miprimita.com

La usurpadora (2) El funeral

en Amor filial

El funeral

Ahora todo empezaba a encajar. Dejo de ser un bastardo maltratador porque había encontrado una puta a su disposición con la que aliviar sus más ocultas perversiones. Pero en sus planes mi madre estorbaba. Ahora le devolvería el favor y me apropiaría de su puta.

Desde luego que disfrute maquinando los detalles para acabar con el maldito de mi padre. Estaba claro que había que ser especialmente cuidadoso en no dejar ni la más mínima marca. De todas formas si me pillaban la satisfacción de acabar con él no me la iba a quitar nadie. Tras mucho meditar aposté por una de las debilidades de mi padre, la locomoción. Tenía un importante parque automovilístico pero su Mercedes era el que usaba más para sus desplazamientos. Haciendo uso de redes wifi abiertas me informe en la red Tor acerca de como manipular el modelo de su propiedad. Me enfrasque en un traje de aislamiento para no dejar ni huellas ni ADN y los frenos estaban listos para cumplir mi objetivo. Ya solo tenía que deshacerme del portátil y del traje. Ser fan de CSI me dio excelentes resultados ya que la policía no tubo nunca en consideración otra posibilidad que la del accidente.

Aún así en las exequias de mi difunto padre apuesto por intentar en la medida de lo posible aparecer como un compungido hijo que ha quedado otra vez huérfano en el intervalo de 3 años. De todas formas siendos todos conocedores del carácter de mi padre no les puede parecer muy extraño que no derrame muchas lágrimas. Solo las justas para interpretar el papel. Que sin pecar en vanidad fue digno de un Oscar. Hay que prevenir si un secreta estuviese espiando mis reacciones.

Entre los asistentes estaba mi tía de pega Abigail que se había vuelto a separar una vez más. Abigail cumplía el paradigma popularizado por la película American Pie de una Mother I Like to Fuck. Sus 38 años le habían moldeado un cuerpo excepcional. Unas curvas peligrosas como en las que se había estrellado mi padre. Unos pechos realmente generosos, un cabello moreno de media melena y unos ojos hipnotizantes de los cuales sabía sacar también provecho para atraer a los incautos. Era de estatura mediana. Una hembra de esas que hasta un sacerdote renunciaría a sus votos para echarle un polvo detrás de otro. Por desgracia para ella. No se puede engañar a la gente tantas veces y ya muchas de sus posibles presas huían de ella como si de una mantis religiosa se tratase, conocedores de sus más que obvias intenciones. Ya era un chiste común en las fiestas sociales que era mejor tener la polla bien metida en la bragueta cuando ella estuviese por los alrededores. Estaba echando unos buenos lagrimones. Podía dedicarse a plañidera profesional.

Por su parte Nadia disfrutaba de unos bien parecidos 26 años. No escuche muchos rumores acerca de la apenas diferencia de edad entre mi madrastra y yo, apunto de cumplir la mayoría de edad. Era bastante común matrimonios de estas características entre grandes potentados. Tiene una melena rubia que suele recogerse en una coleta. Tiene unos pechos muy bonitos y eso que se mantiene relativamente delgada. Muy espigada y con un look como de una adolescente tardía. Estaba bien claro que estaba pasando uno de sus peores momentos. Que sin ella saberlo, yo era el responsable. Hubo que atenderla varias veces por desmayos.

En la ceremonia, en segundo plano estaba mi prima no carnal. Mi prima estaba claramente muy agobiada. En ese momento lo asocie a que sentía algún afecto por su tío. Pero eso no me terminaba de encajar. Apenas habían tenido relación. Solo tenía que esperar unas pocas semanas para averiguar el motivo de tanta pena. Sabina tenia 17 años. Ella y yo íbamos al mismo instituto y clase. Un centro privado de matricula extraordinariamente cara donde los estudiantes niños de papa se preparaban para ser las siguientes élites. Pero ella era tratada como una fuera de lugar. Y los compañeros no dudaban en acosarla y humillarla con dolorosos insultos relacionados con el arte de las meretrices y su madre. A pesar de no ser familiares de sangre aquel trato me enervó que decidí intervenir en más de una ocasión usando mis puños. Las consecuencias no pasaron de un ligero borrón en mi expediente disciplinario que me daba igual. Para ella debí parecerle como una especie de caballero que corría a socorrerla. A partir de esos días me empezó a mirar de otra forma, con un brillo peculiar en sus ojos.

El sacerdote enuncio un discurso acerca de lo bueno que había sido mi padre. Tanto como para la familia como con la sociedad. ¿Que sabía él? Por mi deberían darle de comer su cadáver a las alimañas para sacar algo provechoso. Luego una larga letanía de vacuos pésames. Una vez terminada la mascarada podía retirarme para saborear la primera parte de mi triunfo. Y preparar mi siguiente movimiento.

Estaba bien claro que Nadia lo estaba pasando muy mal. Debía darle un tiempo para asumir su luto, pero no demasiado. Estaba bien claro que había una gran zorra sumisa que precisaba de alguien que la dominase. Y además tenía que pagar un precio. Aún de manera tangencial había colaborado en la desgracia de mi madre y la mía. Darle un respiro emocional iba a venir bien también para poder afinar mis planes sobre como someterla aunque ya tenía las ideas bastante claras al respecto.

Tres semanas después estaba celebrando íntimamente mi recién obtenida mayoría de edad. el abogado de la familia nos llamo a mi madrastra y a mi a asistir a una reunión especial. El albacea iba a enunciar las condiciones del testamento del difunto. Al escucharle me percaté de que no era tan listo como yo mismo me creía. Y un temblor de pánico recorrió mi cuerpo temiendo lo peor. Pase por alto aquel importante detalle. No estaba nada seguro de que mi padre hubiese muerto de buenas conmigo. Me vino a la mente como me trataba en mi niñez y siendo hijo de su detestada ex era un escenario más que posible de que las condiciones no fueran precisamente favorables a mis intereses. Si ese era el caso todos mis planes se irían al traste. Al final quisiese o no tendría que tomar atención sobre el vil metal.

El chófer de la familia nos llevo con el Rolls Royce a un importante despacho notarial del centro de la ciudad. Nos llevamos una sorpresa al encontrarnos con la tía Abigail y mi prima. Por otro lado no hizo acto de presencia ningún miembro de mi familia materna. Tal como ocurrió en el funeral. No me extrañase que no quisiesen nada de ese cerdo. El encontrarme a la puta mayor del reino intentando sacar algo me hizo saltar todas las alarmas. Algo había detrás de eso. Tenía que investigar.

Nadia - ¿Hermana, que haces aquí?

Abigail no se digno a contestarla. Tenía mucho que ocultar.

Subimos a la décima planta y fuimos recibidos por el notario y ya dispuestos el Albacea abrió el sobre sellado y con voz alta enunció su contenido a los asistentes.

“Reunidos aquí el 28 de Mayo de 2013 yo Don Antonio Sánchez expreso a mi albacea mi última voluntad.

Todas mis propiedades inmobiliarias, acciones, activos bancarios así como la gestión del holding Sánchez S.L. pasarán a ser de Doña Nadia Romero en régimen de usufructo...”

Hubo un cierto murmullo entre los asistentes que el notario tuvo que interrumpir. Aquello era como si el karma me la hubiese jugado. El albacea pudo continuar.

“...en régimen de usufructo hasta que mi hijo Don Alfredo Sánchez una vez que cumpla la mayoría de edad. Que las recibirá en régimen de propiedad.”

La usurpadora y toda su familia se quedaron con sus caras en blanco y con un silencio sepulcral. A duras penas pero conseguí contener una risa maléfica que salía de lo más profundo de mi negra alma. Aquello había sido juego, set y partido en toda regla. Sabía que tenía que salir de allí cuanto antes, no debía desvelar la enorme satisfacción que sentía por el discurrir de los acontecimientos. Me levanté de mi asiento y pude ver que que mi tía y mi prima parecían como si estuviesen muertas. Con la mayor tranquilidad que pude me levanté y me dispuse a irme. Al salir del edificio Nadia y Abigail hablaban. Yo las observaba desde la distancia. Por los gestos mi tía hacia gestos de desesperación y suplica a mi madrastra. Haciendo gestos hacia Sabina a la cual acariciaba como si fuese a perderla.

Después de unos minutos se subió al coche. No debía desaprovechar la oportunidad para obtener información.

Yo - ¿Que le pasa a tía Abigail?

Nadia – Me ha confesado que esta pasando importantes problemas. Su cartera de valores estaba basada en valores inmobiliarios...

Yo – ...Espera. Dejámelo adivinar. Su cartera se ha ido a hacer puñetas.

Nadia – No te reconozco. ¿Porque eres tan cruel?

A partir de ese momento me empezaba a sentir que ya no tenía que seguir portando con la mascara de niño bueno que había portado durante los últimos 4 años.

Yo – Aún así. Eso no explica que narices hacía aquí.

Nadia – No recuerdo haberte educado para hablar de esa forma, jovencito.

Casi me rió en su cara cuando habló de que me había educado.

Nadia – Aunque tienes razón. Una cuñada no suele estar entre los beneficiarios de un testamento. De todas formas al parecer ha venido a pedirme ayuda

Yo - ¿No me digas? - dije con sarcasmo – ¿Recuerdas que casi ni te mira cuando llegamos?

Nadia – Aún así no deja de ser mi hermana y no voy a dejar de ayudarla.

Yo – ¿Ah? ¿Si? ¿Que piensas hacer?

Nadia reflexiono un momento hasta que se dio cuenta de que en realidad ella estaba en una situación no muy distinta a la de su hermana. En cierta forma lo que le había hecho a mi madre mi padre se lo que acababa de hacer a ella. Sin hacer nada estaba deleitándome con el dulce placer de la venganza. Me vino a la mente que como dice el refrán es un plato que se sirve en frio así que baje inmediatamente los temores de mi madrastra que empezaba a mirarme con un cierto temor.

Yo – No te preocupes por mi. Por … ahora. 

Ese suspense era claramente doble intencionado con un mensaje para que recapacitase.

Yo – con respecto a tu hermana te recuerdo que no tiene ninguna relación familiar conmigo. Así que no se por que verme obligado a intervenir. Si está así que empiece por vender todas las alhajas que tiene. Podría montar una joyería – dije con un cierto tono de burla.

Nadia – ¡Alfredo! ¡Por el amor de Dios! Deja la iniquidad de una vez. ¿De verdad que vas a dejar a tu tía en la estacada? ¿No piensas en tu prima?

Nombrar a Sabina fue como un golpe bajo. Me calle y pensé en ella, era una estudiante excepcional y debía continuar en la universidad. Ahora comprendí su tristeza, su futuro se había ido por la borda. Debía maniobrar con sapiencia y usar a mi favor los problemas de mi tía. La posición de mis rivales estaba perdida pero la impaciencia podría malograrla. La desesperación y el instinto de protección hacia su hermana era otra baza a mi favor. No debía regodearme todavía de mi suerte, solo ir preparando el terreno para sacarle el máximo rendimiento.

Yo – De acuerdo, de acuerdo. Le daré una pensión provisional a tu hermana. Además le proporcionaré una beca a tu sobrina para que se inscriba en una buena universidad. ¿Te vale?

Nadia me respondió con un cariñoso beso en la mejilla.

Nadia- Ese es mi chico

Decidí de que debía darle un tiempo a Nadia mientras yo preparaba el jaque mate. De todas formas había algo que estaba más allá de mi campo de visión que me tenía muy inquieto. El comportamiento de tía Abigail en la lectura del testamento era muy sospechoso. Debía investigar más por que mi instinto ya me decía que algo francamente interesante ocurría. Debía profundizar una vez en la red interna de mi padre y buscar más videos secretos.

Continuará ... Recuerda que los comentarios son bienvenidos

Mas de Manny

La usurpadora (y 13): Unas vacaciones inolvidables

La usurpadora (12): Encerrona erótica bienvenida

La usurpadora (10): El precio de la lujuria

La usurpadora (10) Mi madre y mi tía. Mis putas

La usurpadora (9) El adiestramiento de tía Abigail

La usurpadora (8) Romance en Baviera

La usurpadora (7) Sacrificio anal

La usurpadora (6) Tía Abigaíl debe pagar

La usurpadora (5) Madrastra y esclava

La usurpadora (3) Dominando a la puta de mi padre

La usurpadora (4) Las nuevas reglas de la casa

La usurpadora (1) Prologo

Cuando conocí a mi ángel

Vini, vidi, vinci (y X): ¡Oh Fortuna!

Quien ama el peligro, en él perecerá.

El principe

La felicidad es breve, la pena dura largamente

Cualquiera puede errar

Nada es quien nada ama

La ceniza nos iguala a todos

Cuídate de los idus de Marzo

Ave, Caesar, Morituri te salutam

Vini, Vidi, Vinci

Editora agresiva

La segunda batalla de Mitilene

El dulce sabor de la venganza

Corrompiendo a Sophie

Compartiendo amor

Serás mía o de nadie

El reencuentro

La labor de una esclava

Marcando territorio

Sueños

¡Arde Lesbos!

Redención

La academia de Safo

Destino maldito

El corazón del demonio

Sultanas y ... putas

Harem de hermanas

La huida

El alto precio de la traición

Scherezade y Shoali, amor entre hermanas

Rescatando a Shoali

Alimentando a Elisabeth

Mi primera vez con Scherezade

Ojo por Ojo, culito por culito

Conquistando el culo de Scherezade

Yo y Scherezade (2)

El demonio vive en ti

La princesa de la dulce pena

Yo y Scherezade (1)

Regreso al jardín de las delicias

La violación de Elisabeth

Bacanal en honor a la diosa

Calentón en el coche patrulla

Detectives de medianoche

Compañeros con derecho a roce

Maridos, mujeres y amantes

Ejerciendo de semental

Sacerdotisa y consejera del sexo

La odisea de Virgilio (11: Un nuevo amanecer)

La odisea de Virgilio (10: Hijos de Lot)

Como lágrimas en la lluvia

La odisea de Virgilio (9: La redención de Lilith)

La odisea de Virgilio (8: La cantata del Diablo)

La odisea de Virgilio (7: Master of Puppets)

La odisea de Virgilio (6: Gehenna)

La odisea de Virgilio (5: Metalingus)

La odisea de Virgilio (4: Un regalo)

La odisea de virgilio (3: Los 4 jinetes)

La odisea de virgilio (2: Tempestad)

La odisea de Virgilio (1: Liliana)