pena

Yo y Scherezade (1)

Regreso al jardín de las delicias

La violación de Elisabeth

Bacanal en honor a la diosa

Calentón en el coche patrulla

Detectives de medianoche

Compañeros con derecho a roce

Maridos, mujeres y amantes

Ejerciendo de semental

Sacerdotisa y consejera del sexo

La odisea de Virgilio (11: Un nuevo amanecer)

La odisea de Virgilio (10: Hijos de Lot)

Como lágrimas en la lluvia

La odisea de Virgilio (9: La redención de Lilith)

La odisea de Virgilio (8: La cantata del Diablo)

La odisea de Virgilio (7: Master of Puppets)

La odisea de Virgilio (6: Gehenna)

La odisea de Virgilio (5: Metalingus)

La odisea de Virgilio (4: Un regalo)

La odisea de virgilio (3: Los 4 jinetes)

La odisea de virgilio (2: Tempestad)

La odisea de Virgilio (1: Liliana)