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Sultanas y ... putas

en Amor filial

Yo y Scherezade (y 11): Sultanas y … putas

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El ejercito de El-Jalali inicio su marcha en dirección a Bagdad. Como estaba previsto las tropas alcanzaron las murallas del antiguo sultanato al mes. Hubo multitud de problemas técnicos a resolver, como fue el aprovisionamiento de víveres, y sobre todo agua. Tal como estaba previsto en nuestro plan las fuerzas de el Califa se encerraron en la ciudad al verse sorprendidos por el ataque de Egipto. Lo que habitualmente la toma de estas ciudades amuralladas era cuestión de un sitio de meses y a veces años fue cuestión de días. Las pocas defensas acuarteladas en la ciudad se vieron acorraladas y tal como esperábamos la ciudad estallo en rebelión. Los soldados del Califa incapaces de contener el ataque dentro y fuera de la ciudad se rindieron sin apenas ofrecer resistencia.

La alegría desbordo la ciudad al recibir a los libertadores. Quede impresionado del espectacular recibimiento que recibimos. Multitud de vítores se proclamaban en honor a El-Jalali pero la ciudad también ya estaba informada de la llegada de la heredera de Kalib, el padre de las hermanas. Un estremecimiento me paso por mi cuerpo y la emoción me embargo al ver los gritos de bienvenida a Scherezade. Todos gritaban por la bienvenida de la sultana del reino. Así es, ya la llamaban sultana. Su titulo era suyo. Y gracias a la maniobra diplomática con Egipto estaba previsto que así se haría una vez vencido nuestro enemigo común. Scherezade insistió que le acompañase en el mismo carro que ella. Dejando muy claro a la multitud de que yo era parte importante de todo.

Scherezade sabía que tenía mucho trabajo que hacer. Su carácter cambio radicalmente desde nuestra llegada a El Cairo. Se le veía muy confiada, con un objetivo, un destino a cumplir. Su mirada era la determinación personificada. Así que una vez terminada la parada militar empezó todo la segunda fase del plan. Contacto con Al-Masid y todos los notables de la ciudad. Era absolutamente urgente realizar un reclutamiento de voluntarios. De informar de este necesidad lo realizaron los almuédanos que aparte de llamar a la oración también hicieron labores de reclutamiento. Todo este proceso se llevo a cabo en todas las ciudades del reino y fue extraordinariamente exitosa. Al final superamos las previsiones y alcanzamos 55.000 voluntarios.

Pero claro todo esta multitud precisaba de un entrenamiento militar que fue realizado por el ejército egipcio así como los herreros tuvieron una actividad frenética en los meses siguientes. No cabía duda de que la batalla por la libertad iba a ser terrible y que Samarcanda no iba a quedarse quieta para tomar represalias y recuperar la conquista de 15 años atrás.

Yo por mi parte me encontré otra vez en una encrucijada desagradable. Era claro que no podía quedarme de brazos cruzados y Scherezade me rogo que hiciera algo. Una vez más tuve que renunciar a mis escrúpulos por un mal menor. Al final tome la decisión. Tendría que darle una ventaja técnica a nuestro ejército para ayudar a los aliados egipcios. Quiero dejarlo muy claro, esta decisión sigue generándome terribles dudas en mi mente. Pero creo que tome el camino correcto, o al menos el menos malo dado las circunstancias. Siempre me ha repugnado la violencia y mi corazón se desespera ante esta forma de resolver los problemas que tenemos los humanos pero era evidente que con el Califa no había posibilidades de negociar. Conociendo su carácter solo había el camino de la guerra. Supongo que me vi atrapado de la misma forma que todos los miembros del equipo del proyecto Manhattan se sintieron obligados a fabricar la bomba atómica para luchar contra los nazis.

Todo ello me llevo a recuperar unos pocos mis conocimientos de metalurgia. Con la tecnología de la época se podría fabricar cañones muy al estilo de la época moderna. Estaba adelantado un arma unos 500 años. De esta forma yo también reclute a todo un equipo de herreros y les di instrucciones sobre cómo fabricar hornos para la fabricación de los moldes de acero. Estuve durante semanas fabricando pólvora en secreto. Después de un trabajo de varios meses ya tenía listo toda una batería de 32 cañones y su munición correspondiente. Instruí a escuadrón de soldados en el uso de las piezas de artillería y con este el ejército aliado inicio su marcha dirección noreste.

Scherezade y Shoali no dudaron en acompañar a las tropas. El hecho de que su futura reina estuviera al pie del cañón fue un gran añadido a la moral de las tropas. Creíamos que la batalla seria más lejos pero no fue así. Ya en las afueras de Mosul nos encontramos un imponente ejército. Como era esperado en su mayoría compuestos por caballería de arqueros. Luchando al más puro estilo musulmán. Según mi percepción el ejército era del doble de miembros que el nuestro. Además la mayoría de nuestro ejército era infantería con escasa preparación y experiencia. Un sentimiento de desanimo circundo a todos nuestros hombres. El-Jalali percibió el sentimiento general y promulgo una arenga que volvió a ponerlos en confianza.

Este fue el momento clave para mi. La caballería enemiga inicio su carga. Yo a las órdenes de la artillería dispuse a los cañones y di orden de disparar a discreción una vez que pasaron la distancia de nuestro alcance. El estruendo de todos mis cañones a pleno rendimiento provoco una gran cantidad de bajas en las filas enemigas. La infantería se dispuso en posición de falange protegiéndose con escudos y manteniendo a raya a la caballería que intentaba acercarse. La caballería de El-Jalali se mantuvo oculta tras una colina esperando órdenes.

Los enemigos estaban enfervorecidos y de manera absolutamente feroz atacaba sin cesar. Un cierto miedo preocupo a mí y a El-Jalali. La infantería aguantaba pero estaba claro que tenía problemas. Pero con la continua acción de mi artillería parecía que la moral de los enemigos decaía a pasos agigantados. Llego un momento en que los jinetes impresionados por mi arma se retiraron sin recibir la orden y volvieron a su línea. En el campo de batallo había numerosos caballos y jinetes de Samarcanda que habían caído. Por nuestro lado las mayores bajas se habían producido en la primera de la falange así como en los arqueros. Pero a pesar de todo estaba claro que el ataque de los uzbecos había fracasado.

Nuestros enemigos realizaron el siguiente movimiento. Se movía su infantería. Creo que este fue su gran error. Fueron presa fácil de mis cañones y de los arqueros. Antes de que llegasen a nuestra posición habían perdido un gran porcentaje de hombres. Cuando comenzó la lucha cuerpo a cuerpo. El impacto fue brutal. Y yo a pocos metros pudo ver directamente el horror de una guerra. Como la sangre salía a borbotones y los cuerpos eran despezados. Nuestros voluntarios se comportaron con gran valor y a pesar de su inexperiencia lucharon con tanto ardor que en poco tiempo los atacantes estaban fuertemente superados tanto en número como en técnica. Sin apenas percatarse fueron aniquilados. En ese momento cuando ya nuestras filas estaban desechas la caballeria de Samarcanda inicio la que para ellos era la carga final. Pero El-Jalali estuvo atento y consiguió dar la orden de reagrupamiento a nuestros infantes. Y aparte dio la orden a su caballería oculta que iniciase un movimiento de pinza atacando sobre uno de los flancos de la retaguardia rival. Pero la caballería enemiga consiguió su objetivo y provoco una quiebra en las defensas. En ese momento estábamos cerca de la derrota. El-Jalali decidió ya actuar y él y su guardia fueron a enfrentarse con los jinetes. Un momento de horror ocurrió cuando vi a uno de los jinetes acercarse con su cimitarra hacia mí. En su mirada había odio, su cara estaba ensangrentada. Entonces volví a recurrir a mi pistola y lo derribe. Pero los enemigos que ya habían alcanzado la línea de la artillería eran numerosos y mis hombres eran presa fácil. Yo estaba desesperado y a pesar de mis continuos disparos creía que me iba a estar rodeado en cualquier momento. Entonces El-Jalali vino hacia mí como un trueno , y me miraba con preocupación. Pero no me miraba a mí, vi una sombra a mi espalda, era un jinete a punto de atravesarme, pero una flecha lo atravesó de par en par. El-Jalali me había salvado la vida. La guardia consiguió contener a los enemigos y un momento de tranquilidad surgió. Entonces a los lejos vimos como nuestra caballería estaba haciendo pedazos a los restos de la retaguardia. En el horizonte pude ver al Califa huir mientras dejaba a sus hombres perecer en aquel lugar.

Nuestros hombres cantaban Victoria. Y los gritos de alegría se sucedían. Por desgracia eso no era lo único que sucedía, también los heridos uzbecos eran rematados sin ningún tipo de piedad. Estaba claro que en esa época no se aplicaban las convenciones de Ginebra. EL Califa había sufrido dos derrotas consecutivas. Pero había que llegar hasta el final: Samarcanda. Nuestro enemigo no podía escapar.

Hicimos un recuento de nuestras bajas. En torno a un 15% de muertes y otros tantos de heridos. Como la victoria fue tan apabullante conseguí que El-Jalali diera un respiro a las tropas. La población de Mosul vino a ayudar. Muchísimas mujeres salieron para intentar curar a los heridos. Con el escaso conocimiento medico de la época. Algunos perecieron, la mayoría fueron licenciados debido a la gravedad de sus heridas no los hacia útiles. Otros aún estaban en condiciones y desearon proseguir.

Tres semanas más tarde llegamos a nuestro objetivo final. Yo había perdido a 4 artilleros y durante el viaje "recicle" a varios soldados rasos para que los substituyeran . La marcha se reinicio y allí estábamos en las murallas de mi antigua ciudad. Una gran preocupación me atravesó y hable con El-Jalali. Le implore que como fuese nuestro ejército en caso de declarase vencedor no tomase represalias sobre la población civil. El me miro detenidamente y comprendió que allí Vivian muchos de mis amigos. Consiguió darme el juramento de que no habría una masacre. Pero entonces ocurrió lo inesperado. Las puertas de la ciudad se abrieron. La ciudad se había rendido. Los restos del ejército del Califa se enteraron de la apabullante victoria en Mosul y que no tenían nada que hacer contra nosotros. Habían dejado en la estacada a su regente. Pero al parecer esa no fue la única razón. La brutalidad y el horror de su reinado ya había quebrado el aguante de sus súbditos y eso provoco que solo unos pocos leales se encerrasen en el palacio. Nuestras tropas entraron progresivamente dentro de las murallas. Los pocos hombres que estaban en las puertas fueron tomados como prisioneros. Pero las calles de la ciudad estaban desiertas. Esto provoco una cierta desconfianza en nuestras filas pero esta preocupación se disipo a medida que nos acercábamos a palacio y no encontrábamos resistencia. Rodeamos el palacio y allí si vimos que aún quedamos hostiles. Dispuse mis cañones y apunte a la puerta de la fortaleza. Esta se hizo pedazos y nuestras hombres entraron en el palacio. Los pocos enemigos cayeron en minutos.

El-Jalali dio órdenes de no dar muerte al Califa. Cuando la zona estuvo asegurada entramos en las dependencias del que había sido mi lugar de trabajo un año atrás. Encontramos al Califa aún armado en su salón del trono. El-Jalali y su guardia entraron y rodearon a nuestro mortal enemigo.

  • ¡Absid! Tira el arma. Todo ha terminado. – dijo el sultán de El Cairo
  • No me llames por mi apellido. Llámame por mi título. ¡Soy el Califa! ¿Me entiendes? ¡El Califa!
  • No, tú nunca has sido Califa. Has sido un tirano. Y veo que sigues siendo tan idiota como para no percatarte de la situación. ¡Tira el arma!

Scherezade y yo entramos en la habitación. Y él nos dirigió una mirada de miedo y odio.

  • ¡Tú! ¡Van! ¡Maldito traidor! ¡Me has vendido! ¿Tú eras el que no sabía fabricar armas? ¡Maldito embustero! ¡Has roto mis sueños! ¡Yo iba hacer que el islam triunfase en el mundo! ¡Seria el gran emperador! ¡Todos me obedecerían!

Pobre psicópata. Pensé. EL Califa porto su sable y atacó a El-Jalali. Pero este a pesar de ser ya mayor era muy hábil y le dio muerte con un movimiento repentino mientras su enemigo le embestía a lo loco.

  • Pobre loco. La dinastía de los Absid terminó.

Fue de esta forma como la pesadilla término. Allí estaba el cadáver del ser más odioso con el que me he topado. Scherezade se acerco y lanzo un escupitajo sobre su cuerpo. Me cogió de la mano y abandonamos aquel lugar. Mientras los egipcios iniciaban la típica labor de pillaje sobre el botín acumulado por las tropelías de aquella saga que estaban en el palacio.

La victoria final había ocurrido y al ver que nuestras tropas no realizaban las típicas masacres sobre los pueblos vencidos se atrevieron a salir. El-Jalali anuncio que no tenían que temer. Ahora era su nuevo soberano y que sería un hombre justo y piadoso según los dictados del Corán. Los conciudadanos aplaudieron aunque aún tensos. Solo con el tiempo llegaron a entender que todo aquello era real. Yo por mi parte fui en busca de mis antiguos colaboradores y todos me recibieron con alegría. Les rogué que se trasladasen a Bagdad. Algunos con familia me explicaron que era imposible, otros aceptaron mi oferta. Y con ello Scherezade y nuestros voluntarios comenzamos el viaje de regreso a nuestro hogar despidiéndonos previamente con efusividad a nuestro aliado.

A los dos meses celebre mis nupcias con la regente Scherezade. Para cumplir las formalidades tuve que convertirme al islam. No había otra opción, si yo iba a formar parte de la casa real debía seguir la religión del pueblo. Aún así Scherezade me tranquilizo ya que como soberano podía tomármelo de una manera bastante holgada. Es más sabiendo nuestra pecaminosa vida intima no era más que un preciso acto de cara a la galería. Ahora pasé a llamarme Masud, Masud Heisenberg. No estaba dispuesto a renunciar a mi apellido. La fiesta fue colosal y entonces me percate al fin de la situación. Y me sentí empequeñecido.

Durante los fastos comencé a sentirme fuera de lugar. Yo era un científico, no un rey. Y ahora todos me proclamaban el rey consorte. Un sentimiento de intimidación y de inadaptación es lo que sentía.

De todas formas Scherezade me convenció para seguir adelante. Me tome mi nuevo trabajo en serio. Para empezar teniendo en cuenta las terribles hostilidades de la época se tuvo que instaurar un servicio militar obligatorio de 2 años de duración para los jóvenes que cumpliesen 18 años. Con esta medida nuestro país se convertía en una potencia en número de soldados que componían la milicia. Esto más el nuevo armamento sería suficiente para que cualquier potencia extranjera se lo pensase mucho antes de atacarnos. Aún así Scherezade se mostro como una hábil diplomática y consiguió mantener un estado de concordia con nuestros vecinos.

En el plano económico se hicieron los mayores esfuerzos. Una vez liberados de los antiguos terratenientes procedentes de los invasores se creó una reforma agraria que dio tierras a los habitantes. Esto sumado a una mejora importante en la técnica del cultivo y el regadío provoco que la producción se triplicara en 2 años. Nos convertimos en el principal granero de la oriente medio. Este importante excedente dio lugar a un florecimiento del comercio que reinstauro la ruta de la seda en conexión con China. No tardo mucho en que nuestro producto interior bruto y la balanza comercial estaban provocando una importante riqueza en el país.

Otra medida bastante polémica fue la promoción de la eliminación de la esclavitud. Después de lo vivido con mis esposas creía que ya era hora de combatir esa plaga. El pueblo acepto relativamente bien esta medida recordando el horror de la dominación a la que fue sometida.

Este hecho permitió que pudiese llevar adelante mis principales ideas. Algunas de ellas produjeron polémicas que gracias al crecimiento económico fueron toleradas por mis conciudadanos. La peor de todas fue un incremento de los impuestos y hacerlos directos y progresivos. Quien más tiene más paga. Ni que decir tiene que esto no gusto a la nueva burguesía comercial que se estaba formando. Pero los ingresos extra tenían un fin muy definido. En la medida de nuestras posibilidades trate de crear un estado del bienestar. Educación básica gratuita y obligatoria hasta los 12 años. Hospitales públicos, aún a pesar de que la medicina aún dejaba bastante que desear. Sistemas de jubilación y protección contra el desempleo que adicionalmente se combatía que bastantes proyectos de obra pública. Con el paso de los años el pueblo no solo comprendió sino que apoyo mayoritariamente mis reformas. Me llegaron a llamar Masud el Justo. Un apodo que me hacia una cierta gracia pero que no le daba importancia.

Al mes de casarme con Scherezade hice lo mismo con su hermana. Este hecho fue visto con bastantes malos ojos por muchos. No era adecuado que me casase también con mi cuñada. Pero Scherezade gracias a su impresionante oratoria calmo los ánimos. Conociendo nuestra vida sexual dispusimos que nuestra corte fuera a ser relativamente humilde. Solo lo imprescindible para tener al estado operativo y dar un cierto brillo ante las visitas. No se podía decir que el dinero de los impuestos lo malgastábamos. Pero aparte de eso debíamos tener alejadas las miradas indiscretas. Así que nuestro palacio principal había una zona que definimos al servicio que era de acceso totalmente restringido.

Mis primeros meses ante el cambio de situación que viví provoco que también viese mi vida sexual alterada con las hermanas. Mejor que alterada debo decir que mi ánimo cambio algo. Ahora ya sentía un profundo respeto por mis esposas. ¡Qué cambio en poco más de un año! Scherezade pasó de ser una esclava que se me había cedido por parte del califa de Bagdad y ahora era Sultana. Ni más ni menos que Sultana.

Fue por ello que de forma más o menos inconsciente cambie el chip de cómo lo hacía con ellas. Pase a ser un respetuoso marido. No me malinterpreten. Ahora simplemente había bajado el furor del sexo. Era muy cariñoso y cuidadoso con ellas. Cuando nos acostábamos Nos llenábamos de caricias y besos durante un buen rato. Y luego me esforzaba como es debido en darles placer. Con mis conocimientos de su anatomía y reacciones me convertí en un experto en hacerlas maullar de placer comiéndoles el coño a diario. Era una visión fantástica verlas retorcerse de gusto con las acciones de mi lengua. Siempre estaba atentas a sus requerimientos y cuando lo requerían procedía a penétralas con suavidad. Nos aficionamos a una postura muy particular: El bocadillo. Donde una de las hermanas se ponía debajo en misionero mientras yo la penetraba y la otra se ponía detrás de mí llenándome la espalda de caricias y besos. Era fantástico verse rodeado de feminidad en todo tu cuerpo. En otro orden de cosas mejore ampliamente en aguantar bastante durante la penetración y que gracias a que ellas eran muy sensibles y multiorgásmicas podía darle una buena ración de placer a las dos. Me estaba convirtiendo en un autentico semental. Cuando dejaba agotada a una de ellas pasaba a la otra y dale que te pego con mi martillo mecánico. Había días que gracias a mi concentración pude casi llegar a la hora sin correrme.

Pero pasado medio año las hermanas decidieron hablar conmigo en nuestros aposentos privados.

  • Masud. Quiero decirte una cosa. – dijo Shoali – o mejor dicho mi hermana y yo hemos acordado preguntártelo.
  • ¿Por qué ponéis esas caras tan serias? ¿Qué he hecho?
  • Más que lo que has hecho lo que has dejado de hacer.
  • No entiendo absolutamente nada- dije extrañado
  • No me malinterpretes- intervino mi Sultana Schere – pero no sé qué te pasa.
  • Por favor ser claras. ¿Qué es lo que ocurre?
  • Pues cariño, ya no nos haces el amor como antes.
  • ¡Oh Alá! No estoy a la altura- dijo desmoralizado
  • ¡Eh! Creo que no me entiendes. No, no es eso. A mí y a mi hermana nos encanta como los estás haciendo y lo disfrutamos de veras. Es más estás dándonos más placer que nunca pero …
  • ¡Jo! Soy un torpe, porque no termino de adivinar a que os referís. Viéndoos parece que lo pasáis bien.
  • Y lo pasamos- dijo Shoali- no es eso. Eres tú. No eres el mismo.
  • Bueno, solo me he cambiado de nombre.
  • No has cambiado de nombre también has dejado de ser tú en la cama.

Me pare a pensar y comenzaba a percibir a que se referían. Scherezade volvió a hablar

  • ¿Qué ha sido de aquel pervertido que se volvía un loco follándonos? – me dijo con un claro tono de afecto mientras me rozaba la cara
  • Lo echamos de menos- añadió Shoali

Así que se trataba de eso. Pensé. Pero me mantuve silencioso.

  • Desde que te casaste conmigo- dijo Schere- no nos pides los que nos pedias antes. Antes nos requerías a que te mamáramos la polla cada dos por tres y también nos pedias sexo anal a diario. Ya no. ¿Qué ha pasado?
  • ¿Pero no os gusta como os lo hago ahora?
  • ¡Que si joder! Pero no se trata de nosotras sino de ti. Yo no me case contigo para que solo nos hagas el amor. Queremos también … que nos folles. ¡Que nos folles!
  • Pero Scherezade…
  • ¿Pero qué?… ¿Por qué no quieres hacerlo como lo hacíamos antes?

Mantuve silencio durante un buen rato. Sus miradas se impacientaban. Así que hice acopio de valor y me confesé.

  • Creo esposas mías que ya no os veo como antes.
  • ¿Qué quiere decir eso? No me digas que nos ves feas, que ya no te gustamos.
  • ¡No! ¡No! Eso jamás. Por Ala os juro que sois los seres más bellos con los que me he encontrado en mi vida- dije con un terrible temor.
  • ¿Entonces qué quieres decir?
  • Scherezade, Shoali. Para mi sois mis ángeles, mis esposas, mis sultanas.

Shoali y Schere se miraron entre ellas interpretando mis palabras. Entonces volvieron de nuevo su mirada hacia mí. Esta vez Shoali tomo la palabra.

  • Creo que empiezo a entenderte. Ahora nos respetas y … y crees que si nos follas no nos respetas.

Respire profundamente y asentí. Shoalí y Scherezade se acercaron a besarme con suavidad. La hermana mayor la que entonces me dijo

  • ¡Ay mi adorable tontorrón! Te equivocas. Pareces que los olvidado todo lo que te dijimos en el último año cuando éramos de tu propiedad. Nada ha cambiado mi querido Masud. Deja florecer de nuevo a Van. ¿Te acuerdas cuando hicimos el amor por primera vez cuando viniste aterrado de palacio? ¿O cuando te hice el baile de los siete velos? ¿Y cuando te ofrecí mi culito por primera vez?
  • ¿Y cuando te ofrecí el mío?- añadió Shoali
  • Comprendí que eras un ser dulce y agradecí a Ala que me hubiese designado a ti como mi dueño. Y fíjate. Nos liberaste a las dos. ¡Has conseguido incluso recuperar mi trono! Incluso nos diste trabajo por iniciativa propia en El Cairo. Yo y mi hermana éramos las únicas mujeres que trabajábamos en la universidad de Al-Kahira gracias a tú insistencia. Todo eso nos los has dado tú. Estamos en una deuda impagable contigo. Yo, mi hermana y mi pueblo.
  • ¿Te acuerdas cuando fuiste a rescatarme en Merv? – dijo Shoali – Se que tomaste muchos riesgos y que por culpa mía mi hermana y tú sufristeis. Pero aquella noche en el oasis cuando vi que le rompías el culo a mi hermana tuve una gran excitación. Y desee ser ella. Aquella noche yo y mi hermana nos amamos y nos juramentamos que seriamos tuyas para siempre. Nuestro ángel salvador.
  • Mi amado Van. Masud es solo el nombre de una máscara. Tú no debes dejar de ser Van. Y nosotras seguiremos siendo tus esclavas. Tus esclavas de amor. Así que te equivocas. Somos tus ángeles, tus esposas, tus sultanas. Pero también más … somos tus putas. Como los oyes, queremos seguir siendo lo que éramos, tus putas particulares. Tu harem.
  • Así que como hoy es viernes y es el día libre. Olvida tus obligaciones mi adorado sultán. Hoy no tienes que trabajar y por un día se tú el invitado de la fiesta. Así que no te esfuerces tanto en complacernos y relájate y disfruta. Vuelve a gozar al máximo con nosotras que te aseguro que te lo agradeceremos.
  • Hoy seremos la que te complaceremos a ti.
  • Os agradezco mucho este ofrecimiento. Pero no quiero trataros mal.
  • No se trata de que nos trates mal. Sino de pasarlo bien.
  • Entonces si se trata de pasarlo bien. Entonces hagámoslo todos. Incluidas vosotras.
  • Bueno de eso puedes estar seguro. – me dijo Schere con un guiño – Venga mi Sultán. Lo que tú llamaste la zona restringida a los sirvientes es tu harem. Es hora de que hagas uso del harem. ¡A follar!

Las hermanas se desvistieron de forma sugerente. Lentamente, casi se podía decir que estaban improvisando un striptease sin música. Luego fueron a por mí y me desnudaron dándome atenciones. Yo tampoco me quede quieto y pude deleitarme con su tersa piel. Mientras nos intercambiamos besos entre los tres. Mientras besaba a Scherezade, Shoali por su parte me daba lametome en el cuello incluso suaves mordisquitos. Este tipo de tratamiento nos lo intercambiamos entre los tres. Yo también conocía las sensibilidades de ellas y conocía que a Schere le entusiasmaba su oreja y a Shoali sus parpados.

Pasamos a bajar un poco más abajo. Las hermanas tenían unos generosos pechos , los de Scherezade un poco más grandes, y me agarraron las manos para llevárselas a ellos. Estaba claro que es lo que me pedían. Así que poco a poco las magree. Primero con delicadeza y luego con más intención.

Ahora a Scherezade casi se las retorcía. Las apretaba y las sopesaba con mi mano. Con absoluta lujuria. Disfrutando sin limitaciones de esa deliciosa parte de su cuerpo. Shoali por su parte se dedico a lamerme los pezones. Yo y su hermana empezábamos a jadear con nuestros estímulos. Scherezade parecía disfrutar con esos apretones que llegaban a ser bruscos hasta retorciéndoselas. También le di unos ligeros retorcimientos a sus erectos pezones.

  • Scherezade se te están poniendo los pezones bien duros. Se nota que te gusta esto. ¿Eh?
  • Creo que puedo rayar el hielo con ellos

Desde luego este trió abundaba en el sentido del humor y nos reímos a carcajada limpia.

Shoali me estaba dando una delicada atención a los míos. Me desplace y me puse prácticamente a mamar de las tetas de ella. Shoali recogió con regocijo mi impulso. Me los metía lo más posible en la boca. Parecía un bebe glotón y lleno de gula.

  • Yo también quiero.- dijo Scherezade atacando el pecho izquierdo de su hermana.
  • Así, así mamar niños míos.

Otra buena sesión de risas y continuamos nuestro furibundo ataque a sus pechos. A veces le dábamos hasta ligeros mordiscos a sus tetas y pezones.

  • Venga hermanita, yo también quiero teta.
  • Pues aquí tienes las mías.

Ahora fueron los pechos de la sultana las que recibieron nuestros furibundos ataques. Mientras lo hacíamos yo tenía ya la polla bien tensa. Por curiosidad metí los dedos en los sexos de ellas. ¡Los tenían encharcados! Estaban disfrutando especialmente de lo que iba a ser una fuerte sesión de sexo salvaje.

Shoali y yo bajamos con nuestras lenguas por su cuerpo. Yo me entretuve un poco en su ombligo. Shoali descendió a su sexo y comenzó a practicarle un cunnilingus. ¡Vaya! Llegue tarde al plato principal. Pero aposte por seguir estimulando a Scherezade. Mientras su hermana estaba dale que te pego con la lengua yo recorrí con mis manos y mi boca todo el resto de su cuerpo. Y me entretuve un reto en sus maravillosos pies.

La cara de Scherezade era un poema. Se percibía la tensión en todo su cuerpo. Sus gemidos eran premonitorios. Cogió la cabeza de su hermana y la arrimó aún más a su sexo. Yo subí a su cabeza a besarla con absoluta pasión. Su cuerpo empezó a estremecerse y daba esos gritos tan peculiares de cuando se corría.

Shoali parecía alegrase del trabajito que había hecho. Una sonrisa con una cierta intención malévola se le percibía. Se levante y se sentó sobre la boca de su hermana. Empezó a menear su trasero sobre su cara.

  • Vamos Putón. ¡Come mi coño!

Prácticamente le estaba follando la boca con sus genitales. Definitivamente Shoali estaba desatada. Yo aproveche para darme un buen atracón de un manjar de dioses. La miel de Scherezade. Shoali estaba delirando de cómo le lamia su sexo su hermana pero yo no me quedaba atrás con el de ella. Shoali alcanzo un buen orgasmo derramando su fluido vaginal sobre la boca de su hermana que agradecidamente lo recogió. Poco después era Scherezade la caía presa de mis caricias.

Las hermanas se tumbaron en la inmensa cama que teníamos en el dormitorio. Con la respiración agitada y la mirada perdida. Definitivamente lo habían pasado de lujo. De forma juguetona se daban azotes la una a la otra.

Las deje recuperarse. Pero al poco me dirigieron ambas una mirada de deseo.

  • Nuestro Sultán, nuestro amo. Prepárate porque tus esclavas van a hacer que te enteres de lo que vale un peine.

No pude reprimir una sonrisa pero a la vez la mirada de ellas era de lobas hambrientas. "Vaya la que me va a caer". Pensé.

  • Aproxímate al borde la cama- dijo Schere

Obedecí al instante. Estaba muy claro lo que querían de mí

  • Estoy hambrienta de polla- comentó Shoali- Llevo casi un medio año sin beber leche. Me tienes a régimen malvado amo.
  • Eres un egoísta. Deberíamos ir a un ulema para que te regañase por no cuidar lo suficiente a tus esposas.
  • Vale, vale. Toda vuestra. Aquí la tenéis.

Dos pares de ojos que desprendía deseo, lascivia. Unos ojos negros que me miraban desde abajo. Ellas allí arrodilladas en la cama acercando sus lenguas a mi pene. Una a cada lado. Mi polla en medio siendo acariciada por esas dichosas y calientes lenguas. Yo recibiendo un maravilloso cuidado sobre mi sexo. Ahora mi polla había sido fijada como el blanco de sus atenciones. Las muy jodidas sabían muy bien cómo hacerlo. Sus lenguas recorriendo mi glande chocándose entre ellas, y besándose con mi pene entremedio. La sensación psicológica era tremenda. Si ya percibes un sentimiento de gratitud cuando una mujer te mama el sexo, yo ahora tenia no a una sino a dos. Y sus ojos desprendían también cariño, y amor hacia mí.

  • ¡Oh! ¡Alabado sea Alá!

No pude más que decir. Ellas eran dos ángeles venidos del cielo y me estaban haciendo delirar. Mi corazón pulsaba. Creo que cada día que pasa estoy más enamorado de ellas.

  • ¡Os quiero! Ni os cambiaría ni por todo el oro del universo.
  • Ni nosotras te cambiaríamos a ti.

Mi cuerpo empezaba a temblar gracias a esa suerte de felación doble. Ya empezaba a percibirlo. Era inevitable. Ante esa sensación intente separarme, no quería venirme y no poder atenderlas. Pero cuando lo hice ellas me sujetaron.

  • ¡Eh! ¿Tú a dónde vas? – protestó Shoali
  • Amada mía. No puedo más. Me voy a correr.
  • ¿Es que no te has enterado de que va el día de hoy? – preguntó su hermana
  • No sé.
  • Hoy queremos dejarte los huevos secos. Queremos arrancarte un polvo detrás de otro. Queremos que nos folles como más te guste. Hoy todos nuestros agujeros están a tu disposición para que los llenes hasta los topes con tu esperma. Bocas, culos, coños están hoy destinadas a dar cobijo a tu polla, porque sabemos que con ellos te hacemos rozar el cielo. La cuestión es que mañana te pidas una baja porque no puedas con la pelleja.
  • Pero no tengo tanto aguante.
  • Venga Van. Que no hace más de año eras capaz de tirarte casi una noche entera follándome- me recordó Schere- ¿O es que ya no te ponemos tan cachondo?
  • ¿Qué si me ponéis cachondo? Me ponéis loco perdido.
  • Pues la primera va a mi garganta- sentencio Scherezade- y no te preocupes que ya nos encargamos nosotras de ponerte a tono cada vez que te vengas.

Ante esta proposición ¿Quién es el estúpido de rechazarla? Iba a tener un día muy largo, eso estaba claro. La mañana no había hecho nada más que empezar y dentro del día me quedaba pendiente una obra que podíamos tildarla de titánica.

Shoali descendió a mis testículos. A lamerlos metiéndose en la boca uno de ellos, dándole besos. Es un gesto de cariño muy intenso que chupen los huevos. Mientras su hermana pasaba a ser la única feladora de mi polla. Y lo hacía como en ella era habitual. Apretando intensamente la polla con los labios y bajando hasta tocar con los labios mi pelvis. Su lengua por dentro no paraba de torturar toda la extensión de mi pene. Por mucho que este tipo de mamadas ya me las había hecho con asiduidad el hecho de que dos mujeres te den tanto hacen que te deslices vertiginosamente al orgasmo y no tarde mucho en estallar. Mi polla se convirtió en un afluente y mi semilla se derramo en su garganta y en su boca. Buena parte cayo directamente a su estomago, pero otro resto fue a compartirlo con su hermana con un intenso beso en el saboreaban mi eyaculación.

Ahora era yo el que se derrumbó en la cama. Mientras ellas me recorrían el cuerpo con caricias y besos. Yo en medio de dos mujeres que constituían un paraíso en la tierra.

  • Lo siento chicas, pero tardare un poco en ponerme en marcha otra vez.
  • Si pero mientras tanto te haremos una buena limpieza de polla y así ayudaremos. –dijo Shoalí

Nos pusimos en posición de 69. Ahora yo podía deleitarme con el aroma de su vagina. Mientras Shoali me lamia con lentitud y parsimonia mi polla, su hermana le ayudaba siendo ahora la que me lamia los huevos.

No se puede decir que yo me quedase atrás y con el tiempo Shoali se estremecía con mis caricias, pero la acción de sus hermanas consiguió que en 15 minutos otra vez mi estaca estuviera izada. Durante el proceso fui yo la que le di un buen par de orgasmo de ella.

  • Bueno chicas, ya estoy otra vez en revista- bromeé. – vamos a hacer otra cosa.
  • ¡No! Yo quiero también ración de leche en mi boca.- protesto Shoali
  • Pero bueno, ¿quién es el amo aquí? Además no te preocupes que durante el día tendrás oportunidades de sobra de mamarme el rabo.
  • ¡Vale! ¿Qué quieres hacer entonces?
  • Follarte
  • Pues vamos a ello. Pero déjame que me encargue yo.
  • Pero bueno, ¿no se supone que iba a ser como yo quisiese?
  • Y lo será, pero ahora somos nosotras las encargadas de darte placer. Así que sigue tumbado ahí que yo voy a hacer un "chucu chucu" sobre tu bendita polla. Que me has hecho correrme un par de veces y tengo que devolverte el favor.

Entonces fue ella la que apuntó su pene a su rasurado coñito. ¡Que hermosidad de sexo! Hizo presión y bajo hasta penetrarse ella misma.

  • Scherezade. Por aquí estoy libre
  • ¿Qué quieres cariño?
  • Comerte el coñete ese tan bonito que tienes

Scherezade se acercó y abrió sus piernas sobre mi cabeza poniéndome su depilado coñito junto a la boca. Las hermanas estaban situadas una enfrente de la otra y pudo percatarme que se besaban entre ellas incluso se apretaban los pechos la una a la otra, o incluso los pezones eran atendidos. Yo mientras tanto era usado por ellas para su placer. Que maravilloso coño tiene Scherezade. Estaría relamiéndome en él toda la vida. Por su parte Shoali seguía con el sube y baja., su hermana por otro lado fue a masturbarle con un dedo el clítoris. Los jadeos de las hermanas eran una señal inequívoca. Estaban pasándolo de puta madre y sus gemidos eran señales de orgasmos. El sexo de Shoali vibraba y sentía como había pulsiones de las paredes vaginales. Este tercer orgasmo consecutivo derribo a las hermanas.

  • Vamos, hermana. Que este aún no se ha corrido. Hay que seguir "trabajando".- señaló Shoali
  • No te vas a escapar Van. Este par de putas que tienes van a conseguir su propósito. Eso te lo garantizo

Ahora invirtieron los papeles y Shoali pasó a recibir las delicias de mi lengua y Scherezade me follaba. Las nalgas de la hermana mayor retumbaban sobre mi pelvis. Su pelo estaba totalmente alborotado durante la jodienda. Shoali parecía un poco cansada y a pesar de que ambas eran multiorgásmica esta vez estaba tardando en descender al placer. Así que había que mejorar en la técnica. Conociéndolas como las conozco sabía muy bien qué hacer. Así que hice uso de mis dedos para penetrarla y buscar una pequeña protuberancia que está ligeramente en la entrada de su coñito.

  • ¡No! ¡No hagas eso! ¡No!

Aunque sus palabras dijeran una cosa su cuerpo decía otra y ella no se retiro sino que su cuerpo comenzó a temblar y un aluvión de fluido vaginal salió despedido de su vagina. ¡Era casi una eyaculación! Mi ataque sobre el punto g hizo un efecto fulminante y la más pequeña alcanzo el sexto del día. Por lo que percibe de sus reacciones debió correrse muy intensamente. Un terremoto de grado 10 en la escala Ritche. ¡Qué gritos pego! Quedo K.O y se tumbo a nuestro lado en estado casi inconsciente. Ellas querían follarme pero yo me estaba saliendo también con la mía. Una de las hermanas estaba momentáneamente eliminada.

Schere por su parte seguía dale que te pego. Ahora fui yo la que le masturbaba el clítoris ya que su hermana dormía con los ángeles. La conjunción de mi polla y mi mano le hizo estremecer y conseguí hacerla correrse a ella esta vez.

  • ¡Van! No seas malo. Relájate y disfruta tú también.

Schere parecía un poco frustrada. Como si sus deseos no se cumpliesen.

  • Te voy a hacer que te vengas como que me llama Scherezade. Ahora te vas a enterar.

Ahora Schere aplico una de sus técnicas que había aprendido con el paso del tiempo. Con los músculos de las paredes vaginales empezó a hacer flexiones sobre mi pene. Aquello era imbatible. Mi polla era estirada dentro de su vagina y ante esa sensación me rendí y ella consiguió lo que pretendía. Mi semen salió disparado y se vertió en su útero.

  • ¡Ay! Que trabajito ha costado. Pero lo conseguí.- sentencio ella- Ahora la que no puedo conmigo soy yo. Nos has dejado a mi hermana y a mi echas polvo.

Esa frase me hincho de orgullo.

  • ¡Van! Veo que sigues sin entendernos. Te agradecemos el placer que nos estás dando pero hoy queremos cuidarte nosotras. Te has tirado medio año siendo muy cariñoso y dulce. Te has preocupado en todo con respecto a nosotras. Estas llevando a mi país a un esplendor que nunca tuvo.
  • Gracias por los piropos

Shoali se despertó y escuchaba la conversación.

  • ¿Ya habéis terminado?
  • Si al fin conseguí que se viniera dentro de mí.
  • ¡Uy! ¡Qué bien! ¿Y si te imaginas que te deja preñada?
  • Eso sería lo mejor que me podía pasar.- comento con un sonrojamiento de alegría su hermana- Lo oyes Van. Quiero quedarme embarazada de ti. – añadió acariciándose la tripita
  • Y yo también quiero que me preñes. Hay que darles vástagos al reino.
  • Por favor, hermanas ¡Que no soy una maquina!
  • Anda tontorrón no te preocupes que ahora te la chupamos y vuelves al frente en nada.
  • Vosotros lo que queréis es eso. Que os embarace. Por eso estáis hechas unas fieras. Por mi encantado. Me agrada también la idea de tener un hijo. Pero por favor…
  • Ni por favor ni nada. A por él Schere. Que hoy vamos a ser madres juntas.

Otra vez volvieron a chupármela. A veces es duro estar en un trió con dos mujeres por este tipo de situaciones. Yo ya me resigne a ser presa de los deseos de ellas y me relaje a recibir sus caricias.

  • Bueno traer un coñito para que lo lama.
  • No que eres muy hábil y nos llevas al orgasmo con facilidad. Es más ahora lo importante es levantarte el mástil otra vez.

Tras un buen rato mi pene volvió a conseguir una buena dureza. Shoali procedió a cabalgarme de nuevo. Pero yo ya estaba un poco aburrido de no tener la situación bajo mi control y cogí su cuerpo, la alce girándola y la puse sobre la cama. Ahora era yo el que quería tener una penetración a mi ritmo. Pasamos así a misionero y yo le traladaba su coño con mi pene. Quería tener un sexo algo más intenso así que mis embestidas fueron acelerándose.

  • ¡Si, Si! ¡Fóllame Van! ¡Fóllame!
  • ¡Toma! ¡Toma polla! ¿No es eso lo que quieres? ¡Pues toma!

El coñito de Shoali destacaba por que era deliciosamente estrecho. Ya que querían que las hiciese madres solo al sentir que ella se corría una vez más solté amarras y me derrame copiosamente dentro de su vagina. El cansancio hizo mella en mí y me derribe lentamente sobre su cuerpo. Ella me acariciaba agradeciéndome el esfuerzo. Al fin me dejaron descansar mientras otra vez recibía caricias y palabras de amor por parte de ellas. Morfeo me canto y me dormí plácidamente. Por la parte corta estuve follando con ellas en torno a dos horas casi seguidas pero me dejaron dormir hasta el medio día.

  • Vamos dormilón. ¡Hora de recobrar fuerzas!- me agito el cuerpo Shoali - Vamos al comedor.

Nos vestimos y salimos de la que denominábamos zona restringida para el servicio. Hoy los cocineros nos habían preparado una buena combinación de cordero con arroz y de segundo plato un pollo con almendras. Mientras almorzamos departimos amistosamente los tres. Al terminar Scherezade se dirigió a la jefa del servicio.

  • Fátima. Quiero que hagas lo siguiente. El resto del día el servicio le damos el día libre. Incluida la ama de llaves. Queremos estar solos en palacio.
  • Pero señora
  • No hay peros. Hoy nos la arreglaremos nosotros. No te preocupes que yo también se cocinar. Así que comunícale a todos que se vayan a sus hogares.
  • Entendido. Como usted ordene.

Yo miré atentamente a las hermanas mientras los últimos miembros del servicio terminaban de recoger los cubiertos. Una vez que salieron todos Scherezade se dirigió a mí a besarme con gran pasión. Shoali también se apuntó

  • Esta mañana te has portado como un machote y te lo agradecemos. Nos has hecho hervir de placer. Pero eso no era lo que teníamos planeado mi hermana y yo. Ya te he dicho que por una vez seas tú el que lo pase especialmente bien. Así que hazme caso y ya no te tienes que preocupar

Entonces las hermanas se volvieron a desnudar allí en el comedor.

  • Tienes estas bocas- señalándose las hermanas a sus propias- estos coños- haciendo el mismo gesto- y por último lo que sabemos que más te gusta- se giraron y abrieron los cachetes – y estos dos culos bien estrechos.
  • Déjate llevar por tus deseos como lo hacías como cuando éramos tus esclavas. Ya no más Sultanas. Hoy somos un par de putas. Acuérdate de lo bien que lo pasaste cuando estrenaste mi culo. Pues hoy tienes toda la tarde para romper el mío y el de mi hermana.- dijo Shoali
  • ¡Van! Toma nuestros cuerpos y sáciate en ellos. No queremos que pierdas esa lujuria tan arrolladora que tenias. Van, tú no nos faltas al respeto por follarnos salvajemente. Así que esta tarde pídenos lo que quieras, córrete todas las veces que quieras, y donde quieras. El palacio y lo que está dentro, incluida nosotras, está a tu completa disposición. Eres el Sultán y nosotras te pertenecemos.
  • ¿De verdad que os queréis entregar plenamente? – pregunté
  • Sí, mi amo. Por lo que queda del día.
  • Sea así. Entonces putas mías- ellas sonrieron al oírme-¡Comencemos!

Me desnude y mi miembro ya estaba bien duro. Ellas volvieron a sonreír ante la reacción de mi cuerpo. Tome de la mano a Shoali y la hice tumbarse en el sofá. Colocando su cabeza en el borde de forma que estuviera cayendo hacia abajo. Puse una almohada en el suelo y me arrodille delante de su boca.

  • Antes dijiste que querías mi leche. Pues la vas a tener. Te voy a follar la garganta. Te la voy a meter hasta el esófago.

Ella abrió la boca de forma complaciente. Ahora era yo el rey del mundo y tenía a un par de los mejores putones a mi disposición. Cualquiera me envidiaría. No quise forzar mucho así que mi penetración por la boca fue progresiva. Sabía que ella era capaz de tomármela entera pero quise darle un tiempo a que se acostumbrara. Al par de minutos empujaba a tope y podía percibir como su garganta se expandía cuando mi polla entraba hasta el fondo. El morbo ya se estaba desatando pero la cosa se puso aún mejor cuando note algo húmedo rozando mi ano. Era su hermana mayor que me estaba lamiendo el ojete.

  • Eso es, ¡bésame el culo! Soy tu rey. Complace a tu rey.
  • Si mi señor. Goza, que estoy aquí para darte las mejores delicatesen.

Shoali de vez en cuando tenía alguna nausea debido a mi penetración oral tan profunda pero lo llevaba bien. Yo por mi parte me deje llevar por mis impulsos. La boca de Shoali era una delicia para mi pene y la lengua de su hermana me estaba dándome un placer del que muy pocos hombres disfrutan. Solo pasaron cinco minutos para que la tensión de mi cuerpo volviera a estar en álgido. Me entraron ganas de correrme y tal como ellas propusieron me deje llevar. Mi eyaculación entro bien adentro del gastro digestivo de Shoali mientras yo gemía de forma desatada. Desde luego hacia muchos meses que no me corría de forma tan intensa. Al reconocer un orgasmo tan poderoso desde luego que eche de menos cuando Scherezade se sometía a mis deseos. Tenía que recuperar el tiempo perdido. Las hermanas me habían hecho un maravilloso regalo y yo haría uso de él.

Shoali tosía después de sacarle mi pene.

  • ¿Te ha quedado algo hermanita?
  • Que va nuestro amo se ha corrido en mi estomago.
  • Bueno pues venga, a chupársela de nuevo.
  • Desde luego que me la vais a chupar. Vais a estar toda la santa tarde con mi polla en la boca ¡Guarras! ¡Venga!¡A mamar se ha dicho!

Ahora Scherezade era la que se dirigía a mi polla que estaba poniéndose flácida por momentos. Se arrodillo en el suelo y se la metió dentro.

  • Hermana lámele el ojete. Así se recuperará más rápido
  • Si voy
  • Eso es, putas. Que pedazo de putas sois. Así me gusta. Dando un buen servicio

Esa fue la tónica de la tarde. Cada vez que me corría mi polla y mi culo recibían caricias para ponerse en marcha cuanto antes. Algunas veces me apetecía correrme en sus bocas y me dejaba llevar otra veces era solo preparatorias para otras cosas como fue este caso. Cuando ya la tenía bien dura, que lo conseguían en relativamente poco tiempo les pedí que parasen.

  • Bueno, antes dijisteis que vuestros culos me pertenecen, ¿no? Pues os vais a enterar. Venga poneros en cuatro en el suelo.

Ellas obedecieron sumisamente colocándose una al lado de la otra. Yo me coloque en posición para iniciar mi ataque por la retaguardia. Sin dilatar ni nada apunte mi glande al de Schere, su ojete ya estaba acostumbrado a esa forma. Pero al hacerlo no pudo reprimir dar ciertos quejidos, supongo que el hecho de no practicar anal por casi un año dio lugar a que su culo perdiera un poco de flexibilidad. Sus quejidos me enardecieron sintiendo que mi polla era poderosa. Poco a poco fui venciendo la resistencia hasta que hice tope en sus nalgas. Mi invasión se había completado y la tenia ensartada completamente. ¡Qué delicia! El ano de Scherezade volvía a apretarme la polla de una manera que gemía de gusto. Cerré los ojos y me concentre en mis sensaciones. Delante Schere mezclaba gemidos de placer con otros de dolor. Una vez terminada la dilatación de la mayor la saque y procedí a repetir la operación. Una vez más quejidos y una deliciosa sensación de romper un indefenso ano.

  • Nosotras dos representamos al reino- dijo la Sultana- así que es estas follándote a todo el sultanato

Desde luego Schere sabía como darle más morbo aún a la situación. Yo seguí con mis acometidas. Pase de nuevo a Schere y ya prácticamente daba estocadas, metiéndola y sacándola a tope. Las hermanas hundieron las cabezas en el suelo poniéndose en posición aún más sumisa. Yo estaba delirando de placer. Cualquier hombre del mundo desearía estar donde yo estoy. Después de darle fuerte y flojo a ambas, azotándolas incluso. Diciéndoles de todo fue cuando ya la presa de las sensaciones que estaba en mi mente se desbordó. El flujo del placer me arraso y un grito desgarrado surgió de lo profundo de mi garganta mientras me derramaba dentro del ano de la hermana mayor. ¡Qué intenso fue aquel orgasmo! Cuando te dejas llevar por tu parte más animal y tienes a dos mujeres que se desviven por complacerte y hacerte feliz. No recuerdo haber tenido un orgasmo más largo en mi vida. Procedí a salir lentamente del culo de mi sultana y me derrumbe en el suelo.

Pero cuando creía que las hermanas se iban a enfadar conmigo por un polvo tan bestia lo que hicieron fue que Scherezade volvía a mamarme la polla sin que yo se lo indicase y su hermana le lamia el ojete a la otra recogiendo mi esperma y dándole un suave placer. Shoali terminada la operación fue a compartir mis restos con su hermana y luego de tragárselos me enseñaron las lenguas dejando claro lo que adoraban mi esencia. Y otra vez a mamármela entre las dos mientras se masturbaban ellas mismas. Si existe algo parecido al cielo en la tierra esto debe ser.

El resto de la tarde siguió con la misma maravillosa rutina. Los tres como nuestras madres nos trajeron al mundo y a mí cada vez que me entraban ganas a darle cobijo a mi polla en sus calientes coños, sus estrechos culos, sus húmedas bocas. Y ellas tan contentas de hacerme feliz dándole placer a esa parte de mi anotomía. Ya cerca de la noche cuando ya me costaba bastante correrme volvió a tomar la iniciativa Scherezade y me "ayudo" buscando mi próstata introduciendo con suavidad su dedo en mi ano. Yo no iba a ser menos y mi culo también les pertenecía a ellas. Mientras sodomizaba a su hermana otra vez fue en mi culo cuando explosionó el clímax.

  • Toma nota hermanita. A él también le puedas dar por el ojete que le gusta
  • Pues ahora recibe tú por el culo mientras yo le doy a él.

Cuando la oscuridad de la noche tomo la ciudad decidimos dejarlo. Ahora terminábamos en la cama llenándonos de besos y jurándonos amor eterno. ¿Quién puede renunciar a ellas? Hay que estar muy estúpido para ello.

  • ¿Qué te ha parecido el día? – preguntó la sultana
  • ¿Qué que me ha parecido? Que sois los mejores querubines del cielo. – le responde añadiendo un apasionado beso.
  • Si desde luego hemos follado como los ángeles.

Supongo que serán esas casualidades de la vida. Pero a los nueve meses nacieron dos hermosas hijas. El reino se regocijo de la noticia. Ambas fueron el resultado de una sesión del sexo más salvaje. Ahora nadie sabe lo que me deparará el destino. Pero después de todo, sin dudar que haya merecido la pena todo lo que deje atrás.

(FIN)

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